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Revista Latinoamericana de Bioética

Print version ISSN 1657-4702On-line version ISSN 2462-859X

rev.latinoam.bioet. vol.24 no.1 Bogotá Jan./June 2024  Epub Aug 06, 2024

https://doi.org/10.18359/rlbi.7305 

Artículos

Origen y sentido de la bioética en A. Stöhr, 1910-1917*

Origin and Meaning of Bioethics in A. Stöhr, 1910-1917

Origem e sentido da bioética em A. Stöhr, 1910-1917

Carlos Eduardo Maldonadoa 

a Ph. D. en Filosofía. Profesor titular, Facultad de Medicina, Universidad El Bosque. Correo electrónico: maldonadocarlos@unbosque.edu.co; ORCID: https://orcid.org/0000-0002-9262-8879


Resumen:

Este artículo se compone de dos partes: en una primera, se argumenta que la bioética nace originariamente con A. Stöhr en los años 1910-1917, para lo cual se presenta el marco y las líneas de origen. La bioética de Stöhr se articula en un dúplice movimiento: de un lado, en un esfuerzo por disminuir el dolor y el sufrimiento y, de otro, y acaso principalmente, en señalar cómo y porqué existe un vínculo directo que de la bioética condice a las artes y las letras, a la cultura, como aumento del placer, los gustos y las satisfacciones. A lo largo del artículo se argumenta que debe ser posible una arqueología de la bioética, que es más, y muy distinta, a una historia de la bioética. Foucault emerge entonces como un referente. En la segunda parte se sitúa a Stöhr en el marco de la bioética actual. Al final se extraen algunas conclusiones.

Palabras clave: historia de la ciencia; filosofía de la ciencia; arqueología; epistemología; origen de la bioética

Abstract:

This paper is structured into two main sections. Part one argues that bioethics originally emerged due to contributions of A. Stöhr between 1910 and 1917. It presents a framework and outlines the main lines of though for this origin. According to Stöhr, bioethics involves a twofold approach: avoiding or diminishing pain and suffering, while increasing pleasure and joy. It is sense, bioethics is linked to the arts, letters, and culture. This paper outlines an archeology of bioethics, which differs significantly from a history of bioethics, drawing on M. Foucault as a reference. Part two is assesses Stöhr's contributions within the broader landscape of current bioethics studies. The paper concludes with some final observations.

Keywords: History of Science; Philosophy of Science; Archeology; Epistemology; Origin of Bioethics

Resumo:

Este artigo se compõe de duas partes. Na primeira, argumenta-se que a bioética nasce originariamente com A. Stöhr nos anos 1910-1917, onde se apresentam o marco e as linhas de origem. A bioética de Stòhr se articula em um duplo movimento: por um lado, em um esforço para diminuir a dor e o sofrimento e, por outro, e talvez principalmente, em apontar como e por que existe um vínculo direto entre bioética e as artes e as letras, a cultura, como aumento do prazer, dos gostos e das satisfações. Ao longo do artigo, argumenta-se que deve ser possível uma Arqueologia da bioética, que é maior e muito diferente de uma História da bioética. Foucault emerge então como uma referência. Na segunda parte, situa-se Stòhr no marco da bioética atual. Ao final, extraem-se algumas conclusões.

Palavras-chave: história da ciência; filosofia da ciência; arqueologia; epistemología; origem da bioética

Introducción

De acuerdo con el relato estándar, primero se dijo que la bioética había nacido en el Hastings Center, estrechamente vinculado a la medicina y las ciencias de la salud en general, y al trabajo de los intensivistas, en particular. La palabra “bioética” es acuñada por R. van Potter 1. Esta es la comprensión normal o estándar de la bioética, a saber, una ética aplicada, estrechamente vinculada a la interfase entre medicina y ciencias de la salud; posteriormente, también con el derecho. De esta suerte, habría una fuerte y recíproca relación entre bioética y bioderecho, aquella vinculada a los dilemas del comienzo y del fin de la vida, y el estudio de toda clase casos en los que se podría y se deberían aplicar los principios de la bioética; con todo el reconocimiento de que los principios, según los contextos, se van ampliando. Por su parte, el derecho emerge como un dominio eminentemente crítico de la investigación fundamental sobre seres vivos y como un mecanismo de control y persecución de la investigación básica en salud referida a los seres humanos, notablemente, el tema del aborto, la eutanasia y la investigación con células madre, entre otros.

