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Semestre Económico

versión impresa ISSN 0120-6346versión On-line ISSN 2248-4345

Semest. Econ. v.12 n.23 Medellín ene./jun. 2009

 

Del principio de solidaridad en la identidad hispanoamericana*

 

About the principle of solidarity in latin america identity

 

Do principio da solidariedade na identidade hispanoamericana

 

 

Ángel Emilio Muñoz Cardona**

** Economista de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia; especialista en Economía del Sector Público de la Universidad Autónoma, Medellín, Colombia; magíster en Filosofía de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia; aspirante al título de doctor en Filosofía de la Universidad Pontificia Bolivariana, Medellín, Colombia. Docente de planta de la Escuela Superior de Administración Pública, Medellín, Colombia e investigador de la Universidad de Antioquia, Medellín, Colombia. Fundador de la Revista MiPyMe. Correo Electrónico: angel.munoz@esap.edu.co.

“Los pueblos en los que la juventud no piensa, por miedo al error y a la duda están destinados a ser colonias”
Fernando González.
(1895-1964)

 

 


Resumen

El objetivo del presente ensayo es motivar la reflexión en pos de la urgente necesidad de una estrecha solidaridad entre los países latinoamericanos y España, en pro del bienestar y de la reducción de la pobreza. Entender la globalización como la urgente necesidad mundial para el desarrollo social y político de los países, en otras palabras, comprenderla como una oportunidad estratégica para potenciar las posibilidades de desarrollo de las sociedades en economías menos desarrolladas. La globalización no es una colonización, es por el contrario sinónimo de desarrollo y civilización. Para lograr este propósito el autor realiza una revisión analítica a los conceptos de plaza mayor, globalización y equidad, y los relaciona con la solidaridad y el principio de identidad. Lo que permite concluir que el acercamiento de Hispanoamérica y España significa la unificación cultural e histórica, la unión de pueblos hermanos los cuales pueden ayudarse, asesorarse, asistirse mutuamente en experiencias políticas, sociales y económicas.

Palabras Clave

Relaciones económicas internacionales, Hispanoamérica, globalización, desarrollo humano, sociología económica. Clasificación JEL: F59; O15; Z13.

Contenido

Introducción. 1. Del significado de plaza mayor. 2. Cómo entender la globalización en el siglo XXI. 3. Del principio de equidad. 4. La solidaridad internacional: un ejemplo de civilidad. 5. La casa de los abuelos. 6. Del principio de identidad. 7. Conclusiones.


Abstract

The objetive of this essay is to encourage reflection about an urgent need for a close solidarity between Latin American countries and Spain, in the search for welfare and decrease of poverty. To understand globalization as a world urgent need for social and political development in the countries, that is, to understand globalization as a strategic opportunity for boosting development possibilities of societies with less developed economies. Globalization is not colonization; on the contrary, it is a synonym of development and civilization. For achieving such a purpose, the author conducts an analytical revision of concepts such as “plaza mayor” globalization, and equality, and relates them with solidarity and identity principle. This allows concluding that rapprochement between Latin American and Spain brings a cultural and historical unifcation: union of brother peoples which can help each other in relation to their political, social, and economic experiences.

Key Words

Internacional economic relations; Latin America; globalization; human development; economic sociology. JEL Classification: F59; O15; Z13.

Content

Introduction: 1. About the meaning of plaza mayor. 2. How to understand globalization in the XXI century. 3. About the equality principle. 4. International solidarity: an example of civility. 5. Grandparents' home. 6. About the principle of identity. 7. Conclusions.


Resumo

O objetivo deste trabalho é incentivar a reflexão a favor da urgente necessidade de uma forte solidariedade entre os países latino-americanos e a Espanha, a favor do bem-estar e a redução da pobreza; igual à estratégia pra enfrentar aos possíveis efeitos negativos da globalização. Para lograr este propósito o autor faz uma revisão analítica dos conceitos de praça maior, globalização e equidade, e faz um relacionamento com a solidariedade e o principio de identidade. O que permite concluir que a aproximação da Hispano-América e a Espanha representam uma unificação cultural e histórica, a união de povos irmãos os quais possam se ajudar, assessorar e se assistir mutuamente em experiências políticas sociais e econômicas.

Palavras-Chaves

Relações econômicas internacionais, Hispano-América, globalização, desenvolvimento humano, sociologia econômica. Classificação JEL: F59; O15; Z13.

Conteúdo

Introdução 1. Do significado de praça maior. 2. Como compreender a globalização no século XXI. 3. Do principio de equidade. 4. A solidariedade internacional: Um exemplo de civilidade. 5. A casa dos avôs. 6. Do principio da identidade. 7. Conclusões.


 

INTRODUCCIÓN

Para hablar “del principio de solidaridad en la identidad Hispanoamericana”, es necesario tomar en cuenta cómo ante los hechos de crisis social, política y económica mundial las autoridades intentan usar como mecanismo para salir avantes la unión solidaria internacional. De la misma forma, cada vez es más común ver cómo la prensa internacional y los organismos internacionales denuncian violaciones a los derechos humanos en distintos países del globo, lo que moviliza ayudas internacionales de ciudadanos del mundo, que velan por el bienestar universal, producto quizás, del desarrollo en la información, la tecnología y la electrónica que acerca a los pueblos o a los ciudadanos de todo el mundo y los hace más solidarios.

