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Anagramas -Rumbos y sentidos de la comunicación-

Print version ISSN 1692-2522On-line version ISSN 2248-4086

anagramas rumbos sentidos comun. vol.20 no.40 Medellín Jan./June 2022  Epub Oct 04, 2022

https://doi.org/10.22395/angr.v20n40a1 

Artículos

Percepciones sobre prensa y redes sociales frente al movimiento feminista 2018. Caso de estudiantes de la Universidad de Concepción, Chile*

Perception on Press and Social Networks regarding the 2018 Feminist Movement. The Students of University of Concepción, Chile, Case.

Percepções sobre a imprensa e as redes sociais contra o movimento feminista 2018. O caso de estudantes da Universidade de Concepción, Chile

Oscar Basulto Gallegos** 

Sebastián Fuentealba González*** 
http://orcid.org/0000-0002-3138-5068

Rodrigo Ganter Solís**** 
http://orcid.org/0000-0002-3683-2357

** Profesor e investigador Departamento Ciencias de la Comunicación. Universidad Católica de la Santísima Concepción, Chile. Periodista. Doctor en Sociología. Universidad de Santiago de Compostela, España. Magíster en Comunicación Estratégica. Universidad del Pacífico-Chile. Correo electrónico: obasulto@ucsc.cl

*** Sociólogo, Universidad de Concepción, Chile. Magister en Investigación Social y Desarrollo Universidad de Concepción, Chile. E-mail: sebfuentealba@udec.cl

**** Profesor e Investigador Departamento de Sociología. Universidad de Concepción, Chile. Sociólogo. Doctor en Estudios Urbanos, Universidad Católica de Chile. Diplomado en Género y Cultura en América Latina (2002), Universidad de Chile. E-mail: rganter@udec.cl


Resumen

El artículo discute los resultados de una investigación en torno a los nuevos activismos generacionales, susceptibles de observar en los diversos ciclos de protesta asociados con el movimiento estudiantil chileno de la primera parte del siglo XXI, específicamente el Movimiento Estudiantil Feminista (MEF) de 2018. El objetivo general de la investigación es conocer y describir las principales percepciones y visiones de los/as estudiantes de la Universidad de Concepción sobre el MEF, a modo de problematizar la emergencia de una subjetividad política de fuerte impronta generacional en un contexto de profundo malestar colectivo de la sociedad chilena. Metodológicamente, posee un enfoque cuantitativo llevado a cabo mediante la aplicación de cuestionarios online y su posterior análisis con estadística descriptiva bivariada y pruebas estadísticas de Chi Cuadrado. Entre los hallazgos destaca una deslegitimación general hacia el tratamiento mediático de la prensa tradicional sobre la acción política del MEF, que se agudiza en el caso de las mujeres; como también una creciente aprobación al tratamiento mediático de medios alternativos respecto a los mismos tópicos. El artículo concluye, a modo de hipótesis, que estamos en presencia de una crisis de hegemonía en la construcción de sentido por parte de las élites dominantes, asociada a una erosión de las narrativas sustentadas en el ethos neoliberal y de la política entendida como gestión de expertos, dando paso a nuevos mecanismos de comunicación social propuestos por nuevas subjetividades y activismos generacionales.

Palabras clave: medios de información; medios sociales; movimiento social; percepción, opinión pública; cambio social; estudiante universitario; movimiento de liberación femenina

Abstract

The article discusses the results of an investigation around the new generational activisms, which can be observed in the various protest cycles associated with the Chilean student movement of the first part of the 21st century, specifically the Chilean Feminist Student Movement (FSM) of 2018. The general objective of the research is to know and describe the main perceptions and visions of the students of the University of Concepción about the FSM, in order to problematize the emergence of a political subjectivity with a strong generational imprint in a context of deep collective malaise of the Chilean society. Methodologically, it has a quantitative approach carried out through the application of online questionnaires and their subsequent analysis with bivariate descriptive statistics and Chi Square statistical tests. Among the findings, a general delegitimization of the media treatment of the traditional press on the political action of the MEF stands out, which is worse in the case of women, as well as a growing approval of the media treatment of alternative media regarding the same topics. The article concludes, by way of hypothesis, that we are in the presence of a crisis of hegemony in the construction of meaning by the dominant elites associated with an erosion of narratives based on the neoliberal ethos and politics understood as expert management, giving way to new mechanisms of social communication proposed by new subjectivities and generational activisms.

Keywords: information media; social media; social movements; perception; public opinion; social change; university students; women liberation movement

Resumo

O artigo discute os resultados de uma investigação em torno dos novos ativismos geracionais, que podem ser observados nos diversos ciclos de protesto associados ao movimento estudantil chileno da primeira metade do século XXI, especificamente o Movimento Estudantil Feminista (MEF) Chileno de 2018. O objetivo da pesquisa é conhecer e descrever as principais percepções e visões dos alunos da Universidade de Concepción sobre o MEF, a fim de problematizar a emergência de uma subjetividade política com forte cunho geracional em um contexto de profundo mal-estar coletivo da sociedade chilena. Metodologicamente, possui abordagem quantitativa realizada por meio da aplicação de questionários online e sua posterior análise com estatística descritiva bivariada e testes estatísticos Qui-Quadrado. Entre as constatações, destaca-se uma deslegitimação geral do tratamento mediático da imprensa tradicional sobre a ação política do MEF, que é pior no caso das mulheres; bem como uma crescente aprovação do tratamento que a mídia dá às mídias alternativas em relação aos mesmos tópicos. O artigo conclui, como hipótese, que estamos diante de uma crise de hegemonia na construção de sentido pelas elites dominantes associada a uma erosão das narrativas a partir do ethos neoliberal e da política entendida como expert management, dando lugar a novos mecanismos de comunicação social propostos por novas subjetividades e ativismos geracionais.

Palavras-chave: mídias de informação; mídias sociais; movimentos sociais; percepção; opinião pública; mudança social, estudantes universitários; movimento de libertação feminina

1. Introducción

En lo referente al espacio y los escenarios donde se inscriben las expresiones observadas, hay que señalar que la ciudad de Concepción se ubica a 500 km al sur de la ciudad de Santiago, y es la segunda ciudad más importante del país. Actualmente, Concepción se define como ciudad universitaria cuya población estudiantil es de 151.000 estudiantes, incluyendo educación universitaria y técnico-profesional a nivel regional (Comisión Nacional de Educación [CNED], s.f.). La Universidad de Concepción se encuentra dentro de las tres universidades más importante de Chile, en cien años de vida institucional, posee un campus central de 1.425.900 m2 y cuenta con un total de veinticinco mil estudiantes agrupados en tres campus: Concepción, Chillán y Los Ángeles. Asimismo, dicha universidad destaca por la heterogénea y diversa composición social de su estudiantado, marcando una diferencia importante con otras universidades tradicionales miembros del Consejo de Rectores de las universidades chilenas, donde se observa una menor diversidad social.

