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Memorias: Revista Digital de Historia y Arqueología desde el Caribe

versión On-line ISSN 1794-8886

memorias  n.13 Barranquilla jul./dic. 2010

 

El Carnaval de la vía 40, un vistazo en contravía1

The carnival of the via 40, a view in a counter way

Martha Lizcano Angarita*

Danny González Cueto**

* Departamento de Historia y Ciencias Sociales Universidad del Norte, Facultad de Ciencias Humanas. Universidad del Atlántico. Universidad Simón Bolívar. Dirección electrónica: mlizcano@uninorte.edu.co

** Coordinador del programa de Artes Plásticas, Facultad de Bellas Artes, Universidad del Atlántico. Dirección electrónica: dannygonzalez@mail.uniatlantico.edu.co


Resumen

El seguimiento de las noticias de prensa sobre el Carnaval de Barranquilla, muestra un alto porcentaje de artículos, que desde su proclamación por la UNESCO como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad, hasta la fecha, parecen inclinarse a demostrar o ventilar públicamente los intereses y escándalos económicos que se han generado en el seno de las organizaciones que actualmente lo administran. Este enfoque hace un breve recorrido por 100 años de su historia, desde las primeras investigaciones antropológicas de sus danzas y disfraces, hasta la crítica económica que ha generado su nombramiento e inclusión en el circuito mundial de la industria cultural.

Palabras clave: Carnaval de Barranquilla, Patrimonio, Privatización, Negocio, Industria cultural.


Abstract

The follow-up of the news press about the Barranquilla Carnival shows a high percentage of articles that, since its proclamation as a Masterpiece of the Oral and Intangible Heritage of Humanity by UNESCO up to this moment, seems to probe or make public the interests and economical scandals that have been generated in the epicenter of the organizations that now run it. This approach makes a brief tour through its 100 years of history, from the first anthropological research of its dances and costumes, to the economical critique that has generated the acknowledgement of one of the biggest carnivals in the Caribbean and its inclusion in the world circuit of cultural industry.

Keywords: Barranquilla Carnival, Heritage, Privatization, Business, Cultural Industry.


Al sociólogo Alfredo Correa de Andreis,
asesinado en Barranquilla, el 17 de septiembre de 2004,
un sentipensante en busca de la transformación social.

Señalaba el docente en el prólogo de un libro de carnaval, a pocas semanas de morir, hablando de Joselito Carnaval o del "morir para seguir viviendo", que el libro, pero también los investigadores, deben ofrecer "[...] salidas o alternativas a un carnaval atrapado por las redes del comercio, que lo reducen a una simple mercancía"2. Y que se debe propender por el rescate del verdadero sentido de los actores populares que son los auténticos constructores del carnaval.

¿En qué va el Carnaval?

(...) es de los pocos indicadores que le faltan para cumplir los objetivos de la agenda carnestoléndica de sus compañeros de oficina". Y, es que en esta dependencia del Ministerio [de Comunicaciones] cumplen ya casi 3 meses de agotadoras reuniones que tienen como fin organizar la asistencia de varios de ellos al Carnaval de Barranquilla. También me hizo saber que no quieren dejar ningún aspecto a la improvisación y a la informalidad. Por ejemplo, el whisky estampillado se compró en la licorera Jaramillo, del parque de la 93; los disfraces los confeccionó Hernán Zajar; las boletas de los espectáculos se compraron en el Club Los Nogales, y hasta los sombreros fueron hechos en el taller de artesanos de los hijos del presidente Uribe3.

Y es que el desfile de nuestras palabras pretende ir en dos vías: Por una, la que aludirá a un pueblo, que cada año vive el carnaval, cree en él, lo lleva en su esencia, en una ciudad cuya tradición emblemática ha sido la autenticidad de la fiesta, y la otra se detendrá a analizar a quienes descubrieron la veta inagotable de la industria carnavalesca. El carnaval de la discordia4 que se debatía ante el Tribunal Administrativo del Atlántico durante 2009, es apenas uno de los tantos escándalos que han venido titulando periódicos y revistas en los meses previos a la fiesta, desde cuando esta fuera proclamada patrimonio de la humanidad en 2003, creyendo algunos que dicha distinción es vitalicia, olvidando los compromisos adquiridos con la UNESCO5

Apertura del desfile: De la fabricación criolla del patrimonio cultural intangible a los escándalos económicos de sus organizaciones

Una destacada noticia, en la página de sociedad del diario El Heraldo, anunciaba:

La ministra de Cultura, María Consuelo Araújo, preside hoy una reunión en la Casa del Carnaval, a las 9:30 a.m., con los miembros del Comité Directivo del Plan Decenal de Salvaguardia del Carnaval. El nuevo director de Cultura del Distrito, Gilberto Marenco Better, asiste al encuentro así como representantes de la Fundación Carnaval de Barranquilla y de Unicarnaval, para tratar en compañía del alcalde Guillermo Hoenigsberg, quien también está invitado, lo concerniente a la articulación del Plan Decenal con el Fondo Japonés, proyecto con miras al desarrollo de actividades que permitan la salvaguardia de la memoria de la tradición de las festividades. También se evaluarán los avances de otros proyectos, toda vez que ésta es la segunda reunión que la ministra sostiene con el mencionado comité.6

Ahora el dinero del Fondo Japonés será el que permita la salvaguardia de unas fiestas que ya duraban más de cien años. Una mirada retrospectiva nos conduce a París, al 7 de noviembre de 2003, cuando el carnaval de Barranquilla fue declarado por la UNESCO "Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad".7 Veinte días más tarde, la ministra de estado, acompañada por los miembros del Comité Directivo presentaba el Plan Decenal de Salvaguardia y afirmaba "El dinero hay que colocarlo cuando uno defina para donde va. Cuando uno define, y ya lo tenemos claro, eso se traduce en unos proyectos".8 Diligentemente fueron presentados los cinco programas que componen el Plan Decenal: El primero, "de Investigación e Inventario, segundo, de Conservación, tercero, de Preservación, cuarto, de Apoyo para los actores del carnaval de Barranquilla, y quinto, de Difusión de las expresiones de cultura tradicional y popular del carnaval".9 A lo largo de su discurso, la funcionaria recalcó, después de negar que la distinción otorgada por el organismo internacional tuviera relación alguna con el dinero, una y otra vez, que "además de un reconocimiento a la legitimidad y autenticidad de esa manifestación mestiza de la cultura popular del Caribe, significa un aval que nos permite tocar puertas a nivel internacional. Es una bendición que nos ha dado la UNESCO para que llamemos muchos visitantes del mundo y que Colombia esté en las agendas turísticas internacionales".10 La contradicción continuó, pues la ministra, dejando de lado, aparentemente, el esmero por planificar la distribución de los recursos económicos extranjeros, reconoció que era necesario "demostrarles" [a los jurados de la UNESCO] "que esta fiesta es portadora de tradiciones y única en su género, [... ] hay que dejar los intereses personales, para construir un interés colectivo con el fin de que nuestras tradiciones sigan de generación en generación".11

En efecto, no por corresponder con los cuidadosos términos empleados por los funcionarios del gobierno nacional, debemos reconocer que el carnaval de Barranquilla es una fiesta que conserva centenarias y fuertes tradiciones populares, ya que fueron las organizaciones populares de los distintos barrios y los grupos folclóricos quienes han mantenido vivo ese patrimonio cultural. Realmente, se reconoce que los actores del carnaval lo han sido por generaciones y por herencia, han preservado las danzas, la tradición de los disfraces, etc. Ellos siguen siendo, los verdaderos guardianes de las tradiciones carnestoléndicas.

