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Bitácora Urbano Territorial

versión impresa ISSN 0124-7913versión On-line ISSN 2027-145X

Bitácora Urbano Territorial vol.32 no.1 Bogotá ene./abr. 2022  Epub 11-Jul-2022

https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n1.96007 

Artículos

Ocio y apropiación socioespacial desde una perspectiva feminista: el caso del Cerro Cordillera, Valparaíso[1].

Leisure and socio-spatial appropriation from a feminist perspective: the case of Cerro Cordillera, Valparaíso.

Lazer e apropriação socioespacial na perspectiva feminista: o caso de Cerro Cordillera, Valparaíso.

Loisirs et appropriation socio-spatiale dans une perspective féministe: le cas de Cerro Cordillera, Valparaíso.

1 Universidad de Chile cmbanda@uc.cl

2 Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales, Pontificia Universidad Católica de Chile y Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES) paz.concha@uc.cl


Resumen

Este artículo indaga cómo las prácticas de ocio generan apropiaciones del espacio urbano, en el caso de mujeres habitantes del Cerro Cordillera en la ciudad de Valparaíso, Chile. A partir de una aproximación etnográfica de situaciones de la vida cotidiana de un grupo de mujeres del cerro, se develan tres grupos de prácticas socioespaciales vinculadas al ocio: las comunitarias, las personales y las colectivas. Las primeras abordan la participación de mujeres en el trabajo de recuperación de espacios descartados de la ciudad, como sitios eriazos, quebradas y lugares deteriorados, para ser utilizados como espacio público para el barrio. Las segundas, corresponden a prácticas personales en donde se exploran relaciones más íntimas entre el ocio y la ciudad; como el paseo o la utilización de calles como miradores. Finalmente, las practicas colectivas son aquellas donde las mujeres crean redes de amistad y cuidado a través del ocio. El artículo expone otras vías de análisis para la producción social del espacio público, mostrando cómo las esferas de lo personal y lo comunitario se vinculan a través del ocio, reivindicando a su vez, las prácticas y estrategias de apropiación espacial de las mujeres.

Palabras clave: espacio urbano; ocio; feminismo; vida cotidiana; comunidad

Abstract

This article looks at the ways in which leisure practices create appropriation of urban space in the case of women from Cerro Cordillera in Valparaíso, Chile. Using an ethnographic approach, we focus on the everyday life of a group of women to find three types of socio spatial leisure practices: communitarian, personal and collective. The first type corresponds to women participation and work in the recovery of unused space in the city like empty sites, ravines and ran down places that are being used as public space in the neighbourhood. The second type is personal practices that explore more intimate relationships between leisure activities and the city, as for example, walking or using streets as viewpoints. Finally, collective practices are those in which women create networks of friendship and care through leisure. The article analyses the social production of public space by looking at how the personal and communitarian spheres are linked through leisure and it claims for the importance of women practices and strategies of spatial appropriation.

Keywords: urban space; leisure; feminism; everyday life; community

Resumo

Este artigo investiga como as práticas de lazer geram apropriações do espaço urbano, no caso das moradoras de Cerro Cordillera, na cidade de Valparaíso, Chile. A partir de uma abordagem etnográfica de situações do cotidiano de um grupo de mulheres do Cerro, revelam-se três grupos de práticas socioespaciais relacionadas ao lazer: comunitária, pessoal e coletiva. As primeiras tratam da participação das mulheres no trabalho de recuperação de espaços descartados na cidade, como lugares vazios, quebradas e locais degradados, para serem utilizados como espaço público para o bairro. O segundo corresponde a práticas pessoais onde são exploradas relações mais íntimas entre o lazer e a cidade; como a caminhada ou o uso das ruas como mirantes. Por fim, práticas coletivas são aquelas em que as mulheres criam redes de amizade e cuidado por meio do lazer. O artigo expõe outras vias de análise para a produção social do espaço público, mostrando como as esferas do pessoal e do comunitário se articulam atraés do lazer, reivindicando, ao mesmo tempo, as práticas e estratégias de apropriação espacial das mulheres.

Palavras-chave: espaço urbano; lazer; feminismo; vida cotidiana; comunidade

Résumé

Cet article explorer comment les pratiques de loisirs génèrent des appropriations de l'espace urbain, dans le cas des femmes habitantes de Cerro Cordillera dans la ville de Valparaíso, Chili. A partir d'une approche ethnographique de situations de la vie quotidienne d'un groupe de femmes du Cerro, se révèlent trois grands groupes de pratiques socio-spatiales liées au loisir: les communautaires, les personnelles et les collectives. Les premières, abordent la participation de ces femmes dans le travail de récupération d'espaces abandonnés de la ville, tels que les lieux vides, ravins et endroits dégradés, à utiliser comme espace public pour le quartier. Les secondes correspondent à des pratiques personnelles où sont explorées des relations plus intimes entre les loisirs et la ville; comme la promenade ou l'utilisation des rues comme points de vue. Enfin, les pratiques collectives sont celles dans lesquelles les femmes créent des réseaux d'amitié et de soins par le loisir. L'article expose d'autres voies analytiques pour la production sociale d'espace public, en montrant comment les sphères de l'intime et du communautaire se lient à travers le loisir, tout en revendiquant les pratiques et les strategies d'appropriation spatiale des femmes.

