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Lingüística y Literatura

versión impresa ISSN 0120-5587versión On-line ISSN 2422-3174

Linguist.lit.  no.81 Medellìn ene./jun. 2022  Epub 22-Feb-2023

https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a13 

Estudios literarios

CARMEN DE BURGOS Y ROBERTO BRACCO: ESCRITOS FEMINISTAS ENTRE ITALIA Y ESPAÑA1 *

CARMEN DE BURGOS AND ROBERTO BRACCO: FEMINIST WRITINGS BETWEEN ITALY AND SPAIN

Eva María Moreno Lago1  * 

Caterina Duraccio2 

1Universidad de Sevilla (España) emoreno3@us.es

2Universidad Pablo de Olavide (España) cduraccio@upo.es


Resumen

En este artículo se indaga sobre los vínculos literarios e intelectuales entre Carmen de Burgos y Roberto Bracco. En primer lugar, se analizan las narraciones de viajes, reportajes de prensa y ensayos de la escritora almeriense. Luego, se examinan las ideas principales que el dramaturgo napolitano expone en Nel mondo della donna (conversazioni feministe), ensayo traducido al español por De Burgos. A partir del cotejo de las obras de ambos escritores, se descubre que la dualidad feminista y antifeminista planteada por Bracco se hace presente en los escritos De Burgos, especialmente en La mujer moderna y sus derechos (1927).

Palabras clave: Carmen de Burgos; Roberto Bracco; ensayos feministas; literatura italo-española; siglo XX

Abstract

This article explores the literary and intellectual links between Carmen de Burgos and Roberto Bracco. First, we analyze the travel narratives, press reports and essays of the writer from Almeria. Then, we examine the main ideas that the Neapolitan playwright exposes in Nel mondo della donna (conversazioni feministe), an essay translated into Spanish by De Burgos. From the comparison of the works of both writers, it is discovered that the feminist and anti-feminist duality proposed by Bracco is present in the writings of De Burgos, especially in La mujer moderna y sus derechos (1927).

Keywords: Carmen de Burgos; Roberto Bracco; feminist essays; Italian-Spanish literature; twentieth century

1. Introducción

La relación de la cultura italiana con la escritora Carmen de Burgos (1867-1932) ha sido examinada por la crítica literaria desde diferentes puntos de vista: sus viajes, artículos periodísticos, traducciones y la influencia de algunos escritores de la península itálica en su obra. En su labor como traductora difunde en español la obra de cuatro autores: Roberto Bracco, Paolo Mantegazza, Emilio Salgari2 y Giacomo Leopardi (Simón Palmer, 2010). Sin embargo, las relaciones italo-españolas de Carmen de Burgos, en su mayoría, se han circunscrito hasta el momento a una serie de estudios que ponen en valor su labor como crítica literaria y traductora de la obra de Leopardi (González Martín, 1998, 1999, 2000; Camps, 2005; Núñez, 2005 & Ladrón de Guevara, 2005), dejando inexploradas sus relaciones con los otros autores.

La publicación de Giacomo Leopardi: su vida y sus obras (1911) se presenta como un hito en la recepción en España del afamado escritor romántico al ofrecer una imagen completa de la vida y la obra leopardiana inexistente hasta entonces en el país. Los dos extensos volúmenes recogen textos poéticos y en prosa inéditos en español, aunque la autora declara años antes que «No podemos conocer á3 Leopardi por las traducciones; se necesita leerlo en italiano, para comprender toda su dulzura y toda su grandeza» (De Burgos,1907, p. 227). Por este motivo, no solo se ciñó a traducir su obra4 y presentar una antología en español, sino que la acompañó de un minucioso estudio y una interpretación personal que se alejaba de los prejuicios existentes sobre el autor italiano. De esta manera, De Burgos homenajea así a uno de sus escritores favoritos, según ella afirma en varias ocasiones, por el que manifiesta una enorme admiración que recalca en varios artículos periodísticos y también en su literatura de viajes.

A pesar de esto, y como afirma Palomo, «la luchadora Carmen de Burgos, la generosa Colombine, no creo que jamás encontrase en él su inspiración» (2018, p. 77) porque el vitalismo que caracteriza la obra de la autora dista mucho del pesimismo que invade la creación leopardiana, denominada por la propia De Burgos como «La Biblia del dolor». Este es uno de los motivos que lleva al presente estudio a centrarse en otro autor italiano que contribuyera en el pensamiento y en la activa labor en pro de los derechos de la mujer que la escritora desarrolló durante toda su vida.

Dentro del proyecto regeneracionista del 98, en el que se debe incluir a De Burgos, hay un continuo mirar más allá de las fronteras nacionales. La crisis en la que se ve envuelta España después del desastre del 98 convierte a Europa en la referencia a observar e imitar para prosperar. En el marco de este proyecto, De Burgos buscaría intelectuales en todos los países de los cuales nutrirse y, posteriormente, consolidar su propio pensamiento que evoluciona considerablemente desde su primer ensayo en 1900 hasta su obra magna publicada en 1927 y titulada La mujer moderna y sus derechos.

El objetivo de este trabajo es indagar sobre el vínculo que se crea entre Roberto Bracco y Carmen de Burgos para descubrir las posibles conexiones e influencias entre ambos. Se pretende, además, cubrir un vacío en los estudios italo-españoles, puesto que, hasta la fecha, no se ha profundizado en las coincidencias de estos dos prolíficos autores. Por este mismo motivo, se pretende explorar sus viajes por Italia y, en concreto, a Nápoles, ciudad natal de Roberto Bracco, siguiendo las líneas de Núñez Rey, estudiosa y biógrafa de la escritora, quien resalta la importancia de los espacios recorridos por ella, que van más allá de ser únicamente un elemento estructurador de sus relatos (Núñez Rey, 2010).

2. Carmen de Burgos, «bajo el cielo italiano»5

Ha sido siempre Italia la tierra de mis ensueños, el nombre que acaricié desde la cuna en mis anhelos de arte, el que hizo latir mi corazón con su poesía, desde que en la infancia se me enseñó su historia hasta cuando hace pocos meses, viniendo de mi España, vi dibujarse sus costas azulinas entre la bruma (Burgos, ¿1906-1909? 6, p. 9).

