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HiSTOReLo. Revista de Historia Regional y Local

On-line version ISSN 2145-132X

Historelo.rev.hist.reg.local vol.3 no.6 Medellín July/Dec. 2011

 

Artículo

Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paúl en Medellín (Antioquia, Colombia), 1890-1930

Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paúl in Medellin (Antiquia, Colombia), 1890-1930

Paola Andrea Morales Mendoza*

* Historiadora de la Universidad Nacional de Colombia, sede Medellín (Colombia) y Diplomada en Patrimonio Documental y Archivística por la misma universidad. Correo electrónico: pamorale@unal.edu.co

Recepción: 23 de agosto de 2011 - Aceptación: 10 de octubre de 2011. Páginas: 173-192


Resumen

El artículo estudia la Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paúl en Medellín (Colombia) entre 1890 y 1930. El texto ofrece una síntesis sobre su origen y sus prácticas sociales. Analiza su carácter religioso y la participación de la Iglesia Católica, el papel la mujer y la política en la organización. Además, rinde cuenta de las distintas obras sociales y de beneficencia realizada en la ciudad. La autora desarrolla un enfoque histórico teniendo cuenta un acervo documental y uso de técnicas tradicionales propias de la disciplina.

Palabras clave: Sociedad San Vicente de Paul, beneficencia, filantropía, historia local, Medellín.

Abstract

This article studies the Sociedad de Beneficencia San Vicente de Paúl in Medellin, Colombia from 1890 to 1930. It offers a summary on its origin and social practice. It analyses its religious character and the participation of the Catholic Church, the woman's role and the political role in its organization. It also presents the different social and charitable works done in the city. The author develops a historical approach taking into account a cultural heritage, and the use of traditional techniques typical of the discipline.

Keywords: Sociedad San Vicente de Paul, Charity, Philanthropy, Local History, Medellin.


Introducción

La elaboración del presente artículo proviene del interés por la historia local y el tratamiento de sociedades filantrópicas respecto de obras sociales y de beneficencia en el Municipio de Medellín (Antioquia-Colombia). El enfoque describe el origen y prácticas sociales de la Sociedad San Vicente de Paúl (SSVP), desde sus inicios en Francia y luego en Colombia. También hace énfasis en los aportes a la sociedad local, en particular con obras y acciones de caridad y beneficencia en favor de las clases necesitadas. En un contexto histórico en el que resaltan los inicios de transformaciones sociales y urbanas de la ciudad a comienzos del siglo XX.

La metodología utilizada consiste, junto a la revisión de fuentes primarias provenientes del Archivo de la SSVP, en una revisión exhaustiva de fuentes secundarias y la visita a otros lugares de memoria como la sala de prensa de la Universidad de Antioquia y el Archivo Histórico de Medellín (AHM), sitios donde se logró recaudar información empírica y de imagen, primordial para la realización de este trabajo.

Origen de la Sociedad San Vicente de Paúl

La Sociedad San Vicente de Paúl, construida para el beneficio de los más necesitados, fue fundada por Federico Ozanam en París (Francia) el 23 de abril de 1833. Ozanam tuvo la idea de crear una academia de estudios profanos, conformada por un grupo de estudiantes universitarios, adoptando desde un principio como patrono al Santo de la caridad, Vicente de Paúl. El hálito de caridad tenía como objetivo primordial rendir culto a Cristo en favor de los pobres, encaminando su misericordia en una ayuda que condujera al alivio del sufrimiento y promoviendo sin discriminaciones la dignidad del hombre.

Ozanam nació en Milán (Italia) el 23 de abril de 1813 y murió en Marsella (Francia) el 8 de septiembre de 1853. Como profesor e historiador exploró las eventualidades de las civilizaciones y la evolución de las estructuras sociales y políticas. Además de idear la Sociedad San Vicente de Paúl, como un proyecto de preparación y transformación de hombres para un nuevo tipo de humanidad. Ozanam, al igual que muchos otros, fue amado por el pueblo, asociaciones, corporaciones, universitarios, promotores de cultura, y aunque abandonó su liderazgo y la Sociedad se integró al régimen de la cristiandad pocos años antes de su muerte.

