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Historia y MEMORIA

versión impresa ISSN 2027-5137

Hist.mem.  no.19 Tunja jul./dic. 2019

https://doi.org/10.19053/20275137.n19.2019.9580 

Reseña

Águila, Gabriela, Laura Luciani, Luciana Seminara y Cristina Viano (Compiladoras). La historia reciente en Argentina. Balances de una historiografía pionera en América Latina. Buenos Aires: Imago Mundi, 2018.

Paula Zubillaga* 

* Licenciada en Historia (UNMDP), Profesora en Historia (UNMDP), Doctoranda en Historia (UNLP), Maestranda en Historia y Memoria (UNLP). Grupo de Investigación: Programa de Historia Contemporánea. Instituto del Desarrollo Humano. Universidad Nacional de General Sarmiento/CONICET - Argentina. Hpaulazubillaga@gmail.com. https://orcid.org/0000-0001-8256-0877.


En las últimas dos décadas, los estudios sobre el pasado reciente argentino se fueron multiplicando y creciendo en legitimidad dentro de la historiografía. Una evidencia de esto es la reciente producción colectiva La historia reciente en Argentina. Balances de una historiografía pionera en América Latina, la cual revisa las principales problemáticas desarrolladas en los estudios de dicho campo, así como las áreas de vacancia, desafíos y potencialidades.

El volumen es en parte el producto de los intercambios y debates que desde sus inicios en 2003 han propiciado las Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente. Ciertamente, las mismas han mostrado la pluralidad de temas y abordajes posibles, así como el inevitable compromiso político que supone dedicarse al estudio del pasado reciente argentino.

La obra cuenta con once producciones de especialistas en la temática abordada, precedidos por una introducción a cargo de las compiladoras, en la que las mismas sostienen que ya es posible hablar de un campo consolidado -y ya no «en construcción»- dado el incremento tanto de la producción académica como de los espacios de intercambio, y el impacto social que consideran que vienen teniendo dichas producciones.

«Las organizaciones armadas en la historia reciente argentina. Alcances y proyecciones de un recorrido historiográfico» es el capítulo inicial, a cargo de Luciana Seminara. En el mismo, la historiadora realiza un recorte de las principales producciones en torno a la lucha armada y la «experiencia setentista» y revisa los debates más importantes suscitados al respecto. Así, la autora da cuenta de los vínculos entre violencia y política, y la relación entre los debates sociales y la producción académica sobre el tema. Si bien, continúa siendo un área en la que tienen una presencia muy significativa organizaciones como Montoneros y PRT-ERP, Seminara reconoce que los modos de acercarse a las organizaciones se han ido renovando en los últimos años. Así, una línea interesante que explora son los abordajes que, desde una perspectiva de género, han complejizado la mirada sobre la experiencia de las mujeres en la lucha armada, así como los muy necesarios estudios que utilizan la escala local o regional.

El segundo capítulo, «A propósito de la historia reciente, la historia de las mujeres y los estudios de género: intersecciones y desafíos», es una producción de Débora D'Antonio y Cristina Viano. En el mismo, las autoras analizan el resultado del entrecruzamiento de los estudios de los que da cuenta el título, identificando los principales temas abordados y las visiones sobre los mismos que se fueron desarrollando. De esta forma, sostienen que en los últimos años la historia de las mujeres y los estudios de género se convirtió en un espacio de diálogo interdisciplinario que aportó nuevas preguntas y debates, a la vez que consideran fundamental para entender esta confluencia, el compromiso con la defensa de los derechos humanos de las historiadoras de este campo. Las autoras identifican tres núcleos temáticos vinculados en los estudios que cruzan la perspectiva de género y la historia reciente. A saber, las experiencias políticas y sociales de fines de los años sesenta y setenta, el rol que tuvieron las mujeres en la aparición y desarrollo del movimiento de derechos humanos en la Argentina, y por último un eje vinculado a la subjetividad y a la vida cotidiana (las relaciones familiares, el trabajo doméstico, los jóvenes, etc.).

El capítulo siguiente está a cargo de Alejandro Schneider y Silvia Simonassi y se titula «Debates y perspectivas en torno a la historia reciente de los trabajadores en Argentina». Como se infiere, se trata de un balance de la producción en torno a la clase obrera desde los años sesenta a la actualidad. Los autores dan cuenta de la mayor atención que han recibido los años comprendidos entre fines de los sesenta y la última dictadura, en contraste con la menor atención a la transición, a la vez que aseguran que para los años ochenta y noventa han predominado los enfoques realizados desde otras disciplinas. Asimismo, sostienen que los estudios sobre la clase obrera se revitalizaron tras el estallido popular de diciembre de 2001 y la intensificación de las luchas sociales a raíz de la crisis política, social y económica que se estaba viviendo. En línea con lo sostenido a lo largo de La historia reciente en Argentina para otros temas, los autores reconocen la importancia de los abordajes a escala local/regional para dar cuenta, por ejemplo, de las relaciones entre trabajadores, organizaciones armadas y frentes de masas. A su vez, también en sintonía con lo expuesto por otros autores de la misma obra, marcan los cuestionamientos a las periodizaciones basadas en los cortes político-institucionales. De esta forma, es evidente que aquellos estudios que han abarcado periodizaciones más largas, han logrado complejizar distintos aspectos e identificar rupturas y continuidades que no son del todo perceptibles si se circunscribe el estudio al inicio y el final de determinados cortes institucionales, como es el caso de la última dictadura argentina (1976-1983).

