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Fronteras de la Historia

versión impresa ISSN 2027-4688versión On-line ISSN 2539-4711

Front. hist. vol.25 no.1 Bogotá ene./jun. 2020

https://doi.org/10.22380/20274688.835 

Artículos

Formas de acceso a recursos del cacicazgo Chitagoto, área muisca (1555-1602)

Patterns of Access to Resources of the Chitagoto Chiefdom, Muisca Area (1555-1602)

ANGY LILIANA RAMIREZ MIRANDA* 

*Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC) Tunja, Colombia. anyilil195@hotmail.com Licenciada en Ciencias Sociales de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia. Su producción académica ha sido la elaboración de la monografía titulada " Formas de acceso a recursos del cacicazgo Chitagoto (1555-1602)", cuya calificación fue meritoria. Con esta participó en calidad de ponente en el II Encuentro de Estudiantes de Historiografía, Arte y Arqueología Histórica, organizado por la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en México. Ha trabajado en el Grupo Interdisciplinario de Investigaciones Arqueológicas e Históricas (GIIAH) de la UPTC, desde el año 2016 hasta el presente, desempeñando el cargo de auxiliar de arqueología y paleografía en diferentes proyectos como: "Arqueología regional de Tunja", "Estudio de los patrones de asentamiento", "Estudio de impacto ambiental para el área de perforación exploratoria y prospección y formulación plan manejo arqueológico del claustro san Agustín, Tunja".


RESUMEN

Este artículo examina si la complementariedad ecológica hacía parte de la economía política del cacicazgo Chitagoto -en los Andes orientales de Colombia- a la llegada de los españoles en el siglo XVI, a través de la revisión de información etnohistórica; es decir, si no solo fue un ideal andino, sino también una empresa dirigida por líderes políticos que se apropiaron de la producción y monopolizaron el poder a través del tributo. Los resultados sugieren la existencia del poblamiento microvertical y la especialización en la producción de coca, capaz de generar un excedente para utilizarlo en el intercambio con etnias de tierras bajas. Esto gracias a la existencia de mercados especializados como Duitama, Sogamoso, Tunja y Bogotá, cuyo prestigio pudo basarse en el control de la distribución de excedentes de productos.

Palabras clave: etnohistoria; economía política; complementariedad ecológica; cacicazgos muiscas

ABSTRACT

This article examines whether ecological complementarity was part of the political economy of Chitagoto chiefdom -located in Eastearn Andes of Colombia- when Spaniards arrived in sixteenth century through the revision of ethnohistorical information. In other words, if it was not only an Andean ideal, but also a company directed by political leaders, who appropriated of production and monopolized power through the tribute. The results suggest the existence of microvertical settlement and specialization in the production of coca, able to generate a surplus to exchange it with lowland ethnic groups. This thanks to the existence of specialized markets such as Duitama, Sogamoso, Tunja and Bogota, whose prestige could be based on the control of distribution of surplus products.

Keywords: ethnohistory; political economy; ecological complementarity; muisca chiefdoms

Introducción1

La complementariedad ecológica es un concepto popular en la etnohistoria y arqueología andina. Como lo rescatan Langebaek y Cárdenas, se basa en la propuesta de John Murra de que dada la accidentada topografía de los Andes, las comunidades procuraron controlar el mayor número posible de pisos térmicos desde los cuales acceder a una amplia gama de recursos (155). Inicialmente, se denominó "verticalidad" a este sistema, para comprender cómo las etnias de los Andes centrales controlaron varios pisos térmicos para acceder a recursos a través de desplazamientos que implicaban más de un día de camino desde sus núcleos poblacionales (Murra, "Los límites" 430). Más tarde, Udo Oberem sugirió una variante denominada microverticalidad, para los Andes ecuatorianos, cuyas etnias realizaron desplazamientos que no implicaban más de un día de distancia desde la sierra hacía el valle para acceder a productos de diferentes pisos térmicos (51).

El "modelo de archipiélago vertical" partía de la consideración de la inexistencia de tributos o comercio organizado, aunque no negaba la posibilidad de trueque ocasional (Murra, "Los límites" 93). Murra identificó varios casos de grupos étnicos que tenían un asentamiento permanente o núcleo en la altiplanicie, pero que controlaban "un máximo de pisos y nichos ecológicos" ("Los límites" 94) que podían comprender de la puna hasta la costa, lo que significaba más y diversos recursos, a través de asentamientos periféricos a manera de islas verticales, que podían estar muy distantes pero en contacto con el centro de poder, con el que mantenían relaciones de reciprocidad y redistribución (Murra, "El control" 434-443).

Esta situación amplía exponencialmente los límites de aplicabilidad para varios lugares y periodos, como se evidencia en diferentes trabajos (Argüello 143, Cuéllar 2; Langebaek y Piazzini 7; Quattrin 8), cuyos autores, a través de reconocimientos arqueológicos sistemáticos de patrones de asentamiento, control, producción y consumo agrícola, evaluaron la información contenida en documentos etnohistóricos, con el fin de establecer si los cacicazgos surgieron como consecuencia del control de dichos sistemas verticales. Tales proyectos concluyeron que este sistema económico no existió en época prehispánica (Cuéllar 62; Quattrin 84) o que pudo ser un fenómeno tardío (Langebaek y Piazzini 91). Al parecer, el modelo solo sería válido para los Andes centrales y meridionales, no así para regiones más horizontales como la costa del Pacífico y los Andes septentrionales (Bonilla 89).

Según Katherinne Mora, la verticalidad no debe ser trasladada a la ligera a otros puntos de los Andes, con condiciones biofísicas y sociales diferenciadas, ya que el aprovechamiento de diferentes pisos térmicos, en cortas o largas distancias y en diferentes modalidades, es posible, y no solo es la influencia de Murra lo que ha llevado a pensar en otra especie de microverticalidad. Lo anterior con base en los recorridos que pueden hacerse a pie entre un piso y otro, incluso en una sola jornada. Esto se configuraría como un elemento importante que considerar, pues mostraría que la variación de pisos en la región es más diversa de lo que se ha supuesto (Mora, "Adaptación" 229).

No obstante, en vista de que hasta el momento los resultados niegan dicha posibilidad, es importante tener en cuenta que cada unidad política surgió dentro de contextos diferentes que suponen una variabilidad en términos de complejidad económica: condiciones medioambientales, propósitos políticos, distribución poblacional, tamaño (Cuéllar 2) e ideología (Osborn 13). Por ese motivo, la hipótesis no debe descartarse (Mora, Prácticas 24) y es útil continuar con el estudio de otros lugares y periodos, con el fin de reafirmar o refutar los trabajos mencionados.

En el caso de los muiscas, se asegura que el sistema de propiedad de los recursos y la naturaleza de su apropiación es aún motivo de controversia. El conocimiento es todavía fragmentario, basado fundamentalmente en investigaciones arqueológicas y etnohistóricas, en las cuales la utilización de visitas si bien permitió alcanzar resultados importantes, la misma naturaleza de estos documentos tardíos introdujo sesgos importantes en las evidencias que trasmiten (Bonilla 91). Esto dificulta establecer si se trató de una herencia prehispánica o una estrategia modificada durante el periodo colonial (Mora, "Adaptación" 18).

El cacicazgo Chitagoto, ubicado en territorio muisca, gozó de una condición medioambiental que pudo posibilitar la existencia de complementariedad ecológica: "La alternancia de largos periodos secos con algunas pocas semanas de lluvias", ideal para el crecimiento de coca en poco tiempo y con escasa probabilidad de pérdidas, debido a la ausencia de heladas (Langebaek, Mercados 80), que se definen como la combinación de noches frías, sol fuerte durante el día y altas tasas de evaporación, lo cual hace gran daño a las plantas jóvenes y a las flores (Osborn 43). "Los suelos ricos en hierro" propios del cañón del río Chicamocha (Henman 49) y la "Topografía bastante quebrada del sitio que pudo permitir al cacicazgo el traslado de un piso térmico a otro en poco tiempo" (Pérez 5).

