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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.2 no.3 Medellín Jan./June 2010

 

ENSAYOS

 

Historia local y hermenéutica

 

 

Francisco Uriel Zuluaga Ramírez.*

* Historiador, Profesor Titular y Profesor Honoris Causa del Departamento de Historia de la Universidad del Valle. E-mail. fzuluaga@latinmail.com

 

Articulo recibido 25 de enero de 2010, aceptado el 05 de abril de 2010 y publicado electrónicamente el 1 de junio de 2010.

 


Resumen

El autor ofrece su reflexión sobre la relación: historia local y hermenéutica a partir de las siguientes preguntas: ¿Tiene la hermenéutica algún papel en la búsqueda de fuentes e información acerca del tema u objeto de investigación?, ¿Que función puede tener la hermenéutica en la critica interna o externa, de los documentos y de los hechos?, ¿En cualquiera de los momentos, qué debe ser interpretado? y ¿El ejercicio hermenéutico es privativo de la producción del Texto? En tal sentido considera la importancia de la hermenéutica en el trabajo del historiador y como parte todo el proceso historiográfico, al igual que la heurística y la crítica.

Palabras clave: hermenéutica, historia local, interpretación, heurística


 

 

En este ensayo, deseo presentar algunas reflexiones acerca de la relación entre la Historia local y la Hermenéutica. Se parte de la consideración de que la metodología de la Historia comprende al menos tres o cuatro momentos: la Heurística, la Crítica, la Hermenéutica y, para algunos también, el Texto. Si estos momentos o etapas, en la práctica del oficio del historiador, se conciben, más que como etapas, como acciones a realizar durante de la investigación; cada una de ellas tendrá un momento y también una función dentro del proceso. Me parece que, aceptando la Hermenéutica como el arte de la interpretación, es valedero plantearse interrogantes como: ¿Tiene la hermenéutica algún papel en la búsqueda de fuentes e información acerca del tema u objeto de investigación?, ¿Que función puede tener la hermenéutica en la critica interna o externa, de los documentos y de los hechos?, ¿En cualquiera de los momentos, qué debe ser interpretado?, El ejercicio hermenéutico es privativo de la producción del Texto?

No tengo respuestas taxativas, pero si el deseo de reflexionar en voz alta sobre estas inquietudes. Aceptando la distinción, de Koselleck (2004, 27), entre Historia (con mayúscula) y historia (con minúscula), donde la primera se refiere a el producto historiográfico y la segunda al acontecer de los hechos de los hombres en el tiempo; considerando que en el proceso metodológico de la historia se reconocen tres fases: heurística, crítica y hermenéutica; se diseña el escenario en el que, el historiador desempeña su oficio poniendo en acción y relación las disciplinas correspondientes a cada fase. Cabe, entonces, la posibilidad de preguntarse, en el caso de la Historia Local, ¿como la hermenéutica cumple su papel de disciplina interpretadora?

La hermenéutica, entendida –en general– como interpretación de los textos y los documentos, siempre ha estado presente en el oficio del historiador. Ella ha tenido desarrollos que van desde la interpretación como determinación del sentido literal de las fuentes, pasando por la interpretación de los textos bíblicos, hasta la interpretación de las relaciones que se dan en la transmisión de la tradición.

En nuestro caso, en historia local se ha aplicado de diferentes maneras. Koselleck (2004, 7) la entiende como: ''...la determinación del sentido literal e ideal de las fuentes, la comprensión de ideas y conductas debe hacerse con muchas vivencias, larga reflexión, cultura variada y con el máximo de simpatía''. En otros casos, como la microhistoria italiana, se la utiliza como instrumento para comprender las mentalidades. De todas maneras, esta interpretación se fundamenta en el reconocimiento del otro y la capacidad para sentir y pensar como el otro.

