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Trabajo social

On-line version ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.22 no.2 Bogotá July/Dec. 2020

https://doi.org/10.15446/ts.v22n2.87138 

Editorial

La familia de hoy: cambios y permanencias

LUZ ALEXANDRA GARZÓN OSPINA* 

*Editora Revista Trabajo Social Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia


¿Por qué es y sigue siendo importante estudiar, investigar y reflexionar sobre la familia, como categoría conceptual y realidad facticia del orden social?

Por la complejidad de la institución familiar, que no solo deriva de sus atributos y funciones socioculturales, de su particular estructura de intercambios que comprometen el deseo sexual y la prohibición, de su tradicional función generatriz potencial o real a partir de la pareja, sino porque, además, en esa trama sociocultural se ancla la constitución psíquica del sujeto que, como construcción mental, cifra versiones de la realidad que participan de los espacios psíquicos comunes -que las relaciones familiares componen y que hacen parte de la identidad de los individuos-.

Es decir, la familia, como institución fundamental de la cultura, vincula a sus miembros desde una doble lógica: la lógica social y la lógica psíquica. La primera reúne y articula formaciones y procesos heterogéneos de orden social, cultural, político y económico que, como fuerzas simbólicas, históricamente se reactualizan y gravitan en cada época, sobre la organización familiar y el entramado de sus intercambios. La lógica psíquica es tallada por las improntas que deja la relación con los semejantes que acogen al neonato -madre, padre, parentesco- y que forjan las singularidades de la intimidad subjetiva y que fundan la realidad psíquica.

Son lógicas diferentes que, en su articulación dialéctica, se comunican e interfieren, lo que explica la intervención e incluso la prevalencia en la familia de cuestiones que proceden del nivel y de la lógica psíquica de sus miembros -piénsese, por ejemplo, en la función del padre-, a su vez, los efectos singulares en todo sujeto de las representaciones y regulaciones que circulan en el discurso familiar, como trasfondo de la vida psíquica. Tal y como dice Freud (1981, 40)1: "La indefensión original del ser humano, se convierte en la fuente primordial de todas las motivaciones morales"; en cuanto solo la adscripción a los códigos y a las demandas del semejante y de la cultura garantizarán al sujeto el amor del otro y su permanencia a la colectividad. El anudamiento y la dinámica de estos dos niveles de funcionamiento de la institución familiar permiten el paso del individuo al colectivo, cuando cada una las individualidades se adscribe al aparato psíquico grupal, como espacio indiferenciado, compartido que, a través de los deseos, prohibiciones, prescripciones e ideales que aloja -segregados por la vida familiar, como formas de control social-, reduce la desviación y la disonancia cognitiva de los miembros del grupo, y con su poder de sujeción los moldea psíquicamente, como condición del vínculo con la cultura2.

Freud (1992, 32)3 señala que "no depende de la voluntad del individuo entrar a formar parte de la institución familiar, pero una vez adentro, la separación se haya sujeta a determinadas condiciones, cuyo incumplimiento es sancionado". La pertenencia a ella exige la adscripción a modelos colectivos con efectos de uniformización psíquica; sin embargo, esta intención de la agrupación familiar entra en conjunción con posiciones críticas individuales que, al reclamar un cierto grado de originalidad e independencia, promueven en todas las sociedades formas reactivas abiertas o encubiertas que -una vez que cobran fuerza colectiva- imponen dinámicas nuevas, como desobediencias sociales, que instauran nuevas corrientes de pensamiento para reconducir prácticas sexuales correlativas a nuevos contextos sociales.

Las diferencias generacionales, la revolución feminista y el contemporáneo fenómeno de la caída del padre, como discursos que se legitiman colectivamente, inauguran torsiones y giros en las dinámicas del lazo sexual y social, y autorizan creaciones vinculares y arreglos sociales nuevos para la organización familiar, ligados a resistencias, disidencias y transgresiones que, aunque coexisten con las formas convencionales, buscan romper las amarras de la tradición. Lo anterior produce cambios en las lógicas psíquicas y sociales predominantes, con la pretensión del logro de más amplias posibilidades para la satisfacción del deseo sexual. Las instituciones -particularmente la familiar y la educativa- crean estrategias defensivas para tramitar, a través de mecanismos coactivos, persuasivos y adaptativos, las tensiones que emergen, soportadas en un orden alterado por nuevos valores que sustentan nuevos ideales y prácticas sociales cimentados en nuevos discursos, en los que contemporáneamente prima el de la ciencia, dada la novedad y eficacia de sus producciones técnicas y sociales, y como fuente de cuestionamientos del orden de cosas establecido.

Este es el contexto de dos artículos de la revista que presentamos: el que abre la edición, "Entre la nuclearización y la diversidad de las organizaciones familiares" de María Cristina Palacio, y el referido a las percepciones del sujeto sexual en la niñez y la adolescencia, escrito por Milton Ariel Brenes Rodríguez.

