SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.31 número1Tasa de filtración glomerular y deterioro funcional en una unidad geriátrica de agudosTerapia anti-angiogénica con ranibizumab en el tratamiento de retinopatía de la prematuridad índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • En proceso de indezaciónCitado por Google
  • No hay articulos similaresSimilares en SciELO
  • En proceso de indezaciónSimilares en Google

Compartir


Iatreia

versión impresa ISSN 0121-0793

Iatreia vol.31 no.1 Medellín ene./mar. 2018

https://doi.org/10.17533/udea.iatreia.v31n1a02 

Investigación Original

Psicociencias y gobierno de la subjetividad

Psychosciences and the Governance of Subjectivity

Mauricio Bedoya-Hernández1  * 

Alberto Castrillón-Aldana2 

1Psicólogo, magíster en Psicología, licenciado en educación, Doctor en Ciencias Sociales, Docente Departamento de Psicología, Universidad de Antioquia. Medellín, Colombia.

2Historiador, Docente-investigador Universidad Nacional de Colombia. Medellín, Colombia.


RESUMEN

El presente artículo analiza el proceso de disciplinarización de las psicociencias y la manera como ellas se han insertado en las prácticas del gobierno de los sujetos en occidente. El método que guio el proceso investigativo fue histórico-crítico fundamentado en la genealogía foucaultiana.

Conclusiones:

el modelo médico ha obsedido a las psicociencias a tal punto que estas han mantenido una fuerte preocupación por corporalizar la vida psicológica (incluida la enfermedad mental).

Estas ciencias se disciplinaron a partir de las preocupaciones de la biopolítica de las poblaciones, razón por la que se convirtieron rápidamente en saberes coadyuvantes del gobierno de los sujetos y las sociedades.

El psicoanálisis densificó la familia, la historia personal y el espacio psicológico de las personas a través de la noción de mundo interno. Las psicociencias en el siglo XX, fueron cruzadas por la tensión alrededor del mundo interno y del espacio psi.

Estas disciplinas científicas se han constituido en las fuentes más importantes de sistemas de verdad y normatividad en lo referente a lo humano y la subjetivación en la cultura occidental.

PALABRAS CLAVE: Gobierno; Psicología; Psiquiatría; Psicoanálisis; Subjetividad

SUMMARY

This paper is an analysis of the disciplinarization process of the psychosciences and the manner in which they has been embedded into the practices of the governance of the subjects in western civilization. This research was conducted using a historical and critical approach based on Foucauldian genealogy.

Conclusions:

the medical model has influenced the psychosciences to the point of causing them to be strongly concerned with giving a corporeal form to psychological life.

These sciences became disciplines as a result of the concerns of the biopolitics of the people. For this reason, they quickly became supporting knowledge for the governance of the subjects and societies.

Psychoanalysis densified family, personal history and the psychological space of people through the notion of internal world. The psychosciences of the twentieth century were influenced by the tension regarding the internal world and the psychological space.

These scientific disciplines have become the most important source for the truth and regulation systems in the matters concerning humanity and subjectivation in western civilization.

KEY WORDS: Government; Psychology; Psychiatry; Psychoanalysis; Subjectivity

INTRODUCCIÓN

Como lo dice Deleuze1 la subjetivación es un proceso. Particularmente, Foucault2,3,4 la piensa en términos de la forma como un individuo se localiza en un arreglo que incluye un régimen veridiccional (de verdad sobre lo humano) y prescriptivo (conjunto de normatividades que le indican a la persona cómo de ser, actuar y conducir su vida) de tal manera que pueda llegar a ser un sujeto determinado. Con Foucault sostenemos que la subjetivación no puede existir al margen de otros dos vértices: la verdad y el poder. Entendemos la verdad como una construcción social e histórica y no como un existente en sí5,6 y el poder como lo hace Michel Foucault a partir del curso Defender la sociedad7, ya no bajo el modelo nietzscheano de la lucha, sino como conducción de la conducta propia (gobierno de sí) y de los otros (gobierno de los otros).

Las formas de subjetivación contemporáneas han estado guiadas por una serie de saberes sobre lo humano y esto “humano” ha sido sometido a una reducción psicológica. La subjetividad contemporánea se ha psicologizado8,9,10 y esto se debe a las ciencias psi o psicociencias: psiquiatría, psicología, psicoanálisis y psicoterapia5,11. Estos saberes han gobernado la vida los individuos en occidente desde hace dos siglos, a través de un conjunto de técnicas y tecnologías para la conducción de la existencia. Nos proponemos, en este texto, esbozar algunos de los aspectos centrales en la manera como las psicociencias se fueron constituyendo en saberes básicos en la gubernamentalidad (y lo siguen haciendo en el presente).

MÉTODO

El método histórico-crítico se enmarca en lo que Foucault denominó ontología del presente, base de labor genealógica2,3,12,13. La pregunta a la que se enfrenta la historia del presente se refiere a cómo hemos llegado a ser lo que somos. En nuestro estudio, la pregunta se refirió a la manera como las psicociencias se convirtieron en saberes generadores de sistemas normativos y de producción de verdad (saber) que contribuyen a la conducción de la vida de las personas (gobierno) y los llevan a ser de cierta forma (subjetivación).

Adoptamos una posición eventualizadora12,13. Partimos, con Foucault, de la idea de la inexistencia de una verdad universal. Por tanto, la eventualización consistente en dudar las evidencias que se han asociado a la verdad. Preguntarnos cómo han sido elaboradas esas evidencias y el lugar de los regímenes de verdad psicocientíficos en ellas. Finalmente, tampoco adoptamos para nuestra investigación una teoría del sujeto, lo cual nos llevó por una ruta analítica inductiva. Así, realizamos un proceso constante de reducción y codificación que nos permitió construir un sistema categorial a partir de los textos estudiados. De este modo, pudimos reconocer una serie de tendencias nuevas en relación con la manera como las psicociencias nos han constituido en los sujetos que somos hoy. Esas tendencias son la base del presente artículo.

