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Prospectiva

versión impresa ISSN 0122-1213versión On-line ISSN 2389-993X

Prospectiva  no.29 Cali ene./jun. 2020

https://doi.org/10.25100/prts.v0i29.8241 

Artículos

Condiciones para una Neo-Reconceptualización del Trabajo Social en Chile, Latinoamérica y el Caribe

Conditions for a New-Reconceptualization of Social Work in Chile, Latin America and the Caribbean

Luis Vivero-Arriagada1 

1 Universidad Católica de Temuco. Temuco, Chile. Correo electrónico: luisvive@gmail.com.


Resumen

El objetivo de este trabajo es analizar preliminarmente las condiciones materiales y subjetivas que permitan sustentar una reconfiguración del Trabajo Social. Se plantea como supuesto de análisis que el Trabajo Social en el actual contexto histórico político, se encuentra fuertemente influenciado por la ideología neoliberal. En el caso de Chile, el neoliberalismo ha sido hegemónico luego de su imposición durante la dictadura cívico militar con los Chicago Boys como sus intelectuales orgánicos. Las condiciones materiales que dan cuenta de brechas preocupantes de desigualdad y exclusión como consecuencia de la matriz ideo-política, requiere de una necesaria discusión disciplinaria, más allá de lo estrictamente metodológico e instrumental. Una reorientación disciplinaria en el ámbito de su funcionalidad, que hemos denominado Neo-Reconceptualización. Las reflexiones aquí presentadas se derivan de los resultados de una investigación cualitativa.

Palabras clave: Trabajo Social; Neo-Reconceptualización, Proyecto ético-político, Transformaciones históricas

Abstract

This paper aims, at a preliminary analysis of the material and subjective conditions supporting, a redefinition of social work. As an assumption it is proposed that Social Work, in the current historical and political context, is strongly influenced by neoliberal ideology. Neoliberalism has been hegemonic in Chile after its imposition by the civil-military dictatorship, along with the 'Chicago Boys', as its organic intellectuals. A disciplinary discussion is required on the material conditions that account for worrying gaps of inequality and exclusion as a consequence of the ideo-political matrix, beyond the strictly methodological and instrumental issues. This is a disciplinary reorientation in the field of its functionality, which we have called New-Reconceptualization. Reflections presented here come from the results of a qualitative investigation.

Keywords: Social Work; New-Reconceptualization; Ethical-political project; Historical transformations

1. Introducción

Este trabajo corresponde a los análisis generados de los resultados de la investigación titulada “La formación de los trabajadores sociales en Chile: Un acercamiento interpretativo a la dimensión histórica-política de sus perspectivas teóricas”, financiada por CONICYT por medio del Proyecto FONDECYT de Iniciación N° 11140352. Este artículo, por lo tanto, se deriba de los resultados de dicho estudio, como también, rocoge algunos planteamientos desarrollados por el autor, los cuales han sido expuestos en otros trabajos (Vivero, 2016a; 2016b; 2017a; 2017b; 2018). Sobre la base de lo anterior, planteamos la necesidad de una reorientación epistemológica, teórica y política del trabajo social latinoamericano y caribeño.

En el marco de dicho estudio, los antecedentes respecto del desarrollo histórico de la disciplina, entregan elementos que nos llevan a plantearnos una serie de preguntas respecto de los desafíos actuales del Trabajo Social en Chile: ¿Cómo influye la hegemonía neoliberal en la disciplina a nivel teórico y práctico? ¿Cuán importante es para los y las trabajadores y trabajadoras sociales del campo académico y de intervención discutir sobre el contexto socio-histórico que configura el quehacer profesional? ¿Existiría la necesidad por parte de los/as profesionales y académicos/as discutir sobre aspectos epistemológicos, teóricos y metodológicos que configuran el quehacer de la disciplina? Estas preguntas nos interpelan no solo para realizar una reflexión crítica, sino también para develar en qué medida aquellas discusiones teóricas y metodológicas que orientaron la Reconceptualización del Trabajo Social hoy podrían ser resignificadas.

Ya trascurrido más de medio siglo de lo que fue el movimiento de la Reconceptualización del Trabajo Social en América Latina, hoy existiría un escenario de conflictividad social y política, que interpela a la disciplina a tener una lectura más allá de lo meramente instrumental. El escenario actual debería estar traduciéndose en un debate disciplinario que conlleve a la construcción de una nueva propuesta o proyecto ético político de la profesión, articulado dialécticamente en la formación y práctica del Trabajo Social. Pero este proyecto ético-político al que nos referimos, no en un sentido metafísico como algunos lo han intentado tergiversar, define condiciones substanciales en términos epistemológicos, axiológicos, teóricos y metodológicos, que le den sustento a la praxis disciplinaria, más allá de la acción instrumental y burocrática.

Entendemos que, en toda práctica social humana se encuentran presenten elementos de la propia subjetividad, que condicionan dialécticamente los resultados de éste conocimiento como de su producción y reproducción en la cotidianeidad (Guerra, 2015; Lukács, 2013; Marx, 1987; 1989; 2003; 2006; Marx y Engels, 2001; 2014; Netto, 1992; 2012). En el trabajo social, en tanto actividad intelectual, se conjugan elementos de la propia subjetividad, que condicionan los resultados de sus fundamentos y práctica concreta en la vida cotidiana (Lukács, 2013; Marx y Engels, 2001; 2014; Netto,1992; 2012).

