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Franciscanum. Revista de las Ciencias del Espíritu

Print version ISSN 0120-1468

Franciscanum vol.58 no.165 Bogotá Jan./June 2016

 

Silva, Sergio. ¿Hay razones para creer en Jesús? Buscando respuestas en los escritos Paulinos del Nuevo Testamento. Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012.

Juan Pablo Espinosa Arce*

* Profesor de religión y filosofía con el grado académico de Licenciado en Educación por la Universidad Católica del Maule, Chile. Actualmente cursa el Magíster en Teología con especialización en teología fundamental en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Contacto: juanpablo.231190@gmail.com; jpespinosa@uc.cl.


La pregunta por Jesús de Nazaret ha constituido el centro de toda la teología cristiana, pregunta que en la época actual representa un esfuerzo mayor al momento de confrontar la fe con la secularización de la sociedad en la que estamos inmersos. Para poder responder a este interrogante tenemos una multitud de posibles accesos, pero la Iglesia ha comprendido que la forma más auténtica de decir quién es Jesús de Nazaret, verdadero Dios y verdadero Hombre es recurrir a los evangelios y a los testimonios de la primera comunidad cristiana reunidos en el Nuevo Testamento. Es desde este lugar desde el cual Sergio Silva, sacerdote chileno de los Sagrados Corazones y académico de trayectoria tanto en Chile (Facultad de Teología de la Pontificia Universidad Católica de Chile) como en universidades extranjeras, piensa e intenta buscar respuestas para enfrentar el desafío de mostrar la credibilidad de Jesucristo y por ende del cristianismo.

El libro se articula en cinco capítulos, precedidos por un prólogo del teólogo chileno Fernando Berríos y una introducción a cargo del autor. Luego vienen los capítulos: «Argumentos referidos a la credibilidad del Evangelizador» (Cap. I), «Argumentos referidos a la credibilidad del Evangelio proclamado y vivido» (Cap. II), «El recurso a la Escritura» (Cap. III), «La argumentación racional» (Cap. IV) y finalmente el capítulo V que se escribe a modo de Conclusión con el título «De Pablo a nuestros días».

Sergio Silva utiliza en su argumentación los testimonios de las cartas de Pablo en las cuales se van dibujando los criterios para considerar que la fe en Jesús es algo fidedigno. Y nosotros nos podemos preguntar ¿por qué escoger el Nuevo Testamento en general y a Pablo en particular para lograr dicho propósito? La respuesta radica en que tanto los primeros cristianos como nosotros hoy experimentamos a menudo dificultades en nuestra experiencia creyente. Estas dificultades vienen tanto de la misma Iglesia como de la sociedad civil. Las dificultades ad intra se basan hoy en dos aspectos centrales: los escándalos de abusos sexuales que han cometido ciertos miembros de la jerarquía y, por otro lado, el manejo del poder. A juicio del autor y frente a estos escándalos «estamos lejos de ser realmente una comunidad que atraiga a la fe en Jesús. La vida habitual de una comunidad parroquial no parece satisfacer a la palabra de Jesús: en esto conocerán todos que ustedes son mis discípulos, en el amor que se tengan unos a otros»1. Sin duda es un diagnóstico crudo de una realidad que es escandalosa y que espera una respuesta consecuente de nosotros, hermanos y hermanas de Jesucristo. Por otro lado tenemos la realidad ad extra, es decir, la presentación del mensaje cristiano a la sociedad actual que es heredera de la razón moderna que terminó prescindiendo de la persona de Dios. Paradojalmente acontece todavía una tercera dificultad, la cual radica en el mismo Evangelio que predicamos, el cual es buena noticia pero a la vez es desconcertante, es una necedad y un escándalo. En palabras de Silva «pienso que aquí, en el mensaje mismo de Jesús, en cuanto choca con nuestros anhelos y expectativas de superficie, está la dificultad de fondo para creer en Jesús»2.