«La represión en la historia reciente como objeto de estudio: problemas, novedades y derivas historiográficas» es el cuarto capítulo, escrito por la historiadora Gabriela Águila. La autora señala que se ha constituido una línea de estudios específica y analiza las condiciones que lo posibilitaron, como la apertura de archivos, la recopilación de documentación con el avance de los juicios por delitos de lesa humanidad y ciertas políticas estatales. Asimismo, considera que las últimas producciones han aportado perspectivas novedosas a partir de cuatro cuestiones centrales: las periodizaciones utilizadas -que han puesto en cuestión los cortes político-institucionales también para esta temática-; las escalas locales o regionales de análisis; los vínculos entre lo ilegal y lo legal, que han permitido un panorama más completo del accionar represivo, y los análisis de las dinámicas estatales que lo muestran como un ámbito fragmentado con lógicas diferenciadas, tensiones y disputas. Coincidimos con la autora en que estos trabajos contribuyen a ampliar nuestros conocimientos sobre la participación de civiles en la represión y el comportamiento de la ciudadanía en general.

En línea con este último punto se encuentra el siguiente capítulo, titulado «Actitudes sociales bajo la última dictadura: un análisis crítico de la producción historiográfica», cuyo autor es Daniel Lvovich. El historiador da cuenta de los abordajes que ha tenido el tema, el cual es relativamente reciente dentro de la historiografía. Se trata de una cuestión compleja que alude a las múltiples y a veces contradictorias opiniones, apreciaciones, comportamientos y prácticas de la «gente corriente» frente al régimen militar. Lvovich señala que más que evidencias concretas, lo que se interpreta en estos casos son «indicios», y organiza su texto en cinco núcleos representativos: los estudios sobre la opinión pública, las delaciones, los trabajadores, la vida cotidiana y un último destinado a las asociaciones y la burocracia estatal. El autor concluye que si bien existe un valioso corpus de producciones sobre el tema, aún restan alcanzar acuerdos teóricos y metodológicos para describir y explicar las actitudes sociales, aunque es evidente que debe renunciarse a explicaciones simplistas y visiones dicotómicas como oposición/adhesión y resistencia/consenso.

El sexto capítulo es de la autoría de Silvina Jensen, y lleva el título de «La historiografía del último exilio político argentino. Itinerarios y desafíos». Se trata de una revisión exhaustiva sobre el destierro en los años setenta, en la que la autora sostiene que los temas y problemas del campo han estado marcados por los límites y posibilidades fijados por las primeras reflexiones enunciadas por los mismos exiliados durante la dictadura, por la apertura de archivos y por la democratización del acceso a antiguos repositorios. A lo largo del capítulo, Jensen historiza la investigación académica sobre la problemática, dando cuenta de las escalas de análisis, las claves interpretativas y el tipo de fuentes y archivos utilizados. Así, marca que el interés inicial por el tema provino de otras disciplinas para recién ser analizado por la historia a fines de los años ochenta y principios de los noventa, de la mano del desarrollo de la historia oral y la historia social de la inmigración. De esta forma, la autora sostiene que las primeras investigaciones a mediados de la década del noventa sobre el exilio de la última dictadura se caracterizaron, entre otras, por la preocupación por la recepción de los desterrados, la visibilización de las trayectorias exiliares de cierta elite -artística, intelectual, científica- y la reconstrucción de la acción colectiva en los países de acogida. Jensen señala que a partir del año 2005 el exilio se instaló definitivamente en la historiografía argentina como tema de agenda, en el marco de un conjunto de iniciativas tendientes a la institucionalización del campo de estudios. Según la autora, esta nueva etapa se caracteriza, entre otras, por la ampliación de los actores analizados, la discusión de las periodizaciones tradicionales, los enfoques trasnacionales, el diálogo interdisciplinario y la perspectiva comparada.

El siguiente capítulo, «Las luchas pro derechos humanos. Logros y perspectivas de sus estudios», es una producción del historiador Luciano Alonso. El autor divide su colaboración en tres grandes apartados. En el primero se refiere a la historización de las luchas por los derechos humanos y sostiene que algunos conceptos con los que se las suele estudiar, parecieran ser al mismo tiempo insuficientes y excesivos, a la vez que considera que ya se ha instalado la necesidad de superar la narrativa «clásica» a la cual ha hecho referencia en distintas producciones académicas. En un segundo momento da cuenta de las características comunes y de las variaciones regionales de dichas luchas, sobre la base de los avances de los estudios para entender su desarrollo en distintos puntos del país -como Córdoba, Tucumán, Rosario, Santa Fe, Mar del Plata y Neuquén, entre otros- y fuera de él. Por último, reflexiona sobre algunas áreas vacantes que sería interesante explorar, como los vínculos con anteriores formas de protesta y movilización, la relación con agrupaciones políticas y confesionales y la posibilidad de analizarlo en términos de clase.

