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Antipoda. Revista de Antropología y Arqueología

Print version ISSN 1900-5407

Antipod. Rev. Antropol. Arqueol.  no.35 Bogotá Jan./Apr. 2019

https://doi.org/10.7440/antipoda35.2019.06 

Documentos

Aportes a una etnografía de los movimientos feministas: recursos expresivos en las marchas #Ni una menos y #8M en Santiago de Chile*

Contributions to an Ethnography of Feminist Movements: Expressive Recourses in the #Ni una menos and #8M Marches in Santiago de Chile

Contribuições a uma etnografia dos movimentos feministas: recursos expressivos nas marchas #Ni una menos e #8M en Santiago de Chile

Sergio Urzúa Martínez** 

** Magíster en Sociología por la Universidad Alberto Hurtado, Chile, Magíster en Políticas Públicas por la Universidad Diego Portales, Chile. En la actualidad es profesor de Estado en Filosofía de la Universidad de Santiago de Chile, Chile. El autor es becario del Centro de Conflicto y Cohesión Social (COES) y agradece a Conicyt/Fondap/15130009. Entre sus publicaciones se encuentran: “¿Cómo marchan los jóvenes en el Chile de postdictadura?: algunas notas acerca de la apropiación del espacio público y el uso político del cuerpo”. Última Década 23 (42): 39-64, 2015; “Huelga de hambre: dolor, sufrimiento y visibilización del conflicto social”. Revista Sociedad y Equidad (4): 2012. sergio.urzua@usach.cl


Resumen:

Las marchas #Ni una menos y #8M fueron centrales en el proceso de acumulación de fuerzas del movimiento feminista chileno. En ellas se desplegaron un amplio repertorio de recursos expresivos tendientes a construir audiencias y compartir socialmente el sentido de las demandas. A partir de un trabajo de campo basado en la observación y el registro fotográfico de estas manifestaciones políticas (realizadas en Santiago de Chile durante 2017 y 2018), se describen los recursos utilizados y se reflexiona en torno a su capacidad para expresar sentimientos contenidos, narrar sufrimientos compartidos, interpelar a adversarios y democratizar el campo de visibilidad política. Se concluye que con el uso de diferentes recursos expresivos, las mujeres lograron visibilizar sus demandas y encontraron una forma de aparecer en el espacio público, lo que les permitió exigir su derecho a ser reconocidas como iguales.

Palabras clave: cuerpos; emociones; jornadas de protesta; movimiento feminista; recursos expresivos; Santiago de Chile

Abstract:

The #Ni una menos and #8M marches were central to the Chilean feminist movement's accumulation of power. In them, a wide repertoire of expressive resources was used aimed at building audiences and publicize the meaning of the denouncements. Based on fieldwork involving observation and photographic records of these political demonstrations (held in Santiago de Chile in 2017 and 2018), this work provides a description of the resources used, and a reflection on their capacity to express contained emotions. To narrate shared suffering, question adversaries and democratize the field of political invisibility. The work concludes that through the use of different expressive resources, the women were able to visibilize their claims and find a way to appear in the public sphere, which allowed them to demand their right to be recognized as equals.

Keywords: Bodies; emotions; expressive resources; protest actions; feminist movement; Santiago de Chile

Resumo:

As marchas #Ni una menos e #8M foram centrais no processo de acumulação de forças do movimento feminista chileno. Nelas se desenvolveram um amplo repertório de recursos expressivos tendentes a construir audiências e compartilhar socialmente o sentido das demandas. A partir de um trabalho de campo baseado na observação e no registro fotográfico destas manifestações políticas (realizadas em Santiago de Chile durante 2017 e 2018), descrevem-se os recursos utilizados e reflete-se em torno de sua capacidade para expressar sentimentos contidos, narrar sofrimentos compartilhados, interpelar a adversários e democratizar o campo de visibilidade política. Conclui-se que com o uso de diferentes recursos expressivos, as mulheres conseguiram visibilizar suas demandas e encontraram uma forma de aparecer no espaço público, o que lhes permitiu exigir seu direito a ser reconhecidas como iguais.

Palavras-chave: corpos; emoções; jornadas de protesto; movimento feminista; recursos expressivos; Santiago do Chile

El movimiento feminista irrumpió con fuerza en el escenario político global a partir del año 2015. Las calles de las principales ciudades del mundo fueron tomadas por miles de mujeres para denunciar las distintas formas de violencias a las que se encuentran expuestas cotidianamente. Así, las multitudinarias manifestaciones registradas en Argentina, Estados Unidos, España e Italia evidencian una decisión colectiva de romper con las dinámicas de opresión y despojo que la sociedad patriarcal-capitalista les impone.

