SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.39 número1Implementación de la iniciativa de registro de ensayos clínicos índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Colombian Journal of Anestesiology

versión impresa ISSN 0120-3347

Rev. colomb. anestesiol. v.39 n.1 Bogotá ene./mar. 2011

https://doi.org/10.5554/rca.v39i1.164 

http://dx.doi.org/10.5554/rca.v39i1.164

Editorial

 

¿Será posible la formación ética y profesional de médicos y especialistas en el sistema de salud actual?

 

Martha Beatriz Delgado Ramírez
Profesora asociada y directora de carrera, Departamentos de Anestesiología y Epidemiología Clínica, Facultad de Medicina, Pontificia Universidad Javeriana, Bogotá, Colombia. mdelgadoramirez@gmail.com


La profesión médica enfrenta hoy un enorme reto ante los cambios en los sistemas de salud en diversos países, y Colombia no es la excepción. El bienestar del paciente, que debería ser la prioridad, se ve amenazado por las exigencias del sistema, que impone restricciones de tiempo y fracciona el cuidado del enfermo entre diferentes actores.

El paciente se ve sometido a un proceso de atención donde se diluye fácilmente su visión como ser humano integral. Así, debe esperar tiempos prolongados para ser atendido y para que se inicie la resolución de la problemática que lo llevó a consultar. Y cuando logra ser atendido, con frecuencia es visto por diversos profesionales que intentan resolver de manera independiente diferentes problemas de su área particular, perdiendo de vista el sujeto como un todo.

Los médicos tienen cada vez más dificultades para cumplir los compromisos con sus pacientes y con la sociedad en general, lo que supone un riesgo para el ejercicio del profesionalismo, que demanda anteponer los intereses del enfermo sobre los propios intereses, con actitud respetuosa, integridad y compasión en el ejercicio profesional, dando respuesta a las necesidades del paciente y de la sociedad con un alto sentido de responsabilidad, compromiso con la excelencia y desarrollo continuo del propio conocimiento.

El médico debe mostrar permanente adherencia a los principios éticos al proveer atención en la práctica clínica, asegurando la confidencialidad de la información del paciente, respetando su autonomía y demostrando de manera permanente sensibilidad y respeto ante la cultura, la edad, el sexo y las diferencias en las capacidades del paciente como ser individual (1).

La educación de médicos y especialistas supone, más allá de la adquisición del conocimiento y las destrezas propias de la disciplina, apropiar durante el proceso de formación la identidad profesional del médico y el desarrollo de los valores propios de la profesión. Esta formación de identidad debería constituir uno de los elementos centrales y más importantes de la educación médica (1-3).

El aprendizaje y la apropiación de los aspectos éticos y de profesionalismo en la formación médica se han logrado tradicionalmente a través de lo que se conoce como currículo oculto, es decir, el ejemplo que el alumno observa en la actuación del día a día de sus "modelos". Esta forma de aprender, si bien ha funcionado de manera más o menos adecuada, no garantiza un proceso estandarizado y reproducible de aprendizaje; por ello, hoy se exige alinear ese currículo oculto en un ambiente de aprendizaje que debe ser consistente con los valores establecidos y con los principios que se declaran formalmente en las instituciones prestadoras de servicios de salud (1,4,5). Es así como la educación médica actual demanda la inclusión explícita de estas competencias en los planes de estudio.

Es bien conocido que el profesionalismo es, probablemente, una de las competencias más difíciles de enseñar y evaluar en los estudiantes; esto, porque el concepto mismo puede tener diversos significados, en razón de que la cultura, las normas sociales y las creencias religiosas tienen un gran impacto sobre los valores y las preferencias de las personas.

Por eso se hace necesario establecer programas de formación de identidad, ética y profesionalismo, de acuerdo con las nuevas tendencias educativas, que exigen que la adquisición de estas competencias se incorpore de manera explícita a las propuestas curriculares, buscando permear la formación de los estudiantes a lo largo de todo el plan de estudios, como un elemento fundamental que se integre a la adquisición de otras competencias.

Se considera importante para desarrollar la identidad profesional de los estudiantes facilitar la exposición a pacientes reales desde los períodos tempranos de formación, generando así espacios de reflexión sobre las experiencias vividas, de modo que se pueda discutir en profundidad acerca de los aprendizajes de estos encuentros y del impacto emocional de situaciones específicas como enfermedad, muerte y discapacidad, en un proceso donde el docente actúe como un facilitador (1-3).

Así mismo, es fundamental proveer experiencias con pares, profesores y equipos multidiscipli-narios, que permitan reflexionar sobre aspectos relacionados con la adquisición de identidad, de ética y de profesionalismo.

Se debe tener en mente, además, alinear las estrategias de evaluación con el tipo de aprendizaje alcanzado por el estudiante, incluyendo en este proceso a pacientes, docentes, pares, otro personal de salud y al mismo alumno.