En la octava tesis, sobre Feuerbach, Marx es categórico en plantear que, “toda la vida social es esencialmente práctica”, y que “los misterios de la teoría encuentran solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica (Marx y Engels, 2014, p. 501). Siguiendo dicha tesis, si pensáramos el Trabajo Social, desde una perspectiva tecnocrática, podríamos decir que es una profesión fundamentalmente de la práctica, y es ahí en donde se configura como tal. Pero, esa acción práctica, no está dada por el libre albedrío, sino que es comprendida a partir de un lugar teórico, y en un contexto histórico particular que la determina como tal. Respecto a esto, es de suyo ilustrativo lo que Marx señala en el 18 Brumario, en cuanto a que “los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado” (Marx, 2003, p. 9). Esto nos parece necesario poner en discusión, pues permitiría explicar desde qué lugar epistemológico se está desarrollando esa acción cotidiana y cuáles son las determinaciones históricas y políticas que la configuran como tal. Pero no sólo se trata de una descripción, sino de poder identificar si existen las condicionantes para re-orientar la disciplina, más allá de las discusiones que se levantaron durante la Reconceptualización. Ergo, entendiendo que algunas de ellas puedan retomarse y otras ya están absolutamente superadas, o descontextualizadas por las propias transformaciones históricas y políticas que se han desarrollado en el contexto de las sociedades latinoamaricana, desde fines del siglo XX y lo que va del presente siglo.

Reconocemos que la intervención que desarrolla el Trabajo Social, por más clásica que sea, por más práctica que sea, surge a partir del conocimiento de la realidad, de sus dimensiones materiales y conciencia subjetiva (Hegel, 2006). Ese conocimiento de los hechos concretos, “no es posible como conocimiento de la realidad más que en ese contexto que articula los hechos individuales de la vida social en una totalidad como momentos del desarrollo social” (Lukács, 2013, p. 99). Es decir, se conjuga la dimensión material, lo concreto, lo objetivo, con la dimensión subjetiva, y se articulan en una dialéctica permanente en el quehacer cotidiano.

Para la discusión que proponemos en este artículo, nos aventuramos a plantear como supuesto central que el Trabajo Social en el actual contexto histórico político, se encuentra fuertemente permeabilizado y a la vez tensionado en términos éticos y políticos por la ideología neoliberal. De lo anterior se proponen dos supuestos secundarios:

  1. La hegemonía neoliberal y sus consecuencias materiales conllevan a una agudización de las tensiones en el campo disciplinario, lo cual debería traducirse en un replanteamiento de las dimensiones epistémica política, teórica-metodológica, y práctica del Trabajo Social.

  2. Se estarían generando de manera incipiente ciertas condiciones para avanzar en un nuevo proceso de reorientación epistémico-política de la disciplina que hemos denominado como Neo-Reconceptualización.

En esta línea, apelamos a ir avanzando y consolidando un proceso de reflexión al interior de la disciplina, tal como se desarrolló en el contexto del movimiento de Reconceptualización, pero a la vez como superación de este. Significa visibilizar y tensionar la complejidad misma de las condiciones materiales, como hechos históricos concretos, relaciones sociales de producción, conflictos sociales, relaciones político- económico que, principalmente en el último cuarto de siglo, repercuten en la formación y práctica del Trabajo Social. Estas condiciones materiales serían la base explicativa que se expresaría en el proyecto académico dominante y en su práctica concreta en el campo de la implementación de políticas sociales. Ahora bien, no se trata de una dicotomía entre un proyecto hegemónico conservador y una propuesta contra-hegemónica de orientación crítica pues, en la experiencia cotidiana, no es posible encontrar que ello se exprese de forma única. No se trata de mirar dicotómicamente como se expresa el Trabajo Social en la realidad, sino de, a partir de esta diversidad y de sus tensiones, redefinir los marcos que constituyen la praxis disciplinaria, como una producción histórica.

2. Metodología

La investigación mencionada en la introducción se abordó desde una metodología cualitativa, como horizonte de compresión e interpretación crítica de las principales perspectivas teóricas y las metodologías del Trabajo Social que sustentan la formación profesional en instituciones que forman parte del Consejo de Rectores de las Universidades Chilenas (CRUCH), como instituciones privadas e institutos profesionales (IP). Se realizaron entrevistas en profundidad a un total de 46 Directores/as de Departamento o Carrera de Trabajo Social, en relación con las perspectivas teóricas y metodológicas que sustentan el proceso de formación disciplinaria. Además, se revisaron los contenidos descritos en las mallas curriculares de cursos de primer año, referidos a los fundamentos de la profesión. En consecuencia, las fuentes de información se dividieron en dos tipos: el primero un corpus discursivo de los relatos de los/as entrevistados/as, lo cual se generó en base a las entrevistas semi-estructuradas; y segundo, el corpus documental, que corresponde a los programas de cursos referidos a los fundamentos históricos de la profesión, documentos institucionales en se describe el perfil profesional de los/as egresados de la carrera. Con lo anterior, se construyó una matriz de análisis, que permitió ordenar el contenido del texto discursivo en macroestructruras, las cuales, de acuerdo con Van Dijk (1989), corresponden a “una representación abstracta de la estructura global del significado del texto“ (Van Dijk, 1989, p. 55).

