Introducción
El deporte es un instrumento de socialización ampliamente utilizado por educadores para promover un desarrollo integral de los estudiantes (Fraile-Aranda, 2004). Para Tamorri (2004), el deporte es un fin en sí mismo y una herramienta que contribuye a mejorar las habilidades mentales del individuo.
Entre los deportes que requieren de habilidades cognitivas de alto orden y tienen efectos positivos sobre el desarrollo cognitivo se encuentra el ajedrez. El ajedrez es una ciencia, un arte, un deporte y una gran herra mienta educativa (Fernández-Amigo & Sánchez-Rincón, 2011). Para Gobet y Campitelli (2006), ser competente en ajedrez requiere la adquisición de un conocimiento especializado, incluyendo la memorización de un gran número de patrones específicos del juego que pueden implicar movimientos apropiados, evaluaciones o planes. Requiere, además, la capacidad de hacer una búsqueda efectiva y evaluar correctamente las posibles posiciones de ajedrez. Los procesos que se ponen en juego duran te la práctica son considerados habilidades transferibles que cumplen un papel importante en el establecimiento y el alcance de metas y en el logro de un aprendizaje auto-regulado (Hong & Bart, 2007).
Diversas investigaciones han demostrado que el ajedrez tiene un impacto positivo en la concentración, la visualización, la previsión, la toma de decisiones, el pen samiento abstracto, la planificación, la memoria (Kovacic, 2012) y el rendimiento académico (Kazemi, Yektayar, & Abad, 2012; Kovacic, 2012; Thompson, 2003). Se ha indicado, además, que mejora procesos cognitivos como el pensamiento estratégico, la resolución de problemas (Dauvergne, 2000; Ferreira & Palhares, 2008; Kazemi et al., 2012) y la inteligencia (Aciego, García & Betancort, 2012; Gobet & Campitelli, 2002), entre otros. En los útimos años, estudios neuropsicológicos han comenza do a enfatizar los beneficios de la práctica de ajedrez en las funciones ejecutivas (FE). Estos procesos cognitivos de alto orden posibilitan la adaptación a situaciones complejas o novedosas, que no son rutinarias y requie ren de mecanismos de control para ser resueltas de un modo eficaz (Collette, Hogge, Salmon, & Van der Lin den, 2006). Se considera un constructo multidimensio nal que incluye los subprocesos de: 1) memoria de tra bajo, 2) inhibición y 3) flexibilidad cognitiva (Diamond, 2016). La memoria de trabajo es el sistema cerebral que posibilita almacenar temporariamente y mantener en la mente la información necesaria para la ejecución de tareas cognitivas complejas (Baddeley, 1992). La inhibi ción se refiere a la habilidad para suprimir, intenciona damente, respuestas dominantes, prepotentes o automá ticas, cuando es necesario (Miyake, Friedman, Emerson, Witzki, Howerter & Wager, 2000). Por último, la fle xibilidad cognitiva, se define como la capacidad para cambiar o alternar entre diferentes sets mentales o como la habilidad para ver algo desde diferentes perspectivas (Diamond, 2016). Esta estructura de tres dimensiones o componentes ejecutivos ha sido demostrada tanto en niños de habla finlandesa (Lehto, Juujárvi, Kooistra & Pulkkinen, 2003) como de habla hispana (Arán-Filippetti, 2013). Finalmente, una FE más avanzada que se construye a partir de las tres dimensiones centrales, es la capacidad de planificación (Diamond, 2016; Miyake et al., 2000). Esta FE implica la posibilidad de plantearse un objetivo, ensayar mentalmente y emplear una estrate gia para alcanzarlo y, finalmente, valorar si se logró o no el objetivo planeado (Tirapu-Ustárroz, Muñoz-Céspedes, Pelegrín-Valero & Albéniz-Ferreras, 2005).