Así, por ejemplo, pudo existir el abastecimiento autónomo a través del control simultáneo de productos básicos de subsistencia como fríjoles, papas y maíz en un piso térmico frío, cotos de caza privilegiados en el páramo y un rápido crecimiento de cultivos como caña, ahuyama y ají en un piso térmico templado. De igual modo, con ello pudo coexistir la especialización orientada a la producción de coca, "capaz de generar un excedente utilizado no sólo para redistribuirlo sino también para intercambiarlo y mantener especialistas" (Argüello 147; Langebaek, Mercados; Lleras y Langebaek). Dicha finalidad se correlaciona con el concepto de economía política, cuya función es maximizar la producción, a fin de generar un excedente destinado a fomentar el crecimiento de la institución política, a diferencia de la economía de subsistencia que funciona para cubrir las necesidades a escala doméstica (Johnson y Earle 36).

Para llevar a cabo el análisis de las formas de acceso a recursos de distintos pisos térmicos a través de documentos etnohistóricos, se delimitó la búsqueda de información teniendo en cuenta los siguientes aspectos: 1) toponímico, asociado específicamente a Chitagoto; 2) cronológico, teniendo en cuenta la fecha de la primera tasación colonial en 1555 y cuando entra en crisis el sistema de encomienda en la región en 1602. Aquí se encontraron las visitas de Tomás López en el año 1560, Juan López de Cepeda en 1577 y Luis Henríquez en 1602, pertenecientes al fondo Cabildo e Histórico del Archivo Histórico Regional de Boyacá, en Tunja (AHRB), y a los fondos Caciques e Indios y Visitas Boyacá del Archivo General de la Nación (AGN). Durante este proceso se tuvo en cuenta la recomendación de Jorge Gamboa de no confiarse en fuentes etnohistóricas tardías. Según este autor, después de la década de 1570 el sistema de encomienda ya se había modificado sustancialmente y por ende la organización política y económica (Gamboa 54). Sin embargo, se aclara que al citar la tasación de 1602 se procuró que la información que se extrajera se remitiera a antes de la llegada de los españoles, tal como ocurrió en este caso. Esta tasación se constituyó como la de mayor riqueza y rigor y mostró cómo la organización política y económica en aquella fecha aún no se había modificado, debido al dominio frágil e incompleto de los españoles; 3) temático. La búsqueda se limitó a las tasas de tributación, que contenían valiosa información acerca de la condición medioambiental, la organización política, el tamaño y distribución poblacional, así como el tipo y la cantidad de productos del cacicazgo.

Descripción del área de estudio

Como se muestra en la figura 1, el área de estudio está enmarcada en el territorio perteneciente al departamento de Boyacá, en los Andes orientales de Colombia, específicamente en la macrorregión que fue gobernada por el cacicazgo de Duitama, ubicado en lo que hoy hace parte del municipio que conserva su nombre y que comprende la cuenca alta del río Chicamocha, cuya altitud es de 2.535 m s. n. m. y la precipitación anual de 1.128 mm.

Uno de los cacicazgos sujetos a Duitama a través del tributo fue Chitagoto, situado hacia el nororiente, específicamente en el margen izquierdo del cañón del río Chicamocha, en territorio que hoy hace parte de los municipios de Paz de Río y el sur de Sativasur (véase figura 1). Las unidades hidrológicas más importantes del área de estudio y que se configuran como límites naturales son la subcuenca del río Soapaga, perteneciente a Paz de Río, y la subcuenca del río Chorro Blanco, de Sativasur; ambas desembocan en el río Chicamocha.

Las veredas donde se sitúa este trabajo son Chitagoto (Salitre-Sibaria), Socotacito y Soapaga de Paz de Río y la vereda Mobocon de Sativasur, que conservan el nombre de los jefes de las comunidades allí asentadas a la llegada de los españoles, excepto Tontiva, que no es posible ubicarlo debido a que no hay ningún sitio denominado de tal manera. Esto podría conllevar una continuidad territorial entre el ordenamiento espacial prehispánico y el ordenamiento espacial colonial, según propuso Marta Herrera para la provincia de Santafé en el siglo XVIII (Herrera, Poder 30), que pudo prolongarse hasta la actualidad. Sin embargo, no es seguro que tales asentamientos estuvieran ubicados exactamente allí; debe tenerse en cuenta que el cacicazgo pudo tener otras zonas de influencia o límites, de modo que solo se podrá establecer arqueológicamente.

Fuente: elaboración propia a partir de DANE. Departamento mgn (MapServer). 2016. Recuperado de https://ags.esri.co/server/rest/services/DA_DANE/departamento_mgn2016/MapServer/

FIGURA 1 Ubicación del área de estudio 

A partir de condiciones biofísicas elementales como la precipitación, la temperatura, el tipo de vegetación y la altura, se hizo un contraste entre dichas veredas, que se complementó con un recorrido inicial en campo, con el fin de establecer si existieron similitudes o diferencias en la condición medioambiental.

Además, se corroboró la existencia de los tres aspectos considerados fundamentales para plantear que allí pudo existir la complementariedad ecológica que haría parte de la economía política de Chitagoto a la llegada de los españoles: "Alternancia de largos periodos secos con algunas pocas semanas de lluvias" (Langebaek, Mercados 80), "Suelos ricos en hierro" propios del cañón del río Chicamocha (Henman 49) y una "Topografía bastante quebrada del sitio que pudo permitir al cacicazgo el traslado de un piso térmico a otro en poco tiempo" (Pérez 5).

En primer lugar, según la información de la columna 2 de la tabla 1, las veredas Mobocon, Soapaga y Socotacito presentan similitud en la precipitación que puede llegar hasta los 2.000 mm anuales, a diferencia de las veredas Chitagoto, Sibaria y Salitre, las cuales gozan de una precipitación que no supera los 800 mm anuales. Esto se evidencia en la figura 2, que contiene información mensual de lluvias del área de estudio. Dicha información refleja claramente la existencia de largos periodos de sequía entre los meses de diciembre y marzo y entre junio y septiembre, cuya precipitación individual no supera los 100 mm mensuales. En contraste, los cortos periodos de lluvia se observan entre los meses de abril y mayo y entre octubre y noviembre, cuya precipitación individual alcanza los 200 mm mensuales.

TABLA 1 Identificación de condiciones biofísicas del área de estudio 

Vereda Precipitación Temperatura Vegetación Altura
Chitagoto (Salitre Sibaria) 600 - 800 mm/año Medio seco 12° - 17° C Bosque seco montano bajo: vegetación muy escasa, laderas erosionadas, onduladas y rectas. 2.000 - 2.600 m n. s. m.
Mobocon 600 - 1.000 mm/año 1.000 - 2.000 mm/año Frío húmedo 6 - 12° C Bosque húmedo montano: vegetación de subpáramo: sauce, mortiño, arrayán, eucalipto, aliso, tuno. 2.600 - 3.600 m s. n. m.
Soapaga 600 - 1.000 mm/año 1.000 - 2.000 mm/año Frío húmedo 6 - 12° C Bosque húmedo montano: vegetación de subpáramo: sauce, mortiño, arrayán, eucalipto, aliso, tuno; Bosque húmedo montano alto: vegetación de páramo. 2.600 - 3.600 m s. n. m.
Socotacito 600 - 2.000 mm/año 1.000 - 2.000 mm/año Frío húmedo 6 - 12° C Bosque húmedo montano: vegetación de subpáramo: sauce, mortiño, arrayán, eucalipto, aliso, tuno; Bosque húmedo montano alto: vegetación de páramo. 2.600 - 3.600 m s. n. m.

Fuente: elaboración propia con base en información de la Alcaldía de Paz de Río (18) y la Alcaldía de Sativasur (14).