Posteriormente, el propio Potter, gracias a la influencia de A. Leopold 2 avanza en la comprensión de la bioética como bioética global, una bioética que sabe, además, y acaso principalmente de medioambiente, de naturaleza y ecología. La bioética global sería, si cabe, la realización y la superación al mismo tiempo de la bioética clínica. Este estado de cosas es suficientemente conocido por especialistas. Todo ello configura, sin más ni más, a lo que ya hoy cabe llamar como la bioética normal, adoptando “normal” en el sentido kuhniano de la palabra, esto es, como mainstream bioethics, o paradigma, o enfoque dominante. Es imperativo que cada clínica u hospital tenga un comité de bioética, y es altamente recomendable que existan comités nacionales de bioética en cada país. Asistimos a la institucionalización de la bioética.

En verdad, la mejor expresión de lo que constituye una bioética normal se condensa en la Carta a los agentes de salud (o también, Carta a los agentes sanitarios), originalmente formulada en 1995 por el Vaticano, pero que se renueva de tanto en tanto y que es, literalmente, identificada como “una nueva evangelización”.

Oportunamente, se establece que fue F. Jahr el verdadero padre de la bioética 3-5. Este artículo descubre que la bioética nace antes que Jahr (1927), y señala de manera explícita y directa cuatro claves en la emergencia de la bioética en Stöhr 3,4. No es baladí situar el origen de un campo, ciencia, disciplina o descubrimiento, según el caso. Mucho más que ubicar una fuente de autoridad, se trata de comprender el origen de una idea. En historia y filosofía de la ciencia, pero también en la psicología del descubrimiento científico se trata del momento del eureka; el ajá, lo llaman los estadounidenses.

Ahora bien, este trabajo quiere argumentar que el tema de fondo no es el de la paternidad de un concepto, sino, mucho mejor el sentido histórico que tiene o puede tener. Para ello, simplemente como una ayuda técnica, M. Foucault denomina al problema de este sentido histórico como “arqueología del saber” 6 “La historia de un concepto no es, en todo y por todo, la de su acendramiento progresivo, de su racionalidad sin cesar creciente, de su gradiente de abstracción, sino la de sus diversos campos de constitución y de validez” (cursiva fuera de texto).

Digámoslo sin ambages: lo que la tradición alemana concibe como la hermenéutica es adoptado, desarrollado y transformado por Foucault 6 -lo que por derivación podría llamarse como la tradición francesa- como arqueología de los saberes o del conocimiento. Digamos, en passant, que un prestigioso instituto francés dedicado a la complejidad resalta la arqueología foucaultiana como una de las herramientas distintivas, francesas, para la complejidad (CFR. https://iscpif.fr/recherche/publications-2/).

El tema verdaderamente de base en las ciencias históricas, sostiene Foucault, es el de la discontinuidad. De esta suerte, es posible una arqueología -incipiente- de la bioética que señala, antes que, hacia un progreso, a una variedad de campos. Volveré sobre esta idea en las conclusiones.

Pues bien, la tesis de este texto, en la línea de Foucault 6, sostiene no solamente que la bioética nace antes de Potter y de Jahr 7, para lo cual se aportan pruebas, sino, además, que es posible una comprensión de la bioética de manera más enriquecida. Los orígenes de la bioética pueden rastrearse hasta la obra de A. Stöhr 3-5, solo esta afirmación ya marca la novedad de este trabajo.

Por lo demás, debería ser posible una arqueología de la bioética, de lo cual este texto es tan solo un bosquejo. A este bosquejo, más ampliamente está dedicada la segunda aparte de este trabajo. Esta es la segunda novedad precisa de esta investigación. No existe, to the best of my knowledge, algo así como una arqueología de la bioética, lo que hay son diversas versiones todas perfectamente clásicas -en el sentido kuhniano de la palabra 8- de la bioética.

En consecuencia, este artículo presenta el contexto del descubrimiento de la bioética, por primera vez, en los años 1910-1917 gracias a los trabajos y al entorno del filósofo austríaco Adolf Stöhr 3,4. Dado que este autor no es una figura conocida, la primera sección esboza algunas líneas de su obra y su entorno filosófico y científico. Sobre esta base, la segunda sección de la primera parte, la principal, expone el concepto de bioética tal y como lo entiende Stöhr 3. Al final se elabora una discusión sobre el sentido de la bioética a partir de las ideas de Stöhr, que retoman la idea de una arqueología de la bioética y sobre esta base, la segunda parte sitúa y evalúa las contribuciones del autor en el contexto de la bioética actual. Un panorama enriquecido y bastante más sugerente emerge ante una mirada fresca y sensible.