De los resultados de esta investigación, este autor se ha aventurado en sostener, que hoy estaríamos frente a la confluencia de tres grandes perspectivas de Trabajo Social que de una u otra forma se manifiestan en el contexto de Latinoamérica y el Caribe. Estas corresponden a: 1) Un Trabajo Social conservador, 2) Un trabajo social crítico y 3) un trabajo social neo-conservador. En la medida que el “modo de ser neoliberal” (Brown, 2015) está más arraigado en la cultura nacional-popular, será más propicio para un tipo de Trabajo Social neo-conservador, que, en términos materiales, se presente una agudización de las condiciones materiales de desigualdad. Ergo, lo que se plantea en este artículo, si bien se desprende de los resultados de esta investigación, es apenas, un análisis provocativo de la necesidad de problematizar la normalización de un Trabajo Social tecnocrático, y que, a nuestro juicio se encuentra distanciado de las luchas sociales que cuestionan el modelo de sociedad extractivista neoliberal.

3. Reflexión

3.1 El Movimiento de Reconceptualización y su re-significación en el siglo XXI

La década del sesenta del siglo recién pasado, sin duda es un periodo de gran relevancia en la historia social y política de América Latina. Los sueños de cambios profundos en la sociedad latinoamericana y en particular cambios en favor de los grupos marginales y oprimidos, parecía estar al alcance de la mano (Aguayo y Salas, 2018; López, 2018; Ruz, 2016). Estos cambios, sin duda tuvieron un impulso e influencia, por lo que estaba ocurriendo en el contexto internacional, tanto en términos políticos como económicos. La crisis y los límites del modelo industrializador, no solo generaron un clima de crispación social y política, sino que también constituyeron un aliciente para a la politización de los sectores populares (Aguayo y Salas, 2018; Arancibia, 2017; López, 2018; Salazar, 2006).

En este escenario, las ciencias sociales levantaron importantes discusiones respecto de las condiciones en que vive América Latina, lo cual queda plasmado en distintos debates intelectuales y producción teórica, entre las cuales una de las más reconocidas es la Teoría de la Dependencia. En este campo de debates y tenciones, el Trabajo Social no queda al margen de las tensiones epistemológicas, teóricas y prácticas que se daban en todo el contexto societal. Tensiones que se expresan en el debate académico y producción de conocimientos (Arancibia, 2017; Quintero, 2019). En el ámbito universitario, tanto estudiantes como académicos, abren un cuestionamiento respecto del rol y función que cumplía la universidad en la sociedad chilena, lo cual significó un intenso debate político e intelectual (Alayón, 2005; Araneda, 1975; Arancibia, 2017; Quintero, 2019; Ruz, 2016).

El contexto histórico político particular, impulsó y permitió que en el campo disciplinario se diera una profunda discusión epistemológica, teórica-metodológica y política. Esta se da fundamentalmente en el ámbito académico, y eran un reflejo de lo que ocurría en la sociedad de la época. El triunfo de la Revolución Cubana, la idea del hombre nuevo que sería el soporte de la nueva sociedad, van a generar un cierto optimismo respecto de derrotar el proyecto de sociedad capitalista, para construir una nueva sociedad (Aguayo y Salas, 2018; Illanes, 2006; 2016; López, 2018; Ruz, 2016).

Este escenario será propicio para el inicio del llamado Movimiento de Reconceptualización, el cual tiene su génesis en lo que fue el Seminario de Servicio Social de Puerto Alegre en el año 1965. A partir de ese seminario, se van a desarrollar en el resto del continente una serie de debates y de dinámicas que estarán determinadas por el contexto sociopolítico de la región, y las circunstancias particulares de cada país (Alayón, 2005; Araneda 1975; Ruz, 2016). Uno de sus principales fines fue teorizar el Trabajo Social, tomando como base el contexto histórico cultural y político de América Latina, y para ello reconoce como uno de los fundamentos de su teorización las experiencias de los y las profesionales (Araneda, 1975; Diéguez, 1970; Palma y Torres, 2013; Ruz, 2016). En aquel contexto, se plantea que el Trabajo Social cumple un rol de carácter político, y el sustento de su acción profesional tienen como fundamento la praxis social, con militancia en las organizaciones sociales y políticas (Aguayo y Salas, 2018; Illanes, 2006; 2016; López, 2018; Ruz, 2016). En tal sentido, se considera la praxis como un proceso dialéctico, que conlleva una actividad real, material y objetiva, y a la vez una acción subjetiva y consciente. En términos generales, se sostiene una necesaria y permanente relación entre teoría y práctica (Araneda, 1975; Alayón 2005).

En este importante debate, los y las protagonistas de aquel proceso valoran los cambios generados en el campo académico, preferentemente en la formación de los Trabajadores Sociales, esto “se da de la mano de un mayor valor por el cambio social, desde donde las nuevas generaciones consideran que sus prácticas requieren ser coherentes con el momento sociopolítico vivido por la sociedad en general” (Aguayo y Salas, 2018, p. 159). En las escuelas se ofrecía un tipo de formación analítica y crítica respecto del contexto social y político que vivía latinoamericana, pero, sin embargo, en muchas instituciones se continuaba con un discurso y una práctica instrumentalizada, lo que generaba tensiones y también distanciamientos entre el campo académico y las instituciones (Araneda, 1975).