Mots-clés: espace urbain; loisir; féminisme; vie quotidienne; communauté

Las prácticas descritas en este artículo muestran algunas de las maneras mediante las cuales las mujeres se apropian del barrio y sus espacios públicos, donde confluyen las acciones comunitarias, la búsqueda por el lugar propio y la creación de redes de cuidado y afectos.

Introducción

Los estudios sobre el habitar de las mujeres en contextos urbanos y territoriales, desde la geografía feminista, problematizan cómo los lugares se construyen a partir de las prácticas sociales y espaciales, donde las nociones de género y espacio se producen y transforman mutuamente (McDowell, 2000). Durante las últimas décadas, académicas y activistas han examinado las dicotomías de lo privado-público, la concepción socioespacial de lo femenino-masculino y las relaciones de poder en la producción del espacio bajo las categoría de sexo y género (Soto, 2018), evidenciando a su vez la profunda mirada capitalista y androcéntrica desde la cual se han pensado las ciudades. Bajo esta lógica, la vida pública y productiva se han impuesto como eje de la planificación, otorgándoles más espacios y mejores localizaciones, dejando de lado otras esferas de la vida cotidiana como la reproductiva, la comunitaria y la esfera propia, donde se enmarca el autocuidado y el ocio (Collectiu Punt 6, 2019).

Precisamente, los aportes entre la geografía feminista y los estudios de ocio con perspectiva de género han entregado nuevos elementos para pensar el ocio como práctica socioespacial dinámica, abordando temáticas que van desde el consumo hasta la generación de identidades. Scraton y Watson (1998) han dado cuenta de su potencial como concepto transdisciplinar, en donde el espacio urbano ofrece un campo de comprensión para la experiencia del ocio en mujeres. Estos estudios reportan las diferencias de recursos disponibles para las comunidades y la falta de programas e infraestructuras que contemplen las experiencias de las mujeres en torno al ocio, sea deportivo u otro (Merelas y Caballo, 2018). Sin embargo, aún existe reducida literatura sobre el estudio del ocio y género en Latinoamérica, con un vacío en la investigación de estas prácticas desde la perspectiva de las mujeres.

La ciudad de Valparaíso, ubicada en la zona central de Chile, es uno de los asentamientos urbanos más antiguos del país, siendo reconocida por su actividad portuaria y un entorno geográfico característico que concentra bahía, plan y cerro. Debido a sus condiciones morfológicas y de poblamiento, su configuración urbana proviene de la apropiación de cerros y quebradas, albergando una gran cantidad de espacios intersticiales que han quedado fuera de la planificación; retazos de la autoconstrucción, de la dificultad para edificar, problemas legales y abandonos (Mercado, 2018). El Cerro Cordillera posee varios de estos espacios, los que han sido transformados y apropiados por sus habitantes mediante diversas iniciativas con el interés de generar espacio público para la comunidad.

El presente artículo se basa en una investigación con enfoque feminista que tuvo por objetivo conocer cómo las mujeres usan y se apropian del espacio público a partir del ocio, develando una serie de prácticas socioespaciales que no sólo establecen relaciones con la ciudad sino también entre ellas, mediante el trabajo comunitario y las redes de amistad. El marco teórico introduce el estado del arte de los estudios de ocio con perspectiva feminista y las implicancias físicas y sociales de los espacios públicos como espacios diferenciados por género. También se discute cómo el estudio de la apropiación espacial desde la corporalidad es relevante para comprender las experiencias y prácticas cotidianas de ocio de las mujeres. Luego de exponer brevemente la metodología y el trabajo de campo, se discuten los resultados, distinguiendo tres grupos de prácticas socioespaciales vinculadas al ocio en el espacio público: las comunitarias, las personales y las colectivas.

El Ocio de las Mujeres

Los estudios de ocio (leisure studies en inglés) son comúnmente abordados desde tres aristas: como actividad funcional que persigue fines socialmente definidos, como tiempo y espacio usado conscientemente para el placer personal o como práctica residual que se desarrolla luego de la actividad laboral (Rojek, 2006). Sin embargo, es a partir de su relación con el trabajo o la ausencia de este, desde donde se han levantado sus significados más comunes. Así, el ocio ha sido asociado a la vagancia, la falta de empleo y actitudes moralmente cuestionables, aspectos que tienen un correlato en la diferenciación y reproducción de la clase, etnia y género (Juniu y Henderson, 2002).

Durante los años 80s, diversas académicas cuestionan la relación ocio-trabajo en el marco de las desigualdades de género en el trabajo productivo y reproductivo (Wearing y Wearing, 1988). Posteriormente, los estudios sobre ocio y género se han desarrollado principalmente en tres líneas de investigación: los factores que condicionan la participación de las mujeres en este, el análisis de la socialización diferenciada en base al sexo y las posibilidades del ocio como forma de resistencia de las mujeres y su relevancia en la creación de identidades diversas (Merelas y Caballo, 2018).

