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Vniversitas

 ISSN 0041-9060

     

 

EDITORIAL*

SUEÑOS DEL 63

Carlos Julio Cuartas Chacón**

*El presente editorial refleja la opinión del autor y no de la Revista Vniversitas, la facultad de Ciencias Jurídicas de la Pontificia Universidad Javeriana ni de esta universidad.
**Decano del Medio Universitario de la facultad de Ciencias Juridicas de la Pontificia Universidad Javeriana. Ingeniero Civil con Maestria de la Universidad de Stratchclyde, Escocia. Es un estudioso de temas como ética, país y empresa; de la historia de la Pontificia Universidad Javeriana y de la Compañia de Jesus, asi como de sus símbolos y emblemas.


En el periódico universitario Autonomía, el 4 de abril de 1963, se publicó un artículo de un muchacho de 19 años que estudiaba derecho en la Pontificia Universidad Javeriana. Lo había escrito "pensando exclusivamente en los jóvenes que mantienen su certidumbre en el destino de Colombia, en aquellos jóvenes que desean sinceramente para la patria una mejor vocación, [...] que se hallan a la expectativa de un nuevo camino, de una nueva alternativa, porque presumen fosilizados a los partidos colombianos". El autor, luego de referirse sin titubeos a lo "que origina y fomenta la desconfianza de los jóvenes respecto de los partidos y de sus dirigentes", convoca a la juventud en forma vigorosa, entusiasta y realista, a prepararse para asumir "esa responsabilidad tremenda que se nos va a venir encima: [...] reconstruir un país que hoy se halla, en lo moral, anárquico; en lo económico, colonial; en lo político, demagógico; y en lo social, absurdamente injusto". En este texto se encuentra una de las primeras huellas de Luis Carlos Galán Sarmiento. En ella se reconocen trazos inconfundIBLes de la figura del hombre que, sin atropellar, fue reuniendo las voluntades de un pueblo que compartía sus sueños y llegó a depositar en él su última esperanza.

El 28 de agosto de ese mismo año, un hombre de 34 años de edad, en la plenitud de su vida, al frente de una multitud que lo aclamaba, reconoció que tenía un sueño. Él había dirigido en 1955 el exitoso boicot a la línea de autobuses en Montgomery (Alabama), porque una disposición local ordenaba a los negros ocupar los asientos traseros. El líder negro "soñaba que sus cuatro pequeños hijos vivirían un día en un país en el que no serían juzgados por el color de su piel, sino por los rasgos de su personalidad [...]". Con este discurso, pronunciado en las gradas del Lincoln Memorial durante la histórica marcha sobre Washington, Martin Luther King Jr. dejó una huella que perdura y que vela su sueño.

El 10 de junio, también de ese año, un hombre 26 años mayor que Galán y 12 que King, pronunció un breve discurso en la American University de Washington. Se afirma que pocos discursos de un presidente de los Estados Unidos de América han sido tan bien acogidos en todo el mundo. A sus 46 años de edad, John F. Kennedy había asegurado un liderazgo indiscutIBLe que llegaba más allá de las fronteras de su nación. En él, el sueño americano tenía un importante aliado, un inmejorable garante. Para iniciar su intervención, el joven y carismático Presidente citó una frase de John Masefield en su tributo a las universidades inglesas: "Hay pocas cosas terrenales más hermosas que una universidad"; y aclaraba el Presidente que el poeta inglés "no se refería a las torres o el campus. Él admiraba la espléndida belleza de la universidad [...]porque era un lugar donde aquellos que odian la ignorancia pueden empeñarse en conocer y donde aquellos que perciben la verdad pueden empeñarse en que otros puedan ver". A continuación Kennedy hacía notar que por esa razón había escogido ese momento y ese lugar para "tratar un asunto en el cual la ignorancia a menudo abunda y la verdad se percibe escasamente —aunque se trata del asunto más importante sobre la tierra: la paz mundial [...] No una paz americana impuesta en el mundo por las armas de guerra americanas. No la paz de los sepulcros ni la que se asegura con la esclavitud. Yo me refiero [decía el Presidente] a la paz genuina, la clase de paz que hace que valga la pena vivir la vida sobre la tierra, la clase [de paz] que posibilita que los hombres y mujeres crezcan y esperen y construyan una vida mejor para sus niños [...] paz para todos los hombres y mujeres, no solamente paz en nuestros días sino paz para todos los tiempos". Estas eran las palabras del hombre que hacía dos años había asumido la presidencia de su país y que hablaba de paz "debido a la nueva cara de la guerra".