LA PSIQUIATRIZACIÓN DE LA VIDA

Por su tradición médica, los primeros psiquiatras, pretendieron fallidamente darle cuerpo de la locura14,15,16, hallar los marcadores biológicos de la enfermedad mental, pues ésta era una enfermedad sin cuerpo y no tenía correlatos orgánicos14. Aún hoy las psicociencias desean corporalizar la vida psicológica y la patología mental. La teoría de la localización cerebral de Franz Joseph Gall alimentó la esperanza de darle cuerpo a la locura (psiquiatras) y a las funciones mentales (protopsicólogos) y acrecentó la ilusión de estos psicocientíficos de haber hallado en el cerebro la clave de la enfermedad mental y de las facultades mentales14,17,18,19,20. Así, la psiquiatría y la psicología se condujeron hacia la anatomopatología, la fisiopatología y la neurología. Dos estrategias fueron ideadas por las psicociencias para darle cuerpo a la locura:

  • La creación indicadores no orgánicos, tanto etiológicos (salud del individuo, historia familiar, ingesta de licor, etc.) como fenoménicos (manifestaciones de la locura: conductas, lenguaje, hábitos, higiene corporal, relaciones interpersonales, vestimenta, etc.). Estos últimos fueron herramientas para el diagnóstico absoluto (determinar cuándo una persona tenía enfermedad mental). La preocupación por el diagnóstico diferencial aparece más tarde14,21.

  • La creación del cuerpo ampliado. La familia, clave del diagnóstico absoluto, fue interpretada como el verdadero cuerpo de la enfermedad mental, lo que llevó al problema de la herencia14,15,22 y al método del interrogatorio (eje de la entrevista psiquiátrica) para hallar antecedentes familiares e individuales de la enfermedad15. La historia personal fue vista como el lugar generador de la enfermedad mental y el sujeto mismo producto de su historia individual, lo cual tuvo importantes efectos para la conducción de la vida (gobierno) de los individuos orientada por las psicociencias. Así, la última centuria abrió un campo de indagación sobre la historia psicológica y su impacto en la vida (psicoterapias, autoayuda, terapias de regresión, consejerías psi, etc.). ¿Cómo conducirnos y hacia dónde para ser felices y exitosos? Estas preguntas estructuran la narrativa subjetiva durante el último siglo.

Aunque el psicoanálisis densificó y articuló familia e historia personal, llenándolos de contenido científico para explicar el mundo psicológico y la enfermedad mental del individuo23,24, con nociones como el complejo de Edipo25, sostenemos que fue la psiquiatría ampliada permitió el paso del encierro del loco a la convergencia de familia, historia personal y psicopatología. Caponi22 plantea que la psiquiatría ampliada hizo que los psiquiatras: primero, miraran el “afuera” del asilo buscando las causas y la clasificación de las degeneraciones (que incluían alienaciones mentales) para intervenir directamente sobre ellas; segundo, convirtieran en objetos de indagación conductas y experiencias no asociados previamente con los trastornos mentales y, finalmente, consideraran potencialmente locos a nuevos sujetos, integrándolos al saber psiquiátrico y a su arsenal de intervenciones correctivas. Para Caponi la teoría de la degeneración moreliana ofreció el piso epistemológico a la psiquiatría ampliada, la cual aún hoy influye en el gobierno de las personas, pues produce un saber y unas formas de intervención sobre la enfermedad mental que trascienden el encierro asilar. La vida social, la individualidad y la intimidad se tornan, entonces, en campos de acción psiquiátrica. Este es el lugar de inserción de la preocupación por el diagnóstico precoz y por las tecnologías de prevención.

Nuestra hipótesis es que la psiquiatría ampliada y del discurso de la prevención posibilitó el acrecentamiento de poder y la autoridad psiquiátrica a lo largo del siglo XX. Una consecuencia adicional (que explica la legitimidad social de la psiquiatría y de las psicociencias en general) fue que las personas comenzaron a hacer una lectura psiquiatrizada de sí mismos, a interpretarse desde los cánones que este saber produjo16,26,27. La psiquiatría ampliada hizo que aspectos antes no vistos como patológicos comenzaran a ser vistos como enfermedades mentales y que, por tanto, se ampliara el campo de la medicalización de la vida22,23,24,25,26,27,28, produciendo que el miedo a enfermarse dirija la conducta de las personas. Consecuentemente, el discurso psiquiátrico ha devenido instrumento para conducir la vida de los individuos, tornándose en recurso de gobierno. Para no enloquecer y, más ampliamente, para configurarnos como cierto tipo de personas, el discurso psi en general dicta las normas subjetivas para actuar, pensar, relacionarse (consigo mismo y con los otros), emocionarse, desear y sentir5.

Kraepelin contribuyó a consolidar la psiquiatría ampliada, pues, al asumir los postulados de la teoría de la degeneración, fundamentó lo que concebimos hoy como psiquiatría, manteniendo las aspiraciones higienistas decimonónicas de medicalizar los problemas existenciales y sociales28. El aporte de Kraepelin es triple: una nueva clasificación psiquiátrica, el estudio de las enfermedades mentales tanto en el plano neuropatológico como de hereditariedad y el impulso de la psiquiatría comparada (basada estadísticamente). La estadística tenía un doble carácter: comparativo y de prueba, con lo que se terminaba dándole cuerpo a la enfermedad mental. Junto con el gran problema del diagnóstico absoluto, el de la etiología obsedió a los psiquiatras desde el inicio.

Kraepelin, además, cientifiza la relación que Cabanis establece entre aspectos sociales y biológicos en la explicación de la locura. Al articular los aspectos individual y social en la explicación de las psicopatología, podemos entender cómo la psiquiatría se insertó claramente en el gobierno biopolítico de la población. El régimen de verdad psiquiátrico no sólo produjo que los sujetos asumieran unas formas de vida para no enfermar, sino que se infiltró en la vida general de la población a través de las instituciones, el sistema educativo, las políticas públicas, los medios de comunicación y, más ampliamente, en la acción de los estados. Entonces, proponemos que, al conducir la mirada que los individuos hacen sobre sí mismos y guiar la acción institucional y de los estados, la psiquiatría se convirtió en saber y tecnología del biopoder. Comprender la degeneración (y, más ampliamente, la enfermedad mental) y hacer una gestión positiva para lograr su control, se constituyeron en objetivos de la psiquiatría desde hace casi dos siglos29.