En cuanto a la primera línea, las investigaciones han evidenciado cómo la distribución desigual de las labores de cuidado es una de las principales brechas para el ocio de las mujeres. Al compatibilizar labores productivas y reproductivas, el tiempo de las mujeres se vuelve múltiple, simultáneo y fragmentado, donde la diferenciación entre lo que es obligación, trabajo u ocio depende del contexto (Juniu y Henderson, 2002). El estudio de las dinámicas familiares ha visibilizado que el tiempo propio de las mujeres pareciera ser negociable en relación con otras labores, y que las actividades que a menudo son clasificadas como tiempo libre. Ocupaciones como estar en casa con los niños, proveer el ocio infantil o planificar actividades familiares, son experimentadas frecuentemente desde la perspectiva de las mujeres como trabajo antes que como ocio (Shaw, 2001).

Respecto a la segunda línea, la sociología y la psicología han estudiado cómo los comportamientos y preferencias ante prácticas de ocio reflejan condiciones disímiles entre hombres y mujeres desde temprana edad, tanto en espacios educativos como en plazas de juego (Karsten, 2003) siendo los niños quienes poseen una mayor participación y, por tanto, una mayor presencia.

Finalmente, desde la perspectiva del ocio como resistencia, Wearing (1998) y Shaw (2001) indican que el interés por la agencia y la conformación de las identidades ha puesto atención a la relación entre el ocio y la libertad de elección y expresión, tanto para el tipo de práctica realizada como en los entornos físicos donde se realiza. Green (1998) estudió cómo los momentos de ocio entre mujeres son importantes para la revisión de sus vidas, desde donde emergen significados comunes, disímiles o de resistencia a las identidades de género tradicionales. En este sentido, el ocio se transforma en un lugar privilegiado para la amistad y un mecanismo clave a través del cual se aseguran y comprenden las subjetividades.

El Espacio Físico y Social del Ocio

El espacio ha sido una dimensión importante dentro de los estudios de ocio, abordando aspectos como distancia, ubicación, tipos de lugares en relación con sus usuarios, las distinciones entre el ocio urbano y el rural o cómo los individuos perciben y experimentan los lugares de ocio en relación con componentes económicos, sociales, ambientales y culturales (Crouch, 2006). Benjamin (1972), a partir del trabajo de Charles Baudelaire, describió los cambios en el comportamiento de los habitantes de las grandes ciudades a través de la figura del flâneur como representante de una nueva cultura urbana paseante y ociosa, que deambula y goza de los espacios de la ciudad, pero que también hace de ella objeto de deseo y mercancía.

La geografía cultural y la teoría crítica han contribuido a pensar cómo las identidades culturales, las estructuras de poder y las prácticas sociales son también parte de la creación de estos espacios. Oldenburg (1989) identificó cómo estos espacios de ocio y consumo como bares y clubes actuaban como un "tercer espacio", de especial interés para los hombres. Mediante el acceso restringido y la segregación por género implícita en las normas sociales, estos lugares sirvieron desde sus inicios como espacios de esparcimiento y descanso tanto de lo laboral como de lo familiar, permitiéndoles a su vez cultivar vínculos fuertes entre los miembros masculinos de sus comunidades. Al prohibir la entrada a mujeres jóvenes y adultas a bares, viajar solas o incluso caminar vestidas de cierta forma, las actitudes culturales, las normas y entornos sociales limitaron considerablemente su participación en este ocio urbano.

Es precisamente la figura del flâneur anteriormente mencionada, la que ha sido principalmente rescatada por las geografías feministas y las investigadoras en ocio, cuestionando si acaso una versión femenina del concepto, la flâneuse, es posible. Wilson (1992) describió cómo en los orígenes de la ciudad moderna se restringieron los desplazamientos y la participación de las mujeres burguesas en lugares públicos y de entretenimiento, basándose en preceptos morales, higienistas y punitivos que relacionaban la libertad de desplazamiento de las mujeres con la prostitución, enfermedad y desorden. Respecto a la posibilidad de la flâneuse, las investigadoras han transitado entre su reivindicación y recuperación como sujeta histórica, y como figura que requiere una examinatión crítica en sus posibilidades de emancipación real de la mirada masculina (Kern, 2020). Más allá de estas dicotomías, la flâneuse instala el debate sobre la apropiación espacial de las mujeres en contextos urbanos y el derecho de estar e incidir en el espacio público.

Apropiación del Espacio Público desde el Ocio

El concepto de apropiación espacial ha sido trabajado ampliamente por la Psicología Ambiental para describir cómo las personas dan significado a los objetos o espacios con los cuales se vinculan, reconociendo tres dimensiones: la simbólica, donde se analizan los significados con los que un individuo o colectividad carga a un espacio de acuerdo con sus características físicas, estructurales y funcionales; la identitaria, como la identificación y diferenciación con los demás desde la cual se crean identidades sociales, personales y espaciales; y la afectiva o de "apego al lugar", donde se revisan los componentes espaciales, emocionales, sociales, culturales y temporales que operan en el vínculo sensible con el lugar (Vidal y Pol, 2005).

