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Universitas Humanística

Print version ISSN 0120-4807

univ.humanist.  no.71 Bogotá Jan./June 2011

 

La manera de ser de los cortesanos vista a través de sus propias vivencias efectivas

Courtiers' manners through their own effective experiences

A maneira de ser dos cortesãos vista através de suas próprias vivências efetivas

Vera Weiler1
Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia2
vweiler@unal.edu.co


1Estudios de posdoctorado en la Universidad de Lomonosov (Moscú). Doctora en Historia de América Latina, Universidad Karl Marx, Leipzig. Historiadora de esta misma institución.
2Profesora asociada del Departamento de Historia de la Facultad de Ciencias Humanas. Directora del grupo de investigación "Investigaciones histórico genéticas".

Recibido: 24 de mayo de 2011 Aceptado: 31 de mayo de 2011


Resumen

Se estudia cómo procede Norbert Elias para hacer inteligible la manera de ser y de actuar de unos otros históricos: los cortesanos franceses en tiempos de la monarquía absolutista. La estrategia desarrollada por Elias se muestra cercana a los esfuerzos realizados en la psicología contemporánea euro-continental por identificar las experiencias efectivas y sus respectivas condiciones. La consecuencia es la comprensión de la aparente ceguera de los cortesanos frente a los cambios en la sociedad amplia en términos del proceso de construcción de su sentido de identidad.

Palabras clave: experiencias efectivas, cortesanos, Norbert Elias, sentido de identidad.


Abstract

The path followed by Norbert Elias to help understand how historical others, as French courtiers, behaved and showed themselves at the times of absolute monarchy is shown here. The strategy developed by Elias appears to be close to the efforts by contemporary European (continental) psychology to identify effective experiences and its corresponding conditions. As a result, courtiers' apparent blindness face to the changes broad society was undergoing in terms of the process of building their sense of identity is understood.

Keywords: effective experiences, courtiers, Norbert Elias, sense of identity.


Resumo

Estuda-se como Norbert Elias procede para fazer inteligível a maneira de ser e de atuar de outros históricos, os cortesãos franceses nos tempos da monarquia absolutista. A estratégia desenvolvida por Elias mostra-se próxima dos esforços realizados na psicologia contemporânea euro-continental para identificar as experiências efetivas e suas respectivas condições. A consequência é a compreensão da aparente cegueira dos cortesãos diante das mudanças na sociedade ampla em termos do processo de construção de seu sentido de identidade.

Palavras chave: experiências efetivas, cortesãos, Norbert Elias, sentido de identidade.


Introducción

Este artículo remite a La sociedad cortesana, que fue el primer trabajo mayor de Norbert Elias (1897-1990). La versión original del libro fue presentada a la Universidad de Fráncfort, a comienzos de 1933, como tesis de habilitación. Poco después se instaló el régimen Nazi, y Elias, por ser judío, se vio forzado a marchar al exilio. Una de las consecuencias fue el prolongado aplazamiento de la publicación de sus "investigaciones sobre la sociología de la realeza y la aristocracia cortesana", subtítulo original de su obra suprimido en la versión castellana. El texto fue publicado, finalmente, en 1969. Para esta ocasión, Elias editó -no se sabe cuánto-, el manuscrito original y le agregó una extensa introducción titulada "Sociología y ciencia de la historia", muy crítica con la manera propia de los historiadores de estudiar la historia. Estos no creían justificados los cuestionamientos de Elias, pero acogieron algunas de sus ideas.