El núcleo fundador parisino se relaciona con la historia del catolicismo social, la reforma y la renovación católica de la Iglesia después de la Revolución Francesa, la Revolución Industrial y los cambios socioculturales de la época. También y desde su fundación, la Sociedad se considera como un don del espíritu, ya que su acción se encarna y se manifiesta en las conductas colectivas de la vida de la Iglesia y en el mundo, y "con apariencia tradicional esta acción y compromiso social y caritativo del laicado rebasa los esquemas tradicionales y legales de la historia eclesiástica de la cristiandad" (Gómez 1982, 18). De este modo, en pocos meses, la Sociedad se extendió por Francia y no tardó en difundirse por Europa, traspasando los límites del continente, para desarrollarse y unirse a las más apartadas regiones de la China e India; y desde Canadá hasta los pueblos de Sudamérica. Colombia no fue el último país en unirse a este impulso dadivoso, de hecho existía en Bogotá, capital de la República, una Asociación que se hizo notable por sus grandes obras y miembros, y que sirvió de base para la institucionalización de la sociedad.

La SSVP en Bogotá funciona desde 1857 y su objetivo era proporcionar ayuda a las personas que, soportando verdaderas necesidades, no se atrevían, por vergüenza y sutileza, a requerir la caridad pública. Su órgano difusor se denominó "Anales de la Sociedad San Vicente de Paúl", el cual fue trazado con la siguiente finalidad:

Esta publicación llevará la voz de aquella Sociedad verdadera providencial; será una limosna más, puesto caso que el provento de las suscepciones se destina a favor de los pobres; y ¡dichosos los encargados de la redacción si consiguen que esta limosna del cuerpo llegue a ser por otro lado una limosna del alma; es decir, que además de ser esta publicación provechosa en su producto material lo sea también por su contenido en el orden moral!1

La institución se extendió por diferentes países como una familia y con un reglamento único, una dirección general en París, y consejos nacionales y particulares para coordinar conferencias, siendo autónoma en la realización de sus actividades caritativas.

La Sociedad llegó a Medellín bajo la dirección de un grupo de jóvenes denominados "los escopetos", quienes se dedicaban a leer libros sobre la enseñanza moral, las buenas costumbres del hombre cristiano y el bienestar del menesteroso. Es uno de sus miembros: Joaquín Vásquez, quien propone la idea de que los "escopetos" se constituyan en parte de la SSVP, lo cual es formalizado el 23 de septiembre de 1882. Fernando Botero Herrera señala que la Sociedad de Mejoras Publicas de Medellín juega un papel relevante en el proceso de modernización de la ciudad, junto con la SSVP, que adquiere un puesto menos visible y era considerada como "portavoz de los sin voz" (Botero 1995, 39).

La institución adopta los estatutos de la SSVP de Bogotá y la unidad católica se convierte en un referente de unidad e identidad espiritual entre sus miembros y escritos publicitarios que promueven "los sentimientos personales en el sentimiento general, y fijan la atención en toda la raza más bien que en el hombre individual" (Anales de la Sociedad San Vicente de Paúl, 1869). Este principio de unidad religiosa propugnaba el estrechamiento y santificación de los vínculos entre los hombres, para servirse recíprocamente en unidad, que bajo los parámetros de la Iglesia Católica, buscaba el bien público en nombre del amor y el servicio desinteresado hacia las personas pobres.

Figura 1.

Los integrantes de la Sociedad eran católicos, que se caracterizaron como miembros de la elite local; por ejemplo estaban los ex presidentes Mariano Ospina Rodríguez y Carlos E. Restrepo, aunque también habían profesionales, comerciantes, terratenientes y empresarios. En otras palabras, los fundadores de la Sociedad fueron en su mayoría protagonistas y en otros casos militantes en salvaguardia de sus creencias y principios como es el caso del primer presidente de la Sociedad: Abraham Moreno.

Figura 2.

La Sociedad tenía objetivos orientados a la caridad pública. El interés era "que toda persona fuera sabedora de la amenaza que constituían para el medio las ideas materialistas, [que en la época era] una plaga que estaba al asecho de los más débiles y necesitados", por lo cual era necesario orientar a los pobres, con la intención de no permitir que éstos cayeran bajo esas doctrinas. "Amando el rico al pobre, el pobre amará al rico y ese lazo de amor será el mejor antídoto contra las doctrinas socialistas", era el lema que nos recuerda (Marín 1995, 67).

