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Memoria y Sociedad

Print version ISSN 0122-5197

Mem. Soc. vol.18 no.36 Bogotá Jan./June 2014

 

Las conyugicidas en la Nueva Granada. Trasgresión de un viejo ideal de mujer (1780-1830).
López Jerez, Mabel Paola.
Bogotá: Editorial Pontificia Universidad Javeriana, 2012. 165 pp.

Jorge Alejandro Aguirre Rueda1

1Historiador, Universidad Industrial de Santander (Bucaramanga). Candidato a Magíster en Historia, Universidad Nacional, sede Bogotá. Profesor, Facultad de Comunicación y Lenguaje, Pontificia Universidad Javeriana. jorgealejandroaguirrerueda57@gmail.com, aguirre.jorge@javeriana.edu.co


Cómo citar esta reseña

Aguirre Rueda, Jorge Alejandro. Reseña de Las conyugicidas en la Nueva Granada. Trasgresión de un viejo ideal de mujer (1780-1830), de Mabel Paola López Jerez. Memoria y sociedad 18, n.° 36 (2014): 152-154. http://dx.doi.org/10.11144/Javeriana.MYS18-36.cngt


Con el objetivo de «socializar, ante la comunidad académica y el público en general, las tesis de grado meritorias y laureadas por los jurados», la Colección Taller y Oficio de la Historia de la Pontificia Universidad Javeriana decidió premiar un trabajo sobre aquellas mujeres que estuvieron altamente vinculadas con la muerte de sus compañeros sentimentales. Esta iniciativa editorial debe aplaudirse y ojalá replicarse a los departamentos de historia existentes en el país.

Ahora bien, un primer aspecto que llama la atención sobre la obra es el interés manifiesto por parte de la autora en convertir su trabajo en un insumo que «permita ilustrar a las autoridades que diseñan políticas tendientes a prevenir y combatir»2 un fenómeno como la violencia intrafamiliar, específicamente el maltrato hacia la mujer y el consiguiente asesinato del esposo. Es una actitud y empresa nada desdeñable, si se tiene en cuenta que las mujeres de los sectores bajos siguen sufriendo en estos momentos «los índices más altos de maltrato»3.

Sin embargo, para lograr que el trabajo de López Jerez logre concretar su objetivo, se hace preciso que las autoridades y la sociedad en general posean herramientas comprensivas y explicativas sobre los cambios en las configuraciones hombre-mujer, desde una «mirada histórica»4. Este utillaje debería comenzar por preguntarse: «¿qué hizo que entre 1780 y 1830 algunas esposas de la Nueva Granada retaran el orden establecido y asesinaran a sus maridos para defenderse de las golpizas?»5. Dicho interrogante comienza a ser elucidado en el momento mismo en que se reconocen aquellas posturas sociales que legitimaban una conducta del varón que se sustentaba en el deber-derecho de castigo, así como en un comportamiento mariano que refrendaba una representación de mujer sumisa, obediente y confinada al hogar6. Estos valores y comportamientos sufrirán cambios dramáticos en el periodo estudiado por la autora y tendrán como condición de posibilidad dos elementos: primeramente, la concepción que la mujer comenzó a tener de sí misma como un individuo con ciertos derechos, y en segunda instancia, diferentes reformas jurídicas implantadas por la Corona para mantener la unidad familiar, en las que el pensamiento ilustrado mostró a la mujer «como compañeras a las que se les debía respeto y protección»7.

No obstante, se hace necesario ampliar la mirada comprensiva y explicativa del fenómeno, para lo cual la autora elaborará sendos capítulos armados cada uno con su respectivo aparataje teórico. En «Giros de una configuración de antaño: de la sumisión femenina a las vías de hecho» (primer capítulo), el argumento central, fundamentado en la obra del sociólogo alemán Norbert Elias y su trabajo sobre la configuración de las relaciones de interdependencia entre los sujetos, es precisamente la ruptura de aquel planteamiento que se fundamentaba en la existencia de un dominio heredado y su inmanente legitimación del maltrato del hombre sobre la mujer. La teoría configuracional de Elias permitirá que López Jerez cuestione aquellas concepciones universalistas sobre la mujer colonial que la igualaban a aquella perteneciente con los estratos altos, para dar paso a un cuadro más variopinto: «no se ha tenido en cuenta que las relaciones de interdependencia que las mujeres de los estratos más bajos sostenían con sus maridos y el resto de la sociedad eran diferentes e implicaban cierto tipo de resistencia a un comportamiento reglado»8.

