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Revista Interamericana de Bibliotecología

versión impresa ISSN 0120-0976versión On-line ISSN 2538-9866

Rev. Interam. Bibliot v.34 n.2 Medellín jul./dic. 2011

 

REVISIONES Y REFLEXIONES

 

Maestría en Ciencia de la Información: ámbito de formación integral y eje de un proyecto de integración científico*

 

Master in Information Science: a space for comprehensive preparation and the axis of a scientific integration project.

 

 

Didier álvarez Zapata**

** Profesor Escuela Interamericana de Bibliotecología, Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia. dial@bibliotecologia.udea.edu.co

 

Recibido: 1 de agosto de 2011 / Aprobado: 3 de agosto de 2011

 


Resumen

Este texto aborda dos cuestiones fundamentales para los estudios de Maestría en Ciencia de la Información: el valor trascendente de los estudios universitarios de posgrado y la condición que tiene la Ciencia de la Información comso elemento aglutinador de los procesos inter y multidisciplinares dirigidos a la comprensión del fenómeno de la información en el mundo contemporáneo. En esta tarea concibe el mundo académico universitario como ámbito propio de la ciencia organizada, recontextualizada e institucionalizada alrededor de proyectos de docencia e investigación dirigidos a la humanización; y a la ciencia de la información como un proyecto estratégico de reflexión e intervención del orden social contemporáneo.

Palabras clave: formación profesional, información, ciencia de la información.

Cómo citar este artículo: ÁLVAREZ ZAPATA, Didier. Maestría en Ciencia de la Información: ámbito de formación integral y eje de un proyecto de integración científico. Revista Interamericana de Bibliotecología, 2011, vol. 34, no. 2, p. 211-220


Abstract

This article addresses two key issues related to the Master in Information Sciences: the importance of postgraduate studies, and the unifying role that Information Sciences play in inter and multidisciplinary processes aimed at the understanding of the information phenomenon in today's world. This task sees the academic universe as an environment where science is, re-contextualized, institutionalized, and organized around teaching and research projects that are directed at having a humanizing effect. It also understands Information Sciences as a strategic project of reflection and participation in today's social order.

Keywords: professional training; information; information science.

How to cite this article: ÁLVAREZ ZAPATA, Didier. Master in Information Science: a space for comprehensive preparation and the axis of a scientific integration project Revista Interamericana de Bibliotecología, 2011, vol. 34, no. 2, p. 211-220.


 

 

Quiero agradecer la invitación que recibí para dirigirme a Ustedes en este día que marca el inicio de las actividades académicas de la Maestría en Ciencia de la Información, programa largamente concebido en el seno de nuestra muy querida Alma Máter, la Universidad de Antioquia, por la ya casi sexagenaria Escuela Interamericana de Bibliotecología (EIB).

A todos los asistentes presento mi saludo, pero quiero muy especialmente dirigirme a los estudiantes de la primera cohorte, a quienes dejo mis mejores deseos porque este nuevo llegar a la Universidad les sea fructífero y profundamente constructivo para sus vidas. Espero que asuman a plenitud la compleja tarea de ser universitarios, de ser ejecutores de una crítica valiente y sincera, íntegra y sistemática de sí mismos, del mundo y de la ciencia; y puedan, así de llano, dar alivio, con dignidad y altura, a esa latente ''inquietud por una vida personal que valga la pena ser vivida'' (Calvo Saavedra, 1994), hecho que a todos nosotros perturba y que es signo inequívoco de una época incierta y contingente.

Hoy, pues, como hijo de esta Escuela, pongo mi voz y todo mi corazón en la tarea de presentar la lección inaugural de la primera cohorte de la Maestría en Ciencia de la Información, suceso impregnado de resonancias mágicas y de una profunda expectación, mezcla de gozo y tensión.