Con estas palabras y llena de emoción empezó Carmen de Burgos su conferencia ofrecida en la Asociación de la Prensa de Roma el 28 de abril de 1906. La noticia de dicho coloquio no solo se expandió por los diarios italianos, sino que fue recogida también por la prensa española.7 La escritora se encontraba en la capital italiana con una beca que recibió del Ministerio de Instrucción Pública y Bellas Artes para ampliar sus estudios como maestra, profesión que ejercía en Guadalajara desde 1901. El viaje, que realizó con su hija María, duró un año - desde el 1 de octubre de 1905 al 30 de septiembre de 1906-, tal y como se señala en el Suplemento a la Escuela Moderna, publicado el 12 de agosto de 1905, y tenía previsto realizar estancias cortas en seis países diferentes:

3 de agosto actual. (Gaceta del 9.) - La siguiente Real orden del Ministerio de Instrucción pública y Bellas Artes al Subsecretario del mismo:

«Ilmo. Sr.: En virtud de lo dispuesto en el art. 8.° del Real decreto de 8 de Mayo de 1903, y a propuesta de la Junta de Profesoras de la Escuela Normal Superior de Maestras de Madrid; S. M. el Rey (q. D. g.) ha tenido á bien conceder á D. Carmen de Burgos y Seguí, Profesora numeraria de la Escuela Normal de Maestras de Guadalajara, la subvención de 3.000 pesetas, que le deberá ser satisfecha sobre el sueldo que disfruta, por mensualidades vencidas de á 250 pesetas, desde 1º de Octubre de 1905 hasta 30 de Septiembre de 1906, para que pueda ampliar sus estudios en Alemania, Bélgica, Inglaterra, Suiza, Francia é Italia (p. 1).

Las vivencias y peripecias acaecidas en esta travesía se publicaron a su regreso a España en un libro de viajes que tituló Por Europa (impresiones). Pisó tierra italiana por primera vez el 3 de enero de 1906, después de visitar varias ciudades francesas:

He entrado en Italia por Ventimiglia, por Génova encantada de pensar que este mar y esta tierra son italianos y que el cielo que cubre mi cabeza es el de la antigua Liguria. No he podido gozar la vista de Génova á mi llegada; fué de noche y gracias á una espléndida luna de Enero, veía la ciudad de los palacios recortando su silueta en el horizonte (1907, p. 168).

Permaneció hasta el 11 de agosto, dedicando ocho de los doce meses que tenía para visitar los seis países citados anteriormente. La decisión de alargar su estancia en la península itálica y dedicar menos tiempo al resto es un indicio del apego y la admiración que la escritora sintió por el paisaje, los monumentos y la literatura de Italia. Desde su llegada a Génova, asemeja la forma de vestir, la actitud y el modo de expresarse de los lugareños a los españoles, entablando un parecido que la vincularía emocionalmente a la cultura y al arte italiano: «La gente presenta aquí gran semejanza con los tipos españoles; esto se nota más después de una larga temporada en Francia» (1907, p. 173). Después recorre Pisa, Liorna, Piombino y, a finales de febrero, llega a Nápoles, ciudad que le hace evocar su región natal y a la que califica como «La Andalucía Italiana». Se instala allí desde el 24 de febrero al 2 de abril, momento en el que se produce una erupción del Vesubio que causa estragos en la población. Frente a esta catástrofe, De Burgos confiesa su predilección por esta ciudad: «amo demasiado á Nápoles para verla con ojos indiferentes en su desgracia» (1907, p. 298). Este afecto crece durante su estancia, pero ya desde su llegada se manifiesta una admiración especial por esta provincia:

Amanece cuando el tren se detiene en la estación de la antigua señora del mundo. ¿Se puede venir aquí con indiferencia? Me lo he preguntado con algo de secreta inquietud todo el camino, y al llegar he comprendido que es imposible no sentir la sugestión de la grandeza romana (1907, p. 213).

En las diferentes crónicas que escribe de la nueva Parténope recurre constantemente al binomio Nápoles- Andalucía. Este paralelismo está cargado de connotaciones positivas: «¡Qué bello pueblo! Me gustan de él hasta los defectos. Es sobrio, indolente, comunicativo, alegre é ingenioso como el andaluz» (1907, pp. 218-219). Además, la situación económica y social de los habitantes la lleva a las mismas reflexiones que hace sobre la pobreza y explotación de los andaluces y, sobre todo, de las andaluzas y de las mujeres del mundo rural en su conferencia pronunciada unos meses después en Roma y titulada La mujer en España:

¡Apena la miseria del pueblo en un país tan rico! Iglesias y museos guardan millones: la tierra florece sin esfuerzo; el subsuelo encierra maravillosas riquezas; el cielo está enamorado de la más bella ciudad que alumbra... y sus hijos padecen la más espantosa de las miserias... como en nuestra Andalucía... Pero el pueblo no será siempre inconsciente y resignado por costumbre ó pereza (1907, p. 222).

Uno de los aspectos a destacar de este periodo es las relaciones que mantuvo con diversos personajes célebres que la ayudan a fraguar la visión cosmopolita que se refleja en sus escritos posteriores, tanto periodísticos como literarios. Culturalmente, su estadía en Nápoles fue muy fructífera porque los intelectuales de la ciudad la invitaron a veladas y frecuentó numerosos espectáculos teatrales y musicales. En esa ciudad conoce al periodista Giuseppe Gramegna -director de la Revista Franco-Italiana-, al músico Luis Romaniello -con el que compartió varias tertulias en su casa-, al tenor lírico Antonio Paoli, al compositor Pietro Mascagni, al director de orquesta Umberto Giordano en el estreno de Fedora y, muy probablemente al escritor Roberto Bracco. Además, entre todos estos encuentros, sobresale el que tuvo con la novelista Matilde Serao, con la que compartió las ideas y las contradicciones que le producía en aquel entonces el movimiento feminista:

He conocido aquí también á Matilde Serao; como usted sabe, es de las primeras escritoras de Italia. En la apariencia física, en las costumbres y en los modales se parece de tal suerte á D. Emilia Pardo Bazán, que se creería en un plagio de la Naturaleza entre las dos célebres escritoras. Matilde Serao es más simpática, tiene un temperamento de luchadora; con actividad asombrosa dirige un gran periódico diario, Il Giorno, colabora en él, da conferencias, escribe novelas y hace una agitada vida de sociedad. Hemos coincidido en las opiniones contrarias al feminismo, y favorables al divorcio. Se propone hacer aquí la campaña que yo he realizado en España. Sin duda nos ha aproximado la simpatía del periodismo; en mi viaje he encontrado muchas intelectuales; ninguna periodista como Matilde Serao (1907, p. 242).