En el siguiente ensayo se argumenta la propuesta cultural “España, Plaza Mayor de Hispanoamérica” planteada por Fernández (2008)1, a partir del concepto de solidaridad milleana2. Para Fernández (2008), al igual que para Marías (1990) tanto España como Hispanoamérica deben reconocer su afinidad e identidad, saberse miembros de una misma familia consistente en una lengua común, una historia compartida durante tres siglos, formas sociales, costumbres, lecturas, creencias, estilos de vida similares que nos facilita, incluso, el entendernos a media palabra, somos hermanos e hijos de un ancestro común. Es hora de abandonar el reproche y los resentimientos; es necesario dejar de lado el complejo latino de sentirse víctima, como si fuéramos el único pueblo del mundo que a través de su historia sufrió invasiones, saqueos, esclavitud, dictaduras y grandes pérdidas culturales. No es conveniente recriminar a las generaciones presentes de ibéricos por lo que hicieron nuestros padres hace 517 años y menos permitir que en las mentes de nuestros infantes cabalgue la desconfianza y el sentimiento antiespañol.

Este artículo se ha dividido en siete partes. En la primera se aclara el concepto de plaza mayor. En la segunda parte, se describe el concepto de globalización que orienta la discusión de la solidaridad internacional. En la tercera parte, se precisa el tema de la equidad. En la cuarta parte se muestra cómo la solidaridad se ha convertido en ejemplo del grado de civilidad universal. En la quinta parte del trabajo se hace un símil de la relación de la familia con sus abuelos y la relación que se debería establecer entre los países hispanoamericanos y su país colonizador, España. En la sexta parte se discute la relación que debe existir entre identidad y solidaridad entre los países hispanoamericanos y España. Finalmente se presentan las conclusiones del trabajo.

 

1. DEL SIGNIFICADO DE PLAZA MAYOR

El concepto español de plaza mayor en Hispanoamérica fue plasmado en su arquitectura urbana colonial el cual da cuenta de la existencia de un gran centro vital alrededor del cual se entretejen los valores fundamentales de la comunidad como son la iglesia, la casa cural o consistorial, la casa cultural, el teatro, la notaría, la alcaldía, la caja de ahorros o de custodia del dinero, los toldos comerciales, el centro popular de reuniones, las cantinas y el parque central. Es el ágora griego del encuentro donde todos los ciudadanos se reúnen para el reconocimiento de cada uno como ser vivo y como persona, contarse experiencias, transmitir saberes, creencias, discutir puntos de vista o costumbres, comprar y vender. Cada una de estas instituciones sociales forma la plaza mayor donde se muestran, enseñan y amplían los valores culturales que definen a la comunidad.

Según narra Escobar (2008, p. 14-15)3, Luis López de Mesa (1884-1967) indagaba al público en una de sus conferencias en el Paraninfo de la Universidad de Antioquia:

¿Saben cómo se forma un griego? –a renglón seguido dio la explicación: El niño griego salía de su casa en dirección a la plaza pública. -al ágora o plaza mayor- En su recorrido ve a un hombre sentado en el suelo con un farol y diciendo cosas que el niño no entiende pero que le inquietan por la figura de la persona que las dice y por la cara de los oyentes. El niño pregunta: ¿y quién es ese señor? Y alguien le responde: ése es Diógenes, el filósofo. En otra esquina, el niño pregunta por la identidad de otro hombre que discute, interroga e increpa a un grupo de personas: ¿y quién es ése? Y alguien responde: é se es Sócrates, otro filósofo. Más adelante, el niño se arrima a un taller donde tocan música, están pintando y esculpiendo obras de arte. ¿Y quién es ése señor? Y alguien responde: ése es Praxíteles, el escultor, en compañía de sus discípulos. Inquieto por todo lo que ha visto y oído, el niño regresa a casa. ¿Y quién es ése niño?, -pregunto nuevamente al auditorio el maestro Luis López de Mesa, a lo que él mismo respondió- es la pregunta que se puede hacer cualquier persona. Un griego, es la respuesta simple y llana. Un griego en el pleno sentido de la palabra.

De esta manera, el ambiente social de la plaza mayor contribuye a la formación cultural y a la educación del ciudadano. Es un lugar para el encuentro de ideas y de visiones, para el dialogo franco y abierto, para la asistencia mutua, es decir, para la simpatía pública; así es como lo entienden Fernández (2008) y Marías (1990) con su propuesta cultural de acercamiento filial.

Para López de Mesa (1936) el progreso del hombre debe estar sustentado en cuatro principios: el vigor de la raza, el vigor de la economía, el vigor de la educación y el vigor de la voluntad creadora. Todo hombre tiene una misión histórica que cumplir y es la de ser parte de una conciencia humana universal. Todo pueblo es una cultura, un ideal y no mera porción de raza o parcela de territorio4. En otras palabras, el futuro de una comunidad, un pueblo o un país depende del esfuerzo común de todos sus ciudadanos, de la fraternidad de otros pueblos, de la asimilación tecnológica y de los progresos alcanzados por otras culturas en bienestar social, político y económico que sirvan y puedan ser aplicados en pro del bien público; del reconocimiento intercultural, del respeto por las mismas, de los aportes que los diferentes pueblos se hacen para bien mutuo y progreso de todos sus ciudadanos.