En cuanto al carácter de esta exposición, no puedo dejar de advertir que el calificativo inaugural tiene tras de sí un origen y una historia sumamente inquietantes para mí, pues como nos lo cuenta la etimología, al término de sus construcciones solían los antiguos romanos consultar a los augures por los ''indicios'' de futuro, por el devenir de esa nueva edificación y, obviamente, por lo que concedería a las personas. Yo, claramente, no soy ningún augur, apenas si soy un hombre común, un hombre puesto en las tareas académicas, decididamente empeñado en ayudar con mi palabra y con mi presencia a construir una universidad pública digna y dignificante, aun en contra de tantos profetas de la desolación y de tantos artífices del fracaso.

En cuanto a lo temático, más que comprometerme con hacer aclaraciones epistemológicas (cuestión que no podría lograr por falta de conocimientos y estrechez de tiempo), o elaborar semblanzas institucionales (cosa que no me corresponde), quiero abordar en esta lección, de la manera más sencilla posible, dos cuestiones fundamentales para el inicio de la Maestría: el valor vital de los estudios universitarios de posgrado -la urgencia de reivindicar lo humano dentro de los proyectos de postgraduación-, y la condición propia de la Ciencia de la Información como elemento fuertemente aglutinador de los procesos inter y multidisciplinares dirigidos a la comprensión del fenómeno de la información en el mundo contemporáneo; e, igualmente, de ser una estrategia viable de integración académica de nuestra Escuela hacia la conformación de una gran facultad de ciencias de la información.

En cuanto a mi estilo y a mi forma de ver y hablar del mundo que me ha tocado vivir y construir como universitario, me apropio las palabras de Isaac Newton, quien decía en sus memorias al referirse a su trabajo científico: ''(...) yo soy algo así como un muchacho jugando en la playa, divirtiéndose a veces y a veces buscando una concha más suave y brillante que otras, mientras que el gran océano de la verdad se extiende insondable ante él.''

Me resisto al modelo de conocimiento del mundo propio de la ciencia moderna (fanático de la razón y de la estructura), que ha impuesto estrategias cognitivas que desdicen de la necesaria unidad cognitiva de la filosofía, de la ciencia y del arte. Unidad del saber humano que, en otros momentos y conformaciones sociales no tan violentamente intelectualizados como los nuestros, era conducido por la sabiduría del corazón, y cuya forma básica comprensiva, su matriz y guía de entendimiento era la percepción directa de la verdad, el conocimiento intuitivo e inspirado en las honduras del Ser.

No tengo la menor duda de que hoy nos urge a los universitarios reconstruir la unidad de la experiencia humana sobre la base de un saber personal (saber de sí), capaz de renovar el saber social (saber de los otros y con los otros), e impulsar una ciencia capaz de restablecer, en un saber científico unificado, las deshechas relaciones de nuestro Ser (el Todo Interior) con el Mundo (el Todo Exterior).

Digo esto porque sobre ello he querido construir mi vocación pedagógica y formular mi ruta académica. Ahora no me es posible comprender lo académico universitario (la ciencia organizada, recontextualizada e institucionalizada alrededor de proyectos de docencia e investigación) sin remitirme a la necesaria discusión sobre lo humano, es decir, al compromiso de nutrir la academia con los proyectos de vida y de transformar la vida con proyectos académicos.

Por todo ello entiendo que ser profesor de una universidad encarna, primero que todo, un esfuerzo premeditado y consciente por educar a las personas para que sean capaces de revisar lo que ha sido su vida, y puedan, si así lo deciden, comprender que la relación más importante es la que se tiene consigo mismo, la misma que hay que edificar con responsabilidad y seriedad, criticando las estructuras espurias sobre las cuales, comúnmente, se sostiene su existencia: el miedo al mundo, la ignorancia de sí y la fragmentación de la experiencia de Ser.