Por esto, dice Caponi29, la psiquiatría preventiva buscó (y lo sigue haciendo) anticipar y prevenir los desvíos mentales a través de intervenciones sociales. Así, esta psiquiatría preventiva constituyó una “medicina de lo no-patológico”30 encargo de gestión de los problemas humanos. Al pretender reducir la enfermedad mental o sus efectos nocivos, vemos el compromiso de la psiquiatría con el gobierno biopolítico de la población y las personas, el cual se realiza bajo tres estrategias: vectorización, pues le da al sujeto unos indicadores y un lenguaje con el que el sujeto se reconoce como sano, neurótico, traumatizado, anormal, etc., anticipe su enfermedad mental y afronte el riesgo, todo ello en clave de normalidad. La psiquiatría es un saber normalizador que ofrece las herramientas conceptuales y prácticas para que las personas se subjetiven. La segunda estrategia es la eticalización: con el fin de prevenir la enfermedad mental (o aprender a manejarla), la psiquiatría le indica al individuo cómo ser, comportarse y relacionarse consigo. Esta es la concepción de ética en Foucault3,4. Esta ética psiquiátrica es científica, no religiosa. La tercera estrategia es la reconducción: la psiquiátrica realiza una serie de prácticas conductivas de los enfermos mentales para recuperar la salud o gestionar positivamente su patología.

Kraepelin no desconoce los condicionamientos sociales y culturales en la producción de la enfermedad mental, pero biologiza la patología mental: predisposición biológica, herencia, células germinales y alternaciones neurológicas29. Esto ha derivado, contemporáneamente, en una biologización de la subjetividad y de la vida social por medio del rastreo cerebral del individuo. Así, han aparecido nuevas autoridades de gobierno expertas: estadística, psicofisiología, neurología, genética, entre otras. La ampliación del campo psiquiátrico tensionó las fronteras disciplinares de este saber respecto de la psicología y el psicoanálisis.

POSITIVIZACIÓN DE LAS VERDADES “PSI”

También la psicología decimonónica fue impactada por el hecho de la enfermedad sin cuerpo de la psiquiatría, pero desde el horizonte específico de las funciones mentales. Gall, con su localizacionismo cerebral, mantiene viva la idea de Galeno de que el alma se asienta en el cerebro, pero su énfasis se dirige a la localización cerebral de las funciones psicológicas20. Sostenemos que el problema de las funciones mentales y la ausencia de cuerpo confluyeron en la protopsicología, conduciéndola hacia la psicofísica y llevándola a adoptar, según Canguilhem, la unidad hombre-naturaleza y la pretensión de matematizar (objetivar, calcular y medir) las funciones psicológicas. Más ampliamente, podemos ver que las psicociencias decimonónicas asumieron los regímenes de verdad de la fisiología para cientifizarse, alejándose de todo atisbo de filosófico20, abandonando la pregunta por el ser, obturando su posibilidad de crítica, perdiendo su capacidad para fundar sus propios métodos y alienándose a una mirada instrumentalista del ser humano, y olvidando, con ello, el carácter histórico y social de sus métodos y su régimen de verdad. La psicología científica decimonónica instrumentalizó al hombre, se aproximó al utilitarismo y al instrumentalismo. El efecto fue su inserción en la anatomopolítica de las sociedades disciplinarias liberales: desde su cientifización objetiva al sujeto humano, lo matematiza y dociliza su cuerpo para la producción.

Ya en el siglo XX la psicología profesional busca adaptar a la persona al medio socio-técnico. Desde Thorndike hasta Skinner vemos que los psicólogos comportamentales norteamericanos proscribieron lo inconsciente, el pensamiento, la conciencia, la introspección y la capacidad de juicio como objetos para la psicología31,32; además, asumieron el modelo de estímulo-respuesta y el condicionamiento como principio básico; finalmente, asimilaron la mente a una caja negra que no debía abrirse. Todo esto permitía la conducción (el gobierno) más diáfana de la conducta de los individuos. En otros términos, la psicología comportamental y conductual se perfiló, a lo largo del siglo pasado, como un poderoso instrumento de gobierno. Así podemos entender las palabras de John Watson:

Dadme una docena de niños sanos y bien formados y mi mundo específico para criarlos, y yo me comprometo a tomar cualquiera de ellos al azar y entrenarlo para que llegue a ser cualquier tipo de especialista que quiera escoger: médico, abogado, artista, mercader y si, incluso mendigo y ladrón, sin tener para nada en cuenta sus talentos, capacidades, tendencias, habilidades, vocación o raza de sus antepasados33.

Según Rose5 la psicología se hizo disciplina científica de la mano del gobierno biopolítico de la población, pues construyó un conjunto de variables y técnicas para guiar a los sujetos hacia unas formas de vida para gestionar positivamente su vida y salud. Adicionalmente, la psicología elaboró un conocimiento positivo del hombre y, así, elaboró unos estándares para la clasificación de los sujetos: raza, edad, inteligencia, carácter, personalidad, salud mental, etc. Tal conocimiento produjo un sistema de verdades “psi” sobre lo humano (régimen veridiccional) y, consecuentemente, un sistema prescriptivo para ser sujeto normal, pues los valores y las normas fueron claves para la construcción de una topografía de la verdad psicológica.