Los encuentros primarios con la madre y el padre, que marcan el proceso socializador, colocan los fundamentos socio subjetivos de la vida familiar, en cuanto ponen "a disposición de las niñas y niños representaciones comunes, compartidas y compartibles", y proponen "causas e ideales de vida y puntos de referencia identificatorios" (Kaes y Bleger 1998, 60)4, para instituirlos como miembros de la comunidad. Sin embargo, en la íntima articulación entre cultura y subjetividad, los cambios, quiebres y erosiones del ordenamiento sociocultural asociados a fenómenos políticos y económicos -que rompen inesperadamente la cotidianidad acostumbrada y afectan los pilares de la identidad individual y grupal (léase aquí, el desplazamiento)-, exigen la búsqueda de nuevos recursos psíquicos y sociales para no sucumbir a circunstancias que van de adversas a críticas, lo que forja la rescritura de la historia del grupo familiar y, particularmente, la de los intercambios con los hijos e hijas. En las nuevas inercias sociales y cotidianas se van instalando en el hogar significaciones que comprometen la transmisión valorativa, es decir, el proceso de socialización, cuyas formas normativas y afectivas, interferidas y afectadas por los conflictos sociales se irán reconformando en una amalgama de antiguas y nuevas referencias para habitar el mundo. Los miembros constituyentes de cada familia reactualizan de manera singular experiencias fundantes vividas en su territorios y familia de origen, lo que dará lugar a composiciones sociales y psíquicas particulares del grupo familiar, en el que la intimidad grupal y subjetiva resiste los miedos a lo extraño, a lo ajeno, con las certidumbres y seguridades asentadas en la vida anterior y las que se van construyendo en la nueva vida.

Este es el marco de análisis del artículo "Entre afectos, miedos y culpas. Socialización familiar en medio del desplazamiento forzado", escrito por Ambar Oriana Serna Lombo, síntesis de su investigación realizada en el marco de la formación posgradual de la maestría en Trabajo Social con énfasis en Familia y Redes Sociales, de la Universidad Nacional de Colombia.

El vínculo sociocultural que registramos en toda familia, a pesar de la intención de los progenitores y del parentesco, de reducir mediante sus transmisiones lo heterogéneo en beneficio de lo homogéneo, exaltando los objetos psíquicos comunes para sustentar los sentidos de la vida familiar frente a sus miembros -tal y como lo advierte Freud-, la ambigüedad caracterizará desde los momentos inaugurales la relación con el otro familiar, en la que se revelan pasiones de sentido contrario que recaen sobre un mismo objeto: contigüidades del amor, el odio y el resentimiento -connaturales al lazo con el otro- como perfiles de los avatares de un vínculo, cuyos defectos y excesos serán el rostro de profundas mociones fraguadas en la propia historia del sujeto -que finalmente ha sido forjada en el encuentro con el otro-.

Las severas afectaciones del psiquismo de los miembros de la familia como sujetos particulares, y del grupo familiar, que se leen en los registros sociojurídicos institucionales y en la atención clínica pública y privada de los conflictos familiares, muestran las caras oscuras de la familia, en las que de manera reiterada se identifican las imposturas paternas. Quien por mandato cultural representa la ley del padre y, transgrediéndola, actúa como seductor, es un impostor -no es un padre-, aunque esté físicamente presente, pues al convertir en acto su empuje incestuoso, convoca en el niño o la niña su apetencia erótica inconsciente por las figuras prohibidas, decretándole una subjetividad perturbada.

Las transgresiones al mandato fundador de la cultura, y el ejercicio de violencias y excesos sobre los miembros de la familia, con sus deletéreos efectos psíquicos, sus imborrables y severas marcas, constituyen importante materia de tratamientos profesionales que involucran a la familia y a las que el artículo sobre "Terapia narrativa y perspectiva feminista: acertado encuentro para la atención en familias", de Carolina Rojas Madrigal, se refiere como método socioclínico para la atención de familias.

Desdoblada, la familia

"aparece en esa doble dimensión: por un lado todopoderosa y por el otro, de extrema fragilidad, por cuanto multiplica las imágenes más contradictorias y contrastadas, pero siempre las que provocan temor y temblor, amor y alienación, y una perenne aspiración a ocupar la totalidad del espacio psíquico de los individuos, que ya no pueden desligarse de ella. (Enríquez 1998, 91)5

La novela familiar comienza para cada sujeto con la inscripción en las circunstancias sociales y psíquicas que lo preexisten, en las que el reconocimiento genealógico, unido al sexo del neonato, constituyen significantes que encierran para el padre y la madre expectativas y aspiraciones fantaseadas, que se articulan al lugar que en su deseo tiene el que adviene al hogar. En la espera se ponen en juego, para los progenitores y para el parentesco del que nacerá, las representaciones simbólicas y los significados socioculturales del ser femenino y del ser masculino, en una colectividad y en una época determinada; pero, a la vez, se activa con intensidad la íntima significación del hijo o hija para el padre y la madre, en la que el deseo de los progenitores es la de que el niño o niña los represente ante el Otro como algo socialmente ideal y deseable, "por cuanto la nueva creatura representa para el padre y no menos para la madre, la señal de eternidad a la cual c/sujeto tiene derecho a través de la descendencia" (Legendre 1994, 33-37)6.

