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Trabajo social

On-line version ISSN 2256-5493

Trab. soc. vol.23 no.2 Bogotá July/Dec. 2021  Epub Apr 27, 2022

https://doi.org/10.15446/ts.v23n2.87711 

Artículos

Mujeres y territorios: estrategias de resistencia a las estructuras que generan condiciones de exclusión social*

Women and Territories: Strategies of Resistance to Structures that Generate Conditions of Social Exclusion

Mulheres e territórios: estratégias de resistência a estruturas que geram condições de exclusão social

**Investigadora asociada Centro de Investigación CIELO, Universidad Santo Tomás, Santiago de Chile, Chile, Diplomada en Género y Violencia. Magíster en Ciencias Sociales, mención Sociología de la Modernización, Universidad de Chile. Investigadora Asociada, Centro de Investigación CIELO, Universidad Santo Tomás. Chile. barraloboscatalina@gmail.com / https://orcid.org/0000-0002-3390-1927

***Directora Centro de Investigación CIELO, Universidad Santo Tomás, Santiago de Chile, Chile, Doctora en Estudios Americanos, mención estudios sociales y políticos. Correo electrónico: pamelacaroi@santotomas.cl / https://orcid.org/0000-0001-8177-9295


Resumen

El artículo busca profundizar en las estrategias de resistencia que desarrollan las asambleas territoriales de mujeres, frente a las condiciones de exclusión social que viven. Para ello fue realizado un análisis cualitativo de ocho entrevistas. Se concluye que identifican capitalismo y patriarcado como estructuras de dominación, frente a las cuales realizan estrategias de resistencia desde una posición feminista de clase, relacionadas con la colectivización del trabajo reproductivo, una utilización del espacio público que tensiona los mandatos de género en torno a temas como la sexualidad y la importancia de la comunidad para romper con la exclusión de las mujeres como colectividad.

Palabras clave: feminismo; capitalismo; patriarcado; exclusión social; resistencias; participación

Abstract

The article seeks to study in depth the resistance strategies developed by the Territorial Assemblies of Women, facing the conditions of social exclusion that they live. For this, a qualitative analysis of 8 interviews was carried out. It is concluded that they identify capitalism and patriarchy as structures of domination against which they carry out resistance strategies from a feminist class position related to the collectivization of reproductive work, a use of public space that stresses gender mandates around issues as sexuality and the importance of community to break with the exclusion of women as a community.

Keywords: capitalism; feminism; participation; patriarchy; resistances; social exclusion

Resumo

O artigo busca estudar em profundidade as estratégias de resistência desenvolvidas pelas assembleias territoriais de mulheres, diante das condições de exclusão social em que vivem. Para isso, uma análise qualitativa de oito entrevistas foi realizada. Concluímos que identificam o capitalismo e o patriarcado como estruturas de dominação, contra as quais realizam estratégias de resistência a partir de uma posição feminista, relacionada à coletivização do trabalho reprodutivo, ao uso do espaço público que enfatiza os mandatos de gênero em torno de questões como a sexualidade e a importância da comunidade para romper com a exclusão das mulheres como comunidade.

Palavras-chave: feminismo; capitalismo; patriarcado; exclusão social; resistências; participação

Introducción

En Chile, durante la última década, nuevos(as) actores se incluyen en el activismo, y con ello se posicionan en el debate público problemas anteriormente no profundizados. Desde el movimiento estudiantil y en respuesta al conservadurismo cultural de la sociedad chilena, se ha fortalecido el movimiento feminista (Follegati 2018, 263), visibilizando las demandas sociales de las mujeres, que se han posicionado a través de las organizaciones, la lucha en la calle y el activismo político (Follegati 2018, 264), adquiriendo mayor poder y protagonismo en el contexto social. Esto se ha expresado en amplias convocatorias y conformación a nivel nacional de movimientos sociales como "Ni una menos" o la "Marea feminista" del año 2018, donde estudiantes expresaron sus demandas por una educación no sexista y denunciaron situaciones de acoso sexual en el contexto educativo (de profesores, funcionarios y compañeros). A esto se suman las amplias convocatorias a hitos políticos como la marcha conmemorativa del Día Internacional de las Mujeres Trabajadoras, 8 de marzo, a la que, en los años 2019 y 2020, asistieron millones de mujeres para exigir sus derechos.

En este contexto, donde los feminismos y movimientos sociales de las mujeres han logrado aumentar su posicionamiento político y social, han emergido diferentes formas de organización, entre ellas las asambleas territoriales de mujeres, que han proliferado masivamente tras la revuelta popular de octubre del 2019 en Chile. Se encuentran compuestas por mujeres, principalmente jóvenes, estudiantes universitarias o profesionales. En los lugares donde se desarrollan se da una intersección entre feminismo, condición de clase (trabajadora) y territorialidad, la que resulta interesante observar en un marco donde estas organizaciones se construyen desde una crítica al sistema capitalista patriarcal, buscando generar un contrapoder que se materializa en estrategias, que hemos denominado de resistencia autónomas y autogestionadas, no solo con una crítica dirigida hacia el sistema, sino que también tensionando su funcionamiento y haciendo patentes sus fisuras.