Las ideas socialistas fueron rechazadas inicialmente en la capital. Hacia 1869 los Anales de la Sociedad en Bogotá expresaban que el Socialismo era un "error" para los asuntos económicos y morales del país, porque su filosofía expresaba:

todo hombre tiene por fin el goce, el cual debe ser gozado aquí abajo y no en una vida futura: el instrumento productor del goce es el trabajo. Vosotros trabajáis mucho y gozáis poco: ¡esto es una iniquidad horrible! Venid á mi: yo haré una nueva división en el banquete de la naturaleza, y entonces os tocara á vosotros una buena parte en esos goces.2

Entonces se consideraba que los pobres eran vulnerables a esta ideología debido a la carencia de instrucción de la fe católica y el resentimiento por la explotación, por ello, la Sociedad justificaba las campañas de beneficencia y la buena instrucción de la moral cristiana. Para la Sociedad era esencial no sólo dar a conocer su objetivo principal, sino también mostrar con fervor su misión social, que era aliviar a los desgraciados, dotándolos de bienes materiales para el cuerpo, que aliviaran el corazón, todo ello sustentado en la práctica de la caridad.

Es válido advertir que en 1884, la SSVP de Medellín cambió los estatutos adoptados para su fundación, por otros más enfocados en la problemática particular de la pobreza. Las nuevas disposiciones hicieron énfasis en la asistencia a los pobres en su morada o fuera de ella, la visita directa y el socorro a los asilados, la enseñanza de la doctrina cristiana como parte fundamental de su acción humanitaria, además de la instrucción primaria a los niños desvalidos. Plantearon también el interés por ocupar laboralmente a las personas de la calle, especialmente a las mujeres que tuvieran algunas capacidades para el trabajo, tratando de fomentar el amor por lo propio.

El deber religioso

La cofradía, aunque de carácter laico, no se desvinculó de la Iglesia, lo cual estuvo presente desde su fundación en París, teniendo en cuenta que su presidente asumía ciertos deberes con el Clero, como lo demuestra la siguiente cita:

Debemos mirar á los Ministros de la Iglesia, [dice la circular de 15 de Abril de 1844], como los ángeles de la guarda, únicos que pueden mantenernos en el camino de la caridad cristiana. La veneración, pues, el acatamiento, el afecto y la confianza, deben inspirar y dirigir en todas las circunstancias y en todas las cosas nuestras relaciones con los miembros del clero, siendo éste el verdadero punto de partida de los deberes de los presidentes respecto a ellos.3

Figura 3.

Botero (1995, 40), no obstante, señala que la Sociedad tenia ciertas restricciones en cuanto a la participación de los sacerdotes en las actividades de la institución, ya que ellos podían ser miembros honorarios y no miembros activos de la hermandad. Así lo confirma el siguiente fragmento:

Acontece á veces que algunos sacerdotes, en la condescendencia de su celo, desean tomar parte de nuestras obras. Es costumbre, entonces, conferirles el título de Socios de honor, que los coloca á mayor altura que á los Socios honorarios y á los Socios activos. Conviene asimismo ofrecer este título á los demás eclesiásticos de la parroquia, y el de Presidente de honor al cura ó prelado de la diócesis, según los lugares y circunstancias.4

Figura 4.

Figura 4.

La participación de los eclesiásticos a las sesiones ordinarias, las juntas generales y las reuniones extraordinarias eran dignas de honor y tenían ciertos protocolos. El papel de los clérigos consistía en recitar las oraciones antes de tratar los asuntos de la corporación. En la Junta, los representantes de la Iglesia a pesar de tener un puesto preponderante en ella, era el presidente de la Sociedad quien tenía la dirección en los asuntos de negocio. No obstante, los sacerdotes tenían una participación permanente en cada sesión y se necesitaba en muchas ocasiones su aprobación, respecto a las obras benéficas a realizar.