Desde esta consideración de nuestro ser cristiano hoy surge la pregunta ¿Qué elementos presentes en los testimonios de la primera comunidad cristiana nos ayudan para realizar una evangelización que, siendo consciente de la tradición, presente de manera nueva y creativa la persona de Jesucristo? Una primera respuesta y que el mismo autor nos ofrece es que «las razones para creer que podemos encontrar en la Escritura tienen para nosotros el valor agregado de ser aquellas que sostuvieron la fe de las comunidades apostólicas, que son la norma para nuestra fe hoy»3. Esta norma de fe se sostiene en las categorías teológicas de que Cristo constituye el centro de la historia de la salvación y la expresión máxima del amor que Dios tiene por el género humano, cuya acción acompaña el caminar de los creyentes desde la dinámica que proporciona el Espíritu Santo. Junto con ello se presenta la conciencia escatológica de la Iglesia primitiva que permitía otorgarle a la fe un sentido contagioso desde el amor compartido y desde la lucha contra el pecado.

La persona del Apóstol de los gentiles resulta provocadoramente apasionante para nosotros, creyentes del siglo XXI. Su praxis evangelizadora, que se sustenta en el respeto a «la libertad de los gentiles»4, en «la certeza interior de que el llamado a ser apóstol le viene de Dios (...) por la experiencia de una presencia permanente del Espíritu en él»5 le hace vivir «vertido» hacia los demás. Su mismo ejemplo contagia a otros y estos pueden llegar al encuentro con Jesucristo que se transforma en objeto de credibilidad. El Evangelio predicado por Pablo es uno que había recibido de otros, y él tuvo la suficiente sensibilidad y capacidad argumentativopedagógica de provocar la conversión, tanto interior como exterior a la persona del Hijo de Dios.

A partir de este encuentro radicalmente novedoso se va llegando a la comprensión de que Dios actúa de manera multifacética en el presente de los cristianos, lo cual se resume en que «la convicción fundamental de Pablo es que Dios tiene un designio de amor que todo lo envuelve y todo lo llena. Y que lo que Dios quiere es la salvación definitiva de toda la humanidad»6. El Dios salvador que se hace compañero amoroso de los cristianos peregrinos permite superar las dificultades y tribulaciones que el mismo apóstol experimentó (Cf. 2 Co 1,3-4) y que también hoy nosotros experimentamos. Ese es uno de los méritos de la obra de Silva: el permitirnos entender que nuestra experiencia creyente no es tan diferente a la de los primeros cristianos, evidentemente guardando las debidas proporciones. Este consuelo en la tribulación se abre a un futuro que es aguardado por la esperanza (escatología) cristiana, en la cual se promete la plenitud de la vida que será configurada con la de Cristo Resucitado.

Es a partir de esto que, como depositarios de la evangelización y de la tradición, debemos provocar que la fe tenga un carácter contagioso, el cual constituye «un argumento bastante fuerte de credibilidad»7. Esta alegría es fruto de la presencia de Dios en el hombre y a su vez puede ser comunicada-narrada a otros y a otras, viviéndola de manera concreta en el amor fraterno que debe existir entre las comunidades. El amor verdadero da credibilidad al mensaje y al mensajero, y ese amor es además un signo constitutivo del cristianismo. A su vez un amor vivido en libertad otorga también otro signo de credibilidad en la persona de Jesús, ya que el cristianismo no aparece como una creencia que coarta al creyente, sino que le ofrece la plenitud de su realización personal.

La obra de Sergio Silva resulta un mensaje proféticamente actual y urgente. Invita a la consideración de nuestra fe vivida en lo cotidiano, en los altos y bajos de nuestras particulares experiencias creyentes. Nos llama también al discernimiento y al acoger a este Dios que quiere encontrarse con nosotros en Jesucristo, que es su imagen visible. Reconocer la experiencia de Pablo y de sus comunidades debe movernos a actuar en conformidad a las llamadas constantes de conversión personal y pastoral, para hacer de nuestra Iglesia un signo creíble del amor de Dios por el hombre y la mujer, no un obstáculo para nuestra fe.


Notas

1 Sergio Silva, ¿Hay razones para creer en Jesús? Buscando respuestas en los escritos Paulinos del Nuevo Testamento (Santiago de Chile: Ediciones Universidad Alberto Hurtado, 2012), 15.
2 Ibíd., 20.
3 Ibíd., 23.
4 Ibíd., 36.
5 Ibíd., 37.
6 Ibíd., 102.
7 Ibíd., 155.

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