Cabe recordar que, una de las principales discusiones durante la Reconceptualización fue la búsqueda de teorías contrapuestas a las tradicionales, que permitieran conocer la realidad desde el contexto latinoamericano. Los mayores procesos de discusión se daban en seminarios o conversaciones realizados en la comunidad, organizaciones sociales, movimientos políticos, etc. Todos estos fuera de las salas de clases, con un acercamiento a la realidad, ya que se consideraba a la práctica como un espacio para generar conocimiento. Se genera un intenso debate en torno al rol que debía jugar la disciplina en los procesos de luchas sociales y los proyectos de transformación impulsada principalmente por los sectores populares. Es relevante destacar el papel político que comienza a manifestarse más nítidamente en las discusiones sobre la formación y la acción profesional del/a Trabajador/a Social (Araneda, 1975; Cedrés, 2016; Ruz, 2016; Sepúlveda, 2016).

En los países del continente latinoamericano, el Movimiento de Reconceptualización, con distintos niveles, se va insertando en los debates académicos, poniendo en cuestionamiento las perspectivas - a su juicio - conservadoras, con una crítica explicita al metodologisismo aséptico, al rol y las funciones que desempeña el Trabajo Social en la sociedad y su relación con el Estado (Cedrés, 2016; Ruz, 2016). El análisis teórico y político de la sociedad latinoamericana, comenzó a tener una importante adherencia por parte de académicos/as, estudiantes y los jóvenes profesionales lo cual, a juicio de Gianna (2016), permitió que se pusiera en discusión el lugar que ocupa la Universidad dentro de la sociedad, así como el papel que la ciencia debe de sempeñar. Fue una búsqueda más allá de las aulas o desde la academia, se hacía también a través de la inserción a organizaciones sociales a nivel urbano y campesino, construyendo colectivamente escenarios de reflexión académica, junto a los movimientos sociales y políticos (Marín y Aguirre, 2013). Al decir, de López, es en este contexto, donde “(…) florecen diversas miradas de lo social que van a impactar en el Trabajo Social enriqueciendo la variedad de alternativas metodológicas que compondrán el movimiento de la Reconceptualización” (López, 2013, p. 1).

Lo que fue el movimiento de Reconceptualización del Trabajo Social no es un hecho que pueda analizarse aisladamente de lo que ocurría en todo el continente Latinoamericano y caribeño. En el campo disciplinar, este movimiento también se inscribe en los debates críticos que emergen en las ciencias sociales, en los movimientos sociales populares, sindicales, y movimientos estudiantiles, los cuales, más allá de sus diferencias, propiciaban la transformación de la realidad estructural de la región (Aguayo y Salas, 2018; Illanes, 2016; López, 2018; Sepúlveda 2016; Ruz, 2016). En tal sentido, tomamos lo que señala uno de los protagonistas de aquel periodo, en cuanto al significado que tuvo este movimiento:

La apertura hacia propuestas de cambio social centradas en los sectores populares, provoca un debate ideológico al interior s la disciplina, primero con los grupos tradicionales que bregan por la manutención de statu-quo en la orientación de Trabajo Social, y después al interior del propio movimiento por diversidad de concepciones que surgen en su desarrollo. (Ruz, 2016, p. 97).

Fue una búsqueda, una construcción permanente, tanto de académicos/as como de los estudiantes de una fundamentación teórica que le diera una base sólida a la disciplina, y su materialización en el ejercicio profesional (Palma y Torres, 2013). Como dice Illanes,

Hubo una vez este país en que habitantes de todos los estratos especialmente los populares, se movilizaban y congregaban. Fue el afamado tiempo de la participación popular, cuando desde todos francos civiles, como también gubernamentales y eclesiales, se empujaba en ese camino. (Illanes, 2016, p. 62).

Particularmente, en lo que respecta a la experiencia en Chile, nos quedamos con lo planteado por Illanes, en cuanto a que “(…) fueron una vez más las Trabajadoras Sociales, como históricamente lo habían sido, una de las principales agentes del proyecto de transformación socio política en Chile por la vía, ahora, de la Promoción Popular” (Illanes, 2016, p. 66). Por ello, es que nos preguntamos si hoy, los y las trabajadores sociales, pueden nuevamente levantar y ser protagonistas de un proyecto transformador de la propia disciplina y desde ahí, contribuir a la transformación de la sociedad.

3.2 Contexto neoliberal y su influencia en el Trabajo Social en Chile

Desde fines del siglo XIX e inicios del XX, las élites latinoamericanas, concentran sus esfuerzos para integrarse al nuevo orden económico mundial, que comenzaba a ser dominado por el capitalismo mercantil productivo, el cual tuvo un importante impulso con la Revolución Industrial y, sin duda, con el saqueo de los recursos y las riquezas encontradas en el territorio latinoamericano. Desde la imposición del neoliberalismo, en el Chile dictatorial a mediados de la década del setenta del siglo XX, hoy, este proyecto ideológico, no solo controla gran parte de la economía mundial, sino también todo el campo de las relaciones sociales (Hinkelammert, 2001; Moulian, 2002; 2009). El neoliberalismo, es la expresión estructural de las transformaciones naturales del capital, que, a mediados del siglo XIX, fue explicado por Marx y Engels.