Participación femenina

Analizar la forma como la institución manejaba la vinculación de las mujeres con respecto a las obras que se aprobaban y realizaban, teniendo en cuenta que no se aceptaban como socias, resulta importante. Su no admisión inicial, según políticas de la Sociedad, se debía que eran proclives a cierto "puritanismo" de tipo religioso y social que no permitía aprobaciones serias y sensatas en obras benéficas, nos recuerda Botero (1995, 40). A pesar de la actitud estatutaria frente a la inclusión directa de la mujer, la Sociedad si permitió su participación en obras de caridad a favor de personas necesitadas, lo cual puede entenderse del siguiente modo: "[...] hacer visitar ciertas familias pobres, compuestas, en parte, de mujeres jóvenes ó de niñas, á cuyas casas no es conveniente que vayan los Socios de una conferencia. A este fin cuidará el Presidente de establecer relaciones con dichas Sociedades".5

Las mujeres también tenían la función de cooperar en acciones como la realización de rifas y ventas destinadas a la recolección de fondos. Estas actividades eran reconocidas por los miembros varones con muestras de gratitud y satisfacción en sus conferencias y porque también ellos consideraban que "la cortesía es una de las formas de la caridad".6

No se habla de ellas como promotoras de ejercicios educativos ni culturales, no hay registros que permitan identificarlas como parte organizada dentro de la SSVP, con planes específicos y división de funciones, ni tampoco hay grandes reconocimientos a su labor, por parte de los miembros de la Sociedad, pues la participación femenina se comprendía como "algo accesorio a la verdadera e importante labor que realizaban ellos", desconociendo así el auténtico potencial que las señoras tenían dentro de una organización de tal naturaleza. Sólo después de los años treinta las mujeres tuvieron un papel más digno, al punto que lograron ser mayoría dentro de la institución décadas después.

Aspectos políticos e internos

La actitud frente a la política se refleja en las ideas y acciones de sus miembros. A pesar de que muchos de ellos formaron parte de movimientos gubernamentales que se gestaban en el país y la región, existió cierto rechazo a la participación política. La acción se justificaba en que los principios de San Vicente de Paúl no fomentaban intereses terrenales que dividieran a los hombres, aun tratándose de intereses generales de un país o de una localidad. La Sociedad consideraba que los asuntos políticos podían destruir la ayuda y caridad a los pobres, piedra angular para el fomento de una sociedad justa y caritativa.7 Por ello la SSVP exigió a los presidentes de turno ser ciudadanos caritativos, moderados y prudentes en sus posturas políticas, y no relacionar a estas con las ayudas que ofrecían a las personas pobres. Aunque la Sociedad era consciente de la disparidad entre el hombre político y el caritativo, al Presidente de turno se le pedía que "se examinara ante Dios", el mejor camino para su función social, y para este caso se recomendaba que "el mejor camino que debe escoger siempre un cristiano, es aquel que conduce adonde se han de obtener mayores ventajas para la gloria de Dios y para la propia santificación", es decir, ayudar a los pobres.8

La Sociedad, en su preocupación por el problema de la pobreza que vivía la ciudad, adoptaba cierta dinámica para tratar de mantener en sus obras "un espíritu de humildad y de caridad". No obstante, Botero (1995, 42) argumenta que la SSVP al tomar el modelo europeo, ejerció la caridad selectivamente canalizando sus ayudas a personas que en realidad lo necesitaban y evitar en muchos casos que estos beneficios estuvieran en personas que fomentaran la holgazanería y malas conductas.

Es posible que las limosnas sólo fueran otorgadas a familias y personas particulares que, tras una evaluación "oficial", eran consideradas demasiado necesitadas; y que tampoco se dieran donaciones a quienes limosneaban públicamente, ni a aquellos que fomentaban el desorden con sus malos hábitos, lo cual se entiende como una forma de exclusión en las acciones de la Sociedad frente al apremio de la ciudad. La aplicación de tales principios explica porque, el 1 de junio de 1885, se determinó la revisión exhaustiva de un listado de personas que recibían auxilios y si eran merecedores de las ayudas.9