Fuente: elaboración propia con base en información de climate-data.org (1).

FIGURA 2 Precipitación mensual, área de estudio (Paz de Río) 

Se comprueba, por lo tanto, el primer aserto de que las comunidades asentadas cerca del cañón del río Chicamocha pudieron gozar en tiempo pre-hispánico de "la alternancia de largos periodos secos con algunas pocas semanas de lluvias" (Langebaek, Mercados 80). Esta sequía se debe en gran medida al aporte mínimo de lluvias del área más próxima al cañón que comprende las veredas Chitagoto, Sibaria y Salitre, cuya distancia no supera los 3 km, lo que posibilitó el crecimiento de coca allí en poco tiempo y con escasa probabilidad de pérdidas debido a la ausencia de heladas.

Es necesario mencionar además que existen algunas áreas en el departamento de Boyacá que presentan alta susceptibilidad a los fenómenos de degradación, catalogadas como propensas a la desertificación y sequía, tales como la cuenca del río Chicamocha desde Tópaga, a una altura de 2.500 m s. n. m., pasando por Paz de Río a 2.000 m s. n. m., hasta San Vicente de Chucurí en Santander a 200 m s. n. m. (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Los cañones 128).

La información de las columnas 3 y 4 de la tabla 1 muestra que la temperatura de las veredas Mobocon, Soapaga y Socotacito es similar, ya que oscila entre 6 y 12 °C, catalogada de clima frío y páramo. Esta modela la vegetación de tipo bosque húmedo montano que permite cultivos como la papa, la arveja, el fríjol, la zanahoria y el maíz, que tardan aproximadamente ocho meses en dar fruto. En contraste, la temperatura de las veredas Salitre y Sibaria oscila entre 12 y 17 °C, catalogada de clima templado. Esta modela la vegetación de tipo bosque seco montano bajo, que permite cultivos como el plátano, caña, ají, maíz y frutales, los cuales tardan solo de 3 a 5 meses en cosecharse.

En segundo lugar, la existencia de "suelos ricos en hierro" propios del cañón del río Chicamocha es ideal para el crecimiento de coca (Henman 49). El hierro se encuentra en toda el área de estudio, donde existen los yacimientos de mayor interés para la siderúrgica de Belencito desde el año 1954 (Instituto Geográfico Agustín Codazzi, Estudio general 94).

En tercer lugar, la "topografía bastante quebrada del sitio" (Pérez 5) se observa en la mayor parte del área de estudio, ya que existen grandes pendientes que han sido afectadas por constantes deslizamientos de tierra. Las veredas que presentan mayor carcavamiento y erosión severa son Salitre y Sibaria que se encuentran contiguas y se distancian de las demás veredas expuestas, a una distancia no mayor a 8 km, lo cual posibilita el traslado a pie de un piso térmico a otro en pocas horas (véase figura 3). De esa manera, los actuales lugares de asentamiento de las veredas serían los mejores, dado el carácter topográfico del sitio, reduciendo el espacio de posibilidad de manera natural (Herrera, Ordenar 45).

Fuente: elaboración propia.

FIGURA 3 Perfil altitudinal, área de estudio 

Según la información de la columna 5 de la tabla 1 y la figura 3, la altura de las veredas Mobocon, Soapaga y Socotacito es similar ya que varía entre 2.600 y 3.600 m s. n. m., a diferencia de las veredas Chitagoto, Sibaria y Salitre, cuya altura varía entre 2.000 y 2.600 m s. n. m.

En suma, aunque las condiciones biofísicas -que se utilizaron para realizar el contraste entre las veredas- no corresponden al periodo histórico de estudio, los cambios medioambientales que pudieron ocurrir alrededor de cuatro siglos no parecen haber sido fuertes respecto a la altura del área de estudio, la cual modela a su vez la precipitación, la temperatura y el tipo de vegetación. Por lo tanto, no se puede negar la posibilidad de que a la llegada de los españoles en el siglo XVI, la complementariedad ecológica haya hecho parte de la economía política del cacicazgo Chitagoto.

Fuente: elaboración propia.

FIGURA 4 Topografía quebrada del área de estudio 

Organización política de Chitagoto: hacia un modelo modular o celular

Para enmarcar en la medida de lo posible toda la complejidad y especificidad de la organización política del cacicazgo Chitagoto, se utilizó el modelo aplicado por Jorge Gamboa para los muiscas en el altiplano cundiboyacense, denominado organización modular o celular, diseñado con anterioridad para México (Gamboa 58). Tal modelo da cuenta de las anomalías opacadas en el modelo piramidal aplicado con frecuencia, entre ellas los lazos de sujeción bastante tenues e inestables y la gran autonomía de cada unidad política con una fuerte tendencia a la descentralización:

Lo anterior justificado en que cada día resulta más difícil seguir manteniendo la idea de que existieron únicamente dos confederaciones importantes, los ejemplos de entidades políticas independientes dentro del Altiplano Cundiboyacense, e incluso en el interior del territorio que se consideraba dominado por los caciques de Tunja y Bogotá, se multiplican cada día. Los vínculos que mantenían unidas estas confederaciones se van desdibujando a medida que se descubre nueva información temprana [...] (Gamboa 57)

La confiabilidad de los documentos etnohistóricos se sustenta en las fechas tempranas en relación con la llegada de los españoles y su incipiente dominio, ya que hasta la década de 1570 las comunidades indígenas aún conservaban un alto grado de autonomía a través de la negociación permanente con los españoles (Gamboa 54). Lo anterior, dado que el control colonial fue incompleto y frágil, nos recuerda lo que fueron las unidades políticas al momento de la conquista, que iban desde simples capitanías hasta estructuras donde se combinaban cacicazgos simples y compuestos con capitanías sujetas directamente al jefe.

Para la elaboración de la estructura de la figura 5 no se confió en información etnohistórica posterior a la década de 1570, ya que la organización política y económica ya había sufrido cambios importantes como se señaló con anterioridad. Sin embargo, al citar la tasación de 1602, se procuró que la información a extraer se remitiera a antes de la llegada de los españoles. En este punto se encontraron apartados que describen la organización política de Chitagoto a través del tributo, que significó la concreción y materialización de las relaciones de dominación (Tovar 13).

Fuente: elaboración propia con base en Gamboa (64).

FIGURA 5 Estructura y organización política del cacicazgo Chitagoto 

La sujeción de Chitagoto a Duitama se pudo evidenciar en un expediente de la visita realizada en 1543, en la que el cacique mayor de Duitama declaró que su confederación estaba compuesta por alrededor de 58 tybas que habitaban el valle de Cerinza, los cuales tenía sujetos antes de la llegada de los españoles, pero varios se le habían quitado para formar repartimientos, entre ellos Chitagoto (AGI, J 507, 1115, R. 3, N. 2.). Posteriormente, en 1602, el visitador Luis Henríquez anotó que "[...] antes que los españoles entraran en esta tierra los yndios de Chitagoto reconocían al cacique de Duitama y le daban oro y mantas y ahora solo hacen una labranza de maíz [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 971 v.). A su vez, "[...] antes que los españoles entraran en esta tierra los yndios de Chicamocha reconocían al cacique de Duitama y le daban oro y mantas y ahora solo hacen una labranza de maíz a su cacique de Chitagoto [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 967 v.). Esto evidenciaría que la sujeción a más de un jefe era frecuente.

Una de las explicaciones del origen de los lazos de sujeción puede ser a partir de la regla de matrimonio entre los muiscas, la cual conllevaba una pauta de poblamiento posmarital de carácter virilocal para las mujeres (Villamarín y Villamarín 91). En otras palabras, el desplazamiento de mujeres a otras comunidades extraterritoriales implicaba que conservaran un vínculo con su grupo de origen, a través de la obligación de dar "regalos" a su cacique original y laborar en su parcela. De tal modo, los caciques acumulaban productos de miembros de su comunidad dispersos en territorio de otras entidades (Langebaek, Noticias 121).