La primera reunión de la ministra de estado con el Comité Directivo del Plan Decenal de Salvaguardia se llevó a cabo el 15 de marzo de 2005, y en ella, se precisaron los 15 proyectos que conformarán el Plan Decenal de Salvaguardia del carnaval de Barranquilla. Su costo se calcula en $3.700 millones, "[.] así lo definió la ministra de Cultura, quien explicó que varias de las iniciativas se reagruparon para garantizar su ejecución y se determinaron responsabilidades para la puesta en marcha de las mismas"12. Durante la segunda reunión, esta vez, a puerta cerrada, el objetivo era hacerle seguimiento al Plan Decenal, concretado en la primera reunión, al firmarse un convenio con la alcaldía, la Fundación Carnaval y las organizaciones representadas en Unicarnaval. Destacamos la preocupación mencionada en el tercer lugar: "[...] tiene que ver con la gestión y ayuda a los actores del Carnaval con la generación de microempresas. Ese tema lo lideran las fundaciones Carnaval de Barranquilla y Mario Santo Domingo, y Unicarnaval. Esperamos también tener resultados muy pronto, con ayuda del SENA y de la parte de microcréditos del Gobierno Nacional"13. Queda claro pues, que la industria del carnaval está montada y con mucho porvenir. El año por llegar ya se encuentra definido en materia de recursos, la espontaneidad del carnaval ha quedado eclipsada por el manejo de los intereses económicos, aun cuando se disfrace la rígida planificación con inquietudes como la siguiente:

La última [preocupación] tiene que ver con la difusión del carnaval. Vamos a realizar un congreso el año entrante y una campaña publicitaria previa a la celebración de las festividades 2006. No está de más decir que para coordinar todas esas acciones es por lo que tenemos este comité. La idea es que todos los esfuerzos que se hagan y todos los recursos que se consigan tengan un fin común: preservar esta tradición que, hoy en día, es Patrimonio de la Humanidad14.

La fiesta barranquillera en el relato de un viajero del siglo XIX

No hay un registro histórico pormenorizado de las fiestas barranquilleras, y la tradición oral tiene tal fuerza, que las estimaciones sobre su origen varían de una versión a otra, con la característica de que ninguna logra definir una fecha exacta. Es costumbre entonces, que los barranquilleros no piensen a veces en años, sino en los nombres de las reinas que presidieron las fiestas, y las vías por las cuales transitaron los desfiles, o en episodios concretos que para la época de carnaval suelen captar la atención de la opinión pública. Sin embargo, los documentos históricos depositados y guardados en los archivos regionales y nacionales, demuestran que las festividades en las provincias del Virreinato de la Nueva Granada, como en el resto de la América hispana y portuguesa, eran comunes en el siglo XVIII. Su crecimiento aumentaba, después de producirse las revoluciones de independencia a principios del siglo XIX, mientras perdían fuerza, los carnavales tradicionales, en una Europa cada vez más industrializada, que daba paso a la vida citadina, y dejaba a un lado la vida rural. Como lo asegura John Charles Chasteen, al efectuar un estudio comparado de los carnavales antes de 1900, sobre cuatro de las ciudades - puerto más importantes de América Latina (Río de Janeiro, Lima, La Habana y Buenos Aires) en donde, según su "argumento central: el carnaval funcionó como índice, como catalizador, y como espacio privilegiado para el mestizaje latinoamericano, y valga aquí el doble sentido cultural y genético de mestizaje"15.

Las cartas de los obispos de las colonias, como los de la Provincia de Cartagena, de la cual dependía la incipiente Barranquilla, demuestran el alcance de estas festividades, precedidas por los denominados "cabildos de Cartagena", consejos festivos en los cuales se invertía el orden social, y los negros esclavos africanos parodiaban las instituciones jerárquicas hispánicas, celebrando hasta el amanecer. Esto naturalmente causaba malestar a los altos dignatarios de la Iglesia Católica, por ejemplo al obispo José Fernández Díaz Lamadrid, que en sus muchas visitas pastorales a lo largo de la provincia, a finales del siglo XVIII, detectó conductas que iban en contra del orden establecido y de la "doctrina divina", tal relato se puede hallar en la compilación de cartas de diocesanos de Gabriel Martínez Reyes.16

Los abundantes folios correspondientes a la Colonia en el Archivo General de la Nación en Bogotá, y específicamente aquellos sobre la iglesia y las fiestas, contienen información detallada del comportamiento festivo de los habitantes de las Provincias de Cartagena de Indias y Santa Marta, y de las reacciones oficiales ante eventos que contrariaban la normalidad de la región.

Ante la escasez de precisión en las fechas históricas, los relatos de viajeros que pasaron por los pueblos de las diferentes provincias, adquieren mayor relevancia, permitiéndonos determinar la existencia de las celebraciones carnestoléndicas en Barranquilla, tal es el caso del viajero norteamericano Rensselaer van Rensselaer, en una de sus muchas cartas, fechada en 1829, cuando menciona al Carnaval, impresionado por los hábitos festivos de quienes intervenían en el mismo:

Observé que los numerosos disfraces <sic> que pasaban en grupos se golpeaban uno a otros con palos y que la ropa vuela en pedazos cuando hay riña alrededor de cualquier fruslería, pero sólo en una ocasión vi que alguien perdió el buen humor y al pobre diablo le cobraron muy cara su aspereza. Una muchedumbre disfrazada lo agarró y, después de frotarle la cara con una yerba urticante, unos lo tomaron de los tobillos hasta ponerlo boca abajo y otros lo golpearon sin misericordia en una parte innombrable. La lección del caso era mostrar que, del mismo modo que no se había intentado infligir un daño real, nadie debía enfadarse por las triquiñuelas que sufriera. Recordé esta lección cuando, en el transcurso de la mañana, un disfrazado me lanzó un huevo que me golpeó pleno en el pecho sobre mi inmaculado lino blanco y se rompió pero, para mi satisfacción, encontré que sólo contenía agua pura, la yema y la clara se le habían extraído precisamente con ese propósito17.