Alicia Lindón (2009) define apropiación también como "prácticas que marcan el lugar de cierta manera (...) que expresan la identificación del sujeto con el lugar y la identificación del lugar a partir del sujeto ya sea por su presencia o por su hacer" (Ibid., p. 13). La relación entre apropiación y prácticas implica a su vez introducir la noción de corporalidad, en tanto es a través del cuerpo que nos movilizamos y generamos aquella relación sensible y afectiva con el espacio (Lindón, 2017). Desde esta línea, explica Lindón (2015) que "las ciudades pueden ser vistas como embravecidos torbellinos de afectos" (p. 8) desde los cuales es posible analizar los discursos sobre la estigmatización, el miedo o la alegría asociada al lugar como operaciones que no sólo tienen una explicación desde el lenguaje y la materialidad, sino que también pasan en y por el cuerpo.

De esta forma, la apropiación espacial se entiende desde la corporalidad como una operación sensible y afectiva entre lo que el espacio significa para el cuerpo y lo que el cuerpo aporta a la construcción social del espacio. Cuando pensamos en las prácticas socioespaciales de ocio desde una perspectiva feminista, la preocupación por lo corporal, sensible, afectivo y relacional es de gran relevancia para comprender la apropiación del espacio público por las mujeres. Esto, si consideramos el ocio como el conjunto de prácticas a través de la cuales se construyen las identidades, se refuerzan relaciones sociales y se comparten experiencias corporeizadas en el espacio, las cuales también son mediadas por el género.

Metodología

Esta investigación se realizó utilizando una aproximación etnográfica; el trabajo de campo fue realizado por la autora principal del artículo en cuatro etapas, entre diciembre de 2019 y mayo de 2020. Se utilizaron técnicas como la observación participante y no participante, el uso de diarios o bitácoras personales, entrevistas en profundidad, revisión de información secundaria y análisis espacial.

En la Etapa 1 (diciembre 2019), se realizó un trabajo de pre-campo para determinar los lugares de observación en el Cerro Cordillera y tomar contacto con las participantes de la investigación (Figura 3). El grupo se dividió en tres informantes clave que facilitaron el acceso al campo y 10 participantes. Estas fueron seleccionadas en un muestreo intencionado a partir de cuatro criterios de selección: ser mujer[2], tener más de 18 años, residir en el Cerro Cordillera y participar o vivir cerca de alguno de los lugares de la observación participante (Figura 3) -la multicancha Merlet, el Huerto Comunitario, Espacio Santa Ana o el Taller Aduanilla-.

Fuente: Registro propio (marzo de 2020).

Figura 1 Jornada de muralismo en Cerro Cordillera, organizada por la Asamblea de Mujeres del Cerro Cordillera y Barrio Puerto 

Fuente: Registro propio (febrero de 2020).

Figura 2 Convocatorias para eventos de las Asambleas en el cerro 

Fuente: Elaboración propia.

Figura 3 Mapa de los lugares observados en el Cerro Cordillera 

En la Etapa 2 (febrero-marzo 2020), se realizó observación no participante de los lugares mencionados, tomando notas de campo y registro fotográfico respecto de los aspectos físicos del lugar, actividades de ocio y la interacción de las mujeres con el espacio y con otros. Además, se participó en diferentes actividades de mujeres en el Cerro Cordillera y en el resto de Valparaíso, como encuentros deportivos, conmemoración del Día Internacional de la Mujer, jornadas de muralismo (Figura 1), entre otras actividades coordinadas por la Asamblea de Mujeres de Cordillera y Barrio Puerto.

La Etapa 3 (abril 2020)[3], consistió en el diseño y entrega de diarios personales (bitácoras) a 10 participantes, quienes debían responder en un plazo de tres semanas y de manera asincrónica, una serie de preguntas acerca de sus actividades de ocio personales y la relación con el espacio doméstico y el espacio público. En la Etapa 4 (mayo 2020) se hizo seguimiento del proceso de respuesta de las bitácoras a través de conversaciones de WhatsApp y llamadas telefónicas. Luego, se realizaron 10 entrevistas semiestructuradas por llamada y videollamada a las participantes, junto con tres entrevistas semiestructuradas a las informantes. En estas entrevistas se consultó por el contenido entregado en las bitácoras y se realizaron recorridos virtuales usando Google Street View por lugares de ocio, lugares significativos y desplazamientos habituales por motivos de ocio en el barrio. Finalmente, se realizó análisis espacial con la información levantada y fuentes secundarias (planos, documentos municipales, bibliografía). Esto permitió elaborar mapas que muestran cómo los espacios públicos y las prácticas de ocio de las mujeres se dibujan en el territorio desde su uso y su apropiación.

Ocio Comunitario: Apropiación Espacial a Escala Barrial

Las prácticas socioespaciales de las participantes se enmarcan en un escenario particular de vida comunitaria, produciendo apropiaciones fuertemente vinculadas con este contexto. Este perfil comunitario es característico de muchos cerros de la ciudad de Valparaíso, el cual se manifiesta mediante el trabajo de organizaciones e iniciativas que surgen constantemente desde la ciudadanía. Entre estas agrupaciones, destacan los centros culturales, clubes deportivos y asambleas territoriales donde las mujeres participan en la construcción y mejoramiento del espacio común en que se llevan a cabo actividades de ocio. Las tres organizaciones principales son el Espacio Santa Ana, las Asambleas Territoriales y el Huerto Comunitario.