«Enfrentando el retroceso. Justicia, verdad y memoria en la Argentina» es el octavo capítulo, escrito por el sociólogo Emilio Crenzel. En el mismo, da cuenta de las etapas que ha recorrido la memoria social de la última dictadura argentina, marcando para cada una de las mismas el rol que cumplió el Estado nacional -desde la dictadura hasta el gobierno de la Alianza Cambiemos-, los principales actores intervinientes -en especial el movimiento de derechos humanos- y las claves interpretativas de las luchas por la memoria. Así, no realiza un balance historiográfico, sino que analiza distintos períodos por los que a su entender atravesó dicha memoria: la violación a los derechos humanos entre 1976-1983, los alcances de la verdad y la justicia en torno a ese pasado durante el gobierno constitucional de Raúl Alfonsín, el «eclipse» de la memoria en torno al pasado dictatorial en la primera mitad de los años noventa, su «explosión» en la segunda mitad y su «estatización» durante los primeros gobiernos kirchneristas.

Patricia Flier y Emmanuel Kahan son los autores del siguiente capítulo, «Los estudios de memoria y de la historia reciente: construcción de un campo, consolidación de una agenda y nuevos desafíos». En línea con lo trabajado por Crenzel en el capítulo anterior, los autores dan cuenta de los modos en que la memoria en torno a la última dictadura se configuró en el escenario público desde la transición a la actualidad. De esta forma, analizan los modos en que se abordó la experiencia -identificando tres momentos en la constitución del campo-, y los procesos de institucionalización de la agenda académica, dando cuenta del surgimiento de espacios y núcleos de estudios delimitados y el desarrollo de canales de difusión -como la revista Aletheia- y posgrados específicos -como la maestría en Historia y Memoria que ofrece la Universidad Nacional de La Plata-. De esta forma, se concluye que la forma en que se piensan y analizan los pasados conflictivos, está situada en contextos sociales específicos y mutables. Así, el derrotero del campo de estudio en Argentina se fue construyendo sobre la relación de las preocupaciones por el pasado en función de posiciones presentes y perspectivas futuras.

El décimo capítulo -«La historiografía de la historia reciente del Cono Sur»- es de la autoría de la historiadora Marina Franco. Como se infiere de su título, la contribución de la autora apunta a revisar la evolución de los estudios sobre el pasado reciente en los países de la región -Argentina, Chile, Brasil y Uruguay-, identificando algunas particularidades nacionales. En esta línea, marca algunos problemas comunes -como la forma de caracterizar a los regímenes y el interés por las izquierdas-, las coincidencias en sus procesos de desarrollo en los años 2000 y en los aspectos menos desarrollados -como las herencias dictatoriales-. En este trabajo comparativo, Franco señala que si bien se ha avanzado en la complejidad y densidad del conocimiento de cada caso en particular, por otro lado se ha corrido el riesgo de singularizar historias e historiografías con similitudes, perdiendo de vista el conjunto.

El último capítulo, a cargo de Laura Luciani, realiza un balance de los años que llevan realizándose las Jornadas de Trabajo sobre Historia Reciente. La autora realiza un análisis detallado de dicho espacio de discusión e intercambio, reconstruyendo su constitución, su desarrollo y sus condiciones de posibilidad. Así, da cuenta de los principales temas y problemas debatidos en las Jornadas desde el año 2003 y propone la existencia de tres etapas diferenciadas en las que fueron creciendo la cantidad de ponencias, de mesas, de temas a tratar y de instituciones participantes. Sostiene que se han constituido en un ámbito de referencia en la producción de conocimiento sobre el pasado reciente y por tanto han contribuido a consolidar el campo.

Si bien, no es la primera vez que se publica un balance sobre la producción en torno a la historia reciente argentina -e incluso algunos de los autores aquí compilados lo han realizado-, el trabajo colectivo que aquí presentamos abarca de manera más exhaustiva los temas y problemas propios del campo. Asimismo, la obra revela que si bien la historia tuvo un interés «tardío» por el pasado reciente en relación a otras disciplinas, ha asumido desde hace un tiempo un rol destacado en su análisis. Ciertamente, la producción y reflexión crítica sobre el pasado posee un carácter político ineludible que ha sido asumido por todos los investigadores que realizaron su aporte para esta obra necesaria. Por último, vale decir que las áreas de vacancia señaladas a lo largo del libro marcan una agenda de investigación de cara al futuro que promete nuevos avances a mediano plazo. El derrotero de los estudios en torno al pasado reciente dependerá de nuestra capacidad para profundizar la perspectiva comparada, el diálogo interdisciplinario, el cruce de escalas y la renovación de las preguntas, sin perder de vista el conjunto.

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