Por la ciudad pasaron sucesivamente algunos viajeros más, durante el siglo XIX, y eso significa que la llegada a la villa, dada su condición de puerto, era sólo un punto de partida en un largo viaje que continuaba al interior del país, a su capital, Bogotá, pues la mayoría eran ministros plenipotenciarios extranjeros que eran enviados por sus gobiernos, o aquellos hombres de negocios que tenían por obligación seguir a otras poblaciones. Posiblemente esa sea la causa por la cual, autores como Ramón Illán Bacca, no encuentren en su búsqueda mención alguna a las fiestas en la tinta de los viajeros:

Otros viajeros lanzaron miradas desconcertadas. El argentino Miguel Cané en el trayecto del tren de Salgar a Barranquilla, al ver desde la ventanilla un manzanillo evocó el escenario de la ópera La africana, de Meyerbeer. No aclara si el fondo musical en ese instante era el aria O Paradiso de la misma ópera. No debió pensarlo así, porque paso seguido asegura que desde las nueve de la mañana hasta la cinco de la tarde no se ven por las calles sino perros y franceses que confirman la reputación de "salamandras" que se les ha dado a estos últimos en El Cairo. De todos modos ese pueblón de veinte mil habitantes en 1881, le recuerda a Cané las aldeas africanas del norte con sus casas pintadas de blanco. "No hay sitio para la raza europea en estos trópicos", concluye. No coincide con esa afirmación el suizo Ernst Rothlisberger, compañero ocasional de Cané que llega en esa misma fecha a la ciudad. "El clima -nos dice- no es precisamente insalubre siempre que se haga una vida debidamente moderada, sin embargo, el fuerte calor produce efectos agotadores... " Del carnaval ni noticia18.

La irreverencia y la espontaneidad del carnaval de Barranquilla quedaron confirmadas desde las primeras crónicas donde se le menciona.

Estudios sobre el carnaval: Más tinta de periódico que tinte académico

El estudio del carnaval de Barranquilla ha sido abordado por las diferentes disciplinas. De esa forma los estudios sobre la fiesta como hecho cultural están validados especialmente por las ciencias sociales. Una historia de la visión académica de las fiestas podríamos situarla en la creación del Instituto Etnológico Nacional, durante el gobierno de Eduardo Santos, quien patrocinó la visita académica de Paul Rivet y otros especialistas europeos. Como consecuencia arqueólogos, etnólogos y sociólogos estudiarán los respectivos fenómenos socioculturales, en cada región del país. Esta mirada develará más tarde, la complejidad del mosaico cultural colombiano, una visión diferente a las históricas intenciones económicas de la Expedición Botánica y exploratorias de la Comisión Corográfica, que resultan los más lejanos antecedentes de este tipo de preocupaciones en Colombia.

Desde esta perspectiva, la creación del Instituto Etnológico del Atlántico, por el arqueólogo y antropólogo Carlos Angulo Valdés, en 1946, posibilitó el inicio de estudios relativos a líneas temáticas socioculturales en el entorno de Barranquilla. Así, en cuanto al carnaval se refiere, son pioneros los estudios de Roberto Castillejo, El Carnaval en el norte de Colombia, publicado en 195719, Aquiles Escalante, El Palenque de San Basilio, en 1954, el libro El negro en Colombia, de 1964, y, al dirigir la nueva época de la revista "Divulgaciones Etnológicas", aparece en 1980, su trabajo de aproximación titulado, Las máscaras de madera en el Africa y en el Carnaval de Barranquilla20, Ricardo Vengoechea, escribió en 1950, Lo popular en el carnaval de Barranquilla21 y Emiliano Vengoechea, el artículo inédito Un poco de historia del Carnaval de Barranquilla y sus danzas, rescatado recientemente, en 2001, por la revista "Huellas" de la Universidad del Norte22, brindando un valioso aporte para el estudio de las festividades en las décadas del cincuenta y sesenta; hasta entonces, el carnaval no había sido más que un tema exótico, con el cual los clubes sociales de la clase alta llenaban los periódicos de fotografías, y las clases bajas disfrutaban enloquecidamente el polvo del "pavimento", pero de reflexiones académicas y literarias, nada. Sólo la llegada de estos estudiosos alimentó el interés por profundizar y conocer la fiesta, otorgándole status de 'hecho cultural'.

El interés que empieza a suscitar en los especialistas de la región costeña la fiesta popular, atrae la atención de los antropólogos, herederos del Instituto Etnológico Nacional, que ahora son formados por la Universidad Nacional de Colombia, entre ellos, Nina S. de Friedemann, quien a partir de los años setenta, tiene un particular deseo por mostrar la rica y valiosa contribución de los afrocolombianos a la nación, siguiendo la pista, primero, por la Costa Pacífica, y luego, en el Caribe, se detendrá precisamente en el carnaval de Barranquilla. Seguidora de los estudios de Escalante, forjó los estudios de etnohistoria en el país, fundando y dirigiendo más tarde la revista "América Negra". Sobre el carnaval de Barranquilla escribió Agonía de las máscaras de madera. Escultura popular de tradición africana en Colombia, en 1976, antecedente de un estudio más exhaustivo titulado Congos: ritual guerrero en el Carnaval de Barranquilla, trabajo de 1977, base referencial de un documental del mismo nombre, la investigación comparada Carnaval de Barranquilla y Río de Janeiro: Ritual de tradición y cambio, 1979, y El carnaval rural en el río Magdalena, 1984. Un año más tarde, como fruto de más de una década profundizando en el estudio de las fiestas, Friedemann logra publicar el libro Carnaval en Barranquilla, considerado uno de los trabajos más importantes y rigurosos sobre el tema.23

Las representaciones de la fiesta tomarán distintos rumbos disciplinares al entrar los años ochenta, y sólo periódicos como el Diario del Caribe, se convierten en interesante laboratorio de estudio, en el que varios humanistas y literatos encuentran un campo fecundo de producción. Allí, Margarita Abello, Mirta Buelvas y Antonio Caballero conforman el grupo que dará una interesante mirada sociocultural desde la región, que confirmará la complejidad de la fiesta, al publicar en el Suplemento del Caribe el ensayo Gajo de corozo, flor de La Habana. A partir de este monográfico de prensa, un sin número de intentos aparecerán en los periódicos y en algunas revistas especializadas, pero no existe hasta ahora un libro que pueda ser valorado por su nivel científico en el Caribe colombiano. El mismo equipo publicó en 1982, Tres culturas en el Carnaval de Barranquilla, en la revista Huellas, planteando el triple tronco de origen cultural de las fiestas, y unos años más tarde, en 1985, nuevamente en el Suplemento del mencionado diario, Yo vengo de otra parte, pero soy de Barranquilla... , en esa ocasión visibilizando las raíces regionales de la celebración.24

Con un trabajo a fondo de la realidad barranquillera, en lo concerniente a su manifestación popular festiva más importante, la Fundación Social25 patrocinó un estudio etnográfico a finales del siglo XX, con el apoyo de un grupo de antropólogos de distintas universidades colombianas. Dentro de la serie "Cuadernos para el desarrollo local", la Fundación publicó uno dedicado a "Cultura técnica", en el que Beatriz Toro y Hernando Parra, presentaron en conjunto, Barranquilla: Frontera cultural, en solitario Toro preparó Apuntes etnográficos sobre el Carnaval de Barranquilla, los trabajos de Germán Muñoz, Análisis semiótico de álbumes fotográficos, el de Las identidades locales y la memoria: Accesorios estratégicos al componente cultural, y de Milton Patiño, Producción, circulación y consumo de objetos del Carnaval26. A este breve inventario se suman numerosos artículos periodísticos caracterizados por la poca profundidad de sus análisis.