Las otras ciudades que visitó fueron Roma, Florencia, Venecia y, por último, Milán. En la capital también permaneció varios meses y creó redes con notables artistas y escritores. Después de esta experiencia, Italia pasó a ser el territorio predilecto de De Burgos, tanto es así que, al finalizar su recorrido, y antes de cambiar de país, escribió estas palabras cargadas de emoción donde declara su deseo de regresar:

¡Inolvidable noche! He tenido fija la mirada en la costa de Italia hasta perderla de vista; cuando las sombras y la distancia la han cubierto, las lágrimas han caído de mis ojos. He pasado en Italia días felices de tranquilidad, de olvido, de calma; renacía á una vida nueva cuando esta cadena social á que vamos amarrados me obliga á dejarla. Yo veo en Italia otra España, pero más joven, más fértil, más entusiasta que la nuestra: empecé admirándola y he acabado por amarla; algo de mi corazón queda en ella; mi deseo más vehemente es volver á soñar con el augusto silencio de la vetusta Pisa, en las azules orillas del golfo napolitano, en las melancólicas alamedas de Florencia, las lagunas venecianas y el incomparable Coliseo de Roma... (1907, p. 496).

A pesar de que estaba fascinada con el país entero, la urbe napolitana se convirtió en uno de sus lugares favoritos y contagió esta pasión a su amado Ramón Gómez de la Serna, que viajó con ella en tres ocasiones: a principios de 1910, en 1914, en plena Guerra Mundial y durante la primavera y el verano de 1926 (Molina, 2010). Además, en la revista La Esfera publicó numerosos artículos sobre intelectuales relevantes -tanto del pasado como contemporáneos a la escritora- nacidos o afincados en Nápoles. Narró los éxitos de la actriz Francesca Bertini, asociándola a la localidad por sus comienzos escénicos (De Burgos, 4 de noviembre de 1916), la historia de Eleonora de Fonseca Pimentel (De Burgos,17 de diciembre de 1927), Virgilio y Giacomo Leopardi (De Burgos, 11 de diciembre de 1926). De igual modo, redactó las notas necrológicas de Matilde Serao y de otras figuras ilustres relacionadas con la ciudad. En su producción literaria, De Burgos habla de las costumbres, de la geografía, de los monumentos y obras artísticas de Nápoles, e incluso publicó una novela breve con ambiente napolitano, titulada El Misericordia.

3. Relación entre Carmen de Burgos y Roberto Bracco

La cultura, la tradición y algunas tendencias ideológicas napolitanas influyeron considerablemente en Carmen de Burgos. Como se ha mencionado, la escritora aprovechaba sus viajes para establecer lazos con intelectuales de prestigio. Esto le permitió conocer el pensamiento que circulaba en los diferentes países que visitó. Su propósito era instruirse y asimilar nuevas ideas para combatir la mentalidad estancada y atrasada de España a través de sus artículos de opinión, de su obra literaria y ensayística. Uno de los autores que contribuyó a la evolución del pensamiento feminista de la autora es, como se verá, Roberto Bracco.

Roberto Bracco nació y vivió en Nápoles (1861-1943).8 Ejerció como periodista, crítico teatral, escritor, músico y cineasta. Inició su carrera en el periodismo, con 17 años. Desde 1879 a 1903 realizó artículos de diversa índole: crónicas, reportajes, reseñas, crítica de espectáculos teatrales, etc. en casi setenta periódicos nacionales e internacionales (Zorzenon, 2014, pp. 226-229). Viajó a Londres, París y Bruselas para cubrir algunas noticias, y esta experiencia le permitió entrar en contacto con algunos movimientos sociales europeos. Las temáticas desarrolladas por Bracco son muy diversas y eclécticas y, entre ellas, se encuentran obras de teatro, novelas y artículos dedicados a defender los derechos de las mujeres.9 Además, fraguó una amistad muy cercana tanto con Neera -heterónimo de la escritora Anna Zuccari Radius-, «la sola persona nell’ambiente letterario -con la quale io osi parlare liberamente-» (Zorzenon, 2014, p. 55),10 como con Matilde Serao, de quien fue «compagno di lavoro per più di trent’anni e il suo amico più intimo, più probo, più disinteressato»11 (Duse, 1950, p. 12). Ambas autoras escribieron sobre diversas cuestiones de la condición femenina en su obra literaria de las que estaba al corriente Bracco y cuyas reflexiones compartía.

Aunque trabajó todos los géneros literarios, desde 1903, dedicó su vida al teatro, en concreto, a la faceta de dramaturgo.12 Bracco ha sido un punto de referencia en el panorama cultural italiano, pues al ser uno de sus grandes escritores, fue candidato en varias ocasiones al Nobel de Literatura. Además, fue precursor de los -ismos, como demuestra su obra Sperduti nel buio (1914), película considerada antecesora del neorrealismo. En la década de los veinte se adentró en el ámbito político y su declarado antifascismo impidió la publicación y difusión de su obra literaria. Uno de los motivos que la han condenado, junto con su figura, al ostracismo.13

La relación entre Bracco y De Burgos comenzó, seguramente, en la primera visita a Nápoles de la escritora, aunque ella no lo menciona en su libro de viajes hasta su llegada a Milán, el 10 de agosto de 1906, última ciudad italiana de su itinerario: «Anoche fui al teatro para ver una obra del aplaudido autor italiano Roberto Bracco, retardando un día mi viaje á Suiza, á los lagos y á las montañas. Conozco a Bracco y me honro con su amistad» (De Burgos, 1907, p. 492). En la decisión de retrasar su partida a Suiza se descubre un especial interés por la obra de este dramaturgo que afirma conocer previamente y del que ofrece el siguiente retrato:

Tiene toda la viva expresión napolitana y la simpatía propia de esa tierra. Joven, moreno, de tipo distinguido, hay en él una mezcla extraña de desdén y dulzura. Debe ser un carácter doble; para unos amable y sencillo, duro y áspero para otros.

Me cuento entre los que experimentan lo primero; á las pocas horas de conocerlo me refería con hermosa confianza sus luchas de artista novel para romper la indiferencia del público, y la embriaguez del triunfo que se debe al propio esfuerzo, que se impone y hace callar á los envidiosos y aplaudir á los indiferentes... (De Burgos, 1907, p. 492).

A partir de esta amistad, surgió entre ambos la complicidad de dos seres con inquietudes e intereses afines, lo que supuso una colaboración que dio frutos ese mismo año: la traducción al español del ensayo Nel mondo della donna del escritor napolitano.