En Chile, al igual que en muchos de los países de América Latina, las demandas del movimiento feminista habían estado asociadas históricamente a la participación política y a la despenalización del aborto. No obstante, en la última década, la agenda feminista ha logrado sumar a estas demandas históricas la precaria e inestable situación laboral en la que se encuentran mayoritariamente las mujeres y la necesidad de remunerar el trabajo reproductivo, doméstico y de cuidados1 que realizan (Ruiz y Miranda 2018, 194). También se han levantado demandas respecto de la obligación que tiene el Estado de entregar a las y los jóvenes una educación no sexista, así como de garantizar que los lugares de trabajo y estudio sean seguros y libres de cualquier tipo de acoso o abuso.

El movimiento feminista en Chile instaló estas demandas en el debate público mediante un ascendente proceso de acumulación de fuerzas, nutrido en gran medida por las marchas a favor de la descriminalización del aborto, los actos de protesta contra el machismo (con los cuales los jueces y medios de comunicación abordan los casos de femicidio), las ocupaciones de establecimientos educativos para denunciar el acoso y abuso que sufren las estudiantes por parte de sus pares y profesores, y las numerosas jornadas de formación política impulsadas por diferentes colectivos feministas. De este modo, las agrupaciones de mujeres pusieron en juego un amplio repertorio de acciones que permitieron que sus demandas ocuparan la agenda pública para visibilizarlas como problemas comunes. En este marco, las marchas #Ni una menos y #8M entran como formas centrales de manifestación en el proceso de acumulación de fuerzas del movimiento.

Estas marchas lograron prontamente capturar la atención de los medios de comunicación y de las autoridades políticas, debido a la magnitud multitudinaria y el uso de diversos recursos expresivos. En este sentido, Cervio y Guzmán afirman que estos recursos pueden ser conceptualizados como:

[…] Vehículos de sentido y mensajes con sentido, pues anudan las demandas de identidad colectiva con las demandas de visibilidad conflictual […] en tanto objetos sensibles (sonoros, olfativos, visuales, táctiles) estos recursos no solo colaboran en la configuración de procesos identitarios vinculados con un “nosotros compartido”, sino que también construyen audiencias (antagonistas y potenciales aliados) delimitando, elaborando y distribuyendo socialmente el sentido de la acción. (2017, 37)

De esta manera, el presente escrito reflexiona acerca de cómo los recursos expresivos (carteles, lienzos, disfraces, cánticos y escenificaciones) son utilizados por las manifestantes para expresar sentimientos contenidos, narrar sufrimientos compartidos, interpelar a adversarios y democratizar el campo de visibilidad. Dicha reflexión surge a partir del trabajo de campo en las marchas realizadas en el marco del movimiento #Ni una menos, que tuvieron lugar en Santiago de Chile el 6 de julio y el 11 de mayo de 2017 y 2018, respectivamente. Así como las marchas que conmemoraron el día internacional de la mujer, las cuales fueron realizadas el 8 de marzo (#8M) durante el mismo período en Santiago de Chile. Se estima que estas marchas son centrales para explicar el surgimiento y evolución del “Mayo Feminista”2, movilización social que sacudió a Chile en 2018 y cuyas demandas aún continúan en el debate nacional.

Un elemento central de cualquier manifestación política es la disputa por la visibilidad (Scribano y Cabral 2009; Voirol 2005). Ella constituye el punto de partida y exige a sus participantes el despliegue de un conjunto de estrategias de comunicación, tendientes a favorecer su reconocimiento en la escena pública. De ahí que el registro fotográfico que acompaña este escrito ofrezca una buena aproximación a la función de los recursos expresivos en las marchas estudiadas. El uso de la fotografía en este estudio descansa en su articulación dialógica y reflexiva con el fenómeno investigado (Hermansen y Fernández 2018, 92). En efecto, la incorporación de imágenes y de descripciones, que dan cuenta de la forma en que se pusieron en juego los recursos expresivos durante las marchas, contribuye a la comprensión de las redes de conflicto que se encuentran en las luchas reivindicativas que mantienen las mujeres en Chile.