Batallas de flores y círculos sociales

Al comenzar el siglo XX, la ciudad de Barranquilla, que ya en 1871, gracias a la inauguración del Ferrocarril de Bolívar, tenía una línea que le comunicaba con el puerto de Sabanilla, desde donde salían las mercancías al exterior, había crecido no sólo en el movimiento y volumen del comercio, sino también en el número de habitantes. Como anota Eduardo Posada Carbó, "[...] el crecimiento portuario fue un impulso a su propio crecimiento. La población de Barranquilla creció 4 veces entre 1870 y 1912, se multiplicó por 3 entre 1912 y 1928, se duplicó entre 1928 y 1950; de 11.000 habitantes en 1870, pasó a tener unos 279.000 en 1950. Entre 1905 y 1938, Barranquilla experimentó el crecimiento más acelerado entre las ciudades colombianas, aunque Cali y Bogotá -y Medellín en un menor grado- crecían a ritmos similares"27.

Por la oportunidad que representaba para los negocios y el establecimiento de un comercio en constante aumento, se convirtió en un destino apetecido por grupos de inmigrantes norteamericanos, europeos y del Medio Oriente. Los recién llegados imaginaron un lugar con las comodidades idóneas, básicas para suplir sus necesidades, incluyendo el ocio. Cuando llegó el nuevo siglo, la pequeña villa en cuestión de décadas pasó a convertirse en una de las ciudades más importantes del país y el Caribe, "[.] la arquitectura de barro y enea le había dado paso a estilos más sofisticados y hasta lujosos; nuevos edificios públicos y comerciales, como el de la Aduana y el edificio Palma y modernos barrios residenciales, como El Prado y Bellavista, le daban un aspecto urbano muy distante del pueblo polvoriento con hilos telegráficos" (Posada Carbó, 1987: 15), que los viajeros habían encontrado a finales del siglo XIX.

En medio de semejante crecimiento, se formaron los distintos barrios de la ciudad, repartidos en el sentido del río Magdalena, desde la parte de arriba, el comercio y la banca, y en la parte baja, el mercado público, a sus orillas, y el conocido edificio donde funcionaba "La Aduana", lo que daría lugar a una posterior distribución social. En tal sentido, el Barrio Abajo, por ejemplo, es conocido por su arquitectura vernácula popular y su aporte más importante a la ciudad es de carácter folclórico, a las fiestas. Está situado aún hoy, cerca de "La Aduana", en un área industrial ubicada a lo largo de la "Vía 40", adicionalmente célebre este año por disparidades entre la clase trabajadora, los gobernantes municipales y la clase alta. Algunos de los barrios de la parte arriba del río corresponden a las antiguas quintas, y los grandes predios que ocupaban, les dieron nombre "[.] "El Edén" de la familia Vengoechea, "Bella Vista", de la familia Fuenmayor, "El Paraíso", de la familia Jimeno, "La luz" de la familia Insignares, "El Vergel" de la familia Dávila"28.

La educación no fue precisamente muy apetecida en la Barranquilla de comienzos de siglo, pues a los colegios y las escuelas asistían más mujeres que hombres. Se sabe de la existencia de los colegios Ribón, La Academia, Barranquilla, San José, Rosario, y dos escuelas públicas29. La apatía hacia la educación, no fue impedimento para el desarrollo de una bohemia notable y una actividad cultural que se desarrollaba en cafés, restaurantes, librerías y teatros. Ramón Illán Bacca da cuenta de la existencia de una biblioteca con más de 200 mil volúmenes, pero según cuenta ninguna alusión "[.] a la necesidad de una universidad, ni a la de museos o centros de investigación, ni a la de emisoras culturales o de una empresa editorial, [porque, al parecer] la ciudad comercial estaba satisfecha de sí misma, y la vida cultural no estaba entre sus prioridades". Aunque después resalta el autor que "[.] el teatro todavía era el espectáculo rey, pero estaba retrocediendo ante una audiencia cada vez mayor que iba prefiriendo el cine. En las primeras décadas del siglo, las giras de las compañías extranjeras de teatro, sobre todo las españolas, tenían a Barranquilla como escala obligatoria. El repertorio era casi siempre con base en los hermanos Quintero, Benavente y Echegaray"30.

Esas características fueron propicias para la puesta en escena de un carnaval que, por su espontaneidad e integración contrarrestaba los hábitos violentos del país. Al salir Colombia de la terrible Guerra de los Mil Días (1899 - 1902), el general Heriberto Vengoechea, miembro de una de las familias barranquilleras de la clase alta, propone a la junta directiva del Club Barranquilla y al entonces presidente de las fiestas, llevar a cabo para celebrar la "Paz de Wisconsin", que dio conclusión al conflicto,

[...] en contraste con la nefanda batalla de plomo, una batalla de flores. El alcalde [de entonces] acogió la iniciativa también -sigue diciendo Alfredo De La Espriella, el cronista de la ciudad-, y permitió llevarla a efecto el sábado a las cuatro de la tarde del 21 de febrero de 1903, la cual consistió en un elegante paseo por el "Camellón". Partiendo dos bandos integrados por familias en cuyas "Victorias" primorosamente decoradas con flores naturales y motivos festivos originales, salían al encuentro de la Batalla. Un grupo partía de la Plaza del Cuartel en el extremo norte del susodicho "Camellón" y el otro de las puertas del Club Barranquilla en el extremo sur. A la hora decisiva las trompetas militares del Cuartel sonaron al compás de bombos y platillos y la algarabía propia estimulada por el bullicio de la gente31.