4. Carmen de Burgos traductora de En el Mundo de las mujeres de Roberto Bracco

En el mundo de las mujeres (conversaciones feministas) es un librito de bolsillo de unas noventa páginas que se publicó en 1906 en Madrid14 por la Biblioteca Mignon -la viuda de Rodríguez Serra-. Estéticamente es una reproducción casi exacta de la versión italiana, Nel mondo della donna (conversazioni feministe),15 tanto en el atípico tamaño -14,2 x 7,3 cm de la versión original frente a los 13,5 x 7,3 cm de la española-, como en la tipografía y la decoración. Sin embargo, en la traducción no se incorporaron las ocho ilustraciones de Giulio Umberto Vico, sino que se las encargaron a A. L. Brime,16 añadiendo dos más que en la original. La publicación de ambas obras en 1906 coincide con el primer viaje a Italia de la traductora. Esta coincidencia se explica gracias a un artículo publicado el 9 de julio de ese mismo año en El Heraldo de Madrid, donde De Burgos manifiesta que Bracco, de paso por Venecia, le regaló un ejemplar de su ensayo recién publicado. Después de su primera lectura, se deduce que tuvo en mente traducir este texto por su utilidad para las mujeres, por ser «de la clase de obras que necesitan las damas» (De Burgos, 9 de julio de 1906, p. 3).

Desde esta primera lectura hasta que comenzó su tarea de traducción tuvo que pasar muy poco tiempo. Esta hipótesis se sustenta en la coincidencia de uno de los fragmentos que aparece en el ensayo, tanto en el artículo citado como en su libro de viajes. A partir de ello, De Burgos compone Por Europa (impresiones) en pequeños capítulos que ella redacta a modo de epistolario, indicando siempre la referencia geográfica y la fecha. En las páginas en las que menciona a Bracco y su obra, datada durante su estancia en Milán, reproduce el mismo fragmento de una pieza dramática del autor que él mismo cita en su ensayo. Se trata de un personaje femenino de su obra Diritto di vivere, al que hace referencia para ejemplificar la situación de miseria en la que viven algunas mujeres napolitanas que son madres solteras. Ante el abandono de sus enamorados no tienen otra opción que trabajar en una situación de explotación en tabernas o en la prostitución para mantener a sus hijos. Bracco denuncia esta realidad de la que no pueden salir por sí solas y a la que las mujeres de clase baja están expuestas. Además, argumenta que una de las soluciones que la sociedad propone es el matrimonio, pero ningún hombre se casaría con ellas si no dejan esos oficios durante un largo tiempo como prueba de amor. Esta medida resulta irrealizable para esas mujeres porque no pueden estar sin ingresos tanto tiempo. Esa es la escena que se narra en el ensayo:

Observa el Moro con afecto, -después de un año de buena conducta, quién sabe. Yo soy pobre…, pero mira… sería capaz hasta de casarme contigo… Y Nanina, con dulce voz, le intima esta consideración:

-¿Y durante ese año… cómo viviré?... ¡Déjame! ¡Déjame!

He aquí el círculo de hierro en el que está aprisionada Nanina (Bracco, como se citó en De Burgos, 1906, pp. 87-88).

De Burgos comenta la misma historia en su artículo de julio y en su carta datada el 10 de agosto de 1906:

Nada tan conmovedor como las escenas rápidas de la miseria femenina que dibuja. Recuerdo el admirable tipo de Nanina, la muchacha perdida que tiene que bajar á la calle á buscar pan para su hijo pequeñuelo. Un día, la mujer miserable, encuentra un hombre honrado que le dice:

- Yo te amo; observa un año de buena conducta y me casaré contigo.

-¿Y ese año, cómo viviré?- dice la desgraciada viendo el cielo en la oferta del que ella también ama y teniendo que alejarse encadenada en el círculo de hierro de la necesidad.

Asustan estos cuadros de realismo. ¿Qué sociedad es esta que anatematiza á los antiguos y llamándose civilizada consiente esas miserias? (De Burgos, 1907, p. 494).

La reproducción de la misma escena y la aparición de la misma expresión «círculo de hierro» invita a pensar que De Burgos no solo había leído Nel mondo della donna el 9 de julio, sino que estaba realizando o planteándose su traducción. El 8 de diciembre de ese mismo año anuncia en su sección de El Heraldo la publicación al español de este libro. Muy probablemente tuvo que entregarlo a imprenta en octubre, o incluso antes, para dar tiempo a la ilustradora a realizar los dibujos y a la editorial a hacer la maquetación y el resto de gestiones. Esto significa que estuvo parte del viaje traduciendo la obra y que, a su llegada a España, en el mes de octubre entregó el manuscrito español.

El ensayo original es el texto de una conferencia que Roberto Bracco ofreció en 1901 en Trieste y, que posteriormente repitió en Bolonia, Palermo y Nápoles. El libro está dividido en dos conversaciones: la evolución de la mujer y la mujer napolitana.17 Una de las diferencias más notorias entre el original y la traducción es la pluralización del segundo sustantivo del título. Frente a la opción de Bracco de titularlo Nel mondo della donna su traductora entendió que ese mundo en el que se adentraba con su ensayo abarcaba una complejidad y diversidad femenina que no estaba implícito en el título y prefirió llamarlo En el mundo de las mujeres en lugar de «en el mundo de la mujer». Este detalle, que puede resultar insignificante, ha sido fundamental en el cambio de paradigma que supondrá la historia de las mujeres y ha encabezado debates feministas en la actualidad, como se exterioriza en los diferentes eventos y actividades en torno al 8 de marzo , mencionado al mismo tiempo como Día Internacional de la Mujer y en plural: «Este día de lucha es resignificado por el propio movimiento feminista: hablamos del día de las mujeres, en plural, porque las experiencias son múltiples, diversas, porque las intersecciones son muchas, incluyendo también a identidades trans, travestis, lesbianas y no binaries» (Psicología UNC, s.f.), se puede leer en una de las actividades académicas celebrada en 2021.

El ensayo comienza con la dedicatoria a Giulio Massimo Scalinger, uno de los críticos literarios y teatrales más importantes de Nápoles, fundador del periódico semanal Fortunio (1888-1899). A él ofrece este «librito que no tiene ningún valor literario, ningún valor de arte», y al que pide su beneplácito por su «indiscutible autoridad de juez» (Bracco, 1906, p. 3). Es una estrategia, hartamente repetida en literatura y, sobre todo, en la Querella de las mujeres, es decir, utilizar la falsa modestia para pedir «humildemente» la aprobación de una persona con poder, potestad e influencia y buscarse un aliado frente a un tema controvertido que podría granjearle muchos adversarios. Bracco sabe que recibirá la crítica negativa de muchos hombres, tanto es así que apunta: «Si algún hombre tiene bajo su mirada este librito y siente el deseo de silbarme, hágalo sin cumplimientos. Recuerde que un actor dramático no excluye jamás de su balance presuntivo el probable introito de los silbidos» (Bracco, 1906, p. 38).

