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Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas

versión impresa ISSN 0120-3886

Rev. Fac. Derecho Cienc. Polit. - Univ. Pontif. Bolivar. vol.51 no.134 Medellín ene./jun. 2021  Epub 05-Ene-2022

https://doi.org/10.18566/rfdcp.v51n134.a13 

Artículos

La agricultura urbana como herramienta para los actores políticos

Urban agriculture as a tool for political actors

Santiago Restrepo Véleza 
http://orcid.org/0000-0001-6306-9839

Jairo Mauricio Velásquez Posadab 
http://orcid.org/0000-0002-2577-493X

a Doctor en Filosofía Universidad Pontificia Bolivariana - Colombia Grupo de investigación Diseño Gráfico - Facultad de Diseño Gráfico UPB Correo electrónico: santiago.restrepo@upb.edu.co http://orcid.org/0000-0001-6306-9839

b Magíster en Artes Plástica y Visuales Universidad Nacional de Colombia - Sede Medellín Grupo de Investigación en Diseño de Vestuario y Textiles Facultad de Diseño de Vestuario UPB Correo electrónico: mauricio.velasquez@upb.edu.co https://orcid.org/0000-0002-2577-493X


Resumen

El propósito de este artículo es presentar las experiencias y resultados del proyecto de investigación denominado Diseño y creación de prácticas y sistemas de huertos agrícolas urbanos, derivado de una investigación que plantea la agricultura urbana como herramienta para actores políticos institucionales y no gubernamentales. Finalmente, analiza el papel que han jugado las huertas en la época del COVID 19.

Palabras clave: Agricultura urbana; diseño; actores políticos; COVID-19

Abstract

The purpose of this article is to present the experiences and results of the research project called "Design and creation of practices and systems of urban agricultural gardens". Along with a research work that poses urban agriculture as a tool for institutional and non-governmental political actors. Lastly, analyzes the role that gardens have played in COVID-19 times.

Keywords: Urban agricultura; design; political actors; COVID-19

Introducción

El propósito de este artículo es comunicar las experiencias y los resultados del proyecto de investigación Diseño y creación para prácticas y sistemas de huertas de agricultura urbana, planteado por los docentes Santiago Restrepo Vélez (Facultad de Diseño Gráfico) y Mauricio Velásquez Posada (director de la Facultad de Diseño de Vestuario de la Universidad Pontificia Bolivariana). Dicha experiencia motivó a profundizar más en el campo de la agricultura urbana. El reto llevó a la pregunta, ¿por qué no es solo una práctica que contribuye a la seguridad alimentaria a menor escala en las ciudades? Adicionalmente, surge el cuestionamiento sobre si ¿es una herramienta para los actores políticos y los actores de las organizaciones no gubernamentales? Aunado al reto trazado de escribir un artículo respecto a este tema, el análisis tuvo como marco complementario el periodo de la COVID-19, lo que condujo a indagar por el rol de las huertas urbanas durante la pandemia causada por este virus. Después de una búsqueda reflexiva, se puede afirmar que, además de una herramienta para los actores políticos oficiales y no oficiales, la agricultura urbana sí es una alternativa que jugó y juega un papel fundamental dentro de colectivos, comunidades e incluso hace parte de programas institucionales. Es el caso de la UNAD, la cual planteó durante la pandemia una alianza con una institución gubernamental, como la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural de Antioquia, para realizar una campaña de capacitación y elaboración de huertas con familias entre los estratos 1 y 4 en los municipios del área metropolitana del Valle de Aburrá.

Metodología

Para este artículo se recurrió a la investigación documental, para analizar escritos, artículos, entrevistas y libros desde una perspectiva analítica y crítica. Esto, dentro de un desarrollo lógico y ordenado que permitiera ampliar el horizonte de acción de las huertas urbanas y que posibilitara profundizar en el ámbito de la epistemología de los actores sociales y políticos. Igualmente, se realizó un acercamiento crítico a las políticas públicas para valorar sus alcances e inclusión en este capítulo de las huertas. La metodología permitió conocer los alcances de los activistas o actores sociales, y valorar su rol de actores políticos no gubernamentales. De otra parte, se optó por la realización de entrevistas para corroborar el distanciamiento entre los programas de gobierno de los municipios y las acciones de los colectivos no gubernamentales por factores de interés político de parte de la oficialidad. Finalmente, esta indagación documental posibilitó comprobar la vigencia de las huertas urbanas durante la pandemia de la COVID-19 en nuestro país.

¿Qué es la agricultura urbana?

La agricultura urbana se conoce como la práctica cultural de cultivar en pequeños espacios dentro de la ciudad o en las periferias de esta. En las últimas décadas, esta práctica ha tomado fuerza, ya que se ha constituido en una alternativa alimentaria, social, y además permite la convergencia de individuos o colectivos, como igualmente una herramienta para actores sociales y políticos. Una prueba de ello son las diversas organizaciones no gubernamentales y las administraciones que ven en dicha actividad un medio, recurso, herramienta, pretexto o incluso una estrategia social y política para producir efectos positivos dentro de individuos y comunidades a una escala menor en todos los estratos de las ciudades; igualmente, su impacto repercute en la sostenibilidad, el reciclaje, y el paisajismo.

Sembrar huertas en la ciudad es un excelente pretexto que fortalece y consolida el êthos de las personas, las interrelaciones comunitarias y asociaciones culturales en el ámbito urbano. El concepto de êthos fue desarrollado por los griegos a lo largo de su cultura entre el siglo V a.C., pasando incluso hasta el año 60 de nuestra era, con el pensador romano Séneca, y está vinculado con la palabra "deber ser".

Se entiende por el êthos eso que define a los hombres por lo que son, por lo que se configura gracias a sus buenas costumbres, es decir, lo que pertenece a un marco sólido en procura de una realización positiva y fuerte entre los ciudadanos (Restrepo, 2016).

El êthos ciudadano se fortalece con las actividades que promueven los individuos y los colectivos que practican la cultura de las huertas urbanas. Cristina Sandoval es activista, miembro de la Red de Huerteros de Medellín y profesora universitaria. Al respecto afirma lo siguiente:

En el caso del reciclaje en la ciudad de Medellín no existe una campaña oficial de parte de la municipalidad que concientice a los ciudadanos a separar el material de desecho; adicional a ello, Empresas Varias, la cual está encargada de la recolección de la basura, cobra por tonelada recogida para llevar a su destino final, en consecuencia, esto no favorece las campañas de separación de basura, orgánica e inorgánica, porque para ENVARIAS, entre más toneladas lleven al relleno sanitario, mayor es el ingreso. (Cristina Sandoval, comunicación personal, 22 septiembre, 2020)

La agricultura urbana es practicada dentro del perímetro de las ciudades. Se realizan sus actividades en espacios reducidos o espacios comunales a diferencia de la agricultura rural, la cual se práctica de manera reducida o extensiva en el campo. Es importante indicar, antes de profundizar en el tema de la agricultura urbana y su relación con las ciudades, cómo se ha dado el vínculo entre las comunidades y los programas de los gobiernos y busca verificar si dichos programas son efectivos y apoyan la iniciativa de los actores sociales para la difusión y tecnificación de la práctica de la agricultura urbana-. Muchas ciudades han incorporado en sus políticas públicas la agricultura solidaria dentro de sus perímetros. Las Unidades Municipales de Asistencia Técnica - UMATAS,2 son un soporte desde las entidades municipales para fomentar la agricultura tanto rural como urbana.