Los escenarios de formación médica y de especialistas deben garantizar una práctica en la cual el altruismo, la responsabilidad con los pacientes, la sociedad y la profesión, el compromiso con el aprendizaje continuo en búsqueda de la excelencia, el cumplimiento del deber, el honor, la integridad y el respeto por los demás sean la norma. Sin embargo, las exigencias actuales del sistema de salud constituyen una amenaza permanente para que esto se logre.

Por lo tanto, es necesario ser creativos en el diseño de asignaturas y prácticas, de modo que se busque proveer a los estudiantes espacios de formación ética, estimulando la creación y sostenimiento de códigos de honor y de ceremonias que generen un compromiso con el desarrollo y el mantenimiento de los principios éticos y profesionales fundamentales (1-4).

Hoy más que nunca se hace necesario hacer específicos los mensajes del currículo oculto, favoreciendo espacios de reflexión sobre las experiencias vividas en la práctica clínica y ofreciendo retroalimentación tras la evaluación del propio comportamiento profesional del estudiante, invitando a la reflexión y manteniendo una estrategia de seguimiento a lo largo de todo el proceso de formación, con un docente que a través de la tutoría y consejería permanente sea soporte continuo del alumno y se constituya, además, en un modelo (4).

Adicionalmente, es fundamental crear ambientes colaborativos de aprendizaje, comprometidos con la excelencia y el mejoramiento continuo.

Pero ¿con el actual sistema de salud será posible lograr toda esta propuesta de formación en ética y profesionalismo para alcanzar la competencia fundamental del médico y del especialista?, ¿será posible llegar al justo equilibrio entre el derecho del paciente a recibir una atención humanitaria con los más altos estándares de calidad y las exigencias del sistema, que impone a los profesionales la atención en tiempo muy limitado, con constricción importante de los recursos y con una aproximación apenas parcial del enfermo?, ¿será que este es un problema que solamente tendrán que considerar las instituciones dedicadas a la formación de recurso humano?

La situación exige creatividad por parte de las instituciones universitarias para diseñar asignaturas que logren desarrollar las competencias en ética y profesionalismo que debe adquirir el profesional médico o el especialista en formación, junto con una decidida participación de las instituciones prestadoras de servicios de salud en convenio con las universidades para facilitar a los estudiantes la experiencia clínica significativa. Esto implica alinear los objetivos de formación universitaria con los de la práctica, en una constante conversación entre la academia y los centros de atención en salud.

Es necesario por parte de las universidades hacer explícito dentro de sus objetivos que hoy la enseñanza y la evaluación del profesionalismo no ocurren por azar, y recordar en la conversación con las instituciones con las que tienen convenio que los pacientes esperan médicos y especialistas que tengan un comportamiento ético y profesional incuestionable, característica que está asociada con mejores desenlaces en las diferentes problemáticas en salud.

Las estrategias que podrían facilitar la enseñanza de las competencias en ética y profesionalismo incluyen conferencias, grupos de discusión, juegos de roles, uso de pacientes simulados, aprendizaje en equipo y experiencia clínica, todo esto acompañado de espacios de discusión y reflexión. Varias de estas estrategias deberían ser planeadas en conjunto con los profesionales que acompañan prácticas formativas de los estudiantes de pregrado y de posgrado (2).

Las estrategias de evaluación deben alinearse con la competencia que se está desarrollando en los alumnos e involucrar a diversos actores dentro del proceso de formación del estudiante y atención del paciente, de modo que se logre un ejercicio evaluativo integral desde diversas miradas (3).

En conclusión, la adquisición de competencia profesional y ética en los médicos y especialistas requiere un proceso formativo que debería inculcar en los estudiantes el interés por convertirse en agentes de cambio, con la autoridad y la habilidad para transformar la sociedad donde ejercerán su profesión, teniendo en cuenta que los pacientes son seres sociales conectados con sus familias y comunidades, lo que le imprime a la relación médico-paciente una identidad muy particular, ya que algunas veces se logra curar la enfermedad, y otras, aliviar las molestias, pero siempre se debería poder proveer cuidado compasivo y acompañar al enfermo en su proceso.

 

REFERENCES

1. Stern DT, Papadakis M. The developing physician-becoming a professional. N Engl J Med. 2006;355(17):1794-9.         [ Links ]

2. Mueller PS. Incorporating professionalism into medical education: the Mayo Clinic experience. Keio J Med. 2009; 58(3):133-43.         [ Links ]

3. Wilkinson TJ, Wade WD, Knock LD. A Blueprint to assess professionalism: results of a systematic review. Acad Med. 2009;84(5):551-8.         [ Links ]

4. Irby DM, Cooke M, O'Brien BC. Calls for reform of medical education by the Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching: 1910 and 2010. Acad Med. 2010;85(2):220-7.         [ Links ]

5. Frenk J, Chen L, Bhutta ZA, Cohen J, Crisp N, Evans T, et al. Health professionals for a new century: transforming education to strengthen health systems in an interdependent world. Lancet. 2010;376:1923-58.         [ Links ]