Se emprende el recorrido por el mundo de las mujeres presentando una imagen femenina que empezó a satirizarse a partir de las luchas feministas, tanto en ilustraciones como en artículos de prensa. El autor manifiesta que, del tradicional simbolismo del matrimonio, una mujer cosiendo un botón de una prenda masculina se ha pasado a tratar sarcásticamente como la inversión de los sexos. Es así como se denominó la petición de derechos que se consideraban propios del sexo masculino, como la ocupación de trabajos de prestigio social -médico, abogado, etc.- Este tema empieza a ser tratado burdamente por las caricaturas y sátiras del momento que se detenían solo en el aspecto físico -una mujer con barba o un hombre con cabello largo-. En respuesta a esto, Bracco cuestiona este irónico uso de la igualdad porque, según él, no lleva a reflexionar sobre el verdadero problema de la evolución de la mujer.

Este contraste de imágenes, de la idealización de la mujer a la burla y demonización, le sirve de antesala para desarrollar una de las teorías que defiende en este ensayo: el mundo está dividido en dos corrientes que son, a la vez, muy distintas y muy visibles: feminismo y antifeminismo. El primero se corresponde con la tendencia democrática y «acoge el espíritu de independencia femenina con toda la rebelión y emancipación, tendiendo á afirmarlo, á hacer real, concreto, inacabable el derecho de la mujer y crearle definitivamente condiciones de existencia iguales á las del hombre» (1906, p. 22). Antagónicamente muestra el antifeminismo, que enmarca dentro de un contexto aristocrático y que responde a «la denegación de todos estos derechos […] y casi tiende á relegar á la mujer del pasado, refrenando sus ímpetus y las necesidades de conquista, y manteniendo el grado jerárquico de su diversidad é inferioridad respecto del hombre» (1906, p. 23).

Estas definiciones se presentan como necesarias y clarificadoras en un contexto en el que este término creaba rechazo incluso en las propias personas que defendían y abogaban por la igualdad. Tanto es así que, en la dedicatoria manuscrita de este volumen, y que aparece en las primeras páginas, puede leerse: «A Carmen de Burgos (Colombine), antifeminista, ma… scrittore, Roberto Bracco, scrittore, ma feminista» (Bracco, 1906, s. p.)18. Este juego de palabras opuestas se comprende mejor cuando se ha leído el primer capítulo y, además, se conoce la obra y los escritos de De Burgos que en este periodo no se considera feminista. Tal y como afirma Hernández González: «Carmen repite a lo largo de su viaje a Italia de no identificarse como feminista, pero trabajar como escritora a favor de las mujeres» (2017, p. 342). Además, dentro de esta descripción él mismo se posiciona dentro de la corriente feminista y tilda de egoístas a las personas -y sobre todo a los hombres- partidarios del otro lado.

En la corriente de lo que denomina «programa antifeminista» Bracco coloca a un gran número de sabios e intelectuales que han intentado abolir la voluntad de la mujer y defender la dominación del hombre. Lev Tolstoi, Émile Zola, August Bebel, Platón o Sócrates son algunos de los nombres que aparecen en estas páginas. Figuran en un juego de referencias y densas citas literarias que evidencian la enorme cultura del autor y su preocupación por la defensa de la condición femenina. A la vez, también cuestiona la «interpretación arbitraria de las ciencias positivas», en auge a finales del siglo xix y principios del xx, que defendían la inferioridad intelectual de la mujer.19 Unas páginas después, pone el foco en debatir la famosa obra de Friedrich Nietzsche Así habló Zaratustra. Un libro para todos y para nadie, donde se desarrollan las principales ideas del filósofo, quien «afirma, con admirable desenvoltura, que la felicidad del hombre se llama yo quiero y la felicidad de la mujer se llama él lo quiere» (Bracco, 1906, p. 26). Después de evidenciar algunos de sus ataques misóginos, Bracco recuerda que la concepción nietzschiana del superhombre, en boga en la política y la cultura del momento, no tendría razón de ser sin la mujer:

al excluir de su existencia cualquier ejercicio y cualquier culto, aptos para vigorizar el cuerpo y excitar el intelecto, la relega á la función única, dolorosa, inevitable de la maternidad…, sin la cual, por otra parte, no habría modo de construir el superhombre (1906, pp. 29-30).

Una de las características de la obra de Bracco es el intimismo, es decir, la exploración que realiza en el temperamento de los personajes. Según De Burgos el escritor es «un buzo de las almas» y sus textos son «de honda psicología en la que se adivina más que se dice» (1907, p. 493). Esta capacidad de que se perciba lo no dicho, el silencio, sería fundamental para captar, contemplar y narrar el universo femenino. El ensayo también contiene esos elementos de análisis psicológico, sobre todo en la parte donde describe a la mujer napolitana y destaca el sentido de la anécdota. Ejemplifica su relato a través de algunos acontecimientos o frases que ha escuchado, los cuales aparecen entrecomillados como si un personaje dramático las estuviera pronunciando. Así sucede cuando se pone en la piel de algunas mujeres que dicen:

Quiero mis alas de ángel, quiero sostenerme sobre mi altar; y si para ser madre, ángel y diosa, es necesario el sacrificio de todo otro derecho, estoy pronta á consumarlo; si para ser reina es preciso ser esclava, ponedme la cadena al pie: vosotros mandáis, y yo obedezco (Bracco, 1906, p. 30).

Ante estas palabras, el autor, como si de un diálogo dramático se tratara, contesta lo siguiente: «Pero no lanzar aún ese grito, queridas mujeres» (1906, p. 30).

Con varias escenas que recogen el pensamiento generalizado de la sociedad -tanto de parte de las mujeres como de los hombres-, Bracco intenta enmendar la ideología conservadora que encasilla a las mujeres en una única función, ofreciéndoles más alternativas. La educación y la emancipación serían las herramientas que evitarían que estén desprotegidas ante la maldad masculina -infidelidades, abandono durante el embarazo, maltrato, etc.-. Además, argumenta que la culpa de las desgracias femeninas corresponde al hombre, puesto que es quien toma las decisiones en la familia y en la sociedad, relegando a las mujeres al papel de sumisas y víctimas: «Si, pues, la masculinidad tiene la misión de la iniciativa y el distintivo de la supremacía, no debe ponerse en duda que el hombre y no la mujer es ab origine el inventor de la corrupción humana» (1906, p. 43). Estas reflexiones son contrarias al sentimiento de culpa con el que educaba la religión cristiana a las niñas en las escuelas y a las adultas en el confesionario. Por lo tanto, uno de los argumentos que defiende en su discurso es que la condición de inferioridad de las mujeres es provocada por la corrupción social generada por el hombre y que no podrán ser libres, sino que seguirán siendo tratadas como esclavas hasta que se acabe con ella.