A partir de la publicación de La sociedad cortesana, las investigaciones sobre la historia de las diversas cortes europeas recibieron un impulso reconocido ampliamente. Desde 1983, se han publicado once ediciones de bolsillo en alemán, además de las impresiones más dispendiosas. La versión castellana del libro fue publicada una sola vez hace casi treinta años con un tiraje de tres mil ejemplares (reimpresa en 1996). Las cifras indican que el interés del público hispanoparlante por La sociedad cortesana ha sido discreto. Esto quizás se deba a que en la mayoría de los países de lengua castellana no ha habido una sociedad cortesano-absolutista como la que se estudia en este libro. Quizás también se espera ver incorporados los principales resultados de este estudio en el análisis sobre El proceso de la civilización elaborado posteriormente y considerado, en general, como la obra más importante del autor. A este respecto cabe mencionar que si bien es cierto que de alguna manera integra estos resultados a sus textos posteriores, también lo es el hecho de que no vuelve a mostrar cómo llegó a ellos, en lo sucesivo los va tomando como cosa resuelta. Esto aumenta las dificultades de comprensión que de por sí plantea la sociología de Elias, entre otras cosas, por la visión demasiado fragmentaria que se ha puesto en circulación sobre el contexto intelectual en el que emergió. Así, por ejemplo, es hoy un lugar común afirmar que en el concepto de figuraciones Elias resume la idea de que a lo largo de toda su vida los individuos humanos existen y se desarrollan en interdependencias con otros seres humanos y que no se les puede entender haciendo abstracción de esta condición vital suya. Pero esta idea no resuelve automáticamente los problemas que para la orientación concreta de la investigación derivan, por ejemplo, del hecho de que las personas suelen formar parte de diversas figuraciones simultáneamente y que para la formación de su personalidad no todas pesan por igual. En su primera investigación, Elias enfrentó este problema para el caso de los cortesanos. Quiero analizar en este artículo cómo, con qué criterios y con qué resultados. El motivo de tal análisis radica en la idea de que la utilidad de la metodología desarrollada por Elias no se limita al caso individual bajo inspección, ni a las sociedades cortesano-absolutistas únicamente.

El problema general planteado y el alcance explicativo de las estructuras de la sociedad amplia

El problema general que Elias se propuso resolver fue cómo surgió y cómo pudo reproducirse por varias generaciones la peculiar formación social que constituían los miembros de la alta aristocracia francesa en tiempos de la monarquía absolutista. La suerte de esta se muestra entrelazada con la de aquella: ambas, sociedad cortesana y monarquía absolutista, surgen y se consolidan conjuntamente. Juntas también encuentran un final sangriento que cuesta la vida a muchos franceses, entre ellos, la pareja real y buena parte de la aristocracia que se vio incapaz de evitar tal desenlace.

El surgimiento de la peculiar formación cortesana de la élite absolutista en torno a la posición monárquica con sus crecidas oportunidades de poder remite a procesos de transformación de largo plazo en la sociedad amplia de Francia. Son cambios que conllevan la paulatina pérdida de las antiguas funciones militares de la nobleza, cuya suerte se va haciendo cada vez más dependiente del afianzamiento de la posición monárquica en el entramado social global. El proceso se caracteriza por el agotamiento de los recursos que antaño estimulaban los mecanismos guerreros de crecimiento del poder señorial y la expansión simultánea y paulatina de la monetización de los intercambios. Esta a su vez se acompaña del aumento del peso social del sector burgués, al tiempo que engendra oportunidades originales para la sustitución de las antiguas contribuciones ocasionales a las empresas militares por un sistema fiscal más orgánico; a los nobles se les van agotando los antiguos mecanismos con los que competían entre ellos por el excedente y el prestigio social. El complejo proceso redunda en el aumento de las oportunidades de poder de la posición monárquica en el reino galo. El equilibrio de poder entre la aristocracia señorial y la posición monárquica se va inclinando a favor de esta, en detrimento de la autonomía de los señores respecto al rey. El estado de las actividades económicas, nuevas formas de producción de riqueza y el desarrollo de la apropiación fiscal de una parte creciente del excedente social condicionan el surgimiento de la sociedad cortesana. Lo mismo ocurre con antecedentes de más lejano origen como la conformación misma de una nobleza señorial, la asociación del estatus de noble con el veto al trabajo para el sustento y el prestigio de la riqueza adquirida vía herencia.