Los laboratorios de psicología, la estadística y la experimentación fueron estrategias para positivizar el conocimiento “psi” y genera verdades sobre los humano. La estadística le ofreció a la psicología la posibilidad de materializar la teoría y producir los fenómenos que ésta debía explicar. Para los años veinte del siglo pasado, las leyes de la estadística, que antes se asentaban empíricamente en lo social, se independizaron totalmente y devinieron autónomas, constituyéndose en base segura para la cientifización de las disciplinas que las utilizaban. Las ciencias del hombre, en general, hallaron su justificación en las normas y valores estadísticos. Por su parte, los laboratorios de psicología, desde sus inicios, buscaron replicar, los modelos de las ciencias naturales al campo de la existencia humana5,34,35. Afirmamos que el sujeto experimental fue desprovisto de iniciativa y localizado como un simple aportador de datos. La estrategia del “control de variables” supone la conformación de grupos humanos carentes de movilidad y decisión, ajustados al dispositivo experimental. Como lo ha afirmado Canguilhem20 la esperanza de Wundt es hallar las leyes de los “hechos de conciencia” y someterlas al determinismo analítico de las ciencias naturales para su validez universal.

Consideramos que la estrategia de laboratorización de la psicología, que convirtió a la psicología especulativa en psicología científica, llevó a esta disciplina a mostrar como “descubiertas” ciertas verdades que, en el fondo, eran creaciones del dispositivo experimental. Dicho a la manera de Nikolas Rose36,37, el laboratorio es una fábrica para producir verdades, las cuales (y en esto hallamos el poder gubernamental de la psicología en particular y de las psicociencias en general) conducen a que las personas se comporten, piensen, se emocionen, sientan y se relacionen consigo mismo y con los otros de una cierta manera considerada normal e inscrita en la configuración del sujeto dócil y productivo de las sociedades disciplinarias decimonónicas38 y en la regulación biopolítica de la población39,40.

Nuestra hipótesis es que la disciplinarización de las psicociencias fue menos epistémica y más gubernamental, pues ellas tuvieron contribuyeron a afrontar problemáticas asociados a la vida de las personas. El individuo en la familia, el trabajo, la comunidad religiosa, el ejército, la prisión, la escuela, en la clínica, etc. se subjetivó desde un sistema de particiones normal-anormal conducente a racionalizar las desviaciones como patología. La baja productividad, la desconcentración, la desmotivación, la crítica de los reglamentos, la resistencia, la vida diversa, etc., fueron focos de producción de veridicciones “psi” y de tecnologías para reconducir a los sujetos hacia la “normalidad”. Temas como la inteligencia, la personalidad y las actitudes se articularon con intereses de gobierno ya presentes desde hacía dos siglos5. Así, los objetos de las ciencias psi, que fueron objetos de gobierno antes que objetos de estudio, tuvieron sus efectos en la producción de saber y en la conformación de formas de ser (subjetivación). Así, los objetos de la psicología no son preexistentes a estos saberes, sino que son construcciones históricas5, localizadas y estratégicas que obtuvieron su lugar porque eran, al mismo tiempo, temas sensibles para el gobierno de las personas y las poblaciones. Por esta razón, podemos afirmar que estos objetos tienen un carácter político.

SUBJETIVIDAD PSI Y GOBIERNO

En vez de considerar a las psicociencias como sistemas de conocimiento en sí, con Rose5, las concebimos como tecnologías de gobierno, pues, primero, hacen pensable la realidad con su lenguaje productor de “técnicas intelectuales”; segundo, permiten aprehender la realidad mediante técnicas como observaciones, diagramas, gráficos, cifras y cálculos; y, tercero, participan en la construcción del sujeto influyendo sobre su conducta, insertándose en los aparatos de administración de la vida: la familia, la escuela, el sistema jurídico y el sistema pastoral y demás. Las psicociencias, antes de ser cuerpos de pensamiento son tecnologías para delinear formas de vida y, así, se constituyen en tekné (práctica, técnica y dispositivos).

Ahora, la labor de gobierno que realiza la psicociencia requiere de la conformación de lo que aquí denominamos un dispositivo de experticia, conformado por las autoridades expertas en lo-psi y los públicos psi1, el cual, a juicio de Eva Illouz24 y Nikolas Rose5, hace uso del proceso de traducción propuesto por Callon y Latour41. Vemos que este proceso tiene dos líneas de sentido: por una parte, los actores, tanto individuales como colectivos convierten su propio lenguaje, problemas, identidades o intereses al lenguaje de los demás42. Así, los psicocientíficos convierten su sistema de veridicciones al lenguaje de los públicos psi con el fin de lograr que ellos integren este régimen de verdades a su forma de vivir. Para Rose la traducción ha sido fundamental para el afianzamiento del pensamiento y el territorio “psi”. Por otra parte, la autoridad lograda por un actor para hablar en nombre de otro, la cual se logra a través de procesos de negociación, persuasión, intrigas, etc. Nuestra propia pesquisa nos mostró una tercera línea de significación no prevista por los autores mencionados: al asimilar el conjunto de verdades provenientes de una autoridad experta, hay una doble re-traducción. Veamos esto para el caso de las psicociencias: por una parte, las veridicciones llevadas al público psi mediante un lenguaje especializado tiene que ser re-traducido por los individuos para su mejor comprensión. Por otra parte, al insertarse en la vida de las personas, el régimen de verdad psicocientífico se modifica, pues la experiencia cotidiana de los sujetos es el insumo del saber psicocientífico y, al mismo tiempo, la manera como el público psi nombra su propia vivencia y la forma como se vincula con las verdades psi alimenta y modifica el conjunto del saber de las ciencias psi.

Así, la creación de un lenguaje especializado (psi) para hablar de la vida (y los problemas asociados a ella), para nombrar la propia subjetividad (y en ese proceso, crearla) y para relacionarse con las autoridades expertas de lo-psi (y mantener una continua tensión respecto de los regímenes de verdad que promulgan) se ha convertido, desde hace 150 años en estrategia de gobierno de primer orden de parte de las psicociencias. El efecto de ello es que las personas hallaron un modo para subjetivarse. Ese lenguaje, de otro lado, lleva emparentada una propuesta de comportamiento, como lo afirma Illouz: los psicocientíficos idearon nuevos modelos de comportamiento a través de la creación de objetos de análisis que movilizaron un conjunto amplio de instrumentos, prácticas e instituciones42. Consideramos que las emociones y la comunicación fueron dos objetos fundamentales creados por este modelo. Definir y regular la emocionalidad mediante un sistema normativo que condujera a la persona hacia la normalidad psicológica fue una prerrogativa de los psicocientíficos24 legitimada socialmente5. Toda una gubernamentalidad emocional tomó lugar en occidente durante el siglo XX. Las nociones de asertividad e inteligencia emocional, creadas en la segunda mitad del siglo XX, encontraron sus antecedentes en la necesidad de control pulsional del psicoanálisis.