Distintos autores plantean que las masivas movilizaciones del año 2011, 2018 y 2019, que incluso han alcanzado en sus convocatorias cerca de un millón quinientas mil personas, particularmente las de octubre del año 2019, se explican a partir de una crisis de desconfianza profunda en las instituciones básicas de nuestra sociedad; las importantes brechas de desigualdad, como de la evidente relación incestuosa entre dinero y política; y un creciente malestar colectivo con el modelo económico y con el sistema político (Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo [PNUD], 2012; Ruiz, 2015; Mayol, 2012, 2019; Garcés, 2012; Ganter et al., 2017; Araujo, 2019). Asimismo, hemos sido testigos de que dicho malestar se ha venido expresando y organizando a partir del impacto y el protagonismo alcanzado, no solo por las versiones 2006 y 2011 del movimiento estudiantil, sino también por su enlace con lo ocurrido durante el año 2018 con colectivos universitarios de jóvenes feministas que han utilizado multitudinarias marchas, carnavales, performance, acciones de arte, tomas, ocupaciones "separatistas" de facultades, y a las propias redes sociales como oportunidad para construir circuitos alternativos de denuncia sobre situaciones de abuso y acoso sexual en diversos escenarios sociales, auto-organizándose de modo autónomo y más allá de cualquier partido político. Se trata de la denominada "Marea feminista" en las universidades chilenas, también reconocida por la prensa como el "Mayo feminista chileno", cuya agenda generacional se orientó a promover una cultura y una educación no sexista y anti patriarcal para Chile. Lo anterior incluye rechazar estereotipos corporales y de género hegemónicos que están operando de modo naturalizado en nuestra sociedad; desbaratar asimetrías y desigualdades en las formas de relacionarnos y participar en la vida social; regular situaciones de acoso y hostigamiento sexual en diversos escenarios sociales frente a la ausencia de una institucionalidad sobre la materia, entre otras situaciones.

Durante el año 2018, el movimiento feminista, a nivel global, marcó hitos de elevada importancia en su trayectoria como movimiento social. Campañas comunicacionales que buscaban erradicar la violencia de género en todas sus manifestaciones fueron impulsadas desde distintos sectores de la sociedad global (Larrondo y Ponce, 2019; Cano y Yacovino, 2018). A nivel nacional, las universidades fueron testigo de las primeras "tomas" separatistas de sus instalaciones universitarias, marcando un hito inédito en la historia de nuestro país. Estos espacios dieron paso a nuevas formas de manifestaciones como expresiones creativas colectivas, medios de información y formación feminista (Schuster et al., 2019).

En este caso, las redes sociales han sido un soporte para la expresión, la denuncia y la difusión de testimonios de mujeres; junto con la generación de vínculos socio-emocionales, la contención en círculos de mujeres, la reflexión colectiva y la autoafirmación; así como el reconocimiento social referido a la magnitud de las situaciones vejatorias y coercitivas contra mujeres (Bonavitta et al., 2020); y la visualización de alternativas políticas para influir en una agenda de cambio estructural en el Chile del neoliberalismo turbo.

En el año 2017, un tweet activó uno de los movimientos más significativos en la era del ciberactivismo: #MeToo (Yo también) fue el detonante que visibilizó el abuso sexual, exponiéndolo con nombres y apellidos. Si bien es una frase que surge en 2006 por una activista feminista, no se hizo masiva hasta ese año, en el contexto de las reiteradas denuncias a un poderoso productor hollywoodense. Donde por primera vez la rabia e impotencia por reiterados abusos y acosos sexuales de poderosos hombres era expuesto y denunciado masivamente a través de una frase. Con "#MeToo" se generaba una denuncia, se liberaba y a la vez se viralizaba el apoyo a la causa y/o el emergente movimiento. De igual forma, el movimiento "#Ni una menos" surge en Argentina el año 2015 debido al tweet de la periodista Marcela Ojeda en el contexto del femicidio de una chica de catorce años, e inmediatamente se vuelve tendencia mundial y los miles de retweet se convirtieron finalmente en uno de los movimientos políticos más influyentes del movimiento feminista.

"Mujeres autoconvocadas" (Quintana, 2018) fueron las gestoras de organizar la primera "toma" feminista de la Universidad de Concepción el 7 de mayo del 2018. Las "tomas", que siempre habían sido el bastión de lucha de hombres, esta vez eran feministas y separatistas. El movimiento se caracterizó por estructurarse de una forma distinta de otros movimientos sociales, desde la ausencia de una líder reconocible públicamente (pues la idea era que no se replicara las estructuras jerárquicas del patriarcado). En reemplazo a esto emplearon voceras, cuya función era vincularse comunicacional-mente con la ciudadanía y los medios, con la particularidad que cualquiera podía asumir el rol de vocera, generando una nueva forma de instalar temas en el debate público.

En la Universidad de Concepción adhirieron a esta movilización los departamentos de: Artes Plásticas, Administración Pública y Ciencia Política, Facultad de Ciencias Forestales, el edificio de Antropología y Periodismo, la Facultad de Arquitectura, de Medicina, de Humanidades y Arte, de Educación, y de Ciencias Sociales.

1.1 Sobre concentración mediática y medios alternativos en Chile

En el marco de la normalización democrática en Chile, la prensa escrita sufrió importantes transformaciones, entre las cuales destaca la concentración de los medios de comunicación (Gallego, 2021) tradicionales en dos grandes conglomerados: El Mercurio S.A.P., asociado a la familia Edwards, y el consorcio periodístico de Chile, Copesa S.A relacionado con la familia Saieh. El principal medio escrito de estos grupos económicos respectivamente corresponde a El Mercurio y La Tercera, siendo el diario El Sur el principal medio escrito del grupo Edwards en la región del Bíobío, localidad en la que se posiciona esta investigación.

Una de las características de la prensa chilena es la relación entre este excesivo monopolio mediático de mercado oligopólico y la existencia de un "monopolio ideológico". La prensa chilena exhibe un "monopolio ideológico" que promueve los valores y creencias de las élites y el empresariado chileno, por lo cual, referimos a grupos económicos caracterizados por su adhesión al neoliberalismo y a las posturas conservadoras desde un punto de vista valórico (Corrales y Sandoval, 2005; Mónckeberg, 2005, 2007; Gronemeyer y Porath, 2017; Sunkel y Geoffroy, 2001; Gerbert y Breull, 2021).

Esta idea es compartida por Couso (2012), quien afirma que los medios de comunicación chilenos, sobre todo la prensa escrita, poseen un marcado sesgo ideológico que invisibiliza otras perspectivas. Para Couso (2012), el duopolio Copesa y El Mercurio S.A.P. presenta prácticamente la misma línea editorial en todos los medios que controlan. Esto ha llevado a evitar el concepto de duopolio, privilegiando el de "monopolio ideológico", que operaría en dos sentidos: por un lado, posiciona un determinado punto de vista sobre el modelo económico y, por otro lado, presiona e influye, a través del financiamiento privado por concepto de la publicidad, sobre el contenido y las líneas editoriales de los medios (Corrales y Sandoval, 2005). A este respecto, González (2006) se interroga sobre el rol de la prensa en el contexto del conflicto estudiantil que generó crispaciones entre el Estado y los grupos privados que poseen intereses en el mundo educacional. En ese mismo plano, Mónckeberg (2009), sostiene que Chile es un caso paradigmático de concentración de los medios de comunicación, que si bien este fenómeno acontece en otros países, en ninguno se presentan niveles tan altos de concentración (Corrales y Sandoval, 2005; Mónckeberg, 2009; Gronemeyer y Porath, 2017; Sunkel y Geoffroy, 2001; Gallego, 2021). Esta situación traería, según el Colegio de Periodistas de Chile (2016), varias consecuencias, entre ellas: a) la consolidación del modelo neoliberal; b) la preponderancia del mercado de la publicidad que ejerce presión sobre los contenidos; y c) la subordinación de las relaciones sociales a las dinámicas de mercado.