Pero el desarrollo de la sociedad cortesana y los mecanismos de su reproducción por varias generaciones no se derivan directamente del proceso de la sociedad amplia. No se podría demostrar empíricamente una relación directa, por ejemplo, entre el crecimiento del sector burgués y el proceso de creación y refinamiento de la etiqueta cortesana. Ya en tiempos del absolutismo, los cálculos que aplican los comerciantes, manufactureros, prestamistas y banqueros a sus actividades estrictamente económicas son de un tipo muy distinto al cálculo que hay que aprender para moverse exitosamente en el medio cortesano. Como demuestra Elias, la etiqueta es pieza central de la mecánica que sostiene y regula las relaciones jerárquicas entre el monarca y la alta nobleza cortesana, así como entre los distintos rangos de esta. Y tal mecánica no se puede explicar a partir de las transformaciones en la sociedad amplia que se han mencionado. Sin embargo, hay que acceder a ella no solo para poder comprender la específica orientación de la sensibilidad de los hombres cortesanos o la producción del lenguaje de la etiqueta con su proceso de refinamiento y su uso como medio de comunicación y de poder, sino también para entender cómo ha sido posible la reproducción de la organización cortesana de la élite absolutista por varias generaciones. Finalmente, no se puede deducir de las condiciones globales de la sociedad francesa una explicación convincente de la postración de los hombres cortesanos frente a los signos que auguraban la imposibilidad de la perpetuación de la organización cortesano-absolutista. Pues no siempre, y no en todo, los cortesanos se habían mostrado impedidos a adaptarse a condiciones sociales cambiantes, como lo prueba, precisamente, el proceso de su surgimiento en lugar de las formas anteriores de la nobleza. Así que la sociedad amplia o la estructura social general no puede explicar por sí misma el comportamiento de la élite absolutista; no lo puede explicar para el tiempo de la exitosa reproducción de la figuración cortesana como eje del absolutismo monárquico en Francia, ni tampoco para el caso de la peculiar ceguera e impotencia que muestran los cortesanos en vísperas de la revolución que marca su final. No resulta indispensable remitirse a este final para advertir que el conocimiento de la estructura social general de Francia o la idea de un abstracto interés de clase son de utilidad muy limitada en la búsqueda por comprender los comportamientos de los cortesanos. En relación con el momento de la crisis final, sin embargo, se hace patente que la orientación de los esfuerzos dirigidos por Elias hacia el comportamiento en conjunto antes que hacia ideas y acciones específicas tiene implicaciones también para el análisis político de esta crisis. Según Elias, las posturas y acciones convencionalmente concebidas como de carácter político resultan incomprensibles mientras no se consideren en relación con el tipo de personalidad que las produce. De modo que Elias concibe el acceso a la manera de ser de los cortesanos como tarea de fundamentación para comprender sus actividades en diversos campos que se suelen estudiar por separado, pero que en su visión están ligados por un fondo psíquico común.

Acceder a la manera de ser de otros

El comportamiento de los cortesanos usualmente resulta extraño para personas adaptadas a entornos sociales más industriales, burgueses y urbanos. Su comprensión -como la comprensión de pautas de comportamiento, de maneras de pensar y de experimentar el mundo extrañas, en general- presenta una serie de dificultades. Estas no se pueden superar mediante la aprobación o reprobación, ni tampoco con un llamado a la tolerancia frente a lo que resulta extraño o rindiendo culto a la diversidad. Ninguna de estas modalidades de evaluación de comportamientos apunta a su explicación. Contribuyen ellas más bien a dar continuidad a una confusión. Es la confusión entre el estudio del comportamiento de grupos humanos del pasado y del presente y su evaluación con base en normas actualmente aceptadas como tales en las sociedades de los investigadores. Elias advertía en esta clase de confusiones un típico problema de desarrollo del conocimiento y en su persistencia un indicador de la inmadurez de las ciencias sociales a la vez que del grado de dificultad a enfrentar. En este sentido, comenta las ideas que se formaron sus antecesores sobre la aristocracia absolutista. Elias encuentra que su percepción del modo de vida de este grupo social está nublada por valoraciones derivadas del ethos económico burgués. La anotación se refiere especialmente al tema de la conducta adversa al ahorro y la economía del tiempo. Evidentemente, los nobles, medidos con el rasero de los hábitos dominantes en las sociedades industriales, se presentan como especímenes verdaderamente absurdos e incomprensibles. Pero no hay razón para aplicar este rasero retrospectivamente, pues ello sólo contribuye a desdibujar el objeto a estudiar. En verdad, la confusión entre el objeto de estudio y los ideales de los estudiosos permite conocer estos ideales, a la vez que impide entender por qué la vida de los cortesanos no se rige por ellos.