Además, frente a los ataques misóginos que sustentan sus argumentos en la forma rudimentaria de la naturaleza propia de cada sexo y aludiendo al instinto animal como algo inevitable e inmutable, Bracco utiliza la misma tesis para invertir la balanza y defender la evolución y emancipación femenina. De esta forma, deja sin fundamentos a sus contrarios cuando afirma que:

Si los siglos han transformado las capas de la tierra y las bases de la sociedad, la Naturaleza, cualesquiera que sea su energía viva y su intervención, no puede ser árbitra absoluta de los humanos destinos. En la mujer, á través de los siglos, se ha debilitado su instinto de animal sometido. La constitución de los Estados, el cristianismo, el tétanos mundial de la revolución francesa, le han creado una conciencia nueva (1906, p. 49).

Por otra parte, Bracco utiliza la teoría darwinista de la supervivencia para reconfigurar la historia de la evolución y los cambios naturales y sociales. A partir de esta concepción, justifica la creación de los movimientos feministas a mitad del siglo XIX, gracias a los cuales se estaba creando una nueva conciencia sobre las mujeres y asentando las bases para un futuro que el autor todavía percibe como lejano. Además, explica que en Italia la situación no está tan avanzada como en otros países porque el pensamiento y la lucha feminista topan con un terreno árido y estéril que necesita trabajarse para sembrar su simiente:

Es que el feminismo, original palabra que compendia la ciencia, la fe y la lucha por la emancipación femenina con todos los criterios progresivos que puedan madurarla y hacerla quimérica, en Italia, hasta hoy no ha alcanzado sino mínimas proporciones. Sin duda, provisionalmente, mientras en otros países muy civilizados, las agitaciones feministas hierven y sacuden los organismos decrépitos que se cimentaran en la vana creencia de la supremacía viril; mientras lejos de nosotros estas agitaciones, pasando del campo teórico al de la práctica, crean ya graves antagonismos, crueles luchas, la mujer de Italia, la típica mujer italiana huye con graciosa desenvoltura de las invitaciones a la lucha, y saturada de una especie de fatalismo oriental, se complace en su inmovilidad (1906, p. 50).

A pesar de este panorama negativo, al igual que Carmen de Burgos, muestra esperanzas en que la lucha por la conquista de los derechos femeninos se emprenda pronto: «nuestras mujeres están dotadas de una singular clarividencia inconsciente, por lo cual esperan, sin siquiera saberlo, momentos más oportunos y terrenos más á propósito para dar la batalla» (1906, p. 51).

5. La evolución del feminismo en Carmen de Burgos y la influencia del pensamiento bracchiano

Gracias a la beca que recibió del Ministerio de Instrucción Pública en 1905, fue posible para Carmen de Burgos estudiar e investigar los sistemas educativos vigentes en otros países europeos en su tiempo y poder evaluar las deficiencias de la formación femenina en España. Esto repercutió en el aporte de innovaciones en la metodología pedagógica española. Al respecto, De Burgos consideraba que la situación de las mujeres no podía cambiar sin una educación que las preparara para desenvolverse en todos los ámbitos de la vida. Esta fue una de las máximas de su lucha por la igualdad que está presente en todos los ensayos dedicados a la reflexión sobre la condición femenina. Esto explica cómo las ideas feministas de la escritora presentan una notable evolución a partir de sus viajes, sus encuentros con intelectuales y sus lecturas. Como resultado de ello, publica su primer esbozo en defensa de la mejora de la instrucción femenina en 1900, en un breve ensayo titulado La educación de la mujer, incluido dentro de su libro Ensayos literarios. En este escrito, la nueva mujer que propone De Burgos está ligada al papel tradicional, muy femenina y amante de su hogar. Se trata de la madre-educadora que contribuirá a mejorar la sociedad con la formación de buenos ciudadanos.

La publicación de En el mundo de las mujeres coincide con la realizada en la editorial valenciana Sempere bajo el título La mujer en España. Ambas son el resultado de su viaje por Italia, pero en el ensayo de la escritora española se aprecia un feminismo más tenue. En esas obras define a las mujeres como «educadoras del hombre, compañeras y madres en la hermosa acepción de la palabra» (De Burgos, ¿1906-1909?, p. 9) e insiste en optimizar y ampliar su instrucción para cumplir esa misión.20 También revaloriza las tareas femeninas destinadas a la familia, equiparando esta labor a la de los héroes porque ellas «sacrifican la gloria al amor santo de la familia. ¿Hay heroísmo mayor?» (¿1906-1909?, p. 40). Por eso, su preocupación por las duras condiciones de las mujeres del pueblo, obreras y aldeanas hace que esta demanda se haga extensiva a las clases sociales más bajas, para las que exigirá la creación de escuelas de agricultura: «Reclamo de un modo imperioso la necesidad de mejorar, educándola, la suerte de la campesina» (¿1906-1909?, p. 19).

Entretanto, la escritora española mide su vínculo con el movimiento feminista y se muestra reticente a definirse como tal. Por este motivo, Bracco, con tono irónico, le escribe la dedicatoria que se ha citado en el anterior apartado, invitándola a leer su definición y a reflexionar. Sin embargo, también en su siguiente ensayo Misión social de la mujer (1911) se sigue apreciando esta actitud ambigua:

Yo no sé si soy feminista. Me da miedo un feminismo que tiende a masculinizar a la mujer, que viene acompañado de los delirios y desequilibrios de las que no supieron entender su verdadero significado; y en cambio la idea de la libertad y dignificación de nuestro sexo tiene en mí un paladín apasionado, romántico e idealista (De Burgos, 1911, p. 7).