Esta transformación del capital, es lo que hoy conocemos como neoliberalismo, lo que, en palabras de Brown, más que un modelo económico, “es un distintivo de razón, de producción de sujetos” (Brown, 2015, p. 19). Su implementación y consolidación, particularmente en el caso de Chile, solo fue posible, en virtud de las condiciones que fueron creadas, para que este país se transformara en un laboratorio, que permitiera experimentar las tesis de los economistas formados en la Escuela de Chicago. Brown sostiene que las diferencias en cada país de la región varían según sus culturas, tradiciones políticas, y la convergencia con los discursos de desarrollo.

La ofensiva del capital financiero permitió que, desde inicios de la década del noventa, el neoliberalismo se haya constituido como una ideología hegemónica (Toussaint, 2012). Como tal, ha instaurado un reduccionismo economicista que ha permeabilizado todos los campos de la sociedad, y las ciencias sociales no han sido la excepción (Borón, 2000; 2003; 2006). En palabras de Toussaint (2012) el neoliberalismo penetra en la escena mundial gracias la crisis del capitalismo industrial, agudizada en la década del setenta del siglo veinte. Esta transformación del capital, que hoy conocemos como neoliberalismo, más que un modelo económico, “es un distintivo de razón, de producción de sujetos” (Brown, 2015, p. 19). Su implementación y consolidación, particularmente en el caso de Chile, solo fue posible, en virtud de las condiciones creadas, durante dictadura cívico y militar, encabezada por Augusto Pinochet.

Por su parte, el resto de los países de la región, fueron adoptando este modelo, presionados por las exigencias impuestas por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional (FMI), exigencias que se concretan por medio del llamado Consenso de Washington en el año 1989. Este “consenso”, define diez medidas que debían tomar los países subdesarrollados, algunas de ellas se referían a los siguiente: a) Desregulación financiera y tasas de interés libres de acuerdo al Mercado, b) Tipo de cambio competitivo, regido por el mercado; c) Comercio libre entre naciones; apertura a inversiones extranjeras directas; d) privatización de empresas públicas; e) desregulación de los mercados, y f) seguridad de los derechos de propiedad (Borón, 2003).

Los pioneros en la implementación de estas reformas son Chile, Bolivia y México, más tarde Costa Rica, Ecuador, Uruguay, y los últimos, o reformistas tardíos, Argentina, Brasil, Colombia, El Salvador, Nicaragua, Paraguay, Panamá, Perú y Venezuela (Borón, 2003). Luego de esto, lo que viene para Latinoamérica en ningún caso es un beneficio, como se había prometido, por el contrario, “las privatizaciones consagraron el saqueo legal del patrimonio público y su traspaso a grandes monopolios” (Borón, 2003, p. 17).

Así entonces, la confluencia del conjunto de procesos económicos y sociopolíticos permite la configuración no solo de un espacio socio-profesional con particulares características, sino también lo que desde el Trabajo Social se construye como conocimiento de esa realidad, en la cual se interviene, y las posibilidades de transformación están fuertemente determinadas por los movimientos y tensiones del capitalismo monopólico (Iamamoto, 1992; Netto, 1992; 2012). Por lo tanto, asumimos que habría una relación dialéctica entre este sistema ideo-político-económico y la formación y práctica de la disciplina.

Por cierto, la reestructuración del capitalismo a fines del siglo XX, permitió la implementación de profundas reformas, lo que implicó el desplazamiento de un modelo sustentado en el capital productivo (industrialización) a uno donde la base está fundamentalmente dada por el capital financiero especulativo. En términos económicos, este modelo es la base del neoliberalismo (Brown, 2015; Piketty, 2013; 2015), el cual se instaura ya no solo como un modelo económico más, sino como una corriente ideológica que se expresa en las distintas formas de construcción de las ideas (Borón, 2000; 2003; 2006; Brown, 2015; Hinkelammert, 2001; Moulian, 2002; 2009). Como lo hemos señalado más arriba, el neoliberalismo no es solo ni exclusivamente un modelo económico, sino una filosofía integral, un tipo particular de sociedad, concretamente la sociedad neoliberal (Vivero, 2016 a, 2016b, 2017a, 2017b).

Los países Latinoamericanos, obligados a implementar este modelo, presentan difirencias importantes, que tiene que ver con las caracterísitcas histórico-político y económicas de cada país, y por supuesto, las correlaciones de fuerzas en el campo de disputas por el poder. Por otro lado, están los proyectos anti neoliberales que se han intentado poner en marcha, como son los casos de Bolivia y Venezuela fundamentalmente, y aquellos con cambios menos estructurales, como Argentina, Brasil y Ecuador. Estos proyectos contra-hegemónicos, también presentan diferentes niveles de cambios estructurales o de ruptura con la matriz neoliberal, las cuales se explican por diversos factores, entre estos, la relevancia geo-política y económica que representa para el imperio. A mayor importancia para el imperialismo, más difícil resulta implementar cambios estructurales. Por lo mismo, su influencia en el campo disciplinario, en cada pais, deberá estudiarse de acuerdo con las carácterísticas históricas y políticas particulares, pero sin dejar de tener como punto de referencia los fundamentos axiológicos del modo de producción y relaciones sociales del capitalismo neoliberal, que ha permeabilizado todos los espacios sociales. En el caso de Chile, con el retorno a la democracia en 1990, el campo disciplinario del Trabajo Social y particularmente su quehacer profesional, estará preferentemente orientado a responder a las lógicas de una política de estado de carácter subsidiaria, sustentado desde una racionalidad de carácter instrumental, que responderá a una ética de la responsabilidad (Aguayo, 2018). En este nuevo escenario los temas centrales en la reflexión y la práctica concreta, estarán orientados a la superación de la pobreza y al aporte profesional en el ideal de un desarrollo económico con justicia social.

