Presentación
Este trabajo trata sobre la población afrodescendiente en la minería de la Nueva España en la segunda mitad del siglo XVIII. Interesa documentar, examinar y destacar el papel que desempeñó este grupo poblacional en las sociedades y economías mineras del México tardocolonial. Si bien la presencia africana en esos espacios es un hecho reconocido por los historiadores y ha sido abordada para algunos centros mineros, estamos lejos de haberla investigado con la amplitud que amerita. Cuando el tema de la etnicidad ha entrado en el análisis de la historia de la minería en el siglo XVIII en, por ejemplo, la esfera de la demografía y el mundo del trabajo, la atención se ha centrado en los indígenas y los mestizos, tanto por su preponderancia numérica en los pueblos mineros como porque se da por sentado que tuvieron un papel más importante que otros grupos en la industria y las sociedades mineras. En términos comparativos, la presencia y la contribución de la población afrodescendiente han recibido un tratamiento mucho menor.
La revisión historiográfica que acompaña a la investigación más amplia de la que se desprende este texto, muestra que ha sido posible estudiar la minería del siglo XVIII sin prestar mayor atención a la población de ascendencia africana o refiriéndose a ella de manera tangencial. Las investigaciones han priorizado otros temas y preguntas antes que ponderar la contribución de dicho segmento social. Fuera de un grupo reducido de especialistas, continúa predominando una idea difusa sobre el peso demográfico de negros y mulatos y acerca de su presencia en los distintos sectores de la vida de los pueblos mineros en el último siglo de la época colonial1. Nuestra atención se enfoca en el distrito de Pachuca-Real del Monte en la segunda mitad del siglo XVIII (figura 1).
Este destacado y antiguo centro productor de plata ubicado en la parte central de México es un escenario muy propicio para abordar los temas planteados. En primera instancia, porque desde el inicio de la explotación de sus yacimientos argentíferos a mediados del siglo XVI y hasta el fin del periodo colonial, habitaron en la zona negros esclavos traídos para trabajar en minas, haciendas de beneficio y en el servicio personal de sus dueños, para quienes eran además un signo de estatus y éxito material. A ellos se sumaron gradualmente individuos libres de ascendencia africana nacidos en los pueblos del distrito y procedentes de otras partes del virreinato. Aunque siempre fueron grupos minoritarios, su presencia era notoria en el siglo XVIII, en particular los afrodescendientes, tanto en términos numéricos como por su participación en distintas actividades productivas y de servicios. Esta situación no es generalizable a todas las regiones mineras de la Nueva España, pero puede ilustrar y entrar en diálogo con lo que sucedía en varias de ellas2, particularmente las ubicadas en el centro del país3.
En segunda instancia, para analizar las problemáticas señaladas los historiadores que se aproximen al caso de Pachuca-Real del Monte tienen a su deposición archivos y documentación primaria relativamente abundante y de diverso tipo (demográfica, notarial, judicial, civil, parroquial, etc.). En este trabajo se prioriza el uso de información de carácter demográfico a partir de censos parroquiales, ya que permite un ángulo de aproximación muy apropiado para responder a las interrogantes centrales que animan este estudio.
Se dan a conocer los resultados de esta investigación con el propósito de impulsar el intercambio de ideas y el debate sobre las temáticas apuntadas. Es necesario avanzar en la identificación, la reconstrucción y el análisis de la amplia y variada composición y participación de la población afrodescendiente en los pueblos y distritos mineros coloniales, así como su condición social y sus relaciones con las poblaciones indígenas, blancas y mestizas. El estudio de estos y otros aspectos conducirá, por un lado, a destacar su condición de agentes de estas comunidades, cuestionando la condición marginal a la que se les ha relegado, incluso respecto de otros grupos subalternos. En segunda instancia, permitirá observar y entender la composición y el desarrollo de las regiones mineras desde perspectivas más amplias e integrales y, dada la importancia que tuvo la minería en la estructura de la Nueva España, contribuirá a construir un relato histórico más inclusivo de la sociedad y la economía coloniales y, por lo tanto, con mayor poder explicativo.