Tanto Colombine como Roberto Bracco buscan un equilibrio entre el rol tradicional de la mujer y su emancipación, lo cual crea un retrato casi paradójico: fuerte, pero dulce y femenina, independiente, pero sin desatender el hogar, inteligente, pero encantadora y tierna con el hombre. Ambos defienden las características específicas de las mujeres asociadas a la maternidad. Es precisamente esta afinidad ideológica la que llevará a De Burgos a traducir esta obra que «viene á enriquecer el catálogo de obras feministas» (De Burgos, 8 de diciembre de 1906). Se puede afirmar que ella misma se benefició de este libro porque le aportó matices a su pensamiento que afloran en su ensayo de La Mujer moderna y sus derechos, donde se aprecia la maduración de su ideario feminista. Una muestra de ello es la definición del término feminismo y la mención a la corriente contraria, el antifeminismo (De Burgos, 1927), tal y como lo plasmó Bracco al inicio de su obra. De Burgos estructura su obra bajo estos dos conceptos opuestos, tal y como hizo el dramaturgo napolitano para realizar un listado de intelectuales antifeministas. De esta forma, ella contradice y pone en evidencia las teorías misóginas de muchos pensadores y escritores de referencia a nivel internacional, como August Strindberg, Max Nordau, Paul Julius Moebius, Georges Deherme, Jean-Baptiste Lamarck, etc. A la misma vez, incorpora los argumentos de Henrik Ibsen, Peggy Wood, Victor Margueritte y otros intelectuales que contraponen las hipótesis de los anteriores y que abogan por los derechos de las mujeres.

Entre los intelectuales que De Burgos ataca, se encuentra, como hizo Bracco, a Nietzsche. Como afirma la investigadora Roberta Johnson (2001), cuestionar a este referente es una manera de criticar la modernidad abanderada por este filósofo, defendida por muchos intelectuales contemporáneos. En su ensayo, De Burgos justifica su atribución como misógino y antifeminista porque en sus diferentes ensayos el filósofo alemán muestra su desprecio hacia las mujeres: «Nietzsche las concibe como una “árida llanura” y las llama “gatas”, “vacas” y “monas”» (De Burgos, 1927, p. 91). Por eso, traducir la obra de Bracco llevó a la autora almeriense a hacer una lectura pormenorizada de las obras del pensador alemán para descubrir que iba en contra, además, de la educación de la mujer:

Sin duda, ciertos hombres han tenido el temor de verse empequeñecidos ante la mujer culta y han dicho que «los hombres prefieren las mujeres bellas a las ilustradas», añadiendo; «El valor de las mujeres no consiste en poseer vigor intelectual, sino en servir de guía al hombre en el rudo batallar de la vida». Son dos afirmaciones risibles, pues nada se opone a que la mujer bella sea culta; la inteligencia no disminuye la belleza, sino que la avalora y la hace más expresiva (De Burgos, 1927, p. 91).

Una de las influencias que también se puede apreciar es que el escritor napolitano parte de una consideración negativa del hombre, mientras que De Burgos no lo juzga tan categóricamente al inicio de su producción. Sin embargo, a finales de la década de 1910, la autora comienza a culpar al hombre, tal y como lo hizo Bracco, de la corrupción humana. En una serie de cuentos, como la titulada El abogado o El artículo 438 (1917), denuncia esa maldad masculina hacia las mujeres, yendo más allá del pensamiento de Bracco, pues no solo lo culpa de actos que parecen más íntimos como las infidelidades, el maltrato o el abandono durante el embarazo, sino de todo un sistema jurídico hecho para satisfacer las necesidades y privilegios del varón y, como consecuencia, dejar indefensas a las mujeres ante las agresiones y ofensivas de sus parejas.

Desde la traducción de la obra de Bracco a la publicación de este ensayo transcurrieron veinte años. No es de extrañar que tardara tanto en incorporar y asumir todo lo aprendido en sus viajes, puesto que ella misma reconoció la evolución de sus ideas como parte de un proceso identitario complejo:

Mi vida es compleja; varío de fases muchas veces; tantas que me parece haber vivido en muchas generaciones diferentes… y yo también he cambiado de ideas… de pensamientos… ¡Qué sé yo! Me río de la unidad del «yo», porque llevo dentro muchos yoes, hombres, mujeres, chiquillos… viejos… (De Burgos, 1909, p. 42).

En conjunto, Roberto Bracco y Carmen de Burgos vivieron en un contexto colmado de profundas mutaciones culturales. Esto conllevó diferentes transformaciones en sus ideologías, que hay que considerar como progresistas para la época y los países en los que vivieron. Sin embargo, ambos se movían en un feminismo moderado, aunque se presentara como excedido en sus contextos geográficos. En este sentido, De Burgos destacó que el escritor napolitano supo

colocar sus estudios de feminismo en el verdadero terreno, esto es, desechar los delirios de las que pretenden ser iguales al hombre y combatir al mismo tiempo los sofismas con que se pretende mantenerla en la ignorancia y la inacción, esclava de su debilidad (De Burgos, 8 de diciembre de 1906).

Este equilibrio entre la emancipación y el rol tradicional de la mujer es en el que ella se sintió cómoda durante muchos años. La traducción que De Burgos hace de este ensayo fue una iniciativa más para promover la igualdad de derechos entre hombres y mujeres. La escritora española aprovecha el aire regeneracionista de sus compañeros intelectuales para que apoyen la igualdad trayendo las ideas feministas que circulan en otros países. Presentarles también un ensayo escrito por un hombre es una forma de mostrar a sus coetáneos un modelo real de aliado.

La relación literaria entre ambos autores no solo se ciñó a esta traducción. Años después, De Burgos aprovechó sus lazos con algunas editoriales españolas de prestigio, como Sempere, para traducir y publicar algunas de sus obras. Al respecto, Cansinos Assens (1996) afirma en sus memorias que la escritora tuvo una gran influencia en esta editorial, donde se publicaba todo lo que ella escribía y también otros autores y autoras que sugería. En 1907, la escritora prologó una de las piezas teatrales de mayor éxito de Bracco, Maschere (1893), que se tradujo al español como Muecas humanas. Al año siguiente salió publicada una comedia satírica, La fine dell’amore (1905), traducida bajo el título Se acabó el amor. De este modo, Carmen de Burgos se convertiría en la mayor promotora del pensamiento y de la obra del dramaturgo napolitano en España, aunque con anterioridad algunas compañías italianas ya habían representado algunas de sus obras en escenarios madrileños y catalanes, siempre en idioma original (Bonzi & Busquets, 1995). Además, promovió la idea de que, tanto en ideología como en calidad, estaba a la altura de escritores como Henrik Ibsen y Jacinto Benavente. Este parangón lo compartieron los críticos literarios que realizaron las reseñas de las obras de Bracco en la prensa española.