La mercantilización de la educación es uno de los tantos ejemplos de las consecuencias concretas de la implementación del neoliberalismo en Chile (Atria, 2013; 2014; Bellei, 2015). Este proceso de privatización se llevó a cabo con las reformas de principios de la década del ochenta del siglo pasado, y con ello la expansión desenfrenada de la oferta de programas de Trabajo Social (Vivero, 2016a; 2016b; 2017a; 2017b). En el campo del Trabajo Social, este se verá fuertemente afectado por las reformas estructurales de la década del ochenta. La eliminación de su calidad universitaria, con los Decretos Ley No. 2.757 de 1979 y No. 3.163 de 1980, y luego el Decreto con Fuerza de Ley No. 1 de 1980 y la Ley No. 18.962 Orgánica Constitucional de Enseñanza (LOCE) dan un golpe a la profesión con una explosión de ofertas académicas de nivel superior (Vivero, 2016a; 2016b; 2017a; 2017b). La creación de Institutos Profesionales y universidades privadas, consolida la mercantilización de la educación chilena (Suárez, 2012; Vivero, 2016a, 2016b; 2017a; 2017b). De esta forma, Trabajo Social se transforma en una de las carreras que tendrá una amplia oferta en las instituciones privadas (universidades e institutos profesionales), siendo una clara evidencia del lucro en la educación (Suárez, 2012). Luego del retorno a la democracia en el año 1990, el modelo neoliberal en lo esencial no se ha modificado, lo cual ha generado el levantamiento un movimiento contra-hegemónico encabezado principalmente por estudiantes secundarios y universitarios (Garcés, 2012; Vivero, 2016a; 2016b; 2017a; 2017b).

En términos estructurales, y particularmente en el campo de la educación, el modelo impuesto en la dictadura cívico-militar en Chile no ha cambiado en lo substancial (Atria, 2013; 2014). Por ello, no es extraño que el ex -Ministro de Educación, Gerardo Varela, sostuviera en su momento que la educación es un bien de consumo, como lo expresó con mucha claridad y vehemencia en una entrevista en CNN Chile (2018), señalando al respecto que "tendría que cambiar la ciencia económica para que yo diga que no es un bien de consumo". En concreto, la mercantilización de la educación, se ha traducido en una amplia oferta de programas de Trabajo Social, lo cual para el año 2018, según datos del Ministerio de Educación (www.mifuturo.cl), se refleja en un total de 130 programas, que incluye modalidad diurna y vespertina. A esto habría que agregar 24 programas de continuidad de estudios, que contemplan entre un mínimo de 5 a un máximo de 8 semestres. Entre estos, cabe considerar que se registra un total de 8 programas a distancia (Ministerio de Educación de Chile, 2018). Sin duda, esto no solo se traduce en una explosión de la oferta académica, sino además en la instalación de carreras con equipos académicos con una asimetría en sus niveles de formación teórica y práctica, como también sucede en lo que se refiere a especialización y formación de post grado (Vivero, 2016b, 2017a; 2017b). Esto refuerza la tesis del riesgo de una desprofesionalización disciplinaria, en este caso, fundamentada en un proceso de des-intelectualización, llevando la profesión a funciones meramente técnico-operativas, sin la necesidad de una discusión, problematización epistemológica, teórica y metodológica coherente y pertinente.

En términos de condiciones materiales, cabe destacar además cómo ello se expresa en otros ámbitos, como es el de la privatización de la seguridad social, lo cual ha agudizado la brecha en términos de desigualdad social. La salud está privatizada bajo la administración de Instituciones de Salud Previsional (ISAPRE), y, a pesar de las elevadas utilidades que experimentan, cada año, estas instituciones suben los costos de los programas 1, los que superan ampliamente la variación del Índice de Precios al Consumidor (Costa, 2018). En el año 2017, las ganancias de las ISAPRES se incrementaron en un 27% respecto del año anterior, lo cual obedece al mayor ingreso proveniente de las atenciones por Garantías Explícitas de Salud (GES) con la incorporación de poco más de 62.500 personas, según lo describe Paz y Coloma (2018). Por otro, esto contrasta con el endeudamiento de las familias chilenas, las cuales, de acuerdo con datos del Banco Central de Chile (2018), presentan un nivel de endeudamiento de un 69,8% respecto de su ingreso disponible.

En consecuencia, el desarrollo del capitalismo en su fase neoliberal, tendría su manifestación en el Trabajo Social, en las opciones teóricas y metodológicas, en sus discursos, su acción práctica, sus productos y recursos, en tanto se constituyen en el marco del nuevo patrón de la colonialidad del poder (Quijano, 2005). En la subjetivación y la materialidad de los discursos de los distintos actores - en el mundo académico y en las relaciones fuera de ella- se corrobora la exaltación del influjo de los elementos económicos, la medición y cuantificación en sus acciones.

