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Ideas y Valores

versión impresa ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.70 no.176 Bogotá mayo/ago. 2021  Epub 12-Jul-2021

https://doi.org/10.15446/ideasyvalores.v70n176.74397 

Artículos

LA OPERACIÓN FILOSÓFICA EN CLAVE DE MONTAJE. EL CASO DE ALAIN BADIOU

THE PHILOSOPHICAL OPERATION READ AS A MONTAGE. THE ALAIN BADIOU CASE

Roque Farrán* 

* Universidad Nacional de Córdoba / Conicet - Córdoba - Argentina. roquefarran@gmail.com


RESUMEN

En este texto argumento que la filosofía de Alain Badiou, al contrario de lo que se sostiene habitualmente, no es una ontologia matemática, ni un platonismo recidivo, ni un comunismo de la Idea, ni siquiera una teoría poscartesiana o poslacaniana del sujeto. En verdad, es todo eso junto y aún más. O lo que es lo mismo, es un montaje; un gran montaje o una gran ficción compuesta de heteróclitos fragmentos discursivos que se suplementan entre sí. La operación filosófica pasa desapercibida entre ellos, aunque guarda su especificidad.

Palabras clave: Badiou; discursos; filosofía; montaje

ABSTRACT

In this text, I will argue that the philosophy of Alain Badiou, contrary to what many believe, is not a mathematical ontology, nor a recurrence Platonism, neither communism of the Idea, and not even a post-Cartesian or post-lacanian theory of the subject. Is all together and more. Or what is the same thing: a montage. A great montage or a great fiction composed of diverse discursive fragments that supplement each other.

Keywords: Badiou; speech; philosophy; montage

Introducción

La idea principal que orienta esta lectura situada de la compleja filosofía de Alain Badiou, es ofrecer una caracterización accesible al modo de producción conceptual que de ella se desprende, sobre todo al hacer explícita su operación montajista. En breve, la filosofía expuesta como un gran montaje o una gran ficción compuesta de heteróclitos fragmentos discursivos que se suplementan entre sí: matemáticos, histórico-filosóficos, psicoanalíticos, artísticos y políticos. En palabras del propio Badiou, la filosofía se nos presenta como la gran imitadora:

Ficción de saber, la filosofía imita al matema. Ficción de arte, ella imita al poema. Intensidad de un acto, ella es como un amor sin objeto. Dirigida a todos para que todos estén en la captura de la existencia de las verdades, la filosofía es como una estrategia política sin apuesta de poder. (2002 71)

A pesar de sus grandilocuentes enunciados, de las resonantes decisiones de pensamiento de cuyos (re)cortes aquéllos han emergido y de cierto clasicismo terminológico escogido adrede está explícitamente expresado, en lugares axiales de la obra de Badiou, la fragmentariedad de los materiales y discursos a los que apela, como también el trabajo de composición que implica para él la filosofía. Pues la tarea que le asigna a esta última es bastante conocida: composibilitar, esto es, componer y posibilitar, al mismo tiempo, los múltiples procedimientos de verdad mencionados. Cito a Badiou:

La tarea específica de la filosofía es proponer un espacio conceptual unificado, donde encuentren su lugar las nominaciones de acontecimientos que sirven de punto de partida a los procedimientos de verdad [...] La filosofía se propone pensar su tiempo por la puesta-en-lugar-común del estado de los procedimientos que la condicionan. Sus operadores, cualesquiera que sean, tienden siempre a pensar 'conjuntamente', a configurar en un ejercicio de pensamiento único la disposición histórica del matema, del poema, de la invención política y del amor. (2007 17)

La fragmentariedad se vislumbra entonces, antes que nada, en el rechazo de la historia tomada como una totalidad imaginaria de sentido y la consecuente redefinición de la historicidad -su inteligibilidad, más bien-, a partir de conjuntos matemáticos singulares que solo retroactivamente la vuelven inteligible en múltiples lugares no matemáticos (cf.Badiou 1999 199). Pero también se aprecia dicha fragmentariedad en el corpus filosófico asumido, incidido y discutido junto a la disparidad de acontecimientos, producidos en distintos tiempos y lugares, que hacen co-pensables y significativas las variadas modulaciones conceptuales ensayadas. La filosofía se trama así en el entre-dós, disloca las referencias habituales y articula procedimientos inéditos. Por un lado, los conceptos filosóficos se nutren de fragmentos matemáticos recortados entre axiomas y teoremas; por el otro, se encuentran a su vez condicionados por la cruda materialidad de acontecimientos políticos, artísticos, científicos y amorosos. Por eso, no hay totalidad de sentido último en el sistema filosófico abierto que Badiou plantea sino, a lo sumo, efectos de sentido (o de verdad) producidos en los entrecruzamientos contingentes que suscitan los múltiples dispositivos y procedimientos compuestos-posibilitados. Respecto de esta equivalencia entre verdad y sentido -"el sentido" deleuziano y no el de la significación habitual- dice Badiou:

Por ejemplo, en gran parte de la obra de Deleuze, lo que aquí llamamos 'la verdad' se llamó 'el sentido'. Puedo identificar en cualquier filosofía lo que, por mi parte, habría denominado 'verdad'. Se la puede denominar 'Bien', 'espíritu', 'fuerza activa', 'noúmeno'... Elijo verdad porque asumo el 'clasicismo'. (Badiou y Tarby 2013 170)

Es en esa concepción de la verdad como agujero en el saber y suplemento irreductible a la significación, donde la sistematicidad de Badiou responde al real lacaniano.

Se suele repetir que el pensamiento de Lacan es a-sistemático. Sin embargo, autores como Milner (1996) han mostrado la consistencia y rigurosa transformación de sus tesis a lo largo de su enseñanza, mientras que Badiou asume explícitamente, a contracorriente de la época, la voluntad de sistema. Aun así, encuentro que el modo de componer ese sistema, tramado de múltiples fragmentos discursivos, es muy próximo al modo lacaniano de pensamiento, más que solo por su atravesamiento de arduos recorridos matemáticos: mi tesis es que lo que subtiende la compleja composición del concepto filosófico resulta del anudamiento solidario entre los términos y dispositivos en juego. El sesgo por el cual presentaré esta tesis, adelantada ya en otros escritos (cf. Farrán 2014), es el montaje. En pos de ello, y para que mi posicionamiento resulte claro, confrontaré al final con otras dos lecturas posibles del pensamiento badiouano que enfatizan otros tópicos: el abordaje de Bruno Bosteels y el de Javier Blanco-Leandro García Ponzo. Se podrá apreciar así que el peligro invocado por Badiou de "sutura filosófica" a alguna de sus condiciones no filosóficas (política, matemática, ciencia o arte) puede jugarse también al interior de la temprana recepción de su pensamiento.