La teoría de la inteligencia emocional ha supuesto un estilo comunicativo, pues su aporte a la creación y continuidad de redes sociales e intersubjetivas es central. Para los psicocientíficos la teoría comunicativa es la estrategia para enfrentar los conflictos y desencuentros interpersonales producidos por los aspectos emocionales de los sujetos. Entonces, las psicociencias ofrecieron los criterios para una comunicación normal y los parámetros para que cada sujeto se juzgue como normal o anormalmente comunicado.

Como lo ha dicho Rose5, las psicociencias se introdujeron en la administración de los sujetos, los espacios y las relaciones, lo que, a nuestro juicio, tuvo como efecto que la vida de los sujetos fuera psicologizada y, de esta manera, gobernada. Por esto, la psicología fue el saber por excelencia en el siglo XX43,5 o, como lo plantea Illouz24, basada en Castoriadis, la psicología devino magma contemporáneo. Al hacer una lectura detallada tanto de Illouz como de Rose, vemos que, en realidad, ellos se están refiriendo a los saberes psi, lo que nos permite entender que durante la última centuria la vida de los individuos fue psicologizada y administrada por las tecnologías y los regímenes de verdad provenientes de la psicología, la psiquiatría, el psicoanálisis y la psicoterapia. El tipo de subjetividad que hemos construido en este siglo, la manera como conducimos nuestra vida, las estrategias que usamos para afrontar los conflictos del vivir, el lenguaje con el que nos narramos e interpretamos y los modos de relacionarnos han estado cruzados y guiados por el saber psicocientífico. Conducir la vida íntima de cada sujeto (gobierno) hace que las ciencias psi se hayan constituido en la base del gobierno de sí mismo (sujeto) y de los otros (población).

Rose43 muestra que la psicología es una ciencia social desde antes de su misma disciplinarización, pues emergió en el contexto de una gubernamentalidad que buscaba controlar a los individuos y las poblaciones; es decir, administrar a los sujetos para hacerlos productivos. Por ello, desde sus comienzos la idea de la anormalidad, la cual obsedía a la sociedad decimonónica, se convirtió en una guía que conduciría la producción de sus verdades. Esto explica su preocupación por los degenerados en el siglo XIX, y su cercanía a la eugenesia en el XX. Además, en la última centuria, vemos aparecer una fuerte tendencia a intervenir fenómenos sociales como la discriminación, las guerras, la violencia, la vida comunitaria, etc. En resumen, la psicología y, en general, cada una de las psicociencias, emergieron dentro del problema del gobierno. Las psicociencias nacieron en los lugares en los que el control de la conducta de los individuos y las sociedades se perfiló como central (la familia, la escuela, el trabajo, el ejército, la relación con los otros, etc.). Consideramos que ellas se enraizaron en la racionalidad de gobierno liberal, enarbolando los imperativos de libertad e individualismo y, desde allí, elaboraron (y siguen haciéndolo) un vasto sistema de conocimientos sobre lo humano y un amplio conjunto tecnologías para administrar y modelar a los sujetos.

El efecto de ello no se hizo esperar: todos los ámbitos en los que se busca la dirección de la conducta de los otros (el trabajo, la familia, las relaciones interpersonales, la Iglesia, la escuela, las instituciones, entre muchos otros) fueron cruzados por lo-psi. Así, fue psicologizada la forma como los sacerdotes dirigen a los feligreses, los médicos a sus pacientes, los gerentes a sus trabajadores, los maestros a sus alumnos, los padres a sus hijos, los generales a sus soldados, etc. En este sentido, hoy mismo la administración de la vida se plantea en términos psicológicos y haciendo uso del lenguaje psi. Así, nuestra hipótesis es que las psicociencias se insertaron y modificaron (y hoy más que nunca lo hacen) tres esferas que resultan nucleares en lo referente al gobierno: la vida cotidiana de los individuos, la cual fue ajustada a los criterios de normalidad psicológica y adoptada como base de la libertad y el bienestar5; los espacios de administración y jerarquización como la familia, la escuela, el trabajo, entre otros. Padres e hijos, gerentes y obreros, esposos y esposas, docentes y estudiantes, políticos y comunidad, sacerdotes y rebaño católico, todos son interpretados como poseedores de una subjetividad que, por efectos del influjo de las psicociencias, es ahora psicológica. Administrar a otros no puede prescindir de la certeza de que ellos son sujetos psicológicos. Finalmente, el vínculo con los otros es vivido bajo la idea de que cada quien tiene un mundo interno, una historia personal, una personalidad, unos traumas; que el otro pude ser un individuo neurótico, ansioso, comunicativo, asertivo, introvertido, emocional, estresado, angustiado, depresivo23.

CONCLUSIONES

Como lo sostiene Foucault las sociedades normalizadoras y disciplinarias crearon el sujeto psicológico y disciplinaron científicamente a las psicociencias. El recurso que utilizaron, en criterio de Foucault, fue el sujeto psicológico, el cual permitió que el individuo se constituyera como objeto de un conocimiento posible, capaz de aprender, ser formado y corregido. Este individuo se tornó en espacio de desviaciones patológicas y, por lo tanto, objeto de intervenciones de carácter moralizador44. Dada la carga semántica que posee el sujeto psicológico (sujeto de la psicología), preferimos hablar de sujeto psi (psicológico, psicoanalítico, psiquiátrico, psicoterapéutico).

La utilidad de este sujeto psi en las sociedades biopolíticas no se hizo esperar: al construir un saber científico sobre el ser humano, fundado en las psicociencias, se sentaron las bases para una gestión positiva de la vida, para la clasificación de los individuos según un sistema de normalidades y para la normalización de los anormales. La gestión de la vitalidad de la población halló, de esta manera, en el sujeto psi un punto pivote de gran importancia.