Esto es lo que Elias quiso evitar. Buscaba establecer a los cortesanos, con su característico modo de vida, como un objeto de observación despejado de la intervención recreadora de unos valores que no se pueden presuponer ni demostrar empíricamente como propios de los cortesanos. Lo que se busca es una posibilidad de acceder al mundo tal y como era para los hombres cortesanos, a lo que para ellos mismos tenía sentido y lo que ellos mismos experimentaban como importante. Establecer este propósito con claridad no constituye por sí solo una garantía de superación de las dificultades que plantea el problema. Pero hacerlo explícito representa un paso cuya importancia se reconoce si se tiene en cuenta la popularidad de la que goza aún hoy, dentro y fuera de la academia, "la cultura denunciatoria", para la cual las cosas quedan resueltas una vez se haya establecido o simplemente confirmado que otros no se ajustan a nuestro deber ser (Schlink, 2011). En la medida en que el sentimiento de superioridad moral que tales procedimientos pueden alimentar no se acompaña de ganancias cognoscitivas igualmente notorias, vale la pena ocuparse de la alternativa que Elias trató de construir hace ocho decenios en pos de la superación de la confusión anteriormente señalada. Los cortesanos son apenas uno de los muchos grupos extraños en su comportamiento para los hombres modernos, y de los avances que se logren en el acceso a su mundo se puede esperar que contribuyan a resolver el reto que plantea el problema de la comprensión de otros, más allá del caso particular estudiado.

En busca del acceso a las experiencias propias de los cortesanos

La estrategia desarrollada por Elias para acceder al comportamiento de los cortesanos apunta a las experiencias vividas por ellos mismos. La manera de abordar el problema debe mucho a la formación de Elias en psicología y a su familiaridad con los desarrollos contemporáneos en esta disciplina. Conviene tener esto en cuenta para la lectura de La sociedad cortesana, obra que por su parte representa aportes a la psicología. Quiero poner de presente de qué se trata.

Para poder advertir las relaciones del trabajo de Elias sobre la sociedad cortesana con la psicología, se puede partir por tomar en serio el hecho de que, en Breslau, pasado un período en que realizó simultáneamente los estudios de fundamentación en medicina y filosofía, Elias finalmente se doctoró en filosofía y psicología. Su preparación en la segunda amerita cierta atención, no solo porque le permitió asumir la enseñanza de cursos de psicología y psicología social en los programas de extensión de la Universidad de Londres, desde 1944 y por una década en la que pasó como un desclasado (Joly, 2010) en la periferia del mundo académico británico, sino por lo que implicaba ser un doctor en psicología formado en los años veinte en Alemania. Este último punto se suele pasar por alto en los análisis de la sociología eliasiana, de sus herramientas intelectuales y de los problemas que se planteó. Las cosas se suelen presentar como si Elias hubiera comenzado a aprender cosas importantes, especialmente en cuanto a la psicología, apenas cuando llegó a Fráncfort o acaso en el exilio en Inglaterra, no obstante el liderazgo a nivel internacional de la psicología de Europa continental y, en especial, de la psicología germano-austríaca del desarrollo en los decenios previos a la Segunda Guerra Mundial, y no obstante las notorias afinidades del pensamiento sociológico de Elias con aquella tradición intelectual. Para una idea inicial basta fijarse en la importancia que para ambos -tanto para la psicología germano-austríaca del desarrollo como para Elias- tenía el problema del desarrollo humano. Resulta que hoy poco o nada suelen saber los sociólogos e historiadores de esta tradición; un olvido que se nutre de diversos factores: uno general y compartido por las distintas disciplinas es precisamente el abandono del problema del desarrollo, en particular el del desarrollo psicogenético, que se impuso en las corrientes dominantes, incluso en las disciplinas históricas, durante la postguerra. En el curso de los años cuarenta también cambió de rumbo la psicología, que terminó dominada por corrientes contrarias a aquellas en que se había formado Elias y en cuyos adelantos se apoyaba su propia estrategia de investigación. Quizás en gracia a esta evolución, entre los analistas de la sociología de Elias se encuentra firmemente establecida la convicción que ve en la teoría psicoanalítica de Freud su principal fuente de inspiración, cuando menos en lo concerniente al campo de la psicología (Goudsblom, 1980; Joly, 2010; Mennell, 1992). He demostrado que esta visión unilateral, por más firmemente establecida que hoy se encuentre, distorsiona las cosas y dificulta la comprensión de Elias en general y de los fundamentos de la estrategia psicogenética seguida por él en particular (Weiler, 2011).