Sin duda, los procesos de instalación de la ideología neoliberal implicaron un complejo proceso de transformación, sobre la base de una contra-reforma cultural y moral (Gramsci, 2006; 2012; 2017). En esto, los intelectuales orgánicos jugaron importante función para que se produzca dicho cambio en las diferentes esferas de la sociedad; por ello es que los espacios de construcción de conocimiento son el nicho para sembrar esa nueva visión de mundo, para luego diseminarla por toda la esfera societal (Gramsci, 2006; 2012; 2017; Iamamoto, 1992; Vivero, 2016a; 2016b; 2017a; 2017b). De esta manera, nos parece necesario, problematizar hasta qué forma el Trabajo Social hoy estaría en condiciones de repensar su ethos ideo-político, en un contexto en que se han agudizado las contradicciones que conforman la cuestión social. En tal sentido, coincidimos con Iamamoto en que,

Si los procesos históricos imponen límites (desigualdad que conforma la cuestión social) y develan posibles alternativas (resistencias que conforma la cuestión social) para la práctica profesional, éstas no se traducen inmediatamente y mecánicamente a la órbita profesional. Se encuentran sujetas a un sinnúmero de mediaciones que deben ser apropiadas y elaboradas por los agentes profesionales - tanto en el ámbito de la producción intelectual como en el ámbito de la producción de las estrategias de intervención - para que asuman las formas de respuestas teóricas y técnico-políticas a las demandas emergentes en el campo de posibilidades. (Iamamoto, 2003, p. 222).

Si bien es cierto, los sectores dominantes de la intelectualidad hegemónica han permeabilizado su visión de mundo en el ámbito disciplinario, esto no está exento de tensiones y rupturas, lo cual no impide que, en el contexto de las propias tensiones, se puedan ir construyendo respuestas alternativas, tanto en el sustento teórico como en su materialización en acciones técnico-operativo desplegadas en la intervención profesional.

En consideración a lo anterior, desde inicios del presente siglo estaríamos entrando a un nuevo escenario, que si bien aún no se consolida, estaría dando lugar a debates epistémicos, teóricos y políticos, en torno al contenido ético y político de la disciplina y su relación con la matriz neoliberal. A pesar de su rechazo, de sus críticas, e incomprensiones, este espacio que se debería ir construyendo con el aporte de todas y todos, lo hemos conceptualizado como Neo-Reconceptualización. Pero es necesario constatar si están dadas las condiciones materiales y subjetivas en el campo disciplinario que nos permitan dar cuenta de que este es un proceso que está proyectándose a nivel latinoamericano, más a allá de sus diferencias estructurales y las particularidades en los niveles de discusiones teóricas, conceptuales y metodológicas que se estén desarrollando.

Nos parece necesario reconocer que hay experiencias que apuestan por un Trabajo Social crítico, que se piense desde un paradigma distinto al que ha impuesto la racionalidad neoliberal. En esa línea, destacamos y reconocemos el esfuerzo epistemológico-político del Colectivo de Trabajo Social Crítico Colombia, el cual representa, sin dudas “renovación critica profesional, que cada vez toma más fuerza, es importante rescatar la experiencia del Colectivo de Trabajo Social Critico Colombia, como un proceso que ha logrado consolidarse a lo largo de más de una década” (Sierra-Tapiro, 2018). Nuestra apuesta es avanzar en una revisión epistemológica-política del ethos del Trabajo Social latinoamericano, a la luz de los aprendizajes que nos deja el contexto de luchas que se está levantando en América Latina, como, por ejemplo, lo que ha sido el caso de Chile y Ecuador el mes de octubre del año en curso.

Nos parece que los levantamientos sociales que han ocurrido en el mes de octubre, principalmente en Chile y Ecuador, están dando cuenta de un fin de ciclo. Podríamos decir, que estamos frente a un cambio de carácter epocal, que no se había dado, desde los años sesenta y setenta del siglo recién pasado. Por lo mismo, como disciplina, esto no puede ser indiferente, y, por tanto, cobra mucho más sentido re-pensar la disciplina a la luz del contexto histórico-político. En la misma línea, el caso de Chile resulta tener un sentido paradigmático, pues, en el país en donde nace el neoliberalismo podría ser donde se decrete su fin. En Chile nace y en Chile muere el neoliberalismo.

4. Conclusiones

La propuesta de una Neo-Reconceptualización, más allá de tener el prefijo de “neo”, no consiste, en ningún caso, en retomar una discusión que ya ha sido ampliamente revisada, o menos aún en intentar retomar discusiones de los años sesenta y setenta del siglo veinte. Estamos absolutamente claros que no hay continuidad en aquel movimiento de los años sesenta y setenta del siglo pasado, pues la distancia de medio siglo ha estado marcada de hechos históricos, políticos, sociales y culturales que han conllevado en sí mismo a una reorientación del Trabajo Social.

