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Revista Guillermo de Ockham

versión impresa ISSN 1794-192Xversión On-line ISSN 2256-3202

Rev. Guillermo Ockham vol.18 no.1 Cali ene./jun. 2020  Epub 14-Ene-2021

https://doi.org/10.21500/22563202.4767 

Reseñas

Con la autoridad de la melancolía. Los humanismos y sus melancolías

Jaime Villanueva Barreto1a 

aUniversidad Nacional Mayor de San Marcos; Lima; Perú.


En estos tiempos tan asaltados por el imperativo de la felicidad entendida como consumo, satisfacción, gozo, etc., un tiempo que, incluso, ha desarrollado toda una industria farmacológica y de coaching que nos quiere obligar a un supuesto estado permanente de bienestar, publicar un libro que busca una renovación del ethos humanista y sigue como pista y camino de pensamiento la melancolía que los anima, es no solo un ejercicio de coraje sino también de honestidad intelectual.

Por ello, lo primero que podemos decir sobre este pro- fundo trabajo de Raúl Fornet-Betancourt es que se trata de un libro osado que vuelve sobre uno de los temas más antiguos y trajinados de la filosofía: la cuestión de lo humano, para tratar de sacar a luz “la perfectibilidad humana del ser humano” desde la perspectiva de la melancolía, entendida como el impulso a buscar el perfeccionamiento ético, espiritual y antropológico de la humanidad de los seres humanos, preparando, a su vez, el camino para la transformación intercultural del humanismo en diálogo con las principales teorías sobre lo humano planteadas por el Occidente europeo durante el pasado siglo XX.

El libro se encuentra pulcramente organizado en dos partes. La primera, “Caminos del humanismo”, consta de nueve capítulos en los cuales se pasa revista y se dialoga con los humanismos del Occidente europeo durante el siglo XX, desde Sartre hasta el humanismo intercultural, pasando por Heidegger, Jaspers, Fromm, Levinas, Zambrano y el humanismo cristiano. La segunda parte, “Los humanismos y sus melancolías”, de siete capítulos, expone de manera secuencial y razonada cómo nuestro autor entiende la melancolía y es la relación que encuentra con los diferentes tipos de humanismos. Se detiene especialmente en dos asuntos importantes: la memoria de Mayo del 68 y la relación entre melancolía y libertad. El libro cierra con unas reflexiones finales que son más bien el señalamiento del camino para esta recuperación de lo humano en las diferentes expresiones de la humanidad y sus melancolías.

Desde un primer momento se dejan en claro dos cosas. Por un lado, que no se está hablando del humanismo como un programa único patrimonio de Occidente, sino que, más bien, se habla de humanismos. Es decir, que incluso en el Occidente europeo -con quién se dialoga en este trabajo- existen varias perspectivas del humanismo. Pero, Fornet-Betancourt encuentra que todas ellas tienen como hilo conductor “la confianza en la bondad de lo humano y, en consecuencia, en la perfectibilidad humana del ser humano” (p. 17, cursiva del original). Esta confianza nos lleva más allá de la defensa del humanismo como programa. De lo que se trata -no se cansa de señalarlo Fornet-Betancourt- es de comprender y defender la calidad de la humanidad de nosotros mismos y en nuestra historia. Por el otro lado, el libro que comentamos también tiene como objetivo preparar el camino para “un diálogo entre memorias de humanidad desde sus melancolías” (p. 20). Es decir, el texto no constituye una propuesta más de otro tipo o modelo de humanismo, sino, más bien, su intención es resaltar la apertura de los distintos humanismos occidentales al diálogo intercultural, pues en todo humanismo, cualquiera sea la cultura que lo exprese, se encuentra como impulso de fondo la melancolía.

El libro también nos trae un mensaje de honda esperanza. En una época en que se ha decretado desde todos lados la muerte de lo humano, en la que el hombre es el peor peligro para el hombre y en la que la tecnociencia se ha desvinculado de la vida y en la que se habla de un poshumanismo, Fornet-Betancourt nos hace un llama- do a la renovación de la esperanza de la humanidad en lo humano. Aquí debemos entender humanidad en el sentido normativo, en aquello que desde antiguo nos ha caracterizado como seres humanos: la búsqueda de un sentido que nos trasciende y en el que esperamos encontrar nuestro perfeccionamiento espiritual. Tal es la ambición de este arduo trabajo que muchas veces aparece como una voz solitaria en medio de una feria de las vanidades.

Por ello, Fornet-Betancourt emprende un diálogo honesto y evaluativo con las principales vertientes del humanismo europeo del siglo XX. Se nota en ellos una ver- dadera conversación entre filósofos que a contracorriente y desde diferentes tradiciones y perspectivas se encuentran tras un objetivo común: la humanidad de los humanos. Ya sea poniendo el acento en la libertad, el ser, la trascendencia, la existencia, la cura del alma, el cristianismo o la perspectiva intercultural, todo ellos convergen, según la lectura de nuestro autor, en que se encuentran animados por la melancolía.

Pero, qué entiende Fornet-Betancourt por melancolía. Dedica tres capítulos a explicárnoslo. Intenta el camino de la vía negativa para decirnos lo que no es. Y no es la melancolía psicológica entendida como depresión, tristeza, desánimo. Al contrario, la melancolía se entiende en este libro como lo que sostiene el deseo de perfección de los seres humanos.

Se trataría, por consiguiente, de comprender la melancolía como una situación ontológica envolvente en la que se nos muestra la condición humana conmovida por el debate espiritual ante la búsqueda de un horizonte de sentido que se le revele a la vez como norte y ancla en el camino hacia una “consumación” de la vida que no sea simple realización de posibilidades sino experiencia de plenitud (p. 175).