 

2. CÓMO ENTENDER LA GLOBALIZACIÓN EN EL SIGLO XXI

La característica principal del siglo XXI es la globalización y la integración económica entre los países, es la conformación de grandes bloques de naciones; en otras palabras, es el rompimiento de las fronteras políticas y la ampliación de las zonas geográficas. La globalización, además de la interdependencia en los hechos económicos (producción, distribución, consumo de bienes y servicios), significa la universalización de principios morales comunes a todos los países y ciudadanos del mundo como los del respeto a la vida, a la libertad y a la justicia. Significa transferencia de conocimientos, tanto en el uso tecnológico como de las maneras para combatir las violaciones a los derechos humanos.

La globalización en el siglo XXI más que en ningún otro siglo significa la búsqueda civilizada o compartida por todos los ciudadanos del bienestar general o universal5. Los altos desarrollos en la tecnología de la información, la robótica y la electrónica han facilitado la consolidación de algunos principios de igualdad como lo son, por ejemplo: la no discriminación del trabajo por el género; la condena internacional al secuestro, al maltrato infantil, el rechazo a la guerra y a la producción de armas de destrucción masiva, entre otros6. Avances en el conocimiento que procediendo de ciudadanos de países altamente desarrollados intentan beneficiar a toda la humanidad7, tales son por ejemplo: los avances en la medicina, la ingeniería, la educación virtual y en medios de transporte masivo.

Sin la globalización de los conocimientos, de las artes y de las ciencias, los países ricos serían ajenos al drama de las poblaciones de los países pobres, no habría lugar a la simpatía y menos a la solidaridad; los actos de la benevolencia podrían llegar a ser ajenos. Gracias a los desarrollos tecnológicos alcanzados en los medios de información es posible que más ciudadanos conozcan, sientan como suyo el drama de pobreza y de dolor que otros ciudadanos del mundo viven, por lo que intentan a través de organizaciones internacionales ayudar, bien por medio de fundaciones, organizaciones solidarias o de cumbres políticas8, transferencias monetarias, asesorías, capacitaciones, entre otras medidas que les ayuden a salir adelante. En otras palabras, la globalización además del intercambio de mercancías y de conocimiento fomenta la benevolencia a gran escala; une fuerzas civiles en pro de la disminución de la pobreza, haciéndola menos onerosa y por tanto, más humana.

Sen y Kliksberg (2007, p. 15) afirman: Rechazar la globalización de la ciencia y de la tecnología por estimar que representan la influencia del imperialismo occidental no solamente implicaría desconocer las contribuciones globales, (...), sino que constituiría igualmente una decisión práctica poco sabia, habida cuenta de la posibilidad que podría tener el mundo entero de beneficiarse con el proceso.

Sería negar a los desvalidos y a los ciudadanos más pobres la oportunidad de autorrealización, de encontrar nuevas alternativas que les permitan superar la pobreza y mejorar sus condiciones de vida. Para entender la globalización es necesario primero, comprendernos como seres interdependientes, proceso en el cual cada cultura es igualmente importante y lo es porque cada individuo, desde la ética del cuidado, busca para sí como para el conjunto de otros seres lo que le es bueno, agradable, es decir, le mejora en felicidad.

No es común ver sociedades de hombres que se unan para sufrir; la inmensa mayoría de seres humanos buscan adherirse a sociedades que le son útiles y placenteras. Es algo natural, afirma Smith (1997, p. 50), la búsqueda por lo mejor, por el más supremo bien de felicidad. Ello no significa que el individuo o grupos sociales no yerren en su accionar, es decir, se equivoquen al creer ver como lo mejor para todos o para sí lo que no debe ser9. Para corregir tales desequilibrios está la sociedad como un todo; ella mejor que nadie tiene más argumentos o elementos de juicio para hacer entrar en razón a los que actúan egoístamente; de esta manera, conjuntos de ciudadanos sancionan a países que violan derechos de otros países y limitan las guerras; o a grupos de militantes que actúan arbitrariamente o no conforme al bien común, por lo que no se les reconoce o no se les da estatus de beligerancia.

Es así como las naciones toman mayor fuerza para hacer valer sus derechos cuando se unen, lo que las hace más fuertes política y socialmente. La globalización facilita el bienestar general y ello significa mejorar las condiciones civiles y económicas de vida. Ante sociedades bien informadas con libertad de expresión los desmanes de violación a los derechos humanos guardan un límite muy estrecho. Es decir, la intolerancia civil frente a hechos de inhumanidad es cada vez más fuerte y explosiva. La globalización no significa pérdida de libertad sino, por el contrario, garantía de libertad.

Los gobernantes de países que no aceptan la globalización porque la ven como una colonización o reactivación del imperialismo aíslan a sus ciudadanos de los beneficios del resto del mundo, caen más fácilmente en el fanatismo radical, en las argumentaciones de la sinrazón, en otras palabras, en las violaciones a los derechos humanos. Los monopolios del mercado toman vigor arrojando pocas oportunidades laborales, bajos niveles salariales, pobres desarrollos tecnológicos; en resumen, agudos estados de miseria.