"En las grandes ciudades, la sociedad lentamente ha ido despertando de un letargo de la desconexión con el origen de los alimentos; además, hay entes institucionales municipales como las UMATAS para la capacitación en cuanto a los sistemas de producción agrícola, y que dan acogida a los planes tendientes a la sostenibilidad, como la construcción de huertas, según la Ley 101 de 1993 y la Ley 607 de 2000." (Torres, 2018, p. 19)

Las -UMATAS-, cumplen con la función de asesoría, transferencia de tecnología, buenas prácticas agrarias y con la distribución de semillas o plántulas tanto en lo rural como en ciertos sectores de la ciudad. Estas entidades estatales también estimulan la práctica de la agricultura a menor escala, contribuyendo a que se incremente la agricultura a menor escala dentro de los contextos citadinos. De ahí que no solo la agricultura urbana surge de intenciones privadas e organizaciones no gubernamentales sino que también hacen parte de los programas de gobierno.

La agricultura urbana no se reduce a una alternativa para los países pobres, sino que también es practicada por las ciudades del primer mundo. En Asia, en Europa, Estados Unidos y otras regiones importantes es una realidad, es una alternativa asumida con la suficiente seriedad en las zonas desarrolladas en donde complejos urbanos de edificios se diseñan específicamente para que sean utilizados en el cultivo de alimentos dentro del perímetro urbano.

Para el interés de este artículo, en Colombia, ciudades como Bogotá, Cali, Manizales, Bucaramanga, Medellín, entre otras, practican desde tiempo atrás la agricultura urbana. Respecto a Medellín, se han venido haciendo acciones que se enmarcan dentro del concepto de ecociudad, que puede ser definido así:

La idea fundamental es que una ecociudad debe estar en equilibrio con la naturaleza. Esa situación puede alcanzarse mediante modelos de asentamiento que garanticen la eficiencia desde el punto de vista energético y espacial, y vengan acompañados de sistemas de transporte, flujos de materiales, ciclos de agua y estructuras de hábitat, cuyos parámetros se ajusten a los objetivos generales de sostenibilidad. (Graffon, Huismans y Skala, 2008, p.12)

Conforme a la anterior, en el plan de desarrollo de la administración de Daniel Quintero, alcalde de Medellín, "para el año 2020, en donde resalta esos factores que van en mejora de una eficiencia en los valores energéticos y espaciales, junto con las infraestructuras y los sistemas masivos de transporte y la infraestructura de las ciclovías en la ciudad de Medellín" (Acuerdo 02 de 2020. Por medio del cual se adopta el plan de desarrollo de Medellín- Medellín futuro 2020-2023. 12 de junio 2020. Gaceta oficial No. 5722).

Una ecociudad implica motivar la construcción de edificios sostenibles, el uso de transporte con energías limpias, el uso de las bicicletas y patinetas para la movilidad de los ciudadanos y la promoción de las prácticas de agricultura urbana en sus comunas. Entre Dentro de las instituciones que promueven este tipo de prácticas, se encuentra la Universidad Pontificia Bolivariana, en adelante UPB, quien a través de las huertas en su campus universitario, Desarrollan estrategias pedagógicas que se suman a la apuesta de políticas de la Universidad dentro del marco de un campus de carbono cero.

Como lo informa la Universidad Pontificia Bolivariana, a través de su página web, esta institución de educación superior colombiana,

se consolida hoy como la primera universidad en Colombia y Latinoamérica con huella neutra de carbono, certificada por el ICONTEC, esto, en términos generales, da cuenta del compromiso ambiental que se tiene y que va más allá de la medición de indicadores ambientales. Carbono neutro, quiere decir que las emisiones producto del desarrollo de las actividades en una organización medidas a través de la huella de carbono, son reducidas, mitigadas y compensadas y son iguales a cero, a través de un proceso de verificación por un ente externo, el ICONTEC. (UPB, 2019, párr. 3).

Durante estas dos primeras décadas del siglo XXI, aparentemente ha aumentado la sensibilidad y la voluntad de parte de las administraciones para implementar en sus políticas públicas el concepto de ciudad sostenible o ecociudad. Sin embargo, aún falta mucho, dado que las administraciones solo apuestan a aquellos programas que representan un capital político en el futuro. Es decir, que un programa de huertas urbanas solo llama la atención si las administraciones ven en ellos un capital electoral en su trasegar político. Esto está basado en el testimonio dado por la activista y miembro de la red de huerteros de Medellín, Cristina Sandoval, y miembro de la Red de Huerteros de Medellín, donde manifiesta la desilusión que su grupo se llevó con la administración del actual alcalde de Medellín, Daniel Quintero, al participar en una mesa de sostenibilidad en febrero de 2020 y cuando la administración argumentó que se necesitaban más estudios para implementar el plan de huertas urbanas y compostaje, dicha participación del colectivo llegó a su fin. Dice Sandoval:

"En definitiva, lo que se evidenció fue que dicha administración no está dispuesta a compartir una propuesta como la de las huertas urbanas con colectivos no gubernamentales, dado que para ellos es más importante demostrar su papel protagónico, apropiarse del proyecto que trabajar conjuntamente con un colectivo como la Red de huerteros de Medellín." (Cristina Sandoval, comunicación personal, 22 septiembre, 2020)

Una mirada a la agricultura urbana en Medellín

La incorporación de la agricultura urbana como práctica cultural significó asumir unas tecnologías de cultivo que se despliegan en espacios reducidos de la ciudad. Como tecnología en esta práctica intervienen una serie de herramientas, instrumentos, artefactos o dispositivos, así como conocimientos básicos sobre siembra de plantas, sobre los tipos de tierra, abonos, fertilizantes y plaguicidas naturales, igualmente sistemas de riego, conocimiento de las plantas y su respectiva alelopatía.