A partir de esta fecha, el carnaval se fue configurando con un proceso ordenador que facilitaba a una élite burguesa participar bajo sus propios parámetros y en ambientes adecuados a un orden institucional. La Batalla de Flores es un símbolo de la república naciente, que se prepara para celebrar los cien años de su declaración de independencia, y que marca sus festividades populares con hitos patrios, que en este desfile usa carros alegóricos y la imagen romántica de la libertad. Los recuerdos del carnaval de antaño están en la pluma de los pro - hombres de la ciudad, que matizaron en sus columnas periodísticas habituales, aquellas festividades cargadas de creatividad e ingenio populares, con el "espíritu de libres", el cual ha servido para diferenciar a Barranquilla de las próximas antes ciudades coloniales Cartagena de Indias y Santa Marta, o las villas de Mompox y Magangué. En el caso del escritor José Félix Fuenmayor, en su artículo Así era el Carnaval, los años no se cuentan, y la nostalgia prima en sus palabras:

Hace muchos años, ya muchos, Barranquilla naciente, ciudad botón, creó su carnaval, el carnaval de Barranquilla. Ningún apunte histórico que conozcamos registra datos de su origen, ni ilustra las fases de su proceso, pero podría aventurarse la conjetura de que nació en la cabeza de algún consultor de almanaques o calendarios, fresco, de una ocurrencia original, pues tenemos por cierto que no se le encontraría antecedentes ni semejanzas entre las fiestas de su género, en parte del mundo. Es mucho decir, pero está dicho. [.] Más tarde, se iniciaron las primeras transformaciones. Barranquilla se iba abriendo en flor. Pero era aún propia para que los enamorados se consolaran con el "de domingo en domingo te veo la cara". La cara y no más; porque el resto salía a misa muy tapado. Y todas las mañanas al levantarse, y todas las noches al tenderse en la cama, los barranquilleros nos decíamos: "está lejos el carnaval"; o "se acerca el carnaval", o "ya tenemos encima el carnaval". Hasta que una mañana el sol, después de su baño y en el mar y en el río, gritaba -todos los oíamos-: ¡Veinte de enero! Veinte de enero, día de San Sebastián.32

En la perspectiva de Roberto Vargas, la visión de las fiestas en los barrios viene conectada a las comedias callejeras, que protagonizaban los escenarios públicos, convirtiendo la calle en un gran teatro, al que acudían todos sin distinción alguna, desde los más lejanos sectores de la ciudad, queriendo remarcar la esencia de unas carnestolendas que permanecen en la memoria de quienes las vivieron sin mayores pretensiones:

[...] al evocar los carnavales de las décadas de los años cincuenta y sesenta es relativamente fácil percibir el hilo y el entramado de las múltiples relaciones, de los aportes y componentes socioculturales que conforman la fábrica de ese jolgorio multicolor y variopinto que llamamos Carnaval de la "Arenosa". Más importante aún es posible constatar qué es lo que va quedando, lo que permanece a pesar de todo y lo que se ha perdido para siempre. El caso más vívido en el recuerdo de mi niñez en el barrio Chiquiquirá es el de las comedias callejeras, una tradición que evidentemente se perdió en la avalancha del progreso y el advenimiento de la televisión, con su componente de consumo masivo, la telenovela. Entroncados directamente con la más pura tradición del teatro clásico latino de la comedia Atelana y de su heredera, la comedia dell' arte italiano, estos actores ambulantes, verdaderos saltimbanquis trashumantes, provenían en algunos casos de barrios tan periféricos en ese entonces y tan distantes del centro como San Isidro, La Ceiba o tan centrales como Rebolo y San Roque33.

Los clubes sociales se inauguraron al iniciar el siglo XX, se emitieron membresías a los recién llegados, y al pasar el tiempo, su sentido de la vida en "sociedad" reprodujo un estilo de vida que adaptó el carnaval a sus necesidades. El Club Barranquilla, el Country Club, el Club Alemán, el Club Unión Española, el Club Anglo - Americano, hicieron célebres sus comparsas y sus bailes de carnaval, que eran la otra forma de participar en las fiestas. Las otras clases sociales tenían los llamados "salones burreros", para vivir la diversión nocturna, que no tenía el nivel de la elitelore, como la llama Nina S. de Friedemann:

Los periódicos y los registros fotográficos del carnaval durante el primer tercio del siglo XX, narran e ilustran con detalles la dependencia y xenofilia sociocultural de la clase dominante, en su ritual de afirmación económica y socio racial en la ciudad de Barranquilla. La prensa, en el decenio de 1930, publicaba la "Crónica Semanal de la Vida Social Colombiana en París" y "La Semana Neoyorkina", con detalles acerca de los asistentes a fiestas infantiles, de Navidad, etc, así como de quiénes regresaban a Colombia y quiénes se marchaban. No faltaron páginas completas de fotografías de "Bellezas Norteamericanas", que con este título se presentaban como tipos humanos ideales. La clase dominante, que en un tiempo se concentraba para carnaval en el Teatro Emiliano (posteriormente convertido en Teatro Municipal) empezó a dividirse en el Club Barranquilla y en el ABC al son de orquestas extranjeras que reemplazaron la Banda de Baranoa y la Banda Militar. En 1926, cuando esto sucedía, la ciudad ya contaba. [ con los mencionados clubes]34

A mediados de los años cincuenta, el dinamismo industrial de Barranquilla decayó, y la crisis sobrevino en los años sesenta y setenta, involucrando sus fiestas. La clase política que había exacerbado el conflicto de intereses, era la misma que se sentaba en las juntas de carnaval y repartía los beneficios económicos a las empresas auspiciadoras. Ese es el telón negro que los empresarios justifican en la actualidad, para haber creado una empresa que administre las fiestas.

Crítica y censura: Politiquería y corrupción de la ciudad a la fiesta

Para la década de los cincuentas, Barranquilla había declinado finalmente ante el auge exportador del puerto de Buenaventura en la costa Pacífica colombiana, y esa situación provocó una crisis económica que afectó a todos los sectores sociales. En especial, a las clases trabajadoras, cuyos presupuestos familiares dependían en gran medida del movimiento dinámico del puerto. Firmas extranjeras que durante muchos años tuvieron a la ciudad como principal centro de operaciones en el país, empezaron a cerrar sus puertas y marcharse. El resultado fue una tasa de desempleo en crecimiento, una migración de las áreas rurales hacia los límites de Barranquilla, iniciándose un proceso de "invasión", como respuesta a la crisis. Esta quizá sea una de las causas por las cuales en el entorno político, la fórmula fue conquistar los nuevos sectores deprimidos con soluciones a su problemática, es decir, los "favores políticos", a cambio de votos. Un mecanismo que explica la pérdida de valores sociales35.

Una burguesía "criolla" que se refugió en los clubes sociales, abandonó la universidad pública y atacó tantas veces como pudo a la administración. Una clase política que avaló el crecimiento burocrático de la administración local y departamental, convirtiéndola en un ente ineficiente e inoperante para las decisiones más trascendentales de la ciudad. En ese entorno, el carnaval recibió también su cuota. Se creó una Junta Directiva que regulaba las fiestas, y que aprovechó el capital de votos para las elecciones municipales y departamentales en las clases populares, que ahora tenían reinas propias, pero en las que miembros del Concejo Municipal se inmiscuían, para sacar el mayor provecho.