Finalizada la etapa hermenéutica, se debe alcanzar la ''verdad'', culminación de todo el proceso analítico, científico, para dar paso a la síntesis y al texto. Esta afirmación puede entenderse como si existiera, dentro del proceso investigativo, una etapa exclusivamente hermenéutica, que abra paso al texto escrito. Es cierto que después de la crítica se adelanta una tarea dominantemente interpretativa; pero también es cierto que, en etapas anteriores, sin que se acostumbre mencionar la acción como hermenéutica, ella está presente. El resultado de la crítica, el establecimiento del(los) hecho(s), y un texto descriptivo, requieren de un relacionamiento e interpretación de esos hechos recién establecidos, realizando una primera acción hermenéutica. Como bien señala Paul Ricoeur (1999, 138-139):

Dicho de otro modo, la historia es un artefacto literario, y al mismo tiempo, una representación de la realidad. Consiste en un artefacto literario en la medida que, al igual que los textos de la literatura, tiende a asumir el estatuto de un sistema autosuficiente de símbolos. Pero consiste también en una representación de la realidad, en la medida que pretende que el mundo que describe –que es, desde el punto de vista de la realidad el ''mundo de la obra'' – equivalga a los acontecimientos efectivos del mundo ''real''.

Una de las observaciones que se ha hecho a la historia local, más exactamente a la microhistoria, es la pretensión de construir universos a partir de fragmentos de realidad, de individuos o de unidades procesales únicas. A esta observación se puede responder señalando que la unidad procesal que aparenta ser la única fuente es realmente sólo la fuente principal, que hace de núcleo referente para el acopio de una amplia información proveniente de otras múltiples fuentes. Es en el análisis, microanálisis, del documento y el caso singular, donde lo singular exige, para su comprensión, la interpretación del testimonio en búsqueda del contexto en el que se producen los hechos y se explican. Le Roy Ladurie (1988, 399) lo expresa de la siguiente manera:

Los análisis monográficos llegan a discernir ese fenómeno [el conflicto entre clanes locales], ínfimo en la escala, pero capital en cuanto a las estructuras finas de la sociedad. Montaillou no es más que una gota de agua en un charco mas bien nauseabundo, Gracias a una documentación que crece cada vez más, esa gota de agua se convierte para la historia en un pequeño universo: al microscopio, se ven nadar los infusorios.

Es quizás por esta razón que la historia local ha tenido especial éxito en el estudio de la vida cotidiana; ha conseguido superar las historias tradicionales de la vida cotidiana que no pasaban de ser cuadros sincrónicos de costumbres o descripciones de salas de museo. La historia local recupera la vida cotidiana como vida y, poniendo a los individuos en su realidad diacrónica activa, los presenta estableciendo relaciones con los otros individuos y va descubriendo acciones, actividades y conductas propias de las comunidades estudiadas, en ejercicio de una cotidianidad activa.

No podemos negar que la amplitud y variedad de las formas de hacer historia local dificultan hablar de una escuela, pero si se debe reconocer que ella abre nuevos horizontes, tanto en la ampliación de escala, como en ''ampliar hacia abajo la noción histórica de individuo'' en una preocupación permanente por los marginados y excluidos, por los colectivos singulares rechazados o invisibilizados por los sectores sociales dominantes.

Es notorio que este nuevo camino va más allá del establecimiento del hecho y se dirige a estudiar las potencialidades de interpretación de las fuentes. Realizado el trabajo crítico, queda entonces una de las tareas más importantes para la historia local, la hermenéutica.

Todos aquellos que se refieren al concepto Hermenéutica han aceptado que él está vinculado, desde la más remota antigüedad, a Hermes1 el mensajero de los dioses. También ha sido de aceptación general su equivalencia a interpretación.

Pero en todos los momentos de su historia su significado se ha ido fortaleciendo, de tal manera que de considerársele un arte o técnica –en los tiempos griegos–, hoy es el objeto central de una corriente filosófica.2 Numerosos y brillantes pensadores aparecen en esta ruta: Platón, Aristóteles, San Agustín de Hipona, Santo Tomás de Aquino, Friedrich D.E. Schleiermacher, Johann Gustav Droysen, Wilhelm Dilthey, Martín Heidegger, H.G. Gadamer, G. Vattimo, Ricoeur, entre los más notables. Cada uno de estos autores ha aportado alguna reflexión importante, ya sea en torno a la etimología de la palabra o en relación con su significado, todos han procurado hacer de la hermenéutica una herramienta que nos permita interpretar los textos orales, escritos o monumentales, en fin simbólicos, para comprender e interpretar nuestro(s) mundo(s) y su sentido.

La presentación que hace Homero de Hermes como dios mediador, mensajero de los dioses, da pié para vincularlo a...