Actualmente Chile, al igual que el resto del mundo, enfrenta una crisis sanitaria producto de la pandemia global del virus coviD-19, la que se estaría transformando a su vez también en una crisis económica, social y de empleo (Nodo XXI, 2020). Los sectores populares más amenazados por este contexto, bajo un sistema económico neoliberal, que les entrega in-certidumbres y condiciones de precariedad, han desplegado una respuesta inmediata basada principalmente en la solidaridad de clase y de género, donde las asambleas territoriales han jugado un rol protagónico tanto en acciones directas para mitigar la crisis, retomando las "ollas comunes" para satisfacer el hambre de las familias desempleadas, como en acciones de protesta por la ineficiente respuesta del Estado en el plano sanitario y económico social.

Este artículo sigue la línea de investigación sobre género, organización y ciudadanía. Se inscribe en una investigación más amplia, que tiene por objetivo caracterizar la constitución de las asambleas territoriales de mujeres de las comunas de La Florida y Puente Alto, donde existe una articulación entre las feministas de la zona. Además, según datos del Centro de Estudios y Análisis del Delito (2016) la tasa de denuncias (cada 100.000 habitantes) por violencia intrafamiliar, fue de un 486 en La Florida y 432 en Puente Alto, dentro de las más altas de la Región Metropolitana.

El problema que aborda el artículo es la relación entre la emergencia de estas organizaciones, que buscan reunirse en espacios separatistas constituidos como asambleas territoriales, las condiciones de exclusión social a las que se enfrentan en los territorios desde el punto de vista de género y clase, y las estrategias de resistencia que desarrollan frente a ello. Las preguntas de investigación que orientaron el artículo fueron ¿cómo perciben las estructuras de dominación? y ¿cuáles son sus estrategias de resistencia?

Para la interpretación de las resistencias, se tomó el concepto de estrategia desde De Certeau (2007), quien establece que dichas acciones solo pueden ser realizadas bajo la posesión de un lugar propio, dado principalmente por el individuo que lo construye; y desde Scott (1990), quien agrega que estas surgen producto de la forma similar de operar de las estructuras de dominación, donde no solo existe una apropiación material cooptada por la clase privilegiada, sino que también una humillación personal sistemática a la dignidad humana, fruto del ejercicio de poder de dicha clase. La investigación siguió una opción metodológica cualitativa, siendo la principal técnica de recolección de información la entrevista semiestructurada, realizada a ocho mujeres integrantes de las Asambleas Territoriales, las que se sometieron a un análisis de contenido categorial. El criterio de selección fue que participaran activamente desde sus inicios y de manera constante a lo largo del tiempo, ya que mantienen una mayor preocupación y "experiencia real" con el objeto de investigación (Flick 2015, 141).

Antecedentes

Participación social y acción política de las mujeres en Chile

Las mujeres han desarrollado diferentes formas de participación y organización colectiva a lo largo de la historia en América Latina, durante el siglo XX, instalando nuevos temas al debate público. Dos ejemplos relevantes a nivel latinoamericano de colectividades lideradas por mujeres son el movimiento de "Las Madres de Plaza de Mayo" y el colectivo de trabajadores y trabajadora "Tupac Amaru", ambas de Argentina, que tienen en común la búsqueda de justicia social, y en el caso del último "abre la pregunta por la incorporación de las demandas de las mujeres de los sectores populares" (Tabbush y Caminotti 2015, 150).

En Chile la participación social y política de las mujeres se articula con mayor profundidad en un primer periodo entre 1940 y 1950, quienes se organizan por la reivindicación de derechos civiles, teniendo un importante rol el Movimiento Pro Emancipación de la Mujer Chilena (MEMCH), que nace con el objetivo de problematizar el rol de las mujeres y su derecho al sufragio universal, alcanzado en 1952 para las elecciones presidenciales. Posteriormente siguieron dos décadas denominadas como "el silencio feminista" en las que se diluyeron las demandas de orden de género (Ríos, Godoy y Guerrero 2003), lo que generó un reforzamiento valórico-ideológico en la esencialización de la familia, asumida por pasivas mujeres de sectores medios y populares (Kirkwood 2010, 43). En la década de los setenta surge una nueva ola de movilizaciones, mujeres organizadas por la democracia y los Derechos Humanos, en un contexto de dictadura militar, donde "la reflexión feminista surge desde la reflexión sobre la democracia -incautada- y desde una revaloración y rescate de sus contenidos" (Kirkwood 2010, 37).

Posterior a los años setenta, las investigaciones académicas, relacionadas con la forma en que se organizan y movilizan las mujeres pobladoras, particularmente en los territorios, han estado centradas en el periodo de la dictadura miliar en Chile o principios de los años noventa, tras la vuelta a la democracia (Valdés 2000; Moyano 2016). Después de ello se debilita el movimiento y al mismo tiempo la investigación académica relacionada con la organización de mujeres en los territorios (Feliú 2009, 702).