Los problemas para el carnaval significaban por extensión, los problemas de la ciudad: Crecimiento burocrático desmedido, agotamiento de partidas presupuestales y agudización del ejercicio de estrategias políticas para captación de beneficios personales, que en el marco de la pérdida de su supremacía portuaria en el panorama del Caribe y del país, el incremento de la migración del campo a la ciudad y el desempleo creciente echaron por el suelo las aspiraciones de una política adecuada trabajando de la mano en favor de las fiestas.

Como medida de saneamiento, y bajo la presión del sector privado, que creyó encontrar una solución para la problemática de la corrupción política -amenaza velada para sus intereses económicos-, se creó la Corporación Autónoma del Carnaval de Barranquilla, el 21 de diciembre de 1979, por Acuerdo 019 del Concejo Municipal. Su existencia será breve, y los empresarios exigirán una fiesta administrativa y financieramente recta, con base en los "modelos exitosos" argumentados y sustentados por ellos mismos.

Un carnaval para los empresarios: La empresa del Carnaval para sus administradores y una botella de ron para el pueblo

La Junta Directiva de la Cámara de Comercio de Barranquilla, una de las entidades que agrupa al sector privado, como respuesta a la crisis de las fiestas, organizó dos foros temáticos, que tenían por objeto discutir diferentes problemáticas que las afectaban. El I Foro del Carnaval fue celebrado en 1983, en asocio con la Universidad del Atlántico, centrando su atención en los aspectos históricos y culturales de la fiesta. El 2° Foro sobre el Carnaval de Barranquilla tuvo lugar en 1987. En esta ocasión estuvo dedicado a discutir aspectos prácticos, organizativos y financieros, impulsado también por la Cámara de Comercio, conjuntamente con la Asociación de Comunicadores del Atlántico y el Colegio Nacional de Periodistas -Seccional Atlántico-. Fue durante este evento en el que nació la propuesta de reemplazar a la Corporación Autónoma del Carnaval de Barranquilla por una sociedad de economía mixta, la que más tarde adoptaría el nombre de Carnaval de Barranquilla S.A., en 199236.

Entre las sugerencias planteadas por ellos, nos interesa destacar la de encontrar un nuevo recorrido para los grandes desfiles. Los planificadores descubren la "embotellada" Vía 40, cercada por las fachadas imponentes de las industrias de la zona. Estrategia económica que sin duda resultó exitosa: Quién quiera ver el Carnaval deberá comprar su costoso asiento. Curiosamente, ese pueblo que construye, vive y goza las fiestas populares, excluido de los costosos palcos, viste su alma con la alegría de quien comprende la celebración como parte de su vida:

Yo no voy casi nunca a la Batalla de Flores ni nada de eso. ¡pero a lo que sí voy es a las casetas! Yo no me disfrazo, eso sí no. a mí en carnaval no me gusta disfrazarme. lo que yo hago es que. ajá., me pongo aretes especiales, me maquillo todos los días para estar bien bonita, me trato de poner algo diferente: por ejemplo, unas medias veladas o un blue jean cortado diferente. trato de vestirme como para carnaval.37.

Patrimonio de la Humanidad: El pueblo fuera del carnaval

Las manipulaciones de las instituciones, privadas y públicas, se centraron, entonces, en trabajar en dos escenarios para obtener el reconocimiento en lo que respecta a criterios, esta vez patrimoniales, a dos niveles: nacional e internacional. Aprovechando la presencia de algunos barranquilleros, quienes se desempeñaban en posiciones destacadas en el Congreso y la Presidencia de la República, se redactó un proyecto de ley para que el Estado declarara al carnaval patrimonio cultural nacional, mientras, la Fundación Carnaval de Barranquilla, instando a su divulgación mundial, organizó el 1° Encuentro Internacional de Carnavales38, con la participación de especialistas y representantes de varios países de América y Europa en 2000. La ley fue aprobada en el Congreso de la República y, sancionada posteriormente por el presidente Andrés Pastrana Arango, en 2001, declarándolo Patrimonio Cultural de la Nación, junto con el carnaval de Negros y Blancos de Pasto39. Esto condujo a la entrega del expediente de candidatura en 2002, y la proclamación de la fiesta barranquillera, como Obra Maestra del Patrimonio Oral e Intangible de la Humanidad40, en 2003. El negocio estaba asegurado.

Carnaval de Barranquilla en París: Cabernet sauvignon y caviar

"Un Carnaval para deslumbrar a Europa", fueron los términos utilizados por la prensa, para justificar el millonario viaje realizado por una delegación de más de cien personas, desplazadas a París, a la sede de la UNESCO, en 2004. La crónica de la prensa local, que entrevistó a algunos de los bailarines, muestra los últimos toques de un negocio que tiene notorias dimensiones internacionales:

Desde las 6 de la tarde la entrada de la UNESCO se convirtió en una interminable cola para ingresar al hall de la sala donde a las 7 de la noche se ofreció una recepción que contó con una muestra de nuestros productos colombianos: stand o tiendas de Café, de cerveza, de jugos de frutas (lulo, piña, mango, maracuyá, corozo, coco), de aguardiente, de frutas, de flores, cocteles a base ron y jugos naturales. Por otra parte, con la colaboración de algunas compañías francesas, se hizo una degustación de vinos y quesos. Igualmente había whisky, patacón pisao, y una variedad interminable de pasabocas41.

Epílogo: A condiciones distintas, carnaval diferente

En el escenario de los foros del carnaval de Barranquilla, se suscitaron planteamientos de diversa índole. Al publicar las memorias de los foros, se creyó cumplir con una misión, a toda vista satisfecha por lo aparentemente democrática. Pero en el trasfondo de las circunstancias, muchos de los participantes manifestaron puntos de vista, que debieron ser tenidos en cuenta, pues habrían ayudado en la solución de una problemática sociocultural que en la actualidad divide a la sociedad barranquillera. Allí, son memorables las palabras de uno de los participantes, que evocó una fiesta popular espontánea, rica en ingenio creador, mérito por el cual, probablemente se le reconoció su autenticidad: "[...] Hay un Carnaval popular, espontáneo, que no se ha dejado institucionalizar ni reglamentar, y hay otro Carnaval [...] que inclusive, exige un cierto nivel económico para poder participar en él. Esto podría ser un tema de investigación, si existe un Carnaval o sí, por el contrario, existen dos Carnavales"42.


1 Apartes de esta investigación original fue presentada con el apoyo de ochenta (80) imágenes y algunos fragmentos de videos del Carnaval de Barranquilla, incluyendo el Dossier preparado para la candidatura de la fiesta ante la UNESCO, en el II Seminário Internacional de Histórica y XI Seminário de Pesquisa em História do DHI, Fórum de Pesquisa e Pós-Graduação em História, en la Universidade Estadual de Maringá - UEM, (Maringá, Paraná, Brasil, 26 al 30 de septiembre de 2005).