Planteado esto, podemos afirmar que los grupos El Mercurio S.A.P. y Copesa controlan entre el 95 % y el 99 % del total del mercado de lectores. El Mercurio S.A.P. concentra un 53 %, mientras que Copesa un 46 %. Al mismo tiempo, la participación en el mercado de la publicidad arroja que El Mercurio concentra el 51,4 %, mientras que Copesa solo un 15,12 % (Asociación Nacional de Avisadores [ANDA], 2004). Como se puede evidenciar, El Mercurio posee un papel clave en la concentración del mercado de lectores y de la publicidad. Lo anterior viene acompañado de un sesgo ideológico, lo que pone en peligro el pluralismo y la libertad de prensa (Sunkel y Geoffroy, 2001). En este sentido, de acuerdo con el Informe Günther (Corrales y Sandoval, 2005), el pluralismo y la libertad de prensa peligran cuando un medio concentra más del 20 % del mercado, situación que en Chile se encuentra ampliamente sobrepasada. Asimismo, durante la última década se han incrementado los conflictos de intereses y los lazos entre los grupos económicos mediáticos, las élites y las corporaciones privadas en el ámbito de la educación, lo que queda en evidencia al momento de abordar el conflicto estudiantil en la prensa, entre otros rubros productivos con la intención de generar un fuerte lucro (Mónckeberg, 2001, 2005, 2007, 2009; Breull, 2015; Gerbert y Breull, 2021).

En términos de prensa alternativa, es decir, fuera del duopolio mediático, existen medios con motivaciones distintas que están tomando fuerza desde sus plataformas virtuales. Un caso de interés para nuestro estudio, particularmente en cuanto a la percepción que estudiantes universitarios construyen sobre estas plataformas, lo constituye El Desconcierto (2022a). Esta plataforma declara:

A poco más de 8 años de sus primeros pasos, El Desconcierto se ha consolidado como uno de los medios de comunicación digitales chilenos de mayor crecimiento [... ] con el compromiso de desarrollar un periodismo riguroso orientado a una audiencia que valora crecientemente contenidos que les permitan reflexionar y descubrir nuevos horizontes de pensamiento, vinculados al fortalecimiento de la democracia participativa, la sustentabilidad y el buen vivir en el planeta. [... ] Este compromiso se traduce en informar y potenciar editorial y periodísticamente los 6 focos centrales del diario digital -fiscalización del poder, derechos sociales, medioambiente, cultura, género y pueblos originarios-, junto a los principios y valores que los sustentan -derechos humanos, transparencia, diversidad, inclusión, dignidad-, de manera de ponerlos en línea con los temas y debates, las visiones y valores derivados del nuevo paradigma de sociedad que está emergiendo. [... ] destacamos la economía social, el desarrollo y la construcción de prácticas colaborativas locales, regionales y nacionales que fortalezcan el bien común. La sostenibilidad ambiental, la gobernanza local de los territorios, la descentralización y regionalismo, el consumo ético y responsable, el feminismo y el fortalecimiento de la democracia participativa. El emprendimiento social, la innovación científica y tecnológica relacionadas con el bienestar de la población; los debates y las políticas públicas sobre trabajo, educación, vivienda y cultura vinculadas al buen vivir de la sociedad en su conjunto (párr. 1-3).

En términos de su modelo de negocio y financiamiento, El Desconcierto (2022b) se declara como un medio que busca sostenibilidad con un sentido social y co-participativo. Asimismo, salvo la publicidad que le provee Google (cuya procedencia no es controlable por el medio), se reserva el derecho de publicitar empresas, marcas productos y/o servicios reñidas con el medioambiente, con prácticas laborales o comerciales que atenten contra la dignidad de las personas (trabajadores, clientes, consumidores, etc.) y/o que nuestro medio dude de su autenticidad o veracidad (El Desconcierto, 2022b).

Por su parte, otro medio alternativo que relevamos en este estudio, en cuanto a su percepción por parte de estudiantes universitarios, es el medio digital Resumen (2021), de fuerte vocación regionalista, que se plantea como una plataforma digital, constituyéndose como "un proyecto comunicacional popular" (párr. 1). Se puede apreciar una línea editorial pluralista y con narrativas que desafían la matriz neoliberal, planteándose más cercano a los temas ciudadanos, pueblos originarios, derechos humanos, Latinoamérica, entre otros.

1.2 Discusión teórica y perspectivas en juego

Castells (2012, 2019) plantea que la humillación causada por el cinismo y la arrogancia de los poderosos, tanto del ámbito financiero como político y cultural, han promovido una escalada de movimientos sociales en el mundo, destacando en el último tiempo el 15-M (Indignados) en España, Occupy Wall Street estadounidense, Islandia, Grecia, Portugal, Rusia, Italia, Turquía y Hong Kong. La primavera árabe: Egipto, Irán, Libia, Baréin, Túnez, Yemen, Marruecos y Siria. En América Latina: México, Chile, Brasil, Argentina, Venezuela, Ecuador, Bolivia, etc. La mayoría de estos movimientos se ha servido del ciberactivismo como una forma de expresión e interacción política que se articula con el activismo tradicional de las calles. Por lo tanto, las fronteras entre el mundo on-line y off-line se van haciendo imperceptibles en su complementariedad, generando realidades multidimensionales y dando paso a diversas formas de intervención y participación política.

Un rol fundamental que ejercen los movimientos sociales en la sociedad contemporánea es el de recibir y canalizar los impulsos de acción política de distintos actores sociales desencantados con las formas partidarias de organización (Subirats, 2015). Los partidos tradicionales alcanzaron su auge en el siglo XX operando en lógicas integrativas, donde se generaban símbolos identitarios y proyectos de vida compartidos. Sin embargo, con el paso del tiempo, los partidos se volcaron hacia una actividad cada vez más burocratizada y reglamentaria, en la medida en que se instalaron en el aparataje estatal, dejando de lado su lógica "integrativa" para adoptar lógicas institucionales (Subirats, 2015).

Hacia fines del siglo XX se vino la consolidación de la globalización y el dominio del neoliberalismo de la mano con una alta despolitización de la sociedad civil. Las aspiraciones e inquietudes que distintos sectores de la sociedad desarrollaron sobre estos nuevos procesos se encontraron con un obstáculo para ser incorporados en las dinámicas partidarias porque estas mismas dinámicas tuvieron un importante rol en la consolidación de este nuevo orden (Pleyers, 2015). Frente a esto, los actores y movimientos sociales reinventaron las vías para volverse actores de su vida y de su mundo en la adquisición de lógicas "movimentistas" en reemplazo de las "partidistas". Ellas se caracterizan por una acción política horizontal, no convencional, con escasos contactos institucionales, sin organización rígida y un discurso de fuerte contenido ético e identitario (Subirats, 2015). Uno de sus elementos clave es la creatividad, en el sentido de "generar formas de articulación y acción con las cuales comunicar y transmitir demandas, generar solidaridad e identidad" (Subirats, 2015, p. 4).

Según Subirats (2015), los movimientos sociales comprendieron rápidamente que para que su acción política fuera trascendente, debían generar una relación con los medios de comunicación, teniendo en cuenta sus ventajas y desventajas. En este sentido, las acciones de estos movimientos tienden a generar alto impacto mediático y están cargadas de contenido identitario, pues una de sus características es su capacidad de "generar discurso". Esta capacidad apunta a reintegrar en la actividad política la generación de "concepciones compartidas", donde se comparte un diagnóstico común y se toma conciencia de las mejoras que supone la acción política desde la perspectiva del movimiento (Subirats, 2015).