Antes de proseguir, conviene hacer una precisión terminológica. Los negros no fueron una categoría monolítica4. En este texto se utiliza el término "africano" para referirse a los habitantes de nuestra zona de estudio nacidos en África. La expresión "afrodescendiente" se usa para englobar a la población con algún grado de ascendencia africana, que en la segunda mitad del siglo XVIII incluía individuos con un alto grado de mestizaje con indios, blancos, mestizos y otras "castas"5. Es importante destacar que debido a esta compleja mezcla racial y cultural, en Pachuca-Real del Monte, al igual que en muchas otras partes del virreinato, la identificación y el registro de la población afrodescendiente fue disímbola, y es de difícil manejo6, por lo que debe tomarse con cautela, no solamente en las cifras sino también en la terminología.
La semilla
La población que aquí se estudia tuvo su origen en la importación de esclavos de África en las primeras décadas después de la Conquista. El móvil principal de este arribo forzado de negros africanos a territorio de la Nueva España fue la necesidad de contar con una fuerza de trabajo que complementara la de la población indígena, drásticamente reducida a raíz del impacto de epidemias, guerras y otros desajustes socioculturales que trajo consigo la conquista española7. Íntimamente asociado con este hecho, y con las medidas legales promulgadas contra la esclavitud y el maltrato a los indios, la utilización de esclavos negros en la minería del centro del país fue muy significativa en el siglo XVI y hasta mediados del XVII.
De acuerdo con una visita oficial realizada en 1597, en los reales de Pachuca había 109 esclavos negros, lo cual situaba a este distrito en el sexto lugar de un total de diez destacados centros mineros que fueron visitados durante esa misma inspección (tabla 1).
Zona minera | Esclavos negros | Indios de repartimiento | Indios naboríos |
---|---|---|---|
Taxco | 266 | 406 | 834 |
Zacatecas | 266 | 0 | 1 014 |
Cuautla | 178 | 200 | 244 |
Sultepec | 130 | 66 | 222 |
Zacualpa | 117 | 126 | 364 |
Pachuca | 109 | 394 | 1 168 |
Temascaltepec | 46 | 133 | 172 |
Guanajuato | 42 | 166 | 415 |
Tlalpujahua | 4 | 133 | 137 |
Ozumatlán | 0 | 15 | 26 |
Total | 1 122 | 1 639 | 4 596 |
Fuente: elaboración propia a partir de información consignada en Mentz, "La plata" (121).
El número de esclavos en cada centro productor estaba relacionado, entre otros factores, con la magnitud de sus operaciones, la condición de sus minas y haciendas de beneficio y la capacidad económica de los empresarios mineros. Desde mediados del siglo XVI, la minería en Pachuca estaba en auge, en parte por el impulso del método de beneficio de amalgamación de la plata desarrollado en 1553 en la propia Pachuca.
Este método representó una revolucionaria transformación tecnológica que permitió refinar minerales de bajo contenido de plata, muy comunes entonces y durante el resto del periodo colonial en aquel distrito, y en muchos más de la Nueva España. Esto atrajo mayores inversiones y empresarios capaces de absorber los también superiores gastos asociados con el llamado "beneficio de patio". En el rubro fundamental de la mano de obra, debieron afrontar los costos de contratar más trabajadores libres y por la compra de los encarecidos esclavos. En su detallado estudio sobre la minería en Pachuca en la colonia temprana, Gilda Cubillo refiere que en 1570 un esclavo africano de 25 años y en buenas condiciones físicas y de salud se vendía en alrededor de 300 pesos de oro común. Añade que por su alto precio los esclavos llegaron a representar hasta la tercera parte del valor de una explotación (Cubillo 229). Su elevado costo y sostenimiento fue un factor central para que fueran siempre un grupo minoritario de trabajadores. Una clara indicación de ello la tenemos en la tabla 1, donde por cada esclavo negro había cuatro indios de repartimiento (trabajadores forzados) y once indios naboríos (trabajadores que no estaban sujetos a servidumbre)8.
Años después, en 1610, se registraron solamente ocho esclavos negros. Esto sugiere una reducción drástica de su número, cuyas causas se han atribuido a una excesiva mortalidad en esta población y su traslado a otros minerales (Cubillo 231; Mendizábal 270). Una dieta pobre, condiciones de vida precarias y el duro trabajo en las minas causaron muchos y tempranos decesos entre los esclavos. La disminución de la cantidad de esclavos también puede deberse a cambios de criterio o a un menor cuidado en su registro respecto del conteo de 1597.