2 Alfredo Correa de Andreis. "Dos o tres comentarios al texto Joselito Carnaval". En: Rey Sinning, Edgar. Joselito Carnaval. Análisis del Carnaval de Barranquilla. Bogotá: Plaza y Janés, 2004. p 14.

3 Ignacio Consuegra "Qué viva el Carnaval". En: El Heraldo, Barranquilla, 22 de febrero 2009 s. p.

4 Ver artículo completo. En: Revista Cambio. edición n° 787. pp. 44-45, 31 de julio a 6 de agosto de 2008.

5 Sobre la historia y compromisos de su salvaguarda. En: Martha Lizcano Angarita y Danny González Cueto. Leyendo el carnaval. Miradas desde Barranquilla, Bahía y Barcelona. Ediciones: Uninorte 2009. p.p.113-116.

6 Zoraida Noriega "En mi casa todo gira alrededor de la cumbia" en El Heraldo, Barranquilla, 1° de septiembre 2005. s. p. En el cuerpo de la noticia, que informaba a los barranquilleros el nombramiento del nuevo Rey Momo, para los Carnavales de 2006, aparece esta nota, en recuadro, "Hoy, llega Mincultura", de donde se extrajo la cita.

7 Martha Lizcano Angarita y Danny González Cueto. Carnaval de Barranquilla: Patrimonio de la humanidad. Brebe historia de una proclamación. En Huellas, 71, 72, 73, 74 y 75 (Universidad del Norte, Barranquilla, agosto-diciembre, 2004 /abril-agosto-diciembre, 2005) p.p 264-273.

8 Zoraida Noriega "Reconocimiento de UNESCO no es dinero, sino un compromiso" en: El Heraldo, Barranquilla, 28 de noviembre 2003. s. p.

9 El Plan Decenal de Salvaguardia está compuesto por los siguientes programas: 1°, de Investigación e Inventario, tiene como propósito fomentar el conocimiento y la investigación del espacio cultural y las manifestaciones coreográficas y teatrales, a través de los siguientes proyectos: No.1. Congreso del Carnaval; No.2 Cátedra Cultura Caribe; No.3. Río Magdalena y Carnaval; No.4. Licenciatura en Cultura del Carnaval y No.5. Censo de los actores del Carnaval. 2°: de Conservación, orientado hacia la creación de Espacios para depositar, clasificar y sistematizar la memoria del Carnaval, de forma que los investigadores y los depositarios de la tradición y los ejecutantes de las expresiones culturales, puedan disponer de la información que les permita comprender la historia y el proceso de la tradición oral. Este programa comprende los siguientes proyectos: No.1. Centro de documentación del Carnaval de Barranquilla; No.2. Museo del Carnaval; No.3 Voces del Carnaval. 3°: de Preservación, que comprende la creación de espacios que permitan la enseñanza de las tradiciones y garantice el acceso de la comunidad a su propia cultura. También busca la participación de la comunidad en los espacios de expresión propios del carnaval: No. 1 Escuela Folclórica del Carnaval de Barranquilla; No. 2. Artesanía y Carnaval; No. 3 Fortalecimiento de la expresión musical; No. 4 Formación de técnicos en instrucción de danzas tradicionales; No. 5. Cátedra Carnaval de Barranquilla; No. 6 El ABC del Carnaval; No. 7 Circulando el Carnaval; No. 8 Carnaval en mi Comuna; No. 9 Disfrázate en Carnaval; No. 10 Oralidad de las danzas de relación; No. 11 "Paquicarnaval". 4°: Apoyo para los actores del Carnaval, para mitigar el impacto social y cultural que causa entre los actores del carnaval el desempleo y su procedencia de estratos económicos deprimidos, se diseñó este programa que tiene por objeto contribuir a elevar la autoestima de los actores del carnaval, fortalecer sus asociaciones y proporcionarles instrumentos que les permitan mejorar su situación económica. Este programa se propone trabajar en este marco para contribuir al mejoramiento de las condiciones de los actores del carnaval, a través de los siguientes proyectos: No.1 Redecarnaval; No.2 Las micropymes del Carnaval; No.3 por la tradición del Carnaval; No. 4 Apoyo al desarrollo económico de los grupos folclóricos del Suroccidente de Barranquilla. 5°: de Difusión de las expresiones de la cultura tradicional y popular del Carnaval. Está dirigido a estimular en el ámbito regional, nacional e internacional la organización de actividades que permitan la difusión de la cultura tradicional y popular expresada en el carnaval de barranquilla, de tal manera que sus hacedores, interlocutores y la comunidad en general tomen conciencia acerca de su importancia, para valorarlo y protegerlo. Se desarrollará a través de los siguientes proyectos: No. 1 Artistas proyectando el Carnaval; No.2 Carnaval y medios de comunicación; No. 3 Musicaribe; y No. 4 Carnaval sin fronteras. Disponible en Internet: http://www.carnavaldebarranquilla.org/2005/tor/212.phpp

10 Zoraida Noriega, Op.cit.

11 Ibídem

12Paola Guzmán Mejía. "$3.700 millones cuestan proyectos del Plan Decenal del Carnaval". En: El Heraldo, Barranquilla, 16 de marzo 2005. s. p.

13 Zoraida Noriega. "Mincultura evalúa Plan Decenal del Carnaval". En: El Heraldo, Barranquilla, 2 de septiembre 2005. s. p.

14 Ibídem

15John Charles Chasteen "Carnaval, mestizaje, danza: Un fenómeno latinoamericano". En: Colombia y el Caribe, Barranquilla: Ediciones Uninorte 2005. p.p 217-218

16 Gabriel Martínez Reyes (Comp.) .Cartas de los obispos de Cartagena de Indias durante el período hispánico. 1534 -1820. En: Editorial Zuloaga. Medellin, 1986. p.p 1534 - 1820.

17Bonney, C.V.R. (Compiled). (1875). "A Legacy of Historical Gleanings". Albany, 1875. (Two volumes). [En línea] http://www.nysm.nysed.gov/albany/sources.htmltlhg Consultada el 15 de septiembre de 2005.

18 Ramón Illián Bacca, Escribir en Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte 2005 p. 203.

19 Roberto Castillejo. El Carnaval en el norte de Colombia en Divulgaciones Etnológicas, Barranquilla, 1957. (Vol. VI) pp. 63 - 71.

20 Aquiles Escalante. El Palenque de San Basilio en Divulgaciones Etnológicas. Barranquilla, 1954 (III, N° 5); Aquiles Escalante. El negro en Colombia. Bogotá, 1964 y Aquiles Escalante. Las máscaras de madera en el Africa y en el Carnaval de Barranquilla en Divulgaciones Etnológicas. Barranquilla, 1980. (Vol. 1) pp. 29 - 36.

21 Ricardo Vengoechea. Lo popular en el carnaval de Barranquilla en Divulgaciones Etnológicas, Barranquilla, 1950. (Vol. I, N° 2) pp. 87 - 105.