El Espacio Santa Ana es una organización comunitaria autogestionada que surge a partir de la recuperación de la Población Obrera La Unión (conjunto de viviendas sociales que data del periodo 1870-1898) en lo que anteriormente fue la capilla Santa Ana y el Hogar de Niñas María Goretti (fundada en 1886). Es un proyecto formado bajo un modelo heredado de otros espacios con más trayectoria dentro del Cerro, como el Taller de Acción Comunitaria (TAC). En este espacio se imparten talleres de arte, oficios, deporte y expresión corporal enfocados en niños, niñas y jóvenes, así como asambleas territoriales y otros eventos barriales.

La Asamblea Territorial Cordillera (AT) y la Asamblea de Mujeres (AM) del Cerro Cordillera y Barrio Puerto son instancias recientes que, a diferencia de otras iniciativas, no poseen un lugar físico, sino que van rotando entre los espacios comunitarios, las casas de vecinas y espacios públicos como las plazas y el huerto. La AM se crea en abril del 2018, para reflexionar sobre las problemáticas de las mujeres en el sector. Por su parte, la AT emerge durante el Estallido Social en Chile de Octubre de 2019 como forma de articulación y debate en torno al proceso político y en miras al proceso constituyente. Las asambleas territoriales son relevantes para las participante pues sirven para coordinar actividades comunitarias como ollas comunes, jornadas de recuperación de espacios o de muralismo en el Cerro (Figura 2). Para Jocelin, la AT representa un lugar acogedor y revitalizante, donde encuentra una valoración por su trabajo entre personas de distintas edades y motivaciones:

...Cuando empezaron las Asambleas, yo como que reviví (...) A mi marido le costó, porque tiene una mentalidad de los años 60, pero aprendió, porque yo me paré y dije 'no po, si es mi momento. Yo pertenezco ahí y ya estoy ahí.' (Jocelin, 50 años)

La disputa y recuperación de lugares abandonados es una práctica arraigada al imaginario de los cerros porteños. Son acciones que están enfocadas en aportar a la calidad de vida de sus habitantes, recomponer vínculos, dotar de servicios o mejorar equipamientos deteriorados. Ejemplos de esto son la recuperación de la Plaza San Agustín y el Huerto Comunitario (Figura 3), dos espacios que anteriormente fueron terrenos de escombros y que hoy son espacios de ocio.

La Plaza San Agustín es uno de los tantos espacios que han quedado baldíos debido a los recurrentes incendios de viviendas antiguas en Valparaíso; progresivamente, a partir de varias intervenciones, la Plaza se ha reconvertido en un espacio público. Por su parte, el Huerto Comunitario se ubica muy cercano a la cancha Merlet y, al igual que la Plaza San Agustín, es una recuperación progresiva de un antiguo sitio eriazo producto de una demolición. Ambos lugares son utilizados actualmente para albergar asambleas, proyección de películas, fiestas barriales, etc., dotando al sector de diversas expresiones de ocio que funcionan a escala barrial.

Como muestran las experiencias de algunas participantes, las posibilidades de vinculación y el levantamiento de espacios autogestionados que se manifiestan en el cerro, activan iniciativas de responsabilidad social y comunitaria, pero también deseos de aprendizaje y un espacio propio. En el caso de Violeta habitar el barrio ha significado la oportunidad de entrelazar la participación comunitaria, la formación laboral y el ocio personal:

(...) Siento que solo tengo teorías asociadas a lo que estudié, Trabajo Social, pero en la realidad misma es mi primera vez que voy a poder participar ¿cachai?,Como que siempre estuve siendo mamá, siempre estuve trabajando mucho entonces creo que este es el momento. (Violeta, 32 años).

Este tipo de experiencias dan cuenta de una apropiación del espacio de carácter comunitario cuyo énfasis está en el bienestar colectivo, que, a pesar de ser considerado principalmente trabajo político no remunerado, sí puede traer beneficios sociales, afectivos y de realización personal.

Caminar y Mirar: el Ocio personal de la flaneuse porteña

Como práctica personal vinculada al ocio, moverse a pie y utilizar los miradores de la ciudad forman parte fundamental de la vida cotidiana de las participantes. Tanto para quienes residen en el sector hace décadas, como para quienes han llegado recientemente, la posibilidad de realizar sus desplazamientos a pie es una característica esencial del barrio, así como también es parte de los motivos por los cuales decidieron instalarse o permanecer allí.