Con más certeza, es posible hablar del avance del mestizaje de los negros, pues en 1610 se contabilizó a 168 mulatos (mezcla de blanco con negro) y 15 zambaigos (mezcla de negro con indio). Puede pensarse que la mayoría nació en los pueblos del distrito, pero también debió haber inmigrantes atraídos por el dinamismo por el que pasaba la economía local. En conjunto, esos 209 pobladores de ascendencia negra representaron el 6 % del total de los 3 487 habitantes del distrito en aquel año9. En varios sentidos (demográfico, económico, laboral y cultural), fueron una de las importantes semillas de las que brotó la población afrodescendiente del siglo XVIII.
La importación de esclavos africanos persistió a lo largo de los tres siglos del régimen colonial, pero con ritmos diferentes. Ya se dijo que en los siglos XVI y XVII fue más intenso10. Posteriormente, la demanda de esa fuerza de trabajo disminuyó por el efecto combinado de varios factores, entre ellos, la recuperación demográfica de la población india y la mayor disponibilidad de trabajadores libres para las minas. En la segunda mitad del siglo XVIII era muy raro encontrar esclavos negros trabajando en las minas, aunque la principal empresa de Real del Monte los utilizaba en una de sus posesiones. En cambio, a los afrodescendientes era común verlos tanto en la minería como en otros sectores económicos.
El componente afro en la población del distrito en la segunda mitad del siglo XVIII
Entre 1701 y 1810 Pachuca-Real del Monte produjo el 6 % de toda la plata novohispana, situándose como el séptimo distrito más productivo del virreinato (Garner 113). Durante las décadas de 1750-1770 se vivió en la comarca la mayor bonanza del siglo. La producción de plata promedió 116 000 marcos anuales, pese a la afectación causada entre 1766 y 1775 por serios problemas laborales en la Vizcaína, la principal empresa minera de Real del Monte y una de las mayores de toda la Nueva España11. A continuación siguieron tres lustros (1780-1795) de una baja sensible, promediando solo 64 519 marcos anuales. En los últimos años del siglo XVIII (1796-1800) hubo un breve repunte que llevó la producción a un promedio anual de 100 000 marcos. A continuación, la producción volvió a descender y entró en un prolongado estancamiento durante el primer cuarto del siglo XIX (Navarrete, "Economía" 270-271).
La población del distrito siguió de cerca los ciclos de la producción minera. La tabla 2 ilustra el tamaño del vecindario y su oscilación durante el periodo de estudio. Entre 1754 y 1779 rondó aproximadamente 14 000 habitantes, cantidad que disminuyó a cerca de 10 000 a principios de la década de 179012. Pese a ello, y después de más de dos siglos de desarrollo ininterrumpido, era una zona de asentamiento permanente y con un número de habitantes relativamente alto para los estándares de la época13.
Año | Población total |
---|---|
1754 | 14 540 |
1779 | 14 924 |
1791 | 9 615 |
Fuente: elaboración propia con base en AGN, I, "De Félix Tinoco al Tribunal de la Santa Inquisición", 1754, f. 937 v.; AGI, v, "Plano exacto de todas las personas del Arzobispado de México", :779, f. 38 v.; AGN, p, "Padrón de la Subdelegación de Pachuca", 1791, f. 2 v.
Hubo importantes diferencias en el interior del distrito. Pachuca y Real del Monte estuvieron siempre a la cabeza como centros de población y de actividad económica, adoptando en varios aspectos un carácter urbano. El real del Chico y el pueblo de Omitlán -en este último se ubicaban varias haciendas de beneficio- permanecieron como pequeños asentamientos. Nuestro análisis se concentra en Pachuca y Real del Monte, dejando para la siguiente etapa de nuestra investigación el de los otros dos pueblos.
Los datos que se presentan a continuación se basan en censos parroquiales. No está de más recordar que estos registros de población no fueron realizados con fines estadísticos y se emplearon criterios distintos en su elaboración, lo que dificulta su uso para los propósitos de la investigación histórica moderna. Su análisis implica una labor compleja y minuciosa, y aun en tal caso la información obtenida debe tomarse con reservas.
La tabla 3 contiene información tomada del resumen del padrón del Arzobispado de México realizado en 177914. Este resumen permite confeccionar la mejor visión panorámica sobre la población de Pachuca-Real del Monte en el periodo de estudio, pues la distingue por grupos étnicos15 y la agrupa por parroquias, lo que lleva a apreciar diferencias cuantitativas y de distribución espacial útiles para nuestros propósitos.