Es bien sabido que la singular marca del sexo en el cuerpo puede ser el signo que promueva el orgullo narcisista o la gran decepción, generalmente inconfesable, cuando no coincide con aquello que se quería, y el recién nacido se vive como una falla en el ideal y, en mayor o menor medida, como una herida narcisista. En estos casos se desencadenan sentimientos y emociones a los que concurren imágenes sociales, evocaciones subjetivas, deseos conscientes e inconscientes, que fundan la percepción de ese nuevo cuerpo, cifrado ya desde la mirada del otro con significaciones socioculturales y subjetivas negativas. La desilusión puede convertirse en la fuente de transferencias inconscientes de rechazo y de hostilidad, que toman formas particulares en la vida del niño o de la niña, y de las relaciones con la pareja.

Este escenario se agudiza cuando la condición del cuerpo del que nace es la de la intersexualidad, signo exterior de ambigüedad, asociado en el pensamiento individual y colectivo a la incertidumbre, al rechazo y al fracaso sexual y social; causa en los padres de desconcierto, aprehensión, miedo e incluso aversión. Del análisis de los distintos pliegues de este particular fenómeno sexual, a cuya comprensión concurre el saber de la profesión médica y el de varias disciplinas sociales, se ocupa el artículo "La intersexualidad de un hijo o una hija: un entramado de significados", de Nidya Ivett Avella, derivado de la investigación realizada en el marco de la formación pos-gradual de la maestría en Trabajo Social con énfasis en Familia y Redes Sociales, de la Universidad Nacional de Colombia. Rencontrando la idea con la que inicié esta presentación, digo que, precisamente, la importancia social de la institución y los perfiles de la vida familiar convocan modos de intervención que desde el Estado de bienestar abren el dominio privado de la familia a acciones que buscan complementar o suplir obligaciones de provisión en nombre de mandatos jurídicos que desautorizan o incluso destituyen prácticas de padres y cuidadores, que los colocan en contravía de los derechos sociales de los grupos más vulnerables de la sociedad: niños y niñas, mujeres, y padres y madres mayores o ancianos y sin posibilidad de autosustentarse, autocuidarse y defenderse. En la atención del Estado, los representantes de la institucionalidad constituyen un recurso disuasivo, persuasivo o coactivo que, en nombre de derechos sociales, económicos y civiles -y del supuesto saber que la ciencia contemporánea les brinda para la acción profesional-, intervienen, a nivel individual, grupal o comunitario, cuando los vínculos familiares acusan fragilidad o dilución, y amenazan la salud física, psíquica o moral de sus miembros. Un nuevo orden de relaciones amparadas por la ley se instaura entre los progenitores y sus hijos e hijas, o entre los hijos y sus progenitores, resguardado por las intervenciones de instituciones que en cada país conforman el sistema de bienestar dirigido a las familias, y que promueven una nueva relación entre el mundo de las instituciones públicas, y el mundo privado, parcialmente desacralizado.

Este es el contexto de dos artículos que se presentan en la revista: "El modelo particular de Estado de Bienestar en España, y las nuevas necesidades sociales que hoy lo demanda", elaborado por María del Castillo Gallardo Fernández, y el informe del estudio realizado en el Ministerio de Educación Pública en Costa Rica, referido a los Programas de Afectividad y Sexualidad, escrito por Brenes Rodríguez, mencionado más arriba.

En la presentación de los artículos de esta edición de la revista, es importante registrar los dos artículos que cierran la edición: desde la disciplina antropológica el primero y desde la historiografía el segundo, muestran, a partir de investigaciones documentales, atributos y características de la familia en Colombia. El primero contempla la figuración de la familia como categoría de análisis en investigaciones sobre comunidades indígenas y campesinas, y el desarrollo que como concepto alcanza en la disciplina antropológica y las diversidades posibles de decantar en la década estudiada. El segundo, a partir de los estudios de Virginia Rodríguez de Pineda y de Pablo Rodríguez, busca resituar las características de los estudios de las familias en Cartagena de Indias. Son, en orden, "Familia y Antropología en los años cincuenta. La primera década de la Revista Colombiana de Antropología", escrito por Oscar David Rodríguez Ballén, estudiante de la maestría en Trabajo Social; y "Los estudios de familias en Cartagena de Indias: debates en torno a la historiografía", presentado por Carlos Mario Castrillón y Carolina Marrugo Orozco.

