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ORINOQUIA

On-line version ISSN 0121-3709

Orinoquia vol.25 no.1 Meta Jan./June 2021  Epub Oct 29, 2021

https://doi.org/10.22579/20112629.649 

Editorial

La ética y la integridad científica en un mundo desmoralizado

Ariel Marcel Tarazona-Morales1 
http://orcid.org/0000-0002-8906-3205

1 Docente - Investigador. Departamento de Producción Animal, Facultad de Ciencias Agrarias, Universidad Nacional de Colombia. Email: amtarazonam@unal.edu.co


Cotidianamente se mencionan la ética y la moral no solo en las conversaciones casuales entre las personas, sino también en las noticias de los diarios o por internet, especialmente cuando hacemos referencia a actos cuestionables o corruptos de figuras públicas. Pareciera que la corrupción ha invadido el mundo moderno y los principios y la moral se han ido. Sin embargo, ¿sabemos qué es la ética y la moral? ¿Sabemos para que sirven?. Si hiciéramos una encuesta a la gente, nos llevaríamos la sorpresa (o tal vez no sea una sorpresa) que a la mayoría se le dificultaría definir con claridad ética o moral, aun cuando son términos ampliamente conocidos, usados e interiorizados por todos. En términos generales, todos tenemos una noción de moral y estamos de acuerdo en que esta nos permite reconocer aquello que es aceptable de aquello que no lo es, dentro de un contexto, y que este contexto nos permite diferenciar aquello que consideramos bueno o malo. Sin embargo, las nociones de lo bueno o lo malo están influenciadas por una gran cantidad de factores internos de cada ser humano (actitud, aptitud, conocimientos) y externos como aspectos sociales, culturales y tradicionales, por tanto se dificulta tener valores morales universales de las cosas, y es allí donde la ética, que es una rama de la filosofía que estudia la moral, ayuda a generar un tipo de saber que sirve como orientador de las acciones humanas en un sentido racional y acorde a principios básicos como la beneficencia, la justicia y la libertad.

Los seres humanos somos sujetos morales por naturaleza, existe un lugar donde se aloja la moral y ese lugar es el cerebro. Evolutivamente, además del pulgar oponible que nos caracteriza, pudimos desarrollar una corteza frontal especializada donde existe un arreglo neuronal que nos diferencia de otros animales, no porque tengamos habilidades especiales y únicas tales como hablar, razonar o sentir (ya se ha demostrado que muchos animales también cuentan con estas y otras habilidades ausentes en los humanos) si no que, en nosotros los humanos estas características tienen otro nivel de complejidad, además, contamos con un atributo que sí es único (por el momento) de los seres humanos: el libre albedrío, que es la capacidad de decidir con plena libertad, sin embargo, este atributo del libre albedrio requiere profunda reflexión sobre las consecuencias de nuestras acciones y por tanto requiere asumir la responsabilidad plena por nuestras decisiones, si lo hacemos como sociedad, tendremos pautas claras de aceptación de las conductas propias y ajenas. Vale aclarar que la moral es evolutiva, diversos experimentos en monos, cuervos y perros han demostrado que estos animales tienen nociones de justicia, cooperación y consuelo, entre otros, que considerábamos hasta hace poco como únicos de la especie humana.

Como humanidad nos acostumbramos a hacer declaraciones, que aceptamos masivamente, como los derechos humanos, los objetivos de desarrollo sostenible; y en la ciencia acuerdos como la declaración de Helsinski (1964), Singapur (2010) Basilea (2010), pero cabe preguntarnos si estamos a la altura de nuestras declaraciones, pues una cosa es declarar (que implica comprensión e interiorización) y otra cosa es el actuar (que requiere compromiso y voluntad).