Parroquia | Número total de personas | % Mulatos | % Españoles | % Castizos y mestizos | % Indios |
---|---|---|---|---|---|
Pachuca | 8311 | 13,8 | 34,2 | 17,4 | 34,6 |
Real del Monte | 2813 | 2,20 | 59 | 12,8 | 26 |
El Chico | 2475 | 3,6 | 34,7 | 35,7 | 26 |
Omitlán | 1325 | 7,9 | 26,6 | 20,6 | 44,8 |
Totales (% del total) | 14 924 | 1 404 (9,4) | 5 723 (38,3) | 2 960 (19,8) | 4 837 (32,4) |
Fuente: elaboración propia con base en: AGI, V, "Plano exacto de todas las personas del Arzobispado de México", f. 38 v.
El distrito minero contaba entonces con cerca de 15 000 habitantes y una composición étnica diversa. Al igual que en otras regiones mineras, convivían e interactuaban mulatos, indígenas, españoles, mestizos y otras castas. En esta sociedad plural se establecieron intercambios, convivencias y vínculos raciales, económicos y culturales en distintos niveles y espacios (en el trabajo, en la calle, en el barrio, en la iglesia, en la casa).
De la tabla es posible extraer tres consideraciones principales. La primera, que, como en los siglos previos, los afrodescendientes eran el grupo minoritario (9,4 %) de la sociedad local17. En segundo lugar, pese a lo anterior, prácticamente uno de cada diez habitantes fuera de esa adscripción racial habla de un grupo que no podía ser ignorado en términos cuantitativos ni, como se verá adelante, cualitativos. Y la tercera consideración se refiere a su distribución espacial. Ese año Pachuca contaba con 1 146 mulatos, equivalentes al 81,6 % de todos los que había en el distrito. En el otro extremo se ubicó Real del Monte, con únicamente 62 mulatos (4,4 % del total). Su peso en el interior de la población total de cada parroquia también era diferente: el porcentaje iba de un máximo de 13,8 % en Pachuca a un mínimo de 2,2 % en Real del Monte, quedando Omitlán (7,9 %) y el Chico (3,6 %) en una posición intermedia. Habrá que contrastar y ampliar esta información con la de otros padrones y años para saber si estas diferencias fueron permanentes o coyunturales, e indagar qué factores influyeron en la distribución territorial de los afrodescendientes.
La estructura y situación económica de cada real fue uno de ellos. Otro fue el patrón de poblamiento de la zona. La parroquia de Pachuca incluía el pueblo cabecera del distrito (también lo era de la Alcaldía Mayor de Pachuca) y diversos asentamientos adyacentes (barrios, minas, pueblos, haciendas y ranchos) donde también residieron mulatos y afromestizos. Las parroquias de Real del Monte y El Chico también tenían asentamientos secundarios, pero por estar situados en la parte más accidentada de la sierra de Pachuca sus vecindarios eran más reducidos. Omitlán contaba con solamente algunas rancherías en las cercanías de la cabecera. Más allá de estas consideraciones, las divergencias espaciales que retrata el resumen del padrón de 1779 nos alertan sobre la importancia de atender y documentar las diferentes realidades de las comunidades mineras, aun donde los pueblos estaban muy cercanos entre sí, como en el distrito de Pachuca.
Presencia y participación económica
A continuación se presenta información sobre Pachuca y Real del Monte tomada de dos censos parroquiales llevados a cabo en 176818. La discusión se centra en la participación de la población afrodescendiente en la economía de cada parroquia, de donde se desprenden algunas consideraciones sobre su estatus e inserción social.
Pachuca
De acuerdo con el censo de 1768, ese año había en esta parroquia 3 544 habitantes. Se consigna el grupo étnico de 1 747 vecinos (49,2 % del total)19. Es claro que estamos ante una laguna informativa sensible que limita el alcance de nuestro análisis. A cambio, esta fuente ofrece información que no brindan otro tipo de documentos y que es muy útil para abordar el tópico central de esta sección.
Se registró a 133 individuos de ascendencia africana (80 hombres y 53 mujeres). El grupo estaba integrado por 98 mulatos (73,7 % del total de afro-descendientes), 34 moriscos (25,6 % del total; mezcla de español y mulato) y un lobo (mezcla de indio y negro). Se consigna la ocupación de 79 individuos (76 hombres y 3 mujeres20) y 24 ocupaciones distintas, que en la tabla 4 se agrupan en siete rubros principales. Con fines ilustrativos, se anota también al único esclavo y a dos "ociosos" que asentó el autor del padrón. Para facilitar el análisis y la interpretación de los datos, la figura 2 muestra la estructura ocupacional por rubros.