Seguidamente, «Cambio de visión frente al maltrato» y «Víctimas victimarias: sevicias que detonan la agresión» (tercer y cuarto capítulo respectivamente) permiten abordar aquellos cambios sufridos en la configuración de las relaciones hombre-mujer desde los aportes de Linda Alcoff a la Victimología, así como de la noción de discurso expuesta por Foucault en su Arqueología del Saber. Si se tiene por cierto que el discurso es poder, es claro que existió un tipo de mujeres que retaron «los arreglos del habla», hasta lograr estructurar un discurso marcadamente «trasgresivo»9. Asimismo, la corriente iniciada por Cesare Lombroso ha permitido «dejar atrás la creencia en la inocencia per se de la víctima y su papel de sujeto pasivo, para ubicarla como activa en el desarrollo del delito e incluso como el factor desencadenante de este»10, aspectos que han permitido introducir nociones como la de víctima provocadora y víctima infractor, los cuales permiten leer los conyugicidios desde un ángulo bastante particular.

Finalmente, en «Otros móviles del conyugicidio en la Nueva Granada: triángulos amorosos y causas varias» (quinto capítulo), apartado soportado en los estudios literarios de René Girard y su teoría del deseo triangular, López Jerez retoma la compleja relación entre un sujeto, un objeto deseado y un mediador, los cuales fungen como elementos explicativos:

En el triángulo amoroso esta situación genera el asesinato del marido por parte del amante para recobrar el equilibrio de deseo entre el sujeto y el objeto, que ha sido alterado por el mediador. Consideramos entonces que la teoría del deseo triangular de Girard sirve para explicar dos momentos frente a los asesinatos del marido asociados a la infidelidad de la esposa11.

Como acto conclusivo de este apartado, la autora es enfática en presentar una representación histórica no sobre la mujer colonial -acepción que debate— sino sobre las mujeres en la colonia, siendo una de ellas la de la trasgresora12.

Finalmente, López Jerez elabora una serie de conclusiones que no tarda en traer hasta el presente —se debe recordar que uno de sus objetivos es prestar conocimiento válido para evitar y disminuir la violencia intrafamiliar—, como son la supervivencia del maltrato hacia la esposa que cabalga sobre aquel viejo y supuesto deber-derecho de castigo inherente al varón13. Asimismo, es imposible negar que el conyugicidio debe ser observado como un histórico mecanismo de defensa utilizado por cierto grupo de mujeres —primordialmente las de estratos bajos— «ante la inminencia de la muerte o la ineficacia de la justicia»14. Como último punto, y combatiendo aquellas representaciones que difundieron el ideal femenino de la mujer en la colonia a partir del estudio de quienes vivían en la elite, la autora logra evidenciar que definitivamente no todas fueron «sumisas, obedientes al marido y tolerantes al maltrato»15.

Ahora bien, solamente quisiéramos contribuir con un elemento para comprender el cambio ejercido por el pensamiento ilustrado y sus nuevas representaciones sobre la mujer. Alberto Martínez Boom ha mostrado —convincentemente— que para finales del siglo XIX «se comenzó a ponderar a la lactancia como el mejor método de crianza» y se coincidió «en señalar que además de brindarles los cuidados y los alimentos apropiados, el medio más seguro y eficaz para asegurar la subsistencia de los niños era la crianza por sus propias madres»16. Así entonces, y bajo los postulados de la educación moral, la familia pretendía ser convertida en el nuevo y mejor espacio de instrucción moral. Es posible colegir que los maltratos perpetrados por los hombres presentados por López Jerez fueran cada vez menos soportados si se da por cierta la afirmación de Martínez Boom: «Esa primera instrucción moral de los niños, se recibía de — la viva voz del exemplo— de sus padres»17.

Para concluir, el relato y la representación propuestos por López Jerez logra un acertado balance entre las informaciones elaboradas desde los archivos judiciales, y aquellas posturas teóricas que utiliza, permitiendo así una lectura ágil del documento, y de indispensable consulta para quienes se encuentran interesados en comprender las transformaciones vividas en las configuraciones hombre-mujer desde una mirada que privilegia el recurso histórico.


Pie de página

2López Jerez, Las conyugicidas, 18-19.
3López Jerez, Las conyugicidas, 112.
4López Jerez, Las conyugicidas, 18-19.
5López Jerez, Las conyugicidas, 13.
6López Jerez, Las conyugicidas, 13.
7López Jerez, Las conyugicidas, 14.
8López Jerez, Las conyugicidas, 21-22.
9López Jerez, Las conyugicidas, 65.
10López Jerez, Las conyugicidas, 70.
11López Jerez, Las conyugicidas, 99-100.
12López Jerez, Las conyugicidas, 106-107.
13López Jerez, Las conyugicidas, 116.
14López Jerez, Las conyugicidas, 118.
15López Jerez, Las conyugicidas, 118.
16Alberto Martínez Boom, Verdades y mentiras sobre la escuela (Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, idep, 2012), 206.
17Martínez Boom, Verdades y mentiras sobre la escuela, 207.


Bibliografía

Martínez Boom, Alberto. Verdades y mentiras sobre la escuela. Bogotá: Instituto para la Investigación Educativa y el Desarrollo Pedagógico, IDEP, 2012.         [ Links ]