6. Conclusiones

Por una parte, ambos escritores presentan similitudes tanto en su pensamiento como en sus vidas, que pueden explicar la conexión que sintieron desde que se conocieron y la amistad que fraguaron. Como Carmen de Burgos, Bracco también miraba fuera de Italia para aportar aires de renovación en su literatura como a su país. Tanto es así que se convirtió en el defensor de la obra de Richard Wagner y Henrik Ibsen, lo que le costó recibir críticas negativas, como la de Piero Gobetti o Silvio D’Amico, quienes lo tildaron de simple imitador. Otro de los obstáculos que le impuso la crítica fue el parangón con Luigi Pirandello, este último emblema del teatro nuevo frente al «teatro viejo» de Bracco. Sin embargo, esta crítica no hace justicia a su trayectoria, puesto que su teatro es cercano a los -ismos europeos.21

Por otra parte, Carmen de Burgos y Roberto Bracco se posicionan a favor de la evolución y emancipación de la mujer, pero sin que esta renegara de su feminidad y asumiera conductas masculinizadas. Defienden la idea de una mujer fuerte, individuo independiente que no necesite la ayuda del hombre. Al final de sus vidas, ambos se dedicaron más activamente a la política. Uno se declaró «un ardente antifascista del marciapiede» (Soverina, 2013, p. 192) y militó en la Opposizione Costituzionale di Giovanni Amendola, la otra, formó parte del Partido Republicano Radical Socialista y entró en la masonería en la década de los treinta. Esto tuvo grandes consecuencias para la historiografía literaria porque fueron injustamente olvidados por su ideología y su lucha feminista. Sus obras pasaron a la lista de los libros prohibidos: tras la Guerra Civil en el caso de De Burgos y a partir del gobierno de Mussolini en el de Bracco.22

Luego de la revisión realizada, puede determinarse que el vínculo entre estos dos escritores, geográficamente primero e ideológicamente después, permite demostrar la influencia que la obra de Bracco tuvo en De Burgos y en la evolución de su pensamiento. Por eso, los numerosos ensayos de la escritora española «reconstruyen no sólo la evolución del pensamiento de Carmen de Burgos sino el proceso histórico del feminismo en España y sus conexiones internacionales» (Núñez Rey, 2018, p. 64), entre la que se encuentra la que tuvo con el dramaturgo napolitano. Estos estudios feministas incipientes hay que considerarlos como continuadores de la Querella de las mujeres y, también, como punto de partida para el cambio paulatino de la mentalidad estancada en materia de igualdad de género, tanto de Italia como de España. De esta manera, la difusión de estos textos señala el inicio de un movimiento que consiguió poner en funcionamiento diversos programas que mejoraron la formación y condición de la mujer, así como su participación activa en la sociedad.

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1. Este trabajo forma parte del proyecto de investigación I+D+i MenForWomen. Voces masculinas en la Querella de las Mujeres [PID2019-104004GB-I00], financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades de España.

2. Camps (2018a, 2018b) se ha encargado de estudiar las traducciones que realizó de este autor.

3. Todas las citas utilizadas en este trabajo están sacadas de primeras ediciones y conservan la ortografía de la época.

4. Las traducciones de los textos poéticos se los encargó a diferentes personas y ella realizó solo algunas del volumen que recogía la prosa.

5. Expresión extraída de su publicación Por Europa (impresiones) (De Burgos, 1907, p. 168).

6. En la primera edición de esta obra no se especifica el año de publicación, sin embargo, se sabe que se produjo en esa franja temporal de tres años.

7. En el apartado de Noticias Generales del periódico La Época se publicó, el 1 de mayo, el siguiente texto: «La escritora D. Carmen de Burgos Seguí ha dado una conferencia en la Asociación de la Prensa de Roma, tratando de «El alma femenina española». La conferencia fue en castellano y la conferenciante obtuvo muchos aplausos» (S/F, 1906, p. 3).

8. Hay dudas sobre la fecha de su nacimiento, siendo la más difundida 1861.

9. En esta línea cabe destacar sus artículos Attrici y Giornalisti publicado en «Il Mattino» el 13-14 de diciembre de 1897.

10. Carta del 29 de diciembre de 1891 transcrita y publicada en la tesis Roberto Bracco giornalista.

11. Estas afirmaciones corresponden a una carta de Bracco enviada a Sabatino Lopez en 1930.

12. Esto no quiere decir que antes no escribiera teatro, de hecho, una de sus obras más conocidas es anterior a esta fecha y se titula Maschere (1894).

13. En 1924 estaba en las listas de la Opposizione Costituzionale di Giovanni Amendola y lideró la reunión en Nápolas de la Unione democratica meridionale. Mientras que otros intelectuales se adhirieron al fascismo para que su carrera artística no se viera perjudicada, Bracco fue fiel a su ideología y eso conllevó la censura de sus obras y, en la década de los años treinta, la prohibición de poner en escena sus obras (Soverina, 2013, pp. 191-193).

14. Como es costumbre en los impresos de principio de siglo XX también se encuentra en la portada la dirección exacta de la imprenta: calle Salud, número 19.

15. Editore Enrico Voghera (Piccola collezione Margherita).

16. Probablemente sea la figurinista Amparo Brime.

17. No es el único ensayo que publica sobre la mujer napolitana. En 1918, dentro del volumen Tra gli uomini e le cose aparece un texto titulado La donna napoletana.

18. Al tratarse de una dedicatoria está en la página inicial y no se encuentra numerada.

19. De Burgos conocía muy bien estas teorías porque tradujo La inferioridad mental de la mujer de Paul Julius Moebius en 1904.

20. En este sentido destaca, entre otros, su defensa por el deporte, excluido de los planes de estudios de las niñas: «Nuestros principales defectos son de educación. Se desatiende la educación física, como si el desarrollo necesario á la fuerza y la belleza del cuerpo perjudicara la delicada dulzura femenina» (De Burgos, 1906, p. 40).

21. Como se subraya en el monográfico Roberto Bracco e gli «-ismi» del suo tempo - Dal Wagnerismo all’Intimismo de Armando Rotondi (2010).

22. En el caso de Bracco, el gobierno de Mussolini no solo prohibió sus obras, sino que llegó a intervenir en sus postulaciones al premio Nobel de Literatura, retirando su nombre del listado. Hay que recalcar que en esta etapa los dos escritores no estuvieron en contacto.

*Cómo citar: Moreno Lago, E. M., & Duraccio, C. (2022). Carmen de Burgos y Roberto Bracco: Escritos feministas entre Italia y España. Lingüística Y Literatura, 43(81), 283-301. https://doi.org/10.17533/udea.lyl.n81a13

Anexo 1. Retrato de Roberto Bracco. Fuente: Por Europa (impresiones), 1907.

Recibido: 05 de Agosto de 2021; Aprobado: 14 de Noviembre de 2021

*Autora para correspondencia: Eva María Moreno Lago. Correo electrónico: emoreno3@us.es

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