Primera parte: A. Stöhr en los orígenes de la bioética

Contexto

Adolf Stöhr (1855-1921) fue un destacado filósofo, miembro de la Universidad de Viena. Puede legítimamente ser considerado uno de los antecesores del Círculo de Viena, autor de diversos libros centrados en torno a la lógica y la psicología, dos problemas fundamentales en el giro del siglo XIX al siglo XX 3,4. Desempeñó un papel importante en la cultura y en la Universidad de Viena, fue un catalizador importante de las ideas y discusiones de temas que se vivían en la Viena de entonces 9,10.

El trasfondo de la importancia de la lógica y la psicología estriba, de un lado, en el esfuerzo por superar la metafísica, que a la sazón significaba, con nombre propio la metafísica de los neokantianos y de los neohegelianos. Viena se debate à la fin du siécle, y en los inicios del siglo XX contra la metafísica, en medio de profundas contradicciones y tensiones de todo tipo. De manera simultánea, con ello mismo, se trataba de encontrarle bases sólidas a la ciencia, estableciendo gradualmente lo que habría de denominarse como criterios de demarcación; esto es, demarcación entre la pseudociencia y la buena ciencia. Sin ambages, asistimos a los primeros fundamentos de la filosofía de la ciencia. Viena vive un furor intelectual sin igual en la historia reciente desde el Renacimiento y que, en un contexto diferente, será comparable tan solo con la República de Weimar y la emergencia de la mecánica cuántica 11.

En cualquier caso, de Viena a Praga -léase la Praga de Kafka- y a Weimar, Berlín y hasta Copenhague -esto es, la emergencia de lo que habrá de conocerse como el debate de Copenhague-, la atmósfera cultural e intelectual se sedimenta en las discusiones acerca de una Lebensphilosophie (filosofía de la vida).

Stöhr forma parte de un grupo de profesores que apoyaba la educación popular, del cual formaban parte también L. Hartmann, F. Jodi, J. Popper-Lynkeus, E. Reich, y el más popular y prestigioso de todos, Ernst Mach. El texto de Stöhr, publicado postumamente de 1965 pertenece a este marco.

Así mismo, Stöhr forma parte de la Sociedad Filosófica de la Universidad de Viena, de la cual formaban parte, entre otros, Brentano, E. Mach, K. Twardowski, y futuros miembros del Círculo de Viena, como O. Neurath, P. Frank y V. Frank 12.

En cualquier caso, el aspecto relevante es que Stöhr 3 sienta, junto con otros amigos y colegas todas las bases para una filosofía científica. Es exactamente en este marco en el que nace la bioética.

Los trabajos de A. Stöhr son los siguientes:

  • Umriss einer Theorie der Ñamen, de 1889, pero que se consigue en Hansebooks (Nachdruck der Ausgabe von, 1889 edition), 2017.

  • Zur Nativishen Behandlung des Tiefensehens, de 1892, disponible en Forgotten Books, 2017.

  • Philosophie der unbelebten Materie: Hypothetische Darstellung der Einheit des Stoffes und seines Bewegungsgesetze, de 1907, cuya edición reciente se encuentra en Saraswati Press, 2012.

  • Letzte Lebenseinheiten und ihr Verband in einem Keimplasma, vom philosophischen Standpunkte Besprochen, de 1897; existe edición reciente en Forgotten Books, 2018.

  • Die erste Volkshochschule, publicado postumamente en 1965.

  • Zur Hypothese der Sehstoffe und Grundfarben, de 18981.

  • Philosophic der unbelebten Materie, de 1907; existe edición reciente en Kessinger Publishing, 2010.

  • Lehrbuch der Logik in psychologisierender Darstellung, de 1910; edición reciente en Nabu Press, 2010.

  • Philosophische Konstruktionen und Reflexionen, editado postumamente. Se consigue una edición reciente en Franz Deuticke Verlag, 1974.

Eran los tiempos cuando los filósofos publicaban esencialmente libros, no papers. La dificultad enorme para un más amplio reconocimiento de la obra de Stöhr en general y de sus contribuciones a la bioética en particular tiene que ver con el hecho de que sus trabajos jamás fueron traducidos a otro idioma, y no existen, hasta donde sabemos, estudios, artículos o tesis sobre sus trabajos, a pesar de ser ampliamente reconocido como una figura importante en Viena en general y en el Círculo de Viena en particular. Otros nombres y trabajos terminaron por opacar su importancia. Este artículo sostiene que su verdadera contribución se halla, más que en la educación y en el diálogo entre lógica y filosofía, en la bioética.