En el inicio del siglo XXI, el financiamiento para las organizaciones de mujeres no gubernamentales se complejizó, pues Chile ya no era considerado un país receptor de donaciones y financiamientos internacionales, por lo que se inicia una disputa por fondos estatales, y resulta ser una transición difícil (Hiner 2019, 173), ya que significó para las organizaciones sociales redefinir sus propuestas y programas políticos, desde la autonomía, transfiriendo parte del legado de su trabajo a la ejecución de políticas desde el Estado (Rodríguez, 2007 en Hiner 2019, 266). Estas, por su carácter masivo, además, no profundizaban en las distinciones, como por ejemplo de 320 raza, etnia o clase social, al considerar la existencia de una suerte de "igualación" entre todas las mujeres frente al patriarcado, perdiendo el análisis de clase y el discurso marxista, que hasta ese momento las organizaciones principalmente feministas sostenían (Feliú 2009, 704).

A partir del año 2000 aumentan los encuentros internacionales feministas y se generan nuevos espacios de intercambio, comenzando también a instalarse el movimiento en barrios y universidades (Feliú 2009, 706). Durante el 2007 se registran movilizaciones masivas de carácter feminista como la marcha por la distribución de la píldora del día después (o anticonceptivo de emergencia) de forma gratuita. Lamadrid y Benitt (2019) realizan un recorrido histórico de los hitos de este movimiento a partir de dicha fecha, destacando, por ejemplo, la campaña "¡Cuidado! El machismo mata", el movimiento "Ni Una Menos", las movilizaciones y campañas masivas por los derechos reproductivos de las mujeres como fue la campaña "Miso pa' Todas"1 y la movilización por un aborto libre, seguro y gratuito. Enfatiza también en la importancia de las instancias de articulación que ha logrado el movimiento la "Coordinadora 8 de Marzo" y la "Coordinadora Feministas en Lucha" y los hitos conmemorativos anuales que se realizan en fechas como el 8 de marzo, el 25 de julio "Día por el aborto libre, seguro y gratuito" y el 25 de noviembre "Día internacional por la eliminación de la violencia contra la mujer".

Entre los meses de mayo y julio del 2018, acontece una de las movilizaciones feministas más masiva en la historia de Chile, que emerge principalmente desde universidades y liceos, con el objetivo de denunciar públicamente "antiguas y silenciadas prácticas machistas cotidianas de abusos y acosos, relaciones de poder y objetivación" (De Fina y Figueroa 2019, 51), vivencias compartidas por las estudiantes que dan cuenta precisamente de un machismo estructural violento que se ha perpetuado a lo largo del tiempo en el sistema educativo escolar, técnico-profesional y universitario.

Es necesario relevar la importancia del recorrido histórico que han realizado las organizaciones de mujeres en Chile, como estrategia de resistencia a las diferentes formas que ha adoptado el patriarcado. Reconocerla implica pensar el surgimiento de nuevas organizaciones feministas, como las Asambleas Territoriales de Mujeres, como parte de un devenir histórico que se relaciona con la participación y organización de las mujeres en territorios y poblaciones, desde un feminismo popular, al mismo tiempo que en espacios más institucionales o académicos.

Conceptualmente la participación de las mujeres se entiende asociada dialécticamente a la noción de ciudadanía, entendida como una expresión de agencia humana en el ámbito político, que implica dejar de verlas solo como víctimas pasivas (sin perder de vista las limitaciones estructurales e institucionales), expresada en luchas políticas para defender derechos, re-interpretarlos y extenderlos (Lister 2012).

Mujeres en los territorios: asambleas de mujeres y feminismo

En Chile durante los últimos años surge una incipiente tendencia a retomar las organizaciones de pobladoras a nivel barrial, ya que existe una consideración del territorio como el espacio donde se materializan todas las formas de violencia estructural (Colectiva Kullay 2020). Estas organizaciones retoman este tipo de participación política, desde un funcionamiento de carácter principalmente "asambleístico". Si bien existen antecedentes de algunas colectividades que se mantienen activas desde hace ya cerca de una década, su auge se inicia en el 2017, aumentando masivamente durante octubre del 2019, desarrollándose prácticamente en todas las comunas de la Región Metropolitana en el proceso de movilización y revuelta que se iniciara a partir del 18 de octubre para denunciar las exclusiones sociales generadas por un sistema económico de orden neoliberal.

Las Asambleas han elaborado una crítica desde los territorios y han generado estrategias de resistencia al modelo capitalista neoliberal y al patriarcado como modelo cultural meta estable, abordando diferentes esferas de la vida de estas mujeres, relacionadas con la denuncia de desigualdades derivadas de las diferencias de género, clase, raza, nacionalidad y orientación sexual. Precisamente en esto se diferencian de la trayectoria del feminismo chileno tradicional (Follegati 2018, 264), más situadas desde la interseccionalidad, definida como los complejos efectos que se producen tras la intersección de múltiples ejes de diferencia (Expósito 2012); de esta forma el cuerpo es concebido "como un espacio atravesado por diversas problemáticas, cruces, que configuran una relación contradictora y compleja en relación a los dispositivos que se introyectan como mecanismos clasificatorios y diferencia-dores" (Follegati 2018, 265).

