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Trabajo social

versión On-line ISSN 2256-5493

Trab. soc.  no.18 Bogotá dic. 2016

 

Reseñas

Esmeralda Arboleda: la mujer y la política

CLARA ROCÍO RODRÍGUEZ PICO* 

* Docente investigadora Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI), Universidad Nacional de Colombia

Pinzón de Lewin, Patricia. Bogotá: Taller de edición Roca, 2014. 457p.


El feminismo colombiano no se ha hecho para derrocar a los varones, sino para formarlos, para trabajar con ellos y por ellos, para acompañarlos hombro a hombro, lo mismo en la brega de hacer un hogar, que de hacer una patria. En esa trayectoria la mujer colombiana aprovechará la igualdad de derechos felizmente lograda, no para ser contrincante del varón en el litigio por el poder, sino para ser colaboradora del hombre en la mejor obtención de los fines del poder, antes como hija, como esposa y como madre y ahora como hija, como esposa, como madre y como ciudadana. (ESMERALDA ARBOLEDA, citada por Pinzón 2014, 136)

Esmeralda Arboleda fue pionera en muchos ámbitos de la vida personal, social y política en Colombia. Es una de las primeras mujeres que consigue culminar su educación superior y titularse como abogada, una de las pocas que en su época logró especializarse en el exterior, ingresar a la política partidista y proyectar desde allí una carrera que la llevó, entre otras, a ser miembro de la Asamblea Nacional Constituyente en 1954, al Congreso de la República como la primera senadora liberal, al Ministerio de Comunicaciones, así como a múltiples y diversos escenarios internacionales como representante del país o como entusiasta activista. Fue una mujer independiente económicamente, en momentos en que la mayoría de sus congéneres se veía obligada a depender de los varones; separada de hecho en un primer matrimonio y divorciada en un segundo, cuando esa condición civil era fuertemente criticada. Su vida y sus luchas mostraron una senda por la cual -incluso sin saberlo- transitarían las generaciones que la sucedieron.

Pero Esmeralda Arboleda fue, sobre todo, una feminista: "Feminismo es luchar contra las injusticias, yo me siento orgullosa de serlo, reivindico este título y lo reclamo para mí". (393). "Soy feminista aunque el nombre tiene implicaciones desagradables ¿Por qué? Porque tengo el convencimiento de que para las mujeres debe haber justicia y la justicia es igualdad de oportunidades, para trabajar, para trazarse su propio destino" (432). Una feminista que lideró la lucha por la conquista de los derechos políticos de las colombianas y que siempre tuvo dentro de sus apuestas vitales la denuncia de diverso tipo de opresiones impuestas por la sociedad patriarcal.

Esta historia de vida y todo el contexto político y social que la rodeó son recuperados por la politóloga Patricia Pinzón de Lewis, quien presenta al público lector un riguroso trabajo académico, ricamente sustentado en numerosas fuentes secundarias y primarias. Así, el libro objeto de esta reseña está colmado de citas con información de carácter histórico, de prensa nacional e indagaciones en archivos de diversos personajes de la vida política, entre ellos de la propia Esmeralda, de quien se presentan extractos de las denominadas "cartas circulares", escritos realizados desde los diversos países que visitó, y que eran copiados simultáneamente para miembros de la familia y amigos. Esta información se combina con entrevistas a personas cercanas, que, como se menciona en reiteradas oportunidades, acompañaron el proceso de elaboración del libro.

Diversas reflexiones suscita la lectura de esta importante biografía. En primer término, la riqueza de la vida regional y de su historia, que nos es contada especialmente a través de la remembranza de la infancia y la presentación de los ancestros de Esmeralda Arboleda. El texto invita a imaginarse la vida cotidiana, las costumbres, la política y la economía de lugares de Antioquia, Palmira, Cali y Popayán a inicios del siglo pasado. A través de una historia de vida particular, se pueden reconstruir migraciones familiares, épocas de auge de las ciudades, esfuerzos de emprendimiento y tensiones entre los cambios que desata la modernización, y el intento por mantener una serie de valores en los cuales fue criada Esmeralda y sus hermanas.

No deja de ser llamativa, en este contexto, la tenacidad de la madre por legar a sus hijas mujeres la educación. "La educación era cosa de hombres", le había dicho su abuelo cuando ella intentó lograr apoyo para desarrollarse en este aspecto (52). Por esto, contra viento y marea, contra la prohibición de permitir niñas en los colegios y universidad, contra las dificultades de sacar adelante cinco hijas, contra los prejuicios y limitaciones de la época y hasta con las resistencias de sus hijas, se impuso el tesón de la madre: "No digan no puedo digan no quiero, porque con voluntad todo se puede hacer" (56). El padre, hombre moderno, también colaboró al inculcar en sus hijas "un método distinto al de esas épocas: a pensar y a preguntarse más allá del rigor incuestionable del aprendizaje de memoria del Catecismo del padre Astete, de las ciencias naturales y de la historia. De él recibirían explicaciones y exigencias" (65).

No solo el avance en la posibilidad de acceso a la educación, sino otros cambios en la condición de las mujeres en Colombia, enfrentados a los retos aún vigentes, son un segundo tema que genera reflexión. Al lado de las dificultades y limitaciones vividas durante el siglo pasado -como en el caso de la primera abogada graduada, que fue designada jueza en Bogotá, en 1943, pero que no pudo posesionarse porque no era ciudadana, o la necesidad del permiso del marido para salir del país-, en el libro se evidencian las diversas luchas libradas y los éxitos obtenidos: el derecho al sufragio y al ejercicio de los derechos políticos, la posibilidad de administrar el propio patrimonio, el divorcio, la planificación familiar, la toma de decisiones autónomas, etc. Paradójicamente, en la actualidad la evidencia permanente nos habla de cuánto queda aún por hacer en relación con la violencia que día a día desfigura y roba la vida de muchas mujeres, las desigualdades de todo tipo y la sobrecarga que asume el género femenino, en la medida en que ni la sociedad ni el Estado han creado condiciones para equilibrar las responsabilidades del cuidado que milenariamente hemos asumido las mujeres.

En tercer término, un valioso aporte del libro es el recuento de la historia política del país a la luz de las vivencias de una apasionada liberal, como lo fue Esmeralda Arboleda. Su cercanía a la dirigencia política, así como su involucramiento en diversos episodios históricos, hacen que sea posible vivir de primera mano decisiones y tensiones presentes en el régimen político. Las propuestas reformistas de López Pumarejo, el mandato del General Rojas Pinilla, la consolidación de la dictadura militar, los acuerdos entre élites para superar la violencia de la época, la convicción profunda de que esa era la mejor salida posible en las circunstancias del momento, las tensiones internas que vivió este modelo restringido de democracia, la adopción de la Constitución de 1991, son abundantemente documentados por Pinzón en este trabajo. Las referencias al contexto específico, las votaciones obtenidas en cada elección y el peso de la participación política de las mujeres hacen parte de un recuento cronológico estricto, que al ser sustentado con base en opiniones y pensamientos de sus protagonistas abren posibilidades a deliberaciones y reinterpretaciones sobre momentos clave en la historia del país.

En cuarto lugar, la historia de Esmeralda Arboleda muestra la importancia de las acciones de incidencia política y de los ejercicios de formación ciudadana y de cambio social que promueven diversos tipos de actores sociales y políticos. Sin duda su vida estuvo marcada por compromisos de cambio, muchos de los cuales prosperaron. Además de tomar como propia la lucha de las sufragistas y de ver reflejadas las conquistas alcanzadas en la legislación, a nivel nacional es claro su compromiso e involucramiento con el trabajo de partido y la orientación de la sección femenina dentro de este, así como las definiciones sobre la cuestión de género en las políticas de Estado. Lo que se deriva del texto es que una vez presentes las convicciones sobre lo que se debía hacer en determinado contexto o frente a cierto asunto, Esmeralda Arboleda combinaba las más variadas estrategias para llevarlo a la práctica: organización de eventos públicos, columnas de opinión en prensa y la dirección de un programa de debate -Controversia- en la televisión, esfuerzos por fomentar la organización femenina y la articulación en un movimiento nacional, campañas, manifestaciones políticas, correrías por el país, etc. Ejemplos, entre muchos que podrían citarse con la elaboración de la cartilla de educación cívica Guía del ciudadano: cartilla constitucional, publicada en 1958, o la iniciativa de organización del seminario de las Naciones Unidas, "La participación de la mujer en la vida pública".

Esta misma coherencia y compromiso con las causas que defendió pueden también observarse en las acciones impulsadas durante los 18 años que vivió en el exterior. De ello dan cuenta su actividad infatigable con la Comisión de la ONU sobre el Estatus de la Mujer, su inclusión entre los 32 miembros de la reunión de la Comisión sobre la condición jurídica y social de la mujer, las actividades preparatorias y los eventos regionales de apoyo a la Conferencia de la Mujer en México en 1975, su participación en la conferencia del año internacional de la mujer en París y en el xiv Congreso Mundial de Mujeres en Berlín, la representación a nombre de las mujeres de América Latina en Vancouver, su condición de relatora especial de las Naciones Unidas para el estudio de la imagen de la mujer en los medios y de relatora especial para la conferencia mundial de la mujer en Copenhague, la ostentación de la vicepresidenta de The International Council of Women, entre otras. Todo ello implicó que se le reconociera como "la líder feminista internacional, feminista de América" (382).

Es de mencionar, por último, que el trabajo presentado por Patricia Pinzón invita a reflexionar en la importancia de elaborar estudios similares sobre otras mujeres que, comprometidas con la búsqueda de la equidad de género, también han dejado su huella en la historia de nuestro país. Mujeres provenientes de sectores populares, artísticos, políticos, científicos, que nos hagan recordar, como lo logra este texto, la importancia de la participación política de las mujeres y la necesidad de seguir conquistando espacios destacados en la vida pública local, nacional e internacional.

El rescate para la historia de las luchas y conquistas feministas, como ocurre con las reivindicaciones de otros sectores tradicionalmente marginados, es importante para conocer la trayectoria recorrida. Para que las generaciones jóvenes no den por hecho derechos con los que aparentemente siempre se ha contado, cuando en realidad han sido fruto de procesos históricos complejos. Para reivindicar las luchas de todas esas mujeres tenaces que han intentado ganar un espacio en la vida pública, muchas veces a costa de estigmatizaciones, relegaciones y hasta invisibilizaciones. Y, por último, para evitar que siga proliferando lo que María Emma Wills (2005) denominó como el "síndrome de la mujer de éxito", haciendo referencia a todas aquellas funcionarias importantes -desconocedoras de décadas de historias y luchas previas que han venido abriéndoles el camino- que consideran que no existen problemas de inequidad, que sus logros corresponden solo a ellas y a sus capacidades y que otras mujeres podrían lograr lo mismo solo con un poco más de esfuerzo...

La historia de vida de Esmeralda Arboleda muestra que estas conquistas no se han dado exentas de grandes sacrificios para las mujeres que las han promovido. Como suele suceder y como bien lo relata su hijo, Sergio Uribe Arboleda, "su dedicación aguerrida a la causa de las mujeres" implicó que "durante muchos años tuvo que sacrificar aspectos importantes de su vida personal para cumplir sus compromisos como líder política", pese a lo cual "logró un equilibrio dinámico entre sus obligaciones de madre, suegra y abuela con el propósito superior de sus responsabilidades con Colombia" (13). Asimismo, aunque el libro no profundiza en ello, muy seguramente no fue fácil conciliar la lucha por la causa feminista con su vida de pareja. Veladamente se perciben algunas de sus insatisfacciones y sacrificios por mantener las obligaciones que la vida matrimonial, con el diplomático mexicano Francisco Cuevas Cancino, le impuso. En ocasiones, oportunidades importantes para su vida profesional o académica debieron ser rechazadas, a la vez que siempre persistió el interés en mantener su actividad en el país: "[...] dejar la política, mi país y mi familia ha sido un sacrificio muy grande [...] trato de venir con frecuencia [...], cada vez tiendo a mirar más los toros desde la barrera, [...] un político que no está en el lugar de los acontecimientos es un político inexistente" (413). "¡Cuando se ha sido político nunca se deja de ser! Lo más que puede ocurrir a uno es que se ponga o lo declaren en receso (sic)" (429).

Hoy la alusión a una mujer comprometida con el Partido Liberal o con cualquier otra organización política puede no suscitar mucho interés. Sin embargo, como lo relata Malconm Deas, prologuista del libro, "en un país sin ONG los instrumentos a la mano fueron los partidos y las escenas de lucha, la prensa y el Congreso", todos ellos tribunas desde las cuales se desplegaron las propuestas de Esmeralda Arboleda (22). Por las razones ya presentadas y por otras que no se alcanzan a desarrollar en esta reseña, la lectura del libro es altamente recomendable. Nos hace pensar que ojalá existieran muchas Esmeraldas Arboledas, comprometidas con las luchas feministas desde su particular concepción política y del mundo, y que ojalá muchos analistas asumieran el reto de estudiar y dar a conocer sus trayectorias.

Bibliografía

Wills Obregón, María Emma. 2005. "Los cambios de las reglas de juego como estrategia de inclusión política de las mujeres: frutos y carencias de un proceso". Los retos de la democracia: viejas y nuevas formas de la política en Colombia y América Latina, eds. Eduardo Pizarro y Clara Rocío Rodríguez Pico, 160-188. Bogotá: Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales (IEPRI) Foro Nacional por Colombia, Fundación Heinrich Boll. [ Links ]

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