Los movimientos sociales se ven reflejados y expuestos hacia la audiencia a través de los medios de comunicación. Estos juegan un importante rol en la función de formar opiniones y percepciones en torno a un hecho y sus evaluaciones. Como señala Wodak (citado por Pérez, 2016), el rol de los medios comunicativos es decisivo en la legitimación de actores y eventos sociales, especialmente en relación a aquellos en posiciones de poder.

En el caso del Movimiento Estudiantil Feminista (MEF) del año 2018, los medios fueron informando del acontecer diario del proceso, sin embargo, el tratamiento de cada uno de ellos fue diferenciado. En este punto se abordará el tratamiento que tuvo la prensa tradicional o prensa establecida, los medios alternativos y las Redes Sociales en torno al MEF, y el rol que cumple el ciberactivismo ante estos medios tradicionales.

Las redes sociales en el contexto del ciberespacio se convierten en un nuevo territorio virtual de reivindicaciones de movimientos y luchas sociales. El internet permite una comunicación horizontal e interactiva, elementos clave que posibilitan la aparición de nuevos espacios de formación de opinión pública: el ciberactivismo y los nuevos "movimientos sociales en red", internet, surgen entonces como una herramienta de transformación de la hegemonía cultural (Alcazan et al., 2012; Vásquez-Rizo et al., 2021; Cano y Yacovino, 2018; Flores, 2019; Actis y Díaz, 2020). Los "movimientos sociales en red" surgen sin premeditación, generalmente en respuesta a algún episodio que genere molestia; se reproducen de forma rápida y en una lógica de red, pasan de la indignación a la esperanza a través de la resolución de estas molestias (Castells, 2012, 2019).

Paralelo a esto surge el concepto de tecnopolítica, cuya característica principal es la capacidad colectiva de apropiarse de herramientas digitales para generar acciones colectivas. De acuerdo con Alcazan et al. (2012), esta práctica se da cuando se altera el uso habitual de redes como Facebook o Twitter, para convertirlas en armas de difusión masiva de la información. Así, la tecnopolítica opera como una herramienta de transformación del marco cultural hegemónico donde se arman narrativas colaborativas propias que no coinciden con la narrativa institucional que se reproduce desde las esferas de poder a través de los medios tradicionales.

Así, la contra-información cobra sentido al "convertirse en la práctica comunicativa de los movimientos sociales" (López y Roig, 2004, p. 5), que no solo se opone a la información que publican los medios tradicionales, busca también construir espacios de trabajo cooperativos y gestiones compartidas: "suponen la apertura de la posibilidad de expresar perspectivas diferentes desde actores sin derecho de acceso a la comunicación convencional" (López y Roig, 2004:7). Sobre este último punto, la literatura plantea la contra-información como un modelo de comunicación activista (López y Roig, 2004; Sola-Morales y Rivera, 2015; Rivera, 2014; Vásquez-Rizo et al., 2021; Flores, 2019; Larrondo y Ponce, 2019), donde cobra sentido al "convertirse en la práctica comunicativa de los movimientos sociales" (López y Roig, 2004, p. 5). El ciber-activismo implicaría un compromiso militante y activo (Betancourt, 2011), se trata de nuevos repertorios de interacción comunicativa en redes sociales (Cárdenas, 2016). Los movimientos se apoyan de las redes sociales para modelar y difundir esquemas interpretativos con los cuales orientan su protesta, aprovechan sus oportunidades políticas y conforman sus estructuras de participación. Estos procesos son fundamentales para la coordinación subjetiva, dado que ensamblan un conjunto de intereses personales, imaginarios, metas, coordinaciones, tácticas, prácticas y actividades colectivas (Cárdenas, 2016; Cárdenas y Cárcamo, 2017).

La evidencia disponible asocia sus principales funciones al papel que juegan como difusores y catalizadores de las principales proclamas y petitorios de los movimientos, la generación de nuevos contenidos sociales y políticos, el análisis crítico hacia los medios de comunicación tradicionales, sus principales lemas, logros y denuncias en materia de abusos. Por último, destaca la función de difundir noticias de los propios medios de comunicación tradicionales, retro-alimentando el debate público, contra-argumentando y rectificando noticias aparecidas en los medios masivos (Sola-Morales y Rivera, 2015; Vásquez-Rizo et al., 2021; Flores, 2019; Larrondo y Ponce, 2019).

Desde la lógica de las diversas mareas del movimiento estudiantil y universitario chileno (2006, 2011, 2018) se ha visto un uso estratégico progresivo de las tecnologías de la comunicación con fines políticos. Estas operan como importantes canales para la difusión de discursos contra-hegemónicos, contra-informativos y de difusión y organización de actividades propias del movimiento tanto en el mundo físico como en el virtual

que resiste y modifica las formas unidireccionales de comunicación dominadas por las élites mediáticas. En este escenario, la actividad online de los/as estudiantes se concentra en usos contra-informativos asociados con: a) la reposición y discusión de noticias provenientes de la prensa tradicional, y; b) la creación y propagación de contenidos propios que cuestionan los mensajes periodísticos oficiales. (Cárdenas y Cárcamo, 2017, p. 43)

Dando paso a la combinación de la acción colectiva tradicional con la acción colectiva contemporánea (Reguillo, 2017).

De este modo, el uso que han hecho los estudiantes secundarios y universitarios de las redes sociales, principalmente Facebook y Twitter, constituyen espacios de resistencia que proliferan como lugares de tensión y negociación de significados políticos (Cárdenas y Cárcamo, 2017; Vásquez-Rizo et al., 2021). Dicho uso cumple con una función contra-informativa, con creación de nuevos medios y contenidos propios en contextos donde la criminalización de la protesta social es una práctica habitual de los medios de comunicación de las élites dominantes (Rovira, 2017, 2018; Cárdenas y Cárcamo, 2017; Cárdenas, 2016). Para Cárdenas y Cárcamo (2017), "[l]a conformación de comunidades virtuales colabora, entonces, en reforzar los núcleos organizativos y difundir información valiosa para el movimiento" (p. 45). Con ello han amplificado sus procesos de significación política, proveyendo marcos de interpretación comunes susceptibles de ser incorporados por otros grupos sociales (Cárdenas y Cárcamo, 2017; Elizalde y Álvarez, 2021).

Investigaciones recientes explicitan una relación positiva entre participación política juvenil y redes sociales en Chile (Valenzuela, Arriagada y Scherman, 2012; Valenzuela, citado en Cárdenas y Cárcamo, 2017; Cadem, 2020): los usuarios frecuentes parecen más propensos a protestar porque se dedican a actividades que son compatibles con la acción colectiva, como el aprendizaje, el intercambio y la formación de opiniones sobre cuestiones sociales, potenciando con ello la construcción de una identidad común.

Adhiriendo a una perspectiva feminista en torno a estas nuevas expresiones, podemos observar que en el umbral del siglo XXI se inició una potente ola de cuestionamientos a las formas de organización y representación autoritarias, abriéndose alternativas para pensar y practicar nuevas formas de activismo y política (Chávez, 2017; Cano y Yacovino, 2018; Larrondo y Ponce, 2019; Bonavitta et al., 2020; Ponce Lara, 2020; Actis y Díaz, 2020). La política sobre el cuerpo y la performatividad en ensamble con las tecnologías ha sido una preocupación constante desde Haraway (1991), hasta las reflexiones de Butler (2012) sobre el despliegue corporal y virtual durante las protestas del movimiento Occupy Wall Street del 2011 (Rovira, 2018), exigiendo el reconocimiento y la valoración de estos cuerpos mediante el derecho a su aparición y visibilización (Butler, 2017). Se trata de pensar y vivenciar al cuerpo en estos escenarios, como lugar de deseo y de vulnerabilidad física, el cuerpo como espacio público para la auto-afirmación y exposición (Butler, 2006; Cervio y Guzmán, 2017; Elizalde y Álvarez, 2021).