La Sociedad San Vicente de Paúl se convirtió en un organismo consultor del gobierno local, así como en ejecutor y contratista-administrador para la regulación de los aspectos de la pobreza en Medellín desde finales de siglo XIX. Fue el inicio de un proceso de diversificación de sus actividades, y el apoyo y patrocinio de las autoridades municipales y departamentales. En 1883, operaba a través de dos secciones: limosnera y mendicante. La primera sección se encargada de decidir sobre las peticiones que debería atender la Sociedad y la asignación de los recursos entre los pobres; la segunda era la responsable de recoger las limosnas, es decir, cualquier bien que tuviera un valor de cambio. Posteriormente, se organizó la sección docente, la cual estaba facultada para dar instrucción y enseñanza moral bajo la fe católica. Estas secciones fueron parte de sus programas de acción social y le permitieron realizar sus obras de caridad y así prolongar la estrategia de programación de conferencias con el fin de justificar sus propuestas.

Obras ejecutadas

La SSVP presentó un primer proyecto con el propósito de crear un dormitorio para mendigos a comienzos de la década de 1890. La iniciativa no tuvo eco teniendo en cuenta que las autoridades locales se encargaban de esa labor. Sin embargo, desde 1894 hasta 1898, la Sociedad se hizo cargo de la Casa de Mendigos donde estaban internos más de 60 niños, quienes recibían instrucción elemental y aprendían a cultivar la tierra y desempeñar la zapatería. Así mismo, desde 1885 se organiza el proyecto de crear una "cocina económica", que se encargaría de suministrar la canasta mínima de víveres para las familias pobres. La Sociedad aprobó con una partida de cincuenta pesos la instalación de la cocina y facultó a la Asociación del Sagrado Corazón de Jesús para su administración. Un Acta del Consejo Administrativo registra que las primeras familias beneficiadas fueron las de Concepción Vásquez de Bustamante, José María Rojas, Baldomero Lotero, Zoraida Velásquez, Bernave Ortiz y Clara Ruíz de Balcázar que requerían auxilio de "necesitados".10

La cocina, inaugurada el 28 de octubre de 1893, alcanzó a distribuir 130 suministros diarios en promedio, aunque no pudo satisfacer las necesidades de todas las familias necesitadas —a pesar de que contaba desde un principio con el apoyo financiero de la Gobernación del Departamento de Antioquia y del Concejo de Medellín—. El aumento de la población local y el problema de la pobreza se ratificaban como un hecho irremediable, y, de igual modo, las limitaciones de su papel filantrópico en la sociedad. "La historia de las Cocinas Económicas o de la Casa de Mendigos, muestra como las necesidades y urgencias de la ciudad desbordaron los principios iniciales de la Sociedad, en el sentido de no atender sino a los pobres a domicilio", señala Botero (1995,48-49).

Las visitas a los diferentes domicilios de las personas socorridas por la cofradía era de gran importancia, ya que ello constituía una obligación para todo miembro que conformara la sección limosnera; además se consideraba por razones de tipo ideológico, que conocer de cerca la desdicha de los otros, permitía ver de una manera más sutil y preocupada las necesidades apremiantes de los menesterosos.

La sección docente, atendiendo a los principios de espiritualidad y evangelización, comenzó dictando lecciones de religión y moral en la casa de huérfanos y en los establecimientos de castigo; más adelante se encargó también de sostener la escuela gratuita para los pobres y de hacer publicaciones periódicas, en las que se rendía cuenta del funcionamiento y estado financiero de la Sociedad. Resultado de ello es La Esperanza, medio informativo manejado con prudencia y con el propósito de evitar pugnas con otras sociedades e instituciones, cuya información se ofrecía con el ánimo de cuidar los intereses particulares de la sociedad.11 En 1906, la Sociedad adquirió la imprenta La Verdad y en 1914 alcanzó una prensa más moderna, pero por objeciones del Consejo General de la SSVP de París, la imprenta pasó a manos de la Asociación del Sagrado Corazón en 1915, y tres años después fue entregada a la obra de los tabernáculos.

Hay que recordar que las labores en materia de educación fueron emprendidas desde 1883 cuando se ocupó de la Escuela de San José; más tarde, en 1888 se emprendió la tarea de crear escuelas nocturnas y domiciliarias, que se complementaron con el trabajo en torno a la biblioteca y el salón de lectura abierto desde 1886. Los encargados de este trabajo se dedicaron a dar clases de lectura, escritura, gramática, dibujo lineal y religión, lo cual se hizo con el apoyo del Concejo Municipal.