La organización interna del cacicazgo Chitagoto se pudo evidenciar en la visita de 1602, que se remitió al año 1553:

[...] el dicho repartimiento e yndios de Chitagoto y Tontiva que tubo y poseyó el dicho capitán Francisco Manrique de Velandia el viejo vecino padre para que como sucesor suyo los tenga y goce y posea con todos los caciques capitanes e yndios que les son sujetos y pertenecientes [...] (AGN, VIS BOY 12, f. 932 v.)

Los caciques y capitanes sujetos "[... ] del dicho pueblo de Chitagoto están divididos en tres poblazones la una que se llama Mobocon y otra Chitagoto y otra Socotá-Soapaga [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 964 v.). La aparición de Tontiva genera la incógnita de si se trató de un cacicazgo compuesto que se desintegró rápidamente a la llegada de los españoles o, por el contrario, solamente fue una capitanía simple sujeta directamente al cacique principal de Chitagoto. Esto debido a la terminación tyba, que hace referencia a una persona que tiene cierto reconocimiento político o religioso dentro de su grupo, pero que aún está en proceso de ser reconocida (Gamboa 79). En cuanto a Mobocon, se asume que fue una capitanía compuesta por dos capitanías simples, Socotá y Soapaga, "[...] sujetas al cacique Mobocon don Martin Quirvita [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 949 r.). Estas capitanías podían agruparse de diversas maneras y dar como resultado estructuras muy diferentes, en las cuales los vínculos que las unían eran muy frágiles y tendían a romperse con facilidad para formar nuevas estructuras (Gamboa 624).

Para comprender la complejidad y especificidad de la organización política del cacicazgo Chitagoto, se deben tener en cuenta las tensiones políticas que se vivían en el altiplano cundiboyacense desde antes de la llegada de los españoles (Gamboa 624). Las alianzas se rompían y rehacían con facilidad y los españoles supieron sacar provecho de la situación. De igual modo, los muiscas también supieron manipular a los recién llegados para desarrollar sus propios intereses. Ejemplo de ello fue cuando en 1559 el cacique principal de Chitagoto reclamó como suya una parcela de la capitanía de Ubeita perteneciente a Socha (AGN, ABJC 24, D. 5.), de lo que se infiere que la disputa venía de tiempos prehispánicos, o que simplemente Chitagoto quiso sacar provecho de la llegada de los españoles para expandirse.

En ese orden de ideas, la información anterior lleva a preguntarse por la importancia de la relación de sujeción de Chicamocha respecto de Chitagoto y de este con Duitama a través del tributo de oro y mantas, si tuvo razones más bien económicas y no basadas en pautas de poblamiento posmarital de carácter virilocal para las mujeres.

Formas de acceso a recursos

Existen tres formas de acceso a recursos para la economía de los cacicazgos de la etnia lache de la Sierra Nevada del Cocuy, en el margen derecho del cañón del río Chicamocha, que hace parte de los Andes orientales en territorio colombiano (Langebaek, "Tres formas" 30). Tales formas de acceso se configuran como modelos que se analizarán a continuación: a) poblamiento disperso y móvil; b) circulación de excedentes de productos en manos del cacique mayor de la etnia; y c) intercambio interétnico. Estas podrían complementarse en diferente grado, con el fin de establecer cómo accedió a recursos el cacicazgo Chitagoto ya que, como se señaló con anterioridad, hay condiciones biofísicas y políticas que viabilizan la existencia de la complementariedad ecológica que haría parte de su economía política. Así, por ejemplo, podría existir el control autónomo del mayor número posible de pisos térmicos para acceder a recursos básicos de subsistencia en el piso térmico frío y húmedo y de manera simultánea especializarse en la producción de coca en la ladera templada y seca en cercanía al cañón del río Chicamocha, "capaz de generar un excedente utilizado no sólo para redistribuirlo sino también para intercambiarlo y mantener especialistas" (Argüello 147; Langebaek, Mercados; Lleras y Langebaek). Dicha finalidad se correlacionaría con el concepto de economía política, cuya función es maximizar la producción a fin de generar un excedente destinado a fomentar el crecimiento de la institución política (Johnson y Earle 36).

En lo que sigue se examinará qué información etnohistórica soporta o no a cada modelo de acceso a recursos, a través de variables como: a) patrón de poblamiento; b) patrón de producción agrícola; y c) tamaño de población indígena.

El primer modelo, de poblamiento disperso y móvil, propone que las comunidades realizarían desplazamientos diarios o temporales -lo que se conoce como microverticalidad y verticalidad, respectivamente-, desde aldeas nucleadas hacia bohíos o labranzas dispersos, ubicados en una amplia variedad de pisos térmicos. Dicho modelo reduce la dependencia externa en el acceso a recursos básicos de subsistencia, que estaba limitada por razones derivadas de deficiencias en el sistema de transporte (Langebaek, Noticias 198); es decir, insinuaría el abastecimiento autónomo y la complementariedad ecológica basada en la suposición que dada la accidentada topografía de los Andes, las comunidades procuraron controlar el mayor número posible de zonas desde las cuales acceder a una amplia gama de recursos (Murra, El control 430).

De acuerdo con este modelo, se esperaría que el patrón de poblamiento del cacicazgo Chitagoto tuviera preferencia por una altura de 2.600 m s. n. m., considerada la más adecuada para estar en una posición intermedia entre sitios de páramo y el cañón del río Chicamocha, con el propósito de facilitar el control efectivo y autónomo de recursos básicos de subsistencia. La producción agrícola colonial debería ser diversa en relación con los pisos térmicos, lo cual indicaría el control efectivo de estos. El tamaño de la población indígena debería ser considerable en relación con el de los cacicazgos vecinos (pertenecientes a la confederación de Duitama), ya que sería proporcional a la diversidad de recursos propia de un poblamiento disperso y móvil que haría posible la capacidad de crecer y abastecerse autónomamente.

El segundo modelo, denominado circulación de excedentes de productos centralizada en manos del cacique mayor de Duitama, requeriría la sujeción de cacicazgos especializados en la producción de algún artículo en particular, con el fin de generar un excedente para tributar y así poder participar en la redistribución en el interior de la confederación en tiempos de escasez o sequía. Al parecer, tal fue el caso de Chitagoto, que gracias al control de un área templada y seca con un alto grado de productividad, podría especializarse en la producción de coca. No obstante, dicha condición medioambiental no sería suficiente para ratificar la especialización.

Para comprobar si existió la especialización en la producción de coca en el cacicazgo Chitagoto, se esperaría que el patrón de poblamiento tuviera preferencia por una altura de 2.000 m s. n. m., considerada el límite entre el piso térmico frío y el templado, donde existiría un mayor nivel de productividad, con independencia del acceso rápido a sitios fríos y de páramo. La producción agrícola colonial debería concentrarse en la producción de coca, para lo cual se esperaría que la cantidad de tributación de coca superara la de los demás productos agrícolas y a la cifra de coca de los cacicazgos vecinos. El tamaño de la población indígena debería ser considerable en relación con el de los cacicazgos vecinos, dado que para generar un excedente en la producción de coca se requeriría un gran esfuerzo en la producción que involucraría a un buen número de miembros de la comunidad.

El tercer modelo, de intercambio interétnico, es la forma más amplia de acceso a recursos, cuya circulación de productos ya no tendría barreras étnicas ni políticas. Esto significaría que no estaría frustrada por la diversidad lingüística y cultural de cada etnia, lo cual facilitaría el acceso a artículos de lujo como el oro y el algodón que no se conseguían en el interior de la etnia muisca, sino a través de la existencia o no de mercados especializados, donde se concentraban excedentes de cacicazgos interesados en participar en el intercambio con otras etnias, con el fin de abastecerse de los productos que escaseaban en su territorio.