Desde las primeras páginas de El ser y el acontecimiento (1999), se puede encontrar expuesta toda una serie de entrecruzamientos tempo-ro-espaciales entre la ciencia, la filosofía, el marxismo y el psicoanálisis, difícilmente admisibles por los relatores oficiales de esos mismos discursos y disciplinas. Y no más de introducirse algunos pasos allí, en la vorágine de fórmulas, historias precipitadas y agudos conceptos, para que todo seagrave. El agravamiento de problemas y cuestiones es bien característico de la filosofía. Así lo expone Badiou evocando a Heidegger:

Anticipando en parte el espacio de acogida y abrigo en el pensamiento por estos procedimientos frágiles, disponiendo como composibles trayectorias cuya simple posibilidad no está aun firmemente establecida, la filosofía agrava los problemas [...] La filosofía tiene por función 'agravante' disponer los procedimientos genéricos en la dimensión, no de su pensamiento propio, sino de su historicidad conjunta. (2007 18-19)

No obstante, sucede que la mayoría de las críticas y recepciones de la filosofía badiouana quedan prendidas de alguna frase tajante y definitoria que diluye la gravedad del pensamiento, i.e., "la ontología es la matemática", "el acontecimiento constituye una ruptura con la situación", "la política se despliega a distancia del estado", etc. Estas frases por sí solas no captan la fragilidad múltiple del pensamiento invocado, su función agravante, ni la historicidad conjunta de sus conceptos. Por ello resulta necesario interrogar en qué consiste la singularidad de ese trabajo de composición, de pensamiento, en torno a un espacio único de composibilidad. Luego de hacer una condensada presentación de este modo de trabajo, confrontaré los dos modos de lectura señalados -Bosteels y Blanco-García Ponzo-, pues resultan ejemplares por su contraposición, reflejando claramente los límites señalados.

Ante todo, se debe tomar posición respecto a la singularidad del pensamiento filosófico. ¿Puede haber acontecimiento de pensamiento? Sostengo que sí, partiendo de ahí en la indagación filosófica badiouana del concepto, una suerte de iluminación profana a la Benjamin en la que se composibilitan indiscernibles: lo absolutamente cualquiera, lo genérico, aunque de un modo no cualquiera. No se trata de una operación meramente cognitiva: las verdades hacen cuerpo y pensamiento al mismo tiempo. No obstante, hay quienes identifican el acontecimiento del cuerpo con una ruptura gozosa del relato discursivo -poetas, místicos o psicoanalistas. Pero eso indica, apenas, una parte del asunto. A la ruptura, por paradójico que resulte, hay que darle cierta continuidad, tramar nuevas consistencias. La otra parte entonces resulta de llevar la ruptura, entendida ahora como interrupción múltiple y variada, a un relato que insiste en escribirse por fragmentos, montajes o dispositivos discursivos heterogéneos, anudados solidariamente entre sí.

Indagar una zona indiscernible del pensamiento implica, en primer lugar, el borramiento de ciertas marcas simbólicas -o la asunción de su radical insensatez de base-, los cual produce distintos afectos: del horror angustiante a la libertad más absoluta -el doble sentido de la frase acuñada es intencional y también estructural. En segundo lugar, lo que interesa singularmente de esas indagaciones acerca de lo indiscernible (que pueden ser de índole poética, política, científica o amorosa) es cómo pensarlas conjuntamente sin volver a reintroducir un operador de discernimiento para todo caso; de allí la figura lacaniana a la que recurro para pensar la composición: el nudo borromeo (cf.Lacan 2006). Que no se trate de discernir, sino de anudar, es lo que no se puede explicar -sin traicionar- porque se cifra de un modo impropio, siempre re-comenzado: la apuesta de pensamiento como un coup de dés.

A partir de aquí voy a exponer el modo en que, a mi entender, funciona esta composición heterogénea del concepto en Badiou. Esto supone, además, suscribir a una temporalidad lógica no-lineal que oscila entre anticipaciones parciales y resignificaciones retroactivas, tal como sucede en el tiempo lógico lacaniano. Por lo tanto, voy a comentar primero algunos cruces clave efectuados entre los dispositivos de pensamiento presentados en los últimos capítulos de El ser y el acontecimiento -sobre todo el capítulo 33- para volver, luego, sobre algunos conceptos del comienzo y concluir confrontando con otros dos modos señalados de leer a Badiou.

Composiciones, anticipaciones y entrecruzamientos

Veamos cómo se autolimitan y a la vez suplementan la filosofía, la ontología y los procedimientos de verdad: "El proceso de una verdad -afirma Badiou- escapa por completo a la ontología" (1999 393); esto es, la matemática qua ontología no puede pensar, en la singularidad de cada situación óntica, lo que autoriza un procedimiento de verdad artístico, político, científico o amoroso. Continúa Badiou: "Por este motivo solo la filosofía piensa la verdad, en su sustraerse a lo sustractivo del ser: el acontecimiento, el ultra-uno, el procedimiento azaroso y su resultado genérico" (ibd). Podemos aprovechar la ambigüedad del sujeto de la frase (¿quién se sustrae a "lo sustractivo del ser"?, ¿la filosofía o la verdad?) para atribuir la doble sustracción tanto a las verdades qua pensamientos efectivos, como a la filosofía que las piensa conjuntamente, sin ser ella misma un procedimiento de verdad. Nótese además que enfatizo la pluralidad de las verdades, pensadas en su conjunto variable por la filosofía y no por la ontología estricta, puesto que "lo que puede decirse del ser es disjunto de lo que puede decirse de la verdad" (ibd, énfasis agregado). Lo anterior no excluye, por otra parte, que la ontología piense el ser de la verdad: "La compatibilidad de la ontología con la verdad implica que el ser de la verdad, como multiplicidad genérica, sea pensable ontológicamente, aun cuando una verdad pudiera no serlo" (ibd.).

Aparecen así las relaciones sutiles, complejas, alternadas y entrelazadas (i.e., disyunción, compatibilidad), entre filosofía, ontología y verdades. Los conceptos mencionados -acontecimiento, ultra-uno, etc.- vienen a hacer de mediadores locales entre ontología y verdades, marcando la disyunción y a la vez la compatibilidad, allí donde cada dispositivo encuentra su límite o borde en un impasse: a) la ontología no puede pensar un proceso de verdad efectivo; b) la filosofía no piensa el ser de las verdades ni es tampoco ella misma un procedimiento de verdad; c) las verdades no piensan el ser-en-tanto-ser ni produce las mediaciones conceptuales. La materialidad discursiva filosófica se trama entonces de las posibilidades e imposibilidades, limitaciones y desplazamientos, suscitadas entre los diferentes dispositivos de pensamiento.

Así, el concepto de lo genérico, que cifra la originalidad de la apuesta badiousiana en El ser y el acontecimiento, resulta del entramado complejo de a) lo filosófico -otros conceptos: acontecimiento, intervención, sujeto, etc.-, b) lo político-histórico -Rousseau y la voluntad general-, y c) lo ontológico-matemático -los teoremas de Cohen. Lo político cumple allí la doble función de ser un procedimiento genérico de verdad y también un ejemplo histórico-conceptual. En fin, los capítulos 31, 32 y 33 exponen claramente el ordenamiento anunciado en la Introducción del libro, en donde Badiou afirmaba que se anudarían meditaciones conceptuales, textuales y metaontológicas. Es necesario entender ese delicado trabajo por el cual el impasse que encuentra un discurso puede servir a otro para elaborar sus conceptos -"en las inconsistencias apoyarse", decía Paul Celan (435). Así lo expone el mismo Badiou en torno a la crisis de fundamentos de las matemáticas:

El término "genérico", por un efecto de borde en el que las matemáticas hicieron el duelo de su arrogancia fundadora, lo tomo prestado de un matemático, Paul Cohen. Con los descubrimientos de Cohen (1963), culmina el gran monumento de pensamiento que comienzan Cantor y Frege a fines del siglo xix. Fragmentada, la teoría de conjuntos se muestra inepta para desplegar sistemáticamente el cuerpo entero de las matemáticas y hasta para resolver su problema central, aquel que atormentara a Cantor bajo el nombre la hipótesis del continuo. La orgullosa empresa del grupo Bourbaki, en Francia, se desvanece. (1999 24)

Aquello mismo por lo cual el discurso matemático debe elaborar "el duelo de su arrogancia fundadora" (ibd.) es lo que autoriza al discurso filosófico a nombrarlo ontología, discurso del ser-en-tanto-ser, destituyéndose a sí mismo del lugar de privilegio en la interrogación del ser al que lo destinaban Heidegger y sus seguidores. Tales movimientos de institución y destitución, corte y sutura, de confrontación con los límites, bordes e impasses del pensamiento, y de desplazamiento o cambio de terreno, va configurando un montaje conceptual que a priori no rechaza nada. Así, aquello que en cierta forma puede suponerse reducido al ámbito exclusivo de los especialistas de una ciencia, en este caso las

matemáticas, puede ser re-significado de un modo muy distinto en el espacio conceptual complejo que trama la filosofía. Continúa Badiou:

Pero la lectura filosófica de este acabamiento autoriza, a contrario, todas las expectativas filosóficas. Quisiera decir aquí que los conceptos de Cohen (genericidad y forzamiento) constituyen, a mi entender, un topos intelectual al menos tan fundamental como lo fueron, en su tiempo, los famosos teoremas de Gõdel. Operan mucho más allá de su validez técnica, que los confinó hasta el presente al escenario académico de los últimos especialistas en teoría de conjuntos. (id. 24-25)

El concepto de lo genérico anunciado en la Introducción y trabajado en los últimos capítulos de El ser y el acontecimiento re-significa, así, toda la serie de conceptos históricos previos: acontecimiento, intervención, sujeto, verdad, etc. Sin embargo, la mayoría de las lecturas críticas de Badiou solo suelen tomar en cuenta, cuanto mucho, el concepto de acontecimiento (e.g. Laclau, 2izek, Bensaid), o alguno de los dispositivos puestos en juego (matemática, psicoanálisis, política, arte), eludiendo la problemática conceptual en su historicidad conjunta y rigurosamente entrelazada.

En este sentido, por ejemplo, la página 22 de la Introducción de El sery el acontecimiento es fundamental para poder apreciar la alternancia que afecta el orden complejo de los estratos discursivos y su composición en montaje. La ontología es siempre, rigurosamente, un tratado matemático; mientras que las tesis filosóficas atinentes a las matemáticas son, más bien, metaontológicas:

Nuestro objetivo es establecer la tesis metaontológica de que las matemáticas son la historicidad del discurso acerca del ser-en-tanto-ser. Y el objetivo de ese objetivo es asignar la filosofía a la articulación pensable de dos discursos (y prácticas) que no son ella: la matemática, ciencia del ser, y las doctrinas de intervención del acontecimiento, el cual designa, precisamente, lo que 'no-es-el-ser-en-tanto-ser'. (Badiou 1999 22)

Queda asentado así qué función le asigna Badiou a cada discurso, como vimos: la filosofía articula, media, establece correlatos, disyunciones y compatibilidades, pero para ello debe también admitir estratificaciones y desestratificaciones discursivas:

Que la tesis ontología = matemáticas sea meta-ontológica, excluye que sea matemática, es decir, ontológica. Es necesario admitir aquí la estratificación del discurso: Los fragmentos matemáticos, cuyo uso prescribe la demostración de esta tesis, están comandados por reglas filosóficas y no por las de la actualidad matemática [...] Naturalmente, esos fragmentos se pueden entender como un cierto tipo de marcación ontológica de la metaontología, un índice de desestratificación discursiva, incluso como una circunstancia acontecimental del ser. (Ibd.)

Además de la clara alusión heideggeriana, hay aquí una suerte de evocación de la lectura sintomal althusseriana, por la cual la filosofía materialista se autoriza a intervenir a partir de un movimiento producido en los estratos discursivos -un "cambio de terreno", diría Althusser. Esto explica que, aun cuando la teoría de conjuntos -donde se pronuncia históricamente que "todo objeto se puede reducir a una multiplicidad pura"- ya no sea productiva en la actualidad, desde el punto de vista ontológico-matemático, si lo pueda ser desde el punto de vista filosófico (meta-ontológico), en tanto permite anudar -vía conceptos y matemas-los discursos contemporáneos.

En la siguiente cita, Badiou explicita el uso que dará a los fragmentos matemáticos en el conjunto de su obra:

[...] enganchar, en un punto excesivo, esa torsión sintomática del ser, que es una verdad en el tejido siempre total de los saberes [...] Ya que lo esperable de esta operación es menos un saber matemático que la determinación del punto en el que el decir del ser adviene, en exceso temporal respecto de sí mismo, como una verdad, siempre artística, científica, política o amorosa. (1999 27)

Al subrayar el verbo "enganchar", Badiou nos da la clave del modo -u operación- casi físico en que concibe la imbricación de los dispositivos de pensamiento en general, y particularmente la función de enganche del fragmento matemático.

En fin, la filosofía de Badiou está montada sobre innumerables fragmentos que, partiendo de los grandes entrecruzamientos discursivos y de los anudamientos entre tipos de meditaciones textuales -anunciados en respectivas Introducciones a El ser 1 y 11-, se replican infinitamente al interior de la obra. Por ejemplo, al impasse del ser en filosofía Badiou lo sitúa históricamente en las aporías entre lo uno y lo múltiple expuestas en el Parménides:

La conclusión aporética a la que llega Platón es interpretable como impasse del ser, al filo del par constituido por el múltiple inconsistente y el múltiple consistente. [Pero] permanece impensada, respecto de lo uno, la distancia entre la suposición de su ser y la operación de su 'hay'. (1999 48)

Ese impensado es la Idea en Platón, pero Badiou convoca a las ideas de lo múltiple expresadas en axiomas matemáticos para responder allí. Ante el impasse del ser, al cual arriba el discurso filosófico, responde imprevistamente, vía Cantor -aunque en un décalage de varios siglos-, la ontología matemática (manifestando así una dominancia local por estratificación discursiva). Primer gesto de cruce, entonces, sincrónico al de la tesis ontología = matemática, donde se muestra la anticipación y la retroacción: anticipa en el capítulo 1 la necesidad de que la ontología sea una situación efectiva, concluyendo que debe ser la presentación de la presentación -múltiple sin uno-, por tanto regulada por un sistema de condiciones axiomáticas. Luego, presenta en el capítulo 2 el impasse del ser en el discurso filosófico para, en el capítulo 3, introducir la respuesta en términos de teoría de conjuntos que, retroactivamente, dan todo su peso a la opción por lo múltiple y la justificación de la tesis "lo uno no es", asumida por Badiou ante la indecidibilidad manifiesta del Parménides. Lo más importante del capítulo 3 es el axioma de separación:

El axioma de separación realiza una toma de partido ontológica, que se puede resumir de manera muy simple: la teoría de lo múltiple, como forma general de la presentación, no puede pretender que sea de su pura regla formal -de las propiedades bien formadas- que se infiera la existencia de lo múltiple (de una presentación). Es necesario que el ser esté ya-ahí, que el múltiple puro, como múltiple de múltiples, sea presentado, para que la regla separe allí la consistencia múltiple, ella misma presentada en un segundo momento por el gesto de la primera presentación. (1999 61)

De este modo, lo real (puro "hay" antepredicativo) excede lo simbólico-imaginario del lenguaje formal y sus predicados. Zermelo invierte el nudo existencia-lenguaje-múltiple. La figura del nudo aparece así en un momento clave de la ontología de lo múltiple puro. En realidad, el lenguaje lógico formal es sustituido por la axiomática -existencia supuesta e implicada-, que evita definir qué es un múltiple: lo simbólico-imaginario sustituido por lo simbólico-real. De allí que podamos decir con Lacan, que la matemática-axiomática es ciencia (simbólica) de lo real (cf. 2012 158).

En los capítulos ontológicos sobre el vacío podemos ya inferir una anticipación del sujeto y sus conceptos correlativos: el nombre propio, lo impresentable y el vacío mismo, condensados en un axioma existencial -el único de ZF-, reaparecerán luego desplegados en los capítulos históricos sobre el acontecimiento: intervención, múltiple genérico y sitio del acontecimiento. Concretamente, cuando Badiou presenta la diferencia entre pertenencia e inclusión a través del "teorema del punto de exceso", el impasse del ser anticipa y afirma que de ahí mismo "[e] ste punto, en apariencia técnico, nos llevará hasta el Sujeto, hasta la verdad" (1999 100).

Luego nos brinda un claro ejemplo de cómo la ontología matemática puede ayudar a despejar algunas imprecisiones especulativas propias de la filosofía: "Bajo el significante único 'uno' se disimulan cuatro sentidos, cuya distinción -en esto la ontología matemática ayuda enormemente- aclara muchas aporías especulativas, en particular las hegelianas" (Badiou 1999 106). De manera condensada: lo uno como tal no es sino una ficción de ser generada por el efecto de estructura; la cuenta-por-uno es, precisamente, la ley o estructura que regula lo múltiple de múltiples (forma de presentación del ser); la unicidad, en cambio, se dice del ser (es un atributo de algunos múltiples): "Es único un múltiple que es otro de cualquier otro" (id. 107) (según el axioma de extensión); la puesta-en-uno atañe a la segunda cuenta o meta-estructura, que, por ejemplo, puede tomar como conjuntos unitarios (singleton) los nombres propios de cada conjunto:

La operación por la cual la ley somete, indefinidamente, al uno que ella produce contándolo por un múltiple, la designo puesta-en-uno. La puesta-en-uno no es realmente distinta de la cuenta-por-uno. Es solo una de sus modalidades, a partir de la cual se puede especificar que la cuenta-por-uno se aplicó a un resultado-uno. (id. 107-108)

Un correlato ontológico de la nominación acontecimental lo encontramos en la producción de nuevos múltiples a partir del vacío: "De esta forma se inicia la producción ilimitada de nuevos múltiples, todos extraídos del vacío por el efecto combinado del axioma de los subconjuntos -ya que el nombre del vacío es parte de sí mismo- y la puesta-en-uno" (id. 109). Pues también se tratará, en el orden acontecimental, de la producción de nombres propios extraídos del vacío del sitio. La diferencia con el discurso ontológico reside en que, en la historicidad de lo acontecimental, la temporalidad se produce por anticipaciones y retroacciones (tiempo lógico) que marcan las nominaciones en su autorizarse de sí y de algunos otros acontecimientos. El entredós acontecimental, por el que se autoriza la intervención, se desmarca así del izquierdismo especulativo y su voluntad de comienzo absoluto. También es importante, para no quedar suturados al correlato ontológico, mostrar la variedad de operadores del acto. Ese o sujeto que se autoriza no preexiste al acto en cuya anticipación se constituye y en cuya retroactividad encuentra con otros.

En el capítulo 9, sobre el estado de la situación histórico-social, Badiou anticipa cómo la dialéctica del vacío y el exceso, que el concepto de metaestructura (estado) intenta regular, será también lo que se juegue en el campo de la política como procedimiento genérico de verdad. En discusión con cierta tradición marxista, dice Badiou:

Lo que está en el origen del Estado no es el antagonismo, ya que no se puede pensar como antagonismo la dialéctica del vacío y el exceso. No hay dudas en que la política debe originarse donde se origina el Estado, por lo tanto, en esa dialéctica. Pero, sin embargo, no es para apoderarse del Estado o duplicar su efecto. Por el contrario, la política juega su existencia en la capacidad de establecer entre el vacío y el exceso una relación esencialmente diferente de la del Estado, ya que solo esta alteridad puede sustraerla a lo uno del reaseguro estatal. (1999 130)

Esa relación entre vacío y exceso "esencialmente diferente de la del Estado" que deberá articular la política, será desplegada luego en los capítulos históricos sobre el acontecimiento, la intervención y el sujeto. No obstante, aquí ya tenemos una anticipación de esta:

[E]l político es el paciente centinela del vacío que instruye el acontecimiento, pues solo enfrentado al acontecimiento (meditación 17) el Estado se ciega a su propio dominio. Allí, el político construye una manera de sondear, aunque más no sea por un instante, el sitio de lo impresentable, así como para mantenerse en adelante fiel al nombre propio que aprèscoup habrá sabido dar -o captar, no se puede decidir- a ese no-lugar del lugar, que es el vacío. (Ibd.)

Tenemos expresados, entonces, en términos meta-ontológicos -vacío, impresentable, nombre propio-, los conceptos vinculados al acontecimiento. Así, podemos apreciar una vez más la lógica temporal de anticipaciones parciales y retroacciones significativas en que se teje la dialéctica del ser y el acontecimiento, esto es, el sutil montaje de fragmentos discursivos y temporalidades dispares.

Desplazamientos decisivos

Badiou, en su Segundo manifiesto por la filosofía, comenta sobre en qué se afirma el nuevo gesto platónico de Lógicas de los mundos (2008); segunda parte, a su vez, de El ser y el acontecimiento. Si en su primera obra el gesto consistía en elaborar un "platonismo de lo Múltiple", ahora, en cambio, se trata de pensar un "comunismo de la Idea" (2010 131-32). Parece registrarse entonces un desplazamiento desde lo ontológico-filosófico a lo filosófico-político, un cambio de sutura o sobredeterminación del dispositivo matemático al dispositivo político. No obstante, el lenguaje matemático aparece ampliamente extendido en Lógicas de los mundos, habiendo tomado incluso no solo el discurso del ser sino ahora también el de su aparecer efectivo (vía la teoría de categorías).

¿Cómo se explica esto? El papel cuasi metafilosófico que desempeñan los Manifiestos en Badiou, nos permite leer de manera sintomática los modos que éste encuentra para presentar su trabajo propiamente filosófico. Así, mientras en el primero se reafirmaba la necesidad de una ontología matemática de lo múltiple, a la par de la noción de composibilidad entre procedimientos como tarea nodal de la filosofía, en el segundo se acentúa el modo de aparecer de las verdades y su pensamiento conjunto a partir de la Idea de comunismo. No obstante, resulta sintomático que Badiou utilice, para pensar el anudamiento que propicia la Idea, la palabra "síntesis" en lugar de "nudo", término que sí aparece abundantemente en el primer Manifiesto. Leer retroactivamente esta operación de desplazamiento, junto con sus inconsistencias, es lo que nos permite acentuar, aún más, nuestra tesis de que la tarea filosófica de composibilidad, el anudamiento y el montaje, es en sí lo que define la materialidad política de dicha praxis, y no su privilegio del lenguaje matemático o político.

En tal sentido, algo interesante para rescatar sobre estos desplazamientos, a nivel no ya de los dispositivos sino de los conceptos, es el papel que cumple la instancia de decisión. En la red conceptual desplegada en El ser y el acontecimiento, la decisión sobre la pertenencia indecidible de un múltiple paradójico (el acontecimiento) recaía sobre todo en el inicio de un procedimiento genérico de verdad, luego se trataba más bien de poner a circular el nombre (intervención) y de evaluar las conexiones de los múltiples indagados con el mismo (operador de conexión fiel). En cambio, en Lógicas de los mundos la instancia de decisión reaparece de manera generalizada en los diversos procedimientos, pues es lo que caracteriza la tarea de los órganos de un cuerpo de verdad: tomar decisiones sobre puntos específicos. Es decir, ya no se trata de "circular" o "evaluar", en una teoría apenas esbozada de la nominación, sino de construir "puntos decisivos" según una teoría rigurosa de las lógicas posibles. En definitiva, se trata de captar la especificidad de la praxis filosófica en sus diferentes movimientos de composición y descomposición conceptual, de manera siempre contingente, precaria, parcial y no por ello exenta de rigurosidad y consecuencia sistemática.

Suturas críticas

Ahora quisiera comentar dos textos ejemplares que muestran cómo, al privilegiar un punto de abordaje en la obra de Badiou, se pierde la materialidad conjunta del montaje que he tratado de señalar como lo singular de la empresa filosófico-sistemática badiouana. El texto de Bruno Bosteels "Lógicas del cambio: de la potencialidad a lo inexistente" (2010) y el de Leandro García Ponzo y Javier Blanco "¿Es posible una ontología del acontecimiento? Consecuencias de la adopción de la teoría de non-well-founded sets en la ontología de Alain Badiou" (2010).

Comienzo por el primero. En muchos aspectos, Bosteels capta la materialidad propia del pensamiento badiouano -más aún en este texto que en su libro anterior Badiou o el recomienzo del materialismo dialéctico. No obstante, no alcanza a extraer todas las consecuencias de lo que comienza por elucidar, al no ampliar el alcance de estas y no diferenciar, para articular mejor, los dispositivos de pensamiento en juego. Me refiero, por una parte, a la importancia que le confiere a la retroactividad en la dispositio del texto badiouano y de sus conceptos; y, por otra parte, a la centralidad que atina otorgarle al concepto de sitio acontecimental en la dialéctica entre ser y acontecimiento. Sucede que el alcance de estas puntualizaciones se ve limitado en sus consecuencias, porque no solo habría que centrarse en un concepto específico o en un dispositivo preferencial (Bosteels se centra en el sitio de acontecimiento y en el procedimiento político), sino en el conjunto de conceptos que forman bucles retroactivos y anticipos parciales entre sí, como he mostrado, y también en el entramado complejo de dispositivos y niveles discursivos en juego.

Mi tesis sostiene que la materialidad filosófica del sistema badioua-no se teje en la alternancia de decisiones de pensamiento, donde cada institución -tesis o pase- presupone simultáneamente una destitución -asunción de impasse. Así, por ejemplo, el impasse matemático del problema del continuo autoriza la institución filosófica de la matemática como ontología; a la vez, dicha tesis propiamente metaontológica (filosófica) conlleva asumir la autodestitución de la filosofía como discurso del ser (i. e. Heidegger y seguidores); pero tal operación -contra todos los pronósticos de su acabamiento o de su conversión en bioética- libera a la filosofía para circular entre otros procedimientos de verdad y elaborar así una teoría general del acontecimiento; movimiento de institución -este último- que supone su propia destitución como procedimiento de verdad; y así. Todo espacio abierto por una destitución asumida (impasse) en un discurso, habilita, a su vez, la institución -tesis, decisión, invención o pase- en otro discurso. La decisión o indecisión no se da sobre un mismo terreno (discursivo-endogámico); hay desplazamientos y cambios de terreno (geofilosofía). Las paradojas se replican o bien rechazan solo en la endogamia teórica; para salir del círculo vicioso hace falta escindirlo -"cambiar de terreno", diría Althusser.

De hecho, los conceptos de intervención y sujeto aparecen mencionados, en el texto de Bosteels, en primer lugar, en relación con Althusser y la dialéctica entre lo nuevo y lo viejo:

En otras palabras, lo nuevo no es simplemente la realización teleológica de una tendencia presente en lo viejo. Más aún, la tendencia aparece como tal únicamente como un efecto retroactivo de una intervención subjetiva -citando a Althusser-: 'Sin esta intervención, nunca se cumpliría la tendencia misma'. (20)

Pareciera que entre ser y acontecimiento o bien se plantea primero la separación y luego aparece secundariamente el problema de su articulación, o bien se intentan identificar directamente ambos planos, con lo cual, como 2izek en El espinoso sujeto, se pierde la significancia de la intervención (no solo política, sino también filosófica). Bosteels señala acertadamente que la imposibilidad brinda el parámetro objetivo -anclaje situacional- a la intervención subjetiva, y que aquélla solo es situable en la retroactividad de esta última. A lo que habría que agregar que la temporalidad no solo es retroactiva, sino que también hay anticipaciones parciales: los conceptos se co-implican y forman así un nudo temporal entre ellos. Además, la intervención no solo encuentra su índice objetivo en la imposibilidad situacional antecedente sino también, y fundamentalmente, encuentra su índice subjetivo en otros acontecimientos (recordemos que la intervención es definida por Badiou como un "entre-dós acontecimental"). A lo que habría que agregar, por último, la especificidad de la intervención filosófica badiouana -algo que suelen pasar por alto la mayoría de los comentaristas-: anudamiento de acontecimientos y procedimientos de verdad heterogéneos entre sí, es decir, composibilidad sistemática. Escribe Bosteels sobre la retroactividad del sistema en cuestión:

El ambicioso sistema presentado en El ser y el acontecimiento se puede entender mejor bajo la luz del principio de clarificación retroactiva que podemos encontrar también como un argumento en todo el libro. Esto es verdad incluso a nivel de la exposición, en el sentido de que las ideas presentadas en meditaciones anteriores se vuelven efectivamente pensables solo bajo condición de las posteriores. La posibilidad de pensar la inconsistencia o la multiplicidad como tales, lo cual, como se había dicho, es un objetivo de la ontología, únicamente puede hacerse en el nivel de la realidad (opuesto al orden del concepto) si sucede que hay un sujeto que es fiel al acontecimiento. (23)

Dos cuestiones a señalar a partir de esta cita: i) se menciona correctamente la importancia de la retroactividad en el orden expositivo y conceptual, pero no sucede lo mismo con las anticipaciones parciales y el anudamiento o montaje simultáneo de los conceptos; ii) al marcar rígidamente la diferencia entre el orden del concepto y el orden de la realidad, se deja de lado la realidad propia del concepto en Badiou, puesto que "sujeto", "intervención", "fidelidad", son conceptos tanto como "multiplicidad", "vacío", "infinito", y lo que cambia de unos a otros es el dispositivo de pensamiento en el cual son formulados, no una referencia a tal o cual realidad empírica exterior al concepto (el exterior constitutivo es relativo). Por lo que también Bosteels parece soslayar que son justamente los últimos capítulos de El ser y el acontecimiento, referidos al múltiple genérico y al forzamiento, los que esclarecen retroactivamente, en el sistema de pensamiento badiouano, la mutua contaminación entre ser y acontecimiento.

Bosteels asigna, acertadamente, todo su peso a la siguiente cita de El ser y el acontecimiento: "el impasse del ser, que hace errar sin medida el exceso cuantitativo del estado, es en verdad el pase (passe) del Sujeto" (Badiou 1999 99). Lo hace con el fin de mostrar la dialéctica materialista que se da entre el ser y el sujeto, la cual se apoya en sus respectivos quiebres e inconsistencias y, por lo tanto, no se resuelve en una síntesis armoniosa de dicha conjunción:

Esto significa que, a final de cuentas, la tarea de pensar al ser y al sujeto al mismo tiempo implica una restricción para ambos términos de la dialéctica. Esto no quiere decir que la estructura (llevada a su callejón sin salida interior) y el sujeto (dividido desde su interior por los efectos del acontecimiento), pueden ser integrados en una nueva relación de síntesis o complementariedad. Al contrario, cada parte presupone a la otra en el punto de su quiebre interior. Por esta razón tenemos que entender en qué sentido la filosofía circula entre la doctrina del ser y la doctrina intervencionista de la verdad, esto es, entre la ontología y la teoría del sujeto. (Bosteels 24-25)

No obstante, aquí se pasa casi imperceptiblemente de la articulación conceptual (ser/sujeto) a los dispositivos de pensamiento por los que circula la filosofía (ontología/teoría del sujeto). Hay que tener en cuenta este sutil desfasaje en lo que sigue; continúa Bosteels:

Lo que media entre estas dos es precisamente la noción de impasse, es decir, una imposibilidad que es tanto estructural como histórica. En efecto, siempre hay un exceso de representación sobre la presentación, pero de hecho este exceso ocurre únicamente en aquellas raras ocasiones en donde un acontecimiento tiene lugar y un sujeto interviene como una respuesta a ese acontecimiento. (ibd.)

Es decir que el impasse -la imposibilidad situada- es el índice ontológico del sujeto, pero esto no hay que entenderlo solo a nivel del concepto -en su imaginable aplicación práctica-, sino en el mismísimo nivel en que se juntan coyunturalmente -se encuentran- los dos dispositivos de pensamiento mencionados -en virtud, cabe decir, de la articulación filosófica. Estos dos estratos discursivos heterogéneos, que se cruzan sin confundirse, son los que, por momentos, pareciera no distinguir y articular Bosteels, por lo que aparecen algunas limitaciones en su lectura.

Dice Bosteels, respecto al sitio acontecimental: "la teoría del sitio acontecimental yace en el corazón de la articulación entre el ser y el acontecimiento, él es el callejón sin salida de la objetividad que permite y presupone simultáneamente la intervención subjetiva" (26). Por supuesto, el acontecimiento tiene su anclaje en la situación, justamente allí donde se condensa la historicidad de esta, pero para evitar la tentación que acecha al izquierdismo especulativo, de querer romper con la situación por pura voluntad, no basta con la mención del sitio acontecimental. Si bien Bosteels intenta desarmar las críticas que rigidizan la distinción dialéctica entre ser y acontecimiento, la forma de hacerlo que escoge, al privilegiar el sitio acontecimental, no resulta suficiente:

El sitio, al localizar el acontecimiento en la trabazón mínima dentro del orden de la representación, es justamente lo que corta diagonalmente dicho dualismo, a la vez que articula la estructura de lo que es con el acaecer de lo que sucede. (27)

Se hace necesario pensar conjuntamente la intervención, el sujeto, el acontecimiento y, por supuesto, también el sitio; pensar el nudo conceptual complejo en que ellos se traman. Por eso Badiou introduce la idea de recurrencia acontecimental: la intervención es esencialmente un entre-dós acontecimental. De igual modo, el acontecimiento resulta de una interposición entre él mismo y el vacío; y también el operador de conexión fiel, en el proceso post-acontecimental de una verdad, media entre un múltiple cualquiera, indagado en la situación, y el nombre supernumerario del acontecimiento. Pues los conceptos principales de la teoría general del acontecimiento que formula Badiou son entre-dós, a-sustanciales e intervalares, y, como vimos, se presuponen mutuamente para adquirir consistencia.

Luego Bosteels señala algo muy pertinente respecto al sitio:

Sin embargo, si comparamos la noción de 'sitio acontecimental' en El ser y el acontecimiento con la de 'sitio' en Lógicas de los mundos ¿no nos encontramos de regreso con una comprensión más tradicional del acontecimiento en términos de autorreflexividad, sin estar vinculado sintomáticamente a la situación existente o al mecanismo en forma de bucle de la intervención subjetiva que saca a la luz tal vínculo? (ibd.)

Suscribo esta precaución, aunque por distintos motivos. Pues, justamente, el modo de caracterización del acontecimiento vía la auto-rreflexividad, autorreferencialidad o autopertenencia, es lo que alcanza a registrar el estado de la situación -metaestructura- como un Dos insensato -el nombre y el sitio. Solo que en El ser y el acontecimiento la ontología matemática no lo podía pensar (lo prohibía mediante el axioma de fundación), por eso era formulado metaontológicamente a partir de los distintos estados de las situaciones ónticas (por ejemplo, en política, la huelga y la fábrica). Mientras que, en Lógicas de los mundos, la misma onto-logía o ciencia del aparecer permite formalizar la autopertenencia del sitio. De todas formas, en ambos libros el acontecimiento sigue dependiendo de sus consecuencias e implicancias, es decir, tanto del bucle retroactivo de la intervención -y demás conceptos- como de la continuación del proceso genérico de verdad, antes que de la estructura racional ontológica o de un milagro divino.

Por último, al finalizar su escrito con el comentario del "inexistente", Bosteels vuelve a remarcar la importancia de Teoría del sujeto y la distinción elaborada allí por Badiou entre la dimensión dialéctica-estructural-algebraica (el inexistente como exclusión definida del todo estructural) y la dimensión dialéctica-histórica-topológica (el inexistente como proceso dividido ilimitado). Lo que sería, en términos de Lacan, la lógica del Todo -posición masculina- y la lógica del no-Todo -posición femenina-, respectivamente, en las fórmulas de sexuación. Podemos decir que estas dos dimensiones se encuentran también articuladas en Badiou, entre la lógica de nominación del acontecimiento -cierre ficcional- y la lógica post-acontecimental de una verdad genérica -apertura ilimitada.

En definitiva, si bien acuerdo en gran parte con esta lectura considero que, al aislar y valorar distintamente los conceptos badiouanos, se puede generar una ficción de oposición entre los mismos, lo que es insostenible en un recorrido sostenido por el dispositivo complejo de pensamiento que nos presenta Badiou. Se puede apreciar el otro polo de esta ficción a continuación.

Comento ahora el segundo texto, de Leandro García Ponzo y Javier Blanco (de aquí en más: LGP-JB), "¿Es posible una ontología del acontecimiento? Consecuencias de la adopción de la teoría de non-well-founded sets [NWFsjen la ontología de Alain Badiou". En este riguroso artículo, en cambio, se encuentra una crítica que hace pie en la ontología matemática buscando, como Bosteels, una articulación más "simple y homogénea" -según las propias palabras de los autores- entre ser y acontecimiento. Aunque, paradójicamente, efectúan tal movimiento crítico apoyándose en una carencia detectada por el lado de la política, haciéndose eco así de aquellas lecturas más endebles de Badiou, mencionadas por el propio Bosteels (i. e. 2izek). En general se puede decir que, cuando los críticos buscan una conexión más visible entre estos tópicos: ser y acontecimiento, no se suelen percatar que privilegian de este modo un dispositivo de pensamiento por sobre los otros (i. e. político o matemático), perdiendo, ipso facto, la estricta equivalencia que sostiene Badiou en sus elaboraciones conceptuales -lo mismo le pasa a Bosteels al privilegiar el lenguaje político.

Hay que tener en cuenta, pues, si se desea valorar justamente el aporte crítico de este texto al pensamiento de la obra de Badiou, que presenta dos cuestiones muy distintas entre sí. Por un lado, menciona la posibilidad que abre una nueva formulación matemática para pensar el ser del acontecimiento, primariamente excluido de la axiomática ZF; tarea afirmativa que se inscribiría en el eje metaontológico filosofía/matemáticas (quizá con consecuencias similares a las expuestas por el mismo Badiou en Lógicas de los mundos). Mientras, por otro lado, el que dicho aporte intente justificarse no solo desde la invención matemática -válida en sí misma-, sino de una carencia que afectaría el sistema badiouano -según insisten algunos autores como 2izek o Bensaid- desde el seno de la filosofía política contemporánea (el aludido malentendido respecto al "milagro del acontecimiento"), que se basa en una lectura muy reductiva y poco dialéctica de Badiou, pues ignora las múltiples mediaciones conceptuales desplegadas en El ser y el acontecimiento (lo que muestra Bosteels en Badiou o el recomienzo).

Sin embargo, al privilegiar la definición metaontológica del acontecimiento (en el eje: filosofía/matemática), establecida por la prohibición de la autopertenencia bajo el axioma de fundación, los autores ignoran deliberadamente la articulación conceptual compleja tramada en la circulación por variados dispositivos de pensamiento, cuyos reenvíos no dependen únicamente del dispositivo matemático -de hecho, el ejemplo más detallado del acontecimiento aparece en la letra del poema de Mallarmé "Un coup de dés", aunque, por supuesto, el poema en sí mismo tampoco alcanza para formular el concepto filosófico. Escriben García Ponzo y Blanco:

Siendo la ontología -bajo la forma de ciencia del ser- y el acontecimiento los pilares sobre los cuales se traza la refinada dialéctica que estructura el pensamiento de Badiou, el resto de sus conceptos fundamentales configuran un sistema de reenvíos hacia este nodo central -el aludido problema de la autopertenencia. (4 énfasis agregado)

Sin embargo, el pensamiento de Badiou está descentrado fundamentalmente por la definición misma de la tarea filosófica: composibilitar y compatibilizar acontecimientos y procedimientos genéricos de verdad heterogéneos, deslocalizados, lo cual implica circular y atravesar diagonalmente diversos dispositivos discursivos; entre ellos, solo uno más, la ontología matemática. Esto no quiere decir que haya que ignorar los cambios producidos en cada discurso. Justamente todo lo contrario: dicha movilidad del pensamiento está al servicio de la radical historicidad que atañe a los discursos y sus acontecimientos; pero, a su vez, cada verdadera innovación implica extraer todas las consecuencias (com) posibles para el conjunto de prácticas. Esto es lo que ha hecho Badiou, por ejemplo, al incorporar recientemente la teoría matemática de categorías para diseñar una (onto)lógica del aparecer o ser-ahí.

En el comienzo de su artículo, los autores articulan una concepción del sujeto que deja de lado los múltiples enlaces conceptuales -correlatos, esquemas, composiciones- que cruzan el orden del ser y el acontecimiento, sobre todo los últimos capítulos de El ser y el acontecimiento (cf.Badiou 1999 31-36) donde se presenta lo genérico (ser de la verdad) y el forzamiento (ser del sujeto) que, como vimos, son conceptos clave de este libro que resignifican todos los anteriores desarrollos conceptuales, según lo afirma el mismo Badiou en la Introducción. Afirman LGP-JB:

Confiamos que es posible re-articular una teoría del sujeto y de la verdad donde el primero no se identifique solamente con el sostenimiento retroactivo militante de una verdad y pueda contar con elementos de anticipación organizacional del acontecimiento. El hecho de poder decir 'hay acontecimiento' abre un espacio de pensamiento acerca de sus (al menos potenciales) consecuencias y habilitaría una acción política militante preacontecimental que trascendería a la mera espera del advenir azaroso del acontecimiento. (id.1-2)

Hay que decir que el sujeto no solo configura la verdad de manera retroactiva -el "habrá sido" -, sino que se produce él mismo en una anticipación que nombra, al borde del vacío situacional, el acontecimiento suplementario -tiempo lógico. Esta oscilación característica entre anticipaciones parciales y verificaciones retroactivas, que hacen a la temporalidad subjetiva, permite romper tanto con las concepciones históricas continuistas -el sujeto preexiste al acto- como discontinuis-tas: el izquierdismo especulativo -voluntarismo del acto. El sujeto se autoriza de otros acontecimientos, hay recurrencia acontecimental, hay acontecimientos en plural que solo se tornan inteligibles en la anticipación de un nombre extraído del vacío situacional (entre-dós). Pero dichas nominaciones requieren de variados operadores de conexión, según la situación, y no solo la invención deductiva que ofrecen las matemáticas.

Tampoco toman en cuenta el concepto matemático de múltiple genérico y su correlato filosófico de "múltiple excrecente" al proponer, con las NWFs, una tripartición de lo múltiple que Badiou ya había formulado: "tendríamos una ontología con tres tipos de múltiples, los naturales, los históricos y los acontecimentales" (id. 8). Recordemos que Badiou plantea que hay tres tipos del ser múltiple según las dos modalidades de cuenta (presentación y representación): singulares o históricos, naturales y excrecentes. Ni parecen percatarse de que la homogeneidad de pensamiento que ellos postulan, al poder pensar matemáticamente el acontecimiento, aplana todo medio de invención ligado -por necesidad- a condiciones extrañas a la misma lógica matemática; basta pensar en los materiales con que se trabaja en cualquier otro procedimiento de verdad (artístico, político, etc.). En todo caso, lo que aquí se está mentando es la posibilidad de pensar, en el eje filosofía/matemática, el ser del acontecimiento -como lo es, con Paul Cohen, el ser del sujeto y de la verdad-, no el acontecimiento qua acontecimiento en su irreductible singularidad.

En este sentido, la lectura que propongo de la filosofía de Badiou ha intentado remarcar que la posibilidad de "anticipar parcialmente el acontecimiento" -al menos si uno no se encuentra ya incorporado a un procedimiento genérico de verdad- no depende de confiar dicha anticipación al privilegio de una lógica o procedimiento (i. e. matemática o política), sino de pensar en el cruce simultáneo de dispositivos (el nudo o montaje heterogéneo de condiciones). De igual modo, se vislumbra el peligro que entraña su concepción homogeinista cuando JB y LGP concluyen su artículo con las siguientes palabras: "las herramientas de la teoría de conjuntos no bien fundados pueden permitir una reescritura de la noción de sujeto que incorpore de manera explícita la autorreferencialidad" (Badiou 1999 11). El asunto es si tal autorreferencialidad o, para decirlo en términos badiousianos, tal "presentación en la presentación", debe ser reescrita exclusivamente en lenguaje matemático o conviene dejar abierta la posibilidad a otras formas de escritura, a otros actos de pensamiento. En definitiva, la ganancia en simpleza y homogeneidad, perseguida por nuestros autores bajo el dominio exclusivo de la lengua matemática, iría en detrimento de la complejidad y riqueza que ofrecen los demás dispositivos de pensamiento y produciría así una sutura entre la filosofía y una sola de sus condiciones, que es lo que Badiou justamente intenta impedir pues, nos dice, conduce al "desastre".

Conclusiones

Al mostrar ciertas limitaciones que se pueden encontrar en dos recepciones ejemplares del pensamiento filosófico de Alain Badiou, hemos tratado de hacer notar la importancia de preservar la singularidad de la operación filosófica y su irreductibilidad a las múltiples ficciones con las que trabaja lo real en juego. La noción de montaje permite hacer explícita esa sutil distancia filosófica que trabaja, no obstante, en inmanencia a los procedimientos genéricos de verdad que la condicionan, pero sin identificarse con ninguno de ellos.

En general, según hemos visto, pareciera que los críticos más agudos de Badiou coinciden en su estrategia de lectura: identificar una articulación conceptual que sea más visible, simple y manipulable, entre el ser y el acontecimiento. En algunos casos, dicha articulación dará privilegio al lenguaje matemático y, en otros, al lenguaje político (podrían aparecer otras variantes que privilegien, a su vez, lo estético o lo amoroso). Sin embargo, lo que se pasa por alto así es la definición misma de la filosofía, tal como la concibe Badiou en la introducción de El ser y el acontecimiento, mediante un giro autorreferencial intrafilosófico:

Nuestro objetivo es establecer la tesis metaontológica de que las matemáticas son la historicidad del discurso acerca del ser-en-tanto-ser. Y el objetivo de ese objetivo es asignar la filosofía a la articulación pensable de dos discursos (y prácticas) que no son ella: la matemática, ciencia del ser, y las doctrinas de intervención del acontecimiento, el cual designa, precisamente, lo que 'no-es-el-ser-en-tanto-ser'. (1999 22)

La "articulación pensable" implica un recorrido transversal por distintos discursos, sin identificarse plenamente con ninguno de ellos, pero a la vez permitiendo transferencias, correlatos, cruces, etc. Es decir que las articulaciones entre el ser y el acontecimiento se encuentran desplegadas en cada uno de los conceptos y mediaciones filosóficas elaboradas por Badiou, y en las que aún se pueden y deben seguir produciendo si se ha asumido dicha tarea para la praxis filosófica materialista.

Si comparamos el abordaje que privilegia lo ontológico-estructural, con el que enfatiza lo político-histórico, podremos apreciar una polarización de dos dimensiones que, aun siendo irreductibles entre sí, Badiou intenta compatibilizar. Así, cada cual apoya su intervención en detrimento de una de las dos dimensiones señaladas y mediante una sobrevaloración correlativa de la otra. a) JB-LGP privilegian una ontología del acontecimiento -o de la autorreferencialidad- para poder anticiparlo y preverlo a partir de formas de organización pre-acontecimentales; por lo tanto, necesitan estigmatizar la temporalidad retroactiva de la intervención y el riesgo de la apuesta subjetiva que ella entraña. b) Bosteels, al contrario, privilegia la dimensión histórico-política postacontecimental de la intervención y su localización retroactiva en el sitio de acontecimiento, desestimando, de alguna forma, el discurso ontológico -la autorreferencialidad- por su disposición meramente estructural. Los primeros apuestan a la anticipación pre-acontecimental a través de la forma ontológica, y el segundo, a la continuación post-acontecimental a partir de la forma histórica. Ambas perspectivas no llegan a apreciar, así, la necesaria modulación y combinación de temporalidades que subtienden estos discursos en el dispositivo de pensamiento badiouano: la articulación histórico-estructural u ontológico-política. Esta ha sido la clave -apuesta- de lectura del presente texto, bajo la noción de montaje o anudamiento de conceptos y dispositivos. Solo una atenta modulación de las complejas operaciones filosóficas, en su mutua composición, impide caer en suturas identificantes que las reducen a un discurso privilegiado y limitan así la función agravante del pensamiento señalada al comienzo.

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Cómo citar este artículo:

MLA: Farrán, R. "La operación filosófica en clave de montaje. El caso de Alain Badiou." Ideas y Valores 70. 176 (2021): 51-73.

APA: Farrán, R. (2021). La operación filosófica en clave de montaje. El caso de Alain Badiou. Ideas y Valores, 70 (176), 51-73.

CHICAGO: Roque Farrán. "La operación filosófica en clave de montaje. El caso de Alain Badiou." Ideas y Valores 70, n.° 176 (2021): 51-73.

Recibido: 23 de Octubre de 2017; Aprobado: 08 de Agosto de 2018

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