Por ser un interés transversal a los tres campos de diseño de la Escuela de Arquitectura y Diseño de la Universidad Pontificia Bolivariana, se optó por plantear o dirigir esta investigación sobre tres aspectos de interés: 1) El diseño de artefactos para la siembra y el cultivo: soportes herramientas y sistemas; 2) Desde el diseño de vestuario y su aplicación de bases textiles en dispositivos de siembra (fibras de coco y cabuya); y 3) Diseño y elaboración de una cartilla pedagógica como manual para preparación, siembra y cosecha, también el diseño de campañas o sistemas de comunicación que ayudarán a fortalecer los procesos informativos y formativos de esta práctica.

Uno de los aspectos transversales a todos, es el papel o rol, como se conoce en el diseño, "usuario final" quienes, en otras palabras, son los actores sociales y políticos, sea individuales o colectivos, que en su práctica consideran reales una serie de oportunidades para la acción social involucrando a los miembros de la comunidad, asumiendo como acción política la exigencia a ser incluidos en los programas de las políticas públicas de las administraciones municipales. También valoran el rol preponderante del bienestar, la sostenibilidad social, económica, medioambiental, la cohesión social y la acción política.

Puede decirse que la entrada oficial al mundo de las huertas urbanas dentro del campus universitario significó una inmersión en el universo y la consolidación de un grupo de profesores y estudiantes que se unieron a este proyecto denominado Buen vivir, y que arrojó unos frutos importantes que le abrieron las puertas a proyectos de diseño: se realizaron talleres educativos, se desarrollaron artefactos como herramientas a partir de materiales PET, se adecuaron canastas, se diseñaron jardineras verticales de bolsillo y algunos experimentaron con materiales como la fibra de coco y la fibra de cabuya; además, se levantó un mapa de actores sociales involucrados con las huertas urbanas en Medellín.

En el transcurso del tiempo se recibió la invitación para representar a la UPB en la feria anual de Expo AgroFuturo (feria del sector agropecuario en la región) en los años 2018 y 2019. En el año 2018 se presentaron parte de los prototipos que se iban desarrollando: la canasta reciclada y su preparación para la siembra; la huerta vertical realizada con botellas PET, algunas herramientas elaboradas con botellas de este mismo material y otros envases plásticos (palas de jardinería, rastrillos, tutores, entre otros) y la profundización y puesta en práctica de la alelopatía3. En el año 2019 se tuvo la oportunidad de presentar el prototipo de bolsillos para la huerta vertical en fibra de coco, también se expusieron las razones por las que la huerta vertical de bolsillos en fibra de cabuya no era óptima, debido a su grado de humedad y la fatiga del material. Después de tener la experiencia de investigar acerca del amplio horizonte de las huertas urbanas, se reconoció el potencial de acción política que tiene este campo. Esta práctica no solo se limita a difundir, estimular, capacitar, transmitir, sino que está llamada a ser una herramienta eficaz a la acción política y social. También contribuye a realizar un proselitismo político sano por el bien estar: con el medio ambiente, con la autonomía alimenticia, con la participación en los presupuestos participativos de las ciudades. Eso se considera una gran oportunidad dentro de la acción política, que permite consolidar puentes entre las comunidades y los programas de gobierno de cada ciudad, por lo tanto, cabe proponer que la práctica de las huertas urbanas es una herramienta tangible para fortalecer las acciones sociales y políticas que involucres individuos, organizaciones en su rol de actores dentro de los programas de políticas públicas de cada ciudad.

Huerta laboratorio UPB

Estas huertas elaboradas en el marco de la iniciativa Buen vivir en el ecocampus de la UPB son un proceso pensado como una estrategia interdisciplinar desde los programas de diseño industrial, diseño de vestuario y diseño gráfico en varias vías: 1) consistía en adentrarse en el mundo de la práctica de la huertas; 2) conocer el manejo de siembra, cultivo y cosecha de plantas como hortalizas, plantas medicinales, aromáticas entre otras; 3) diseño de prototipos con materiales orgánicos (textiles en fibra de coco y fique) y materiales reciclados como canastas de plástico, botellas PET, y madera aglomerada; 4) conocer a los actores sociales que practican las huertas urbanas en la ciudad de Medellín y hacer un mapa de dichos actores. 5) Elaboración de unas cartillas pedagógicas con el fin de difundir la práctica de la agricultura urbana.

Los prototipos desarrollados en la ideación deberían cumplir con las condiciones climáticas, de temperatura, de hidratación y aireación que garantizaran el desarrollo de las plántulas seleccionadas.

En este huerto, además de ser un laboratorio para la validación de las practicas, prototipos, dispositivos y sistemas de la huerta, también fue un escenario para las acciones orientadas a la información y a la formación en huertas urbanas con la población académica (docente, discente y empleados en general).

Fuente: elaboración propia

Figura 1 Huerta urbana bloque 10, piso 3. Proyecto Huerta Urbana, iniciativa Buen Vivir 2017-18. 

Nota. Terraza en el bloque 10 de la Escuela de Arquitectura y diseño, intervenida con la instalación de la huerta para transformar un espacio sórdido. Se produjo una nueva atracción al permitir a los visitantes contemplar la huerta, además de mejorar la temperatura. Las instalaciones de la huerta se aprecia en la imagen.

Fuente: elaboración propia

Nota. Huerta de la iniciativa Buen vivir, donde se aprecian diversas especies de plantas cultivadas durante el proyecto.

Figura 2 Huerta urbana en canastas de plástico recicladas 

Fuente: elaboración propia

Nota. Como se puede apreciar en la imagen, en la huerta se cultivaron varias especies de hierbas aromáticas como limoncillo, hierbabuena, orégano, y vegetales como la berenjena, lechugas y girasoles.

Figura 3 Huerta de girasoles. Universidad Pontificia Bolivariana. 

Fuente: elaboración propia

Nota. El diseñador industrial y miembro de la iniciativa Buen vivir, Cristhian Velásquez, en su actividad de cultivo.

Figura 4 Participación activa de Cristhian Velásquez. 

Fuente: elaboración propia

Nota. Profesores y estudiantes del bachillerato de la UPB, que solicitaron talleres de iniciación de la huerta urbana, participaron en charlas prácticas en las cuales tomaron parte activa en la elaboración de la canasta y de la siembra.

Figura 5 Taller con estudiantes de la UPB. 

Fuente: elaboración propia

Nota. Christian Velásquez explica cómo se prepara la canasta. Santiago Restrepo Vélez indica sobre la adecuada disposición de la canasta para cultivar a pequeña escala en espacios reducidos. En el 2017, cerca de 54 personas fueron capacitadas durante los talleres.

Figura 6 Taller con profesores y empleados. 

Fuente: elaboración propia.

Figura 7 Taller Expo Agrofuturo 2018. 