En general, los estudios que han analizado los efectos de la práctica de ajedrez en las FE se han centra do en alguno de sus componentes específicos. Así, por ejemplo, Unterrainer, Kaller, Halsband y Rahm (2006) valoraron las dimensiones memoria de trabajo y planifi cación (mediante la tarea Torre de Londres) en jugadores de ajedrez y no practicantes y hallaron que, los jugadores de ajedrez, presentan un mejor rendimiento en la tarea de planificación. Sin embargo, no hallaron diferencias significativas entre los dos grupos en cuanto a la inte ligencia y la memoria de trabajo verbal y viso-espacial. Por su parte, Cuéllar y Díaz (2009) no encontraron dife rencias entre ajedrecistas profesionales, aficionados y no practicantes en el desempeño en pruebas ejecutivas que valoran la capacidad de planificación (Torre de Hanoi, Laberintos de Porteus y el Mapa del zoológico) aunque hallaron que, los sujetos no practicantes de ajedrez, re accionan más rápidamente para iniciar las actividades y emplean más tiempo para finalizar las tareas, respecto de los practicantes de ajedrez profesionales y aficiona dos. Según los autores, estos hallazgos sugieren que los sujetos no practicantes de ajedrez presentan una menor capacidad de planificación y un menor autocontrol que los sujetos practicantes. En cuanto a las dimensiones fle xibilidad cognitiva e inhibición, Nejati y Nejati (2012) no encontraron diferencias significativas entre adultos jóvenes practicantes de ajedrez y no practicantes. Final mente, si bien se ha demostrado el papel del compo nente visuoespacial y ejecutivo central de la memoria de trabajo en la práctica de ajedrez (Robbins et al., 1996), hay autores que no han hallado relaciones significativas entre la habilidad para el ajedrez y la memoria visual (Waters, Gobet & Leyden, 2002).
Si bien los estudios referenciados hasta el momen to se han realizado en poblaciones adultas, existen tam bién investigaciones realizadas con poblaciones infanti les y adolescentes que han demostrado los beneficios del ajedrez para el desarrollo cognitivo. Así, por ejemplo, Aciego et al. (2012) hallaron que niños y adolescentes practicantes de ajedrez presentan una mejor capacidad de planificación, memoria y mejores habilidades visuoespaciales, en comparación con niños y adolescentes que practican fútbol o baloncesto. Además, los participantes del estudio que jugaban ajedrez presentaron una mejor capacidad de resolución de problemas, afrontamiento y desarrollo socio-emocional. Con relación a la memo ria, tanto Horgan y Morgan (1990), como Schneider, Gruber, Gold y Opwis (1993), han encontrado efectos del ajedrez en diferentes tareas que implican la capaci dad mnésica. Finalmente, también se han demostrado los efectos del ajedrez en la flexibilidad cognitiva. Por ejemplo, Rojas-Vidaurreta (2001) encontró un mejor desempeño en esta FE, valorada mediante el test de clasi ficación de tarjetas de Wisconsin en su versión computarizada, en niños de 7 a 11 años practicantes de ajedrez en comparación con niños que no practicaban el deporte.
En conjunto, se evidencian algunos estudios que han analizado los efectos del ajedrez sobre algunas FE específicas con diferencias según la edad analizada y la tarea de FE empleada. Sin embargo, dada la escasez de estudios que analicen la relación entre la práctica de aje drez y la FE en niños de habla hispana, considerando bajo este análisis a las diferentes dimensiones del constructo según uno de los modelos actuales de FE (Miyake et al., 2000; Diamond, 2016), el objetivo del presente es tudio fue analizar las diferencias de rendimiento cogni tivo en tareas que valoran las FE de memoria de trabajo, inhibición, flexibilidad cognitiva y planificación entre niños practicantes de ajedrez y no practicantes.
Método
Diseño
La investigación realizada se corresponde a un es tudio de tipo ex post facto de corte transversal (Arnau, 1978; Cortada de Kohan, Macbeth & López-Alonso, 2008; Montero & León, 2007), dado que la variable in dependiente (practicantes de ajedrez vs no practicantes) no es posible de manipular.