La bioética de A. Stöhr

El concepto de bioética de Stöhr se deriva de tres obras importantes: Lehrbuch der Logik in psychologisierender Darstellung, de 1910 (Manual de lógica con enfoque psicológico), Umriss einer Theorie der Ñamen, de 1889 (Esbozo de una teoría de los nombres), y el postumo Philosophische Konstruktionen und Reflexionen (Construcciones y reflexiones filosóficas). En su pensamiento, este autor distingue tres clases de filosofía o, lo que es equivalente, tres frentes o actividades centrales de la filosofía. Estos son: un pensamiento teorógono, que solo aspira a la contemplación y entender la realidad desde el punto de vista arquitectónico; el pensamiento glosógono, que se ocupa de cómo existe una correspondencia entre expresiones lingüísticas y verdad, y el pensamiento patógono, cuya finalidad no es simplemente saber, sino aliviar el sufrimiento. Primera clave.

La filosofía debe contribuir a disminuir el sufrimiento humano. La ética que se ocupa de este problema se denomina bioética. Segunda clave. De acuerdo con Stöhr 3, la bioética buscaba, de un lado, como función negativa, permitirle a cada quien que atenúe el dolor; por otra parte, al mismo tiempo, se trata de fomentar el placer. Culturalmente hablando, esta ética se corresponde perfectamente con el período Biedermeir austríaco tardío.

Disminución del dolor y aumento del placer son por tanto los dos ejes definitorios de la ética, uno de los pilares de la reflexión filosófica. La cultura desempeña, a todas luces, un papel central en el aumento del placer: música, artes, poesía, literatura, teatro, ópera, todo ello en el mejor aire de la Viena del imperio austrohúngaro.

En verdad, la única finalidad de la medicina consiste en disminuir el dolor y el sufrimiento. Pero son las artes y las letras las que proporcionan satisfacciones. En realidad, el dolor debe ser aliviado a fin de que se produzca efectivamente un aumento del placer. Tercera clave. En cualquier caso, Stöhr se lamentaba de que la ética se viera en la obligación de hacer uso de metáforas, al igual que la psicología, para lograr comunicar su cometido2:

“En verdad, la historia de la lógica y de una gran parte de la historia de la filosofía es la historia circular con la glosomorfia y las metáforas; la historia de la lucha del pensamiento en su devenir con el discurso dominante” (traducción, C. E. M.).

Cabe pues distinguir una fase negativa de la bioética que consiste en la lucha contra el dolor y el sufrimiento. Para Stöhr la fuente del dolor puede ser la naturaleza no humana, la naturaleza humana, los demás, o los poderes sobrenaturales. Pues bien, la finalidad última de la bioética no es otra que la de calmar el dolor que es producto de fuerzas sobrenaturales como el destino y los problemas congénitos. Se entiende entonces la articulación entre la filosofía patógona y la filosofía teorógona. No obstante, la fase positiva de la bioética estriba en concentrarse en todos los factores que producen placer y satisfacciones, con lo cual emerge un inmediato y natural nexo entre la bioética y la cultura. Dicho sin más, la bioética apunta hacia y se funda en las artes y en la estética. Cuarta y última clave.

Discusión

Este artículo ha señalado de manera precisa las fuentes y los orígenes de la bioética, digamos, modo Stöhr. Sin embargo, mi interés aquí no ha sido exegético ni tampoco hermenéutico. Para ello habría que presentar de manera puntual las citas y los pasajes. No es necesario. Este artículo señala hacia una terra ignotta, con sus fuentes y conceptos, y el marco en el que lo lleva a cabo es, como queda dicho, el de una arqueología de la bioética.

Es posible trazar, así sea a título programático, una arqueología de la bioética. En este sentido, una mirada arqueológica permite destacar cuatro ejes conceptuales de la bioética; estos son, de un lado, el conjunto de temas y problemas relacionados con la medicina y las ciencias de la salud; en segundo lugar, se trata de la bioética que sabe del medioambiente, la naturaleza y ecología, que es la bioética global. En tercera instancia, se trata de la bioética vinculada con las plantas y animales, o más ampliamente, la bioética que considera a cada ser vivo como una finalidad en sí misma. Y, finalmente, se trata de la bioética que apunta a las artes y a la estética, en el sentido más amplio e incluyente. La tabla 1 ilustra y condensa los ejes de esta arqueología.

