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Lingüística y Literatura

versión impresa ISSN 0120-5587versión On-line ISSN 2422-3174

Linguist.lit.  no.81 Medellìn ene./jun. 2022  Epub 24-Feb-2023

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a25 

Reseñas

Girón, M. (Coord.). (2020). Memoria cultural del Nordeste antioqueño. Fondo Editorial Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia, 240 pp.*

Santiago Andrés Gómez Sánchez1 

1Universidad de Antioquia (Colombia) santiago.gomez12@udea.edu.co

Girón, M.. (Coord.). (, 2020. )., Memoria cultural del Nordeste antioqueño. ., Fondo Editorial Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia, , 240 pp.


Este compendio de estudios críticos resulta significativo, de entrada, porque no solo recoje sino que amplía de modo libre el diálogo crítico suscitado por una serie de libros producidos en la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia, dedicados a rescatar y divulgar la producción literaria de las subregiones del departamento de Antioquia, haciendo un inventario lento y paciente de cada una de ellas. De este modo, el programa «Memorias y archivos literarios. Literaturas y culturas de Antioquia», de la Facultad de Comunicaciones y Filología de la Universidad de Antioquia, encaminado desde 2010 con esos fines a través de su proyecto «Literatura y culturas del Nordeste» (2018-2020), da cuenta de un interés común previo en los estudios de las letras antioqueñas, además de seguir trazando un mapa de estos.

Memoria cultural del Nordeste antioqueño se compone de un notable epígrafe, la presentación de la coordinadora académica y once capítulos escritos por investigadores que se han insertado en el proyecto de variadas maneras, todas conducentes a la exposición final de un espectro hermenéutico de ricas posibilidades dialógicas. En dicho trabajo el contraste de perspectivas críticas es más pertinente que nunca, como veremos luego, para el análisis de esa relación entre suelo, identidad y palabra que, como sabemos, funda en buena parte y atraviesa la disciplina literaria de nuestras turbulentas comarcas. En el caso de Antioquia, la relación aparece cruzada muy especialmente por el fenómeno de la migrancia, muy recurrentemente en torno de la minería. De ahí que, el epígrafe sea el abrebocas y a la vez el cierre. Tomando como partida el «Relato de Gunnar Tromholt», de León de Greiff, puede verse cómo se borda ese arcoíris de miradas. En dicha composición se expresa la voz de uno de esos hijos de científicos industriales que llegan a Antioquia de tierras racionalistas y conviven con otros nativos, sean hijos de castas degradadas, de africanos implantados por la fuerza, o herederos ancestrales de tradiciones indígenas que el poder quisiera anular. Ante la fuerza de la tierra -la bravura del río Nus-, el hipotético yo del poema se pregunta por su destino y sabe que el oro no es sino un albur. Nada más habría que agregar, si la palabra no exigiera así una revaluación de su peso. A partir de esa cuestión, muchos de los capítulos siguientes ponderan los tránsitos que el oro allega.

El primer estudio, «La identidad antioqueña y su tratamiento literario», de Andrés Esteban Acosta Zapata y Sebastián Castro Toro, considera justamente las contradicciones y el dominante anhelo de fijación de la identidad antioqueña en valores opuestos entre sí, pero ligados ambos a esa migración continua: la necesidad de arraigo, por un lado, y el ansia de libertad, por el otro. Tanto en el romanticismo autóctono de Gregorio Gutiérrez González y Epifanio Mejía como en las duras revisiones de Fernando González y Gonzalo Arango, la pugna de esos sentimientos tiñe al espíritu de una profunda -y riesgosa- insatisfacción existencial. Con todo, los autores son explícitos al afirmar que, así como han sido idealizados tanto el tesón del cultivador como la libertad del trashumante, así mismo existe

una oposición maniqueísta entre [esas] posturas que aceptan y engrandecen el relato clásico de un tipo regional que iguala a todos los nacidos en Antioquia, y las que desaprueban la posibilidad o utilidad del reconocimiento de aspectos comunes o características compartidas (Acosta & Castro Toro, 2020, p. 17).

En suma, este primer capítulo encara el asunto polémico de las identidades regionales en la modernidad americana y opta por «presenciar esos discursos» (p. 28), tomando distancia de todos ellos - y por ende no se puede «subestimar la influencia de lo simbólico en lo material», señalan los autores al final del texto (p. 32)-, pero con el presupuesto de que la imagen identitaria es «fundamentalmente política» (p. 18) e instrumento de las élites. Sobre estas consideraciones finales volveremos, pues esta crítica pragmática es el núcleo del libro.

Por lo pronto, en el segundo capítulo, «Modernización de la provincia de Antioquia e inmigración. Carlos Segismundo de Greiff», de Luis Fernando Quiroz Jiménez y Carlos Andrés Hidalgo Holguín, el análisis se remonta a la llegada al Nordeste, durante todo el siglo XIX y los inicios del XX, de una ola de inmigrantes debido a la modernización. La necesidad de minerales para el capital europeo conlleva a un intercambio cultural que a la vez debe motivar, según estos inmigrantes, la consolidación de una educación liberal en América.

Sin embargo, dicha idea no se materializaría por los quizás ineludibles compromisos sociales de tales sujetos con las estructuras tradicionales de poder durante las guerras civiles del siglo XIX que no favorecían a sus propios afanes ideológicos, por lo cual la constitución de un Estado-nación moderno en nuestra incipiente república se frustraría, entre otras cosas, por simples lastres de clase. Que el poder no ataca al poder es una conclusión del estudio de Quiroz e Hidalgo, fundada en el examen de numerosas escrituras que, de manera conjunta, dan cuenta de este proceso, desde cartas hasta titulaciones de predios y otros registros civiles de la época.

Entre tanto, el tercer capítulo, «El poema “Bárbara Jaramillo” del humorista liberal Manuel Uribe Velásquez», de Nicolás Naranjo Boza, explora a fondo la presencia pertinaz de una sátira sin remilgos, incluso más que liberal, que siguió respirando a sus anchas en el seno del régimen conservador triunfante -y en las propias aulas donde se formaba la dirigencia, en el colegio San Bartolomé, donde estudiara Uribe Velásquez. Las herencias de un arte español irreverente, republicano y más que nada profano, son rastreadas por Naranjo para dilucidar la dignidad soberana pero acallada de un pensamiento y un arte realmente modernos en el siglo XIX, ocultos muchos años bajo esa dura pátina de unas instituciones estrechamente casticistas. La disección formal que hace Naranjo del poema de Uribe Velásquez funciona en esa vía reivindicativa, de manera expresa, contra la Regeneración, pero allende cualquier doctrina, en virtud de una poética emancipatoria.

Más adelante, en el ensayo llamado «Federico Velásquez Caballero: Exploración literaria del Nordeste (1860- 1870)», de Andrés Alfonso Vergara Molina, nos revela las cualidades indicativas de un laboreo en las letras que devela trayectos y costumbres casi anárquicas en busca de un decir. En dicho trabajo, el poema «Un veraneo en el Porce» (1868) es abordado desde el universo amplio de los mineros y los comerciantes de la cuenca de este río. A partir de este planteamiento, este capítulo se constituye como una forma de respuesta al ensayo de Quiroz e Hidalgo, el cual puede ser leído como un complemento inevitable que demuestra lo que vivía un sector de los mineros distinto a los industriales inmigrantes, más orientados al comercio interno o a la mera subsistencia que a insertarse en la muy evidente globalización del mercado o a recibir una educación realmente liberal. De hecho, el tipo de literaturas que surge en estas élites criollas delinea una mentalidad acorde a lo que será la imagen clásica de la identidad antioqueña.

Por otra parte, la obra que examina Deisy Yamile Arroyave Arenas en el siguiente capítulo, «“El machete” de Julio Posada Rodríguez: un cuento ilustrado y heterogéneo», deja apreciar a plenitud la insistencia y ampliación en el siglo XX de otras versiones de la realidad antioqueña y de la literatura misma, merced a una interpretación exhaustiva del cuento desde el concepto de heterogeneidad que maneja en varios textos teóricos Antonio Cornejo Polar. La ensayista considera las ilustraciones y la tipografía facsimilar a modo de manuscrito de la autoedición que hiciera el propio autor de «El machete» en 1929 en Bogotá. Estas cualidades de la edición personal de un cuento que ya en 1912 había alcanzado la fama al reproducir sin ambages el habla popular en una publicación literaria importante -la revista Alpha-, son consideradas, desde de la heterogeneidad de Cornejo Polar, como formas avanzadas y además deliberativas en un contexto aún enmarcado dentro de la Regeneración, y que incluso luego de la hegemonía conservadora persistiría en la idea de una literatura nacional unificada y plegada a las letras más ortodoxas.

En este punto se hace visible cierta alternancia en el libro, pues el capítulo sucesivo, «León Zafir: el rosal salvaje y el parterre citadino», se ocupa de un representante ilustre y a la vez paradójico de esa visión unitaria. El estudio de Manuel Bernardo Rojas López cuestiona la institucionalización de la poesía nostálgica de Zafir - migrante rural a Medellín en los años veinte- y niega cualquier vigencia posible de su obra en nuestros días por la inoperancia de su canto a un supuesto espíritu campesino esencial en Antioquia, ante un orbe cosmopolita en el cual «en medio de la fragmentación urbana no es posible encontrar un modo dominante en el decir» (Rojas, 2020, p. 147). Con todo, las puntuales menciones a la comercialización de la obra de Zafir hecha canciones en discos de vinilo, en medio de un mercado internacional de poéticas, apunta a otro “modo dominante en el decir” (p. 147) cuyas sutilezas quedan por abordar.

Al final de su ensayo, un comentario de Rojas (2020) sobre la diferencia entre el arte elegíaco de León Zafir y la variada narrativa de Tomás Carrasquilla da pie a la aparición de varios capítulos dedicados a la obra de este último y su universo. El primero de ellos, «La herencia literaria hispánica en la obra de Tomás Carrasquilla: presencia de “La cueva de Montesinos” de Cervantes en Frutos de mi tierra», de Félix Antonio Gallego Duque, se funda sobre lo que ya aparece planteado en otros capítulos -el del propio Rojas, el de Quiroz e Hidalgo y el de Naranjo-: la presencia y tráfico en los pueblos del Nordeste de un nutrido acervo bibliográfico, de alguna forma controlado por los poderes censores de la época. Las bibliotecas de los pueblos son prueba, justamente, de la importancia de una producción cultural y una industria librera que desde la colonia hispánica hacía parte de la avanzada progresista y a la vez de un conocimiento posible del mundo. De hecho, la asunción de Carrasquilla de las literaturas universales refluye en algunos textos que Gallego Duque recupera, en ocasiones de modo manifiesto -su «Autobiografía», de 1915-, en otros de modo implícito -la figuración del trance en Frutos de mi tierra, emparentada según la demostración del ensayista con el sueño de Don Quijote-.

Los dos capítulos posteriores constituyen, ante todo, el levantamiento de datos fundamentales para el conocimiento íntimo de los vivos debates que una cultura literaria muy viva sostenía en publicaciones diversas. En «Trayectoria de Tomás Carrasquilla en El Espectador (Medellín, 1913-1915)», de Juan Esteban Hincapié Atehortúa, y «Francisco de Paula Rendón editado por Alpha», de Elizabeth Cañas Rodríguez, se evalúa y sopesa los rastros de dos personalidades que sostuvieron una contienda pública en términos ideológicos y creativos. Cada uno de estos dos ensayos se centra en aspectos específicos de la elocución en el medio escrito, que sin duda hablan de muchas maneras, tales como la frecuencia de las apariciones de los autores en la publicación determinada, o el volumen de su escrito en relación con el paginaje, la relación entre el contexto político y la materialidad del mensaje, entre otros asuntos.