Internacionalmente las reflexiones de las pobladoras también han estado presentes en diferentes instancias, como la asamblea "El Derecho a la Ciudad: Violencias Urbanas, Vivienda, Movilidad" realizada en el "Encuentro Feminista Latinoamericano y del Caribe" del año 2017, donde se afirmó la importancia de promover el uso social de la tierra, y la regulación popular y barrial del uso del suelo, para lo que se refuerza la necesidad de que las mujeres se apropien con ideas feministas de barrios, plazas y calles como lugares para encarnar el encuentro entre mujeres.

Particularmente en Chile, como ya fue mencionado, existe una actualización del activismo de las organizaciones de mujeres populares, que retoma el sentido de la histórica participación de las pobladoras en los años ochenta, en el marco de la lucha contra la dictadura. En conjunto con ello, se han desarrollado instancias a nivel nacional donde las mujeres de estas y otras organizaciones reconocidas como feministas populares han podido participar; ejemplo de ello es el "Encuentro Plurinacional de Mujeres que Luchan", desarrollado durante diciembre del 2018 en Santiago, en el que participaron más de 1.500 pobladoras y feministas, provenientes de diferentes sectores del país (Hiner 2019), que posteriormente ha vuelto a ser realizado en enero del 2020, donde participaron mujeres desde la academia hasta organizaciones territoriales.

La revuelta popular busca reclamar ante la precarización de la vida, producto del modelo neoliberal patriarcal que ha extremado las desigualdades. Desde las organizaciones feministas, donde participan mujeres y disidencias sexuales, como la Coordinadora 8 de Marzo, Ni una menos, Red Chilena Contra la Violencia hacia las Mujeres, Asociación Nacional de Mujeres Rurales e Indígenas (ANAMURI), colectivas de estudiantes, organizaciones territoriales de mujeres, entre otras, han relevado en este proceso la importancia de insistir en que la nueva constitución "sea feminista", lo que no solo refiere a una participación paritaria, sino que las demandas y necesidades de las organizaciones formen parte de este nuevo pacto social. La revuelta ha tenido un fuerte impacto en los territorios, generando importantes espacios de movilización y organización a partir de la vida en comunidad, donde las Asambleas Territoriales de Mujeres, con una amplia convocatoria, han desarrollado instancias de agitación y protesta feminista.

Las Asambleas tienen diversas trayectorias. En la zona sur de Santiago, existen dos con una alta convocatoria, la Asamblea de Mujeres Cordillera, ubicada en la comuna de Puente Alto, y la Asamblea de Mujeres y Disidencias de Trinidad, ubicada en la comuna de La Florida. En ambas participan mujeres en edades de 20 a 50 años aproximadamente, sin embargo, la mayoría se concentran entre los 25 y 30 años, quienes son en general estudiantes universitarias o profesionales, que han vivido por años dentro de dichas comunas, por lo que mantienen una identidad con ella. Este doble rol estudiante/profesional y pobladora ya ha sido descrito por la literatura (Hiner 2019), sosteniendo que el neoliberalismo ha generado cambios en las formas de participación y construcción propiamente del feminismo popular, ya que ha situado a las mujeres en el cumplimiento de dobles jornadas, lo que afectaría su tiempo disponible para la participación en organizaciones.

En el presente, Chile mantiene un contexto donde la revuelta popular de octubre del 2019 y la pandemia por el covro-19 se encuentran latentes dentro de la sociedad, procesos donde las Asambleas Territoriales han tenido especial protagonismo, transitando entre la protesta social y la construcción de redes solidarias para paliar el hambre y la pobreza (Nodo XXI 2020), lo que, al cruzarse con el movimiento feminista, ha generado estrategias particulares, que las diferencian de otras organizaciones comunitarias a nivel local, y que retoman un lugar de organización histórica relevante, debilitado posterior a la vuelta a la democracia.

Vínculo capitalismo-patriarcado

Desde el feminismo se ha realizado una crítica al capitalismo neoliberal que en vínculo con el patriarcado genera las condiciones para el desarrollo de la dominación masiva hacia las mujeres (Fraser 2015), la que si bien se materializaría principalmente en las condiciones relacionadas con la esfera económica y estructura de clases, donde el propósito principal es la dominación mediante la apropiación material (Gramsci 1970), genera otras esferas de explotación más vinculadas a lo cultural y la experiencia social, denominada "hegemonía cultural" (Scott 1990), relacionada con la forma en que la clase dominante ejerce poder sobre la dominada, sin que ellos y ellas lo deseen (Gramsci 1970).

Este contexto genera condiciones de exclusión social relacionadas con la clase y el género. A pesar de que el concepto es utilizado desde diferentes perspectivas y que ha sido integrado en distintos tipos de sociedades con discursos más difusos (Castel 2014, 17), continuará estando presente en la discusión social y política, por lo que es relevante comprender que las condiciones de exclusión de algunos colectivos de la sociedad corresponden a una relación negativa impuesta desde un modelo que genera estas diferencias.