Ese alto ideal práctico de la educación estuvo en la base de todas las grandes culturas de la antigüedad. En la cultura griega, por ejemplo, el estoicismo, en la voz del sabio Epícteto (2004) instruía a los hombres:

(...) no tienes que librar a la tierra de monstruos porque no naciste Hércules ni Teseo; pero puedes imitarlos, librándote tú mismo de los monstruos formidables que llevas en ti. En tu interior hay un león, un jabalí, una hidra; pues bien, procura dominarlos. Procura dominar el dolor, el miedo, la codicia, la envidia, la malignidad, la avaricia, la pereza (...)

Mas debo decir que tales ideales, propuestos en el contexto de la formación universitaria, no son populares, que no tienen glamour y que, francamente, resultan incómodos y fastidiosos para muchos. De hecho, cuando ante otros auditorios académicos he tenido la ocasión de exponer estas ideas, siempre, indefectiblemente, he encontrado en grados diversos la censura del silencio, la respuesta de la sospecha, la descalificación o la reducción de mis ideas a las vanas consignas moralistas.

Tengo a mi favor, no obstante, la contundente evidencia de que lo esencial siempre es la vida y que ella no puede ser reemplazada por ninguna representación intelectual o por estructura mental alguna. Bien lo expresa la sabiduría inmemorial, patrimonio común de Oriente y de Occidente: ''No huyas de los hechos, no los llenes de tantos significados, símbolos, sermones y advertencias. Vívelos sin alegorías, vívelos con mente receptiva de instante en instante [con] acción sin escapatorias, sin fantasías'' (S.A.W. (1970?), pues ciertamente, y tal como lo decía Goethe (2007, p. 85) por boca de su doctor Fausto: ''Toda teoría es gris y sólo es verde el árbol de dorados frutos que es la vida''.

Contrariamente, dentro de una visión intelectualizada y materializada del mundo, muy propia de lo que llamaba el escritor mexicano Juan José Arreola (1973, p. 84) el ''vicio del universitarismo'', se considera la vida externa de las personas como el elemento central, la clave que da sentido al proyecto de universidad, desconociéndose por este camino, que sólo en el plano de la vida interna es posible construir un proyecto genuino y una práctica universitaria dignificante.

Dicho de otro modo, es completamente absurdo creer que la sola promoción de la presencia pública de las personas, su instalación en las redes de pertenencia grupal y de juegos de poder -sobre la base de un ideal personalista, ególatra, interesado y compulsivamente signado por el afán de éxito- pueda sustentar una idea verdaderamente reflexiva, auténtica y emancipadora de la universidad. Innegablemente, una vida personal fustigada por la necesidad de triunfo y reconocimiento, temerosa, entonces, ante el riesgo del fracaso y la no aprobación por parte de los otros, a más de ser el signo inequívoco de una pobre vida interior, es la base de una universidad enferma. ¿Qué cambio social podría impulsar una universidad que apoya sus proyectos en el olvido de sí que sufren quienes la conforman y en la correspondiente entronización de los títulos y los prestigios, magnificada por la propaganda personalista, acicalada y vergonzosa de las tablas de puntaje?

Una universidad que proscribe la presencia del sujeto en su integridad vital, que deja la vida afuera y hace apología de un conocimiento científico aséptico e irresponsable frente al dolor del hombre y del mundo, no está preparada para educar ni para hacer ciencia. Podrá ser un negocio muy rentable, pero nunca un buen lugar para la vida.

Dicho todo esto, y tocado mi espíritu como lo ha estado por la urgencia de reivindicar lo humano dentro de nuestro proyecto de Maestría, debo ahora resaltar la audacia que encarna la invitación que se me ha hecho para hablarles hoy, pues yo no sé qué nueva cosa podría aportar al discurso (ya bastante profuso) de la Ciencia de la Información y, en general, a los estudios de la información; quizás lo único que pueda hacer sea presentar algunas ideas que inviten a reflexionar sobre la Ciencia de la Información como un campo de saber científico, si bien aún en constitución, pertinente y oportuno; como un campo que, por la vastedad de sus intereses comprensivos, no puede ser construido sino en la confluencia de las muchas ciencias que en nuestra época tratan de conocer al hombre, al mundo, y múltiples intereses disciplinares y, sobre todo, como un eje sobre el cual puede edificarse un futuro promisorio para nuestra Escuela Interamericana de Bibliotecología.