 

3. DEL PRINCIPIO DE EQUIDAD

Algunas personas creen ver en la globalización otra faceta del imperialismo, una dominación que se ejerce al individuo a través del consumismo. Una conquista del capitalismo de los países desarrollados que hace más dependiente a los ciudadanos de los países pobres al volverlos más consumidores y obligarlos al endeudamiento. Una manera de acabar con la industria nacional al ser incapaz de competir y, por tanto, de entregarle el mercado doméstico a las multinacionales; en otras palabras, es la mejor manera de acabar con las empresas latinoamericanas y el apego cultural por lo autóctono. Sen y Kliksberg (2007, p. 17-18) plantean:

Por supuesto, hay aspectos vinculados a la globalización que se conectan con el imperialismo (la historia de conquistas, colonialismo y dominación extranjera siguen siendo pertinentes en muchas formas) y una forma poscolonial de comprender el mundo tiene su mérito. Pero sería un grave error ver la globalización fundamentalmente como un rasgo del imperialismo. Es mucho más y reviste mayor grandeza.

El problema económico no es simplemente un tema de ganancias comerciales; es también un tema de distribución de beneficios, de negociación y, por sobre todo, de transferencia de conocimientos. Es papel de los gobiernos estimular las inversiones a través de políticas fiscales; propiciar el diálogo entre oferentes; facilitar los procesos de negociación; mejorar los acuerdos con respuestas concretas a preguntas sociales tales como: ¿se mejora la calidad de vida de la población con la competencia?, ¿qué tanto se benefician las clases más pobres a presente y a futuro con estos acuerdos?, ¿qué convenios de intercambio de conocimientos entre empresas y gobiernos nacionales e internacionales se deben acordar de tal manera, que se fortalezcan centros de educación nacional?, ¿cómo financiar un mayor beneficio social?

Los gobiernos no pueden dejar que los mercados celebren acuerdos que beneficie sólo a los intereses del egoísmo privado; es deber del gobierno estar presente y obligar a la celebración de acuerdos comerciales que reduzcan la pobreza y las desigualdades. Es decir, corregir desequilibrios del mercado, velando por los intereses de las clases más pobres, de tal manera, que todos salgan ganando. No se trata de prohibir sino de alterar acuerdos de negociación con fines más públicos o sociales10. El fin de los intereses políticos es el de ayudar a la generación de nuevas ideas empresariales, de acercar a todos sus ciudadanos al deber social de la globalización, de abrir nuevas oportunidades. En otras palabras, de ser visionarios.

Desde esta perspectiva la globalización es mucho más que el consumo por el consumo. La globalización es también transferencia de conocimientos, relación entre gobiernos bajo un solo interés común: reducir para ambos países la pobreza. En otras palabras, llegar a acuerdos justos que beneficien a ambas poblaciones, porque ningún ciudadano es más que otro o de mejor raza que el otro. Casi todos los hombres poseen el mismo sentir, el mismo anhelo de superación, de allí la necesidad de ayudarles a salir adelante, a progresar, a llevar una vida más placentera y en paz.

Si un país ofrece a sus ciudadanos un gobierno honesto, transparente, abre oportunidades de empleo y facilita posibilidades de mejoramiento se convierte en el lugar ideal para vivir, tener familia y soñar. Pero si el país ofrece la existencia de un gobierno corrupto, oportunista, brinda pocas oportunidades de empleo y de autorrealización, los individuos se sienten engañados, desilusionados, por lo que tendrán en poca estima sus instituciones y podrán sentir incluso vergüenza de afirmar su nacionalidad.

Los individuos aman sus lugares de nacimiento o de cultura no porque sean estéticamente bellos sino por el bienestar social que ellos generan y que para ellos representan; los habitantes aman sus calles y lugares porque les dan felicidad. La selva puede ser hermosa; para quien vive dentro de ella por placer y por voluntad propia, le es incluso saludable. Muy diferente siente el que vive en ella por obligación y no tiene esperanza de progreso; nada le parece hermoso, odia cada rincón de ese lugar por cuanto le representa fracaso, desilusión, frustración, aburrimiento, sufrimiento y, quizá, vergüenza por los sentimientos de inferioridad. Según Fernández (2008, p.2):

En los últimos tiempos la cosas han ido mejorando considerablemente, tanto porque cada vez hay mayor madurez cívico-política como por la claridad de algunos de los actuales dirigentes nacionales en cuanto a no negociar los principios é ticos y constitucionales.

Los ciudadanos aman a sus países no porque ellos sean ricos o pobres sino por el grado de pertinencia alcanzado. Si bien los países cuentan con diferentes grados de desarrollo y de recursos, el verdadero amor de un ciudadano nace del esfuerzo conjunto, de la manera como los gobernantes enseñan a sus gobernados, bajo el imperio de la justicia, a salir adelante. Entre más justo y honesto sea el gobierno de un país más ama el nativo su tierra y su identidad cultural; más orgulloso se siente de su origen; no es la riqueza mal distribuida, ni la opulencia de unos y la miseria de otros lo que hincha de orgullo a un nacional sino la justicia emanada del buen gobierno.