Para los propósitos de este artículo, que se limita al estudio sobre los cortesanos, son relevantes algunos puntos que esclarecen con base en qué definió Elias un terreno delimitado para estudiar cómo se forma el carácter específicamente cortesano. ¿Cómo ubica Elias, dentro del complejo mapa social de la Francia absolutista, el lugar específico en donde se forma realmente el comportamiento típicamente cortesano? Pues como vimos, Elias presenta el ámbito macro de las estructuras sociales -la sociedad amplia- en la idea de que sus dinámicas condicionaron el surgimiento de la sociedad cortesana. Pero de estas estructuras no cree poder derivar una explicación de los comportamientos de los cortesanos, que conforman y sostienen la formación social específica a explicar.

Para acceder a estos, Elias se ocupa ampliamente de las interacciones vividas personalmente por los cortesanos. A estas las ubica en el centro de su estudio, las trata como clave de acceso a las experiencias propias y por tanto formadoras de los cortesanos. Quisiera resaltar algunas razones que sustentan esta elección metodológica:

  1. Por una parte, las experiencias evidentemente no son cuerpos físicos ni organismos vivos en sentido biológico. De modo que no basta con los procedimientos propios de las ciencias naturales. Por otra parte, tiene consecuencias el hecho de que nadie pueda acceder de forma directa a lo que experimentan otras personas, porque ser otro a la vez que uno mismo no es posible. Por ello y también porque los cortesanos son seres humanos como lo son sus observadores, a estos les resulta tormentoso pensarlos sin atribuirles lo que ellos mismos experimentan como constitutivo de su propia identidad. Una dificultad adicional a las ya mencionadas: Elias busca evitar la confusión entre las experiencias que dieron lugar a distintos tipos de personalidad, la burguesa moderna del investigador y la cortesana objeto de estudio.

  2. Elias sabía que «[...] el individuo [es] coordinado desde sus fundamentos con un mundo, con aquello que no es él, con otra cosa y, en especial, con otros seres humanos» (1995, p. 105), desde sus fundamentos fisiológicos. La coordinación con otros seres humanos es, como se ha evidenciado una y otra vez y como se observa con particular claridad en los neonatos humanos, una condición para la vida, desde sus comienzos, de todos los ejemplares de la especie. Lo es en virtud al proceso de la historia natural en que esta especie surgió. Para Elias se trataba de un hecho empíricamente confirmado e incontrovertible. Desde temprano lo consideró dato básico para el estudio sociológico de la existencia humana que obliga a concebir a los individuos en términos de relaciones de interdependencia en lugar de hacerlo en términos de entes independientes. Este es, sin lugar a dudas, uno de los rasgos más frecuentemente comentados de la sociología de Elias, a la vez que base de su concepción de los hombres en términos de figuraciones de seres interdependientes. En la estrategia que desarrolló Elias para acceder a la experiencia de los miembros de la sociedad cortesana, esta convicción se traduce en la averiguación por las interdependencias efectivas que fuerzan la coordinación observable realmente de los cortesanos con otras personas.