Silvia Gil (2011) subraya sobre todo la diversidad y la multidimensionalidad de los nuevos activismos y movimientos a partir del siglo XXI, conformando identidades abiertas y difusas, susceptibles de observar en cinco niveles: (a) sus agendas son más tácticas que estratégicas, dado que están menos programadas de antemano; (b) la estructura de los movimientos, sobre todo entre la gente joven, se muestra proclive a formas más flexibles, horizontales y porosas; (c) se inclinan por acciones creativas, concretas y directas; (d) operan en red, combinando distintos activismos: feminismo, cambio climático, diversidad sexual, entre otros; (e) uso generalizado de las redes sociales. Junto con ello se observa una paulatina feminización de las formas y las orgánicas de estos movimientos, lo que implica una creciente presencia de mujeres en la acción colectiva dejando atrás los liderazgos unipersonales y los modelos heroicos, centrados en la visión patriarcal de la tradición revolucionaria (Rovira, 2018). En cuanto a los marcos de significado de estos activismos, también se han ido feminizando, dado que ponen en el centro "lo común", el cuidado, el medio ambiente, la autonomía, entre otros (Rovira, 2018). Promoviéndose una "política de prefiguración", más experimental y lúdica, donde la ausencia de liderazgos o de organizaciones centrales ha sido un denominador común. Se trata de multitudes que adquieren la forma de constelaciones performativas (Rovira, 2017).

Para Guiomar Rovira (2017), el activismo tomó un cariz directamente comunicativo a partir de los movimientos altermundista, donde la acción colectiva se vuelve más prefigurativa que programática, lo que se conoce como "acción conectiva" (Bennett y Segerberg, 2012; Baer, 2016; Boix, 2015). La forma habitual de organización de las luchas sociales ha sido la estructura jerárquica o la red en estrella. En cambio, las formas organizativas más horizontales, como las asambleas, suelen formar una red como entramado, donde se tiende más al "encuentro e intercambio emocional" que al espacio racional deliberativo (Blanco, 2014). Proceso que ha implicado que la nueva generación de mujeres jóvenes, sin militancia en el feminismo, se haya sentido interpelada para opinar y actuar, a ser protagonistas de una nueva ola global de movilizaciones que adquieren la forma de constelaciones performativas (Rovira, 2017, 2018; Butler, 2012; Urzúa, 2019).

2. Metodología

El objeto de estudio de la investigación son las percepciones y visiones de los/as alumnos/as regulares al año 2018 de la Universidad de Concepción respecto al MEF. En específico respecto A: 1) al tratamiento que la prensa tradicional y alternativa le dio a la acción política del MEF, 2) los impactos generados por la difusión de demandas del MEF como también de sus principales campañas en Redes Sociales, y 3) el conocimiento sobre las principales demandas del MEF. Así, el objetivo de la investigación es conocer y describir las principales percepciones y visiones de los/as estudiantes de la Universidad de Concepción sobre el MEF.

La investigación se enmarca dentro del enfoque cuantitativo y es de tipo descriptiva. Al mismo tiempo trabaja con datos de fuentes primarias, ya que la información fue recolectada mediante técnica de encuestas con la aplicación de cuestionarios online como instrumento, cuyo enlace fue enviado vía correo electrónico a las direcciones institucionales de los/as estudiantes de la Universidad de Concepción. Concretamente, las respuestas fueron recibidas entre el 23 de septiembre y 18 de octubre del 2019. Cabe mencionar que el instrumento contempló un total de cuarenta y siete preguntas, y tuvo un tiempo promedio de respuesta de diez minutos. Sin embargo, para efectos de este escrito trabajamos con siete variables (detalladas en párrafos posteriores) para su análisis, mientras que empleamos otras seis variables para adecuar la representativi-dad de la muestra como para dar cuenta de su heterogeneidad.

En cuanto a las variables empleadas para el análisis, los reactivos son mayoritariamente de tipo Likert, dándole la posibilidad a los/as encuestados/as de que expresaran su grado de acuerdo o desacuerdo, otorgando un puntaje que va de uno (1 - Desacuerdo total) a cinco (5 - Acuerdo total) a cada reactivo, y también existe uno de carácter dicotómico. Es relevante también mencionar que el instrumento tuvo una etapa de formulación que contempló pilotaje (pre-test), validación por informantes clave y expertos/as en temas metodológicos y de género. Del mismo modo, se incluyeron protocolos éticos y de consentimiento informado que garantizan el acceso libre y voluntario a responder la encuesta, como la protección de la identidad y el anonimato de los y las participantes, entre otras regulaciones.

La muestra es de carácter no probabilística, por lo que no podemos generalizar nuestros hallazgos a la población (estudiantes de pregrado de la Universidad de Concepción). Sin embargo, como podemos apreciar en la figura 1, a modo de contar con una muestra representativa empleamos como parámetros para su composición cuatro variables contrastadas con sus respectivos símiles provenientes de datos institucionales de la universidad: sexo, grupo dependencia1 del establecimiento educacional de procedencia, campus2 y año de matrícula (entre 2011 y 2018). Por esta razón, de un total de novecientas cincuenta encuestas completadas, la muestra final con la que trabajamos está compuesta por setecientos veinte casos, que además cumplen con el criterio de ser "alumnos regulares" durante el año 2018.

Fuente: elaboración propia.

Figura 1 Datos institucionales oficiales Vs datos de la muestra en porcentajes  

Tal como indica la figura 2, de los veinticinco mil estudiantes que a 2018 componían la Universidad de Concepción, la muestra está compuesta por setecientos veinte estudiantes del pregrado que ingresaron a la dicha universidad entre 2011 y 2018 en cualquiera de sus tres campus. De ellos/as el 52,8 % es de sexo femenino, mientras que el 47,2 % restante, masculino; resultando así la muestra representativa de los datos institucionales para esta variable. El promedio de edad es de veintidós años. Respecto al campus tiene ligeras sub-representaciones para Chillán y Los Ángeles, y, por tanto, sobre-representa el campus Concepción. En cuanto al año de ingreso a la universidad (o matrícula) existen ligeras diferencias también entre la proporción de la muestra y los datos oficiales, resultando la más relevante la de aquellos/as que comenzaron sus estudios en el año 2011. Respecto a la variable más relacionada con aspectos socio-económicos: dependencia, el grupo mayoritario - particular subvencionado- es representativo, mientras que los otros están ligeramente (cercano al 3 %) desajustados respecto a los datos institucionales.

Fuente: elaboración propia.

Figura 2 Formas en que los/as estudiantes financian sus estudios  

A modo de graficar la heterogeneidad de estudiantes en el ámbito socio-económico inicialmente mencionada, empleamos dos variables desde las que podemos ver que tres cuartos de la muestra financian sus estudios con recursos estatales (gratuidad), becas o créditos. Mientras que el cuarto restante lo hace principalmente con recursos familiares, y un porcentaje muy minoritario con recursos propios. Lo que nos indica un perfil de estudiantes altamente heterogéneo, a diferencia de otras Universidades tradicionales miembros del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas, donde se observa una menor diversidad social. Asimismo, la gran mayoría (más de tres cuartos) de quienes respondieron la encuesta se encuentran solo estudiando, mientras que cerca de un quinto se encuentra estudiando y trabajando a la vez.