Como indican los estudios de la movilidad, las mujeres realizan más recorridos a pie y por diversos motivos (Jirón, 2007). Esta forma de movilidad es el principal modo en que las participantes se desplazan para realizar sus prácticas de ocio, pero también la conciben como ocio en sí misma. Bajo esta perspectiva, las salidas por motivos personales, de trabajo productivo o reproductivo, adquieren a ratos la característica de ocio, donde la elección de los trayectos, sus aspectos sensoriales, emotivos y evocativos son parte fundamental de la experiencia descrita. Incluso la decisión de caminar y no utilizar otro medio de transporte puede ser una manera de garantizar este espacio y momento de ocio dentro de la rutina; para estar solas, disfrutar del paisaje, interactuar con vecinos y vecinas o rememorar parte de su biografía a partir del tránsito por espacios conocidos, 'sus' barrios.

Los recorridos virtuales realizados con las participantes mostraron que los lugares más transitados por motivos de ocio están concentrados en el barrio, con excepciones de la playa Las Torpederas y la Feria de las Pulgas en Av. Argentina, así como también visitas ocasionales a cerros turísticos como el Cerro Alegre o el Cerro Cárcel (Figura 4). Estos recorridos están marcados por la alternancia de rutas, donde se combinan calles principales como Tomás Ramos y Castillo, con el uso de los dos ascensores que funcionan en el cerro (Ascensor Cordillera y San Agustín), escaleras y pasajes. Como señala Jirón (2007) los desplazamientos de las mujeres actúan en forma de red y rara vez representa un movimiento unidireccional. Si consideramos el ocio y las razones detrás de las elecciones de rutas, la red se complejiza aún más.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 4 Mapa de recorridos cotidianos de las participantes por motivos de ocio 

Individualmente, los recorridos también muestran esta concentración de actividades dentro del barrio, pero con algunas diferencias en cuanto a sus edades, el tiempo de residencia y si tienen o no hijos. A pesar de que la literatura ha descrito esta movilidad cotidiana de radio acotado como muestra de la precarización a la que están expuestas las mujeres (Figueroa y Forray, 2015), desde la perspectiva del ocio esta aparece como potencia. En efecto, la práctica del paseo ha sido descrita por varias autoras feministas como una de las principales muestras de la desigualdad entre géneros producto de la construcción social de la ciudad, pero también una de las más reivindicativas. La experiencia de las mujeres al caminar por distintos motivos está cruzada por significaciones que construyen la relación con el entorno, permitiendo la aprehensión y apropiación de estos espacios. Representan situaciones de placer (visual, corporal y mental), confort (seguridad) y tranquilidad, donde a través de la caminata se compone el entorno, como explica Gloria:

Es mi espacio, es donde yo me muevo. Desde siempre, desde que llegué a Valparaíso a los 9 años. Es mi recorrido, voy saludando a mis vecinos, que están viejitos, a los cabros jóvenes, (...) Me reconozco en la gente de mi edad, con quien jugaba. Y voy mirando, buscando el solcito, mientras no desaparezca. Y me siento como pez en el agua. Mi barrio, mi calle, mi cerro, mi puerto, mi plaza Echaurren (...). (Gloria, 53 años)

Sin embargo, esta relación afectiva con el barrio no sólo conlleva un sentimiento de seguridad y placer, sino también de temor y cuidado asociado a ciertos espacios, situaciones y personas. Algunas participantes reflexionan sobre la ubicación de sus conocidas en los caminos que frecuentan, lo que las ayuda a sentirse seguras y acompañadas en sus desplazamientos:

(...) en un momento como que pasó gente muy cerca de mí (...) y me asusté y empecé a pensar que en realidad estaba como a tres casas de la Maca y un poquito más arriba estaba la casa de la Paula (...) Entonces me dije 'en realidad no debería tener miedo acá en mi barrio, porque paso por acá todos los días, todos me conocen'. (...) solamente pensé en puros nombres de mujeres y me sentí súper segura. (Fernanda, 29 años).

Así como la caminata, el espacio del mirador establece vínculos con la teorización sobre el espacio que ocupan las mujeres en la vida urbana bajo la figura de la flaneuse, como la habitante invisibilizada de una ciudad diseñada para la contemplación. Valparaíso, que ostenta el apodo de 'anfiteatro natural', es precisamente una ciudad llena de paseos, miradores y lugares donde perderse y observar. Sin embargo, en las participantes, la elección de los espacios para mirar está cruzada por el resguardo de sí mismas, frente a la inseguridad y la mirada de otros.

Estos espacios/miradores responden a dos tipos: aquellos que pertenecen a cerros más turísticos y que han sido construidos como miradores y otros que no lo son formalmente, pero que son utilizados y reconocidos como tales. Macarena cuenta que estos últimos son espacios con características específicas, como la vista generada por la pendiente y la baja altura de las casas, la poca frecuencia de autos, sitios eriazos con vegetación y sin tanta basura. Aquí se generan dinámicas distintas a las de los miradores turísticos, debido a que no funcionan según los códigos del espacio público establecido (tomar fotos, estar de día, no hacer desorden), sino con base en códigos internos del barrio. Uno de estos tiene que ver con conocer y ser reconocida como habitante, lo que facilita su participación. Macarena habita el cerro desde hace tres años y ha percibido el cambio en la mirada de los vecinos, quienes ya no reparan en ella como antes. A pesar de eso, siempre asiste con amigas o su pareja, nunca sola. Las experiencias de Macarena en el uso de miradores informales y durante la noche, apelan a una búsqueda por encontrar espacios donde la mirada esté puesta en otra cosa; un paisaje natural, el cielo o un espectáculo urbano, mientras ella permanece oculta, a diferencia de lugares donde ella se siente expuesta y observada, como en el caso de la cancha Merlet:

Como que cuando paso por ahí me siento muy observada, cuando está ocupándose la cancha. Casi nunca he visto a las niñas jugando, por ejemplo. Pero igual no paso muy seguido. Me cargan las canchas, un espacio donde tengo que esquivar pelotas o pasar rápido para que no me miren. (Macarena, 26 años).