Acciones de los actores sociales en la práctica de huertas urbanas

Los actores sociales, en la práctica de huertas urbanas, han cumplido un papel protagónico esencial en lo atinente a la difusión, capacitación e intercambio. Es importante considerar que estos colectivos son unos movimientos de base no gubernamentales que ofrecen alternativas para estar en el mundo de forma diferente, como el ser responsables con el medio ambiente, el proporcionar un mejoramiento de las condiciones de vida, entre otros aspectos. Su protagonismo ha sido reconocido por las autoridades municipales y ello ha contribuido al fortalecimiento de políticas en donde se implemente la agricultura urbana en todos los estratos de la ciudad.

La primera organización a la que se recurrió fue la Red de Huerteros, cuyo propósito se configura de la siguiente manera:

"Diseñamos y sembramos huertos con diversidad de plantas, no solo por su función como alimento, sino con el interés de favorecer diferentes funciones ecológicas, sociales y paisajísticas, como una estrategia para hacer conciencia de la conectividad entre naturaleza y personas a través de una red de corredores socioecológicos que permitan a las comunidades la apropiación y disfrute de sus territorios. (Red de huerteros, 2017, p. 3).

Preocupados por la difusión del saber ecológico, se dan a la educación comunitaria para mejorar continuamente el entorno. Burgos sostiene que es "la voluntad de querer compartir"(red de huerteros. 2017. p.3), por lo que la participación social es activa, puesto que aportan con mangueras, rastrillos, semillas o plantas que tienen y que se dan para el cultivo y beneficio de quienes desean cultivarlas. La conexión social, la comunicación y el bienestar son herramientas y productos que la Red de Huerteros implementan en su gestión. Esta declara unos postulados que se transforman en pautas éticas que buscan consolidar una visión clara acerca de la sostenibilidad y la seguridad alimentaria. Una de ellas se refiere a la Tierra como organismo vivo que nos contiene y ella la cual estamos ineludiblemente atados. Dice este enunciado que:

La Tierra es un organismo vivo. Entendemos el planeta Tierra como un organismo vivo que se regula a sí mismo, con pulso y memoria, respiración y energía, del cual todos hacemos parte, articulados por una cadena viva, un tejido en red en el que todo lo que hagamos, bueno o malo, nos lo hacemos a nosotros. (Red de Huerteros, 2017, p. 1.).

Uno de sus postulados es la reutilización, ella está en sus máximas, por ejemplo, el agua lluvia, los residuos orgánicos y materiales reciclados son las herramientas de trabajo en las huertas urbanas, las cuales están al alcance de todos los ciudadanos.

En la aproximación a Agroarte, un movimiento que nace en el 2002, y que pretende la siembra desde la música, el compromiso social, artístico y político, podemos encontrar la figura de Luis Fernando Álvarez, mejor conocido como "Aka", quien es la cara visible del grupo que busca, como dice él, "construir tejido social" puesto que su responsabilidad con el pasado, la memoria, el arte, el medio ambiente y la sana convivencia son los motivos que lo mueven a él y a las personas de la Comuna 13 (San Javier) para trabajar en consideración de un mejor mañana. Su idea es hacer hip-hop agrario, es decir, desde la música alzarse como una voz en el desierto para crear conciencia de trabajo comunitario y el compromiso continuo con la mejora del entorno. "Aka" sostiene respecto esta idea innovadora, cuando se le pregunta qué tiene que ver la música con la tierra:

AgroArte es la filosofía de hacer con el otro y la otra. Es una mezcla de hip-hop y arte. Surge como un proceso de resistencia por todo lo que pasó acá en la 13 con lo de la operación Orión y los desaparecidos de la Escombrera. (...) Pille, es que el hip-hop es calle, pero debajo de la calle hay tierra y esa tierra tiene nuestra historia, nuestra memoria. Entonces, ¿cuál es la filosofía de nosotros? Resulta que un discurso no es nada si no se hace con la gente. Nosotros no sembramos ni componemos solos. Mientras la comunidad siembra, se habla, se crea tejido social, se reviven las historias, se sacan las letras y nace el hip-hop agrario. (Álvarez, 2016, párr. 5 - 6)

Otra de las organizaciones que trabaja por cumplir el compromiso social de llevar las huertas urbanas al alcance de todos los ciudadanos es la La Fundación Salva Terra, organización sin ánimo de lucro que busca realizar proyectos productivos agrícolas y mantener en constante preservación el entorno natural, "orientados al desarrollo sostenible de los territorios en el marco de los derechos humanos" (Fundación Salva Terra, 2017, párr. # 1), lo cual lleva a Salva Terra a trazar unos lazos con entidades tanto de carácter público como privado y a tener apoyo del sector solidario de Colombia. Esta ONG está ubicada en el municipio de Envigado.

Su labor se concentra en beneficiar los sectores sociales menos favorecidos mediante el trabajo comunitario cuyo fin es la agricultura sostenible. Según la Fundación Salva Terra, su enfoque está en "despertar la vocación de agricultor en las personas y desarrollar en las comunidades competencias para trabajar por el agro de manera responsable y ecológica" (Fundación Salva Terra, 2017, párr. 2).

Su objetivo es alcanzar una economía comunitaria y con huertas familiares, donde el sector social se dedique a técnicas de agricultura orgánica mineralizada. Así pues, al realizar tales actividades se busca priorizar la estabilidad de la canasta familiar de las comunidades participantes en los dichos procesos ecológicos; además, de un trabajo de preservación de la salud de las personas, dado que los productos se mantienen frescos, limpios, nutridos, sanos y libres de agroquímicos, es decir, están siempre en las mejores y óptimas condiciones para el consumo humano.

La Corporación Naturaleza Urbana (2017) está dedicada a una política del cuidado planetario, para ello ofrece cursos y talleres en donde enseña cómo mantener sanos los jardines, entrega plantas como muestras del compromiso, asesora para el cuidado de cada uno de ellos, mantiene un hilo conductor con la cultura y se convierte en parte de las instituciones sociales como las familias, los estudiantados, las personas que están en calidad de clientes y los ciudadanos en general. En consecuencia, su proyección social es algo ambiciosa, pero de una u otra manera logra crear conciencia, y es así como se materializa su propósito de trabajar por la reducción planetaria del calentamiento global.

La Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila (2018) es una entidad que atiente al medio ambiente y se compone de una política feminista, la cual se dedica a "la educación y a la promoción de una gestión ambiental alternativa" según sus fundadores. Se ubica en Medellín, sector Prado Centro. Sin embargo, su cobertura es nacional. Según la organización, la atención que se presta se desprende de la inoperancia que tienen los modelos de desarrollo dominantes en Colombia, aunque toman también como referente los diferentes procesos de exclusión en el contexto internacional, sobre todo a las mujeres.

