Acaba de fallecer Ana Cecilia Niño, una mujer que se expuso al asbesto al vivir durante 17 años cerca de los desechos de la empresa Eternit, que hacía productos para construcción (tejas principalmente) con este material. Después del diagnóstico de mesotelioma, y establecer su relación con el asbesto lideró una lucha para evitar su uso en Colombia. Sin embargo, esta es sólo la parte visible de un problema nacional que se presenta en el proceso extractivo y la producción de objetos a base de asbesto, así como en los servicios que incorporan el uso de este peligroso material. El asbesto ha sido reconocido desde hace varios años como cancerígeno para humanos por la Agencia Internacional para la Investigación sobre Cáncer (IARC, por sus siglas en inglés)1.
En muy pocas regiones de Colombia hay rocas de las que se extrae el asbesto; se encuentran en Bogotá, Búfalo, Cali, La Polca, Las Brisas, Las Nieves, Medellín, Sabanalarga2 y Yarumal3; pese a esto, solo en Campamento, Antioquia, hay una mina de asbesto que inició la extracción en 19822. Durante algo más de dos décadas esta mina estuvo en actividad extractiva hasta que fue cerrada en 2011. Infortunadamente fue reabierta en agosto de 2012, incluyendo de nuevo a Colombia en el pequeño grupo de países que permiten la extracción del material; una real vergüenza ante la comunidad internacional.
Los efectos adversos del asbesto también se han documentado en el país entre trabajadores de la empresa Eternit. Los estudios de la Universidad del Bosque reportan que entre los trabajadores que laboraron entre 1942 y 19884 se observan incrementos en la ocurrencia de asbestosis, signos radiológicos sugerentes de daño pulmonar y mesoteliomas4,5. Más recientemente, en la Universidad de los Andes se han liderado diversos estudios que muestran la peligrosa exposición al asbesto entre mecánicos que reparan frenos de automóviles6-8. Estas mediciones resultan importantes ya que muestran la problemática de un importante grupo trabajador del sector informal, lo cual hace que se oculte una enfermedad ocupacional. Incluso hay un caso de mesotelioma en un perro de un mecánico automotriz9, que es evidencia de la enfermedad en el país, tema que suele ser negado al diagnosticar únicamente enfermedad pulmonar obstructiva crónica.
El asbesto es otra de las sustancias altamente nocivas para la salud que no ha sido regulada adecuadamente en Colombia. Los tomadores de decisiones suelen requerir evidencia que muestre su alta ocurrencia y los altos costos asociados para definir políticas preventivas. Si bien esto es posible de realizar mediante estudios que midan la carga de la enfermedad asociada a las exposiciones ambientales y ocupacionales, es una aproximación incompleta. Muchas enfermedades de origen ambiental y ocupacional como las relacionadas con el asbesto no son, afortunadamente, de alta ocurrencia; su importancia radica más en servir de “eventos centinela” de la ineficaces medidas de los programas y políticas preventivas. La muerte de Ana Cecilia debe servir para indicarnos la precariedad de las acciones de salud ambiental y ocupacional en Colombia, y encaminar políticas que promuevan la calidad de vida y el bienestar general.