Es, pues, la Ciencia de la Información un campo de saber científico que gira alrededor de dos ejes: ''(...) el estudio de la naturaleza de la propia información'' (Moreiro González, 2001) y la indagación de todos los procesos referidos a la producción, circulación y uso social de la información.

Esta doble cuestión queda claramente expresada en la idea ya clásica del profesor norteamericano Harold Borko, quien a finales de los años sesenta definía,la Information Science como el ''(...) conjunto de conocimientos relacionados con el origen, colección, organización, almacenaje, recuperación, interpretación, transmisión, transformación y utilización de información'' (Borko, 1968). Este campo hace parte de un complejo mayor de ciencias, que autores como Salvador Gorbea y Emilio Setién (1994) llaman disciplinas comunicativas-informativas, pero que comúnmente se reconocen como Ciencias de la Información.

Así pues, es posible caracterizar la Ciencia de la Información como un ámbito de reflexión e intervención científica del orden social de la información; como un campo de saber centrado en un poderoso fenómeno: la información que, como lo propone el historiador Cubano Radamés Linares (2005): ''(...) en sus diversas modalidades expresivas ha existido en todos los tiempos y en múltiples circunstancias sociales [pero] sólo a partir del siglo XX comienza a ser considerada como un fenómeno de gradual importancia en todos los terrenos''.

En efecto, desde la década de 1940 es posible ver la consolidación de la idea de que (...) la información forma parte de un complejo mundo que tiene que ver con fenómenos de carácter social y con instrumentos técnicos'' (Martínez Albertos, 1993, citado por Gironelly Pérez, 1997, p. 77), Concepto que se asienta en la conformación de una nueva estructura social, que después de la última posguerra ha tenido que bregar con el reto del manejo adecuado de grandes y crecientes cúmulos informacionales (fenómeno llamado desde los años sesenta ''explosión de la información''), así como con la adaptación a las vertiginosas novedades, en particular a la rapidación tecnológica y, sobre todo, al incremento desmesurado de la velocidad en las comunicaciones, esto es, la marcha frenética hacia la instantaneidad de la vida, que según el polémico urbanista francés Paul Virilio (2010), ''reduce el mundo a proporciones ínfimas'' y lo pone, curiosamente, ante la inercia:

(...) La rapidez absoluta conduce a la inercia y la parálisis. La interactividad prescinde del desplazamiento físico y de la reflexión, por consiguiente, el incremento constante de la velocidad nos llevará a la inercia. El problema ya no concierne tanto a la lentitud o la velocidad, sino que concierne a la inteligencia del movimiento. Cuando me preguntan ''¿Acaso hay que aminorar'', yo respondo: ''No, hay que reflexionar''.

Pero aun siendo la información un obvio ''atributo del conocimiento'' (Shera, 1956, p.21-22 citado por Moreiro, 1999, p.8), vinculado a su comunicación (Castells, 2004), y por tanto, un fenómeno inherente a la vida social, sólo cuando la cantidad de información producida alcanzó un punto crítico, en los años cincuenta, como consecuencia de la apertura cultural científica que trajo la posguerra, sólo entonces se dieron las condiciones propicias para configurar un área específica de estudio del fenómeno de la información. Esto condujo, entre otros hechos, a la creación en Inglaterra (1958) del Institute of Information Scientists, organización que propuso una primera definición de la Information Science: ''el campo que se interesa por los principios y prácticas de producción, organización y distribución de información''. (Institute of Information Scientists citado por Barreto, 1988).

Definición ésta que en esencia sigue viva en conceptos mucho más académicos y cercanos en el tiempo, como el propuesto en 1998 por el profesor norteamericano Dagobert Soergel al recibir el premio al mérito de la American Society of Information: Decía el profesor Soergel (1998) que la Ciencia de la Información,

(...) conduce investigaciones acerca de la naturaleza de la información, su creación, organización, uso e impacto. Estudia las necesidades de información y la interacción entre personas e información. Combina estructuras conceptuales con tecnología apropiada en el diseño de sistemas para compartir, recuperar y accesar información, así como la asimilación de información, su procesamiento y aprendizaje.