A continuación, se relatan algunos pasajes de las marchas y se presentan fotografías que ilustran las estrategias adoptadas por las manifestantes en el marco de la disputa por la visibilidad y el reconocimiento. El punto de encuentro de las y los manifestantes es la Plaza Italia, un lugar emblemático y estratégico, puesto que está ubicada en el centro de la capital, tradicionalmente escogida por quienes buscan celebrar triunfos deportivos, apoyar candidaturas políticas o manifestarse políticamente.

En contexto de manifestaciones políticas, las calles se transforman en un escenario donde sus participantes se exponen a la mirada de otro y adquieren el rol de actores que buscan influir sobre la audiencia o sobre los demás participantes (Goffman 1997, 27). La llegada de los primeros manifestantes hace que la plaza se comience a transformar. Lentamente pasa de ser un lugar monocromático y de expedita circulación, a uno aglomerado, difuso, desbordado de mensajes, colores e imágenes. A medida que se aproxima la hora establecida para iniciar el recorrido, como actrices y actores tras bambalinas, las participantes se comienzan a preparar: extienden lienzos, repasan coreografías, pintan y adornan sus cuerpos, escriben carteles, exhiben disfraces, tocan instrumentos musicales y repasan las consignas que se gritarán durante la marcha. En la figura 1 se aprecia como las manifestantes se preparan para iniciar el recorrido:

Fuente: Sergio Urzúa Martínez, Marcha #8M, Santiago de Chile, 8 de marzo de 2018.

Figura 1 Pintando tras bambalinas 

En cada marcha, la vida en la ciudad se altera y las calles adquieren un uso no habitual. Delgado sostiene que en las calles existe un flujo humano inusual durante cualquier tipo de manifestación, ya sean festivas o de protesta, que actúa en ellas de manera compacta y excepcional:

Estos acontecimientos advierten como las calles no son solo pasillos que sirven para ir de un espacio privado a otro, ni lo que en ellas puede uno encontrar -mobiliario urbano, semáforos, monumentos, escaparates, portales, kioscos…-, elementos que limitan sus funciones a las inicialmente previstas para ellos. Tampoco las calzadas son simples pistas para que se desplacen los vehículos, sino también escenarios idóneos para que se expresen en ellas y a través de ellas anhelos y voluntades colectivas. (Delgado 2007, 175)

Así, cuando la multitud de cuerpos se comienza a desplazar, el tránsito vehicular se detiene, los habitantes de los edificios aledaños aparecen en sus ventanas y balcones para contemplar o apoyar el desfile. Las consignas resuenan con fuerza en las calles y los colores de banderas y lienzos ocultan el gris del pavimento.

Mujeres de distintas edades y etnias son las protagonistas del espectáculo que se lleva a cabo en la principal arteria del país. En sus manos, carteles y lienzos expresan innumerables demandas. Los mensajes más recurrentes son los que advierten sobre la violencia machista y los que expresan la libertad de decidir sobre sus cuerpos: “Quiero regresar sin miedo a mi casa”, “Este cuerpo es mío… no se toca… no se viola… no se mata”, “No queremos poder sobre los hombres, sino sobre nosotras mismas”, “Por el derecho a decidir sobre nuestras cuerpas”. También hay carteles y lienzos que exigen el reconocimiento del trabajo doméstico y reproductivo, que reclaman por la desigualdad en los salarios que reciben hombres y mujeres, que denuncian la indiferencia de las autoridades frente a abusos en escuelas y universidades y que rechazan la educación sexista imperante. Otros carteles buscan reconocer a las mujeres mapuches en lucha y recordar a aquellas que fueron asesinadas durante la dictadura de Pinochet.

En la disputa por hacer visible sus mensajes, los carteles son levantados y los lienzos extendidos. También, en el diseño de cada uno de ellos se observa un esfuerzo por destacar entre tantos otros y en lograr captar la atención de los observadores y de los demás participantes. Por otra parte, pese a ser tan diversas las demandas que se escriben en cada uno de los carteles y lienzos, todas estas logran ser articuladas en la marcha para denunciar que en Chile, miles de mujeres se encuentran sistemáticamente expuestas a una violencia estructural que las ubica en una posición de aceptación y sumisión permanente.