Fuente: "Padrón de las familias que hay en esta ciudad de Nuestra Señora de la Asunción, real y minas de Pachuca del año de 1768", AHAM, FE, SSA, caja 100, exp. 65.
Fuente: "Padrón de las familias que hay en esta ciudad de Nuestra Señora de la Asunción, real y minas de Pachuca del año de 1768", AHAM, FE, SSA, caja 100, exp. 65.
La clasificación que se ha hecho no es definitiva, está abierta a discusión y mejoras. Es una herramienta de ordenación y presentación de datos que, por necesidad, esquematiza e inmoviliza la complejidad y el dinamismo de la realidad económica y social que buscamos entender y explicar. La denominación de algunas ocupaciones es ambigua y puede incluir trabajadores empleados en distintos sectores (operario, por ejemplo). De otras no se tiene certeza acerca la naturaleza de la labor realizada, por lo que su asignación es tentativa (por ejemplo, aprendiz). Otras más pueden clasificarse en un rubro distinto al que se les asigna, o en dos al mismo tiempo. Por ejemplo, el rescatador podría pasar de "comercio" a "minería", o incluirse en ambas secciones. El cruce con otros datos sobre cada individuo, como su lugar de residencia y la unidad familiar a la que perteneció, ayuda a afinar su clasificación ocupacional, pero esta información no siempre aparece en el padrón. Por último, no hay que olvidar que las personas podían realizar más de un tipo de trabajo a la vez o alternar su ocupación durante el año. Con este tipo de salvedades, procedamos al análisis.
La población afrodescendiente participaba en un amplio abanico de actividades. Las artesanías (29 %) y la minería (27 %) eran los sectores principales. Habrá que indagar a qué se debió la posición cimera de las artesanías. Para ello se requiere estudiar en detalle la estructura económica de Pachuca y su relación con los reales circunvecinos. Por otro lado, no debe descartarse que hubiera cierta preferencia del grupo afrodescendiente por esas labores21. Otra posibilidad, de carácter coyuntural, pudo ser que la mala situación de la producción minera en Pachuca cuando se levantó el censo haya provocado la migración de trabajadores mineros mulatos -al igual que de otros grupos étnicos- a, por ejemplo, Real del Monte, donde había bonanza22.
El resto de los hombres mulatos y moriscos incluidos en el censo recorría una escala de trabajos en el servicio personal (sirvientes, cocineras, cochero), transporte (arrieros, carretero), comercio (rescatador, trajinantes, leñero) y agricultura (labradores, arrendatarios, mayordomo). Es muy posible que el número de sirvientes domésticos aumentara sensiblemente si se incluyeran las mujeres.
El caso de las artesanías ofrece elementos de interés y utilidad adicional para la reflexión. Los artesanos elaboraban objetos diversos y atendían a necesidades de distinto tipo, para lo cual se requerían conocimientos y habilidades especializadas. Dos de los tres sastres afrodescendientes que figuran en el padrón tenían un alto grado de calificación: uno era "maestro" y otro "oficial". Su relevancia en esta actividad destaca si se considera que en toda la parroquia de Pachuca, de un total de 17 sastres había solamente un "maestro" más (español) y otros dos "oficiales" (españoles). También de un grupo selecto y reducido de artesanos especializados, fue el mulato registrado como "herrador maestro", de los cuales había únicamente tres en toda la parroquia (los otros dos eran españoles). Por su parte, el carpintero, el herrero y el albañil -todos mulatos- formaron parte de un segmento de trabajadores más numeroso y multiétnico cuyos servicios eran relevantes en las construcciones públicas y en las viviendas particulares del pueblo, así como para la construcción y el mantenimiento de instalaciones y maquinaria de las minas.
La información anterior permite hacer algunas conjeturas acerca del estatus social de la población afrodescendiente. Varios de los artesanos habrán sido empleados en empresas mineras, pero otros tenían su propio taller y vendían a terceros su productos. Esto les daba un grado de autonomía económica importante -no dependían de un empleador y vivían de sus propios ingresos- y una posición social con ciertos privilegios que era extensiva a sus familias23. Una condición similar deben haber gozado el mayordomo de hacienda y los dos res-catadores mulatos que figuran en el padrón. Sobre estos últimos, es sabido que el comercio al menudeo con la plata era una actividad de gran relevancia en los pueblos mineros y, con frecuencia, muy lucrativa (Navarrete, Propietarios 83-85). Esta posición estratégica de base mercantil les permitía, además, ejercer influencia en distintas esferas de la vida de aquellas comunidades.