Ya Foucault, en El poder psiquiátrico, había asociado este sujeto psi a lo que él denominó función psi, la cual alude a “los sustitutos disciplinarios de la familia, con referencia familiar [es decir] la función psiquiátrica, psicopatológica, psicosociológica, psicocriminológica, psicoanalítica, etc.”45. Esta función emerge, desde la psiquiatría decimonónica, cuando la familia fracasó en el disciplinamiento del enfermo mental y con el paso de éste por el asilo. Como lo dice Foucault, la normalización disciplinaria en todos los escenarios fue leída desde esta función, lo que produjo que el gobierno quedara íntimamente unido a la psicologización de la subjetividad. De este modo, las psicociencias, de manera más marcada en el último siglo, han cientifizado al ser humano en lo que se ha constituido en todo un proyecto de humanización que ha influido decisivamente en el tipo de personas que queremos ser. Entonces, la función psi, en la que se inscribe el sujeto psi, ha sido un poderoso recurso de gobierno tanto liberal como neoliberal46 para fabricar un tipo de subjetividad especifica.

Aparte de la ya mencionada densificación de la historia personal y la familia, el psicoanálisis creó el mundo interno, lo que quiere decir que también le dio espesor científico al yo y, en general, a la vida psicológica47,48,49,50. Ahora, esta concepción de la vida psíquica, una vez esbozada por Freud, fue el germen de lo que podemos denominar tensión por el mundo interno en el campo de las psicociencias, cuyos dos polos emblemáticos durante el siglo XX fueron el psicoanálisis -con su sujeto del inconsciente- y la psicología conductual -con su rechazo del inconsciente como categoría objetivable y, consecuentemente, con su definición de la conducta como expresión de la subjetividad.

Si hay una verdad con la que se han comprometido las psicociencias es con la existencia del mundo interno y de su lugar central en la manera de ser de los individuos. Es decir, saberes como psicoanálisis, la psicología, la psiquiatría y la psicoterapia problematizan al sujeto psi en el sentido de convertirlo, como dice Foucault, en objeto de conocimiento posible. Además, el saber elaborado es usado con el fin de llevar a los individuos, a los públicos y a las sociedades a adoptar ciertas formas de vida, a emprender cierto tipo de acciones y a establecer unos estilos de relación consigo mismo y con lo demás.

El sujeto productivo de la sociedad industrial fue el horizonte desde donde las psicociencias decimonónicas se insertaron en la labor gubernamental de individuos y poblaciones, como bien lo señalan Laval y Dardot41. La persona debía definirse a sí misma como un sujeto capaz de producir bienes, felicidad y bienestar general. De este modo, la economía política se unió a una psicología científica. Así, el individuo libre era visto, al mismo tiempo, como un ser peligroso y un sujeto movido sobre todo por su interés propio46. Comprender el modo de funcionamiento de este individuo para efectos de su buena-conducción fue el cometido de las psicociencias. Por ello es que podemos sostener que éstas se localizaron en el arreglo triangular cuyos vértices fueron (y siguen siéndolo) el sujeto psi el sujeto económico y el sujeto normalizado.

En este ensayo no descalificamos a las psicociencias, en el sentido de sostener que han sido un artefacto perverso de gobierno y responsables de la alienación de las personas en la contemporaneidad, pero tampoco queremos afirmar que las formas de subjetividad promovidas por ellas permiten la realización del ser humano. Sabemos que se comprometieron con un proyecto de humanización que las condujo a querer comprender lo humano, interpretarlo y, de esa manera, guiar a los individuos en sus formas de vivir, sentir, pensar, desear y actuar sobre sí mismos y los otros. Así, el gobierno de los sujetos fue su objetivo estratégico, como lo muestra Rose43, lo cual se entiende por el hecho de que estos saberes se cientifizaron a partir de su interés por la anormalidad y su reconducción (normalización). Entonces, creemos que el sujeto normalizado aparece como preocupación de las psicociencias justamente en este escenario.

Si el régimen de verdades y normas médicas emergen como una elaboración a partir del funcionamiento del cuerpo, como lo vemos demostrado en Canguilhem51,52 y confirmado en Le Blanc53,54, no podemos decir lo mismo del sistema veridiccional y normativo psi, pues este, al decir de Rose43, se construye a partir de un arreglo que incluye: exigencias sociopolíticas e institucionales y la estadística (leyes de los grandes grupos, normas de variación, tendencias, modas, etc.) normas estadísticas y las leyes de grandes grupos. Sin embargo, consideramos que las psicociencias, en la última centuria, han querido objetivar el espacio psi para comprender el funcionamiento de la psicología humana: conducta, emociones, sentimientos, deseos, motivaciones, pensamiento, sufrimiento, intenciones, fracasos amorosos, patologías psíquicas y muchos otros aspectos están entre las preocupaciones explicativas de las ciencias psi. Consideramos que, por una parte, esta tendencia objetivadora del espacio psi se inscribe en el viejo anhelo de darle cuerpo a lo psicológico y, por otra parte, dos estrategias han sido desplegadas a lo largo del siglo XX para tal efecto: la objetivación estadística y la objetivación neurológica. A la primera ya nos hemos referido en el párrafo previo. También de la mano de Nikolas Rose podemos acercarnos a la segunda. En su texto Políticas de la vida. biomedicina, poder y subjetividad en el siglo XXI36 muestra de qué manera la biomedicina, por la vía de la genética, las neurociencias y las biotecnologías, ha pretendido hacer un diseño de la subjetividad (incluidas las dimensiones corporal y psicológica) y, por esa ruta, ha hecho una reducción de lo psi por lo neuronal, molecularizando la subjetividad en dos sentidos: descriptivo-explicativo (ver en la dinámica neuronal el asiento de las funciones psicológicas del sujeto) y gubernamental (haciendo intervención molecular -farmacológica- para reconducir las funciones mentales y lograr un cierto tipo de subjetivación).

