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Escritos

Print version ISSN 0120-1263

Escritos - Fac. Filos. Let. Univ. Pontif. Bolivar. vol.28 no.61 Bogotá July/Dec. 2020  Epub Apr 28, 2021

https://doi.org/10.18566/escr.v28n61.a08 

Artículos

El Génesis yolombino Una aproximación al origen del universo literario de La marquesa de Yolombó

An approach to the origin The Genesis of Yolombó of the literary universe of La Marquesa de Yolombó

Sebastián Álvarez Posada1 

1Doctorando en Langues, lettres et traductologie de la Université de Liège, Bélgica. Profesor e investigador, Facultad de Ciencias Políticas, Universidad Pontificia Bolivariana, Colombia. Grupo de investigación Estudios Políticos, línea de estudios: lenguaje y acción. Correo electrónico: sebastian.alvarezpo@upb.edu.co


RESUMEN

El presente artículo tiene como propósito analizar, desde los estudios literarios, los aspectos de la vida de Tomás Carrasquilla que, reflejados en su novela histórica La marquesa de Yolombó, contribuyeron a la creación de Yolombó como un universo literario que expone las tensiones de la creación identitaria de la nación colombiana. Dicho propósito se alcanza a través de tres momentos: el primero, la identificación de las fuentes bibliográficas que dentro de la crítica literaria han abordado los aspectos biográficos del autor; el segundo, la exploración de la ruta minera que llevó a los primeros colonos españoles, establecidos en el municipio de Cancán, a migrar a municipios vecinos como Yolombó y Santo Domingo y, tercero, la revisión de las influencias de los relatos orales de la familia de Carrasquilla en la composición de la novela. Se concluye que el destino trágico que afronta en la obra el personaje de Bárbara Caballero puede suponer un rechazo del autor hacia el espíritu realista y de sumisión a la corona española de la legendaria marquesa. Esta hipótesis se apoya en que la Bárbara histórica, tía tatarabuela del escritor, desentonaba en medio de una familia que se mostró favorable a la causa independentista, tal es el caso de José María Córdova, distinguido prócer de la independencia, emparentado con Carrasquilla en el mismo grado de consanguinidad que Bárbara Caballero. Finalmente, en términos metodológicos, este trabajo se desarrolla como una investigación documental cuyo nivel es interpretativo.

Palabras clave: Literatura colombiana; Literatura antioqueña; Literatura regional; Novela histórica; Ficción fundacional, Tomás Carrasquilla, Marquesa de Yolombó

ABSTRACT

The present article aims to analyze, from literary studies, the aspects of the life of Tomás Carrasquilla that, reflected in his historical novel La marquesa de Yolombó, contributed to the creation of Yolombó as a literary universe that exposes the tensions of creation identity of the Colombian nation. This purpose is achieved through three moments: the first, the identification of bibliographic sources that within literary criticism have addressed the biographical aspects of the author; the second, the exploration of the mining route that led the first Spanish settlers, established in the municipality of Cancán, to migrate to neighboring municipalities such as Yolombó and Santo Domingo and, thirdly, the review of the influences of the oral accounts of the Carrasquilla family in the composition of the novel. It is concluded that the tragic fate that the character of Bárbara Caballero faces in the work may represent a rejection of the author towards the realistic spirit and submission to the Spanish crown of the legendary Marchioness. This hypothesis is based on the fact that the historical Bárbara, the writer's great-great-great aunt, was out of tune in the middle of a family that was favorable to the independence cause, such is the case of José María Córdova, distinguished hero of independence, related to Carrasquilla in the same degree of consanguinity as Bárbara Caballero. Finally, in methodological terms, this work is developed as a documentary investigation whose level is interpretive.

Keywords: Colombian literature; Antioquia literature; regional literature; historical novel; foundational fiction; Tomás Carrasquilla; Marquesa de Yolombó

Introducción

Macondo ha sido el universo literario por excelencia en la literatura colombiana. No obstante, cuatro décadas antes de la publicación de Cien años de soledad, Tomás Carrasquilla ya había construido otro mundo, el de Yolombó y su marquesa. Ambos universos son semejantes entre sí, en la medida en que son "representaciones paradisíacas y apocalípticas de Colombia y América Latina", tanto en Macondo como en Yolombó "la confrontación siempre áspera de la civilización y la barbarie nombran las etapas por las que los habitantes de las dos comarcas avanzan"1. Adicionalmente La marquesa de Yolombó, como novela histórica, puede ser tratada como una ficción fundacional, en la medida en que ofrece pistas interesantes sobre los procesos de formación identitaria de la nación colombiana.

La marquesa de Yolombó, a pesar del acuerdo general sobre su publicación en 1928, inicialmente fue dada al público por entregas en un periodo de casi nueve meses, entre junio de 1926 y febrero de 1927, en un semanario llamado Colombia2. A la fecha, se dispone de más de una veintena de ediciones, teniendo el honor de la editio princeps la Librería Antonio J. Cano de Medellín. Sin embargo, probablemente debido a las dificultades que supone para la empresa de la traducción el lenguaje regional que da voz a los personajes de la novela, no hay ediciones en lenguas extranjeras.

El libro cuenta con un apartado inicial, denominado A guisa de prólogo, en el que Carrasquilla presenta a sus lectores un relato compuesto por una mezcla de factores que oscilan entre la factualidad y la literariedad. Ofrece, en primer lugar, una descripción del Yolombó del siglo XVIII, haciendo énfasis en su fundación, su organización administrativa durante la colonia y también sobre el ambiente minero, este último aspecto, germen de la creación de la provincia de Antioquia, cuyas actividades económicas moldearon sus estructuras sociales.

Todo lo anterior, en un modo tal, que se recrea para los lectores una arista del pasado colonial, brindando así, de antemano, un escenario temporal lo suficientemente preciso para el desarrollo de la narración, hecho que le confiere a la novela una base histórica real, y de cierta manera, una promesa de que gran parte de la acción de los personajes se desarrollará en una atmósfera que no es ficticia. Carrasquilla, además, hace allí una alusión al vínculo familiar que lo emparenta con los personajes de la novela, lo que constituye también una prueba de los elementos factuales de la obra, pues el texto también es, en parte, un relato familiar.

Del mismo modo, y quizá como un recurso literario, Carrasquilla cataloga su texto como un cronicón, lo que ya les imprime a sus páginas cierta validez histórica, y permite que su obra pueda caracterizarse, claramente, como una novela histórica:

Tal fue el Yolombó a que pretendemos referirnos en estos cronicones. Serán ellos una novela o cosa así; y aunque tengan personajes que existieron con el mismo nombre que aquí llevan y los hayamos ajustado al carácter y hechos que les dan la leyenda y la tradición, no es ésta, en ningún concepto, más que una conjetura sobre esa época y sus gentes.

Advierto que a una señora le cambio el nombre; y a cierto sacerdote no sólo le cambio el apellido, sino que lo hago figurar diez años antes de su tiempo. A un malagueño lo convierto en zaragozano. Su índole es aragonesa, y, según contaba su nieto, muy mi bisabuelo, vivió mucho en Aragón, de donde partió para estas Indias. A la criolla de su mujer la habilito de española, por descender de andaluces y por justificarle el mote de la Sevillana, con que la apellidaban, por su desenfado y regocijo.

Me he permitido tamañas licencias, por tratarse, tan solamente, de evocar una faz de la colonia, en estos minerales antioqueños.3

Sobre estos comentarios iniciales, Mejía Duque señala que, en efecto, La marquesa de Yolombó es una novela con verosimilitud histórica. Refiere también que el público de 1928 recibió la novela tal y como se les ofrecía: "una historia imaginaria que fija sus propias pautas respecto de la realidad ordinaria"4. De tal manera, puede decirse que los lectores tomaron el libro como un relato sobre el recuerdo de un pasado coloreado por la minería, los señoríos, los esclavos y la devoción a España, imaginarios frecuentes en la Antioquia de las primeras décadas del siglo XX, en un ambiente social y económico que se abría al capitalismo y a la industrialización.