 

4. LA SOLIDARIDAD INTERNACIONAL. UN EJEMPLO DE CIVILIDAD

La unión solidaria entre países para el accionar político y económico tiene como fin el bienestar general de sus ciudadanos; tal es, por ejemplo, el reciente hecho económico de la crisis financiera internacional originada en los Estados Unidos a principios del 2006 y profundizada en el segundo semestre del 2008, que ha llevado a algunos ciudadanos a proclamar el fin del capitalismo, como hace 78 años. Ha dado pie a algunos economistas y profesionales de ciencias afines a afirmar el fin de la era neoclásica. Pero no es así, si bien la crisis es profunda, en el sentido de la recesión económica, no significa el fin de la era neoclásica y menos del capitalismo; por el contrario, significa la necesidad de aprender cómo hacer frente a los nuevos desafíos que impone el alto desarrollo o dinamismo del mercado de capitales que pasó de ser local a ser global. Significa mejorar los mecanismos de control en el manejo de los riesgos financieros, de tal manera, que no se vuelvan a presentar a futuro tales desequilibrios.

Para salir de la crisis los gobiernos de los diferentes países han usado como estrategias principales la política fiscal y las políticas de relaciones públicas internacionales basadas en la solidaridad, con el fin de lograr el restablecimiento de la confianza en los mercados de capital y, por ende, el de commodities, bienes y servicios11.

La globalización de los mercados financieros implica la ampliación competitiva de ofertas y demandas para la inversión nacional e internacional; es la universalización de las utilidades corporativas, es decir, la desnacionalización y globalización del capital de la empresa; significa la interdependencia de los tres mercados de la economía –del capital o del dinero, el laboral y el de bienes y servicios-. De allí que la crisis de los mercados financieros afecte, no a un país sino a un gran conjunto de naciones. Hecho que reclama la acción solidaria de todas las economías con el único fin de salvaguardar el bienestar general de todos sus ciudadanos; en otras palabras, garantizar la seguridad y la estabilidad del empleo, de producción y de consumo.

De allí que uno de los forjadores de la economía clásica, Mill, (2004, p. 803), afirme:

Nevertheless, in attaching to this great requisite, security of person and property, the importance which will justly due to it, we must not forget that even for economical purposes there are other things quite as indispensable, the presence of which will often make up for a very considerable degree of imperfection in the protective arrangements of government.

No puede admitirse que la protección de las personas y de la propiedad constituyan las únicas tareas del gobierno: los fines de las políticas públicas son mucho más amplios como los de la unión social y la seguridad internacional de los mercados; consisten en todo el bien y en toda la inmunidad contra el mal que la existencia del gobierno pueda proporcionar de manera directa o indirecta. En otras palabras, Mill (2004) reconoce que la ausencia de la intervención gubernamental no necesariamente trae la máxima libertad, ya que existen muchas otras restricciones para la libertad que sólo la legislación o las políticas de regulación pueden eliminar.

El verdadero objetivo de la globalización es el de lograr un capitalismo más social a escala mundial; en otras palabras, la característica de los ciudadanos y de los gobiernos de países civilizados es la capacidad de cooperar y de ayudarse mutuamente; de allí la existencia de organismos internacionales preocupados por la reducción de la pobreza y la condena a la violación a los derechos humanos. No es extraño que países ricos y/o civilizados –por cuanto han domesticado sus intereses del egoísmo puro por los del amor propio moderado, solidario o altruista- celebren cumbres de encuentro o fijen acuerdos de paquetes de ayudas que permitan superar la crisis financiera internacional; con lo que salvaguardan el capital internacional y la economía mundial de una crisis peor para todos. Medida que de igual manera ayuda al resto de países, evitándoles mayores niveles de pobreza y de indigencia por la desaceleración económica, al mejorárseles las expectativas futuras de exportaciones, producción, distribución y consumo12 .

Así, la solidaridad milleana del mundo globalizado se afirma como “la única cierta y definitiva regla de conducta moral de mayor felicidad” (Mill, 1996. P.49). De igual manera, los ciudadanos de los países civilizados deberán solidarizarse con las medidas económicas, tomadas por sus gobernantes, de unión solidaria para financiar la crisis. No puede primar el interés egoísta del ciudadano sobre el altruista, la pérdida de bienestar presente en la seguridad social se convierte en un costo de oportunidad futuro mayor al evitarse el desplome de la economía. De no ser posible la solidaridad doméstica e internacional la pérdida de bienestar y de calidad de vida a nivel mundial es mayor, lo que significa pérdidas del empleo, caída en el consumo y en los niveles de producción.

La solidaridad de los ciudadanos con las políticas públicas de salvación y de los países civilizados que ellos representan –europeos y norteamericanos- con el plan internacional de ayuda a la crisis financiera deberá exigir el restablecimiento de políticas de regulación a los mercados financieros de especulación a nivel internacional, de tal manera que se apliquen los ajustes debidos a los procesos de globalización, se eviten nuevas crisis y se restablezca la confianza y la seguridad en los mercados de capital intermediados y no intermediados.