Así, dentro de las limitaciones del presente avance de resultados reconocemos que existen ligeros desajustes de representatividad de la muestra. Sin embargo, la única variable que empleamos para hacer cruces -sexo- posee la misma razón para sus categorías -masculino/femenino- que la existente en la población real. Esta decisión además está justificada por pruebas estadísticas de Chi Cuadrado que complementan el análisis descriptivo. Por consiguiente, las técnicas de análisis de la investigación son análisis descriptivo bivariado complementado con pruebas de Chi Cuadrado3.

3. Resultados

3.1 Pruebas estadísticas de Chi cuadrado

A continuación presentamos, en la tabla 1, un resumen de la aplicación de la prueba de Chi Cuadrado para evidenciar las posibles relaciones entre nuestras variables categóricas: Sexo, Dependencia, Año de ingreso y Campus.

Tabla 1 Resumen de significancia asintótica bilateral y porcentaje de casillas con frecuencia esperada menor a cinco arrojado por las pruebas de Chi Cuadrado tratando a las preguntas con cinco niveles de acuerdo 

(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
Sexo 0,000 0,0 % 0,000 0,0 % 0,054 0,0 % 0,106 0,0 % 0,000 0,0 % 0,000 0,0 % 0,000 0,0 %
Dependencia 0,196 25,0 % 0,383 25,0 % 0,334 25,0 % 0,223 25,0 % 0,456 25,0 % 0,331 25,0 % 0,414 12,5 %
Año de ingreso 0,417 25 % 0,638 17,5 % 0,088 25,0 % 0,641 25,0 % 0,710 27,5 % 0,519 27,5 % 0,526 18,8 %
Campus 0,377 26,7 % 0,064 0,0 % 0,125 13,3 % 0,743 26,7 % 0,529 26,7 % 0,890 33,3 % 0,005 0,0 %

Nota: (1) El tratamiento que la prensa tradicional (ej. El Mercurio, El Sur, La Tercera, etc.) le dio a las Marchas del MEF fue apropiado.

(2) El tratamiento de la pensa tradicional en relación a las tomas de espacios universitarios por parte de las movilizaciones estudiantiles feministas fue inapropiado.

(3) El tratamiento de los medios alternativos (ej. The Clinic, El Desconcierto, El Mostrador, El Resumen) en relación a las marchas del MEF fue inapropiado.

(4) El tratamiento de los medios alternativos en relación a las tomas de espacio universitarios del MEF fue apropiado.

(5) El uso de Redes Sociales y plataformas de internet (ej. Facebook, Twitter, Instagram, etc.) por parte del movimiento estudiantil feminista generó un impacto relevante en la difusión de sus demandas durante el año 2018.

(6) Las campañas en redes sociales generadas por las movilizaciones estudiantiles feministas del 2018, como "#CompañeraYoTeCreo"; "#NiUnaMenos"; etc. tuvieron impacto en la sensibilización de la violencia de género en nuestra sociedad.

(7) ¿Conoces las principales demandas que exigían las movilizaciones estudiantiles feministas del año 2018?

Fuente: elaboración propia.

Al tratar nuestras preguntas con sus niveles de acuerdo originales (cinco) las pruebas indican que generalmente solo existe relación con la variable sexo. Sin embargo, para el resto de las variables las pruebas resultaron en su mayoría inválidas dada la alta cantidad de casillas con frecuencia esperada menor a cinco, por lo que tampoco podemos sostener que no existe relación. Para sortear este problema realizamos una reducción del espacio de propiedades (Barton, 1974), que concretamente consistió en reducir las categorías de respuesta de nivel de acuerdo para cada pregunta de cinco a tres, agrupándolas con sus más cercanas (1 y 2; 3; 4 y 5) expresando los niveles de acuerdo de la siguiente manera: "desacuerdo total o parcial", "ni de acuerdo ni en desacuerdo" y "acuerdo total o parcial".

Seguidamente, en la tabla 2, presentamos sus respectivos valores de significancia asintótica bilateral junto a sus porcentajes de casillas con frecuencia esperada menor a cinco, a modo de determinar la pertinencia y resultado de las pruebas estadísticas.

Tabla 2 Resumen de significancia asintótica bilateral y porcentaje de casillas con frecuencia esperada menor a cinco arrojado por las pruebas de Chi Cuadrado tratando a las preguntas con tres niveles de acuerdo 

(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)*
Sexo 0,000 0,0 % 0,000 0,0 % 0,033 0,0 % 0,146 0,0 % 0,000 0,0 % 0,000 0,0 % 0,000 0,0 %
Dependencia 0,905 25,0 % 0,613 25,0 % 0,396 25,0 % 0,067 25,0 % 0,853 25,0 % 0,738 25,0 % 0,414 12,5 %
Año de ingreso 0,302 16,7 % 0,511 12,5 % 0,036 16,7 % 0,189 12,5 % 0,553 20,8 % 0,847 20,8 % 0,526 18,8 %
Campus 0,092 0,0 % 0,038 0,0 % 0,016 0,0 % 0,562 0,0 % 0,700 0,0 % 0,552 11,1 % ,005 0,0 %

*La pregunta siete es dicotòmica por lo que no fue necesario recodificarla.

Fuente: elaboración propia.

Así, nos permitió poder conocer si existe relación o no entre nuestras preguntas y las variables año de ingreso y campus, ya que disminuyeron su cantidad de casillas con frecuencia esperada menor a cinco, entrando a márgenes válidos para la interpretación de la prueba. Sin embargo, no fue así para la variable dependencia, lo que nos indica que debemos ampliar nuestra muestra si deseamos conocer si existe esta relación.

Lo que las nuevas pruebas arrojaron es que a nivel general existe relación con la variable sexo (salvo en la cuarta pregunta); que aún no podemos conocer si existe relación con la variable dependencia; que no existe relación con la variable año de ingreso (salvo en la tercera); y que no existe una tendencia tan categórica en la relación con la variable campus.

Por lo tanto, consideramos que es pertinente centrar el análisis descriptivo en la comparación por sexo entendiéndola como aquella que evidencia estadísticamente tener relación con la mayoría de las preguntas que trataremos.

3.2 Análisis de resultados

A continuación presentamos, en la figura 3, las plataformas de información más frecuentes tanto para hombres como para mujeres a modo de graficar su diferencia por sexo.

Fuente: elaboración propia.

Figura 3 Plataformas de información utilizadas por los y las estudiantes con mayor frecuencia para informarse sobre la actualidad nacional 

Desde la teoría y la investigación empírica se ha podido constatar en las últimas décadas la preferencia de los/as jóvenes por buscar y generar contenido en plataformas virtuales y redes sociales. Por lo tanto, es coherente que los/as estudiantes declaren por una amplia mayoría informarse sobre la actualidad nacional por este tipo de medios, distanciándose de las dos opciones que le siguen por alrededor de treinta y dos puntos de diferencia. Le siguen con mucha distancia como opción informativa la televisión y los medios alternativos casi a la par, aunque con este último tipo de soportes se puede generar alguna confusión, ya que existen importantes medios alternativos en Chile con soporte digital (Resumen, El Desconcierto, etc.) que responden a una lógica virtual al igual que las redes sociales, pero con distintas características, siendo la interacción en tiempo real una distinción contundente. Posteriormente, con alrededor de doce puntos menos que las opciones anteriores figura la prensa tradicional, muy deslegitimada entre los/as jóvenes; por lo que no resulta extraño que su consumo sea muy bajo en este segmento, llamando la atención la diferencia por sexo, en donde para el caso de las mujeres está mucho más deslegitimado que para hombres. En penúltimo lugar, nos encontramos con la radio con alrededor de tres puntos menos, que históricamente ha gozado de buena reputación en la sociedad chilena en general, pero entre la juventud actual parece no tener mucha relevancia. Finalmente, con alrededor de seis puntos menos que la opción anterior, los medios de contrainformación quedan en el último lugar. Esto se puede entender en la lógica de que la contrainformación responde más bien a una dinámica ciberactivista en el caso del mundo virtual y vinculados a este ámbito, por cierto, que el número de jóvenes entrevistados disminuye mucho.