Quiero subrayar que en la edición se presentan dos artículos de egresadas recientes de la maestría en Trabajo Social, así como el de Rodríguez Ballén, quien actualmente es estudiante del programa, lo cual, para quienes hemos hecho parte de la maestría es motivo de gran satisfacción.

YOLANDA LÓPEZ DÍAZ

Profesora titular Departamento de Trabajo Social Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia

Otras secciones de la revista

Además de los artículos del dossier -donde vemos a la familia de hoy, sus cambios y permanencias, e inscrita como institución fundamental de la cultura-, las y los invitamos al encuentro con las demás secciones de este número: entrevista, documento, reseñas y eventos.

En esta oportunidad, la entrevista fue realizada a la trabajadora social, docente e investigadora Bárbara Zapata Cadavid. A través del diálogo realizado con las profesoras María Himelda Ramírez y Gloria E. Leal, el lector encontrará el trasegar profesional de una colega interesada en procesos de intervención y estudios en familia. Esta entrevista destaca su importante papel en la consolidación de los estudios en familia en el país, y en la fundación y afianzamiento de programas posgraduales relacionados con el Trabajo Social con énfasis en familia y redes -como es el caso de la Universidad Nacional de Colombia- y en prácticas con instituciones del Estado -entre las que se destacan el Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF), las comisarías de familia y el Departamento Administrativo de Bienestar Social (dabs) de Bogotá, ahora Secretaria Distrital de Integración Social (SDIS)-. Al final, el lector encontrará sus vínculos académicos con las y los estudiantes a partir del seguimiento a procesos de práctica en familia y su desempeño profesional en otras universidades del país.

A continuación, nuestras lectoras y lectores hallarán dos reseñas, la primera de la novela La mujer justa del escritor Húngaro Sándor Márai. A través de esta historia asoman características de la familia europea de la primera mitad del siglo XX. Se destacan las maneras de amar, los modos de ser y tener en el marco de las alianzas y el matrimonio. Esta reseña fue escrita por la trabajadora social Diana Camila Orjuela Villanueva. La segunda reseña, del texto Diálogos terapéuticos en la red social de Jaakko Seikkula y Tom Erik Arnkil, escrita por la profesora Bárbara Zapata, nos muestra cómo los autores exponen la perspectiva dialogal, las redes y la terapia como ejes fundamentales para la intervención con familias.

En la sección Documento este número de la revista trae a nuestras y nuestros lectores una mirada histórica al título sobre los "Desórdenes domésticos" del Código de Policía, editado en 1933. Con este documento es posible situar lo relacionado con el abandono del hogar, las fallas de orden doméstico, la dependencia económica de la esposa y los hijos con el esposo, y la intervención de la policía en los casos de violencia, temas que podríamos considerar que han acompañado a las familias a lo largo de la historia.

En la sección Eventos, destacamos cinco conferencias, congresos y foros latinoamericanos en Trabajo Social convocados para el presente año y que fueron aplazados por la emergencia del Covid-19; no obstante, invitamos a las lectoras y los lectores a ojear sus reseñas y rastrear sus reprogramaciones en caso de querer participar.

Finalmente, dejamos en sus manos un número gestado con rigor en tiempos de pandemia mundial, pero que seguramente acompañará, cuestionará, redimensionará y nutrirá los saberes de aquellas y aquellos investigadores y de quienes actúan profesionalmente con las familias en diversas partes del mundo.

1 Freud, Sigmund. 1981. Proyecto de la psicología para neurólogos. Obras completas (4a ed.). Madrid: Editorial Biblioteca Nueva.

2Véase Kaes, René, José Bleger, Eugene Enríquez, Franco Fornari, Paul Fustier, René Roussillon y Jean Pierre Vidal. 1998. La institución y las instituciones. Estudios psicoanalíticos. Buenos Aires: Editorial Paidós.

3Freud, Sigmund. 1992. Psicología de las masas y análisis del yo. Obras completas. Buenos Aires: Amorrortu Editores

4Véase Kaes, René, José Bleger, Eugene Enríquez, Franco Fornari, Paul Fustier, René Roussillon y Jean Pierre Vidal. 1998. La institución y las instituciones. Estudios psicoanalíticos. Buenos Aires: Editorial Paidós.

5Enriquez, Eugene. 1998. "El trabajo de muerte en las instituciones". La institución y las instituciones, editado por René Kaes et al., 84-119. Buenos Aires: Editorial Paidós.

6Legendre, Pierre. 1994. Lecciones VIII. El crimen del cabo Lortie. Tratado sobre el Padre. Madrid: Siglo XXI Editores.

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