El deseo de anonimato al contemplar la ciudad rescata esa figura del flâneur antes mencionada, pero también le da una perspectiva distinta al agregar valores al espacio utilizado, como la seguridad, la tranquilidad y la posibilidad de vincularse con otros. Wearing (1998) ha destacado en las lecturas de geógrafas y escritoras feministas cómo el ocio de las mujeres en el espacio público puede desarmar los términos capitalistas y androcéntricos desde los cuales se construye el personaje del flâneur: un sujeto voyerista que consume la ciudad y los cuerpos desde la mirada, acumulando imágenes, pero no interactuando con ellas. Bajo estos términos, ni hombres ni mujeres se beneficiarían de la ciudad, produciendo una lejanía fantasmagórica y melancólica con el entorno.

Por el contrario, en el caso de estudio, los rincones de la ciudad al ser ocupados se transforman en espacios de valor social que activan construcciones afectivas, personales, comunitarias e identitarias para las participantes, lo que también sería función del ocio.

Ocio Colectivo: construir Espacios Múltiples y Redes de Mujeres

El espacio público reconocido, ya sea a través de una caminata o del uso concreto para una actividad, es precisamente el que no ha sido construido formalmente, sino el autoconstruido y resignificado (Figura 5). Dos aspectos que ayudan a asociar estos espacios con la apropiación son la capacidad de generar redes de contención y amistad entre mujeres, que al mismo tiempo puedan albergar múltiples actividades, como es el caso de la Multicancha, el Huerto y la Cooperativa Taller Aduanilla.

Fuente: Elaboración propia.

Figura 5 Mapa de los espacios públicos disponibles en el cerro y alrededores y los espacios apropiados por las participantes 

A pesar de que la multicancha no fue un espacio mayoritariamente comentado, sí funciona como un punto de referencia para comparaciones, mostrando de manera elocuente las disputas que el género produce en el uso del espacio público. Algunas de las participantes fueron parte hasta inicios del 2020 de un equipo de basquetbol de mujeres en el club deportivo del cerro, el cual estuvo activo alrededor de un año, luego de largas temporadas sin contar con una división femenina. Sobre esta experiencia relatan cómo la falta de apoyo para su división y las limitaciones para utilizar la cancha en relación con otros equipos con mayor 'poder' dentro de la propia organización social deportiva, fueron parte de los motivos que ocasionaron la desintegración del equipo. Sin embargo, recuerdan la práctica positivamente, en cuanto a sus beneficios emocionales y corporales, pero también relacionales dentro del barrio. Por ejemplo, Sofía cuenta cómo a través de la cancha y su participación en el equipo, pudo compartir también con su hija y las hijas de otras jugadoras, generando instancias de deporte y cuidado comunitario. Celeste también menciona cómo a través de las redes del equipo pudo encontrar una casa en el sector o vincularse con la AM y la Cooperativa Aduanilla. Como señala Green (1998), el sentido de comunidad que experimentan las mujeres en su tiempo libre es reforzado por la importancia de las redes en los vecindarios. En este caso, redes de mujeres.

Otro de los espacios en los que las redes y las actividades múltiples aparecen es el Huerto Comunitario, donde además de llevar el compost y trabajar en la siembra y cosecha, se mezclan otras actividades. Algunas participantes describen que gran parte de sus prácticas cotidianas suceden en este espacio o a raíz de él. De ellas, Ana es quien posee una de las relaciones más cercanas con el Huerto, pues vive frente a este y ha visto su transformación durante los últimos años. Ella cuenta que este espacio ha sido levantado principalmente por jóvenes estudiantes que han llegado al barrio y han oxigenado las prácticas comunitarias mediante la agrocultura. Sin embargo, la popularidad del huerto respondería también a la carencia de patio en las viviendas del sector, situación que Ana relaciona al carácter familiar que ha adquirido el espacio.

Como señalan Richter y Cuenca (2018) la agricultura urbana es considerada una práctica emergente en las ciudades, cuyo potencial para la vida cotidiana es inédito. Para estos autores, es una práctica ambigua que refiere a la familia, a la vez que engloba diversas motivaciones, dimensiones y efectos vinculados históricamente a la esfera del trabajo. No obstante, hoy en día se plantea desde un interés transdisciplinar de gran potencial transformador en las áreas de la participación ciudadana, educación, política, cultural, comunitaria, experiencia lúdica, entre otras. A su vez, la agricultura urbana hace sentido en Valparaíso desde su potencialidad morfológica y comunitaria, pero también desde el estado de abandono y autonomía que caracteriza a los cerros menos intervenidos.