Participantes
La muestra, obtenida a través de un muestreo no probabilístico intencional, estuvo conformada por 65 ni ños, de los cuales 42 (64,6 %) eran varones y 23 (35,4 %) eran mujeres. El 29,2 % (n = 19) de los niños tenía 8 años, el 20 % (n = 13) tenía 9 años, el 36,9 % (n =24) tenía 10 años, el 6,2 % (n = 4) tenía 11 años y el 7,7 % (n = 5) tenía 12 años. Del total de participantes, 35 no tenían ninguna experiencia con el ajedrez y asistían a dos instituciones educativas y los otros 30 eran practi cantes activos de ajedrez. Los criterios de inclusión para los practicantes de ajedrez fueron: 1) que asistieran a un taller organizado específicamente para niños de su edad, ya sea municipal o privado y 2) que llevaran un mínimo de dos años practicando sistemáticamente el deporte. Para la muestra total se consideró, además, que los niños no presentaran antecedentes clínicos, neurológicos ni psiquiátricos, y que cursasen sus estudios escolares con regularidad, sin repitencia escolar. En cuanto a los ni ños que eran practicantes activos de ajedrez, la media de edad fue de 9,40 (DE = 1,50), siendo 2 niñas y 28 niños, siendo la media del nivel educativo de los padres 7,73 (DE = 1,14), correspondiendo a un nivel universitario in completo. En relación al grupo de niños que no tenían experiencia, la media de edad fue de 9,29 (DE = 0,86). El grupo quedó conformado por 21 niñas y 14 niños. En este caso, la media del nivel educativo de los padres fue de 7,83 (DE = 1,25), correspondiéndose también a un nivel universitario incompleto. En la Tabla 1 se presen tan las características sociodemográficas para cada grupo (practicantes de ajedrez vs. no practicantes). Dado que la edad es un factor asociado al desempeño en tareas que valoran las FE (Arán-Filippetti, 2011), para controlar esta variable, se realizó una prueba t para muestras inde pendientes para estudiar si existían diferencias significa tivas en cuanto a la edad según la práctica de ajedrez. Los resultados indicaron que no existen diferencias entre los grupos Practicantes ajedrez vs. No practicantes (t (63) = 1.014, p = .316) (ver Tabla 1).
Para acceder a las escuelas y a los talleres de aje drez, se contactó al personal directivo de las institucio nes, explicando los objetivos de la investigación y la mo dalidad de aplicación de los instrumentos. Teniendo en cuenta que los participantes del estudio eran menores de 18 años, se les entregó un consentimiento para brin dar información a los padres o tutores responsables del menor, aclarando que la participación era voluntaria y anónima.
Grupo | ||
---|---|---|
Practicantes de ajedrez | No practicantes | |
Número de sujetos | 30 | 35 |
Edad | 9.60 (1.50) | 9.29 (0.86)ns |
Sexo | 2 F/ 28 M | 21 F/ 14 M |
Nivel educativo padres ‡ | 7.73 (1.14) | 7.83 (1.25) |
ns = diferencias no significativas. ‡ Para el Nivel educativo de los padres se tuvo en cuenta el nivel más alto alcanzado por el padre o madre de cada niño. Las categorías empleadas fueron las siguientes: 0=No asistió a la escuela, 1=Escuela primaria incompleta, 2=Escuela primaria completa, 3=Secundaria incompleta, 4=Secundaria completa, 5=Terciario incompleto, 6=Terciario completo, 7=Universidad incompleta, 8=Universidad completa, 9=Doctorado en curso, 10=Doctorado completo
Instrumentos
Test de Colores y Palabras de Stroop (Golden, 2007)
Brinda una medida de la resistencia a la interfe rencia y la capacidad de inhibición de respuestas ver bales. Está integrado por tres láminas. En la primera lámina, se solicita la lectura en voz alta, lo más rápido posible, de las palabras rojo, verde, azul, impresas en ma yúscula negra en orden aleatorio. En la segunda lámina, compuesta por grupos de cuatro XXXX impresos al azar en color rojo, verde o azul, se solicita que se nombre el color de la tinta, lo más rápido posible. La última lámi na, está constituida por los nombres de los colores de la lámina 1 pero coloreados en rojo, verde o azul de un modo en que no coincida el nombre con el color. En esta última instancia, se le solicita al niño que mencio ne, lo más rápido posible, el color de la tinta. La pun tuación directa obtenida en la lámina palabra-color, fue la utilizada como medida de inhibición y capacidad de interferencia, en tanto demanda inhibir la lectura de la palabra para denominar el color de la tinta.
