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Desafíos

Print version ISSN 0124-4035On-line version ISSN 2145-5112

Desafíos vol.35 no.2 Bogotá July/Dec. 2023  Epub Oct 11, 2023

 

Artículo de reseñas bibliográficas

* University of Illinois, Chicago jgalba@uic.edu https://orcid.org/0000-0001-8375-3427

Daly, Sarah Zukerman. ., Voting for Victors. Why Bloodstained Parties Win Postwar Elections. ., Princeton University Press, ,, 2022. ., 408p. pp.


Las guerras civiles frecuentemente terminan con elecciones. La inclusión efectiva de grupos antes beligerantes en procesos electorales, muchas veces garantizada por cláusulas de participación política plasmadas en acuerdos de paz, es un componente clave para entender la consolidación democrática posguerra y la no reincidencia del conflicto interno (véanse Matanock, 2017; Jarstad & Sisk, 2008, entre otras y otros). Evidentemente, aun con provisiones legales que faciliten la participación electoral de antiguos grupos armados, las dinámicas electorales en contextos de posconflicto se enfrentan a retos titánicos, en buena medida porque la violencia de la guerra pasada influye de forma decidida en el comportamiento político: por ejemplo, cómo piensan las personas sobre la política y toman decisiones electorales.1 En este contexto, el libro de Sarah Zukerman Daly es una contribución vital y novedosa para entender las conexiones entre los legados de las guerras internas y el comportamiento electoral en tiempos de paz.

Si bien se podría pensar que los partidos de antiguos victimarios -bloodstained parties- tendrían grandes dificultades en atraer votantes en elecciones libres y justas dado su pasado violento, Daly nos muestra que muchas veces estos partidos pueden ser muy exitosos y sus estrategias electorales les permiten, incluso, atraer votantes que fueron victimizados por estos grupos. Según la autora, los partidos con pasados violentos, asociados tanto con beligerantes estatales como con no estatales, obtuvieron entre 1970 y 2015, en promedio, un 56.4 % de los votos en elecciones posconflicto, comparados con el 43.6 % obtenido por partidos que no están manchados de sangre.

Motivada por esta información y casos emblemáticos, Sarah Zukerman Daly construye una teoría que combina muy hábilmente abordajes del estudio de las relaciones internacionales, el comportamiento político y elementos de teoría política, para entender por qué las personas terminan votando de forma libre por los partidos de victimarios. Más allá de ser un estudio sobresaliente sobre el comportamiento electoral posconflicto, el libro también es un ejemplo impecable de trabajo multimétodo, porque combina de forma excepcional estudios de caso de Colombia, El Salvador, Guatemala y Nicaragua con evidencia experimental y análisis cuantitativo transnacional. Además de su rica contribución académica, el libro reflexiona de modo sistemático sobre las consecuencias para la política “real” y los difíciles dilemas que enfrentan las sociedades posconflicto. Si bien la elección de beligerantes victoriosos generaría un primer momento de estabilidad y disminuiría los incentivos para la reincidencia de un conflicto armado interno, la elección de victimarios generaría un menor nivel de justicia por crímenes pasados e, incluso, afectaría el desarrollo democrático y socioeconómico de un país.

Por qué ocurre el éxito electoral de partidos manchados de sangre? Trascendiendo explicaciones centradas en la persistencia de la coerción por parte de estos grupos, la ausencia de información sobre las barbaries cometidas durante la guerra o la transformación de sus capacidades organizativas bélicas en efectivos mecanismos de movilización electoral, entre otras explicaciones, Daly nos presenta una teoría que se centra en dos premisas: primero, en contextos de posconflicto, los votantes están deseosos por disfrutar la paz, entendida como la provisión efectiva de seguridad y orden. Quienes votan seleccionarán la alternativa política que consideran más creíble para garantizar la seguridad personal y estabilidad del país, así esta opción electoral tenga un pasado violento. Segundo, las percepciones de la credibilidad para proveer seguridad están marcadas decididamente por el resultado final de la guerra: quién fue el “vencedor” y el “perdedor” de la guerra y quién no fue parte de las confrontaciones armadas (es decir, los no beligerantes).

Enfrentados a disputas electorales donde una buena parte del electorado busca seguridad y orden, los partidos políticos conformados por antiguos beligerantes y no beligerantes tienen diferentes opciones, dependiendo del resultado de la guerra. Al no tener credenciales “bélicas” para mostrar su competencia en el campo de la seguridad, el partido de los no beligerantes busca resaltar que la seguridad y el orden son solo posibles si existe justicia y respeto a las normas. En este sentido, estos partidos promueven el castigo a la violencia pasada y la provisión de la seguridad basada en el respeto de las normas por parte de actores estatales. Esto se logra, en buena medida, resaltando el pasado no violento y seleccionando candidatos, generalmente civiles, que no estaban involucrados en la violencia del conflicto interno. Conscientes de que tienen dificultades para presentarse como “leviatanes” efectivos, estos partidos buscan cambiar el tema central de la elección, de la seguridad y el orden a otros temas donde tengan mayor credibilidad. Por ejemplo: el Partido Verde/ Alianza Verde en Colombia es presentado por Daly como un caso claro de un partido no beligerante que busca enmarcar la búsqueda de la seguridad desde el respeto a las normas y reorientar el eje central de la elección hacia otros temas, por ejemplo, el énfasis en la educación y la lucha contra la corrupción de la campaña presidencial del 2018.

Para un partido del beligerante ganador, la estrategia óptima sería la del “leviatán contenido” (restrained leviathan). En esta estrategia, el partido recordará a los votantes la importancia de garantizar la seguridad y el orden como el tema central de la elección, restándole importancia a otros temas e, incluso, moderando su posición frente a estos. El partido se presentará como aquella opción con las credenciales para ser el leviatán más efectivo, al ser el grupo que “ganó la paz” en el campo de batalla. Al mismo tiempo, para mitigar la preocupación latente de que el partido del beligerante ganador vaya nuevamente a usar la violencia contra la población, el partido debe enviar señales claras de que será un leviatán contenido. Por un lado, estas preocupaciones se pueden reducir reenmarcando la violencia pasada como necesaria para obtener la paz presente. Por otro, la selección de candidatos también resulta importante para mitigar dudas sobre el carácter del partido. En este contexto, este tipo de partidos políticos -para ser exitoso- buscará combinar figuras históricas que recuerden al elector la capacidad de proveer orden (los hombres fuertes o strongman) con candidatos civiles sin ningún pasado violento.

Finalmente, los partidos de beligerantes perdedores tienen pocas opciones de éxito electoral inmediato y -según la teoría de Daly- su estrategia óptima (denominada por ella como el radical táctico o tactical immoderate) les permite estar vigentes para elecciones futuras, al mantener una base de votantes no moderados. En su condición de perdedores, estos partidos no pueden creíblemente reinterpretar su uso de la violencia como “necesaria para obtener la paz” ni para proveer protección efectiva. Así, el camino que queda es pedir perdón por la violencia pasada y presentar planes programáticos que llamen la atención de votantes menos moderados y garanticen -así sea de manera muy disminuida- su sobrevivencia política.

Si Daly nos ofrece una teoría cuidadosamente desarrollada, con una clara especificación de sus supuestos y las condiciones en las cuales debe tener mayor capacidad explicativa, la exploración empírica de los distintos aspectos de su teoría y sus implicaciones en los capítulos cuatro al ocho no es menos excepcional. La riqueza de su evidencia sorprende, en especial si se considera la dificultad que existe para obtener datos sobre estrategias partidarias y datos de opinión pública en casos de posconflicto de décadas pasadas. Dado que la teoría de Daly se basa en la interacción entre votantes y partidos, ella nos presenta un meticuloso diseño de la investigación que combina hábilmente las fortalezas de diferentes métodos y tipos de datos para presentar evidencia sólida del poder explicativo de su teoría.

En el capítulo cuatro, aprovechando el contexto colombiano después de los acuerdos entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), la autora usa una encuesta y varios experimentos anidados en esta, con el fin de mostrar que los esfuerzos para mitigar el impacto negativo del pasado violento funcionan mejor para aquellos grupos (en este caso, el Ejército) que son vistos como victoriosos y capaces de proveer seguridad. Adicionalmente, el capítulo muestra que la estrategia del leviatán contenido está asociada con una mayor probabilidad de elección para beligerantes victoriosos (candidatos asociados con el Ejército); mientras que la estrategia del radical táctico es más efectiva electoralmente para los beligerantes no victoriosos (candidatos asociados con las FARC).