A diferencia de los grupos anteriores, los operarios de minas y los sirvientes -otros segmentos relevantes por su número en el censo de 1768- tenían menor nivel de calificación, recibían menores ingresos y dependían de sus empleadores, todo lo cual los situaba por debajo de los artesanos y, en consecuencia, tenían menor estima social. Sin embargo, y aunque en distinto peldaño, unos y otros formaron parte de la ancha base de la pirámide de aquella sociedad minera. Los afromestizos de Pachuca eran una comunidad de trabajadores. En el año que se discute, ninguno de sus integrantes era dueño de minas ni comerciante pudiente, funcionario local o provincial, ni autoridad religiosa. En este, como en otros aspectos, eran muy cercanos a los indios. No eran, pues, parte de la élite local.
Real del Monte
Véase y contrástese el panorama anterior con el vecino Real del Monte. Para ello debe utilizarse la información que entrega el padrón de comulgantes de esa parroquia, realizado, al igual que el de Pachuca, en 1768. Como su nombre lo indica, se registra solamente a la población que cumplió con el precepto de la comunión. Por consiguiente, no se registra a los llamados "párvulos", es decir, quienes de acuerdo con los preceptos de la Iglesia y debido a su corta edad todavía no podían comulgar. Este vacío informativo no afecta el propósito principal de este trabajo, toda vez que contamos con la información necesaria para documentar la composición y las ocupaciones de la población adulta afrodescendiente.
Se asienta en el padrón a un total de 6 086 individuos, de los cuales 163 eran afrodescendientes (100 hombres y 63 mujeres). Esta cifra es equivalente al 2,7 % de toda la población censada. Era el grupo minoritario, debajo de 2 513 españoles (equivalentes al 41 % del vecindario), 1 931 mestizos (32 %), 1 040 indios (17 %) y 306 castizos (5 %). No se anota la adscripción racial de 133 personas (el 2,2 % del total de los individuos censados).
El grupo afrodescendiente estaba compuesto por 127 mulatos (78 % del total del grupo), 22 moriscos (13,5 % del total; mezcla de español y mulato), 11 negros (6,75 %), 2 coyotes (mezcla de indio y mulato) y un chino (mezcla de indio y lobo)24.
Se asienta la ocupación de 97 individuos -cifra un poco mayor a los 79 de Pachuca-, todos ellos hombres. En este aspecto se enfrentan limitaciones similares a las de Pachuca donde, como se recordará, solo se conoce el empleo de tres mujeres. En cambio, permite trabajar con grupos y unidades de análisis comparables. Se enlistan 22 ocupaciones distintas -cifra muy similar a las 24 de Pachuca-, las cuales se han ordenado en la tabla 5 y agrupado por rubros en la figura 3.
Fuente: "Padrón de la feligresía de el Real y Minas de el Monte", AHAM, FE, SSA, caja 13 CL, exp. 7.
Fuente: "Padrón de la feligresía de el Real y Minas de el Monte", AHAM, FE, SSA, caja 13 CL, exp. 7.
Como en Pachuca, los afrodescendientes participaron en distintas actividades productivas, de servicio y en el comercio. También en este caso la minería y las artesanías fueron los ramos principales, pero en proporción mucho mayor, ya que en conjunto empleaban el 91 % del segmento social que nos ocupa (recuérdese que en Pachuca el porcentaje era 56 %). En realidad, esta preeminencia descansó en la industria minera, donde laboraban prácticamente ocho de cada diez trabajadores de ascendencia africana. Desde tal óptica, en Real del Monte la participación económica de los afromestizos era poco diversificada. Introduce cierto matiz en esta situación el que, cuando se examinan las ocupaciones de toda la población masculina registrada en el padrón de 1768, el 75 % trabajaba en el sector extractivo. Comparado con Pachuca ese año, Real del Monte era un espacio productivo y ocupacional eminentemente minero.