De esta manera, no es el fin del capitalismo sino el ajuste de los mercados globalizados; no es el fin de la era neoclásica sino el principio de las relaciones solidarias entre los países. Es el criterio utilitarista de aplicación universal con responsabilidad social. La solidaridad no son actos que demandan exclusivamente los países de menor desarrollo, también los países de más alto desarrollo la demandan; la solidaridad es interdependencia mutua necesaria, vital para el bienestar sólido de los ciudadanos del mundo. Tanto españoles como hispanoamericanos se necesitan como garantía de seguridad económica y social.

 

5. LA CASA DE LOS ABUELOS

Fernández (2008, p. 3), en su propuesta cultural: “España, Plaza mayor de Hispanoamérica”, afirma:

Aunque desde el sur del Río Grande y el Golfo de México hasta el Cabo de Hornos se hable la misma lengua la sensación al visitar cualquier país que no sea el propio siempre será ambivalente, en unos más que en otros: nos sentiremos como en casa y descubriremos profundas similitudes y afinidades, es decir, descubriremos “un continente extrañamente unitario, en cuanto a la lengua, la cultura, los estilos de vida”,13 pero paradójicamente habrá siempre algo, inexplicable, que nos haga sentir “forasteros”, fruto quizá de la enorme extensión de la América Española que supone serías dificultades para el conocimiento mutuo.

Aunque cada miembro de una familia mayor haya formado su propio núcleo familiar y haya establecido su propio hogar no deja de reconocer su origen o historia genealógica. Si bien cada miembro de la familia tiene recuerdos y sentimientos distintos no deja de reconocerse como miembro; cada lugar de la casa, manía o gestos de los abuelos le evocan familiaridad. Asímismo, los latinoamericanos deberíamos reconocer en los ibéricos el origen de nuestra cultura. Somos hijos de la España y el Portugal de hace 516 años, hermanos de las actuales generaciones de ibéricos. De allí, la necesidad de ahondar en lazos de reconocimiento que faciliten la simpatía, lo filial, la solidaridad, la asistencia mutua en pro del bienestar de nuestra cultura; fortalecer el idioma, la arquitectura, la literatura, el orden político, los dichos o refranes, los mitos y las costumbres; en otras palabras, el vigor de la creatividad, e innovación para el desarrollo cultural, y por qué no, como hecho secundario, poder contar con la asesoría en el establecimiento y recuperación del vigor económico.

Cuando las familias ampliadas visitan la casa de los abuelos para compartir triunfos, problemas, retos, preocupaciones y desafíos no significa incapacidad de gobernar, (ceder o perder soberanía -dominio del nuevo hogar-); por el contrario, da a entender la necesidad natural14 de compartir experiencias, escuchar consejos, discutir opiniones, encontrar apoyo moral. Significa seguir enriqueciendo un legado cultural; compartir sueños o anhelos con todos los miembros de una misma familia; buscar el acuerdo o la corrección de lo que no es socialmente saludable. Y esto último puede implicar el resultado de puntos de vista divergentes, de discusiones y encuentros; de desarmonías y armonías, de celos o malos entendidos, de vanidades egoístas o esfuerzos compartidos. Distanciamientos que siendo normales se pueden presentar sin olvidar lo filial, es decir, el deseo de que todos mis allegados – o países de hermanos- estén bien.

De niños los abuelos eran una autoridad podían decidir qué estaba permitido hacer y qué no estaba permitido, podían definirlo todo; pero cuando se es adulto somos nosotros mismos quienes decidimos nuestro autogobierno: ¿qué se debe hacer o qué no se debe hacer? Compartir con los abuelos es reconocer una identidad, un legado de valores comunes. Es un acto de unión voluntaria donde cada uno tiene la libertad de decidir si se suma o no al grupo. Tiene capacidad para fijar posición y establecer límites de respeto.

 

6. DEL PRINCIPIO DE IDENTIDAD

Tanto la globalización como la propuesta cultural de Fernández (2008) y Marías (1990), “España, Plaza Mayor de Hispanoamérica” exigen, ante todo, identidad cultural individual o privada de cada uno de sus países miembros, es decir, países socialmente reconocidos, con madurez política y social.

Lo anterior implica que cada país debe ganar primero sentido de pertinencia, reconocerse a sí mismo como nación antes de querer integrarse con los demás países; tener claridad sobre su origen y visión de futuro, en otros términos, tener autonomía, capacidad de autogobierno y amor propio. Para entender y valorar la originalidad de nuestra cultura con su importancia universal, debemos aprender de la ética del cuidado a ser nacionales, a sentirnos personas frente a otros, con capacidad de hacer lo que ellos hacen y mejor, a apreciar nuestros recursos, a amarnos a nosotros mismos; a mirar al europeo, al asiático o al norteamericano como un igual; a no sentir complejos de inferioridad; para ello la educación deberá estar basada en el valor de la identidad latina, pero también, en el respeto y en el reconocimiento de las diferencias, en la universalidad de las culturas y en su importancia en la formación de una conciencia social. Al respecto González (1995, XI) plantea:

¿No es de vulgar observación que en Suramérica se lee mucho, que saben un poco de todo, que son vivarachos, etc.? ¿No está la explicación en lo que acabo de anotar? ¿No observan todos que a pesar de leer tanto y saber tanto, el suramericano nada crea? Pues muy fácil explicarlo: tienen vergüenza, simulan, leen, etc., porque están obligados por el coloniaje político, racial y literario, a considerarse como hijos de puta. Me enorgullezco de ser el primero que ha estudiado y analizado el complejo que he llamado hijo de puta. Aquí han dicho que uso palabras inmundas; lo que sucede es que estudio problemas nuevos, suramericanos15.