Para este modelo se esperaría que el patrón de poblamiento del cacicazgo Chitagoto, a escala macrorregional, evidenciara si estuvo o no dentro de un área de confluencia o límite con etnias de tierras bajas, para garantizar el acceso al oro y algodón -materia prima fundamental para la elaboración de las mantas, casi siempre en manos de comunidades de tierras frías- (Vanegas 23). La producción agrícola colonial debería concentrarse en la producción de coca, para lo cual se esperaría que la cifra de coca superara la de los demás productos agrícolas y la cifra de coca de los cacicazgos vecinos. El tamaño de la población indígena debería superar al de los cacicazgos vecinos, ya que la inversión de energía debió ser alta para generar un excedente en la producción de coca y transportarlo hacia los mercados especializados en ausencia de bestias de carga, con el fin de intercambiarlo por productos que no estaban dentro de su alcance ecológico.

Patrón de poblamiento

La visita realizada por Henríquez en el año 1602 es útil, a pesar de ser tardía, debido a que permite afirmar que aún para la fecha "[...] los naturales del y otros capitanejos principales estaban divididos y apartados en sus poblazones y sitios viejos [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 925 r.), que corresponden a sitios fríos, de arcabuco y quebradas. Esta distribución prehispánica afectaba el diseño de un pueblo grande en policía española que los españoles querían hacer junto a Sativa, Ocavita y Tupachoque, en tierra templada mejor y fértil debajo de Chitagoto, llamada Cuchuaraga y Pachuapaga o en Queguazaque (AGN, VIS BOY 12 ff. 954 v., 960 v., 965 v., 969 v., 996 r.). El objetivo fundamental era lograr un buen adoctrinamiento de la población indígena, como lo aseguró Herrera (Poder 57), que estaba viéndose afectada a raíz de que "[...] era tierra muy áspera y no había sacerdote que quisiera ir a la dotrina de ellos [...]" (AGN, CI 18, f. 887 r.). No obstante, dicho intento "[...] se revocó y se pobló donde mandaron los caciques [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 1000 r.), quienes amenazaban con no dar más tributo si ocurría tal cambio.

Al parecer, la reticencia de los indios a vivir en pueblos podría entenderse como un mecanismo de defensa cultural, ya que la orden de juntarlos impartida por los españoles buscó también alejarlos de sus antiguos pueblos, como una forma de separarlos de sus creencias (Herrera, Poder 57).

Las distancias halladas en la visita de 1602 sugieren que entre "[...] Mobocon Chitagoto Socotá Soapaga hay distancia de una legua2 [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 964 v.) y que "[...] Chitagoto está distante de Socotá tres leguas [14,4 km] el río Sogamoso en medio y de Tutaza otras tres leguas [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 965 r.). Esto da una mayor certeza acerca de la distribución interna del cacicazgo Chitagoto a la llegada de los españoles y del grado de interacción que pudo existir. Además, sugiere una relativa continuidad del ordenamiento territorial hasta la división político-administrativa del siglo xviii (Herrera, Poder 38) que pudo prolongarse hasta hoy, fenómeno que se puede evidenciar en la preferencia de las veredas por poblarse en sitios fríos cerca de las quebradas.

La figura 6 muestra un poblamiento disperso en un área de 70 km2, delimitada a partir de referentes geográficos como quebradas y ríos, cuyo rango altitudinal varía entre 2.000 y 3.600 m s. n. m., lo que determina una significativa variación medioambiental. La capitanía compuesta de Mobocon y las dos simples de Socotá y Soapaga estaban dispersas sobre el vallecito frío y húmedo, a una altura de 2.600 m s. n. m. y con una precipitación que llega hasta los 2.000 mm anuales, mientras que la aldea nucleada del cacique principal de Chitagoto estaba ubicada en mayor cercanía del área de mayor productividad que hacía parte del cañón del río Chicamocha, cuya altura mínima corresponde a los 2.000 m s. n. m. y su precipitación llega hasta los 800 mm anuales.

Fuente: elaboración propia.

FIGURA 6 Curvas de nivel, patrón de poblamiento cacicazgo Chitagoto 

Las capitanías tuvieron preferencia por asentarse en una posición intermedia entre el páramo y el área templada. Desde allí se encargarían de controlar simultáneamente la producción de recursos básicos de subsistencia, los cotos de caza privilegiados en el páramo y enriquecer la dieta a través del crecimiento rápido de las cosechas en el área templada, la cual estaría a mayor proximidad de la aldea nucleada del cacique principal. Al respecto, Ann Osborn afirma que los movimientos periódicos montaña arriba y montaña abajo y residencia temporal de cada clan uwa, no han sido determinados primordialmente por razones económicas sino más bien tuvieron una base cosmológica (Osborn 24); es decir, no buscan especialmente la productividad, sino que las siembras se hagan de tal manera que se puedan cosechar los productos para los rituales realizados en las distintas estaciones del año (Falchetti 32).

Es necesario recalcar que aun cuando no hay evidencia etnohistórica que sugiera movilidad diaria o temporal desde el área intermedia hacia tierras templadas y de páramo, no se puede descartar la posibilidad, debido a que existe una condición medioambiental -la topografía bastante quebrada del sitio- que hace viable el traslado en apenas un par de horas a pie. Sin embargo, según Marta Herrera, serían los desniveles del terreno los que condicionarían en cierta forma la elección sobre el uso de las tierras, puesto que los valles y las suaves pendientes proporcionan por lo general un medio más propicio para la agricultura (Herrera, Ordenar 45).

Todo esto parece confirmar que las comunidades de la etnia lache (en límite con Chitagoto) vivían la mayor parte del año en los bordes de los valles fríos, mientras que las tierras templadas y de páramo solo eran ocupadas periódicamente en épocas de siembra y cosecha en bohíos provisionales. En contraste, la etnia guane estaba concentrada mayormente en la franja de clima templado y hacía desplazamientos temporales hacía climas fríos (Langebaek, Noticias 122).

Por consiguiente, no hubo preferencia por poblar en el área de mayor productividad, lo cual no sería congruente con la especialización en la producción de coca, si no hubieran existido dichos desplazamientos temporales, ya que esta tarea implicaría un esfuerzo que debía involucrar la participación de la población total, no solo de la aldea nucleada del cacique principal.

Es necesario establecer con qué etnias realizó intercambio el cacicazgo Chitagoto, ubicándolo a escala macrorregional. La figura 7 indica que se encontró dentro de un área de confluencia o límite con la etnia lache, ubicada al nororiente. En el pasado, los clanes uwa de los extremos se mezclaban o fusionaban con las comunidades vecinas más cercanas pertenecientes a otros grupos étnicos y se conformaba así una zona "fronteriza" difusa y gradual, sin límites rígidos, caracterizada por múltiples mezclas culturales y étnicas (Falchetti 36). Esta etnia presenta similitud con el alcance ecológico de Chitagoto, ya que el piso térmico más bajo que controló fue el área templada y seca en cercanía al cañón, lo que descarta tajantemente que haya controlado el acceso al oro y al algodón.

Fuente: elaboración propia con base en Gamboa (187)

FIGURA 7 Ruta hipotética del intercambio interétnico colonial 

El cacicazgo Chitagoto no se encontró dentro de un área de confluencia con la etnia tegua del piedemonte ubicada al suroriente, ni con etnias del valle del río Magdalena (muzos, colimas, panches), ni en términos de Vélez, ubicadas al occidente, ya que las distancias entre sí fueron considerables. De tal manera, fue necesaria la existencia de mercados especializados como Duitama, Sogamoso, Tunja o Bogotá, que tendrían la función de posibilitar que el oro y el algodón llegaran a manos de cacicazgos que lo requirieran, lo cual los convertiría en los cacicazgos más importantes de cada confederación muisca (Langebaek, Dos teorías 83). Es fundamental aclarar que en esta amplia red de intercambios debieron involucrarse muchas comunidades intermediarias, lo cual posibilitó la circulación de productos de distintos pisos térmicos.