Desde las categorías de género, feminismo e interseccionalidad, el elemento común que cobija el marco de referencia para el análisis de relatos de 324 mujeres es el reconocimiento del peso cultural del patriarcado, como sistema histórico y metaestable, que ha producido una sociedad desigual e injusta, que sostiene estrategias de dominación, que, de mantenerse, generan malestar social y nuevas estrategias de resistencia para romper con mandatos de género, movilizadas desde la indignación tanto por la apropiación material de una clase privilegiada, como por la humillación (Scott 1990, 31).

Para superar estas estructuras es necesario abarcar tanto diferencias distributivas, como problemas de reconocimiento y representación (Fraser 2015), con foco en una interseccionalidad política que facilite comprender la forma en que las estrategias políticas centradas en una dimensión de la desigualdad marginalizan las soluciones que se pueden entregar sobre los efectos interseccionales de ella (Crenshaw en Cruells, 2015), con el objetivo de que sujetas y sujetos, tengan los recursos para interactuar en igualdad de condiciones y distantes de jerarquías de distinto orden (género, clase, raza, etc.).

En la actualidad estamos en un proceso de cambio civilizatorio (Valcárcel 2009), en el que, desde la perspectiva ética-política, las ciencias sociales podemos hacer un aporte, comenzando a reconocer las capacidades subversivas del feminismo como marco comprensivo, pero también desde mujeres concretas, que comienzan a romper con mandatos tradicionales de género (Caro 2017, 135). Estas estrategias se constituyen en torno a los principios de poder y voluntad, lo que hace posible generar lugares teóricos, a la vez que vínculos que se esfuerzan por reestructurar las relaciones sociales (De Certeau 2007, 45).

Metodología

La investigación empírica principal que da origen a este artículo fue de carácter exploratoria-descriptiva, ya que permitió profundizar en temas novedosos o poco estudiados (Cazau 2006). Coherente con la problematización y preguntas de investigación, el diseño metodológico fue cualitativo, sustentado en un enfoque epistemológico hermenéutico (Ruiz 2003) privilegiando la interpretación de las subjetividades presentes en relatos en primera persona. La técnica de producción de información utilizada correspondió a la entrevista semiestructurada del tipo centrada en el problema, ya que generó mejores condiciones para que las entrevistadas expresaran su punto de vista sobre el tema y las preguntas se orientaran principalmente al conocimiento sobre hechos o procesos de socialización (Flick 2015, 20). Las entrevistas fueron realizadas cara a cara, lo que facilitó comprender las opiniones entregadas con sus palabras (Vela 2004), además del lenguaje corporal y gestual.

En la investigación participaron ocho mujeres -cuatro de la Asamblea de Mujeres Cordillera y cuatro de la Asamblea de Mujeres y Disidencias de Trinidad. El trabajo de campo se realizó entre los meses de diciembre del 2019 y enero del 2020. El criterio muestral correspondió a mujeres que formaran parte de las organizaciones desde sus inicios y que durante el proceso de realización de las entrevistas mantuvieran una participación constante y activa. De esta forma, los criterios se relacionan con el interés centrado en las personas que mantienen una mayor preocupación y "experiencia real" con el objeto de estudio, ya que tendrían una larga vivencia con el problema sobre el que deseábamos indagar (Flick 2015, 52). La edad de las entrevistadas fluctúa entre 20 y 34 años y son profesionales o estudiantes universitarias. La información se interpretó bajo la técnica análisis de contenido organizado por categorías, ocupando un lugar central el contexto social en que los discursos y posiciones son producidas (Vásquez 1994), lo que facilitó sistematizar la información, a la vez que permitió establecer relaciones entre los datos y formular inferencias reproducibles y válidas aplicadas a cada contexto (Krippendorff 1990, 28). Se llevó a cabo una transcripción literal de las entrevistas y posteriormente una categorización inductiva (Mejía 2011), ya que permitía organizar mejor la información en torno a dos categorías, las estrategias de resistencia que desarrollaban las organizaciones y las condiciones de exclusión social que identificaban las mujeres de estas organizaciones.

Análisis de los resultados

Percepción sobre las estructuras de dominación

En relación con las estructuras de dominación identificadas, existe un acuerdo en reconocerlas como el capitalismo y el patriarcado que, al articularse, genera en sus palabras una "alianza criminal" dirigida hacia las mujeres, basada en esquemas de dominación. "Contra el patriarcado, el capitalismo, el racismo, y creemos que esos son los pilares a los cuales hay que atacar, que son los que nos oprimen realmente a las mujeres. [...] al final todo apunta a la dominación masculina" (entrevistada 7, 26 años, Asamblea Cordillera).

Esta alianza se materializaría en una dominación de clase, no solo en lo económico, sino también en una "hegemonía cultural", de género, donde los intereses del hombre blanco heterosexual han primado por sobre los de 326 las mujeres; estructuras y expresiones de ellas frente a las que declaran se encontrarían permanentemente en resistencia. "Creo que como tenemos estas nociones como anticapitalismo, antihetero norma, antipatriarcado, como que estamos en constante resistencia" (entrevistada 3, 22 años, Asamblea de Trinidad). Reconocen que la dominación como mujeres de la clase trabajadora se materializaría en condiciones concretas de exclusión social, que las sitúan en una posición desventajosa en relación con los hombres y en general en la estructura social. "Bueno, el mismo tema de la clase también, entendemos que somos mujeres que vienen desde abajo, y que nuestras posibilidades y oportunidades no han sido las mismas" (entrevistada 5, 27 años, Asamblea Cordillera). Las relaciones sistemáticas de subordinación generadas por el proceso de apropiación (Scott 1990) se ha traducido en menores oportunidades dentro del tejido social, situación que enfrentan de forma consciente quienes participan en ambas Asambleas.