El compromiso y responsabilidad social son bastante puntuales y claros, puesto que apuntan a un bienestar social que tenga una conciencia de protección del entorno, basada en valores y principios éticos que se fortalecen con el quehacer cotidiano y que, análogamente, se preocupa por el bienestar social:

Contribuir a la construcción de una sociedad sostenible y soberana desde la promoción de una cultura política ambientalista basada en una nueva ética que busca transformar actitudes individuales y colectivas hacia una participación democrática caracterizada por la justicia y la equidad entre géneros, generaciones y culturas, y por la conservación y uso sostenible de la biodiversidad. (Corporación Ecológica y Cultural Penca de Sábila, 2018, párr. 5)

Otros actores fundamentales en este escenario son la Sociedad de Mejoras Públicas, el Jardín Botánico Joaquín Antonio Uribe y su departamento de huertas urbanas, junto con la Secretaría de Medio Ambiente de la ciudad de Medellín, que estimula la cultura de huertas urbanas en la ciudad.

El Jardín Botánico de Medellín (2018) ha venido realizando una serie de programas que tiene el propósito de estimular el cultivo de huertas en diversas instituciones escolares de Medellín. Su postulado dice: "Sembrando vida -ciencia participativa y huertas escolares en instituciones educativas de Medellín"-, lo que se vincula con el proyecto Ambiental Escolar. -PRAE- y el Plan de Manejo Integral de Residuos Sólidos -PMIRS-.

Más reciente, pero en la misma dirección, el nuevo alcalde de Medellín, Daniel Quintero, ha asumido el reto de incorporar a sus planes de gobierno el concepto de ecociudad, cuyo término traduce a las ciudades que le apuestan a un desarrollo sustentable. La apuesta de alcalde Quintero va en la dirección de estar a la vanguardia de las ciudades responsables con el medioambiente. Para ello, su programa de gobierno deberá diseñar planes y estrategias como política pública para cumplir con la definición del concepto y, de esta manera, sumarse a la tendencia de otras ecociudades en el mundo implementando campañas poderosas que optimicen el propósito para lograr la meta que se ha trazado.

El concepto de ecociudad, una urbe en pro de la sostenibilidad, es transversal a todo el plan de desarrollo de Medellín. El término, que no es ni mucho menos nativo, sino que viene usándose desde los 90, fue usado por el alcalde Daniel Quintero desde la campaña que lo llevó a La Alpujarra (Zambrano, 2020).

Para el interés de este escrito, se puede afirmar que lo anterior no es un hecho aislado, ni fue una estrategia para alcanzar el favor de los ciudadanos en las urnas. Más bien, es una realidad que ya hace parte del ADN de las nuevas generaciones políticas, en donde su consciencia del calentamiento global, la falta de agua, la huella de carbono, la sostenibilidad, la seguridad alimentaria, las huertas urbanas, tienen una vigencia en la agenda de gobierno de los alcaldes de las ciudades sostenibles. Esta declaración por realizar políticas públicas en dirección de una ecociudad va en la orientación correcta para insertarse en el concepto de ciudades responsables con el medioambiente y sus habitantes del siglo XXI.

Fuente: elaboración propia

Figura 8. 

¿La agricultura urbana como herramienta para los actores políticos oficiales o no oficiales?

En este apartado se ilustrará cómo el programa de huertas urbanas ha sido incorporado a programas de políticas públicas de una ciudad como Rosario, en Argentina, e igualmente, en la administración de Luis Garzón, en Bogotá, y en administraciones en Cali y Medellín. Por lo tanto, es clave partir de la definición de un actor político.

Los actores políticos son personas o colectivos que actúan para intentar influir en las políticas públicas. (...) algunas partes interesadas no actúan para influir: no son actores. (...) Los actores no necesariamente tienen un rol legalmente reconocido en el proceso, algunos son "actores no invitados" (Universidad Autónoma de Barcelona, 2020).

Los actores políticos son aquellos ubicados desde el ámbito gubernamental, en donde administran y ejecutan programas en beneficio de las comunidades. Sin embargo, un actor político también puede ser un líder comunitario, un activista o un colectivo no gubernamental que participa de los presupuestos participativos que hacen parte de las políticas públicas, tiene injerencia con ediles municipales y con los propios actores políticos de cada administración para lograr que su comunidad o comunidades se beneficien con dichos programas.

En consecuencia, el propósito de este artículo, además de dar a conocer los resultados y la experiencia que se tuvo con el grupo de Buen Vivir y su investigación Diseño y creación para prácticas y sistemas de huertas de agricultura urbana, fue el de ahondar, desde una perspectiva crítica, con base en análisis de documentos, libros, videos y entrevistas, en el horizonte de las huertas urbanas como herramienta para actores políticos oficiales involucrados con las administraciones municipales, y con aquellos no gubernamentales que pertenecen a los colectivos, que son activistas y considerados, desde el empirismo político, actores políticos, que en sus acciones contribuyen a fortalecer programas dentro del concepto de ecociudad, sostenibilidad, seguridad alimentaria, procesos de pacificación y reconciliación en los barrios de la ciudad de Medellín.

En el municipio de Medellín se ha incluido el programa de huertas urbanas en la política pública y en diferentes iniciativas gubernamentales como una de las estrategias para favorecer el abastecimiento de alimentos que mejore las condiciones de seguridad alimentaria de la población (Amaya, 2018).

Medellín cuenta desde el 2013 con un programa de seguridad alimentaria4. Ello, debido a que posee una considerable población marginada ubicada en sus laderas orientales y occidentales que no tienen un empleo formal y que han sido víctimas del desplazamiento, ya sea rural como interurbano, convirtiéndolos en comunidades frágiles y expuestas a enfermedades y a la desnutrición. Aunque en principio su apuesta es superior a la realidad, ya que pretende erradicar el hambre y las condiciones que no favorecen la seguridad alimentaria, por lo menos ha incorporado dentro de sus planes de gobierno un capítulo donde las administraciones que gobiernen la ciudad deban de incluir en sus propuestas unas políticas públicas que mantengan y fortalezcan dichos proyectos. De lo anterior se extrae que el programa de huertas urbanas es uno de sus frentes que recibe el apoyo de estas políticas públicas.

Es importante destacar que el capítulo de agricultura urbana no solo es objeto de aquellos que la ven como alternativa alimentaria y cohesión social, sino que permite ser considerada como una herramienta dentro del campo de la planificación urbana, el capítulo del paisajismo urbano. Quiere ello decir, también, que si nuestras ciudades ven en la agricultura urbana varios intereses, uno de ellos es que dicha práctica se constituye en medio o herramienta para el actor político o el actor no político (activista). Es un recurso para involucrar a las lideresas y líderes de las comunas de la ciudad a practicarla no solo para la seguridad alimentaria, sino para identificarse con los programas de gobierno de la ciudad y el fortalecimiento de êthos ciudadano.

Medellín, Bogotá y Cali son ciudades que vienen liderando la agricultura urbana como estrategia para fortalecer el tejido social y la seguridad alimentaria en el territorio colombiano.