En la figura 4 podemos apreciar la percepción de los y las estudiantes en torno al tratamiento mediático que recibieron las marchas y tomas del MEF, en medios tradicionales y alternativos.

Fuente: elaboración propia.

Figura 4 Percepciones del tratamiento mediático hacia marchas y tomas del MEF desde medios tradicionales y alternativos 

En relación con el tratamiento que la prensa tradicional dio a las marchas del movimiento estudiantil feminista, si bien hay una tendencia general a estar en desacuerdo total o parcial respecto a que fue apropiado, esta es más marcada en mujeres que en hombres (58 % contra 40 %), mientras que el acuerdo neutro (41 % y 31 %) y total o parcial (19 % contra 11 %) resulta mayor en los hombres que en mujeres.

Entonces hay una clara tendencia en las mujeres a deslegitimar más que los hombres a la prensa tradicional.

Ahora bien, en relación con el tratamiento informativo de las tomas de espacios universitarios por parte de las manifestantes autoconvocadas, dicha tendencia se mantiene similar en el caso de las mujeres, salvando que hay una disminución en el porcentaje de acuerdos neutros y un aumento de los parciales o totales, sugiriendo que hay un sector más grande de la muestra que reconoce un tratamiento apropiado por la prensa tradicional respecto a las tomas que en las marchas. Mientras que en el caso de los hombres la tendencia cambia, mostrándose los niveles de acuerdo más similares entre ellos (39 %, 30 % y 31 % respectivamente), aumentando también el acuerdo parcial o total con el tratamiento que le dieron a las tomas realizadas por el MEF.

En general, los porcentajes son coherentes al revisar las publicaciones de los medios tradicionales en relación con el movimiento. Sin lugar a dudas, el tono criminalizador evidenciado en movimientos anteriores (año 2006 y 2011) cambia fuertemente en el tratamiento noticioso del año 2018, prácticamente la criminalización del movimiento feminista en las páginas de medios tradicionales queda relegada a columnas de opinión y cartas al director, donde quien firma se hace responsable de sus dichos y queda fuera la visión del medio en un tema tan sensible como las demandas de justicia e igualdad social de las mujeres en nuestro país. Más aún en esta lógica, más que criminalizar, lo que llega a efectuarse en forma minoritaria es una deslegitimación del movimiento.

Por su parte, en relación al tratamiento informativo que los medios alternativos dieron a las marchas del movimiento, hay tendencias generales similares teniendo nuevamente las mujeres una postura más marcada, esta vez, en torno a la legitimación de estos medios. Las estudiantes señalan en un 15 % su desacuerdo contra un 19 % de hombres; mientras un 43 % se mantienen neutras contra un 49 % de hombres; y un 42 % a favor del tratamiento informativo contra un 32 % de hombres.

Respecto al tratamiento que medios alternativos dieron a tomas de espacios universitarios, prácticamente no hay diferencias en las tendencias por sexo: 19 % de mujeres y 22 % de hombres en desacuerdo, 44 % y 47 % respectivamente se muestran neutras/os, y el 30 % de mujeres y hombres están de acuerdo. Así, podemos evidenciar que para el caso de los medios alternativos se manifiesta un aumento sostenible en la aprobación del tratamiento informativo frente al movimiento estudiantil feminista respecto al de la prensa tradicional. Esto resulta coherente al revisar las publicaciones del año 2018, ya que su tratamiento es bastante pluralista y diverso, desmarcando su discurso de las visiones hegemónicas ligadas al patriarcado neoliberal.

A su vez, en la figura 5, podemos apreciar la percepción de los y las estudiantes en torno al impacto del uso de redes sociales por parte del MEF, específicamente

Fuente: elaboración propia.

Figura 5 Percepción sobre impactos del uso de RRSS por parte del MEF  

En relación con el uso de redes sociales y plataformas de internet para difundir las demandas del movimiento durante el año 2018, en general hay consenso respecto que sí aportaron. Existiendo mayores niveles de acuerdo que indiferentes o desacuerdos, sin embargo, cabe mencionar la diferencia de 11 % entre acuerdo (80 % contra 69 %) y desacuerdo (7 % contra 18 %) por sexo, en donde las mujeres avalan más que los hombres estos medios.

Respecto al impacto que las campañas en redes sociales generadas por el MEF tuvieron en función de sensibilizar frente a la violencia de género en nuestra sociedad, el acuerdo sigue siendo mayoritario, manteniéndose la tendencia: las mujeres presentan más acuerdo (85 % contra 67 %) y menos desacuerdo (6 % contra 19 %) que los hombres.

Por lo tanto, se puede apreciar a nivel generalizado el uso y relevancia preponderante que otorgan los/as jóvenes a las redes sociales en la actualidad, según ya hemos constatado, por sobre cualquier otro medio de comunicación. Relevando también que las mujeres les dan más centralidad a estos medios como un canal de difusión sobre las demandas del MEF y sensibilización sobre violencia de género.

A continuación presentamos, en la figura 6, el porcentaje de estudiantes que afirman conocer y no conocer las demandas del MEF, comparando por sexo.

Fuente: elaboración propia.

Figura 6 ¿Conoces las principales demandas que exigían las movilizaciones estudiantiles feministas del año 2018? 

En cuanto a conocer las demandas del MEF, en general un 84 % señala conocerlas, correspondiendo un 47 % a mujeres y un 37 % a hombres. Mientras que el 16 % restante no, correspondiendo un 6 % a mujeres y un 10 % a hombres. Estos datos nos muestran que en general las mujeres encuestadas dicen estar más informadas sobre el movimiento que los hombres, aunque la diferencia no sea en ningún caso sustantiva.

En la figura 7 presentamos las principales demandas del MEF identificadas por los y las estudiantes, comparadas por sexo.

Fuente: elaboración propia.

Figura 7 Identificación de las principales demandas del movimiento estudiantil feminista del 2018 a nivel nacional 

De las personas que afirmaron conocer las demandas del MEF, podemos sostener que en gran medida sí lo hacen, debido a que las tres principales demandas que asociaron al movimiento corresponden a sus demandas reales (primeras tres). Sin embargo, también existe un alto porcentaje importante de respuestas que se inclinaron por aquellas respuestas que no lo son (desde la cuarta a la penúltima). Por otra parte, podemos evidenciar que hay una tendencia a que las mujeres reconozcan con mayor certeza las demandas del movimiento, debido a que componen la mayoría de las demandas reales. Esto se aprecia principalmente en quienes sostienen que Educación no sexista (52 % contra 38 %) y protocolo contra acoso y la violencia de género (47 % contra 34 %) forman parte de las principales demandas del movimiento.