Otro interesante contraste con Pachuca es que el grupo afromestizo que laboraba en las minas de Real del Monte incluyó trabajadores calificados: 26 barreteros y un malacatero. Los barreteros eran trabajadores libres especializados en el tumbe del mineral. Percibían salarios más altos que el resto de los trabajadores mineros y recibían una parte del mineral en bruto extraído al final de su jornada laboral, con la que podían incrementar sensiblemente sus ingresos. En Real del Monte, una fracción del llamado partido era otorgada a otros trabajadores de las minas y al Colegio de Propaganda Fide de Pachuca, lo cual añadía peso al rol económico y social de los barreteros en esas comunidades. Además, era un segmento de trabajadores con gran movilidad espacial, que se mudaba con facilidad de una mina a otra y entre distintos centros mineros en busca de mejores percepciones. El grupo de barreteros afromestizos de Real del Monte es una clara muestra de esto: 19 de los 26 habían nacido fuera del Real, en poblaciones del Bajío, Michoacán, Guanajuato, San Luis Potosí, Guadalajara y el Valle de México, entre otras25.
Por su parte, los malacateros tenían a su cargo la operación de los malacates, máquinas movidas por animales de tiro utilizadas en la estratégica labor de extracción del agua y mineral del fondo de las minas. En centros mineros antiguos como Pachuca y Real del Monte, la infiltración de agua en los planes inferiores de minas profundas era un problema común. Piénsese además en los grandes volúmenes de mineral en bruto que se extraían diariamente del subsuelo. En 1767, tan solo en la empresa de la Vizcaína, había 21 malacates (Ladd 13). Por todo ello, no extraña que en el padrón de 1768 figure un nutrido grupo de 191 malacateros. Entre ellos estaba Jacinto Roque, mulato nacido en el Real y único afrodescendiente asentado con esa ocupación.
El resto de los trabajadores mineros del grupo poblacional que venimos examinando eran no calificados, descollando por su número los peones (23) y los faeneros (17). Pese a no ser un segmento especializado, su participación era central para el funcionamiento cotidiano de las empresas mineras, pues realizaban diversas tareas de apoyo en el interior de las minas y en la superficie. Por lo general eran, además, labores extenuantes.
En relación con las artesanías, ya se dijo que su importancia fue menor que en Pachuca como sector ocupacional de los afromestizos. Tampoco hubo en el Real maestros de algún oficio, lo que no obra en demérito de la importancia de los servicios prestados por los 12 artesanos que figuran en el padrón, encabezados en cantidad por los zapateros (3), los herreros (3) y los barberos (3).
El único mercader del grupo amerita un comentario particular. Clasificado como "morisco", era uno de los cuatro mercaderes del pueblo (los otros tres eran "españoles"). Se trata del único afrodescendiente de Real del Monte y Pachuca que en su registro recibió el trato de "don", lo que hace pensar que tenía cierto patrimonio material y prestigio social. Joseph Hidalgo era soltero y originario del Real. Habitaba en el barrio del Camposanto, cuyo vecindario estaba compuesto por gente de distintas procedencias y oficios. Así, por un lado, tenía como vecinos a la familia de don Antonio Jiménez, "español" rayador de mina, originario del pueblo de Zempoala. Por el otro flanco, habitaba la familia de los Rivera, compuesta por Diego, español y operario de mina, y Juana y Agustina, todos solteros y nacidos en el Real.
Vistos en conjunto, los trabajadores afrodescendientes de Real del Monte aparecen, al igual que sus pares de Pachuca, como un grupo que tuvo una participación en áreas relevantes de la economía local. Fue también un sector compuesto fundamentalmente por trabajadores manuales, en el que no figuran propietarios de empresas mineras o empleados de alto rango en ellas, ni miembros de la burocracia civil y religiosa. Queda por investigar a profundidad el caso del mercader al que hicimos alusión, pero aun entonces era, a todas luces, una excepción, al menos en el momento histórico que retratan los padrones de 1768 de las cabeceras y parroquias principales del distrito de Pachuca-Real del Monte.
Consideraciones finales
Un primer apunte de cierre debe aludir por necesidad a la respuesta dada en este artículo a la pregunta que nos planteamos acerca de la presencia y participación de la población afrodescendiente en el distrito examinado. La información presentada ofrece un primer y a la vez persuasivo avance en relación con ambas temáticas que, vale insistir en ello, no han sido tratadas a profundidad en la historia de esta importante región minera del México colonial.