Apreciamos, pues, que aparte de la construcción de un régimen de verdades sobre la subjetividad, las psicociencias elaboran un sistema normativo y de prescripciones. Ambos tienen como efecto que los individuos que se adhieren a tales regímenes construyen un tipo de subjetividad y despliegan toda una forma de relación consigo mismos, con los otros y con el mundo. En otras palabras, como lo dice Foucault2,4, un proceso de subjetivación acontece a partir de la relación que el individuo establece con unas verdades y con unos regímenes normativos.

Si bien los conocimientos elaborados sobre el hombre contribuyen a dar legitimidad social a las psicociencias, la mayor fuente de ésta viene de la utilidad de esos conocimientos para la guía de las personas en su vida diaria. De este modo, las psicociencias construyen todo un saber sobre la intimidad de las personas y, de esa manera, influyen sobre la forma como ellas viven su vida, hacen sus elecciones cotidianas, se relacionan consigo mismo y con los otros, se frustran, se emocionan, piensan, actúan y hasta se enferman. En este proceso, la intimidad de los sujetos es producida, pues ella no es trascendente al sujeto mismo, sino que es creada incesantemente por el efecto del poder.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

1. Deleuze G. Los pliegues o el adentro del pensamiento (subjetivación). En: Foucault. Barcelona: Paidós; 1987. p. 125-58. [ Links ]

2. Foucault M. Clase del 5 de enero de 1983. En: El gobierno de sí y de los otros. Curso en el Collège de France (1982-1983). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2009. p. 17-56. [ Links ]

3. Foucault M. Foucault. En: Estética, Ética y Hermenéutica. Barcelona: Paidós; 1999. p. 363-8. [ Links ]

4. Foucault M. Introducción. En: Historia de la sexualidad. El uso de los placeres. Vol. II. Madrid: Siglo XXI; 1998. p. 7-33. [ Links ]

5. Rose N. Assembling ourselves. In: Inventing our selves. Psychology Power and Personhood. Cambridge: Cambridge University Press; 1996. p. 169-98. [ Links ]

6. Díaz E. Michel Foucault. Los modos de subjetivación. Buenos Aires: Almagesto; 1993. [ Links ]

7. Foucault M. Defender la sociedad. Curso en el Collège de France (1975-1976). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2000b. [ Links ]

8. Castro Orellana R. Psicologización de la vida. Lectura del Curso de Foucault Le Pouvoir Psychiatrique. Logos An Semin Metafísica. 2014;47(2014):55-79. [ Links ]

9. Álvarez-Uría F. Viaje al interior del yo. La psicologización del yo en la sociedad de los individuos. En: Castel R, Rendueles G, Danzelot J, Álvarez-Uría F, editores. Pensar y resistir. La sociología crítica después de Foucault. Madrid: Ciencias Sociales Círculo de Bellas Artes; 2006, p.101-34. [ Links ]

10. Vásquez F. “Empresarios de nosotros mismos”. Biopolítica mercado y soberanía en la gubernamentalidad neoliberal. En: Ugarte J. La administración de la vida. Estudios biopolíticos. Barcelona: Anthropos; 2005, p.73-103. [ Links ]

11. Rose N. “Inventando nossos eus”. En: Silva T, editor. Nunca fomos humanos - nos rastros do sujeito. Belo Horizonte: Autêntica; 2001. p. 137-204. [ Links ]

12. Bedoya Hernández M. Trazos metodológicos en las investigaciones de Michel Foucault. Rev Virtual Univ Catol Norte. 2013;(40):162-73. [ Links ]

13. Restrepo E. Cuestiones de método: «eventualización» y problematización en Foucault. Tabula Rasa. 2008;(8):111-32. [ Links ]

14. Foucault M. Clase del 6 de febrero de 1974. En: El poder psiquiátrico. Curso en el Collège de France (1973-1974). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2005. p. 339-81. [ Links ]

15. Caponi S. Michel Foucault e a persistência do poder psiquiátrico. Ciênc Saúde Colet. 2009;14(1):95-103. [ Links ]

16. Castel R. El passaje: la edad de oro del aggiornamento. En: El orden psiquiátrico. La edad de oro del alienismo. Buenos Aires: Nueva visión; 2009. p. 207-28. [ Links ]

17. Caponi S. O diagnóstico de depressão a “petite biologie” e os modos de subjetivação. Em: Caponi S, Verdi M, Brzozowski FS, Hellmann F, coordenadores. Medicalização da Vida: Ética Saúde Pública e Indústria Farmacêutica. Palhoça (Brasil): Unisul; 2010a, p. 135-43. [ Links ]

18. Caponi S. Georges Canguilhem: del cuerpo subjetivo a la localización cerebral. Salud Colectiva.2010;6(2):149-61. [ Links ]

19. Canguilhem G. El cerebro y el pensamiento. Rev Colomb Psicol. 1997;(5-6):18-29. [ Links ]

20. Canguilhem G. ¿Qué es la psicología? Rev Colomb Psicol. 1998;(7):7-14. [ Links ]

21. Foucault M. Clase del 30 de enero de 1974. En: Los anormales. Curso en el Collège de France (1974-1975). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2000. p. 303-8. [ Links ]

22. Caponi S. Para una genealogía de la anormalidad: la teoría de la degeneración de Morel. Sci Stud. 2009b; 7(3):425-45. DOI 10.1590/S1678-31662009000300004. [ Links ]

23. Illouz E. Freud: un innovador cultural. En: La salvación del alma moderna. Terapia emociones y cultura de la autoayuda. Madrid: Katz Editores; 2010. p. 37-80. [ Links ]

24. Illouz E. El surgimiento del homo sentimentalis. En: Intimidades congeladas. Las emociones en el capitalismo. Madrid: Katz Editores; 2007. p. 11-92. [ Links ]

25. Freud S. El yo y el ello. Obras completas. Tomo XIX. Buenos Aires: Amorrortu; 1986. [ Links ]

26. Friedmann D. Homo psicologicus: Entrevista a Robert Castel. Rev Asoc Esp Neuropsiquiatría. 1986;6(18):454-62. [ Links ]