Tabla 1. Ejes arqueológicos de la bioética, y la contribución de A. Stöhr 

Ejes de la bioética Fuentes y autores
Medicina y ciencias de la salud Potter; Beauchamp y Childress
Naturaleza, medioambiente y ecología Leopold; Potter
Computación, tecnología y biotecnología, inteligencia artificial Numerosos autores
Plantas, animales Marie, Edwards, Gandini, Reiss 13
Artes y estética Stöhr

Fuente: elaboración propia.

La tabla 1 no quiere ser exhaustiva. De manera significativa, frente a la tabla 1 existen bioéticas que podemos denominar como alternativas. Notablemente, se trata de una bioética africana y la bioética latinoamericana, que saben de cosas que las demás bioéticas no saben, notablemente, de derechos humanos, educación popular y pueblos originarios. He dejado deliberadamente de lado al bioderecho y la biopolítica, las cuales, si bien constituyen ejes o capítulos propios, son más bien derivaciones de la bioética. Finalmente, he omitido también, consistentemente, las relaciones entre bioética y complejidad; específicamente, bioética y ciencias de la complejidad 14, pues, como se mencionó previamente, este no es un artículo de revisión. Mucho mejor, 3 el interés de este trabajo radica en señalar de manera expresa la contribución de Stöhr. No solamente es el primero que habla de bioética; además, de cara al sufrimiento humano, destaca el papel de las artes y la estética al cuidado y la exaltación de la vida.

Nadie, antes o después de Stöhr 3 ha señalado expresamente al vínculo entre bioética y arte y estética. Ciertamente el lenguaje de Stöhr no es el más explícito -filosofía patógona y filosofía teorógona, glosomorfia-, pero, más allá de los bosques, sí es posible ver claramente un bosque novedoso.

Las artes y la estética eran asuntos de primer orden en la Viena del final del imperio de la casa Habsburgo, o el final del imperio austrohúngaro.

A partir de la tabla 1 emerge una pregunta inevitable, ¿se trata de perspectivas inconmensurables?, ¿la historia de un concepto determina los usos del mismo, y acaso sus jerarquías? Con Foucault 15, cabe responder a ambos interrogantes: en absoluto. Existen rupturas o quiebres en la historia de los conceptos. Estas inflexiones enriquecen, antes que limitan, la comprensión y la capacidad expresiva del concepto de que se trata. Se trata, por el contrario, de ver las discontinuidades, y con ellas, entonces el reconocimiento de la importancia del trabajo con conceptos. Esto es, el desarrollo de una teoría. En este caso, se trata de una teoría de la bioética.

Sin tener que coincidir en todos los puntos con M. Foucault 15, la arqueología es sencillamente un método para una ciencia histórica consistente, mucho más que en rastrear orígenes, vestigios, en mostrar pluralidad -aquí, de conceptos, y entonces de posibilidades.

Una arqueología de la bioética destaca cinco ejes principales: los problemas médicos -por ejemplo, como los dilemas del comienzo y el final de la vida-, una manifiesta preocupación por el medioambiente y la naturaleza, en sentido amplio, una relación orgánica con la vida en general, a través de las plantas y los animales que no valen menos que los seres humanos, la importancia de las tecnología en general frente al estudio, la comprensión y el significado de la vida en general, y la importancia de las artes y las letras, en fin, de la cultura, como posibilitamiento y exaltación de la vida. Sin embargo, estos ejes generales, posibles gracias a una mirada arqueológica, no impiden otras comprensiones con diferentes luces. Así, por ejemplo, distinguir una bioética norteamericana y continental, de una bioética latinoamericana 16, que sabe, por ejemplo y magníficamente, de derechos humanos, y una bioética africana 17.

En cualquier caso, la idea central es que podemos avanzar no simplemente en el camino de una historia de la bioética, sino también de una arqueología de la bioética. Adlátere, cabe pensar en una sociología de la bioética, pero esto es tema de otro trabajo.

Segunda parte: Stöhr en el contexto de la bioética actual

No es el pasado el que alimenta y da sentido al presente. Afirmarlo sería caer en el determinismo, y a través suyo, en el fundamentalismo, con todo y el relato sempiterno del mito fundacional. Muy por el contrario, es el presente el que nutre y le confiere sentido al pasado; esto es, son los descubrimientos, las interpretaciones, la reescritura que lleva a cabo, en cada paso 18, el presente el que arroja luces sobre el pasado. Se trata, dicho en una sola palabra, de la vitalidad del espíritu.