Los recursos expresivos no se agotan en el uso de códigos lingüísticos. En la disputa por la visibilidad, estos adquieren diversas formas asociadas a una manera específica de emplear el cuerpo. Por ejemplo, las acciones en las marchas toman un carácter festivo cuando por medio del baile, los juegos, las batucadas y la risa (ver figura 2) las mujeres reivindican políticamente la alegría como una adecuada manera de sentir, frente al miedo que experimentan cotidianamente como, por ejemplo, el de caminar solas por las calles de la ciudad.

Fuente: Sergio Urzúa Martínez, Marcha #Ni una menos, Santiago de Chile, 11 de mayo de 2018.

Figura 2 Recursos festivos 

También desde el carácter festivo de la manifestación, los cánticos celebran la jornada y alientan a mantener las movilizaciones, pero a la vez reclaman por la indiferencia frente a la violencia machista y advierten que han salido de su condición de minusvalía y enfrentarán con fuerza a los hombres que buscan mantener los privilegios que les otorga la sociedad patriarcal. Esto queda de manifiesto en las consignas que resuenan durante toda la marcha: “Y cómo es la wea… nos matan y nos violan y nadie hace na’…”, “Arder, arder, arder, al macho femicida queremos ver arder.

En el recorrido, se observan un conjunto de performance que buscan conmemorar el asesinato de mujeres producto de violencia machista. Estas acciones están cargadas de una emocionalidad especial y emergen en diferentes puntos de la marcha. Con el objetivo de contar esa ausencia, se recrean velorios, se presentan fotografías de las víctimas y se narran sus historias de terror. Como un ejercicio de memoria y denuncia, se bordan en trozos de tela los nombres de mujeres quemadas, asfixiadas o ejecutadas por sus parejas y en cada fragmento se pueden leer frases como: “¡Me mató a mí y a nuestro hijo!” o “¡Me mataron a golpes!” Estas piezas son reunidas en un gran lienzo para mostrar que no se trata de casos aislados sino de una práctica instalada en la sociedad patriarcal. Ver figura 3.

Fuente: Sergio Urzúa Martínez, Marcha #Ni una menos, Santiago de Chile, 11 de mayo de 2018.

Figura 3 Bordados contra el olvido y la violencia 

En esta misma línea se encuentran aquellas representaciones que buscan escenificar las violencias que refieren al maltrato físico, la explotación laboral o la violencia sexual (ver figura 4). Para esto, los disfraces y máscaras que se usan, y que aluden a personajes de relevancia político-social o a prácticas asociadas al machismo, permiten denunciar a quienes forman parte de los sectores antagonistas.

Fuente: Sergio Urzúa Martínez, Marcha #8M, Santiago de Chile, 8 de marzo 2018.

Figura 4 Trabajadora de la educación con la soga al cuello 

En este sentido, la crítica también se ha extendido al carácter conservador de algunas instituciones, específicamente a la Iglesia Católica. Las mujeres han denunciado cómo sus cuerpos se han puesto a disposición del disfrute de los hombres, negándoles soberanía sobre estos. Por lo mismo, muchos de los performances que se realizaron durante las marchas consistieron en mujeres que caminaban o bailaban con el torso descubierto y, en muchas ocasiones, pintaron o escribieron sobre sus cuerpos desnudos (ver figura 5). De esta manera, este tipo de exhibición que en contextos cotidianos podría significar una sanción social, resulta admirable cuando se realiza dentro de una representación a la cual una audiencia otorga sentido y valor (Urzúa Martínez 2015).

Fuente: Sergio Urzúa Martínez, Marcha #8M, Santiago de Chile, 8 de marzo de 2018.

Figura 5 Formas de emplear el cuerpo 

Al apropiarse masivamente del espacio público durante las marchas, las mujeres instalan un litigio por la igualdad y destituyen la lógica policial. Esto es lo que Rancière sostiene sobre que determinados cuerpos sean asignados a ciertos lugares y tareas, constituyéndose así “un orden de lo visible y lo decible que hace que tal actividad sea visible y que tal otra no lo sea, que tal palabra sea entendida como perteneciente al discurso y tal otra al ruido” (Rancière 2007, 44-45). Cuando las mujeres aparecen en la calle para presentar sus demandas, reclaman un lugar distinto al ofrecido por las estructuras sociales patriarcales que las separa y excluye de la escena política, mientras que a los hombres los hacen aparecer y participar.