El propósito de esta investigación es recrear el ambiente que dio origen al Yolombó carrasquillano. Para tal fin, se explorarán los aspectos de la vida del autor que se vinculan con la Marquesa, pues según las propias declaraciones de carrasquilla en su correspondencia, esta novela es un tributo a Antioquia, pero también a sus antepasados. El escritor, remontándose unas generaciones atrás, se inspiró en sus ancestros por línea materna, la familia Moreno, para emprender la compleja construcción de los personajes de la obra, a la par que, a partir de las historias que escuchó de sus parientes sobre el Yolombó colonial, recogió todos los elementos que nutrieron la creación del otro Yolombó, el literario.

Adicionalmente, la atmósfera minera que sirve de telón de fondo para desarrollar la narración, actividad prototípica de la economía antioqueña durante la colonia y el primer siglo de vida republicana, es un vivo reflejo del entorno de la niñez de Carrasquilla, de donde seguramente tomó también muchos otros aspectos que explican la fidelidad de su narrativa frente a la Antioquia que fue y sobre la que quiso escribir.

Durante el transcurso de su vida Carrasquilla fue un hombre de profundas e inalterables convicciones religiosas, así lo registra el material biográfico que de él se dispone. En el conjunto de su obra, tanto novelas como cuentos, ensayos de crítica literaria, y hasta en su cartas, se encuentran diversas alusiones a los símbolos y referentes culturales del cristianismo católico. Así, el hecho que el nombre de este trabajo haga alusión al Génesis, con el artículo masculino y la mayúscula que caracteriza a los nombres propios, no es un asunto arbitrario. Mientras que la génesis alude al origen o a la causa de algo, el Génesis remite al texto bíblico veterotestamentario de la tradición cristiana.

El Génesis yolombino va en concordancia con esos textos de Carrasquilla que, en los nombres, reflejan su devota práctica religiosa, tales como Homilías, Herejías, En la diestra de Dios Padre, San Antoñito, Salutaris Hostia, Sursum corda, Semana Santa, Por Jesús recién nacido, entre otros. Por lo tanto, el desarrollo de esta investigación es un relato sobre el origen del mundo literario que brotó de la mente carrasquillana, brindando de antemano un testimonio sobre el carácter tradicional que distinguió la personalidad del escritor antioqueño.

Así las cosas, este artículo consiste en identificar los elementos de la vida del autor que de alguna u otra manera pudieron coadyuvar al Génesis del legendario marquesado, tomando como punto de partida el hecho que la redacción de la novela, según testimonio de amigos, familiares y del mismo autor, fue un proyecto que Carrasquilla había acariciado por décadas, pero que no se había animado a ejecutar por la imposibilidad que supuso para él la consulta de fuentes documentales históricas y fidedignas.

Para ello, el presente trabajo revisará el material bibliográfico que aporta la discusión académica sobre la vida del escritor, de tal forma que, en contraste con su Autobiografía, se pueda hacer alusión a los caminos del oro que conectan a Yolombó con Santo Domingo y cómo la familia materna del autor fue una fuente de inspiración literaria y de relatos orales para la confección del marquesado yolombino.

El material biográfico

La vida de Tomás Carrasquilla Naranjo transcurrió de forma monótona entre los límites de su propio mundo: no hubo en su existencia acontecimiento alguno que pueda estimular la imaginación biográfica. Ninguna gesta heroica en las guerras de su tiempo, ningún viaje por fuera de los valles interandinos, ni siquiera hay evidencia de alguna pasión amorosa que haya movido su inspiración literaria. Su vida fue un tránsito taciturno, sin sobresaltos, a pesar de tener como telón de fondo los convulsos cambios sociales, económicos y políticos que significó la transición del siglo XIX al XX en la Colombia de entonces.

Mientras su mundo se agitaba en asuntos para nada menores, tales como la fijación de la identidad nacional, la construcción misma del Estado o las guerras civiles, Carrasquilla pasó su existencia encerrado en las montañas de su natal Antioquia, a la que solo abandonó un par de veces. Pineda Botero5, al respecto, señala que Carrasquilla no solo no salió del país, sino que ni siquiera conoció el mar, y que su viaje más lejano fue a Bogotá.

El trabajo más importante sobre la vida de Carrasquilla, en términos de datos biográficos y material de archivo, fue realizado por Levy6, quien tiene el mérito intelectual de ser el primer extranjero no hispanohablante que se interesó por la obra de Carrasquilla. Dicho interés es digno de reconocimiento, pues en la década de los años 50 del siglo XX, debido en parte a su carácter regionalista y a la complejidad de su lenguaje, Carrasquilla era una figura lejana que, ni a los mismos colombianos, suscitaba interés. Es a partir de Levy que la crítica literaria del siglo XX vuelve a mirar hacia Carrasquilla, ampliando los horizontes de comprensión frente a su producción literaria, más allá de los rótulos costumbristas y regionalistas que lo sentenciaron a un inmerecido olvido.

Levy fue pionero en la crítica literaria profesional sobre la vida y obra de Carrasquilla, de ahí que todos los escritos que intentan realizar algún tipo de ejercicio biográfico sobre el autor se basan forzosamente en sus investigaciones. Además, por la proximidad temporal e histórica del inicio de su trabajo (empezó sus investigaciones en 1950, solo a diez años de la muerte de Carrasquilla), Levy puedo recoger información de fuentes primarias, no solo de archivos históricos, sino también a partir de entrevistas con la familia y amigos del escritor.

A pesar de la abundante información que ha proporcionado a la crítica literaria el fruto de sus pesquisas, a cerca de Kurt Levy se sabe muy poco. Las pistas de las que se dispone están consignadas en el libro Vida y obras de Tomás Carrasquilla. Genitor del regionalismo en la literatura hispanoamericana, publicado en 1958 por la Editorial Bedout, en Medellín. Según los paratextos de la edición, se trata de su tesis para optar al grado de Doctor en Filosofía en la Universidad de Toronto, terminada en 1954, con el título original de The Life and Works of Tomás Carrasquilla, Pioneer of Spanish American Regionalism. La dedicatoria del texto, en donde agradece las orientaciones de Pepe Mejía y Quico Villa, honrando además la memoria de Benigno A. Gutiérrez (fallecido un año atrás), son claros indicios de su conocimiento y su vinculación al ámbito literario colombiano.

La critica literaria posterior a Levy se refiere a él, de forma generalizada, como el profesor canadiense que, siendo el primer carrasquillólogo, entrevió entre la obra de Carrasquilla los visos de su universalidad. Pero, además de resaltar la relevancia de su trabajo, en la literatura no se añade nada más sobre él. Pineda Botero que, dicho sea de paso, es quien ofrece el segundo material más importante sobre la vida de Carrasquilla, puesto que aporta al debate académico información importante sobre el contexto histórico y político del tiempo del autor, complementa un poco los datos sobre Levy. Gracias a él puede saberse que, siendo de origen judío, nació en Berlín en 1917 y murió en Canadá en 2002 (Pineda Botero7 obtuvo este dato a través de Jaime Millán quien precisó la fecha con una hija de Levy).

Además de Levy, se pueden identificar otros tres autores que también han abordado detalladamente aspectos biográficos sobre Carrasquilla: el ya citado Pineda Botero8, Mejía Duque9 10 y Naranjo Mesa11; todos ellos críticos colombianos, y paisas para más datos, quienes a través de sus trabajos facilitan a la crítica literaria el acercamiento a la intimidad del autor.

El material bibliográfico de los cuatro autores antes mencionados, casi de manera sinóptica, permite establecer unos comunes denominadores sobre la vida de Carrasquilla: el nacimiento en Santo Domingo, la influencia del ambiente minero en el que se crió, la incursión en los estudios de derecho y el ejercicio de la sastrería, su debut como escritor en el Casino literario, su estancia en Bogotá, las despreocupaciones económicas que le permitieron dedicarse de forma exclusiva a la escritura y un carácter estético que lo hizo abogar por la independencia literaria de su país.

No obstante, a pesar de la monodia que puede significar una vida encerrada entre los límites de una misma "parroquia", lo que resulta sorprendente en Carrasquilla es la manera en que sus escritos están impregnados de tanta viveza y colorido, lo que, sumado a la suficientemente compleja construcción psicológica de sus personajes, pudiera servir para romper los moldes del costumbrismo y el regionalismo en los que lo ha inscrito la mayor parte de la crítica literaria. Así pues, es justo allí donde radica la grandeza del autor: la capacidad de retratar el humano universal que subyace entre las aldeas y minas de una Antioquia que se precipitaba hacia la modernidad. Es en la forzosa transmutación de los valores coloniales de un mundo hegemónicamente blanco, católico y patriarcal, ese mismo que, en palabras de Montoya Campuzano "está inserto en las violentas transformaciones que el capitalismo ocasionó en las latitudes americanas"12, donde el escritor encuentra todos los insumos para componer la narrativa del universo del Yolombó literario.

Pese a la argumentación anterior, y sin que esto aporte algo de amenidad a una vida que ya se ha descrito como monótona, o mejor, serena y apacible, sí resulta un hecho extraordinario que Tomás Carrasquilla haya sido el primer novelista colombiano que se dedicó de forma exclusiva al oficio de escribir. Si se es fiel a los relatos, tal oficio coexistía con un tiempo de ocio administrado entre el conversar, el fumar y el tomar aguardiente. Este apunte debe tomarse con suficiente consideración, pues la extensión y calidad de su producción literaria solo pudieron haberse logrado a través de una consagración exclusiva a la vida intelectual, en un medio social con altas tasas de analfabetismo donde no era posible garantizarse los medios de vida a través de la escritura:

Un novelista necesita tiempo y dedicación para construir sus obras. En países como España, Francia y Estados unidos el oficio del novelista era posible, pero en Antioquia la mayoría de la población era analfabeta, no había un mercado para la novela. Escribir entonces, en Antioquia, era para alguien que tuviera resulta la situación económica13.

Todo el material biográfico disponible sobre Carrasquilla coincide en que su existencia fue lo suficientemente acomodada, gracias a la herencia recibida de su abuelo materno Juan Bautista Naranjo, minero y hombre de negocios. De tal manera, Carrasquilla "aprovechó sus condiciones familiares de holganza y afecto, su soltería perpetua y sus demás circunstancias personales y sociales para permanecer fiel a la literatura hasta el último día de sus 82 años de existencia"14

Además de los trabajos anteriores, es imperativo también acercarse a la correspondencia personal de Carrasquilla, dirigida a sus familiares y personas cercanas en el periodo comprendido entre 1873 y 1939, pues en tanto fuentes primarias, amplían los horizontes de comprensión sobre la intimidad del autor. De igual manera, es necesario considerar la Autobiografía del autor, a pesar de ser esta un pequeño texto que no arroja muchos detalles sobre su vida íntima. Esto se puede entender a partir de las apreciaciones estéticas que el autor consagra en las Homilías, donde partiendo de una defensa de la autenticidad de los sentimientos que debe reflejar un escritor, arremete contra la tentación de escribir sobre sí mismo, porque tal empresa podría falsear la realidad. Si bien el autor se refería al género de las memorias, estas conclusiones pueden extrapolarse a la autobiografía.

Las Homilías, publicadas en los números de marzo y mayo de 1906 de la revista Alpha, son dos ensayos de crítica literaria donde Carrasquilla deja testimonio de sus juicios estéticos y de su rechazo al modernismo en las letras y a la influencia del decadentismo francés. En dichos ensayos, sobre el impulso del escritor de escribir sobre sí mismo, Carrasquilla señala:

El alábate coles, del pueblo, es moneda corriente entre los ínclitos de Israel, ni más ni menos que acontece a las señoras mujeres, cuando se juntan a ver cuál deslumbra más con sus perendengues, sus casas, sus familias y sus prácticas devotas. Prueba de esta debilidad humana son las memorias: cada cual es un panegírico, en su género. Aun al mismo San Agustín, con ser santo y doctor de la iglesia, con haber escrito sus Confesiones por espíritu de penitencia, se le siente cierto tufillo a incienso en más de un pasaje de su interesante obra (...) Este culto del yo, siempre encendido en el corazón y en la mente de los artistas, cual la lámpara mística de las iglesias les es harto funesto15.

En estas líneas es posible apreciar que, para Carrasquilla, la escritura sobre sí mismo constituye un acto de vanidad y engreimiento. Su narrativa está comprometida de forma tan profunda con la autenticidad de los sentimientos que, fiel a esa estética, cuando el escritor intenta volcar en el papel su propia historia, está en riesgo de falsear su sentir, pues la tentación de engrandecerse envolverá su composición. Por tal motivo, no es para nada extraño que su Autobiografía, publicada el 29 de mayo de 1915 en el periódico El gráfico, sea un texto muy escueto que no ofrece mayor variedad de detalles o de información personal.

De hecho, la nota introductoria que en ella ha dejado el editor, permite inferir que Carrasquilla quiso evadir el interés del diario por adentrarse en su intimidad:

Uno de nuestros redactores ha tocado discretamente a las puertas de Tomás Carrasquilla. Va en busca de un rato de charla, de algo que contar al público sobre la vida y milagros del escritor antioqueño. Carrasquilla como todo hijo de vecino tiene sus días; la noche anterior habrá tenido malos sueños, se habrá desvelado quizá y no tiene ánimo para dejarse confesar. Días después nos envió galantemente las confesiones que van en seguida; destinadas a contar detalles de su vida que el público leerá con interés. Gracias para el novelista y para el amigo16.

Tal inferencia no solo es posible por la apreciación que el autor deja en la primera Homilía sobre las memorias, sino también porque la negativa de recibir al periodista no corresponde con el carácter que describen sus biógrafos, quienes siempre lo mostraban tan abierto a cualquier tipo de conversación. Posiblemente quiso evadir una intromisión a su privacidad.

Adicionalmente, tal autobiografía, que no supera ni siquiera las cuatro cuartillas, se centra en su carrera literaria, arrojando muy pocas pistas sobre el hombre más allá de las letras. Sin embargo, aunque pocos, hay elementos que acercan de forma contundente al espíritu del escritor, y que, para el cumplimiento de los propósitos de este trabajo, se pueden vincular a la redacción de la Marquesa. Entre ellos están la mención a su natal Santo Domingo, la percepción del autor sobre los valores raciales, la afición por la lectura, los inicios de su carrera literaria y una breve mención a sus principios estéticos en cuanto a su objeto de escritura e inspiración.

A continuación, en los siguientes apartados, se hará alusión a dos aspectos que atañen de forma concreta al Génesis del Yolombó literario: el ambiente minero que moldeó a la sociedad antioqueña desde los tiempos coloniales y cómo la familia materna de Carrasquilla, dedicada a la empresa minera, sirvió de fuente de transmisión oral e inspiración para la construcción narrativa de La marquesa de Yolombó, pues tal y como se expresará más adelante la novela no es solo una descripción sobre la Antioquia colonial, sino también un relato que Carrasquilla dedicó a la memoria de sus antepasados.

De Yolombó a Santo Domingo: por los caminos del oro

"Este servidor de vosotros nació ha más de once lustros, sin que hubiera anunciado el grande acontecimiento ningún signo misterioso ni en el cielo ni en la tierra"17. Con esta frase de graciosa ironía, Carrasquilla da inició a su Autobiografía. Exactamente, dichas líneas se compusieron cuando el autor contaba con la edad de 57 años (nació el 17 de enero de 1958, en aquel entonces el país se llamaba República de la Nueva Granada). A su natal Santo Domingo, municipio del nordeste del departamento de Antioquia, lo describió como el pueblo de las tres efes: feo, frío y faldudo.

La relevancia de Santo Domingo en el Génesis de la Marquesa está en el hecho en que este municipio fue un importante receptor de migrantes yolombinos, entre ellos, la familia materna de Carrasquilla, los Moreno. Así pues, es allí donde el novelista, en su infancia, escucha los relatos sobre esos ancestros de Yolombó que continuaron vivos entre la nueva generación de parientes dominicanos. Esta migración de pueblos y gentes está dada por la minería. En palabras de Hoyos, en busca del oro "por estas montañas de Antioquia los pueblos andan":

Se fundan junto al lecho de un río o la boca de una mina y luego se van con su gente hacia otro río, otra montaña u otro valle donde los cateadores descubren una veta de oro más promisoria o un río de arenas más brillantes.

Sucede así desde hace más de cuatro siglos. Remedios se fundó en 1560 y luego fue trasladado cuatro veces. Zaragoza se fundó dos veces a partir de 1581. Amalfi se fundó en el sitio de San Martín de Cancán en 1776; luego los colonos que llegaban se juntaron en Riachón en 1832. El caserío de El Bagre existe desde 1675, pero se trasladó aguas abajo del río Nechí siguiendo las dragas y empezó a crecer solo después de 1930.18

La minería, desde tiempos precoloniales hasta los albores del siglo XX, fue la actividad económica por antonomasia de la región antioqueña. La extracción del oro no solo ocupó las manos de los pueblos amerindios, los colonizadores europeos y los pueblos africanos que llegaron a América a través de la trata de esclavos, sino que también ocupó la mente de los artistas que, a partir del encuentro de aquellas tres raíces étnicas, plasmaron en los imaginarios fundacionales de la provincia ese cosmos minero:

Se puede decir que de las minas de oro han derivado los antioqueños dos clases de riqueza: la monetaria y la intelectual, y que el precioso material ha enriquecido por igual las arcas de los colombianos y la imaginación de los literatos19.

Con el ánimo de soportar las bases históricas de la novela, inicialmente como un documento que se levanta sobre las ruinas de un relato familiar, esto en concordancia con los propósitos de la investigación, a continuación se expondrá con más detalles cómo las relaciones entre Santo Domingo, Yolombó y otros pueblos vecinos, en el contexto de la extracción aurífera, tal y como ya se ha dicho antes, enriquecen de detalles la historia de la familia Moreno.

Hasta 1856, dos años antes del nacimiento de Carrasquilla, el municipio de Santo Domingo tenía el nombre de Parroquia de Santo Domingo, tal y como era la usanza de la denominación para las entidades subnacionales en la Colombia decimonónica. Por tal motivo, las alusiones a la patria carrasquillana como "la parroquia" serán recurrentes en los escritos del autor. Según Monsalve20 este asentamiento, ubicado al nordeste de Medellín, ostentó desde tiempos coloniales una importante dignidad política, dada su ubicación geográfica y el extenso territorio acotado por los ríos San Pedro, Nare, Nus, Porcecito y Porce.

Según el censo poblacional de la Nueva Granada de 1851, la provincia de Antioquia tenía una población de 75.053 habitantes21. Santo Domingo, según Monsalve, para el año de 1856 sumaba 4.500 personas, número que ascendió en 1884 a 8.400, gracias a la migración de pobladores de La Plata, Puerto Berrío y Yolombó. En este punto, empiezan a entretejerse las relaciones entre Santo Domingo y Yolombó que servirán de caldo de cultivo para la imaginación carrasquillana.

Sin embargo, merece la pena anotar que, antes de Santo Domingo y Yolombó, los primeros españoles que se asentaron en Antioquia lo hicieron en el extinto municipio de Cancán, donde tuvieron lugar las primeras actividades mineras. Esta zona del nordeste, cuya capital era Los Remedios, tenía en su jurisdicción para 1824, fecha de creación de la provincia de Antioquia, como lugares de mayor importancia a "San Martín de Cancán, que contaba con 462 habitantes, San Lorenzo de Yolombó, que contaba con 838 habitantes, San José de la Paz, que contaba con 426 habitantes y San Bartolomé, que contaba con 315 almas22". En el prólogo de la Marquesa Carrasquilla deja algunas pistas sobre las conexiones entre estos municipios, que se movían al ritmo de la danza minera:

Vetas, aluviones y medios para explotarlos se fueron agotando; el oro fue bajando hasta valer menos que la plata; Cancán, que por entonces florecía, y Remedios, que estaba en su apogeo, supeditado luego a la villa de San Lorenzo. Aquellas gentes, según los principios de la época, sólo tenían por riqueza oro, plata y pedrería: los demás tesoros de la madre tierra, que en esta región abundan, nada era para el más sutil y entendido23.

En efecto, en las memorias de Ricardo Olano uno de los hombres más representativos de la sociedad antioqueña del siglo XX, socio fundador, además, junto a Carrasquilla y Rendón de la Biblioteca del Tercer Piso y editor de la revista Alpha (donde Carrasquilla publicó sus Homilías), se menciona que las familias Ceballos, Moreno y Olano, todas ellas protagonistas de la Marquesa, provenían de Cancán:

Cancán, como Remedios y todas las pequeñas poblaciones de esos tiempos era de casas pajizas que se extendían en una sola calle sobre la colina. Sólo la iglesia era de tapias y tejas. Las principales familias de Cancán eran las de Ceballos, Moreno y Olano. Muchos de estos señores eran ricos, tenían esclavos, haciendas y minas. No se sabe desde cuándo fue fundado Cancán, pero es lo cierto que no prosperó debido a lo malsano de la región. Cuando la fundación de Amalfi se trasladaron allá muchas familias y otras se habían ido a remedios y Yolombó24.

En el testimonio de Olano también se hace alusión a la administración del ocio de aquellos notables señores, relato que coincide fielmente a la descripción que Carrasquilla consigna en su novela, esto es, un ambiente sibarita permitido por la bonanza del oro:

Las personas importantes y ricas de Cancán se deban muy buena vida. Importaban por Zaragoza vinos, vajillas de porcelana y muchos efectos del lujo de esos tiempos. No trabajaban. Comían muy bien. El almuerzo era a las 8 de la mañana, la comida a las 3 de la tarde y la cena a las 8 de la noche. Después jugaban lotería o cartas25.

Lenis Ballesteros valida las apreciaciones de Olano, al indicar que los primitivos municipios de Cancán y Yolombó, al ser explorados progresivamente, dieron pie a la creación de nuevos sitios y rancherías, unidos todos por la explotación del oro. Estos movimientos mineros se mantuvieron por todo el siglo XIX, tal y como lo reflejan las palabras del gobernador de Antioquia ante los diputados de la Cámara Provincial en 1832, en cuyo discurso se fija el destino económico de la región "la situación de la provincia, sus habitantes y la abundancia de metales preciosos hace hoy, y harán en lo adelante, que la industria minera sea el primer fundamento de la riqueza individual y de la prosperidad común"26.

En la historia de Antioquia, habiendo expirado Cancán, Yolombó figura como una de las primeras fundaciones de la época colonial que aún conserva su proceso de continuidad histórica. Hoyos27 señala que Pedro de Heredia, en 1535, descubrió el caserío de indios de Yolombó, que para el siglo XVII ya estaba habitado por familias españolas de alto linaje, y gracias a su producción aurífera, en el siglo XVIII fue nombrado ciudad ilustre por la Corona española. No obstante, en la medida en que se agotaban sus minas, poco a poco Yolombó fue entrando en decadencia, hasta quedar convertido en 1877, por decisión estatal, en corregimiento de Santo Domingo28. Muy seguramente, antes de que se oficializara dicha anexión, ya se venían desarrollando, desde décadas atrás, migraciones de población yolombina hacia Santo Domingo. Esto se explica porque el camino entre ambos municipios, trazado por los españoles, junto a las rutas que también conectaban a Santo Domingo con Concepción, Barbosa y Remedios, era uno de los más antiguos.

En el prólogo a la Marquesa, Carrasquilla ofrece tres visiones históricas diferentes sobre Yolombó: la de su tiempo, la de finales del siglo XIX y la colonial. El autor tardó mucho tiempo en confeccionar su historia, debido a la dificultad que supuso para él en aquel entonces contar con el suficiente material de archivo, documentos públicos y fuentes históricas fidedignas. Finalmente, se decantó por los testimonios de familiares y amigos, y emprendió la escritura de la novela tomando como insumo principal la tradición oral. Si bien la novela tiene una clara pretensión de retratar con veracidad la historia colonial, solo acierta en las dos primeras perspectivas, y deja una pequeña brecha sobre la tercera que es necesario considerar.

En la descripción histórica de Carrasquilla, el Yolombó del siglo XVIII aparece representado como:

(Una) villa muy importante e infanzona, con tres iglesias, casa consistorial, cárcel, habitaciones cómodas y las grandes oficinas de las rentas reales. Cobrábase en esos despachos el impuesto de los indios, los quintos del Rey, o sea el del producto de las minas, y todas las otras alcabalas de su Sacra Real, cuyas eran estas Indias29.

Sobre la administración de la villa, agrega que además del Alcalde Mayor o Regidor, quien asumía un poder dictatorial por concentrar en su figura todas las funciones ejecutivas y policiales, había también en el tren de empleados un Escribano Letrado que anotaba los autos e interpretada la jurisprudencia y dos Jueces de Toga u Oidores (uno para lo civil y otro para lo criminal). Habla también de la existencia de un Cabildo, o asamblea de notables, que regía lo legislativo, y cuyos cabildantes era elegidos por votación popular. Finalmente, menciona la existencia de las oficinas de recaudación, del estanco del papel sellado, de aguardiente y de tabaco, y el almacén real de los artículos españoles.

No obstante, históricamente, el San Lorenzo de Yolombó de los tiempos coloniales fue muy diferente al Yolombó literario que sirve de escenario a la Marquesa. Esta brecha puede deberse a que Carrasquilla construyó su narración a partir de relatos orales, y pudo también haber transformado la realidad en función de su novela:

Era una simple parroquia y dependía como tal de la ciudad de Remedios, cuya jurisdicción fue agregada a la gobernación de Antioquia a mediados de la centuria. No tenía, en consecuencia, blasón alguno, ni casas consistoriales, ni cabildo, ni escribano. Encarnaba la autoridad tan sólo un capitán a guerra y justicia mayor que administraba los correos y servía, así mismo, las demás reales rentas estancadas de aguardientes, tabacos, pólvora y barajas. Por fortuna, existe una excelente descripción de la parroquia (contemporánea de los hechos narrados en la novela de Carrasquilla y coescrita por el padre de Bárbara) que permite trazar un croquis muy exacto del poblado. Gracias a ella se sabe que Yolombó, situada en una "sabana alta y húmeda", se componía en 1808 de setenta casas reunidas, todas cubiertas de paja y fabricadas por lo general de embarrado. Había en la población tres iglesias: la mayor era de tapia y teja, mientras que las de Santa Bárbara y Chiquinquirá tenían las paredes de tapia y el techo de iraca30.

Entre las relaciones entre Yolombó, Concepción y Santo Domingo que resultan interesantes para la creación de la Marquesa, Monsalve31 ofrece un panorama muy preciso de las interconexiones de estos municipios en la primera parte del siglo XX, que permite imaginar tal contexto en los primeros años de Carrasquilla. Yolombó estaba distanciado de Santo Domingo por 30 kilómetros, en un viaje que empleaba 4 horas y media por tren o 6 por carretera. Concepción, por su parte, 20 kilómetros, a solo 3 horas y media de viaje terrestre. Estas distancias pueden considerarse menores en el marco de una geografía caracterizada por la rudeza de los pliegues de las montañas tan propios del relieve antioqueño.

Al remontarse al horizonte temporal de La Marquesa de Yolombó, durante la gesta revolucionaria de la independencia en 1810, "la posición geográfica hacia de Santo Domingo propiamente un lugar de descanso de las tropas que marchaban de Medellín hacia Zaragoza y Cartagena pasando de Barbosa a Yolombó, y de las que marchaban en sentido contrario32". Así pues, Santo Domingo era un lugar de tránsito por donde pasaban los viajeros con rumbo a la costa o a la capital del país.

Estas relaciones de vecindad entre Santo Domingo, Yolombó y Concepción que se han propuesto resaltar, fortalecen la hipótesis de Levy, la cual sugiere que, además de pasar la mayor parte de su infancia en Santo Domingo, también es probable que Carrasquilla pasara un tiempo en Concepción, donde Rafael Carrasquilla, su padre, tuvo un empleo como ingeniero de minas y vías. Según Levy, José María Córdova, prócer de la independencia y oriundo de Concepción, fue un remoto pariente de Carrasquilla, y "bien pudo haber estado en el alma del autor cuando adoptó una imaginaria La Blanca como escenario de Salve, Regina y de Superhombre"33. Esta relación familiar no solo puede considerarse como parte del sentimiento de grandeza y noble estirpe que promulgaba el escritor, sino que también ayuda a comprender el destino que afronta Bárbara Caballero en la novela por declarar su ferviente fidelidad y sumisión a la corona española. Sobre las relaciones entre José María Córdova y Bárbara Caballero, se hablará con detalle más adelante, pues la referencia al parentesco que ofrece Levy es vaga y confusa, y al profundizar sobre ella, se han encontrado suficientes luces sobre la simpatía por el proceso independentista de los Caballero y Moreno.

Levy señala además que la mina donde trabajó el padre de Carrasquilla, llamada El Criadero y ubicada solo a dos millas de Concepción, era propiedad de su abuelo materno, lo que hace probable que cuando Rafael Carrasquilla aceptó el trabajo que le ofreció su suegro, durante la década de 1860:

(...) se llevará la familia a Concepción, con lo que Tomás recibió probablemente la primera mano en punto a conocimiento de minas y mineros, que complementó en varias ocasiones posteriores en la vida y en provecho de sus trabajos literarios. Tanto La marquesa Yolombó como Hace tiempos revelan un íntimo conocimiento de los medios y ambientes mineros34.

La idea anterior permite entender porqué Carrasquilla describe, de una manera tan fiel y con una narrativa tan enriquecida de detalles, el ambiente minero bajo el cual se desarrolla la trama de su famosa Marquesa. Pineda Botero da más solidez a esta conjetura, al mencionar que para 1868 el oro continuaba siendo la primera fuente de riqueza en Antioquia, "principalmente en Titiribí, Frontino, Yolombó y Marmato, y gran parte de la producción literaria de Carrasquilla se refiere a la vida en las minas y a los efectos que la riqueza les traía a las gentes"35.

En lo que respecta a la construcción de la marquesa, es posible demostrar que los nexos familiares pudieron despertar el interés de Carrasquilla para visitar Yolombó, no solo por la vecindad con su parroquia, sino también por algo mencionado por Levy sobre la familia Moreno, a la que pertenece por línea materna, hasta la mitad del siglo XX seguía siendo propietaria de las minas de Doñana, cerca de Yolombó. Dicha familia Moreno, como ya se mencionó con anterioridad, fue la que inspiró la creación de los personajes de La marquesa de Yolombó, razón por la cual se ha sostenido en esta disertación que la marquesa es, en parte, un relato familiar que Carrasquilla retuvo desde su infancia: "Según parece, Tomás alcanzó a conocer a Martín Moreno Caballero, su bisabuelo. Una tía tatarabuela se llamaba Bárbara Caballero, y su recuerdo perduraba en la familia"36.

Así, a pesar de tener por patria a Santo Domingo, las raíces más profundas de Carrasquilla se rastrean en Yolombó. También se ubican allí, de forma consecuente, sus imaginarios familiares que, ambientados en esa atmósfera minera, causa y motor de la migración de los pueblos de la Antioquia de los siglos XVII, XVIII y XIX, configuran el ambiente literario de la marquesa. En el próximo apartado, se abordarán con mayor fuerza dichos imaginarios familiares y su incidencia en el Génesis Yolombino.

La familia Moreno: entre el antagonismo de Bárbara Caballero y José María Córdova

Tras revisar los movimientos que la producción aurífera provocó en la población de Cancán y Yolombó hacia Santo Domingo, corresponde ahora ocuparse de los Moreno, personajes de La marquesa de Yolombó, pues a través de su abuela materna, Isabel Moreno, Carrasquilla está emparentado con ellos, y es de esta manera que el legendario marquesado resulta siendo un relato familiar escrito en honor a Antioquia y a la memoria de sus ancestros.

En la minuciosa indagación sobre la vida de Carrasquilla que construye Levy, hay un aporte muy relevante extraído de la investigación de Arango Mejía37 titulada Genealogías de Antioquia y Caldas. A partir de allí se ha construido un árbol genealógico de los ancestros de Tomás Carrasquilla, donde en la sección matrilineal se encuentran los nombres con los que el autor bautiza a los personajes de la marquesa.

Si se consideran los lazos familiares que se presentan en la novela, Bárbara Caballero, la marquesa, es hermana de María de la Luz, nombre que corresponde con el de la tatarabuela de Carrasquilla. De tal manera, se puede argumentar que el primer germen de la creación de la Marquesa proviene de la exhumación de las historias que, en su infancia, el autor recibió de su bisabuelo Martín Moreno, sobrino de Bárbara Caballero.

Hasta el hoy, el documento histórico más citado que ha permitido confirmar la historicidad de los personajes de la novela, es el Expediente promovido por Doña Bárbara Caballero, vecina de la parroquia de Yolombó, sobre haber jurado, en el año próximo pasado de 1808 al Señor Don Fernando Séptimo (mayo de 1809). Dicho texto, reposa en la Sección Colonia del Archivo General de la Nación de Colombia (con título y signatura: Historia-civil:SC.29,19,D.18).

Gráfico. Árbol genealógico de Tomás Carrasquilla Naranjo38

No obstante, en el marco de las visitas que se realizaron a Yolombó como parte del trabajo de campo de esta investigación, se pudo validar la existencia histórica de los personajes de la novela en otros documentos públicos que pertenecen al Archivo Eclesiástico de la Parroquia de Yolombó. El hallazgo de estos documentos históricos es reciente, y se debe a las labores de la gestora cultural Teresita Rivera Ceballos. Agrupados bajo el nombre Archivos Antigua Yolombó, hay una serie de dispensas, actas matrimoniales y de defunción, libros de fábrica y comunicaciones entre parroquias entre los que es posible encontrar referencias no solo a la familia Caballero, sino también de los Moreno y los Olano. El documento más antiguo, fechado en 1729, es del sitio de Cancán y, relacionado con el comercio de esclavos, está firmado por don Pedro Caballero, padre de Bárbara.

Hoy en día estos documentos, junto a otros textos históricos, se exhiben en un salón de la casa cural de la Iglesia de San Lorenzo de Yolombó, custodiados por el párroco del templo. El municipio, en general, conserva viva la historia de Bárbara Caballero, no tanto por la lectura de la novela, sino por los relatos que perviven en la tradición oral, memoria que se refleja en algunos topónimos y en el nombre de algunas instituciones, veredas y establecimientos comerciales que hacen alusión a la historia de los Caballero y Alzate.

La historia de la marquesa está en la médula de la identidad yolombina, y así lo demuestra una estatua ubicada en plena plaza principal, frente a la iglesia, donde se puede ver una representación de Bárbara, de pie, en tono airoso, ataviada con los ropajes que ostentaría un personaje de su dignidad y rango, y acompañada por dos esclavos semidesnudos, un niño que posa la cabeza a la altura de su cadera mientras le sujeta la falda, y otro en cuclillas que sostiene una batea para la extracción del oro. La figura en su conjunto esta cargada de simbolismos: con la jura al rey a sus pies y una actitud frente a los esclavos que confunde el rol de dominación con la maternidad, la estatua parece una apología a los valores raciales de la época colonial.

Los pobladores locales también apuntan hacia una vieja casa colonial, pintada de amarillo y café, ubicada en la carrera 18 o calle Santa Bárbara, donde según la tradición vivió Bárbara Caballero. Se dice que los amplios sótanos de la vivienda servían de dormitorio a más de una treintena de esclavos. Actualmente, la casa pertenece al señor Jesús Arango, quien la compró en 1974. Relata que antes de él la casa estaba habitada por Hortencia Aguilar; ella vivía allí como cuidadora y no propietaria, y casi la derrumba en búsqueda de los tesoros del legendario marquesado, a pesar de que la historia dicta que Bárbara murió pobre.

En el Archivo Eclesiástico de Yolombó, en el Libro 11 de defunciones, de 1779 a 1835, horizonte temporal en el que transcurre la narración de La marquesa de Yolombó, aparecen las actas de defunción de los personajes principales de la novela, muchas de los cuales validan las relaciones de procedencia y parentesco que, por lo visto, Carrasquilla conservó fielmente en su obra. También aparecen las actas de defunciones de un sinnúmero de esclavos, muchos de ellos vinculados con Bárbara Caballero en relaciones de propiedad, aunque sus nombres, víctimas de la anonimia a la que los sometía su condición social, no se conservan en la novela, por lo cual todo el imaginario de los personajes afrodescendientes brota directamente de la inventiva del autor y de los testimonios orales que recogió.

Sobre el acta de defunción de Bárbara no hay noticias, pero sí se tiene razón del acta de defunción de sus padres y hermanos. Esto sugiere que ella no nació ni murió en Yolombó. También se tiene información sobre el acta de defunción de dos hombres, Miguel Gutiérrez y Joaquín Sánchez, donde Bárbara aparece relacionada con ellos por vínculos maritales. Sobre el primer esposo, ya se tenía noticias, pues aparece relacionado en la jura al rey.

Según el expediente que Bárbara adelantó en 1809 para dejar constancia de su fidelidad a Fernando VII, su esposo Miguel Gutiérrez, español peninsular, después de haber servido al rey en los ejércitos reales, pasó al Nuevo Reino de Granada, a la ciudad de Remedios, donde fue síndico procurador y alcalde de la Santa Hermandad en su cabildo, y luego fue alcalde pedáneo de Yolombó. En el mismo expediente aparecen referenciados también su cuñado Vicente Moreno y su hermano Pedro José Caballero, ostentando el primero el empleo de administrador de correos y rentas estancadas y, el segundo, el de capitán a guerra y justicia mayor en Yolombó.

Así las cosas, la Bárbara histórica se casó y enviudó dos veces. Finalmente, en el Archivo Eclesiástico de Yolombó también aparece un recibo de cabo de año de 1852, término que hace referencia a la ceremonia religiosa que conmemora el primer aniversario del fallecimiento de una persona, el cual permite inferir que Bárbara pudo haber muerto rondando los 80 años.

En consideración de la importancia social, en términos de la legitimidad política que confería la Corona a los españoles peninsulares en sus colonias americanas, conviene detenerse en Pedro Caballero, el patriarca por antonomasia del universo yolombino, y el único de los personajes nacido en España, pues, aunque en la novela Rosalía Alzate figura como sevillana, en el prólogo de la novela Carrasquilla refiere que ella era criolla. A excepción del lugar de nacimiento de Pedro Caballero, al que Carrasquilla sitúa en Zaragoza y no en Málaga, pues su bisabuelo, Martín Moreno, atestiguaba que vivió mucho en Aragón, el resto de los datos históricos concuerdan con la novela:

Como se ve, Yolombó era una típica población minera antioqueña y por ello no yerra nuestro novelista cuando afirma que, como consecuencia de su riqueza aurífera, "a ella cayeron los chapetones como gallinazos a la carroña". Uno de ellos fue, precisamente, Pedro Caballero, el padre de Bárbara, natural de la ciudad de Málaga y quien durante más de treinta años fue capitán y justicia mayor, teniente de oficiales reales, administrador de rentas estancadas y juez subdelegado de minas de Yolombó y Cancán. Todo esto figura en la información de testigos presentada por Bárbara Caballero y contenida en el expediente que hizo extender para dejar constancia de la proclamación que había hecho de Fernando VII en el mes de diciembre de 1808. Allí se manifiesta, así mismo, que Pedro Caballero fue sargento de milicias y familiar del Santo Oficio y que proyectó y abrió, con la venia de las autoridades, el camino de Islitas, que comunicaba a Yolombó con "el Río de la Magdalena por las agrestes montañas que median desde aquel caudaloso río"39.

De tal manera, los Caballero y los Moreno, unidos en relaciones de parentesco por el matrimonio de Vicente Moreno y María de Luz Caballero, eran para el siglo XVIII la familia más importante de Yolombó, y legitimados además por su probada ascendencia española peninsular, tenían a su disposición los cargos administrativos más elevados que la Corona podía conceder en una villa como Yolombó.