... hermeneuein como arte o técnica del hermeneuta o interprete que se encarga de traducir a un lenguaje inteligible, al propio griego, lo dicho de un modo extraño, incomprensible, ''bárbaro'', y cuando se entiende, de un modo más general, como la acción de explicar o de ''significar hablando''.3

Lo cual ayudó a delimitar el significado original de la palabra, en textos de Patón y Aristóteles, como lo señala Heidegger (2009, 39) en Hermenéutica de la facticidad. En su reflexión sobre el ''Teeteto'', el significado de la palabra sería:

Lo que se ve en las palabras y lo que comunican quienes las explican; lo que nosotros mismos vemos y oímos en lo que leemos y escuchamos, y lo que nos enseñan los gramáticos e interpretes.4

De igual manera se nos informa que los Bizantinos concluyeron que hermeneuin significa: significar, comentar, interpretar, ''buscar aquello que en un escrito propiamente se ha querido decir, y así hacer accesible lo dicho. Hermeneia = ''exégesis''.

Entendiendo, por entonces, que las Sagradas Escrituras contenían la verdad y que para entender sus significados se requería una traducción de los pasajes oscuros de la Biblia, San Agustín suministra la primera ''hermenéutica'' de alto estilo, para lo cual...

El hombre que teme a Dios, busca diligentemente averiguar en las Sagradas Escrituras la voluntad de Dios. Y lo hace transido y amansado por la piedad, a fin de no verse atraído por vanas disputas; y provisto del saber de lenguas a fin de no quedar atrapado en palabras y locuciones que desconoce; defendido también por el conocimiento de algunas cosas necesarias, a fin de no ignorar la fuerza o la naturaleza de las cosas que se aducen a título de semejanza, ayudando también para ello la verdad de los códigos, que él ha de procurarse con ingenio y enmendando y corrigiendo con diligencia y pulcritud, y, así instruido, venga a discutir y resolver los pasajes ambiguos de las Sagradas Escrituras.5

En el siglo XVII aparece la Hermenéutica Sacra dirigida, no tanto a la misma interpretación sino, a la aplicación práctica de la interpretación de los textos y el sentido de los mismos. Esta amplitud se vio restringida por Schleiermacher al tratarla como el arte de entender el habla de otros, dando lugar a las especialidades de hermenéutica teológica y la hermenéutica filológica, al tiempo que tendía a dotar a la hermenéutica de una ''reglamentación del entender''.6 Esta especialización tendió a reducir, el arte de interpretación teológica a una técnica para la interpretación de la Biblia, y, la hermenéutica filológica a una técnica auxiliar de la historia de la literatura.

Sería Dilthey quien, siguiendo la tendencia de Schleiermacher, afirmara que...

...la hermenéutica no es sólo una mera técnica auxiliar para el estudio de la historia de la literatura y, en general, de las ciencias del espíritu: sino un método igualmente alejado de la arbitrariedad interpretativa romántica y de la reducción naturalista que permite fundamentar la validez universal de la interpretación histórica.7

Vista ahora la hermenéutica como un método, abre un horizonte de reflexión que averigua simultáneamente por la diferencia de interpretación entre las Ciencias Naturales y la Ciencias del Espíritu. Por esta ruta, Johann Gustav Droysen (1983) incorpora el arte de interpretar en su Histórica o metodología de la historia.

Además de la condición metodológica de la hermenéutica; la experiencia, la vivencia, se destacan entre los conceptos que, en su afán de construcción de un método para las ciencias del espíritu, Dilthey aporta a la historia. Esto debe reconocerse a pesar de las críticas expresadas por Heidegger (2009, 42), especialmente aquella en que, refiriéndose a la reflexión metodológica de Dilthey, dice:

Pues, precisamente por lo dicho, a Dilthey le permanecieron ocultas (en lo que se refiere al desenvolvimiento de la hermenéutica propiamente dicha) las épocas decisivas de ese desenvolvimiento (la Patrística y Lutero), en cuanto que él se limitó siempre a convertir en tema el desenvolvimiento de la hermenéutica sólo en el aspecto en que en ese desenvolvimiento se ponía de manifiesto la tendencia hacia aquello que él mismo consideraba los esencial de la hermenéutica, a saber, a convertirse en metodología de las ciencias hermenéuticas del espíritu.