De esta forma, los recursos expresivos desplegados en las marchas visibilizan las demandas de las mujeres y les otorgan una forma de aparecer en el espacio público a fin de ser reconocidas. Al respecto Butler sostiene:

Cuando los cuerpos se reúnen con el fin de expresar su indignación y representar su existencia plural en el espacio público, están planteando a la vez demandas más amplias: estos cuerpos solicitan que se los reconozca, que se los valore, al tiempo que ejercen su derecho a la aparición, su libertad, y reclaman una vida vivible. (2017, 33)

Su presencia en el espacio público, tradicionalmente reservado a los hombres (Bourdieu 2012), amplifica su acción y efecto, carga de sentido sus mensajes y les permite hacerse ver y escuchar. En cada marcha, junto con resistir corporalmente la naturalización de la desigualdad y la violencia, las manifestantes trazan una declaración de principios que se resume en el cartel que lleva una de las manifestantes: “hombres sus derechos y nada más; mujeres sus derechos y nada menos”.

A modo de cierre se puede señalar que los múltiples recursos expresivos puestos en juego por las mujeres durante las marchas estudiadas, permitieron expresar sentimientos contenidos, narrar sufrimientos compartidos y democratizar el campo de visibilidad política. De hecho, y pese a las fuertes resistencias conservadoras, las mujeres y en especial las más jóvenes, han logrado mantener sus movilizaciones, sumar más adherentes a sus manifestaciones y presionar con fuerza por una agenda de género que recoja las demandas políticas que han movilizado a miles de mujeres en todo Chile.

Por lo pronto, el movimiento comienza a mostrar sus primeros triunfos. La creación de normativas que prohíben el acoso callejero, la elaboración de protocolos que sancionan el abuso sexual dentro y fuera de los centros educativos, el reconocimiento institucional del nombre social de personas transgénico en universidades y la creación de unidades académicas cuyo objetivo es promover una educación no sexista constituyen los primeros pasos de un largo camino por visibilizar prácticas de abuso naturalizadas y alcanzar la plena igualdad de derechos entre mujeres y hombres.

Referencias

Cervio, Ana y Anvy Guzmán. 2017. “Los recursos expresivos en la protesta social. El caso del ‘acampe villero’ en Buenos Aires”. Iberofórum. Revista de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana 12 (23): 36-64. [ Links ]

Bourdieu, Pierre. 2012. La dominación masculina. Barcelona: Anagrama. [ Links ]

Butler, Judith. 2017. Cuerpos aliados y lucha política. Hacia una teoría política de la asamblea. Barcelona: Paidós. [ Links ]

Delgado, Manuel. 2007. Sociedades movedizas. Pasos hacia una antropología de las calles. Barcelona: Anagrama . [ Links ]

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Goffman, Erving. 1997.La presentación de la persona en la vida cotidiana .Buenos Aires: Amorrortu. [ Links ]

Rancière, Jaques. 2007. El desacuerdo. Política y filosofía. Buenos Aires: Nueva Visión. [ Links ]

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Scribano, Adrián y Ximena Cabral. 2009. “Políticas de las expresiones heterodoxas: el conflicto social en los escenarios de las crisis argentinas”.Convergencia Revista de Ciencias Sociales16 (51): 129-155. [ Links ]

Urzúa Martínez, Sergio. 2015. “¿Cómo marchan los jóvenes en el Chile de postdictadura?: algunas notas acerca de la apropiación del espacio público y el uso político del cuerpo” Última Década23 (42): 39-64. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-22362015000100003Links ]

Voirol, Olivier. 2005. “Les luttes pour la visibilité: esquisse d´une problématique”. Reseaux, 129-130 (1): 89-121. [ Links ]

Cómo citar este artículo: Urzúa Martínez, Sergio. 2019. “Aportes a una etnografía de los movimientos feministas: recursos expresivos en las marchas #Ni una menos y #8M en Santiago de Chile”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología 35: 115-124. https://doi.org/10.7440/antipoda35.2019.06

* Este artículo se escribió para el presente número de Antípoda y se basó en el trabajo de campo realizado entre 2017 y 2018. El estudio fue hecho con financiación propia y se inscribe dentro de una investigación más amplia denominada “Apropiaciones y resistencias. El uso político del cuerpo en el Chile de post-dictadura”.

1Hace referencia al cuidado informal: atención de niños, familiares enfermos y adultos mayores.

2Nombre que recibió el movimiento, alusivo al mayo de 1968, por el protagonismo de estudiantes universitarias y de secundaria.

Recibido: 07 de Junio de 2018; Aprobado: 05 de Diciembre de 2018

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