Las infecciones por el virus del Zika en humanos fueron esporádicas durante medio siglo antes de surgir en el Pacífico y en las Américas 1; la infección en humanos causaba apenas manifestaciones clínicas leves, semejantes a las de una gripa. Sin embargo, en los últimos años se ha demostrado que el virus del Zika puede causar enfermedades graves, entre ellas, la falla orgánica múltiple, la trombocitopenia y la púrpura trombocitopénica 2.
Asimismo, debido a su relación con anomalías en el desarrollo fetal, la infección congénita con este virus se ha denominado el "síndrome congénito del Zika" 3, el cual se caracteriza por microcefalia grave con cráneo parcialmente colapsado, cortezas cerebrales delgadas con calcificaciones subcorticales, cicatrices maculares y manchas pigmentarias retinianas focales, contracturas congénitas, hipertonía temprana acentuada y síntomas de afectación extrapiramidal 4. Los factores que han contribuido a la diseminación global del virus y al surgimiento y el cambio en el fenotipo, aún se desconocen.
El virus del Zika es un agente patógeno arboviral del género Flavivirus, familia Flaviviridae; tiene tres genotipos basados en las relaciones filogenéticas (África occidental, África oriental y Asia) y está estrechamente relacionado con el serocomplejo Spondweni 5,6. A diferencia de otros flavivirus, como el virus del Nilo occidental y el virus de la encefalitis japonesa, cuyas infecciones en ratones C57BL/6 producen signos principales similares a los de estas enfermedades, el virus del Zika no produce los signos propios de la enfermedad en modelos animales de infección, como ratones C57Bl/6J, ratas del algodón, cobayos, conejos y ratones CD1 7,8.
En algunos modelos experimentales con ratones se ha podido establecer que el virus infecta y lesiona preferentemente las células progenitoras neuronales, lo cual puede explicar su habilidad para deteriorar el desarrollo fetal del cerebro, y causar microcefalia y otros daños durante el neurodesarrollo.
Recientemente, se han reportado hallazgos histopatológicos oculares en fetos de humanos con diagnóstico de síndrome congénito de Zika fallecidos durante la gestación. Los rasgos más significativos fueron pérdida del epitelio pigmentario retinal, adelgazamiento de la coroides y atrofia parcial del nervio óptico 9. Además, se ha demostrado que el virus puede infectar las capas internas de la retina, causando coriorretinitis y muerte celular 10-12; dichos hallazgos coincidirían con los reportes de conjuntivitis y uveítis en los pacientes infectados 1,13.
En la figura 1 se ilustra la infección con el virus del Zika en la retina de un ratón BALB/c lactante de 10 días de edad después de haber sido inoculado por vía intracerebral con 6,8 x 104 unidades formadoras de placas (PFU).
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Figura 1 a) Corte antero-posterior del ojo que exhibe infección por el virus del Zika en la retina de ratón BALB/c. Se observa inmunorreacción principalmente en la capa plexiforme interna (puntas de flecha), en la capa nuclear interna y en algunas células ganglionares (flechas). No se evidencian alteraciones morfológicas evidentes en ninguna de las capas del ojo (esclerótica, coroides y retina). b) En la imagen amplificada se destaca la presencia del antígeno viral en el pericarion de algunas células, en la capa nuclear interna y en la de una célula ganglionar. Inmunohistoquímica por el método de fosfatasa alcalina; anticuerpo usado: anti-ZIKV policlonal - dilución 1:1.000, donado por los Centers for Disease Control and Prevention (CDC), lote 6 1576, derivado de fluido ascítico hiperinmune de ratón. Contratinción con hematoxilina de Harris. Barras: 50 µm (a) y 20 µm (b)
El animal fue inoculado en el día 1 después del nacimiento. La inmunorreacción de los antígenos virales se localizó principalmente en la capa plexiforme interna, un área donde se forman numerosas conexiones sinápticas entre las células bipolares, las amacrinas y las ganglionares 14.
La inmunotinción también fue evidente en el pericarion de las células de la capa nuclear interna y en el soma de algunas células ganglionares, que son las neuronas de proyección que dan origen a los axones del nervio óptico. Estos resultados concuerdan con el neurotropismo característico del virus del Zika en el modelo de ratón.