Esta definición, una de las muchas disponibles hoy en día, demuestra la gran complejidad del campo y la imposibilidad de ver la Ciencia de la Información como un área meramente técnica, si bien en su génesis y buena parte de su primer desarrollo tuvo una innegable impronta tecnológica1.

A la conformación de la actual complejidad cognitiva y operativa de la Ciencia de la Información ha contribuido principalmente el advenimiento de una nueva estructura social, de un mundo confuso, con tantos lados como ideas para nombrarlo: aldea global, postmodernidad, virtualidad, era del desencanto, época de la fragmentación y de las identidades migrantes, modernidad auto reflexiva, sociedad de los tercios, era de la aflectividad, tiempo del fin de la historia, sociedad de la individualización masificada, sociedad posindustrial, etc.

A esa conformación social deificada y profundamente conflictiva la nombra el sociólogo Manuel Castells (2004) con una expresión sin duda mucho más científica: sociedad informacional: ''(...) esta nueva estructura social está asociada con el surgimiento de un nuevo modo de desarrollo, el informacionalismo, definido históricamente por la reestructuración del modo capitalista de producción, hacia finales del siglo XX'' (2004, v.1, p.40). Una sociedad que usa intensivamente la información para reproducir su propio orden. Lo que ocurre es que hoy la información, dice el mismo autor ''(...) indica el atributo de una forma específica de organización social en la que la generación, el procesamiento y la transmisión de la información se convierten en las fuentes fundamentales de la productividad y el poder, debido a las nuevas condiciones tecnológicas que surgen en este período histórico''.

Para entender sobre cuáles asuntos se despliegan los esfuerzos comprensivos de la Ciencia de la Información y, aún más, para saber de qué manera se da la confluencia e integración de los diversos campos del saber científico que llegan a nuestra Maestría (expresados, por ejemplo, en las profesiones que tienen los estudiantes de esta primera cohorte: ingenieros, administradores, comunicadores, bibliotecólogos), es necesario reconocer, nuevamente de la mano de Castells (2004, v.1, p.40) que ''las sociedades están organizadas en torno a procesos humanos estructurados por relaciones de producción, experiencia y poder determinados históricamente.''. Veamos estos conceptos:

La producción se entiende como la acción de la humanidad sobre la materia (naturaleza) para apropiársela y transformarla en su beneficio mediante la obtención de un producto, el consumo y la acumulación del excedente (Castells, 2004, v.1, p.41). La experiencia, es decir, la acción de los sujetos humanos sobre sí mismos y se construye en torno a la búsqueda infinita de satisfacción de las necesidades y los deseos humanos. Y el poder es la relación entre los sujetos humanos que, basándose en la producción y la experiencia, impone el deseo de unos sobre los otros mediante el uso potencial o real de la violencia física o simbólica.

A partir de la comprensión de estos procesos sociales es posible plantear algunas cuestiones fundamentales respecto del papel de la Ciencia de la Información y, sobre todo, de la integración de los diferentes campos científicos en el propósito de la comprensión de los fenómenos relacionados con la circulación social de la información; cuestión esta que, reitero, constituye un elemento base para entender las maneras como llegan y se integran diferentes campos y profesiones en nuestra Maestría.

Así, tanto la producción (como fenómeno humano esencial transformativo del mundo, que permite ir de la rex natura (el mundo como ''cosa natural'', de René Descartes) al regnum hominis (el mundo como ''reino del hombre'', producto de la acción humana, de Roger Bacon), como la experiencia y el poder tienen un substrato que los sustenta como hechos humanos.