Otra vez situados en Bárbara, la brecha entre el personaje histórico y el literario, así como la imposibilidad de la existencia real del imaginario marquesado que le confiere Carrasquilla, constituyen los rasgos de ficción más sobresalientes en La marquesa de Yolombó. La Bárbara histórica se casa dos veces, la primera con un español peninsular. Muere en la vejez, y probablemente haya conservado el estatus social y económico heredado de su familia y de su doble condición de viudez. En la novela, en cambio, Bárbara pierde la cordura, muere joven y sumida en la pobreza, después de casarse con Fernando de Orellana, quien la estafa y abandona. Esto sugiere, en opinión de Gutiérrez Ardila, que:

La Marquesa de Yolombó es, en suma, un entramado de acontecimientos verdaderos y de inventos no del todo desventurados, cuya factura convendría aclarar algún día en una edición crítica que se concentrase en el cotejo histórico de las fabulaciones y de la prodigiosa memoria del más grande escritor colombiano40.

Si se le confiere validez al recibo de cabo de año de la Bárbara histórica, la fecha de su muerte ocurrió muy próxima al nacimiento de Carrasquilla. Si por las historias que recibió de su bisabuelo pudo recrear tan fielmente la trama de vida de personajes más remotos, pues es de suponer que también tuviera conocimiento sobre esta tía tatarabuela, mucho más cercana en el tiempo y más viva y fresca en la memoria de sus parientes yolombinos. El hecho de ficcionar de tal manera la vida de Bárbara, en cuanto a la locura y la pobreza consecuentes de un matrimonio con un extranjero que explota su devoción fanática a la Corona española, es fiel reflejo de la predilección de Carrasquilla por los finales trágicos que, además, son una constante en la mayoría de sus obras.

Si se considera, además, la vasta cultura literaria de Carrasquilla, así como los principios estéticos que se desarrollarán en otros capítulos, en estos elementos de ficción se puede entrever la alegoría carrasquillana a la independencia cultural respecto a España, es decir, su 20 de julio literario. Y también se puede identificar, desde la perspectiva de Sommer41, una ficción fundacional en el destino trágico que establece el autor en el amor frustrado de Bárbara y Fernando, cuya unión no representa los ideales de una identidad nacional en ciernes que buscaba la emancipación de los imaginarios europeos.

En el terreno de la realidad histórica, si se tiene en cuenta la benevolencia con que Carrasquilla honra la memoria de sus antepasados, la dureza de sus juicios contra esa tía tatarabuela cuya vida seguramente conoció a todo detalle, podría estar relacionada con la participación de los antepasados maternos del autor en la gesta independentista. Tómese en cuenta este relato de Gutiérrez Ardila sobre el esbozo de simpatía de Vicente Moreno, cuñado de Bárbara Caballero y tatarabuelo de Tomás Carrasquilla, por la causa de la Independencia:

En el mes de octubre de 1810, Vicente Moreno, a la sazón capitán a guerra de Yolombó y Cancán, y pariente, como se ha dicho, de Bárbara Caballero, escribió un interesante oficio a los miembros de la recién constituida Junta Superior Gubernativa de Antioquia. Su intención, por una parte, era la de dar cuenta a las nuevas autoridades de las rogativas y procesiones realizadas en el territorio de su mando para "el mejor acierto de la asamblea". No obstante, el verdadero propósito de Moreno era reclamar el derecho de los pueblos del nordeste de la provincia a tener un vocal en el gobierno revolucionario, del mismo modo que los cabildos de Antioquia, Medellín, Rionegro y Marinilla. Si bien el lenguaje empleado es aún el de la fidelidad al monarca cautivo, el cuñado de Bárbara Caballero se muestra, ya en la representación, sinceramente complacido con la mutación política. De hecho, su entusiasmo por la revolución había de llevarlo a finales de 1811 a ser uno de los miembros de la convención que promulgó la segunda constitución del Estado de Antioquia42.

Anteriormente, cuando se habló de los negocios mineros del abuelo de Carrasquilla en el municipio de Concepción, se hizo referencia a la vinculación familiar del autor con el prócer de la independencia José María Córdova (su apellido se escribía inicialmente con b, pero usaba la v en alusión a la palabra victoria). Este parentesco es calificado por Levy como remoto, sin ahondar en él. La referencia se toma a partir de la siguiente cita, donde la genealogía allí descrita es confusa:

El abuelo materno de Tomás Carrasquilla, Bautista Naranjo Carvajal, hermano (por el segundo matrimonio de su madre) de José María Arango Carvajal, el padre de Claudino Arango (esposo de Isabel), era hijo de Micaela Carvajal cuya madre era Paula de Córdoba, hermana del General José María Córdoba43.

Al revisar esto con detenimiento, y contrastándolo con el árbol genealógico de la familia Carrasquilla Naranjo, Claudino Arango estuvo casado con Isabel Carrasquilla, hermana de Tomás. La confusión en la cita de Levy tiene que ver con que a partir de ella se infiere una relación incestuosa entre esta pareja, pues según los vínculos familiares allí expresados, se concluye que Claudino, además de esposo de Isabel, era también su primo en segundo grado. Este hallazgo resulta novedoso, pues en Frutos de mi tierra Carrasquilla establece una relación incestuosa similar, con el matrimonio de los personajes Filomena y César, tía y sobrino. Según lo referido por Rodríguez Jiménez44, la endogamia parece haber sido un fenómeno común en la sociedad paisa desde época colonial hasta el siglo XIX.

Así las cosas, Micaela Carvajal, bisabuela de Tomás Carrasquilla, era sobrina de José María Córdova, por lo que el héroe de la independencia sería tío tatarabuelo del novelista, la misma relación de consanguinidad que tenía con Bárbara Caballero. El descubrimiento que aquí se presenta resulta interesante, no solo por ser la primera vez que se formula en el debate académico, sino porque Carrasquilla, en la misma rama matrilineal de su ascendencia, tuvo dos figuras antagónicas: una realista y otra independentista. Sumando a lo anterior, la participación de Vicente Moreno en la convención que promulgó la segunda constitución del Estado de Antioquia en 1811, más los componentes de ficción sobre la locura de Bárbara, son elementos que pueden constituir un rechazo de Carrasquilla hacia esa súbdita fanática que profesó una devoción ciega a Fernando VII, todo esto en el contexto de una familia que participó activa y decididamente en la gesta de la independencia.

Tales sentimientos patrióticos no solo explican el Génesis del Yolombó literario, o permiten comprender la defensa acérrima de Carrasquilla en sus Homilías por otro 20 de julio (esta vez uno literario), sino que allanan también el camino para que La marquesa de Yolombó sea considerada una ficción fundacional a la luz de la crítica literaria de Sommer (2004).

Conclusiones

Al menos cuatro décadas antes de la publicación de Cien años de soledad, ya las letras colombianas conocían un universo literario tan variopinto como Macondo. El Yolombó de Tomás Carrasquilla, al igual que el mundo narrativo de García Márquez, ofreció a sus lectores una visión apocalíptica de la historia colombiana, a través de una dicotomía antagónica entre civilización y barbarie. Tal representación de la sociedad, en el contexto histórico en el que se produjo, permite que La marquesa de Yolombó pueda ser considerada como una ficción fundacional, en la medida en que coadyuvó a la formación de la identidad nacional del Estado colombiano.

En la construcción narrativa de la Marquesa, es posible identificar varios elementos de la vida del autor que dieron forma al Génesis Yolombino. Si bien en su Autobiografía Carrasquilla no aportó datos significativos sobre su intimidad, los exhaustivos trabajos de crítica literaria de autores como Levy (1958), Mejía Duque (1983, 1990), Naranjo Mesa (2008) y Pineda Botero (2016) lograron una detallada reconstrucción biográfica que, para los fines de esta investigación, permiten identificar la influencia del ambiente minero en el que creció Carrasquilla y los relatos orales de su familia en la creación del Yolombó literario.