Cada nación deberá primero pensarse a sí misma como república independiente, entenderse en su individualidad, antes de pensarse como continente. Para ello deberá prestar una especial atención en la formación de la hispanidad y de las distintas culturas americanas que se han unido para formar una sola, así como de la del colombiano se ha unido para formar una misma nacionalidad, respetándose cada una en sus diferencias: la del antioqueño, con la del costeño, o del mulato, o del indígena. Formar en el valor cultural de sus raíces, de tal manera que sea posible el orgullo de la pertinencia, y por tanto, la búsqueda conjunta del bienestar hispanoamericano. De acuerdo con Fernández (2008, p. 9):

América hispánica es el Continente de la esperanza, de las expectativas y de la imaginación; es el Continente proyectivo, vectorial, orientado hacia el futuro; el Continente de la resistencia, la solidaridad, la espontaneidad vital y la convivencia y, por encima de todas las dificultades, las desigualdades y la inseguridad, y a pesar del dolor y la injusticia, es el Continente en el que es posible la alegría.

La unión solidaria entre los países hispánicos del continente de América con un mismo sentir debe nacer primero del principio de simpatía en la identidad. En la aceptación de un origen común que los une y aglutina, que los convoca al dialogo, a reunirse para actuar como una familia de naciones con un origen y una cultura común. Países que desde su independencia son capaces de establecer una soberanía compartida. Sería, como afirman Marías (1990) y Fernández (2008), consolidar una comunidad con un proyecto común, poniendo en primer plano los intereses comunes de ambas comunidades de hispanoparlantes –la española y la hispanoamericana- una realidad que va más allá de la lengua ya que comprende una misma historia durante tres siglos, formas sociales, costumbres, lecturas, creencias, estilos de vida, los valores cristianos (profésese o no la fe) y mucho más.

 

7. CONCLUSIONES

La unión solidaria como resultado de la capacidad simpatética entre los hombres es cada vez más frecuente en el mundo globalizado a razón del desarrollo tecnológico de la robótica, la electrónica y la informática. Los ciudadanos de la sociedad contemporánea son personas más críticas capaces de transformar el mundo en el que viven.

Los sentimientos de solidaridad, la posibilidad que tiene todo ciudadano de conocer lo que ocurre en otros partes del mundo facilita los movimientos solidarios; de allí que la globalización pueda pensarse como una unión fraternal entre los movimientos civiles y las organizaciones no gubernamentales; además de una unión comercial, que tampoco escapa a la crítica social. Los bienes y servicios de consumo que, por ejemplo, atentan contra la dignidad del hombre son ampliamente difundidos y sancionados por la opinión pública, lo que obliga a una responsabilidad mundial en la producción como en la distribución o atención que hacen los gobiernos a la población más necesitada y vulnerada.

El establecimiento de ciudadanos críticos y no republicanos como afirma la docente Gloria Naranjo de la Universidad de Antioquia: “La democracia requiere para construirse, fortalecerse, dinamizarse y consolidarse de ciudadanos capaces de vivir su ciudadanía; más que ciudadanos cívicos, republicanos, amantes de su patria, cumplidores de sus deberes y en ejercicio de sus derechos la democracia precisa de ciudadanos “democráticos”, críticos, sociales y activos dispuestos a subvertir el orden, con capacidad para transformar la realidad y arraigados al territorio donde habitan, viven y luchan por sus sueños. Estos ciudadanos no nacen, se hacen, se forman”, (Naranjo, 2003, p.92-93). Y es por tanto, obligación de un Estado democrático y respetuoso de la individualidad del sujeto la educación en principios de la ética ciudadana, de la tolerancia o de la conciencia civil ampliada.

El acercamiento de Hispanoamérica y España significa la unificación cultural e histórica, la unión de pueblos hermanos los cuales pueden ayudarse, asesorarse, asistirse mutuamente en experiencias políticas, sociales y económicas. Significa la Commonwealth de naciones; es una globalización de unión social y civil. No es un oportunismo hispanoamericano. Dicho acercamiento de identidad es libre y voluntario, donde se respetan los principios soberanos de cada nación; es un diálogo entre países iguales con un ordenamiento político propio pero con un solo fin común: el bienestar de todos sus ciudadanos. Es una asociación donde se respetan las diferencias y se conservan las identidades. No es una unión de dependencia económica o política sino de cooperación.

El acercamiento entre países favorece a las naciones en su accionar económico y político, pero por sobre todo a la sociedad civil; tanto por la transferencia de conocimientos, como por el protagonismo de categóricos universales de la tolerancia y del respeto a los derechos humanos. Los ciudadanos del mundo ganarían sentido de pertinencia social, como sujetos, como personas; se ganaría en riqueza cultural e histórica.

La independencia de un país frente a otro no significa rompimiento definitivo de lazos de amistad, diplomáticos o de solidaridad. No significa la instauración de relaciones de enemistad. Independencia significa en términos kantianos la mayoría de edad, la capacidad que tiene una región para autogobernarse, decidir autónomamente lo que es mejor para sí. Significa la madurez política e institucional para el ejercicio de su libertad y justicia social.