De hecho, por esto la llama -parafraseando a Nicolás de Cusa- “docta melancolía”, porque ella debe hacernos saber sobre el pesar del “más” que habita en lo humano. Es decir, de aquello que nos impulsa a buscar lo “ancho” y lo “abierto”; a ir más allá de nosotros mismos, el lugar donde habita nuestra humanidad.

De esto va lo que nuestro filósofo llama “humanizar la humanidad”. Es decir, que, por medio de la eticidad y la sabiduría de la historia de la humanidad, la melancolía nos instruye de una manera normativa de una idea de lo que debe ser lo humano en su condición de humanidad. En otras palabras,

(…) que por ese trasfondo podemos nosotros, la humanidad de hoy, suponer que sabemos algo más de lo que sobre el hombre nos dicen las guerras y las situaciones de opresión e injusticia que azotan la historia presente de nuestras generaciones. En suma: “sabemos” más humanidad que la humanidad que hoy realmente somos (p. 197).

La melancolía debe entenderse, entonces, como ese proceso de perfectibilidad espiritual y moral que eleva lo humano a la benignidad, la compasión y la misericordia. Es decir, al cultivo de lo humano.

Esta enseñanza y cultivo de lo humano es tarea irrenunciable de la filosofía entendida como horizonte de sabiduría y no como un receptáculo de la epistemología hoy dominante y hegemónica. Ella debe volver a sus orí- genes de saber sapiencial que se encuentre al servicio de las preocupaciones del alma humana. Fornet-Betancourt aboga aquí por una transformación sapiencial de la filosofía que equilibre el saber epistemológico sobre el hombre con la reflexión sobre lo humano alimentada por la melancolía. Pues ella

(…) es el velo que cubre toda vida humana con una profunda tristeza en la que se refleja el anhelo de enteridad de ser que le es inherente. Por eso mismo la melancolía es también el sentimiento que puede mover al hombre a elevarse a un conocimiento que le facilite la superación de la visión unilateral de su humanidad y, con ello, la restitución del lazo con el verdadero centro de la vida (p. 203).

Estamos, entonces, ante la revelación de la “plenitud de la humanidad”. Es el sentimiento que más fuerza otorga al ser humano en contextos adversos, pues mantiene en el alma humana el deseo vivo de “ser de verdad” y se muestra como un malestar ante la falta de humanidad.

El libro nos presenta también dos experiencias muy singulares respecto de la melancolía. Una fáctica e histórica como la de Mayo del 68, a la que presenta como una memoria melancólica de la humanidad, pues supone una época en que frente al avance incontenible de una sociedad deshumanizante, los jóvenes de París recogieron una suerte de espíritu de época (ese mismo año en América Latina se produjo la Conferencia Episcopal de Medellín) en la que se dejó escuchar una memoria melancólica de la humanidad que exigía libertad y autenticidad ante el vacío humano de una sociedad signada por el consumo y la fatua diversión. El otro momento, que constituye el capítulo más largo del libro, se detiene en el estudio de la relación entre melancolía y libertad. Luego de pasar revista principalmente a las posturas de Schelling y Heidegger, se termina por concluir que

(…) hay, en suma, un “residuo” de melancolía en la realidad finita de la libertad humana; el “residuo” del deseo de enteridad que abre a su propia posibilidad y por el cual siente en lo más íntimo de sí misma la conmoción (…) como moción a buscar la plenitud de su ser (p. 275).

Desde esta perspectiva, la melancolía, pertenece, entonces, al horizonte de la realización humana como vía para humanizar, por medio de la memoria de humanidad, al hombre y contrarrestar el poder de aquello que convertido en mera banalidad, estrecha la libertad humana haciéndola perder de vista su vocación originaria.

Todo este recorrido le permite a Fornet-Betancourt reconocer la melancolía en cada uno de los filósofos con los que inició su diálogo. En suma, podríamos decir que detrás de todo humanismo existe la voz de la memoria de la humanidad que se expresa como melancolía de aquello que nos impulsa siempre a ser agentes de humanidad. Es en ese sentido, que

(…) lo que hace posible esa inclinación de la balanza a favor de la luz es la socialización de la melancolía, la fundación de comunidad desde el dolor que sienten los y las que padecen el pathos de la melancolía como “mal de amor” por la situación del mundo y el empequeñecimiento del ser humano (p. 327).

Por eso mismo, este libro se nos propone como una tarea para retomar el ethos del humanismo y defender en cualquier memoria de la humanidad o humanidades la persistencia terca de lo humano.

La autoridad de la melancolía debe ser deletreada en toda su intensidad, ya que está sostenida por las muchas y diversas memorias melancólicas en que el género humano ha guardado en los viveros propios de sus culturas y religiones las esperanzas de satisfacer humanamente los anhelos del alma (p. 341).

Esta autoridad es una invitación a persistir a creer en la humanidad de los hombres.

Referencia

Fornet-Betancourt, R. (2019). Con la autoridad de la melancolía. Los humanismos y sus melancolías. Verlag Mainz, Aachen. [ Links ]

1Doctor en filosofía por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Profesor asociado de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. Autor de La fenomenología como afirmación de un nuevo humanismo (Lima, UNMS-USIL, 2014). Miembro de la Asociación Sudamericana de Filosofía y Teología Intercultural y del Círculo Latinoamericano de Fenomenología.

Referencia norma APA: Villanueva, J. (2020). Reseña libro Con la autoridad de la melancolía. Los humanismos y sus melancolías. Rev. Guillermo de Ockham, 18(1), 117-119. doi: https://doi.org/10.21500/22563202.4767

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