22 Emiliano Vengoechea. Un poco de historia del Carnaval de Barranquilla y sus danzas. En: Huellas. Barranquilla, 2001. pp. 18 - 24.

23 Nina S. de Friedemann. Agonía de las máscaras de madera. Escultura popular de tradición africana en Colombia. En: Magazín Dominical de El Espectador. Bogotá, 1976. (25 de abril) p. 6 - 7; Nina S. de Friedemann. Congos: ritual guerrero en el Carnaval de Barranquilla, Bogotá, 1977; Nina S. de Friedemann. Carnaval de Barranquilla y Río de Janeiro: Ritual de tradición y cambio. En: Magazín Dominical de El Espectador. Bogotá, 1979. (18 de febrero); Nina S. de Friedemann. El carnaval rural en el río Magdalena en Boletín Cultural y Bibliográfico, Bogotá. (Vol. XXI, N°1, 1984); Nina S. de Friedemann. Carnaval en Barranquilla. Bogotá, 1985.

24 Margarita Abello,Mirta Buelvas y Antonio Caballero. Carnaval de Barranquilla: Gajos de corozo, flor de La Habana en Suplemento del Caribe. Barranquilla. (N°269, 18 de febrero de 1979); Margarita Abello, Mirta Buelvas, y Antonio Caballero Villa. Tres culturas en el Carnaval de Barranquilla .En: Huellas, .Barranquilla: Universidad del Norte, 1982. (Vol. 3, N° 5) y Margarita Abello, Mirta Buelvas, y Antonio Caballero Villa. Yo vengo de otra parte, pero soy de Barranquilla... en Intermedio.Suplemento del Diario del Caribe. Barranquilla, 1985. (10 de febrero).

25 Fundada en 1911 por José María Campoamor, sacerdote jesuita español, la Fundación Social es una entidad civil, sin ánimo de lucro, de utilidad común, de carácter fundacional. Su misión es "trabajar por modificar las causas estructurales de la pobreza en Colombia" en tres campos prioritarios: Paz y convivencia, Organización y participación, y Empleo e ingresos para los sectores populares. Disponible en Internet: http://www.fundacion-social.com.co/

26 Beatriz Toro y Hernando Parra. Barranquilla: Frontera cultural en Cuadernos para el desarrollo local. Cultura técnica. Barranquilla: Fundación Social, 1999; Beatriz Toro. Apuntes etnográficos sobre el Carnaval de Barranquilla en Cuadernos para el desarrollo local. Cultura técnica. Barranquilla: Fundación Social, 1999; Germán Muñoz G. Análisis semiótico de álbumes fotográficos en Cuadernos para el desarrollo local. Cultura técnica. Barranquilla: Fundación Social, 1999; Germán Muñoz G. Las identidades locales y la memoria: Accesorios estratégicos al componente cultural en Cuadernos para el desarrollo local. Cultura técnica. Barranquilla: Fundación Social, 1999 y Milton Patiño. Producción, circulación y consumo de objetos del Carnaval en Cuadernos para el desarrollo local. Cultura técnica. Barranquilla: Fundación Social, 1999.

27 Eduardo Posada Carbó. Una invitación a la historia de Barranquilla. Editorial: Cámara de Comercio de Barranquilla y Fondo Editorial CEREC.Barranaquilla, 1987. p. 14.

28 Ibídem

29 Ibídem p.33

30 Ramón Illán Bacca. Op.cit. p. 48

31 Alfredo De la Espriella, Carnaval de Barranquilla. Centenario de la Batalla de Flores 1903 - 2003. Álbum del recuerdo. En: Editorial Mejoras.Barranquilla, 2003. p.16.

32 José Félix Fuenmayor. Así era el Carnaval. En: El Heraldo, Barranquilla, 19 de febrero 1995. s.p.

33 Roberto Vargas. Carnavales de ayer: Las comedias callejeras en la Guía Cultural de Barranquilla. Barranquilla: Ediciones Uninorte, 2001. (N° 3, febrero). s.p.

34 Nina S. de Friedemann .Carnaval en Barranquilla. En: Editorial La Rosa 1985.p. 50.

35Jorge Villalón D. y Carlos Bell Lemus. El período del Frente Nacional y la crisis de los años sesenta. En: Jorge Villalón Donoso (Compilador) Historia de Barranquilla. En: Ediciones Uninorte. Barranquilla, 2000. p.p 251-177.

36 Deyana Acosta-Madiedo y Adolfo González Henríquez (Eds. y Comp.) Memorias de los foros del Carnaval. Cámara de Comercio de Barranquilla. Barranquilla ,1989.

37 Beatriz Toro y Hernando Parra. Barranquilla: Frontera cultural en Cuadernos para el desarrollo local. viCultura técnica. Barranquilla: Fundación Social 1999. p. 61.

38 El 1° Encuentro Internacional de Carnavales se celebró los días 15 al 17 de junio de 2000 en Barranquilla, con los auspicios del Ministerio de Cultura. Se promocionó con el título "Pensar en carnaval. Tres días de reflexión sin máscara ni capuchón". Asistieron representantes e investigadores de 10 carnavales de 8 países europeos y latinoamericanos, y de 8 carnavales colombianos. En las carpetas promocionales los organizadores escribieron: En esta "Gran Comparsa del Conocimiento " cada ponente nos regala los colores, las canciones y las tradiciones de su carnaval para que uniendo experiencias y expectativas conozcamos y valoremos nuestro propio carnaval. Las memorias de este importante evento aún permanecen inéditas, y su ausencia perjudica el avance del conocimiento sobre el folclore del Caribe.

39 Ministerio de Cultura. Ley 706 del 26 de noviembre de 2001, por medio de la cual se declaran Patrimonio Cultural de la Nación el Carnaval del Distrito Especial, Industrial y Portuario de Barranquilla, y a los Carnavales de Pasto y se ordenan unas obras. Ministerio de Cultura e Instituto Distrital de Cultura, Barranquilla, 2001.

40 Ante cincuenta y seis candidaturas y después de la evaluación y aprobación de dieciocho jurados y ONGs internacionales delegadas por la UNESCO, el carnaval de Barranquilla fue declarado Obra Maestra del Patrimonio Oral e Inmaterial de la Humanidad. Así lo dio a conocer el director general de la UNESCO, Koichiro Matsuura, en ceremonia realizada en la sede de esta organización, en París, el 7 de noviembre de 2003. Disponible en Internet:«http://www.carnavaldebarranquilla.org/es/patrimonio.htm»

41 Carnaval de Barranquilla deslumbra a Europa. En: El Heraldo, Barranquilla, 23 de abril 2004. s. p.

42 osé Ramón Llanos Henríquez. Carnaval y desarrollo. En: Acosta-Madiedo Deyana y González Henríquez, Adolfo. Cámara de Comercio. Memorias de los foros del Carnaval. Barranquilla: Cámara de Comercio de Barranquilla 1989.p. 20.


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