La bioética nace como una ética aplicada. Ello explica que ni sea ni posea tampoco una teoría. Permaneció, durante mucho tiempo, atada a las ciencias de la salud en general, y a los dilemas del comienzo y del final de la vida y la casuística de todo tipo. No es gratuito, justamente, que entonces fuera concebida y erigida como una “nueva evangelización”. Es normal; ditto. No gratuitamente se trató siempre de la bioética principialista. Como se aprecia sin dificultad todo el cuadro es perfectamente coherente, así se trate tan sólo de un bodegón (es decir, jamás una gran obra, solamente minimalista).

Congruente con la historia oficial de Occidente, que comporta una concepción sacrificial de la vida, la bioética sabe de la vida y habla de la vida tan sólo gracias al dolor, la enfermedad y el sufrimiento. Todo lo demás son variaciones de un solo y mismo tema.

Una mirada arqueológica de la bioética, queda dicho, consiste en el descubrimiento de rupturas y discontinuidades. Bifurcaciones, dicho en el lenguaje de Serres 19, entre otros. Congruentemente con la propuesta metodológica de Foucault 15, una mirada hacia lo no-dicho de la bioética permite descubrir, de un parte, como es ya sabido, el papel protagónico de F. Jahr 20, pero, y esta es la novedad de este trabajo, más atrás en el tiempo, en un contexto cultural muy preciso, la intuición intelectual de A. Stöhr 3. Buen vienés, Stöhr sabe del sufrimiento humano. Contra todas las apariencias, la Viena de fin du siècle y del novecento, es una Viena sufrida. R. Musil, con mucho tino y humor negro, la llama Kakania 21 (originariamente, publicado en 1930).

Contra el sufrimiento, Stöhr, que vive rodeado de arte y estética, plantea la posibilidad de una filosofía patógona -pensamieno patógono-. No es para nada baladí el contrapunteo que plantea esta clase de filosofía frente al término -y su práctica-de patógeno. ¿Es acaso un giro lingüístico voluntario por parte de Stöhr? No hay un respuesta directa o inmediata, pero no es inverosímil que el autor en mención, psicólogo de formación, profesor de filosofía, amigo de científicos, conociera los avances y las discusiones notablemente en torno a la obra y los trabajos de R. L. K. Virchow, el padre de la patología, de habla y cultura alemana, y con una posición política y social muy clara, opuesta a los regímenes dictatoriales, verticales o violentos. Dicho grosso modo, el Círculo de Viena era crítico y alternativo, y fue el ascenso del nacionalsocialismo el que terminó, físicamente, eliminándolo 19,22.

El arte, mejor aún, las artes y la estética pueden aliviar el sufrimiento humano, como es efectivamente el caso, y contribuir a la exaltación y el cuidado de la vida. Quisiera decirlo de manera directa y franca: contra la bioética normal, las ideas de bioética de Stöhr 3 constituyen un prisma positivo o afirmativo; no solamente ya negativo, quejumbroso o doliente. Hay, en consecuencia, una doble contribución, así: primero, llama bioética a la preocupación y el cuidado por la vida, lo cual es perfectamente congruente con la Lebensphilosophie. Vale recordar que las primeras simientes de la Lebenswelt se encuentran en los trabajos de J. von Uexküll 23, padre de la biosemiótica, entre otras cosas. Sin von Uexküll la fenomenología de Husserl y sus tematizaciones en torno al mundo de la vida habrían sido imposibles.

En segundo término, la bioética debe, perentoriamente, por así decirlo, saber de la más importante de las experiencias humanas: el arte y la estética, dicho en general. Á la limite, podemos vivir sin ecuaciones y sin experimentos, pero es imposible vivir -y manifiestamente vivir bien-, sin danza, poesía, relatos, música, ficción o teatro.

Nadie en el marco amplio de la o las bioéticas ha sostenido una tesis semejante. Todo o casi todo se ha ido en enfermedad, procedimiento, medios y estrategias. Quisiera decirlo de manera radical, la línea de bioética que abre A. Stöhr permite, así sea por las comisuras o los resquicios, saber de salud; de salud y no ya solamente de enfermedad. De salud no como ausencia de enfermedad; de salud como de vida, y no de salud como bienestar (sic).