Para asegurarlo, se muestra la preferencia de cacicazgos de menor rango por asistir al mercado del cacique más importante de su unidad (Langebaek, "Dos teorías" 83). Un ejemplo de ello fue cuando en 1602 un indígena de Chitagoto sostuvo que "[...] hilan y tejen mantas de algodón el cual ban a buscar a los mercados de Duytama y Sogamoso y otros son mercaderes [...]" (AGN, VIS BOY 12, ff. 963 r. y v.); "[...] Y los de Duitama a su vez lo conseguían de Tunja y Sogamoso y términos de Vélez [...]" (AGN, VIS BOY ff. 681 r. y 684 v.). Estas rutas de circulación de mercancías pudieron tener un origen prehispánico que paulatinamente fue controlado por los españoles, que lo fueron transformando primero en "mercados naturales", a donde también confluían ellos para abastecerse de productos, hasta convertirse en los mercados coloniales a finales del siglo XVI (Acuña 329).

Patrón de producción agrícola

Es necesario recalcar que no hay total certeza de la información de las tasaciones coloniales citadas, ya que a los oidores se les ordenó que los tributos fueran más bajos de lo que solían dar a los jefes prehispánicos, con el fin de mostrarles a los indígenas que el sometimiento a la monarquía española significaba una mejora de su situación (Gamboa 392). Por lo tanto, la información que daban los indígenas a los visitadores, además de ser imprecisa, tendía a estar muy por debajo de la realidad. De este modo, se crearía la falsa imagen de que la carga tributaria prehispánica era muy baja con respecto a lo que se impuso después de la conquista.

Las tasaciones no muestran de manera explícita cuál era la producción agrícola de cada capitanía, para que fuera más fácil seguir la hipótesis de que el patrón de producción de subsistencia que se esperaría de una economía vertical fuera el cultivo de maíz, yuca y fríjol en las elevaciones más bajas, dando gradualmente paso al cultivo de papa y quinoa en las elevaciones más altas (Quattrin 80). Sin embargo, se encontró un gran indicio en la visita de 1602, en la que el encomendero Francisco de Velandia "[...] dijo que las granjerías que tienen los dichos indios son sembrar maíz y turmas y frisoles y en tierra caliente tienen yucas y batatas ahuyamas y ají y algunas labranzas de coca [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 963 r.).

Esto ratifica que existió el control simultáneo de dos pisos térmicos, debido al énfasis del visitador en dividir la producción agrícola en lo que pudo ser tierra fría y templada. De ello se infiere que la capitanía compuesta de Mobocon y las dos simples de Socotá y Soapaga, dispersas sobre los 2.600 m s. n. m., estuvieron preocupadas por controlar la producción de recursos básicos de subsistencia (turmas, fríjoles y maíz) a una mayor altura. Esto a pesar de que el ciclo del maíz era mucho más largo en tierras altas y frías, por lo que tal vez fue necesario contar con alternativas para el abastecimiento continuo (Mora, "Adaptación" 226), mientras que en el área de mayor productividad, cuya altura mínima es de 2.000 m s. n. m., habría existido preferencia por el cultivo de ají, coca, yuca, batata y ahuyama. Esta última, aunque no es exclusiva de tierra templada, se incluye aquí por la cita etnohistórica anterior, lo que evidencia una producción diversa, propia de un poblamiento disperso y posiblemente móvil.

Las granjerías de fríjoles y maíz en tierra fría contrastan con lo expuesto por Dale Quattrin, debido a que estas deberían sembrarse en el área con mayor productividad, con el fin de lograr dos cosechas al año; se supone que son productos básicos de subsistencia y consumo diario (84). No obstante, sembrar el maíz en regiones templadas posibilitaría que sufriera de una plaga llamada gorgojo que lo volvería harina y lo haría inservible (Langebaek, Mercados 115). Esto implicó correr el riesgo de obtener una sola cosecha anual y que sufriera de heladas, lo que llevó a que el fríjol también fuera cultivado en tierra fría, pues estos solían cultivarse juntos, lo cual era considerado una práctica aborigen común (Langebaek, Mercado 117).

De esa manera, se asume que cada capitanía ubicada en el área intermedia era autosuficiente en la producción, almacenamiento y consumo de recursos básicos de subsistencia en tierra fría, con independencia de su productividad. Ello mientras se hacían desplazamientos temporales hacia el área templada y seca, con el fin de enriquecer la dieta a través del crecimiento rápido de cultivos como la yuca, la batata, la ahuyama, el ají y la coca, que no soportaba las heladas -por ello debía cultivarse exclusivamente en esta área, pues las heladas eran un fenómeno mucho más común por encima de los 2.600 m s. n. m que en tierras bajas- (Mora, "Adaptación" 225). El consumo de coca era habitual para evitar el cansancio durante labores agrícolas y en largos trayectos en ausencia de bestias de carga (Langebaek, Noticias 140).

Dicho control simultáneo de pisos térmicos no indica autosuficiencia, ni es contradictorio con la existencia de intercambios. Lo que se sugiere es que hubo autosuficiencia en la producción de alimentos básicos de subsistencia, pero ello no niega la existencia de intercambios con otras etnias, ya que fue necesario para obtener productos que no estaban dentro del alcance ecológico como el oro o el algodón, como se verá más adelante.

En la tabla 2 se sintetizan las tasaciones realizadas al cacicazgo Chitagoto durante el periodo estudiado (1555-1602). Esto es indispensable para realizar una comparación a nivel de productividad a partir del crecimiento y el decrecimiento de la cantidad tributada de cada producto a medida que transcurre el periodo colonial. Los productos se encuentran organizados según el tipo de clima donde se cultivaron, teniendo en cuenta que, como se citó anteriormente "[... ] dijo que las granjerías que tienen los dichos indios son sembrar maíz y turmas y frisoles y en tierra caliente tienen yucas y batatas ahuyamas y ají y algunas labranzas de coca [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 963 r.). Sin embargo, hay productos como la ahuyama, el ají, la batata, la yuca o el fríjol que solo se nombran, pero no se encontró información de cuál fue la tasación. Sin embargo, fue importante mencionarlo pues la cita etnohistórica sugiere que dichos productos fueron cultivados en un piso térmico determinado, lo que podría señalar la preferencia por cultivar allí. Por otra parte, dada la ausencia de información, no será posible establecer si el nivel de productividad de tales productos superó a los demás.

TABLA 2 Tipo y cantidad de productos tributados cacicazgo Chitagoto (1560-1602) 

Tasaciones (1560-1602)
Clima Producto 1560 Retasa (1562) 1572 Retasa (1576) 1602
Templado (-2.000 m s. n. m.) Ahuyama
Ají
Batatas
Caña 120 suertes 120 suertes 120 suertes 121 suertes 121 suertes
Coca 24 cargas/ año 70 cargas/ año 24 cargas/ año 50 cargas/ año 50 cargas/ año
Yuca
Frío y páramo (2.0003.600 m s. n. m.) Turmas 2 fan 2 fan 12 fan/ 11 1/2 fan comunidad 12 fan/ 11 1/2 fan comunidad 12 fan/ 11 1/2 fan comunidad
Maíz 10 fan 10 fan 190 fan 190 fan 190 fan
Fríjol
No locales Mantas 2.000 ud. 550 ud. 570 ud. 620 ud. 326 ud.
Oro 2.000 pesos 550 pesos 190 Pesos Eliminado Eliminado

Fuente: elaboración propia con base en AGN VIS BOY 11, f. 596 r.; 12, ff. 936 r. y v., 938 r., 963 r.