En la ciencia moderna es fundamental rescatar los antiguos valores y virtudes, ya que estamos en un mundo desmoralizado y aquí estamos refiriéndonos, no solamente, a que las personas han perdido la esperanza, sino también a una perdida de la moral, hemos normalizado actos que son reprochables desde los principios éticos. Cada vez se hacen más frecuente acciones como la invención, falsificación o alteración de datos, el plagio, el no declarar conflicto de intereses, la mentoría irresponsable o las autorías inmerecidas, entre muchas otros actos corruptos, que van en contravía de la integridad científica. Sobre las autorías, cabe resaltar que de acuerdo a las directrices editoriales internacionales, para ser autor de un artículo científico, se deben cumplir sin exclusión al menos los siguientes cuatro principios: Contribución intelectual, contribución significativa, aprobación final del manuscrito y aceptación de plena responsabilidad. Por tanto es muy claro que todos los autores que aparezcan en una publicación, son igualmente responsables de velar por la rigurosidad metodológica, la honestidad, transparencia y profesionalismo, igualmente de la buena gestión en todo el proceso de investigación, que implica, además, el cumplimiento de las normas vigentes.

Otro aspecto que quisiera resaltar tiene que ver con el reconocimiento del valor individual del ser, y no me refiero solamente a los seres humanos, sino también a los múltiples animales empleados en investigaciones de todo tipo y que mueren invisibilizados, refiriéndose a ellos como un “n” o un código, si bien hacen parte de la metodología de la investigación, requieren atención especial, pues son seres sintientes de acuerdo a la declaración de la conciencia de Cambridge en 2012 y por tanto es nuestra responsabilidad como científicos velar por el cumplimiento riguroso de las famosas 3R; reducir al mínimo el número requerido de animales usando tanto un diseño experimental apropiado como herramientas estadísticas robustas, reemplazar el modelo animal por otros en caso de existir (por ejemplo modelos computacionales o células en cultivos in vitro) y finalmente refinar los procesos, es decir hacerlos cada vez mejor, atendiendo a las buenas prácticas y prestando especial atención al nivel de riesgo para el animal, especialmente aquellos que conlleven un mayor riesgo de generar dolor o sufrimiento. Igualmente los procedimientos invasivos tales como cirugías, implantes y tratamientos farmacológicos deben estar bajo la supervisión de un médico veterinario , quien es el único profesional éticamente habilitado para estos procedimientos. No cumplir con estos estándares podría acarrear a resultados de investigación científicamente incorrectos, moralmente reprochables y jurídicamente cuestionables.

En la experiencia como parte de diversos comités de ética y de CICUAs (Comités institucionales para el cuidado de los animales), se ha evidenciado que muchos estudiantes, docentes e incluso investigadores reconocidos, carecen de claridad conceptual en aspectos éticos y que se incumplen directrices por simple desconocimiento. Es así como la ética se reivindica como una herramienta decisiva para el aseguramiento de la calidad en la ciencia, en especial en un momento de humanidad donde se requiere cultivar valores morales aceptados universalmente como la justicia, la veracidad, la bondad o la cooperación. Como todo cultivo, recoger los frutos requerirá tiempo, cuidado, paciencia y disciplina y es por esto que se requiere educación ética y moral. La ética es una asignatura pendiente y fundamental en la formación en todos los niveles, y en los posgrados es fundamental para la gestión y el aseguramiento de la integridad científica en el mundo actual, debemos sembrar valores y virtudes en los jóvenes para que sean capaces de cultivar y cosechar un carácter integro en todos los aspectos de la vida incluyendo la investigación. Tal vez en un futuro no muy lejano el mundo no este desmoralizado y los principios éticos sean directrices claras del quehacer cotidiano de la humanidad, lo cual ahorraría muchos recursos importantes al aumentar la confianza y generar ambientes de trabajo cooperativo óptimos para el uso eficiente de los recursos disponibles.

Referencias

De Waal Frans. 2016. ¿Tenemos suficiente inteligencia para entender la inteligencia de los animales? Ed. Planeta Barcelona. [ Links ]

Cortina Adela. 2013. ¿Para qué sirve realmente...? la ética. Ed. Paidós. Barcelona. [ Links ]

Grandin Temple, Cathrine Johnson. 2005. Animals in Translation. Ed. Scribner. New York. [ Links ]

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