En el Encuentro de Huerteros Urbanos, organizado por la Universidad Autónoma de Occidente y realizado en 2019, se hizo evidente el rol de las huertas urbanas como espacios de construcción de tejido social, donde se comparten y se intercambian saberes; son espacios de unión y trabajo en equipo donde, además, se recupera la capacidad de producir alimentos propios de sus tradiciones (Rankin y Mosquera, 2019).

Ante esta realidad, el movimiento de huerteros urbanos exige en las ciudades la integración con los programas de gobierno para poderse consolidar como actores del tejido social y lograr un impacto en la sociedad. Serán entonces fruto de una voluntad política que incluya estos programas en el marco legal y político del gobierno de cada ciudad. Porque si no es en este sentido, el papel de las organizaciones de huerteros urbanos será una acción aislada de las políticas de gobierno de cada ciudad.

De otra parte, con un propósito constructivo y en vía de fortalecer la relación entre las organizaciones comunales y las entidades del Estado, es importante poner en contexto que las políticas en el Plan Nacional de Desarrollo, en adelante PND carecen de metas concretas a corto y mediano plazo; de igual manera, no se logra un trabajo articulado con las corporaciones autónomas regionales.

Al respecto, es importante destacar que el PND al mirarse en detalle carece de un plan concreto que apoye o estimule la práctica de la agricultura urbana.

(...) desconexión entre la política nacional y la institucionalidad dispuesta como autoridad ambiental en los ámbitos urbano y regional, en especial frente a las corporaciones autónomas regionales y de desarrollo sostenible (...) Tal como ha sucedido en otros cuatrienios, la política ambiental en el PND estuvo marcada por el establecimiento de pocas metas con sus respectivos indicadores de medición y muchas acciones y postulados de intenciones a alcanzar. (Contraloría General de la Nación, 2019, p.201)

Si el informe de la Contraloría General de la República evidencia esta desconexión, quiere ello decir que el esfuerzo que realizan las comunidades en sus programas de huertas urbanas no se engrana dentro de los programas del gobierno y, en concreto, en los POT de los municipios donde desempeñan un papel importante, pero al no estar incluidos, son carentes del apoyo estatal. Falta una voluntad política que permita aglutinar de manera univoca todos los esfuerzos para que se vean favorecidas las corporaciones autónomas regionales, las organizaciones de huerteros urbanos y el PDN y así se logre una articulación eficaz.

¿Por qué la agricultura urbana es actor político? Lo es en cuanto un transformador de espacios urbanos y generador de tejido social, de entornos sanos, productivos y de convivencia, donde los actores sociales son protagonistas en la re-significación y recuperación ambiental. Cuando se recuperan espacios públicos deteriorados logrando intervenir el paisaje, mejorando el saneamiento y en definitiva volcando a la comunidad a ser actores de cambio del espacio público, generando espacios de inclusión y paz.

La agricultura urbana como actor político es, igualmente, un agente transformador del paisajismo de la ciudad. La apropiación de los espacios es un elemento principal en la organización de las intervenciones de los grupos. Los programas de recuperación que ha realizado el Jardín Botánico de Medellín transformaron 117 espacios públicos deteriorados, convirtiéndolos en espacios sanos, seguros y productivos. Estos mismos espacios fueron intervenidos de tal manera que se cultivaron plantas, limpiaron orillas de cañadas, pintaron las paredes, limpiaron las partes bajas de los puentes y se recogió la basura para una reubicación, lo cual los convirtió en nuevos espacios aptos para el tránsito, el ornamento natural y sitio de encuentro de las personas.

Consideramos que la pandemia de la COVID-19 obligará a reforzar la idea de fortalecer la creación de políticas públicas que propendan por una educación que apunte al apego del territorio; por unos hábitos sanos de alimentación; por la solidaridad para cuidar el medio ambiente desde la acción individual y colectiva; por solicitar a los gobiernos de las ciudades que incorporen a los grupos que fomentan y practican la agricultura urbana en programas de seguridad alimentaria. Igualmente, será necesario que los POT (Planes de Ordenamiento Territorial) sean pensados incluyendo y fomentando los programas de huertas urbanas, lo que significaría el diseño de planes de ordenamiento territorial, que involucren acuerdos municipales y nuevas normativas para implementar huertas urbanas en espacios públicos y privados, por ejemplo, determinando un porcentaje de huertas en relación con las áreas construidas; lo cual implicará destinar un espacio en la edificación o en la organización del espacio público para la construcción de huertas. Esto, acompañado por acciones sociales fundamentadas en la educación, la formación de líderes y acompañamiento a comunidades para trabajar conjuntamente dentro de las ciudades y convirtiéndolos en actores en la recuperación medio ambiental de espacios públicos y privados.

La agricultura urbana y la pandemia mundial por COVID-19

En marzo de 2020 se recibió a nivel nacional la orden de confinamiento, pues la expansión de la pandemia por COVID-19 era una realidad que había llegado al país. Al principio, la incertidumbre se apoderó de todos, pero con el pasar de los días los casos positivos reforzaron lo que se anunciaba, todas las personas se vieron confinados en sus residencias. ¿Ello que implicó? Una reeducación. Se acataron nuevas órdenes, se tuvieron que tomar medidas extremas, no salir, no reunirse, no tener actividades de ocio, etc. Fue entonces cuando se empezaba a entender que se estaba ante un virus mortal, como el COVID-19. Esa situación representó y aún representa un rebasamiento de la normalidad que se vivía antes del 27 de marzo de 2020. Es decir, que el êthos de cada persona requería acogerse a las medidas de confinamiento que dictaba el gobierno. El artículo Construcción de ciudadanía durante el confinamiento: una laboreducativa.(...) plantea cómo en tiempos de crisis y de cambios extremos se pueden constituir en el escenario perfecto para transmitir a los familiares, a los conocidos, a los empleados, a los estudiantes y a todas las personas que este es un momento fuera de lo común, es decir, que exige cambios urgentes para preservar la vida y que van en la dirección de cuidarse a sí mismo y cuidar a los demás. (Carbajosa, 2020)

Nayeli Real propone sembrar ahora, en días en que las autoridades sanitarias recomiendan permanecer las próximas semanas en casa, para evitar la propagación de contagios de COVID-19. Para ella, dedicarse a un huerto en tiempos del coronavirus es una oportunidad de repensar la vida y la muerte.

Ser testigo de la vida es muy impactante, porque al final es misteriosa, y está ahí. Los medios y las redes todo el tiempo nos están bombardeando de miedo de morirnos y que todo se acabe, que a todos nos dé una neumonía y se mueran nuestros abuelos o nuestros papás. Entonces, desconectarte un rato, ponerte en contacto con un proceso real y simple que es la vida y tú estar a cargo y al servicio de ella te hace reflexionar sobre el papel que jugamos en todo esto. (De Alba, 2020, p. 3).