Esta coyuntura hermenéutica, provoca uno de los más importantes trabajos de Heidegger: hermenéutica de la facticidad, previo a Ser y Tiempo y apertura definitiva a una hermenéutica histórica, enraizada en Husserl y la fenomenología, entendiendo por facticidad el carácter de ser de la existencia del Dasein, es decir, la existencia singular que se da en cada caso y en cada momento pero que en su existir, en su realización en el tiempo, se hace histórico y existente colectivo. ''Facticidad es el nombre que le damos al carácter de ser de ''nuestro'' existir ''propio''.8 Para cuyo análisis y comprensión se debe tener en cuenta tres coordenadas que, resumidas por Mauricio Mancilla (2009, 137), se dicen así:

Para ello, y ahora en relación a lo segundo, es decir, la caracterización de su método correspondiente, Heidegger expone tres coordenadas, ''indicaciones formales'' que son impuestas por la misma vida fáctica: primero, se debe encontrar ''un punto de mira'', que sea apropiado y que esté claramente fijado; segundo, se debe evidenciar la ''orientación de la mirada'', que determina el ''como qué'' debe ser precomprendido y el ''hacia dónde'' debe ser interpretado; y por último, hacer visible el ''horizonte de la mirada'', delimitando el punto de mira y la dirección de la mirada, el lugar donde se juega la pretensión de objetividad de toda interpretación.

Mirada la acción hermenéutica, más exactamente la situación hermenéutica, desde un punto más pedestre, la práctica cotidiana del oficio del historiador, ella se hace presente tanto en la etapa heurística como en la crítica, sólo que se la acostumbra evidenciar sólo en la interpretación final de los hechos y los procesos, y en la construcción y lectura del texto final.

En el proceso de selección bibliográfica de las fuentes que acostumbramos llamar secundarias hay lecturas, importantes para construir el estado de la cuestión –del arte– y el marco teórico, en las que no nos basta con obtener información, debemos alcanzar su comprensión y establecer su sentido.

En el proceso crítico, en muchas ocasiones debemos ir un poco más allá de establecer el hecho mediante la crítica interna y externa de los documentos, nos veremos compelidos a establecer el sentido y el significado de los datos y los hechos en un núcleo de hechos para poder decidir sobre su lugar en el tramado de los procesos.

Finalmente, y ya lo he señalado, la hermenéutica no estará presente únicamente en la lectura del texto final, será actuante en la angustiosa construcción de cada párrafo de ese texto. De esta manera, es posible señalar que la hermenéutica, reservando su protagonismo para el final del trabajo del historiador, está presente en todo el proceso historiográfico, al igual que lo hacen la heurística y la crítica.

 


Notas al pie

1 Garagalza 2002, 5.

2 Gutiérrez 2002, 11-13.

3 Ibíd.

4 Heidegger 1923, 38

5 Ibíd., 40.

6 Ibíd., 42.

7 Cf. Ferrater 1999, 407.

8 Heidegger 1923, 138.


 

Bibliografía

Droysen, Johann Gustav. 1983. Histórica. Lecciones sobre la Enciclopedia y metodología de la historia. Barcelona: ED. Alfa.         [ Links ]

Ferrater Mora, José. 1999. Diccionario de filosofía de bolsillo 1 (A-H). Madrid: Alianza Editorial.         [ Links ]

Garagalza, Luís Garagalza. 2002. Introducción a la hermenéutica contemporánea. Barcelona: Anthropos.         [ Links ]

Gutierréz B., Carlos. 2002. La filosofía hermenéutica suele ser vista como una unidad teórica que arranca de Heidegger y que sin censuras se articula y se ''civiliza'' en Verdad y Método. Temas de filosofía hermenéutica. Bogotá: Uniandes: 11-13.         [ Links ]

Heidegger, Martín. 1923. Hermenéutica de la facticidad, http://www.heideggeriana.com.ar/hermeneutica/indice.htm (Recuperado el 8 enero, 2009). Traducción de Manuel Jiménez Redondo.         [ Links ]

Koselleck, Reinhart. 2004. historia/Historia. Madrid: Mínima Trotta.         [ Links ]

Le Roy Ladurie Montaillou, Emmanuel. 1988. Aldea occitana de 1294 a 1324. Madrid: Taurus.         [ Links ]

Mancilla, Mauricio. 2009. Situación hermenéutica y existir fáctico: hacia una noción de historicidad en la génesis de Ser y Tiempo. En Martín Heidegger. La experiencia del camino, Ed., Alfredo Rocha de la Torre. Barranquilla: Ediciones Uninorte.         [ Links ]

Ricoeur, Paul. 1999. Historia y narratividad. Barcelona: Paidos.         [ Links ]