Asumimos que todo análisis de los procesos de formación, producción y circulación de conocimientos generados en el campo de las ciencias sociales, y en particular del Trabajo Social, no pueden hacerse separados del contexto histórico-social. Por ello es que cuando planteamos que hoy el campo disciplinario está atravesado por las condiciones generadas por el modo de producción y relaciones sociales capitalistas en su fase neoliberal, afirmamos que esa es la base desde la cual se analizan las contradicciones, que hoy nos pone en tensión para re-pensar la formación, producción y circulación de conocimientos en la práctica concreta. Se requiere abrir una discusión epistémica, teórica y política, que parta de la necesidad de implementar un espacio de discusión que permita re-mirar lo que es el Trabajo Social y sus tránsitos históricos (Vivero, 2016a; 2016b; 2018). Así como también, las necesarias rupturas con el paradigma dominado por la racionalidad neoliberal.

En consecuencia, también es menester asumir que las transformaciones sociopolíticas, impuestas en su momento por las dictaduras cívico-militares en América latina, tiene consecuencias materiales y subjetivas en toda la sociedad y, por supuesto, en el campo disciplinario. Asi como miramos los hechos históricos que determinan el campo disciplinario, las relaciones sociales de producción y la sociedad en su conjunto, es necesario mirar con atención la emergencia de nuevas luchas sociales que se están levantando en algunos países del continente, que no solo están evidenciando la crisis del neoliberalismo, sino que están demandado un modelo distinto, un nuevo pacto social.

El neoliberalismo, como nueva forma de interacción en el mundo de la vida, ha generado y reproduce las condiciones materiales y subjetivas, guiadas por un individualismo extremo, donde todo es inmediato y desechable. Y esto mismo es lo que hoy la misma sociedad está expresando, que ya no es posible seguir así. Lo que se ha visto en estos actos de rebeldía social es que las personas se están re-encontrando, se están re-conociendo, como una gran y significativa mayoría de explotados, de abusados por el poder económico de una élite privilegiada. Una mayoría significativa que ha salido a las calles para denunciar las injusticias, de un sistema que ha privatizado todos los bienes y recursos más esenciales para la vida.

Bajo la hegemonía ideológica del neoliberalismo, la reflexión y fortaleza intelectual disciplinaria, pareciera no tener sentido, porque lo que se requiere es un mero pragmatismo instrumental. En el nuevo contexto, esta concepción tecnocrática e instrumental debe ser confrontada, con los hechos sociales que han emergido en el continente. Estimamos que el Trabajo Social requiere mirarse críticamente, como un proceso de ruptura con la conciencia ingenua de su práctica concreta, que ha llevado a un peligroso camino a la des-intelectualización disciplinaria/profesional, lo cual se materializa concretamente en ámbito de intervenciones de tipo tecno-instrumentales.

Por ello, cuando nos referimos a una Neo-Reconceptualización, estamos planteando la exigencia de ir configurando un nuevo estatus epistemológico y político de la disciplina. En el contexto de hegemonía neoliberal, el Trabajo Social tuvo una especie de adormecimiento, una renuncia tácita a mirar críticamente el orden social y sus estructuras ideo-políticas. En consecuencia, a desentenderse del imperativo ético y político de transformar el mundo. Ese abandono de la reflexión crítica llevo a una producción de conocimientos meramente instrumental, a realizar intervenciones acríticas, supuestamente despolitizadas y neutras, con lo cual Trabajo Social se fue transformando en una especie de apología de la razón neoliberal.

Para ir cerrando estas ideas en torno a la propuesta de una Neo-Reconceptualización del Trabajo Social, queremos insistir en que reconocemos que hay diferencias históricas importantes de considerar respecto de aquel periodo en el que se desarrolla el movimiento de Reconceptualización. En tal sentido, no estamos pensando este nuevo escenario de manera mecánica o lineal, que conlleve a una re-edición de aquel proceso. No estamos planteando una re-edición de aquel movimiento, en un sentido romántico de re-escribir el pasado. Por el contrario, sostenemos que existiría una dialéctica compleja de continuidad y ruptura entre lo que fue aquel periodo, con sus aciertos y errores, con sus luces y sombras, y el momento histórico político actual que permeabiliza la disciplina con sus tintes neoliberales. Asimismo, sostenemos que las incipientes resistencias que se han ido desarrollando desde inicios del presente siglo, algunas más explícitas, más concretas y otras más simbólicas o aún poco definidas, deberían repercutir en las discusiones y desarrollo del Trabajo Social, en términos epistemológicos, teórico-metodológico y políticos. Por lo tanto, cuando hablamos de una Neo-Reconceptualización o reorientación del Trabajo Social, sostenemos que, a la luz de las transformaciones que ha experimentado la sociedad en el último medio siglo, la disciplina requiere de cambios, búsqueda de nuevos fundamentos en las diferentes perspectivas teóricas. Es re-pensar la formación, lo cual significa tensionar el qué hacer y el para qué hacer. Es decir, pensar en qué intereses estamos reproduciendo, cuál es la direccionalidad, el telos de nuestra existencia como disciplina.

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2Artículo de reflexión derivado de la investigación “La formación de los trabajadores sociales en Chile: un acercamiento interpretativo a la dimensión histórica-política de sus perspectivas teóricas” financiado por CONICYT por medio del Proyecto FONDECYT de Iniciación N° 11140352

Recibido: 05 de Julio de 2019; Aprobado: 29 de Octubre de 2019

Autor de correspondencia: Luis Vivero-Arriagada. Universidad Católica de Temuco. Temuco, Chile. Correo electrónico: luisvive@gmail.com

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