Real asegura que, si se empeza a sembrar dentro de las casas, se entraría en conciencia sobre la gente que produce alimentos y sobre el cuidado del planeta. "Cuando empiezas a sembrar te das cuenta que desperdicias mucho, te das cuenta la energía que toma producir 300 gramos de jitomate [...]. Sembrar hace más sensible el consumo de la comida". (de Alba, 2020, p. 3).

Este testimonio de Nayeli Real, que llega a nosotros a través de Alba (2020), sirve para dimensionar las posibilidades que ofrece la práctica de la huerta urbana con todos los beneficios que ofrece el solo cultivar como un ocio positivo que vincula al actor con la tierra y las plantas, y que, igualmente, contribuye al autocuidado, estrategia recomendada durante estos tiempos de confinamiento.

El decrecimiento económico, el desempleo y el hambre tomaron cuerpo yconvirtiéndose en una realidad. Como lo afirma un artículo de la FAO, "la actual pandemia por la COVID-19" (FAO, 2020, p. 1), "además de evidenciar la fragilidad del sistema de salud pública del país, está haciendo lo propio con los sistemas alimentarios". (FAO, 2020, p. 2) En el contexto colombiano, una de las preguntas en tiempo de crisis era, ¿cómo garantizar el abastecimiento de alimentos, en una época de confinamiento? Los gobiernos como Colombia se vieron en la urgencia de volver a mirar al campo y a las prácticas individuales y colectivas de producción de alimentos, como la agricultura urbana.

La COVID-19, representa una crisis en todos los órdenes y que obliga a que las personas se reprogramen o dicho de otra forma a reeducarnos.

Para los países que importan más del 50 % de los alimentos que consumen sus poblaciones, el acceso a los alimentos es crítico para las ciudades con más de 5 millones de habitantes que, para alimentar a sus ciudadanos, requieren importar al menos 2 mil toneladas de alimentos por día, las cuales, además, viajan en promedio unos 1000 kilómetros. Claramente este es un sistema alimentario altamente insostenible y vulnerable a factores externos como desastres naturales o pandemias (Altieri y Nicholls, 2020).

En un artículo del agroecólogo boliviano, Daniel Robinson, titulado Frente al COVID-19 debemos cultivar nuestra huerta, el autor propone como alternativa alimentaria en tiempos de pandemia el cultivar nuestra propia huerta.

Mis objetivos como edafólogo y agroecólogo no son simplemente sumarme a las discusiones apocalípticas en las redes sociales. Más bien quiero alertar a la gente sobre un problema que aún no se aprecia suficientemente, al mismo tiempo que sugerir una posible solución parcial: plantar una huerta. Esta puede ser pequeña o grande, urbana o rural. Según una estimación, el 88 % de la población mundial vive al norte del ecuador. Eso significa que para la mayoría de la población mundial AHORA es cuando una familia debería comenzar su huerta o ayudar a otras personas a expandir y cuidar sus huertas o jardines. (Robinson, 2020, párr. 13)

En Colombia, la COVID-19 también provoca acciones de una comunidad indígena Zenú en la ciudad de Barrancabermeja, departamento de Santander, quienes reaccionan en medio de la pandemia para asegurar su alimentación realizando huertas urbanas.

"En vista de toda esta pandemia que se vive en el mundo, tuvimos la iniciativa de sembrar para nuestro propio sustento y el consumo de nuestra comunidad indígena. Estamos haciendo la siembra de varias especies y eso nos tiene muy motivados", (Becerra, 2020, párr. 5) dijo Wilder Velásquez, capitán menor del cabildo indígena Zenú. Esta iniciativa, la disciplina del resguardo y la capacidad de salir por sus propios medios de esta crisis fueron tenidas en cuenta por autoridades distritales, que pusieron sus ojos allí y por intermedio de la Unidad de Asistencia Técnica Agropecuaria (Umata), brindan acompañamiento para que la calidad de cultivos sea la mejor. (Becerra, 2020, párr. 6.

Este tipo de valores culturales e históricos es lo que pretende rescatar el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC), que desde el año pasado comenzó a crear una red de huertas urbanas en el centro de Bogotá para compartir saberes y, sobre todo, crear conciencia de ser una sociedad auto sostenible en una época que demanda cada vez más cuidado ambiental. Y justo cuando ese proceso avanzaba con éxito, se llevaban a cabo múltiples encuentros y aparecían cada vez más iniciativas llegó el confinamiento por la emergencia en salud por la COVID-19. No obstante, y en eso coinciden todos los promotores de este movimiento, hoy más que nunca es necesario incentivarlas. Una prueba de que sí se puede son las experiencias en solo un pedazo del centro de la ciudad. Hay huertas particulares, locales y hasta institucionales. (El Tiempo, 2020, párr. 2)

Si bien la activista Cristina Sandoval exponía las razones de por qué era difícil vincularse a los programas de la administración de la alcaldía de Daniel Quintero (2020-2023), en alguno de los capítulos de la implementación de sus políticas públicas, el caso que se cita a continuación es un ejemplo que desde una entidad como la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD), que es un establecimiento público del orden nacional adscrito al Ministerio de Educación Nacional, se realizan programas de huertas urbanas en el área metropolitana de Medellín, alianza con el Departamento de agricultura y Desarrollo de Antioquia.

Se puede afirmar que, en el tema de convenios, alianzas, participación en políticas públicas entre entidades o administraciones estatales y municipales y los individuos o colectivos, unas son de cal y otras son de arena, como reza el dicho popular. Por un lado, es claro que las administraciones de las ciudades apuestan a proyectos que les den rentabilidad política, que signifique visualidad y eso se vea representado posteriormente en las urnas de las aspiraciones en el mediano plazo para el alcalde de turno. De otra parte, los colectivos no gubernamentales son más pragmáticos y no se desgastan en tanto lobby prefiriendo optar por las acciones sociales directamente con la comunidad.

Finalmente, queda demostrado que las huertas urbanas son una práctica que contribuye a momentos excepcionales como la pandemia por la COVID-19, que no es solo una herramienta para aportar a la seguridad alimentaria de pequeños colectivos sino una herramienta del orden político, porque contribuye como alternativa a mejorar la calidad de vida, el paisajismo, la sostenibilidad, la transformación social y la propia condición humana.

Conclusiones

La práctica de la agricultura urbana se ha convertido, en la actualidad, en un campo fértil para la investigación en diversas disciplinas, como el diseño industrial, el diseño de vestuario y el diseño gráfico, y abre importantes oportunidades desde su ejercicio proyectual, no solo en cuanto a las necesidades instrumentales, comunicativas y formativas, sino además en lo atinente a sus repercusiones humanas y sociales cuando se consolida como una práctica individual o colectiva. Posibilita abordar temas relacionados al territorio, alimentación, tecnología, salud, cultura, política; tiene el poder de transformar el espacio privado y público, posibilita constituir nuevos relacionamientos sociales, y repercute en la salud física y emocional, es también, alternativa alimentaria, agente de pacificación y cohesión social.

La agricultura urbana, como la agricultura en general, sirve para establecer lazos de relaciones sociales, entre individuos y comunidades, entre entes privados y públicos. La agricultura urbana ha abierto un campo importante para la concepción de planeación y organización de los territorios, como un asunto importante para la salud pública, física y emocional de los ciudadanos, y su futuro depende de la inclusión en las políticas públicas que propendan por su implementación, desarrollo control y cuidado, educación ciudadana.

El éxito de esta experiencia de hacer posible la agricultura urbana en el contexto institucional condujo a que se extendiera la invitación para representar a la UPB en la feria de ciudad AgroExpo 2017 y 2018, en las cuales se habló de la agricultura urbana como herramienta social y política. Herramienta poderosa para afianzar políticas públicas dentro del marco de la participación social, procesos de paz, programas de sostenibilidad, seguridad alimentaria, ocio creativo.

La incursión en la agricultura urbana permitió comprobar cómo no solo es una práctica que está relacionada con las plantas, las personas y la tierra, sino que allí se vio la pertinencia de nuestras disciplinas (diseño de vestuario, diseño industrial y el diseño gráfico) al explorar con materiales no convencionales y sistemas de comunicación que solo tenían un uso específico.

La construcción de un mapa de actores sociales involucrados con la agricultura urbana permitió ver la expansión de dicha práctica en la ciudad de Medellín, las mayores áreas de influencia de estas colectividades. El contacto con cada uno de los líderes, aportó valiosa información para ser más efectivos a la hora de cultivar, de cosechar y desarrollar estrategias para llegar a un usuario. Lo que se traduce en reafirmar que esta práctica es una herramienta que contribuye al cambio social y de participación política.

Se pudo confirmar que la agricultura urbana contribuye a mejorar el paisaje urbano, lo que significa que debe de ser incluida dentro de la planeación de la ciudad, como herramienta dentro de los planes de desarrollo. Porque permite recuperar espacios abandonados como basureros y lotes baldíos para convertirlos en huertas, lugares de encuentro y espacios de esparcimiento.

Se pudo constatar que tanto en los programas de gobierno de Medellín como del país no se incluye la agricultura urbana como estrategia de gobierno. En la indagación al programa del nuevo alcalde Daniel Quintero "Medellín Futuro", se evidenció la ausencia o la no inclusión del programa de huertas en dicho plan. Igualmente, se comprobó que el plan de gobierno de Iván Duque no aparece una política en donde se incluyan las huertas como estrategia para la seguridad alimentaria, el fortalecimiento de comunidades, solo se hace alusión a las huertas en una página del Ministerio del Medio Ambiente del 2017.

El Ministerio de Ambiente no posee una estrategia quedé prioridad al capítulo de las huertas urbanas para desarrollar programas de difusión y capacitación. Se limita solo a enunciar, pero sin concretar un programa efectivo, lo que constituye un vacío institucional que no contribuye a ver en las huertas urbanas una alternativa que no solo ofrecería beneficios en un solo sentido de seguridad alimentaria, sino en el campo de procesos de paz, reinserción, reconstrucción del tejido social, entre otros aspectos.

Se puede concluir que la práctica de la agricultura urbana durante la pandemia de la COVID-19 demostró ser no solo una herramienta social y política sino una alternativa para la seguridad alimentaria.

Si bien los colectivos no gubernamentales que difunden, promocionan y practican la agricultura urbana, no son muy dados a establecer alianzas con los gobiernos municipales por los intereses de los gobiernos de turno que ven en esta práctica una posibilidad de aumentar su capital político y no como una herramienta para beneficiar a las comunidades; otras entidades gubernamentales como la UNAD establece programas con la Secretaria de Agricultura y Desarrollo Rural del departamento de Antioquia, corroborando que las huertas urbanas sí son un medio, una herramienta para influir y beneficiar a las comunidades en los tiempos de pandemia.

En consecuencia, y después de realizar todo este recorrido crítico de documentos, artículos de revistas y de periódicos, documentales y entrevistas, se puede afirmar que la agricultura urbana sí es una herramienta dentro de la acción social y política. Igualmente, ha cumplido con un rol significativo durante la pandemia de la COVID-19.

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3La alelopatía tiene muchas acepciones, pero la que nos interesa es la que a continuación tomamos: "Una planta puede elaborar un inhibidor químico mientras que otra puede generar un estimulante. Hay plantas, por otra parte, que producen alelos químicos que actúan como repelentes de insectos. En un cultivo de tubérculos, de este modo, se puede incluir este tipo de plantas para alejar a las plagas. Así, la planta con el alelo químico protege a los tubérculos". Tomado de: https://definicion.de/alelopatia/. Nota: esta definición se pudo comprobar en la huerta urbana implementada en el campus universitario.

4Para la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), la seguridad alimentaria se da cuando"... todas las personas tienen acceso físico, social y económico permanente a alimentos seguros, nutritivos y en cantidad suficiente para satisfacer sus requerimientos nutricionales y preferencias alimentarias, y así poder llevar una vida activa y saludable". Tomado de: https://ayudaenaccion.org/ong/blog/sostenibilidad/que-es-la-seguridad-alimentaria/#:~:text=La%20seguridad%20alimentaria%20implica%3A,para%20tener%20una%20vida%20sana.

Cómo citar este artículo: Restrepo, S. y Velásquez, J. (2021). La agricultura urbana como herramienta para los actores políticos. Revista de la Facultad de Derecho y Ciencias Políticas, 51(134), pp. 303-331. DOI: https://doi.org/10.18566/rfdcp.v51n134.a13

1 Tomado de https://lahuertoteca.es/proverbio-chino-huerto-felicidad. Es de aclarar que se ha tomado la parte final del proverbio chino. Lo presentamos completo: "Si quieres ser feliz una hora, emborráchate. Si quieres ser feliz un día, mata al cerdo. Si quieres ser feliz una semana, haz un viaje. Si quieres ser feliz un año, cásate. Si quieres ser feliz toda la vida, ten un huerto". Lo que interpretamos respecto a los huertos es que el cultivo de ellos supera los otros vínculos emocionales, porque estos se denominan pasajeros, en cambio, el huerto representa una relación de toda la vida y de ahí el elegir esta última frase del proverbio chino para subrayar al huerto como una elección que nos acompañará todos los momentos de nuestras vidas.

Recibido: 30 de Enero de 2020; Aprobado: 19 de Octubre de 2020

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