En este contexto el poder sería identificado no solo como instituciones a "tomar", sino también como espacios dentro de las relaciones sociales (tanto culturales como económicas) a disputar. Forma parte de ellas la división sexual del trabajo, originada principalmente en la función reproductiva asignada culturalmente a las mujeres (Federici 2016), y que se manifiesta en la división trabajo productivo/trabajo reproductivo. Desde las Asambleas, reconocen que esta división se traduce también en la existencia de ocupaciones masculinizadas que posicionan a los hombres en un lugar de poder por poseer conocimientos técnicos sobre oficios que tienen mayor reconocimiento social, como por ejemplo la electricidad, lo que agudizaría la situación de subordinación de género dentro de los hogares. "Muchas de las mujeres que fueron, que eran todas arriba de cincuenta años, decían yo no tengo hombres en mi casa, nunca aprendí a usar, no sé, un destornillador" (entrevistada 7, 26 años, Asamblea Cordillera).

Desde ambas organizaciones existe un diagnóstico local crítico en relación con la gestión de agentes del Estado sobre las violencias generadas por las estructuras y condiciones de exclusión social ya mencionadas, reproducidas en el territorio principalmente por las políticas municipales, desde donde reconocen abandono hacia estos colectivos, en conjunto con el desarrollo de una serie de acciones represivas y coercitivas a las estrategias de resistencia que generan como organizaciones territoriales. "Siempre hemos tenido muchas críticas del rol del municipio en toda la violencia que viven las mujeres acá y el abandono, más que ellos sean los causantes, sí son muy negligentes como en las políticas" (entrevistada 8, 28 años, Asamblea Cordillera).

Estas estructuras de dominación generan condiciones de exclusión social, por cuanto extreman la desigualdad en el acceso al ejercicio de la ciudadanía. La estructura de género ha coartado históricamente a las mujeres de esta participación, reinterpretándola y condicionando su posibilidad de formar parte del discurso público: "el ciudadano es principalmente un participante en el debate político y en la formación de opinión pública. [...] depende crucialmente de las capacidades de consentimiento y discurso, de la capacidad para participar a la par que otros en el diálogo" (Fraser 2015, 57). En consecuencia, generar condiciones de igualdad en estructuras como la de género sería decisivo en el desarrollo de una ciudadanía activa de las mujeres, de forma que "en lugar de ver la ciudadanía como el medio para realizar los derechos, debemos ver los derechos como uno de los medios para lograr la igualdad de ciudadanía" (Voet 1998, 73 traducción propia).

Estrategias de resistencia

Frente a las condiciones descritas, las Asambleas de Mujeres estudiadas han desarrollado estrategias de resistencia, con el objetivo de romper con las lógicas impuestas y formas explícitas de exclusión y subordinación social.

Definen desde un inicio como espacio de resistencia el lugar desde donde se organizan, ya que en su mayoría son universitarias o profesionales con acceso a otros espacios organizativos; sin embargo, eligen el territorio de una forma estratégica y políticamente pensada para organizarse, generando resistencia mediante la problematización comunitaria vía la discusión política de las estructuras. "Me he ligado a la política que se puede gestar desde el territorio, la organización comunitaria, porque encuentro que el territorio es donde confluyen distintos actores... estudiantes, trabajadores, pobladoras y desde ahí lograr ciertos niveles de discusión" (entrevistada 2, 24 años, Asamblea de Trinidad).

Una segunda estrategia de resistencia se origina en torno a la división sexual del trabajo. Consiste en desarrollar canales de discusión y posicionamiento de este tema dentro de la comunidad, autogenerando escuelas de oficios históricamente masculinizados, que faciliten a las mujeres adquirir un conocimiento para disputar espacios de poder en el contexto doméstico, a la vez que se fortalezcan en autonomía.

Aprender de electricidad igual ha sido una función que siempre el hombre ha tenido de la mano... fueron aprendiendo y eso te va generando autonomía... entonces nosotras lo que apuntamos con la escuela de oficios, es aprender oficios... disputar un poco el poder de quien tiene ese oficio actualmente y generar autonomía en las mujeres (entrevistada 7, 26 años, Asamblea Cordillera).

Estas estrategias han sido de utilidad también para convocar a mujeres de edades más avanzadas, que corresponde a un objetivo de ambas organizaciones, ya que reconocen una dificultad en dicha convocatoria principalmente por diferencias en el lenguaje generacional. "Las mujeres adultas quizás no entienden como los mismos conceptos que nosotras" (entrevistada 7, 26 años, Asamblea Cordillera).

Reconocen que, para mantener su participación activa en las organizaciones, el trabajo de cuidados o reproductivo afecta a los diferentes rangos etarios. La estrategia de resistencia ha sido el cuidado colectivo, por ejemplo, durante la realización de las reuniones. "Se trabajan cosas como cuidado conjunto; las cabras que asistan con sus bebés las mujeres son todas las que nos hacemos cargo, para que la compañera pueda efectivamente discutir y estar presente en la asamblea" (entrevistada 2, 24 años, Asamblea de Trinidad). Sin embargo, no sería suficiente para sostener su participación de forma permanente, por lo que consideran necesario proyectar otras estrategias.

Tuvimos dificultades con las mujeres que eran madres y con hijos chiquititos porque no tenían los mismos tiempos, o si nos íbamos a reunir un día, ellas no podían e igual después se tomaban decisiones. A veces igual se dieron los espacios para cambiar el día, pero al otro día ellas tampoco podían ir y obviamente se entiende; y tampoco teníamos un espacio de cuidado de niños (entrevistada 6, 26 años, Asamblea Cordillera).

Fue posible identificar en el discurso de las entrevistadas que existe acuerdo en el reconocimiento de que las acciones de reunirse, encontrarse, conocerse y colectivizar al interior de la organización son en sí mismas una forma de resistencia, ya que conciben la posibilidad de poner en práctica estrategias alternativas a las que promueve el capitalismo y el patriarcado, resistiendo desde lo cultural. "Creo que la primera resistencia es reunirse, súper importante colectivizar los sentires e ideas, creo que una de las cosas más importantes que marcó este estallido social tanto a nivel de las asambleas feministas, territoriales o mixtas es volver a vernos las caras como oprimidos, como explotados y explotadas" (entrevistada 1, 34 años,

Asamblea de Trinidad). Además, en esta acción de encontrarse como mujeres pobladoras desde el territorio, rompen con mandatos de género, relacionados con la forma de hacer política local, introduciendo nuevas demandas. "Empezar a hablar temas que generalmente no se hablaban en el territorio como sexualidad, por ejemplo, y recuperar el espacio que igual nos había sido negado. La mujer a la casa, a la cocina, a la olla, pero no discutir política, que eso la hacen los hombres" (entrevistada 2, 24 años, Asamblea de Trinidad). Estas formas de relacionarse definen la constitución de las Asambleas como un lugar propio de mujeres, dotado de intencionalidad y determinación estructural, fundamentales en la reproducción de la autonomía de cada una de ellas (Tobío 2005).

La ocupación del espacio público como forma de oponerse a la asignación cultural histórica de las mujeres al espacio "privado", relacionado con la familia, el hogar y el trabajo doméstico y reproductivo, es valorada porque posiciona las demandas de género y clase en el territorio, generando mayor visibilidad para vecinas y vecinos, tanto de la propia organización, como del discurso antipatriarcal y anticapitalista. "Esto de tratar de adueñarse un poco del espacio, que siempre hemos tratado de verlo así, de ser visibles, de estar ahí" (entrevistada 4, 20 años, Asamblea de Trinidad).

Una tercera estrategia de resistencia vinculada con el uso del espacio público ha sido el "copamiento" que realizan de plazas, canchas y calles, con acciones de protesta, autoformación o jornadas de agitación territorial, que han permitido instalar en los territorios temas generalmente relegados a la esfera privada o doméstica como la sexualidad, donde comprenden el cuerpo como una herramienta para la resistencia, pero también como un lugar desde el cual llevarla a cabo. "Copar el espacio público cumple una multifuncionalidad igual... cómo se plantea la resistencia de la construcción propia de la asamblea, nosotras como mujeres, autocuidado, cómo entender el cuerpo para la resistencia, se hacen talleres de baile, círculos de mujeres, taller de ginecología natural" (entrevista 2, 24 años, Asamblea de Trinidad).

Estas organizaciones han logrado también posicionar hitos anuales en el espacio público, para fechas emblemáticas de las luchas de las mujeres por sus derechos, como el 8 de marzo o el 25 de noviembre, otorgándole historicidad a dichas conmemoraciones. "Siempre ha estado muy presente para nosotras que ciertas fechas claves no pasen desapercibidas en el territorio. Eso creo que sí lo hacemos más conscientemente, como resistir que esas no sean unas fechas olvidadas o generar hitos en esos momentos" (entrevistada 8, 28 años, Asamblea Cordillera). Finalmente, señalan que estos hitos han sido de relevancia para articularse con otras organizaciones de mujeres de manera amplia, reconociendo que además de ser una estrategia de resistencia se transforma en una medida de empoderamiento colectivo, que les permitiría establecer acciones conjuntas, articulando una posición política común como mujeres desde los territorios.