Memoria de trabajo, WISC IV (Wechsler, 2010)
Está compuesto por dos subtest principales: 1) Dí gitos (D), consiste en la lectura por parte del examinador de una serie de dígitos, en complejidad creciente, y de su repetición por parte del niño. Este subtest ofrece una medida de la retención verbal inmediata cuando se eva lúa con dígitos en orden directo y el mantenimiento y la manipulación de la información (memoria de trabajo) cuando se emplean dígitos en orden inverso. 2) Letras y números (LN), consiste en la lectura, por parte del exami nador, de una serie de números y letras desordenadas y el niño debe recordar la serie ordenando los números de menor a mayor y las letras por orden alfabético. La suma de ambos subtest permite obtener un índice compuesto de memoria de trabajo.
Test de clasificación de tarjetas de Wisconsin (WCST) (Heaton, Chelune, Talley, Kay & Curtiss, 1997)
Es una tarea que requiere habilidad para desarro llar y mantener las estrategias de solución de problemas que resultan adecuadas para conseguir un objetivo a tra vés de condiciones que implican cambios de estímulos (Soprano, 2003). Específicamente brinda una medida del cambio o la flexibilidad cognitiva (Miyake et al., 2000). El test consiste en emparejar un mazo de dos blo ques de 64 tarjetas respuesta, con 4 tarjetas estímulo (un triangulo rojo, dos estrellas verdes, tres cruces amarillas y cuatro círculos azules) que se colocan frente al sujeto. Cada vez que el sujeto empareja una tarjeta con una de las 4 tarjetas estímulo, se le indica si es correcto o inco rrecto, pero nunca el criterio que debe tener en cuenta para clasificar. El test finaliza cuando se completan con éxito 6 categorías o hasta que se hayan empleado las 128 tarjetas. El indicador utilizado en el presente estudio como medida de la flexibilidad cognitiva fue el número de categorías completas.
Laberintos dePorteus (Porteus, 2006)
Es una prueba que permite valorar la capacidad de planificación. Está constituido por doce laberintos de complejidad creciente, que según el nivel de dificul tad, ofrece dos o cuatro intentos de resolución. El suje to debe trazar con un lápiz el camino desde la entrada hasta la salida, sin repasarlo previamente con el dedo o el lápiz. Se puede aplicar en niños a partir de los 3 años de edad. El indicador empleado como medida de la pla nificación fue el número del total de laberintos comple tados correctamente.
Procedimientos de recolección de datos
Una vez obtenido el consentimiento y asentimien to del niño se aplicaron los instrumentos de manera in dividual, en un periodo de tiempo de aproximadamente 40 minutos. En el caso de los niños que participaban de un taller de ajedrez, se le solicitó, además, un informe al profesor sobre el nivel de juego según su criterio y la cantidad de torneos en los que participó cada niño.
Análisis de datos
Para analizar las diferencias de rendimiento cogni tivo según la práctica de ajedrez, se empleó Análisis Multivariado de Varianza (MANOVA). El procesamiento y análisis estadístico de los datos se realizó utilizando IBM SPSS Statistics versión 20.0.