El rastreo sobre esa época en la que fueron contemporáneos escritores como Ricardo Rendón, Tomás Carrasquilla, Fernando González y León Zafir, quienes influyeron a otros autores posteriores como Carlos Segismundo de Greiff y Federico Velásquez Caballero, e incluso a Gonzalo Arango, concluye de modo armónico con el capítulo «Isabel Carrasquilla: “el estigma de la mancha de tinta” en la literatura antioqueña de los siglos XIX y XX», de Claudia Patricia Acevedo Gaviria. Allí, la autora se ocupa de dar la palabra a quien fuera desaconsejada por su familia para el oficio de escribir, tal como lo demuestran las evidencias. Tanto el prólogo de Isabel Carrasquilla a su texto Impresiones de viaje como una frase que dejara su hermano Tomás por escrito dejan ver que, ciertamente, la escritura ha sido por tradición un estigma en nuestra región, y más en el caso de las mujeres, que solo redimirían las loas a la imagen oficial. La ensayista, comparando el texto de Carrasquilla con algunos relatos de viaje de Pedro Gómez Valderrama y José María Samper, expone cómo una narradora de principios del siglo XX se enfrenta a ese menosprecio con desenfado, sin hacer crítica frontal, sino registrando su sensibilidad mientras da un paseo por Europa. Un registro que, sobre todo en su contexto, es bastante valioso y, -entre otras cosas, singular testimonio de nuestras errancias.

El libro cierra con un capítulo dedicado a consignar la vida a veces atropellada de algunos músicos importantes para el Nordeste. En «Aproximación a las músicas y compositores del nordeste antioqueño», de Luis Carlos Rodríguez Álvarez, la sola nomenclatura de diversidad de expresiones musicales significa una valoración de los cruces que, de modo hermanado a la itinerancia de libros entre los pueblos, derivan en un crecido jardín, o pulido parterre, de obras que no pueden ser catalogadas en un solo y mismo “modo dominante del decir” (Rojas, 2020, p. 147). A propósito, no deja de ser curioso que el profesor Rodríguez, al hablar de León Zafir como letrista de muchas canciones del repertorio antioqueño, cite un estudio previo de Rojas que este, en el capítulo precedente que hemos mencionado, buscaba expresamente refutar y replantear.

Ahora bien, el conjunto de visiones es un aporte, una propuesta en sí, porque la respuesta sobre la migrancia que halla el libro surge de procesos independientes de investigación que encuentran en aquello un factor común. Y así, la respuesta ante la identidad antioqueña queda abierta con el poema epígrafe en una igual inquietud. En ese sentido, el texto es una consumación del sentido ideal de los estudios literarios en Antioquia, de modos afines -a veces solo divergentes en los objetos de estudio, los modos de aplicación y sus conclusiones-, a la aseveración que cerrara el primer ensayo del libro:

Consideramos que el papel de la academia debe ser propender por un imaginario regional más comprensivo que abarque, en lo posible, la totalidad de Antioquia para tener un autorreconocimiento de una historia cada vez más amplia, con un rango de personajes que necesariamente se ha transformado y se seguirá transformando con el paso del tiempo (Acosta & Castro Toro, 2020, p. 34).

Hablamos, pues, de una academia guía, moderada, conciliadora, de una investigación sobre la marcha, de un conocimiento insatisfecho y a la vez prudente.

Referencias bibliográficas

1. Acosta, A. y Castro-Toro, S. (2020). La identidad antioqueña y su tratamiento literario. En Girón, M. (Coord.). Memoria cultural del Nordeste antioqueño (pp. 15-35). Fondo Editorial Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia. [ Links ]

2. Rojas, M. (2020). León Zafir: el rosal salvaje y el parterre citadino. En Girón, M. (Coord.). Memoria cultural del Nordeste antioqueño (pp. 135-150). Fondo Editorial Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia. [ Links ]

*Cómo citar: Gómez Sánchez, S. A. (2022). Girón, M. (Coord.). (2020). Memoria cultural del Nordeste antioqueño. Fondo Editorial Facultad de Comunicaciones y Filología, Universidad de Antioquia, 240 pp. Lingüística Y Literatura, 43(81), 467-471. https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a25

Recibido: 13 de Agosto de 2021; Aprobado: 27 de Enero de 2022

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