Conclusiones

Quienes forman parte de las Asambleas Territoriales de Mujeres, si bien retoman una participación política histórica en los espacios barriales, sobre todo en tiempos de dictadura militar, que posteriormente transitó por un periodo de letargo y menor actividad, cuentan con un perfil distinto del movimiento estudiado en los ochenta y noventa. Principalmente por el ingreso a educación superior, que les ha permitido tener mayor acceso a información y a otros espacios de participación política, en sus casas de estudio o lugares de trabajo; sin embargo eligen políticamente participar y organizarse de manera prioritaria en los territorios que habitan, reconociéndolos como espacios donde se materializan todas las formas de opresión, y desde los cuales eligen trabajar por una mayor justicia social, enfrentada desde la redistribución, el reconocimiento y la representación (Fraser 2015). Además, añaden a la organización territorial un carácter feminista, que busca romper mandatos de género, relacionados con la forma más tradicional de hacer política en estos espacios, es decir, una participación construida no solo en torno a instancias como las ollas comunes que históricamente en Chile han sido lideradas por mujeres, sino también desde la discusión y autoformación política, profundizando demandas relacionadas con el cuerpo y la sexualidad.

Existe reconocimiento de las entrevistadas respecto a optar por el feminismo de clase como posición política, ya que les permite posicionarse simultáneamente frente a la desigualdad de género y clase, resultado del capitalismo y patriarcado, como estructuras de dominación. Enfrentan el espacio público, privado y político, integrando su participación en organizaciones sociales que tensionan formas históricas de organización y como ejercicio de una ciudadanía activa y empoderada, buscando contrarrestar la exclusión social de la que han sido víctimas como colectividad (Castel 2014, 17). En este contexto es interesante la propuesta en torno a relevar la importancia del cuidado colectivo, pensándolo como una estrategia de resistencia a la forma en que el patriarcado ha asignado culturalmente este tipo de trabajos y responsabilidades, abriendo preguntas y desafíos en torno al rol de la comunidad en el cuidado y la reproducción, y la forma en que desde la organización comunitaria se pueden generar estrategias para colectivizarlo, cuestión que incluiría una dimensión intergeneracional y de género.

A modo de síntesis, existen tres motivos importantes en las formas de resistencia que se desarrollan desde ambas Asambleas. Primero, la indignación de las mujeres por problemas distributivos, relacionados con una apropiación material que, como señala Scott (1990) sería cooptada por una clase privilegiada. Segundo, la humillación sistemática a la dignidad humana mediante las estructuras que las sitúan en una posición de subordinación permanente tanto en la esfera pública como doméstica. Y tercero, la búsqueda de generar las condiciones territoriales para un proceso que dé término a un modelo social y económico que solo extrema las desigualdades y que relega a las mujeres a una posición de sujeción en relación con los hombres dentro del entramado social.

Por su parte, las estrategias de resistencia realizadas desde ambas Asambleas podrían ser agrupadas en cuatro áreas. Primero, las relacionadas con la comprensión del territorio como un espacio donde es posible proyectar una organización entre oprimidos y oprimidas. Segundo, las estrategias relacionadas con romper la tradicional división sexual del trabajo, mediante la escuela de oficios, históricamente masculinizados, complementada con una propuesta de cuidado colectivo, otorgándole importancia en la medida en que permitiría tensionar el funcionamiento del modelo capitalista neoliberal, que ha situado a las mujeres en el centro de la reproducción humana (Federici 2016), colectivizando este trabajo y generando responsabilidad en la comunidad. Tercero, la concepción de que reunirse y reencontrarse dentro de una organización es una forma de resistir al individualismo propuesto por el capitalismo. Finalmente, la utilización del espacio público, sus calles y plazas para reunirse o realizar acciones públicas, como una forma de resistencia a la asignación cultural de las mujeres al espacio privado.

Líneas futuras de investigación

A partir de los hallazgos encontrados, sería interesante profundizar en la propuesta feminista comunitaria, sobre el cuidado colectivo, la forma en que se desarrollaría, la responsabilidad y el rol de la comunidad en ello, y los objetivos políticos de dicha transformación.

En el contexto de la pandemia por el COVID-19, han surgido formas y experiencias de organización y solidaridad popular que permiten mejorar el bienestar de las familias y comunidades desde diferentes asambleas territoriales de los sectores más afectados por la crisis económica que ha precarizado sus condiciones de vida. Sería interesante estudiar estas estrategias como formas de contrapoder popular, en conjunto con la percepción existente de la respuesta del Estado frente a la crisis.

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1"Miso" es empleado como abreviatura de Misotrol, fármaco utilizado para la interrupción del embarazo.

*La investigación que dio origen a este artículo es la tesis de magíster en Ciencias Sociales, mención en Sociología de la Modernización, Universidad de Chile: "Feminismo de clase: Asambleas Territoriales de Mujeres y estrategias de resistencia. Una mirada desde la experiencia de la Asamblea de Mujeres de Trinidad y Asamblea de Mujeres Cordillera". El artículo agradece el aporte de ANID/FONDEOYT/REGULAR N."1180590 y N."1181901.

CÓMO CITAR ESTE ARTÍCULO Barra Lobos, Catalina y Pamela Caro Molina. 2021. "Mujeres y territorios: estrategias de resistencia a las estructuras que generan condiciones de exclusión social". Trabajo Social23 (2): 315-334. Bogotá: Departamento de Trabajo Social, Facultad de Ciencias Humanas, Universidad Nacional de Colombia. Doi: 10.15446/ts.v23n2.87711

Recibido: 27 de Mayo de 2020; Aprobado: 17 de Marzo de 2021

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