Resultados
Los resultados indican que existen diferencias sig nificativas en cuanto al rendimiento de tareas que valo ran las FE según la práctica de ajedrez, F de Hotelling (4, 60) = 3,91, p = .007, n = .21. Estas diferencias se encon traron para todas las FE evaluadas: inhibición F(1, 63) = 7,00, p = .010, n2 = .10, memoria de trabajo F(1, 63) = 7,30, p = .009, n2 = .10, flexibilidad cognitiva F(1, 63) = 7,62, p = .008, n2 = .11, y planificación F(1, 63) = 10,12, p = .002, n2 = .14, observándose puntuaciones medias su periores en los niños practicantes de ajedrez (ver Tabla 2).
Indicadores | Practicantes de ajedrez | No practicantes | p | |||
---|---|---|---|---|---|---|
M | DE | M | DE | |||
Inhibición PC | 30,97 | 9,19 | 25,69 | 6,86 | .010 | |
Funciones | IMT-WISC IV | 31,17 | 7,36 | 26,51 | 6,52 | .009 |
Ejecutivas | FC-NCC | 3,70 | 2,02 | 2,49 | 1,52 | .008 |
Plan-TL | 12,92 | 1,50 | 11,37 | 2,27 | .002 |
Nota. PC = palabra-color stroop; IMT-WISC IV = índice memoria de trabajo WISC IV; FC-NCC= Flexibilidad cognitiva - Número de categorías completas WCST; Plan-TL= Total laberintos correctos Porteus.
Discusión
El objetivo del presente estudio fue examinar las diferencias de rendimiento cognitivo en tareas que valoran las FE entre niños practicantes de ajedrez y no practicantes. Nuestros resultados indican que los niños que practican ajedrez presentan puntuaciones superio res en tareas que valoran la planificación, la inhibición, la memoria de trabajo y la flexibilidad cognitiva respecto de aquellos que no lo practican. Estudios previos tam bién hallaron efectos del ajedrez, no solo en diferentes tareas que valoran las FE (Unterrainer et al., 2006; Rojas-Vidaurreta, 2001), sino también en dominios cognitivos como la habilidad meta-cognitiva y la resolución de problemas matemáticos (Kazemi et al., 2012), en el rendimiento académico en matemáticas y lengua (Gliga & Flesner, 2014) y en el desarrollo socio-emocional de niños y adolescentes (Aciego et al., 2012).
Específicamente en lo que refiere a la capacidad de planificación, se halló que los niños que practican ajedrez obtuvieron puntuaciones superiores respecto del grupo control. Estas diferencias podrían explicarse por el hecho que, desde el inicio de cada partida, el sujeto debe planificar los movimientos a realizar, y anticipar se a las posibles jugadas de su oponente, para lograr su objetivo. Específicamente, el jugador debe considerar to dos los movimientos posibles, evaluar sus consecuencias y seleccionar el más apropiado. Si bien Cuéllar y Díaz (2009) no encontraron diferencias entre ajedrecistas pro fesionales, ajedrecistas aficionados y no practicantes en diferentes tareas que valoran la capacidad de planifica ción, autores como Unterrainer et al. (2006) y Aciego et al. (2012) sí hallaron diferencias en las tareas Torre de Londres y Laberintos de WISC-R, respectivamente, entre jugadores de ajedrez y no jugadores.
También se hallaron diferencias entre los grupos en cuanto a la capacidad de inhibición, siendo los niños practicantes de ajedrez los que demostraron tener un mejor control inhibitorio. Así, la inhibición sería una habilidad implicada en el ajedrez en tanto el sujeto debe ser capaz de prestar atención, seleccionar el movimiento más conveniente e inhibir los inapropiados y no apre surarse a efectuar una jugada sin considerar las posibles consecuencias. A pesar de que las pocas investigaciones que relacionaron estas variables no han hallado dife rencias significativas entre ajedrecistas y no practican tes (Nejati & Nejati, 2012; Postal, 2012), es importante señalar que las mismas se han llevado a cabo con po blaciones de jóvenes y adultos expertos en ajedrez. Así, podría pensarse que la capacidad de inhibición sería im portante durante la niñez y en los inicios de la práctica de ajedrez y la experticia explicaría, en parte, la mayor o menor demanda a los procesos inhibitorios durante la práctica de ajedrez.