  3. Finalmente, el énfasis estratégico de Elias sobre las experiencias vividas en las relaciones personales de los cortesanos como clave de acceso a su personalidad estuvo a tono con los esfuerzos de una serie de psicólogos de su tiempo y entorno formativo, que han caído en el olvido de quienes asumieron posteriormente la voz cantante en la disciplina. De interés en nuestro contexto resultan en particular aquellos psicólogos que insistían en que el desarrollo de las personas no se podía entender con base en los métodos propios de las ciencias naturales únicamente, sino que era preciso desarrollar métodos que permitieran registrar la percepción (si se quiere subjetiva) que tienen las personas de sus propias vivencias (Kaffka, 1921, pp. 8-10). En esta idea se estaba tratando de identificar las condiciones efectivas de la experiencia de las personas en lugar de debatir si habría que atribuir el papel determinante en la formación psíquica de los humanos a unas disposiciones internas o a la influencia del medio. El psicólogo alemán William Stern (1871-1938) en particular, apreciado por Elias (Gleichmann, 1987, p. 410), insistió en que el tema del entorno o medio primario del funcionamiento en cada momento de las personas y de su desarrollo, está dado por la dinámica de la interacción personal con otras personas en el espacio personal próximo (personaler Nahraum) (Kreppner, 1992, p. 545). Elias estudia a los cortesanos bajo esta misma óptica, desarrollada por psicólogos como Stern, en relación, sobre todo, con el desarrollo de los niños.

Otro aspecto que muestra a Elias a tono y en fructífera comunicación con la psicología avanzada de los años veinte y treinta está relacionado con la persona (en sus relaciones efectivas) como unidad de investigación. Es probable que no resulte inmediatamente evidente lo que esto significa. Signifca, en lo que respecta a los psicólogos, el reconocimiento de que los procesos del desarrollo humano solo se pueden analizar como procesos reales en unidades vivas y no a manera de elementos que se pueden estudiar por separado y de cuya sumatoria resulta una psique, una personalidad. Elias claramente comparte la convicción de que cada psique surge y se desarrolla como una unidad viva en un proceso en que, no obstante sus cambiantes niveles de diferenciación, se conserva esta unidad vital. De ahí que trate de formarse una idea sobre el comportamiento de los cortesanos en conjunto en lugar de seleccionar un aspecto (la percepción, el pensamiento, las emociones o unas ideas precisas) que desde el presente pueda aparecer como especialmente significativo.

Así que Elias se interna en el reino francés con brújula en mano. Va derecho al encuentro con los cortesanos, para verlos en sus relaciones habituales y enterarse de las vivencias experimentadas por ellos como significativas y por tanto formativas de su manera de ser, de ver el mundo y de actuar.

La lectura de las experiencias de los cortesanos como función de las relaciones entre ellos mismos

No resulta sorprendente que Elias encuentre que para los hombres de la corte francesa, las personas más importantes sean aquellas con las que comparten el privilegio de girar en torno del monarca. Todo el tiempo se ve a cortesanos con cortesanos. Los encuentros personales entre estas personas son muy frecuentes. En su mayoría no son casuales, se impulsan y organizan a conciencia. Una prueba de ello son los espacios que habitan. Elias ilustra este punto ampliamente. Estos espacios y el grupo de personas que circula en ellos delimitan más o menos el campo en que los hombres cortesanos viven sus experiencias sociales más significativas. Lo que constata Elias a propósito de los monarcas, con matices es válido para todos los cortesanos: «La corte y la vida cortesana son el lugar de origen de toda la experiencia, de la visión que tienen de los hombres y del mundo» (1982, p. 61). En definitiva, no se podrá acceder a la experiencia propia de los cortesanos sino por medio del estudio de este campo, es decir, de la sociedad cortesana en sentido estricto. La agenda social de los cortesanos es agitada, pero se ajusta a sus necesidades. Una de ellas es la de ver a los demás cortesanos y ser visto por ellos. Este es un requisito de la actualización permanente del rango y prestigio que los identifica en la jerarquía que entre todos ellos conforman, con el monarca a la cabeza. Les permite evaluar su condición momentánea, apreciar los signos de su suerte e intervenir sobre ella en la medida de lo posible. El prestigio que se tiene entre los cortesanos y ante todo a los ojos del monarca puede aumentar y bajar. Todos los cortesanos son competidores. Todavía los rangos remiten a títulos heredados de tiempos lejanos y funciones guerreras de la aristocracia. Los hombres de la corte francesa no tienen ya tales funciones; los títulos se conservan. Los más antiguos suelen considerarse de mayor valor. Son un elemento constitutivo del prestigio cortesano. Todavía da prestigio tener ancestros nobles sustentados sobre extensas tierras habitadas por mucha gente de la cual extraer renta y con disponibilidad para la guerra. Pero los títulos tienden a depreciarse, no aseguran un rango de una vez por todas, constituyen solo una especie de base para el ranking inicial. El monarca es, en gracia a las oportunidades de poder que confiere su ubicación segura en la punta de la jerarquía cortesana, quien más puede influir individualmente sobre la atribución de los rangos. Nadie, además de él, tiene el derecho a conferir títulos de nobleza. No solo esto pesa, lo hace también su opinión sobre los cortesanos y el prestigio que merecen. El juicio del monarca sobre estos asuntos tiene en cuenta el interés en cierto equilibrio de tensiones entre los sectores sociales que necesita y de los cuales depende en alguna medida. Al monarca le conviene que haya cierta tensión no solo entre los burgueses -en cuyo horizonte están el ennoblecimiento y la aristocracia-, sino también entre los cortesanos. El rey tiende a usar su poder de influir sobre el prestigio de los cortesanos para animar la competencia. Esto solo funciona en la medida en que a los cortesanos les interese su rango y prestigio. No hay duda, les interesa sobremanera. El tema es absolutamente central para ellos. Elias lo atribuye, en buena parte, a la pérdida de las funciones que antaño tuvo la nobleza para la sociedad. Elias ilustra ampliamente la dinámica que impulsa a los cortesanos en la competencia a que da lugar la relativa elasticidad de la jerarquía, la perenne presión que la atraviesa desde abajo hacia arriba, y la consecuente amenaza sobre las posiciones sociales del monarca y las de cada una de las familias cortesanas.