En 1890 la escuela nocturna contaba con 145 alumnos y una década después, la mayoría de ellos eran personas ocupadas en el sector de servicios y oficios varios: albañiles, sirvientes, carpinteros, sastres, zapateros, lustradores, venteros, acarreadores, herreros, etcétera. En 1907, ésta y otras escuelas, en total doce, se encontraban anexas al Instituto Nacional de Artesanos que eran sostenidas por la Nación y el Distrito. A pesar de la educación moral y cristiana, la asistencia a clases se hace más notoria en cursos que no tenían relación con la enseñanza de la fe católica. En 1901 fueron cerradas las escuelas a causa de la Guerra de los Mil Días, pero al año siguiente se volvieron a abrir, aunque la inasistencia fue un problema que obstaculizó el buen desarrollo de estas casas de enseñanza.

La labor de la Sociedad es también conocida por su trabajo de vivienda o las llamadas Casitas de San Vicente, las cuales fueron promovidas para conceder albergue a las familias indigentes. En 1892, se habían distribuido veinte casas para pobres, pero éstos tenían una necesidad tan considerable que también les fue otorgado otra clase de auxilio. Años mas tarde, "En 1924, se reportan 89 casas de San Vicente y 101 en 1926, distribuidas por conferencias que se daban en los diferentes barrios o sectores de la ciudad", señala Botero (1995, 57). Hacia 1930 las casas distribuidas se incrementaron a 138, lo que confirma la continuidad de esta labor.

Fueron muchas las obras realizadas por la Sociedad en beneficio de la gente de escasos recursos. Vale la pena destacar: la Casa de Ejercicios en 1888, la Caja de Ahorros en 1889, el Hospital Mental de Antioquia en 1890, la Escuela para los detenidos en la cárcel en 1893, la Agencia de Pobres o Secretaría de los pobres en 1896, la Sopa Escolar, la Gota de leche y las Salas Cunas, Talleres de la Joven Desamparada y Externado Industrial de San Vicente de Paúl en 1913, una misión encomendada por decreto del gobierno departamental.

Conclusiones

La Sociedad San Vicente de Paúl ha hecho sin duda una labor importante hasta hoy. Fue tanta su acogida que se organizó en diferentes pueblos de Antioquia como Rionegro, Sonsón, Sopetrán, Yarumal y Concepción. Desde sus inicios y en etapas posteriores fue auxiliada por las clases favorecidas de Medellín, que de una u otra manera supieron mostrarse pródigas en favor de los desgraciados; y por el Gobierno, que pudo haber hecho mucho más, ya que el dolor como era intuido desde aquel momento por algunos, es patrimonio de nuestra triste condición, porque la caridad no se agota, no perjudica y porque el número de las miserias humanas es perpetuo.


1. Anales de la Sociedad San Vicente de Paúl, 1869.

2. Anales de la Sociedad San Vicente de Paúl, 1869.

3. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

4. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

5. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

6. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

7. Cf. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

8. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.

9. Archivo Sociedad de San Vicente de Paul (ASSVP), Consejo Directivo, Actas 1882-1892.

10. ASSVP, Consejo Directivo, 1885.

11. Instrucción acerca de los deberes de los presidentes de la Sociedad de San Vicente de Paúl, 1895.


Referencias

Archivo Sociedad San Vicente de Paul (ASSVP), Consejo Directivo, Actas 1882-1892; Acta de fundación del 23 de septiembre de 1882; Acta del 4 de noviembre de 1882; Acta del 26 de febrero de 1883; Acta del 31 de mayo de 1884; Acta del 1 de junio y 10 de agosto de 1885; Actas del 17 y 24 de agosto de 1885; Acta del 7 de septiembre de 1885; Libro de actas de las sesiones mensuales de la S. S. V de Paúl de Medellín, Acta del 30 de junio de 1889.         [ Links ]

Anales de la Sociedad San Vicente de Paúl, Sem. 1 y 2. 1869.         [ Links ]

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