Ese substrato es la información, aquello que propone el mexicano Noel Angulo Marcial (1996) como ''(...) una entidad subjetiva, de carácter interno, y que se manifiesta dentro de un contexto temporal''. La información puede expresarse, según Hoffman (1993, citado por Angulo, 1996, p.193), en tres estados: información como entidad asimilada por la mente humana, que genera su dimensión biológica, psicológica, cognitiva y lingüística; información como entidad transmitida, ,que origina su dimensión matemática y comunicacional, sociocultural y política, pedagógica y didáctica; e información como entidad documentada en forma de registros, que da lugar a la dimensión propia de todas las ciencias de la información (documentación, ciencia de la información, bibliotecología, archivística, museología)2.

En efecto, en los procesos de elaboración del orden social (producción, experiencia y poder), ha sido siempre necesario conocer las motivaciones, las relaciones, los contextos y los procesos mediante los cuales las personas y los grupos sociales producen, ordenan, recuperan y usan la información. Para explorar e intervenir todo ese complejo de representaciones y acciones humanas que encarna el fenómeno informacional es fundamental la integración transdisciplinar de los saberes lingüístico, psicológico, sociológico, antropológico, económico, administrativo, pedagógico, histórico, matemático, ingenieril, entre otros, al lado de las disciplinas tradicionalmente vinculadas a los problemas de la información, las ya mencionadas ciencias de la información.

En todo esto quiero resaltar con un ejemplo la gran importancia que encierra el fenómeno informacional para los usos del poder político; me refiero al suceso más significativo quizá del siglo XX en relación con la utilización estratégica de la información en la configuración del orden social: la pugna suscitada en los años setenta alrededor de la propuesta de conformación de un Nuevo Orden Mundial de la Información y de la Comunicación. Para entender el carácter de ese conflicto resulta pertinente traer las palabras del investigador peruano Luis Ramiro Beltrán (Consejero para América Latina de la Universidad Johns Hopkins, de Estados Unidos), quien afirmaba:

Lo que prendió la mecha del incendio a escala mundial sobre la materia fue la determinación del entonces pujante Movimiento de Países No Alineados, proclamada inicialmente en Argel en 1973, de forjar un ''Nuevo Orden Internacional de la Economía'' aparejado con un ''Nuevo Orden Internacional de la Información''. (...) Respecto de lo segundo, lo que se proponía era corregir el marcado desequilibrio prevaleciente en la posesión y manejo de los recursos de la información, que favorecía a los países avanzados en desmedro de los rezagados. Denunciaron éstos una concentración de grado extremo del poder comunicativo en manos de Estados Unidos de América y de los países de Europa Occidental (Beltrán, 2000)

Pero esa pugna desbordó sus límites ideológicos y continuó, hasta posicionarse en el marco de la llamada Cumbre Mundial Sobre la Sociedad de la Información, que tuvo lugar en dos fases: Ginebra, 2003 y Túnez, 2005, uno de cuyos principales objetivos fue ayudar a reducir la llamada ''brecha digital'' que separa países ricos y pobres. La Cumbre constituyó un escenario en el que los Estados optaron, dentro de sus agendas políticas específicas (Betancur, 2003), por posicionar la consigna de la sociedad de la información como una estrategia de primer orden, una medida política insustituible, una panacea de progreso y una guía ineludible de la acción pública.

Miremos el ejemplo de cómo en Europa (particularmente en Portugal, un país que está hoy, paradójicamente, en la bancarrota) se quiso, desde mediados de los años noventa, aplicar este concepto a la conducción del Estado y al moldeamiento de la sociedad. Decía al respecto el Libro Verde sobre la Sociedad de la Información en Portugal (Portugal. Ministerio de Ciencias. Comisión de la Sociedad de la Información (1997):

El término Sociedad de la Información se refiere a una forma de desarrollo económico y social en el que la adquisición, almacenamiento, procesamiento, evaluación, transmisión, distribución y diseminación de la información con vistas a la creación de conocimiento y a la satisfacción de las necesidades de las personas y de las organizaciones, juega un papel central en la actividad económica, en la creación de riqueza y en la definición de la calidad de vida y las prácticas culturales de los ciudadanos.