Finalmente, existe el espacio de la Cooperativa Casa Taller Aduanilla, la cual ocupa un lugar fundamental en la rutina de parte importante del grupo de participantes, al ser un espacio de amistad y trabajo. Aquí se realizan talleres de encuadernación, restauración y otras actividades que ponen en valor las artes y oficios, pero también el trabajo colectivo de mujeres para mujeres. Para Bowlby (2011), la geografía del cuidado ha revelado la importancia de la amistad como soporte para el desarrollo de la vida cotidiana que, sin embargo, no suele encontrar espacios públicos que la contengan. En este sentido, el ocio que se funde entre prácticas comunitarias, momentos íntimos y el trabajo colectivo, emerge como espacio en el cual se comparten y discuten identidades, donde las amistades son cruciales para proporcionar un entorno seguro para experimentarlo.

Conclusiones

Las prácticas descritas en este artículo muestran algunas de las maneras mediante las cuales las mujeres se apropian del barrio y sus espacios públicos, donde confluyen las acciones comunitarias, la búsqueda por el lugar propio y la creación de redes de cuidado y afectos. La multiplicidad de significados y vinculaciones que se cruzan en los espacios de ocio dan cuenta del potencial de este fenómeno para los estudios urbanos con perspectiva de género, complementando a su vez otras áreas más documentadas como la movilidad o el cuidado. En particular, el estudio realizado expone dos ideas que pueden aportar a la planificación de ciudades y espacios públicos que incorporen la experiencia de las mujeres, avanzando por tanto hacia una mayor inclusividad.

La primera de ellas es la relevancia del trabajo comunitario para la construcción del espacio público y la participación de mujeres en estas prácticas; así, el caso de Valparaíso es referente para otras ciudades de territorios enmarañados y de tradición autoconstructiva. La investigación muestra cómo los espacios más concurridos y apropiados son principalmente aquellos que han sido producidos por ellas mismas, fuera del espacio público disponible. Este involucramiento, tanto en aspectos constructivos como de gestión, otorgan una perspectiva muy diferente de cómo vivir y construir espacios públicos para el ocio en la vida cotidiana, la cual no ha sido aun debidamente abordada por la planificación.

Una segunda idea es la visión del ocio como una práctica cotidiana mucho más compleja de lo que el espacio público ofrece actualmente a las mujeres y a la ciudadanía en general, por cuanto incorpora aspectos que exceden a un lugar delimitado. Prácticas como caminar, mirar y generar vínculos afectivos territorializados abren la posibilidad de entender el espacio como experiencia social en constante movimiento, donde lo propio, lo comunitario, productivo y reproductivo generan múltiples encuentros y en diferentes temporalidades, haciendo imposible su disociación.

Esta noción de cruce de esferas apoya lo que las geografas y urbanistas feministas han señalado respecto a la superación de la dicotomía entre lo público y lo privado. Al poner el énfasis en la vida cotidiana de las mujeres, de la cual el fenómeno del ocio hace parte, se revelan prácticas que transitan entre estas distintas esferas de manera interdependiente y dan cuenta de su carácter distintivo en la apropiación del espacio público.

[1] Este artículo forma parte de los resultados de la tesis de magister de la autora principal, trabajo que fue dirigido por la autora adjunta. Las autoras quieren agradecer el apoyo para la realización de este trabajo al Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social - COES -ANID/FONDAP/15130009.

[2]Desde la autoidentificación de género de las participantes.

[3]Debido al contexto de COVID-19 se realizaron cambios en la metodología de las Etapas 3 y 4, logrando continuar con el trabajo de campo de manera remota durante el período de cuarentenas en la ciudad de Valparaíso.

Cómo citar este artículo: Banda, C. y Concha, P. (2022). Ocio y apropiación socioespacial desde una perspectiva feminista: el caso del Cerro Cordillera, Valparaíso. Bitácora Urbano Territorial, 32(1): 233-246. https://doi.org/10.15446/bitacora.v32n1.96007

Autores

Consuelo Banda Licenciada en Teoría e Historia del Arte de la Universidad de Chile y Magíster en Desarrollo Urbano de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se ha desempeñado en el ámbito del trabajo cultural y la investigación académica. Sus temas de investigación abordan el estudio de las geografías feministas, espacio público, ocio, prácticas comunitarias y cine chileno.

Paz Concha Antropóloga Social de la Universidad de Chile, Máster en Cultura y Sociedad y Doctora en Sociología de London School of Economics and Political Science. Sus intereses de investigación se enfocan en el estudio de la actividad económica, el lugar, lo sensorial, la etnografía y la experimentación metodológica. Ha realizado trabajo de campo en mercados de comida, espacios comerciales y en turismo con proyectos en Londres, Santiago y Huaraz. Se desempeña como académica e investigadora en el Instituto de Estudios Urbanos y Territoriales de la Pontificia Universidad Católica de Chile y el Centro de Estudios de Conflicto y Cohesión Social (COES).

Recibido: 23 de Mayo de 2021; Aprobado: 05 de Noviembre de 2021

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