A continuación, en la figura 8, presentamos las principales causas del MEF en Chile durante el año 2018 identificadas por los y las estudiantes, comparadas por sexo.

Fuente: elaboración propia.

Figura 8 Identificación de las principales causas del movimiento estudiantil feminista en Chile durante el año 2018 

Aquí se aprecian las causas del movimiento estudiantil. Como bien sabemos, el movimiento partió con denuncias de acoso sexual en la Universidad Austral de Chile. En este sentido, la muestra en general (76 %) la identificó como la principal, seguida de la necesidad de terminar con una educación sexista y machista (62 %), destacando que en estas dos existe una tendencia de las mujeres a reconocerlas más que los hombres, mientras que de la tercera en adelante las diferencias por sexo tienden a disminuirse. La tercera es el incremento de femicidios a nivel nacional, apoyada en un 19 % por hombres y un 23 % por mujeres. Esto nos indica que gran parte de la muestra reconoce las causas reales por las que el MEF detonó, existiendo también un mayor reconocimiento por parte de mujeres que de hombres.

4. Discusión y conclusiones

Un reciente estudio de opinión sobre participación, juventud y medios de comunicación, implementado en las ciudades de Santiago, Valparaíso y Concepción (Udp Escuela de Periodismo, 2018), concluye que durante el año 2018 solo un 20 % de los jóvenes entre dieciocho y veintinueve años manifestó tener confianza en los medios de comunicación. El mismo estudio señala que el año 2009 la confianza de los jóvenes en los medios de comunicación era de un 60 %. En cuanto a los diarios impresos, los jóvenes manifiestan tener un 28 % de confianza, mientras que la radio alcanza un 56 %, y las redes sociales como Twitter y Facebook, alcanzan un 49 %, descolgándose significativamente respecto de otros medios de comunicación. Respecto de las redes sociales que mayormente son visitadas/utilizadas por los y las jóvenes: Whatsapp (98 %), Instagram (82 %), Facebook (79 %) y Youtube (67 %). Este uso de redes sociales se expresa y jerarquiza del siguiente modo en los jóvenes: conectarse con su grupo de pares o familiares; informarse sobre la actualidad; compartir noticias; encontrar gente nueva; opinar sobre temas ciudadanos, entre otros aspectos.

Estos resultados son altamente consistentes con el estudio que aquí hemos presentado, particularmente con el descentramiento de los medios tradicionales de información en el segmento juvenil (Valenzuela, Arriagada y Scherman, 2012; Valenzuela, citado en Cárdenas y Cárcamo, 2017; Cadem, 2020), verificándose una baja influencia y una impugnación de la prensa escrita de corte tradicional o asociada fuertemente con la élite económica, ya sea por su trayectoria, modelo de negocio o línea editorial (Cárdenas y Cárcamo, 2017; Gerbert y Breull, 2021). Como hipótesis de trabajo, nos da pie para plantear una crisis de hegemonía en la construcción de sentidos por parte de las élites dominantes, y una suerte de erosión de las narrativas sustentadas en el ethos neoliberal y de política entendida como gestión de expertos o entre cuatro paredes, por tanto, hablamos de una crisis de autoridad, acelerada por nuevas subjetividades y activismos generacionales, y que tendría su correlato en los medios de comunicación social, en tanto campo de disputa por la definición de una nueva agenda social y política.

Asimismo, se observa una importante irrupción de consumo de medios alternativos a lo que se conoce como duopolio, preferentemente de plataformas online como El Mostrador, El Desconcierto o Resumen. Aunque destacan las redes sociales como lo más utilizado para informarse en el segmento juvenil, relevándose levemente el liderazgo de mujeres por sobre el de los varones en cuanto a su utilización y consumo. En los resultados pudimos evidenciar que para el caso de las mujeres existe una mayor deslegitimación de la prensa tradicional junto a una mayor legitimación del uso de redes sociales y plataformas de internet como medios de información y canales válidos para la difusión, denuncia y sensibilización acerca de las demandas del movimiento (López y Roig, 2004; Sola-Morales y Rivera, 2015; Schuster et al., 2019; Actis y Díaz, 2020).

En ese sentido, se rompe de algún modo el mito de que los jóvenes no se informan o no se interesan por los temas de actualidad nacional, dado que los hallazgos señalan que efectivamente se informan, opinan e interactúan mediáticamente, y en una proporción significativa, el punto es que lo hacen por otras vías y plataformas, más acorde con su mundo simbólico (Cárdenas y Cárcamo, 2017; Reguillo, 2017; Cano y Yacovino, 2018; Bonavitta et al., 2020; Elizalde y Álvarez, 2021). Más aún, los hallazgos para el caso de estudio, señalan que cuando los jóvenes se informan lo hacen de modo correcto (Valenzuela, Arriagada y Scherman, 2012), teniendo claridad de los petitorios y demandas del movimiento, como de sus principales causas y detonantes, en este caso asociadas con una educación sexista, el aumento de femicidios o la ausencia de protocolos institucionales que regulen las situaciones de abuso y acoso sexual en los espacios educativos (Rovira, 2017; Schuster et al., 2019). Dato que se comparte tanto para el caso de las estudiantes mujeres como de los estudiantes varones.

Finalmente, es interesante constatar tanto a nivel teórico como empírico el avance que han tenido los medios de comunicación digitales alternativos en los/as jóvenes de la generación del movimiento estudiantil feminista 2018. Estos medios representan en parte a las juventudes encuestadas, por lo que sus contenidos adquieren mayor legitimidad en dicho público, a diferencia del casi total descrédito que actualmente posee la prensa tradicional en este segmento, debido a que representa un pensamiento vinculado a las viejas prácticas de la política y a la élite social chilena que tan desprestigiada se encuentra en la actualidad. Por otra parte, volver sobre la relevancia que posee la comunicación virtual en la juventud, y no solo a nivel informativo, sino que como forma de articulación de la participación política juvenil. Por lo tanto, las redes sociales no solo han permitido generar contenido a nivel de movimiento social e intercambiar información, sino que también a través de ellas se han gestionado los lineamientos del movimiento feminista y se han organizado actividades y repertorios de acción colectiva en las calles (Bonavitta et al., 2020).

Así, identificamos como desafío para las futuras investigaciones en esta línea, la idea de que la comunicación y la organización se ensamblan y coordinan en la misma dinámica social, en la propia acción colectiva y conectiva, perdiendo relevancia -sobre todo para las actuales generaciones- su delimitación y fronteras, como si se tratara de un enjambre de prácticas comunicativas, mediante las cuales las redes van generando coordinación en la dispersión (Subirats, 2015).

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*Los resultados aquí presentados forman parte del proyecto de investigación "Subjetividad Política Generacional y Repertorios de Acción Colectiva Estudiantil: ciclos de protesta 2018 y 2019 en las ciudades de Concepción, Chillán y Los Ángeles financiado por la Vicerrectoría de Investigación y Desarrollo de la Universidad de Concepción, Chile.

1En Chile los establecimientos educacionales pueden depender de diferentes formas de financiamiento: completamente estatal (municipalizados), completamente privado (particulares pagados), mixtos (particulares subvencionados) u otros (principalmente dependientes de corporaciones financieras).

2La universidad posee tres campus: Concepción, Chillán y Los Ángeles.

3 Las variables empleadas en los análisis están detalladas a continuación. Decidimos no explicitarlas en este apartado para no ser redundantes, ya que es necesario presentarlas para comenzar los análisis.

Recibido: 12 de Agosto de 2021; Aprobado: 28 de Noviembre de 2021

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