Se pueden destacar algunos puntos en relación con la experiencia que viven los cortesanos relacionados entre ellos como competidores por el rango y prestigio en la jerarquía cortesana. El poder que ejercen sobre las conductas de los cortesanos sus experiencias centradas en la lucha por el rango y el prestigio difícilmente se puede sobreestimar. El orden jerárquico de los rangos lo experimentan como referente absolutamente obligatorio, esto incide de manera notoria en el desarrollo de su comportamiento. Los jóvenes van creciendo y aprenden lo que les permite valerse por sus propios medios como adultos socialmente competentes, con adultos que se representan a sí mismos ante todo como competidores en los términos aludidos. Las retribuciones afectivas y las reprimendas que acompañan el proceso de aprendizaje de cada nueva generación se orientan por el orden jerárquico comentado y por lo que los adultos consideran habilidades necesarias para poder competir exitosamente al menos por la conservación del rango que ya poseía la estirpe. Las señales de aprobación que reciben los jóvenes que crecen en el ámbito cortesano son premios a su progresivo ajuste a las pautas de conducta que su plena integración en el orden de referencia demanda. Elias destaca los efectos profundos de estas experiencias. No encuentra entre las preocupaciones de los cortesanos adultos asunto más importante que el orden de la jerarquía aristocrático-cortesana. Para las personas que viven su socialización en un mundo que desde la más temprana edad y una y otra vez experimentan como ordenado en este esquema, tal experiencia adquiere un poder duradero, al punto que cuando piensan en ellas mismas y en otras tienden a hacerlo en el formato del orden al que están habituados. Así que para los hombres cortesanos este adquiere el peso de referencia de orientación segura, porque representa la organización del mundo en que aprendieron exitosamente a vivir. Todo indica que el poder sobre las personas que en lo sucesivo ejercen las pautas de orientación adquiridas en este proceso, se debe al menos en parte a la función vital que para su orientación efectivamente cumple. Se trata realmente del mundo que los cortesanos conocen y entienden a la perfección. En este mundo se mueven con la consecuente seguridad y confianza, no obstante las intrigas que a su interior florecen. Allí, los códigos que gobiernan la comunicación son sus propios códigos, pues son los que los cortesanos mismos han labrado para la función que cumplen.