En la visita hecha en 1560 (véase columna 3) las turmas fueron tasadas en 2 fanegas3 (1,28 ha), producción que se incrementó a 12 fanegas en 1572 (7,68 ha). Por su parte, el maíz aumentó de 10 fanegas (6,4 ha) a 190 fanegas (121,6 ha). No se encontró explicación de este aumento, pero podría indicar que hubo un control y aprovechamiento eficaz del área templada. La caña de azúcar, aunque fue introducida por los españoles en el altiplano, también podría indicar que hubo un ambiente propicio para el cultivo de 120 suertes4 y la coca en 24 cargas. De tal modo, la cantidad tributada de turmas y maíz a la llegada de los españoles no representó una cifra considerable, en comparación con la caña y la coca, puesto que el nivel de producción tenía como finalidad el abastecimiento autónomo y no el generar un excedente, como ya se había señalado. Por su parte, la tasación más alta corresponde a la caña y a la coca. La primera se mantuvo durante todo el periodo estudiado, mientras que la segunda se incrementó a medida que avanzó el periodo colonial por la necesidad de los españoles de sustituir el oro.

Los españoles intentaron tasar a los indígenas en oro y mantas, lo cual funcionó al principio por las reservas que existían, pero estas se agotaron rápidamente y solo podían adquirirse a través del intercambio con etnias de las tierras bajas (Langebaek, "Tres formas" 41). Desde 1572 se decidió eliminar la tasación en oro para evitar huidas en los trayectos (véase tabla 2, columna 5). En Chitagoto se sustituyó el oro por la coca, ya que poseía un valor equivalente que resultaría altamente rentable para los españoles y su evasión al impuesto sobre el oro. Por ello,

[...] mandaron que en lugar de los ciento y noventa pesos de oro que por la dicha retasa esta mandado que los dichos yndios den en cada un año al dicho su encomendero en lugar del dicho oro cincuenta cargas de coca de arroba y media cada una carga y no le den el dicho oro [...] (AGN, VIS BOY 12, f. 938 r.)

Se puede observar cómo la producción indígena se orientó hacia intereses particulares y amplió las redes de intercambio existentes, mientras que otras de origen prehispánico desaparecieron progresivamente cuando algunos bienes no fueron significativos para el orden económico en formación o dejaron de producirse por falta de demanda (Vanegas 45).

Los españoles percibieron la importancia de la coca para los indígenas y su alto nivel de productividad; por lo tanto, encontraron la posibilidad de convertirla en mercancía dentro de los mercados coloniales instaurados. Así, la especialización pudo ser un fenómeno tardío, pero también se podría sugerir que se alcanzara dicha cantidad de tributo antes de la llegada de los españoles, en razón del tope evidenciado en las tasaciones. De esa manera, se puede comprender cómo se adapta y reorienta la economía indígena hacia los intereses europeos (Vanegas 25) o, por su parte, crece y se fortalece.

Para saber si en efecto la cantidad de coca tributada fue elevada, es necesario hacer una comparación con la de los cacicazgos vecinos pertenecientes a la confederación de Duitama. La tabla 3 muestra que en 1562 Chitagoto fue retasado en 70 cargas anuales, igual que Gacha, y les siguen Ocavita y Tupa-choque, Socha, Socotá, Soatá, Chicamocha, Sativa, Onzaga y Duitama, cuya tasación fue de cero.

TABLA 3 Cantidad de coca tributada por los cacicazgos en la confederación de Duitama 

Cacicazgo Coca (cargas)
Chitagoto 70
Gacha (Icabuco) 70
Ocavita y Tupachoque 50
Socha 27
Socotá 16
Soatá 15
Sativa 12
Chicamocha 12
Onzaga 6
Duitama 0

Fuente: elaboración propia con base en Eugenio (555-557).

La alta tributación colonial de coca de Chitagoto y Gacha, superior a la de los demás cacicazgos vecinos, alienta a pensar que fueron capaces de generar un excedente en la producción con el fin de tributarlo al cacique mayor de Duitama. Sin embargo, a la llegada de los españoles, parece que Gacha junto con Soatá y Onzaga eran los únicos que le tributaban este producto (Langebaek, Mercados 82), mientras que "[...] antes que los españoles entraran en esta tierra los yndios de Chitagoto reconocían al cacique de Duitama y le daban oro y mantas [...]" (AGN, VIS BOY 12, f. 971 v.).

Lo anterior evidencia que Chitagoto no participó con su excedente de coca en pautas de tributo con fines redistributivos en el interior de la confederación de Duitama, ya que la coca no se consideraba un producto básico de subsistencia en tiempos de escasez o sequía, sino que pudo utilizarse más bien en el intercambio por oro y algodón en el mercado de Duitama. Dicho mercado, gracias a toda una red de comunidades intermediarias, hizo posible el contacto con etnias como los teguas del piedemonte, los muzos, los colimas y los panches del valle del río Magdalena y en términos de Vélez.

En ese sentido, la relación de sujeción a través del tributo de Chitagoto a Duitama en oro y mantas, y no en coca, pudo sustentarse en la necesidad de retribuir a manera de regalo una parte de dichos bienes de lujo adquiridos allí -dedicados tanto a rituales y ofrendas colectivas como al mantenimiento de especialistas- (Hodges 130).

Tamaño de la población indígena

Las descripciones coloniales podrían acercarnos al tamaño del cacicazgo Chitagoto a la llegada de los españoles, a partir de una serie de aproximaciones. Esto con el fin de establecer si la población fue considerable y determinar si pudo existir complementariedad ecológica y especialización en la producción de coca.

Antes de empezar hay que tener en cuenta la gran epidemia de viruelas que azotó a la región entre 1558 y 1559, la cual causó gran pérdida de población de cada cacicazgo. Se calcula que murieron cerca de 15.000 indios en todo el Nuevo Reino de Granada, lo que significó un duro golpe que afectó notablemente la capacidad productiva (Gamboa 409).

La tasación posterior a la epidemia, que corresponde al año 1560, refleja una disminución abrupta de la población que podría sugerir que el número de habitantes de cada cacicazgo fue duplicado a la llegada de los españoles. Con el fin de comparar el tamaño de los cacicazgos pertenecientes a la confederación de Duitama, se asumirá que cada uno perdió un número de habitantes similar. Los resultados muestran que Onzaga encabezó la cifra de población total, con 1.590 habitantes, aun por encima de Duitama, el cacicazgo más importante de la confederación, cuya población fue de 1.300 habitantes. Chitagoto, por su parte, ocupó el puesto 6 con una población total de 866 habitantes, lo que sustenta que su población no era considerable en relación con los demás cacicazgos vecinos (véase tabla 4).

TABLA 4 Encomiendas, encomenderos, población y tributos de los repartimientos de la provincia de Tunja en 1560 

Cacicazgo Población total (1560)
Onzaga 1.590
Duitama 1.300
Ocavita 980
Chicamocha 940
Soatá 920
Chitagoto 866
Socotá 724
Gacha (Icabuco) 580
Socha 468
Sativa 310
Tupachoque 280

Fuente: elaboración propia con base en Gamboa (689 y ss.).

Lo anterior no es suficiente para ratificar que el cacicazgo Chitagoto careció de la capacidad de crecer y abastecerse autónomamente gracias al pobla-miento disperso, con movilidad temporal, ya que pudo cultivar una diversidad de productos (caña, yuca, batatas, ahuyama y ají) que enriquecieron la dieta e hicieron que la población fuera proporcional a los recursos. Esto a diferencia de Onzaga y Duitama que, si bien eran los más poblados, no tuvieron la posibilidad de complementar la dieta debido a que no controlaron el área seca templada, según se aprecia en la información suministrada por María Eugenio en la tabla 5.