Con respecto a la memoria de trabajo, los resulta dos también demostraron que sería una función impli cada en las partidas de ajedrez, en tanto los niños que lo practican mostraron un rendimiento superior. Autores como Horgan y Morgan (1990), Schneider et al. (1993) y Robbins et al. (1996) también hallaron un efecto del ajedrez en diferentes tareas de memoria. Según Robbins et al. (1996) la memoria de trabajo, principalmente el componente ejecutivo central, estaría implicado en la se lección de movimientos, es decir, en el proceso durante el cual se generan las secuencias de movimientos y se sopesan las ventajas de unos sobre otros.
Finalmente, la flexibilidad cognitiva sería otra de las FE implicadas en el ajedrez. Nuestros resultados indican que los niños que practican ajedrez presentan puntuaciones superiores respecto de aquellos que no lo practican. Consistentemente, Rojas-Vidaurreta (2001) halló diferencias significativas en cuanto a la flexibilidad cognitiva entre niños ajedrecistas y un grupo control. Según la autora, la flexibilidad cognitiva se pondría en juego cuando el sujeto debe plantear, organizar y rees tructurar las jugadas considerando las reglas específicas del juego y las variaciones imprevistas del oponente.
En síntesis, nuestros resultados indican que los niños que practican ajedrez muestran un mejor desem peño en tareas ejecutivas de planificación, inhibición, memoria de trabajo y flexibilidad cognitiva. Así, la prác tica de ajedrez durante la niñez impondría demanda a diferentes procesos cognitivos ejecutivos, lo que sugiere que sería una herramienta efectiva para favorecer el de sarrollo de las FE durante la niñez. Según Remine, Care y Brown (2008) la habilidad para anticipar, planificar los movimientos antes de realizarlos y analizar la efectividad de los movimientos ejecutados serían los procesos ejecu tivos implicados en el juego de ajedrez.
Los resultados de este estudio tienen importantes implicaciones para el ámbito clínico, educativo y fami liar. En el ámbito clínico, estos datos tienen implican cia para la intervención terapéutica con poblaciones infantiles, particularmente con aquellas que presenten un patrón neurocognitivo de disfunción ejecutiva. Al respecto, un estudio reciente demostró una mejoría en los síntomas de desatención e hiperactividad en niños con TDAH tras la aplicación de un programa de entre namiento ajedrecista (Blasco-Fontecilla et al., 2016). Así, podría pensarse al ajedrez como una estrategia terapéu tica útil para la estimulación de las FE en la clínica in fantil. Por otra parte, los resultados del presente estudio tienen implicancias para el ámbito educativo en tanto ponen de manifiesto la importancia del ajedrez para el desarrollo de FE necesarias para el aprendizaje escolar. Esto promueve el diseño de estrategias de entrenamien to en ajedrez para favorecer el desarrollo de las FE, y del rendimiento académico en general, desde el inicio de la escolaridad formal. Según Rojas-Vidaurreta (2001), la práctica de ajedrez favorece el desarrollo ejecutivo de las personas, lo que a su vez potencia la resolución de pro blemas en la vida diaria. Finalmente, estos datos tienen implicancias para el ámbito familiar en tanto revelan la posibilidad de estimular lúdicamente las FE a través de la práctica de ajedrez.
Para la realización de futuras investigaciones sería relevante estudiar el efecto de la práctica de ajedrez en las FE en poblaciones adolescentes y adultas, para compro bar si la experticia y la edad podrían explicar, en parte, las variaciones individuales de funcionamiento ejecutivo según la práctica de ajedrez. Por otra parte, considera mos importante evaluar las FE en instituciones educa tivas en donde se utilice el ajedrez como herramienta pedagógica de apoyo para el rendimiento académico.