Ideales tan grandilocuentes han venido a constituir en la realidad una perpetuación de las tensiones entre Norte y Sur, entre desarrollados y subdesarrollados y, sin duda, una encrucijada política: la de vender la idea de la información como un poderoso recurso de progreso. Pero en los hechos se ha convertido en instrumento para ahondar en la inequidad. En efecto, como lo decía la analista ecuatoriana Valeria Betancourt (2003, p.2):

Los primeros planteamientos sobre la Sociedad de la Información, en los años setenta e inicio de los ochenta, sostenían que los nuevos medios electrónicos eran inherentemente democráticos y que la infraestructura de telecomunicaciones debía ser manejada como un bien común (...) Sin embargo, no mucho más tarde, la influencia de Estados Unidos y algunos países de Europa marcó una variación radical en dichos planteamientos. Se puso al mercado en el centro de la 'nueva sociedad' y al sector privado y corporativo como el actor fundamental para el manejo y control de la misma, con la idea de que las innovaciones tecnológicas resolverían los problemas sociales.

Ante un panorama como éste, en el que la información se ha consolidado como un factor de primera línea en la definición del orden social y político, los aspectos de orden técnico se han exacerbado hasta llegar a consolidar una representación social de la comunicación en la que se magnifica la importancia sus soportes (hardware y software, para hablar en términos de la computación), pero se tiende a subvalorar lo referido a su lugar en la constitución de un espacio social más incluyente.

Quizás uno de los pocos hechos efectivos que demuestran la viabilidad de trabajar en esta última faceta sea el esfuerzo que ha emprendido Europa (con enorme participación de las universidades y los académicos), dirigido a vincular la información como un factor central de la calidad social, es decir, de esa situación (...) en la cual los ciudadanos son capaces de participar en la vida social y económica de sus comunidades bajo condiciones que acrecienten su bienestar y su potencial individual'' (Berman y Phillips, 1968).

En particular se ha propuesto vincular la información con la calidad social en tres aspectos: a. La importancia del acceso de las personas a la información para promover comunidades sostenibles y la promoción de roles activos de los ciudadanos en la configuración de la sociedad informacional (en contrapeso a la acción depredadora de un mercado sin límites y de un ''sector privado y corporativo'' sin ética social); b. La lucha contra la exclusión social, como problema que encuentra sus fuentes en el acceso inequitativo a la información; c. La relación de la información con el empoderamiento de las comunidades (Berman y Phillips, 1968).

Sobre este escenario social de evidente conformación de una metrópoli global (hiperconectada e hiperinformada) inicia sus actividades académicas nuestra Maestría, que enfrenta la comprensión de un dilatadísimo y abigarrado campo de preguntas y tareas, referido al fenómeno informacional: su producción, circulación y uso social. Campo de estudio que bien puede ser condensado en lo que se ha convenido en llamar Ciclo de Transferencia Social de la Información, representación integrada por todos los procesos y relaciones comprendidos entre la generación y el uso social de la información (Moreiro, 2001, p.27), pasando por su organización, difusión y recuperación.

Este Ciclo constituye un ámbito que nos exigirá trabajar por la comprensión de muchos problemas referidos al sujeto, la sociedad y la información como fenómenos esencialmente humanos, y a los problemas de conformación del orden de mundo que ella agencia. Vale la pena, para evidenciar la magnitud del trabajo que tiene nuestra Maestría, citar nuevamente y con mayor amplitud e integridad la idea que proponía el norteamericano Harold Borko (1968) sobre la Ciencia de la Información:

Disciplina que investiga las propiedades y el comportamiento de la información, las fuerzas que rigen su flujo y los métodos para procesarla, a fin de obtener accesibilidad y utilización óptimas. Está interesada en un conjunto de conocimientos relacionados con el origen, colección, organización, almacenaje, recuperación, interpretación, transmisión, transformación y utilización de información. Incluye la investigación de las representaciones de la información en los sistemas naturales y artificiales, la utilización de códigos para la transmisión eficiente del mensaje, el estudio de instrumentos y técnicas de procesamiento de la información, tales como los computadores y sus sistemas de programación. Es una ciencia interdisciplinar, derivada y relacionada con la matemática, la lógica, la lingüística, la psicología, la tecnología de computador, la investigación operacional, las artes gráficas, las comunicaciones, la bibliotecología, la administración y asuntos similares. Tiene componentes de una ciencia pura, que investiga el asunto sin relación con su aplicación, y componentes de una ciencia aplicada, que crea servicios y productos.

Espero que con este esfuerzo académico de estudio, de interrogación e investigación que hoy se inicia se fortalezca la capacidad de nuestro país, y muy especialmente de nuestras comunidades en América Latina y Colombia, para enfrentar los muchos retos que nos trajo el conflictivo advenimiento (¿imposición?) de un modelo de sociedad febrilmente asentada en la información.

De cualquier manera, debo afirmar que nuestro programa de estudios de maestría en ciencia de la información es apenas una muestra de la gran dinámica de este campo complejo, en movimiento intenso y con una agenda de investigación supremamente retadora que nos exigirá la integración científica y aumentará la necesidad de una reforma académico administrativa de la Escuela Interamericana de Bibliotecología de la Universidad de Antioquia, que le permita dar cuenta de la ampliación de sus horizontes de ciencia y la articulación estratégica de sus pregrados y sus posgrados, así como la repotenciación de su Grupo de Investigación. éste es el proyecto de una gran Facultad de Ciencias de la Información en la Universidad de Antioquia, para el cual considero que existe ya la madurez suficiente, y en el cual nuestra EIB (que no perdería su nombre) tendría un lugar fundamental, impulsando el desarrollo de una bibliotecología nueva para América Latina y el Caribe, al lado de la Escuela de Archivología y del Instituto Universitario de Estudios de la Información (estadio superior del actual Centro de Investigaciones en Ciencias de la Información, (CICINF).

Estoy seguro, pues, de que la Maestría en Ciencia de la Información será desde hoy gratamente habitada por la extensa y solidaria comunidad de intereses de ciencia y de vida universitaria que encarnan ustedes, apreciados estudiantes, profesores y directivos. Que todo ello sea en bien de la promoción de un sujeto en vías de emancipación y del impulso para una sociedad más amplia, incluyente y digna, consigna que todo universitario debería tener grabadas con letras de fuego en su corazón.

Agradezco toda su atención. Mil gracias.

 

Referencias bibliográficas

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NOTAS

* Lección Inaugural de la Primera Cohorte de la Maestría en Ciencia de la Información, Escuela Interamericana de Bibliotecología, Universidad de Antioquia, que se llevó a cabo en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín para América Latina, Auditorio Torre de la Memoria, el 1 de agosto de 2011.

1 Sobre todo si se consideran los desarrollos de la Informatika soviética (años 60), de la mano de teóricos como Alexander Ivanovich Mikhailov. La Informatika ponía su interés en los proceso de producción, control, circulación y uso de la información científica.

2 La documentación se refiere a ''[...] los medios propios para transmitir, comunicar y propagar informaciones, y los datos científicos (libros, periódicos, circulares, catálogos, etc.); en una palabra, los documentos que sirven para realizarla los mensajes en ellos contenidos'' (Izquierdo Arroyo, 1995). La bibliotecología está referida al campo teórico práctico en que la información se entronca con la cultura escrita; por tanto, sus tareas sociales se refieren a la defensa del derecho a la información y al acceso a la cultura escrita. La archivística, que mejor sería llamar archivología, es un campo que asume el estudio de los archivos, con sus principios teóricos y sus elaboraciones prácticas referidas al tratamiento informacional de los documentos archivísticos que los constituyen; su tarea tiene una evidente relación con la memora social e institucional.

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