Si, por mencionar tan solo un ejemplo, Patch Adams -el doctor, de un lado, y la película, de otra parte, protagonizada por Robin Wiliams, dirigida por T. Shadyac 24, fueron posibles, se los comprende, a la luz de la bioética, gracias a la contribución originaria de Stöhr 3. En otras palabras, es bastante más que simplemente terapia. Es toda una psicología, sistema educativo y filosofía, todo a la vez.

Stöhr sabe y es un actor importante en el desarrollo de la educación popular en su Viena. La vena social y de compromiso con los desvalidos es manifiesta. De esta suerte, la bioética comporta una dimensión pedagógica, de un extremo al otro. No se trata, como se dice en los contextos de la bioética normal, de educación en bioética. Por el contrario, para él el tema es bioética tout court. Y ello hace referencia a varios planos que están, hoy por hoy, diferentes y en muchas ocasiones separados: el trabajo en fundamentación, el trabajo en educación, y la escala global o social o ambiental. Notablemente, su trabajo de 1907 que podemos traducir como la Filosofía de la materia inorgánica plantea la no distinción entre sistemas humanos y sistemas vivos, de un lado, y el medioambiente o el entorno, de otro.

Ya en 1897, E. Suess 25 había publicado su Die Entestehung der Alpen, en donde formula originariamente la idea de biosfera. Viena es la ciudad cultural de Europa, de lejos. Las más importantes inferencias no son nunca las directas o inmediatas, sino las inferencias indirectas, o también por incertidumbre 24. No hay ninguna demostración directa de que Stöhr no conociera la obra de Suess. Cuando hablamos de cultura, las más importantes inferencias no son, jamás, las directas o inmediatas.

La bioética nace en una atmósfera perfectamente singular, la Viena que, posteriormente, será llamada de Wittgenstein; en fin, sin más, la misma Viena donde se educó E. Schródinger, donde trabajaron y crearon Schiele, Mahler mismo, Kokoshka, y Schónberg, para no mencionar también a Adler y Freud, entre muchos otros; además de los nombres más importantes del Círculo de Viena; el Círculo al que perteneció A. Stöhr.

Conclusiones

Una historia de la ciencia -o para el caso, de la bioética o de cualquier otro ámbito del conocimiento; incluida, notablemente la filosofía y las artes-, no es ya, hoy por hoy, una historia lineal, progresiva y acumulativa. Nietzsche 26 contribuye como nadie, avant la lettre, a una crítica de una historiografía semejante, la llama historia monumental. M. Serres 27, por ejemplo, ha llamado la atención acerca de la historia del conocimiento como una historia de bifurcaciones; por consiguiente, de discontinuidades y rupturas 27. Sin que sea el foco aquí, la más reciente historiografía, en el sentido más amplio o incluyente de la palabra, ha descubierto numerosos otros visos, inmensamente más sugestivos, sensibles e informativos, que los de una historia lineal, progresiva y acumulativa: la microhistoria, la historia crítica, la gran historia, la historia profunda, por ejemplo.

Desde el punto de vista de la epistemología tanto como de la historia y la filosofía de la ciencia, que constituyen los marcos más generales para comprender el lugar, el significado y la impronta de la bioética en el ecosistema del conocimiento, el tema verdaderamente apasionante el de la lógica del descubrimiento científico o también, la psicología del descubrimiento científico. Esto es, dicho sin más ni más, qué hace que X hubiera pensado, inventado o descubierto a Y. En otras palabras, se trata de identificar el momento y el modo del eureka.

Una arqueología de la bioética, como la propuesta en este artículo permite señalar no a una intuición, una visión, un sueño o algo semejante 15, el eureka depara la bioética, sino a un momento cultural en el sentido más amplio, incluyente y fuerte de la palabra.

No es gratuito, para nada, que Foucault 15 haya descubierto y formulado la arqueología en diálogo directo con las ciencias humanas. Dicho de manera genérica, allí donde nacen y encuentran sus raíces palabras y cosas. Dice Foucault:

“Mais puisque les discontinuités doivent être expliquées par maintien de la vie et par ses conditions, on voit s’esquisser une continuité imprévue - ou du moins un jeu d’interactions non encore analysées - entre l’or ganisme et ce qui lui permet de vivre” (Foucault, op. cit., p. 286)3.