Siete días antes, el 3 de junio, había muerto Juan XXIII, y con él los sueños del Papa Bueno. El 11 de abril anterior había firmado la Encíclica "La paz en la tierra", la última de su Pontificado. "¡Cómo contrasta [exclamaba el Papa] con este orden maravilloso del universo (establecido por Dios) el desorden que reina no solo entre los individuos sino también entre los pueblos! Parece que sus relaciones no pueden regirse sino por la fuerza!". Dura y triste realidad la que percibía este hombre de 81 años de edad, a quien se había confiado, tan solo cinco años antes, el cuidado de la Iglesia Católica y que con vigor sorprendente se empeñó en su aggiornamento y convocó el Segundo Concilio Ecuménico.

También en 1963, el 3 de julio, Kennedy visitó en el Vaticano a Pablo VI, sucesor de Juan XXIII, llamado a dar continuidad al Concilio y llevar adelante sus sueños. En su encuentro debieron compartir sus preocupaciones en relación con el futuro de la humanidad. El 11 de junio anterior, en la noche, Kennedy había dirigido un mensaje por televisión que marcó un nuevo rumbo en relación con los derechos y oportunidades de sus conciudadanos de "piel oscura". Nueve días después tuvo lugar su discurso en American University, y el 26 de junio pronunció otro más en Berlín.

Pocos meses después, el mundo entero se conmovió con la noticia del asesinato de John F. Kennedy. La humanidad, por la fuerza, le impuso su silencio y detuvo su obra. Galán y King debieron sentir profundamente el asesinato del presidente Kennedy, perpetrado el 22 de noviembre de 1963. Ese día dejaron de soplar aquellos vientos de renovación para su patria y para el mundo entero. Su sueño fue violentamente interrumpido en Dallas. Pero pasarían los años y la historia uniría de nuevo y para siempre a estos artífices de los sueños del 63: el 4 de abril de 1968 sería asesinado Martín Luther King, y el 18 de agosto de 1989, Luis Carlos Galán.

En 1993, hace ya veinte años, recordé a estas figuras egregias de nuestro tiempo y proclamé, sin temor, que sus sueños viven porque muchos hombres y mujeres, que nos resistimos a olvidar, los hemos hecho nuestros1. Ahora, en el 2013, cincuenta años después, rememoramos de nuevo esos sueños, y podemos unir a ellos los de dos hombres que también ya pasaron a la historia: Karol Wojtyla y Joseph Ratzinger, que con todo entusiasmo participaron en los trabajos del Concilio Vaticano II. Wojtyla, polaco y profesor universitario, fue consagrado Arzobispo de Cracovia en 1963, a los 43 años de edad; Ratzinger, sacerdote alemán de 30 años de edad, había sido nombrado catedrático en la Universidad de Münster. Años más tarde, Pablo VI crearía cardenal a Wojtyla, que sería Juan Pablo II, y a Ratzinger, que sería Benedicto XVI, el Papa que renunció en el 2013. Hoy podríamos decir que los sueños del uno y del otro han sido asumidos por Francisco, ese jesuita argentino que en 1963 cumplía sus 27 años y concluía sus estudios de filosofía.

Esta conmemoración tiene lugar en una circunstancia poco alentadora en verdad: el mundo fija su mirada en la tragedia humanitaria de Siria, que sobresale entre tantas que agobian a millones de hombres y mujeres que habitan este mismo planeta, a la vez que Colombia enfrenta una situación crítica de injusticia y violencia, a pesar de su empeño en progresar y alcanzar la paz.

Así las cosas, unas frases pronunciadas hace cinco décadas por King en las escalinatas del monumento a Lincoln en Washington, cobran mayor relevancia en estos días: "Siempre debemos llevar nuestra lucha por las elevadas esferas de la dignidad y la disciplina. No debemos permitir que nuestra reivindicación espiritual degenere en violencia física. Una y otra vez hemos de elevarnos hacia las esferas en que se une la fuerza física con la fuerza espiritual".


Pie de Página

1Texto divulgado con fecha 19 de abril de 1993 (revisado el 23 de abril), dentro de la serie Crónicas de Anacroneto (año II, no. 5).