En lo que concierne a la minería, siendo esta la actividad por antonomasia de la sociedad antioqueña desde tiempos coloniales hasta el advenimiento a finales del siglo XIX del capitalismo y la industrialización, la familia de Carrasquilla estuvo vinculada a ella, en tanto su papá fue ingeniero de minas y vías y su abuelo propietario de algunas minas en el municipio de Concepción. La marquesa de Yolombó revela, por tanto, el gran conocimiento que tenía Carrasquilla del ambiente minero. Adicionalmente, los ancestros de Carrasquilla, establecidos inicialmente en Cancán en la época colonial, pasaron por Yolombó hasta establecerse finalmente en Santo Domingo.

La familia de Carrasquilla inspiró la creación de la Marquesa, puesto que sirvió como una importante fuente de relatos orales que permitieron la creación de la novela. La Marquesa, además de ser una novela histórica es también, en parte, un relato familiar. De hecho, en algunas cartas personales de Carrasquilla se hace alusión a que el texto fue un pedido de su abuelo Juan Bautista Naranjo para honrar a Antioquia, pero también a los antepasados.

El personaje histórico que inspiró a la Marquesa, Bárbara Caballero, es tía tatarabuela de Tomás Carrasquilla, emparentados a través de la familia materna de su madre, Ecilda Naranjo. Pese a la jura pública que hizo Bárbara al rey Fernando VII, las fuentes históricas parecen indicar que el resto de la familia miraba con simpatía el proceso independentista.

En efecto, en 1811 Vicente Moreno, tatarabuelo de Carrasquilla y cuñado de Bárbara, quien también inspiró uno de los personajes de la novela, fue uno de los miembros de la convención que promulgó la segunda Constitución del Estado de Antioquia. Adicionalmente, en el mismo grado de consanguinidad que tuvo con Bárbara Caballero, a través de la familia paterna de su madre, el prócer de la independencia José maría Córdova es tío tatarabuelo de Carrasquilla. Tal escenario, más la promulgación de un 20 de julio literario en sus Homilías, permite concluir que el destino que afronta Bárbara Caballero en la novela es un rechazo del autor a aquella pariente que, en los tiempos de la independencia, declaró una ferviente fidelidad y sumisión a la corona española

Referencias

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1 Pablo Montoya Campuzano, "Tomás Carrasquilla y los críticos colombianos del siglo XX". Estudios de Literatura Colombiana 13 (2018): 121.

2Jaime Mejía Duque, Tomás Carrasquilla. Imagen de un mundo (Medellín: Editorial Lealon, 1983), 79.

3Tomás Carrasquilla, La marquesa de Yolombó (Bogotá: El Tiempo, 2003), 16-17.

4Jaime Mejía Duque, Tomás Carrasquilla. Imagen de un mundo (Medellín: Editorial Lealon, 1983), 79.

5Álvaro Pineda Botero, Tomás Carrasquilla. Vida, creación e identidad antioqueña (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2016).

6Kurt Levy, Vida y obras de Tomás Carrasquilla (Medellín: Editorial Bedout, 1958).

7Álvaro Pineda Botero, Tomás Carrasquilla. Vida, creación e identidad antioqueña (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2016), 12.

8Ídem.

9Jaime Mejía Duque, Tomás Carrasquilla. Imagen de un mundo (Medellín: Editorial Lealon, 1983).

10Jaime Mejía Duque, Tomás Carrasquilla (Bogotá: Editorial Nomos, 1990).

11Jorge Alberto Naranjo Mesa, Las ideas estéticas de Carrasquilla (Medellín: Editorial Universidad Pontificia Bolivariana, 2008).

12Pablo Montoya Campuzano, "Tomás Carrasquilla y los críticos colombianos del siglo XX". Estudios de Literatura Colombiana 13 (2018): 119-120.

13Álvaro Pineda Botero, Tomás Carrasquilla. Vida, creación e identidad antioqueña (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2016), 48.

14Jaime Mejía Duque, Tomás Carrasquilla. Imagen de un mundo (Medellín: Editorial Lealon, 1983), 15.

15Tomás Carrasquilla, Obra escogida (Medellín: Universidad de Antioquia, 2013), 291.

16Tomás Carrasquilla, Obra completa. (Medellín: Universidad de Antioquia, 2008), 7.

17Tomás Carrasquilla, Obra completa. (Medellín: Universidad de Antioquia, 2008), 7.

18Juan José Hoyos, "Dios y el diablo en la tierra del oro", Revista Semana, 25 de agosto de 2012, https://www.semana. com/edicion-30-anos/articulo/dios-diablo-tierra-del-oro/263448-3

19Maya citado por Álvaro Pineda Botero, Tomás Carrasquilla. Vida, creación e identidad antioqueña (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2016), 15.

20Diego Monsalve, El Municipio de Santo Domingo (Medellín: Universidad de Antioquia, 1927), http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/239/1/MunicipioSantoDomingo.pdf

22Carlos Augusto Lenis Ballesteros, "Las otras colonizaciones en Antioquia. El caso del nordeste antioqueño, 1824 -1886", Historia y Sociedad 16 (2009): 25

23Tomás Carrasquilla, La marquesa de Yolombó (Bogotá: El Tiempo, 2003), 16

24Ricardo Olano, Memorias, (Medellín: Eafit, 2004).

25Ídem.

26Carlos Augusto Lenis Ballesteros, "Las otras colonizaciones en Antioquia. El caso del nordeste antioqueño, 1824 -1886", Historia y Sociedad 16 (2009): 43

27Juan José Hoyos, "Dios y el diablo en la tierra del oro", Revista Semana, 25 de agosto de 2012, https://www.semana.com/edicion-30-anos/articulo/dios-diablo-tierra-del-oro/263448-3

28Diego Monsalve, El Municipio de Santo Domingo (Medellín: Universidad de Antioquia, 1927), http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/239/1/MunicipioSantoDomingo.pdf

29Tomás Carrasquilla, La marquesa de Yolombó (Bogotá: El Tiempo, 2003), 9.

30Daniel Gutiérrez Ardila, "La alférez de Yolombó. Notas histórico-críticas a la novela de Tomás Carrasquilla", Revista Universidad de Antioquia 297 (2009): 49-50.

31Diego Monsalve, El Municipio de Santo Domingo (Medellín: Universidad de Antioquia, 1927), http://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/239/1/MunicipioSantoDomingo.pdf

32Ídem.

33Kurt Levy, Vida y obras de Tomás Carrasquilla (Medellín: Editorial Bedout, 1958), 22.

34Ídem.

35Álvaro Pineda Botero, Tomás Carrasquilla. Vida, creación e identidad antioqueña (Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 2016), 24.

36Ídem, 19.

37Gabriel Mejía Arango, Genealogías de Antioquia y Caldas. IVEdición (Medellín: Litoarte, 1993).

38Kurt Levy, Vida y obras de Tomás Carrasquilla (Medellín: Editorial Bedout, 1958), 311.

39Daniel Gutiérrez Ardila, "La alférez de Yolombó. Notas histórico-críticas a la novela de Tomás Carrasquilla", Revista Universidad de Antioquia 297 (2009): 50.

40Daniel Gutiérrez Ardila, "La alférez de Yolombó. Notas histórico-críticas a la novela de Tomás Carrasquilla", Revista Universidad de Antioquia 297 (2009): 49.

41Doris Sommer, Ficciones fundacionales: las novelas nacionales de América Latina (México: Fondo de Cultura Económica, 2004).

42Daniel Gutiérrez Ardila, "La alférez de Yolombó. Notas histórico-críticas a la novela de Tomás Carrasquilla", Revista Universidad de Antioquia 297 (2009): 57.

43Kurt Levy, Vida y obras de Tomás Carrasquilla (Medellín: Editorial Bedout, 1958), 256.

44Pablo Rodríguez Jiménez, "Matrimonio incestuoso en el Medellín colonial 1700-1810", Revista de Extensión Cultural de la Universidad Nacional de Colombia 24-25 (1988): 52-58.

Cómo citar este artículo en Chicago: Álvarez Posada, Sebastián. "El Génesis yolombino. Una aproximación al origen del universo literario de La marquesa de Yolombó". Escritos 28, no. 61 (2020): 95-108. doi: http://dx.doi.org/10.18566/escr.v28n61.a08

Recibido: 21 de Octubre de 2020; Aprobado: 06 de Diciembre de 2020

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