Luego de ofrecer esta rica evidencia experimental, Daly explora si las estrategias electorales exitosas en las elecciones del 2018 en Colombia siguieron las expectativas de su teoría. Mientras que las estrategias del uribismo (beligerante-victorioso) y la coalición Partido Verde/Polo Democrático (no beligerante) corresponden con las estrategias óptimas según la teoría, las estrategias del santismo (beligerante-victorioso) y las FARC (beligerante-no victorioso) no, y fueron castigadas electoralmente en las elecciones. Daly explícitamente reconoce que el caso colombiano reviste mayor complejidad para su teoría, dada la existencia de múltiples partidos beligerantes victoriosos, así como pasados acuerdos de paz con otros grupos insurgentes. Sin embargo, el caso colombiano es también una oportunidad para explorar en futuras investigaciones los límites de su teoría. Las divisiones entre los beligerantes-victoriosos durante la negociación del Acuerdo de Paz limitaron de forma drástica el uso de la estrategia del leviatán contenido por parte del santismo. En este sentido, es posible que, en algunos contextos, no solo sea importante quién fue el beligerante victorioso o perdedor, sino también las dinámicas de los procesos de negociación para explicar los resultados electorales posconflicto.

Para explorar cómo se construyen las estrategias partidarias en el posconflicto y cómo los votantes responden en contextos con diferentes resultados de las guerras internas, Daly presenta, en los capítulos cinco al siete, casos de estudio cuidadosamente seleccionados de El Salvador, Guatemala, y Nicaragua. Cada caso se basa en detallada información de archivo, entrevistas y encuestas de opinión pública (entre otras fuentes de información). En El Salvador se puede observar cómo en una guerra que termina en un empate -donde el grupo rebelde y el Estado no pueden declarar una victoria unilateral- ambos partidos de beligerantes (la arena y el FMLN) siguieron la estrategia óptima del leviatán contenido. Sin embargo, la mayor capacidad de arena de posicionarse como el partido que podía garantizar la seguridad posconflicto muestra que, en contextos de paridad, otros factores -como el acceso y el apoyo a los medios de comunicación- pueden ser relevantes. En el caso guatemalteco, Daly indica cómo el partido del exdictador Ríos Montt logra utilizar efectivamente la estrategia del leviatán contenido para vencer a un partido de derecha de origen no beligerante, a pesar de las conocidas atrocidades cometidas bajo el liderazgo de Ríos Montt durante la guerra civil. Por último, el caso nicaragüense como la estrategia del leviatán contenido también es viable para rebeldes de izquierda victoriosos, como fue el caso de los sandinistas y la elección presidencial de 1984. Además de la rica reconstrucción de cada caso, vale la pena rescatar el fluido diálogo que existe entre los tres capítulos, lo que crea así una comparación muy fructífera entre estos.

El enfoque empírico de buena parte del libro en América Latina podría generar dudas sobre la aplicabilidad del argumento teórico a otras regiones globales. En respuesta a esto, Daly presenta en el capítulo ocho un análisis cuantitativo -a partir de una base de datos inédita de todos los partidos después de las guerras civiles (finalizadas) en el mundo entre 1970 y 2015-. El análisis nuevamente refuerza la evidencia a favor de su argumento teórico.

Así mismo, teniendo en cuenta la considerable variación subnacional en los niveles de victimización en conflictos internos, Daly recopila información subnacional de múltiples países en conflicto y señala que los niveles de victimización no afectan negativamente el éxito electoral de los partidos de los victimarios. Daly muestra, de este modo, que su argumento puede ayudar a explicar resultados electorales posconflicto, incluso en casos en los cuales otras variables tienen también considerable poder explicativo, por ejemplo, guerras civiles étnicas o secesionistas.

Con su libro, Sarah Zukerman Daly no solo sentó un referente para el estudio de las elecciones después de las guerras civiles; también ofrece insumos vitales que deberían informar debates y políticas públicas en sociedades posconflicto.

Referencias

Botero, S., & García Sánchez, M. (Eds.). (2023). Paz y opinión pública en Colombia. Universidad de los Andes/Universidad del Rosario. [ Links ]

Jarstad, A., & Sisk, T. (Eds.). (2008). From war to democracy: Dilemmas of peace building. Cambridge University Press. [ Links ]

Matanock, A. (2017). Electing peace: From civil conflict to political participation. Cambridge University Press. [ Links ]

1 Para el caso colombiano, ver el volumen editado por Botero y García (2023).

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