Como se aprecia, no es difícil, por consiguiente, aprender en qué consiste una arqueología de la bioética. Esta investigación sostiene que una arqueología semejante: a) tanto revela el papel fundamental de los trabajos y la persona de A. Stöhr, como, b) la especificidad de una bioética que no es normal, ni puede serlo en el sentido institucionalizante de la palabra. Una bioética de carácter institucionalizante puede llegar a saber de muchas cosas, pero jamás de vida, y ciertamente tampoco, nunca, de salud.

El sentido de la bioética en A. Stöhr es claramente positiva o afirmativa, gracias a la articulación orgánica entre lógica, psicología, educación y filosofía. Sorpresivamente, la medicina y las ciencias de la salud no aparecen por ninguna parte, pero sí aquello de lo cual estas se ocupan: los que sufren, los que padecen, los excluidos y los oprimidos.

La medicina, decía Virchow 28 es el derecho de los pobres, haciendo referencia a la jurisprudencia y el sistema legal.

Las artes y la estética, jamás habrá que confundirlas, ni reducir la segunda a la primera como usualmente sucede, constituyen formas excelsas de gratificación, de exaltación de calidad y buenas condiciones de vida. Apuntan directa e irremisiblemente, dicho sin más ni más, a la joie de vivre. No es suficiente con afirmar que la bioética, como otras áreas de la práctica y del conocimiento, promueve una vida con calidad. Vivir la vida puede y debe ser además un fenómeno, un proceso gratificante, alegre. A ello apuntaba, en otro momento y contento Nietzsche 26 con la gaya ciencia. La bioética en el modo como la entiende Stöhr 3 es ciencia alegre, que sabe de alegría en primer lugar, y no simplemente de condiciones, determinantes, calidad.

He hablado en un par de ocasiones de la bioética normal y de lo normal de la bioética. La justificación, dicho de manera rápida, hace referencia a T. Kuhn 8. Terminemos con dos anotaciones puntuales.

Primera, a propósito del Círculo de Viena, y varios de los trabajos y preocupaciones de Stöhr jamás ha habido en la historia de la lógica nadie partidario de un régimen vertical violento o dictatorial en ninguna acepción de la palabra. En contraste con la historia tanto de la filosofía como de la ciencia, en las que sí es posible señalar filósofos y científicos que, por decir lo menos, han tenido connivencia con dictadores o regímenes de violencia en cualquier acepción de la palabra; en un caso, Aristóteles, el primero, y, en otro caso, todo el proyecto Manhattan, con la notable excepción de L. Szilard y de Einstein 27.

Segunda, el término “normal” no es precisamente exaltativo; ciertamente no cuando se trata, por ejemplo, mediante una arqueología, de entender a alguien, a un momento, o una sociedad, por qué vivió como lo hizo, y cómo pensó y decidió lo que hizo.

Dicho de modo genérico, la historia de las ideas y la historia de la cultura consisten en el estudio de gradientes, diferencias, alternatividades, revoluciones o vanguardias, para decirlo en el lenguaje de la investigación. Revoluciones científicas o tecnológicas, por ejemplo, o vanguardias artísticas y literarias, digamos.

Aquello de lo que se trata con la bioética, sin obliterar en absoluto el plural las bioéticas, es siempre, distintivamente, de la vida. Bios, hemos sostenido en numerosos lugares, funge como núcleo y ética o ethos opera entonces como sufijo. Hablamos de un ethos del bios. Cualquier otra opción es tanto normalizante y normalizadora como institucionalizante, ambos, o mejor, cada uno: terminus stultus.

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*Artículo de reflexión.

2In der Tat ist die Geschichte des Logik und ein grosser Teil der Geschichte der Philosophic die Geschichte des Ringens mit der Glossomorphie und den Metaphern; die Geschichte des Kampfes des werdenden Denkens mit dem herrschenden Reden.

3“Dado que las discontinuidades deben ser explicadas para la conservación de la vida y por sus condiciones, se ve bosquejar una imprevista continuidad -o por lo menos un juego de interacciones todavía no analizadas- entre el organismo y lo que le permite vivir” (traducción, C. E. M.).

Cómo citar: Maldonado CE. Origen y sentido de la bioética en A. Stöhr, 1910-1917. Rev. latinoam. bioet [Internet]. 6 de agosto de 2024 [citado 5 de agosto de 2024];24(1):11-2. Disponible en: https://revistas.unimilitar.edu.co/index.php/rlbi/article/view/7305

Recibido: 30 de Abril de 2024; Aprobado: 19 de Mayo de 2024; Publicado: 06 de Agosto de 2024

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