Constatamos que se trató de un grupo minoritario de las sociedades de Pachuca y Real del Monte. La información trabajada permite argumentar que esta condición no debe ser tomada como sinónimo de que dicho grupo desempeñó solamente un rol secundario en la estructura y el funcionamiento de la economía de aquel distrito. Si bien, como era de esperar, la industria minera fue un espacio de inserción primordial, existieron otros rubros en los que tuvieron una participación destacada. En particular, las artesanías. A los barreteros, malacateros, peones, aguadores y otros oficios más de importancia determinante en la producción de metales preciosos -la base de la economía local-, deben añadirse los sastres, zapateros, herreros, herradores, carpinteros y otros trabajadores especializados que satisfacían las necesidades de los propios trabajadores mineros y de la élite económica y política de esas comunidades. Aquí entró también en escena el contingente de los sirvientes que, como se apuntó, debió haber tenido mucho mayor peso del que consignan los censos parroquiales, en los que no se registra la ocupación de las mujeres.
Un punto central de interés y del problema de interpretación que los censos presentan, reside en la significación que debe asignarse a la relación que hubo entre las ocupaciones de la población de ascendencia africana y su posición social, problemática que puede hacerse extensiva a los otros grupos de aquellos pueblos mineros y a la sociedad novohispana en su conjunto. Este es un tema añejo en la historiografía del México colonial que, sin embargo, dista de estar cerrado. A este respecto encontramos que si bien hubo un pequeño segmento que ocupó una posición que puede calificarse de "alta" en el mundo de los trabajadores, acompañada de cierto prestigio social, ningún afrodescendiente puede ser clasificado dentro del estrato social superior de Pachuca y Real del Monte. Esto no invalida la posibilidad de que individuos o familias de esta procedencia racial hayan formado parte de la élite, pero para ello será necesario trabajar con otras fuentes e indagar lo sucedido en otros momentos de la historia local. Aun entonces, queda la impresión de que habrán sido casos excepcionales o, cuando menos, poco frecuentes.
De entre los muchos frentes y preguntas que es necesario plantearse y estudiar más a fondo, nos referimos a dos que consideramos de particular interés. Por un lado, es preciso hacer un uso más sistemático y análisis más amplios basados en fuentes demográficas como las utilizadas en este trabajo. Aquí solo se ha presentado un pequeño fragmento de la mucho más rica y variada información que puede encontrarse en padrones parroquiales (aunque no en todos ellos), y del tipo de exploraciones temáticas que posibilitan. Si bien suelen considerarse de naturaleza cuantitativa, estas fuentes contienen información cualitativa de distinto tipo y enorme valor, como se aprecia en este trabajo. Los censos de 1768 de Pachuca y Real del Monte permitirían, por ejemplo, examinar con mayor detalle las relaciones étnicas, espaciales, económicas y hasta culturales de los afrodescendientes con los otros grupos raciales del distrito minero. Un punto al que solamente pudo aludirse y que debe investigarse con detalle, fueron las similitudes y las diferencias de la población afromestiza con, por ejemplo, indios y mestizos en el mundo del trabajo. Tenemos la impresión de que aspectos y rasgos que aquí resaltamos como particulares de los afromestizos -por ejemplo, el peso relevante de las artesanías como sector ocupacional- fueron compartidos por otros grupos. El empleo de fuentes documentales adicionales (notariales, judiciales, civiles, entre otras) ensanchará sustancialmente los horizontes informativos y explicativos que entregan los censos parroquiales y la información demográfica que contienen.
Un segundo tema de investigación que debe destacarse como digno de especial atención, es el de la población esclava negra. Si bien, hasta donde se sabe, fue un segmento estadísticamente minúsculo de las comunidades mineras en el periodo tardocolonial, su utilización no desapareció del todo ni, por lo tanto, su presencia e intervención en la vida económica y social de esas comunidades. En Pachuca-Real del Monte existió un pequeño pero importante contingente de esclavos negros utilizados por el conde de Regla en la mina de La Palma (en 1768 eran más de 100). Además de utilizarlos y desplazarlos para trabajar en otras minas en momentos de protesta y resistencia de los trabajadores libres de su gran empresa minera -por ejemplo, en el periodo 1766-1775-, existe información documental que habla de la complicada relación que tuvieron los esclavos con la población local, en parte por el tipo de utilización al que se ha hecho alusión y la imagen peyorativa que de ellos se formó. Por otro lado, el propio padrón de 1768 permite conocer los espacios de contacto y convivencia de los esclavos con la población local, lo que puede traducirse en una imagen matizada de la relación conflictiva a la que aluden otros documentos. Será útil, además, dirigir la mirada hacia otros momentos de la historia local, trazando los cambios y las continuidades de este fenómeno. Existen registros sobre la utilización de esclavos negros en la región durante la primera mitad del siglo XVIII que pueden arrojar luz sobre este tipo de cuestiones.