27. Castel F, Castel R, Lovell A. La psiquiatrización de la diferencia. En: La sociedad psiquiátrica avanzada. El modelo norteamericano. Barcelona: Anagrama; 1980. p. 170-205. [ Links ]

28. Caponi S. Emil Kraepelin y el problema de la degeneración. Hist Cienc Saude. 2010;17(Supl 2);475-94. [ Links ]

29. Caponi S. Para una genealogia de la psiquiatria ampliada. Cad Bras Saúde Ment. 2011;3(6):106-25. [ Links ]

30. Caponi S. Biopolítica de la población y gestión de las anomalias. Em: Loucos e degenerados: uma genealogia da psiquiatria ampliada. Rio de Janeiro: Fiocruz; 2012. p. 15-26. [ Links ]

31. Ardila R. Los orígenes del conductismo Watson y el manifiesto conductista de 1913. Rev Lat Am Psicol. 2013;45:315-19. [ Links ]

32. Vasco C, Henao G. Elementos y modelos del desarrollo: una revisión del concepto. En: Larreamendy-Joerns J, Puche-Navarro R, Restrepo A, Ibiza A, editores. Claves para pensar el cambio: ensayos sobre psicología del desarrollo. Bogotá: Universidad de los Andes Facultad de Ciencias Sociales; 2008, p.1-29. [ Links ]

33. Watson J. Are there any human instincts? In: Behaviorism. New York: Norton; 1930, p. 87-107. [ Links ]

34. Wallerstein I. La construcción histórica de las ciencias sociales desde el siglo XVIII hasta 1945. En: Abrir las ciencias sociales. Informe de la comisión Gulbenkian para la reestructuración de las ciencias sociales. Madrid: Siglo XXI; 1996. p. 3-36. [ Links ]

35. Bedoya M, Schnitter M. Las rutas de emergencia de la psicología clínica y sus impertinencias. Revista de Psicología Universidad de Antioquia. 2010;2(3):23-39. [ Links ]

36. Rose N. A critical history of psychology. In: Inventing our selves. Psychology Power and Personhood. Cambridge: Cambridge University Press; 1996. p. 41-66. [ Links ]

37. Rose N. Normality and pathology in a biological age. Outlines. 2001;3(1):19-33. [ Links ]

38. Foucault M. Disciplina. En: Vigilar y castigar: nacimiento de la prisión. Buenos Aires: Siglo XXI; 2002. p. 124-211. [ Links ]

39. Foucault M. Clase del 17 de marzo de 1976. En: Defender la sociedad. Curso en el Collége de France (1975-1976). México: Siglo XXI; 2000. p. 217-38. [ Links ]

40. Ávila M. Biopolítica: neoliberalismo y subjetividad. Paralaje. 2010;(5):55-66. [ Links ]

41. Callon M, Latour B. Unscrewing the Big leviatán: How Actors Macrostructure Reality and How Sociologists Help Them to Do so. In: KnorrCetina K, Cicourel A, editors. Advances in Social Theory and Methodology. London: Routledge; 1981, p.277-303. [ Links ]

42. Illouz E. Sufrimiento, campos emocionales y capital emocional. En: Intimidades congeladas: Las emociones en el capitalismo. Madrid: Katz Editores; 2007. p. 93-160. [ Links ]

43. Rose N. Psicologia como uma ciência social. Psicol Soc. 2008;20(2):155-64. [ Links ]

44. Foucault M. Psiquiatría y antipsiquiatría. En: La vida de los hombres infames. La Plata (Argentina): Altamira; 1996, p. 33-38. [ Links ]

45. Foucault M. Clase del 28 de noviembre de 1973. En: El poder psiquiátrico. Curso en el Collège de France (1973-1974). Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica; 2005. p. 81-112. [ Links ]

46. Laval Ch, Dardot P. La fábrica del sujeto neoliberal. En: La nueva razón del mundo. Ensayo sobre la sociedad neoliberal. Barcelona: Gedisa; 2013. p. 325-92. [ Links ]

47. Mitchell S, Black M. Más allá de Freud: una historia del pensamiento psicoanalítico moderno. España: Herder; 2004. [ Links ]

48. Blanck G, Blanck R. Ego Psychology, Theory and practice. 2ª Ed. New York: Columbia Universities Press; 2001. [ Links ]

49. Blanck R, Blanck G. Beyond Ego Psychology. Developmental Object Relations Theory. New York: Columbia University Press; 1986. [ Links ]

50. Bleichmar N, De Bleichmar C. El Psicoanálisis después de Freud. México: Paidós; 1997. [ Links ]

51. Canguilhem G. Lo normal y lo patológico. 3ª ed. México: Siglo XXI; 1981. [ Links ]

52. Canguilhem G. El conocimiento de la vida. Barcelona: Anagrama; 1976. [ Links ]

53. Le Blanc G. Las enfermedades del hombre normal. Buenos Aires: Nueva visión; 2010. [ Links ]

54. Le Blanc G. Canguilhem y las normas. Buenos Aires: Nueva visión; 2004 [ Links ]

Cómo citar: Bedoya-Hernández M, Castrillón-Aldana A. Psicociencias y gobierno de la subjetividad. Iatreia. 2018 Ene-Mar;31(1): 18-28. DOI 10.17533/udea.iatreia.v31n1a02.

FINANCIACIÓN Este artículo es producto de la investigación titulada “Las distribuciones del poder en la psicoterapia en Colombia en el período comprendido entre los años 1948 y 2006” inscrita en el Comité para el Desarrollo de la Investigación de la Universidad de Antioquia (Medellín, Colombia)mediante el acta 265 de agosto 20 de 2013. Entidad Financiadora: Universidad de Antioquia.

CONFLICTOS DE INTERESES Ninguno por declarar.

1 Grupos humanos organizados alrededor de unos focos de interés y de unas preocupaciones compartidas en torno de problemáticas que los lanzan al régimen de verdades psicológicas como fuente de respuesta a sus inquietudes.

Recibido: 08 de Septiembre de 2016; Aprobado: 19 de Abril de 2017

*Correspondencia: Mauricio Bedoya-Hernández; mauro_bedo@yahoo.es

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons