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Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

versión impresa ISSN 0120-3886

Rev. Fac. Derecho Cienc. Polit. - Univ. Pontif. Bolivar. vol.42 no.117 Medellín jul./dic. 2012

 

Nota editorial

El precio de ser rapero en la Comuna 13

The price of being a rapper in Comuna 13


La muerte de dos jóvenes raperos en menos de dos semanas en 2012, enlutó otra vez a los habitantes de la 13. Al asesinato de Elidir Varela ocurrido el 30 de Octubre se le sumó el de Steven Barrera, de tan solo 17 años, días después. Con sus muertes ya son 10 las voces de raperos que se han silenciado en Medellín desde 2010.

Si seguimos la retorica oficial, acostumbrada a convertir en cifras la muerte, estaríamos hablando de "sólo" "3.3333 raperos por año". "No es tanto" han salido a decir algunos personajes cuya insensibilidad pareciera confirmar la exclusión que han padecido los habitantes de la trece por varias décadas. La verdad es que uno solo ya es demasiado.

Se ha dicho que fueron "acciones aisladas de sicarios" ¿Por qué los mataron? ¿Quién está detrás? ¿Por qué haciende a 10 ya el número de muertos? Estas son respuestas que sólo la historia nos dará. Para quienes intentamos entender la violencia urbana en Medellín, es claro que en términos de justicia institucional la respuesta es casi siempre la misma: impunidad.

En la comuna 13 ha reinado por muchos años la Ley del silencio. Esa es una ley que no ha sido promulgada por el Estado colombiano pero persiste con muchísima fuerza y se cumple a cabalidad. Nadie vio, nadie oyó, a mí no me consta. Nadie quiere denunciar. ¡Qué peligro denunciar! Más de 60 jóvenes artistas, algunos menores de edad, que se manifestaron públicamente en contra de la muerte de Elidir Varela, tuvieron que salir de Medellín. ¿Qué tienen que ver las letras de las canciones con las muertes? ¿A quién le interesa que el silencio se mantenga?

La muerte y el destierro se entrecruzan en la comuna 13. La respuesta institucional del Estado, nacional y local, está por verse. Porque pese a la inversión que se ha hecho durante los últimos años, el mismo drama se reproduce. Es increíble que a pesar ser uno de los espacios urbanos con mayor militarización en el país, la violencia continúe su trayecto, tan visible, y marcado como las letras del rap.

Los ojos de la comunidad internacional están en la comuna 13. No se trata simplemente de de encontrar al "miembro del combo responsable", ese sería sólo un paso preliminar. Una reacción sensata implicaría una seria reflexión sobre varios de los hechos que han dado pie a la continuidad de la violencia en la comuna. La guerra contra las drogas; su costo humano y social, la dolorosa operación Orión; su impacto en la comunidad. La desmovilización de los (ex)paramilitares.

Hoy en nuestras cabezas retumban las letras del rap de la trece. Lástima que no podamos cantarlas tan rápido. Con su sonido vivo nos resistimos a olvidar. No importan si son 1 o 10 los muertos, 1 o 60 los desterrados, no vamos a olvidar.

Gustavo Rojas-Páez
Max Planck Institute, Friburgo, Alemania.

Octavio Augusto Caro Garzón
Editor, Miami, Estados Unidos.