Tabla 5 Tipo y cantidad de productos tributados por los cacicazgos de la confederación de Duitama (1562) 

Cacicazgo Producto
Maíz Turmas Fríjol Caña Yuca Batata Ahuyama Mantas Oro
Chicamocha 12 fan 8 fan - 100 suertes No 675 ud 675 pesos
Chitagoto 10 fan 2 fan 120 suertes 550 ud 550 pesos
Duitama 16 fan 4 fan - 0 No No No No 750 ud 750 pesos
Gacha (Icabuco) 15 fan 3 fan - 0 - - - - 600 ud 600 pesos
Ocavita y Tupachoque 12 fan 4 fan - 120 suertes - - - - 720 ud 720 pesos
Onzaga 8 fan 2 fan - 0 No No No No 700 ud 700 pesos
Sativa 3 fan 1 fan - 0 - - - - 50 ud 50 pesos
Soatá 8 fan 4 fan - 0 No No No No 120 ud 120 pesos
Socha 10 fan 2 fan - 0 - - - - 350 ud 350 pesos
Socotá 10 fan 1 fan - 0 450 ud 450 pesos

Fuente: elaboración propia con base en Eugenio (555-557).

Ahora bien, es importante establecer si la población total del cacicazgo Chitagoto fue considerable en relación con los cacicazgos que le tributaban coca al cacique mayor de Duitama, como Gacha, Soatá y Onzaga en el año 1560. Esto con el fin de establecer si el tamaño de población indígena influía en la cantidad de coca producida. A este respecto, Onzaga encabezó la cifra de población, pero la producción de coca fue la más baja, con solo 6 cargas, mientras que Gacha tuvo la cifra de población más baja pero la producción de coca fue igual a la de Chitagoto, con 70 cargas (véase tablas 4 y 5). Lo anterior muestra que la población no es un indicador clave para determinar la existencia de la especialización en la producción de coca, sino que la explicación podría orientarse hacia la condición medioambiental y los propósitos económicos y políticos de cada comunidad.

Sin embargo, los documentos etnohistóricos posibilitaron la reconstrucción del número de indígenas útiles (población masculina entre 16 y 60 años), así como el número de mujeres, niños y ancianos en las tasaciones realizadas entre 1562-1602, como se observa en las tablas 6 y 7. Esto con el fin de evidenciar la cantidad de mujeres y hombres que pudieron dedicarse a la especialización en la producción de coca y su posterior transporte al mercado de Duitama con propósitos de intercambio.

TABLA 6 Tamaño de población indígena en el cacicazgo Chitagoto (1562-1602) 

Población Tasaciones (1562-1602)
1562 1572 1602
Indios útiles 283 (?) 380 156
Mujeres, niños, ancianos 580 (?) 326 (?) 318
Total 866 706 (?) 474

Fuente: elaboración propia con base en AGN VIS BOY II, f. 592 v.; 12, ff. 923 r., 940 n-952 r., 954 r.

TABLA 7 Tamaño población por capitanías del cacicazgo Chitagoto (1602) 

Indios útiles Mujeres Niños Ancianos reservados Población total/ Capitanía
Capitanía 1562 1602 1562 1602 1562 1602 1562 1602 1562 1602
Cacique de Chitagoto: Esteban Tontiva 86 47 118 65 86 47 6 3 295 162
Don Anton de Chitagoto 80 44 85 47 50 28 12 6 230 125
Capitán Pedro Tir Socotá Soapaga ancon 27 15 32 18 32 18 4 2 96 53
Socotá Soapaga 90 50 90 50 59 32 6 2 245 134
Población Total Cacicazgo 283 156 325 180 227 125 28 13 866 474
Disminución: 55%

Fuente: elaboración propia con base en AGN VIS BOY 12, ff. 940 n-952 r.

Es necesario mencionar que los datos que aparecen en gris corresponden a cálculos de crecimiento demográfico, efectuados en relación con las cifras de las demás tasaciones, cuya finalidad fue realizar una mejor aproximación del tamaño de la población a la llegada de los españoles en el siglo XVI.

La tabla 7 amplía la información de la tabla 6, donde se detalla la población total de cada capitanía en 1602. Esta visita a pesar de ser tardía es importante, ya que muestra una disminución del 55 % de la población total respecto a 1562, clave para realizar una aproximación de cuál pudo ser la población total de cada capitanía, así como el número de mujeres y hombres en 1562.

Como resultado de lo anterior, la población total del cacique principal Esteban Tontiva en 1562 pudo ser de 295 habitantes, que correspondería a la aldea principal, la cual sería la más grande. La población de don Anton de Chitagoto, de 230 habitantes, correspondería a su vez a la capitanía simple de Tontiva; la población del capitán Pedro Tirancon, de 96 habitantes, a la capitanía compuesta de Mobocon; y la población de Socotá-Soapaga, de 245 habitantes, a las dos capitanías simples. El número de hombres y mujeres que pudieron dedicarse a la producción y transporte de 70 cargas de coca en 1562 pudo ser de 608, que corresponde al 70 % de la población total. Todas estas cifras aproximadas por capitanía para el año 1562 suman un total de 866 habitantes, lo que coincide con la cifra total arrojada por documentos etnohistóricos y sugiere que la operación realizada es fiable.

En efecto, a la llegada de los españoles, sin contar con el gran descenso demográfico producto de la epidemia, el cacicazgo Chitagoto pudo tener alrededor de 1.200 habitantes, distribuidos en un total de trescientas unidades domésticas dispersas en cada capitanía. Cada unidad estaría compuesta por padre, madre y dos hijos y unida a otras por lazos de parentesco.

Conclusiones

La complementariedad ecológica pudo hacer parte de la economía política del cacicazgo Chitagoto a la llegada de los españoles, a través del poblamiento disperso en un área intermedia que facilitó la movilidad temporal hacía sitios de páramo y el cañón seco del río Chicamocha, cuya distancia entre sí implicaba a lo sumo un día de camino. Esto con la finalidad de lograr un control simultáneo de recursos básicos de subsistencia como fríjoles, papas y maíz en un piso térmico frío, a cotos de caza privilegiados en el páramo y a un rápido crecimiento de cultivos como caña, ahuyama y ají en un piso térmico templado que permitirían enriquecer la dieta de manera autónoma.

Asimismo, pudo lograr la especialización orientada a la producción de coca, capaz de generar un excedente para utilizarlo en el intercambio de artículos de lujo como oro y algodón que no estaban dentro de su alcance ecológico. Por lo tanto, se mencionó que fue precisa la existencia de mercados especializados como Duitama, Sogamoso, Tunja o Bogotá, que tendrían la función de garantizar vínculos de intercambio con etnias de tierras bajas (Langebaek, "Dos teorías" 84), gracias a la participación de muchas comunidades intermediarias que permitieron la circulación de productos de distintos pisos térmicos. Esta situación los convertiría en los cacicazgos más importantes de cada confederación muisca, cuyo poder no se basó en la explotación, ni en la acumulación privada de la propiedad, sino en satisfacer necesidades económicas comunales. Lo anterior ayuda a comprender la base sobre la cual se soportaba el poder de los cacicazgos muiscas descritos en el siglo XVI, cuyo prestigio pudo basarse más bien en el control de la distribución de excedentes de productos (Langebaek, Noticias 173).

La información etnohistórica, aunque sugerente, en realidad no permite concluir si tanto la complementariedad ecológica como la especialización en la producción de coca y el intercambio ocurrieron en época prehispánica o, más bien, corresponden a un fenómeno tardío que se afianzó durante la Colonia. El conocimiento aún es fragmentario, ya que la utilización de visitas si bien permitió alcanzar resultados importantes, la misma naturaleza tardía introduce sesgos importantes, como lo asegura Heraclio Bonilla. Se espera que este análisis preliminar enmarque hipótesis susceptibles a la investigación arqueológica, con el fin de que pueda asumirse una postura concluyente al respecto.

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1Este trabajo forma parte del proyecto "Formas de acceso a recursos del cacicazgo Chitagoto (1555-1602)", del (GIIAH).

2La legua era una unidad de longitud, equivalente a unos 4,8 kilómetros.

3La fanega era una unidad de área, equivalente a unas 0,64 ha.

4La suerte era una unidad de área, equivalente a unas 0,67 ha.

Recibido: 17 de Julio de 2019; Aprobado: 21 de Septiembre de 2019

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