Merecen atención los estímulos que reciben de la competencia entre ellos para desarrollar habilidades funcionales a su prestigio, y los efectos sobre su personalidad. Por lo que hemos visto, el orden de referencia (rango, prestigio, etc.) debe su poder sobre los cortesanos en gran parte a su anclaje en la estructura de su personalidad. Como ya se ha mencionado, durante la crianza los niños dependen de personas que han interiorizado el orden jerárquico de referencia, de manera que a través de sus interacciones con el infante representan este orden. El ajuste exitoso -o considerado relativamente exitoso por el adulto- se alía así con las sensaciones agradables para el infante. No hace falta detallar todas las implicaciones. Ya podemos dirigir nuestra atención hacia el tema del miedo. Basta por el momento registrar que las angustias de los cortesanos también son estructuradas por el orden de referencia que hemos conocido. Se advierte el miedo vigilante sobre el orden de referencia instalado en la personalidad de los cortesanos. El miedo a perder la orientación aparece ahora claramente ligado al miedo de no pertenecer al mundo. Quiere decir que estamos ante la generación social de una versión del miedo a dejar de existir. Tengamos presente que el segmento de la realidad social sobre el que han adquirido una orientación eficaz los hombres cortesanos en la práctica es el mundo cortesano. Dejar de pertenecer al mundo para el caso dado no puede referirse sino al mundo cortesano. Se advierte la carga afectiva. Ahora ¿qué habilidades se ven forzados a desarrollar los cortesanos en gracia a la competencia ineludible por el rango y prestigio? Para la existencia cortesana es fundamental la opinión del círculo al que se pertenece. Si una persona o familia cae en desgracia ante esta opinión social queda de hecho excluida. Acabamos de ver lo que esto significa normalmente para los hombres cortesanos. El parecer se orienta por el criterio de una vida acorde con el rango. Todos deben mostrar que lo hacen, y en la medida en que no hay límites establecidos para esta exigencia, toda manifestación de la vida sirve de expresión del rango y prestigio que les son atribuidos. Por esto, los cortesanos se ven forzados a aprender a observar e interpretar todas esas manifestaciones, en los demás y en ellos mismos. Necesitan tener en la mira a toda una red de personas. Así como la jerarquía de rangos y prestigio cortesana simboliza la red de posiciones interconectadas, para su orientación adecuada tienen que estar atentos personalmente a todas las posiciones en juego y a lo que los diversos jugadores realmente hacen y puedan estar planeando hacer. De esas observaciones se extraen los elementos para la orientación de las propias acciones, cuyo horizonte no es toda Francia sino el tejido cortesano familiar. De este y no de la sociedad amplia se desprenden los peligros para el rango y el prestigio que experimenta vivamente el cortesano. El procedimiento exige el desarrollo de cierto grado de autocontrol, porque implica el aplazamiento de la acción; no se admiten las reacciones inmediatas, visibles y bruscas toleradas entre los nobles en siglos medievales. Así que entre los cortesanos absolutistas se cultiva una manera pacífica y estilizada de tratar las tensiones inevitables entre los competidores por el rango y el prestigio. Elias encuentra que los cortesanos logran desarrollar un pensamiento ajustado de manera realista a sus condiciones de vida más inmediatas, la capacidad de concebir las interacciones en la corte en una perspectiva relativamente larga y compleja que les permite una planeación altamente funcional.

Después de haber desarrollado capacidades cognitivas novedosas en la historia de la élite de Francia, aseguradas mediante la consolidación social de un mayor grado de control de las emociones, la aristocracia cortesana de Francia resulta, sin embargo, incapaz de emplear lo aprendido para evitarles a los suyos y a toda Francia la guillotina. ¿Da Elias alguna idea de la naturaleza de la peculiar ceguera que terminan mostrando los cortesanos? En verdad no es que literalmente no vean, la situación general exige a todas luces remedio; esto a los cortesanos se les escapa. El problema que identifica Elias detrás de la impotencia de la élite cortesana radica en que sus miembros no pueden concebir para sí mismos una existencia con referentes distintos a aquellos a los que están habituados. Su autoestima, el sentido que tiene para ellos la vida, su sentido personal de identidad, están enteramente amarrados al horizonte cortesano. Así que existir, para ellos es existir como cortesanos; una Francia sin sociedad cortesana les resulta afectivamente inconcebible.


Referencias

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