 

BIBLIOGRAFÍA

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Recibido: octubre 20 de 2008; Aprobado: mayo 13 de 2009

 

* A principios del segundo semestre del 2008 la Universidad Pontificia Bolivariana llevó a cabo el Congreso Internacional Identidad y Cultura Hispanoamericana. Después de escuchar la ponencia del Ph.D Luis Fernando Fernández Ochoa “España, Plaza Mayor de Hispanoamérica.” de la Universidad Complutense y los diferentes comentarios que tan rica propuesta generó incluso en el periódico El Colombiano de Medellín por el judío Ph.D José Guillermo Anjel Rendó de la Universidad Pontificia Bolivariana, nació la idea de escribir el presente ensayo como respuesta de apoyo al enriquecimiento cultural de integración solidaria entre los países de habla hispana que el filósofo antioqueño Luis Fernando Fernández Ochoa propusiera.

1 El filósofo antioqueño Luis Fernando Fernández Ochoa es Decano de la Escuela de Filosofía en La Universidad Pontificia Bolivariana, correos electrónicos luis.fernandez@upb.edu.co y lufo@une.net.co.

2 Reflexión que sirve para fortalecer la demostración de la hipótesis del trabajo de investigación doctoral de manera práctica, al abordar problemas de gran actualidad. El abandono del homo oeconomicus como un ser exclusivamente egoísta por naturaleza en sus acciones queda en entredicho con los casos aquí planteados; ya que el hombre por ser social y comunitario es igualmente por naturaleza solidario, empático y cooperativo.

3 El arquitecto Ariel Escobar Llano fue el gestor y director del proyecto de construir la Ciudad Universitaria de la Universidad de Antioquia entre los años 1964-1968 con recursos en calidad de préstamo por el Banco Interamericano de Desarrollo, BID. La letra en cursiva son apuntes propios de aclaración.

4 Estos cuatro principios se describen en el libro de López de Mesa (1936), titulado Civilización contemporánea. Según Castaño (2005, p. 1), “el objetivo de La civilización contemporánea era la descripción de la crisis de los “pueblos cultos” y la presentación de algunas estrategias para superarla en los países de la América española. López de Mesa encuentra que la cultura occidental está en apuros y que el siglo XX posee “instituciones, costumbres y tendencias en vía de revaluación”. Con agudeza encuentra que estamos marcados por el signo de la modernidad, por la inquietud y el cambio permanentes. A diferencia del mundo antiguo que se desarrollaba con prodigiosa lentitud de repetición en repetición, el espíritu de los hombres y mujeres actuales se halla sujeto a un movimiento acelerado. Todo es efímero y nada logra fijarse para orientar la conducta de los actores. Los modos de vida, las instituciones, las ideologías, las formas de conocimiento han perdido estabilidad y armonía. Los valores más preciados se han hecho móviles e inasibles y los dogmas que anteriormente conferían sentido a la existencia hoy son cosas del pasado. A ello se suma la angustia que agita el ánimo de los pensadores ante la caída del racionalismo filosófico y la quiebra de la ciencia orientada por el ayer dominante esquema de la mecánica clásica”.

5 El concepto de civilización en las sociedades modernas está asociado a la capacidad que tiene un individuo, una comunidad o un país de deponer sus egoísmos o intereses particulares por el bienestar general o universal. Es decir, de un mayor número de personas. Concepto ampliamente trabajado por el filósofo moral John Stuart Mill, como lo veremos más adelante.

6 No significa lo anterior que se esté desconociendo el afán egoísta de la ganancia que tienen los países productores de armas como Estados Unidos y Rusia, quienes con el ánimo de hacer rentable su industria de armamentos y de investigación en la producción de armas de destrucción masiva han dejado de lado su responsabilidad social. Documentales como “Diamantes de Sangre” transmitido por The History Channel dejan al descubierto la crueldad de la guerra en el Congo y en Sierra Leona- África; de igual manera, ocurre con la película “War men” Hombre de Guerra, donde se cuestiona fuertemente la ética norteamericana al financiar la guerra en África y en países de América Latina. La ONU, por ejemplo, afirma Sen, (2007, p. 24-25) tuvo la responsabilidad conjunta del 81% de las exportaciones de armamentos desde 1996-2000. “Los países del Grupo de los 8 más ricos del mundo vendieron el 87% del suministro total de armas en todo el mundo. La participación de los EE. UU. fue de aproximadamente el 50% de las ventas totales en el mundo. Se estima que el 68% de esas exportaciones fueron a países en vía de desarrollo.” Son justamente estos hechos los que han dado lugar a la protesta civil, a la conciencia ciudadana internacional, al nacimiento de movimientos civiles globales condenando la hipocresía de los gobiernos de los países del G-8. Movimientos que cada vez toman mayor fuerza limitando la producción de armas nucleares y denunciando los actos corruptos de sus gobiernos.

7 A lo que los autores clásicos como John Stuart Mill y Adam Smith llaman utilitarismo o el principio de mayor felicidad general.

8 Se hace referencia a organizaciones como Organización Internacional para los Inmigrantes, Greem Peace, Solidaridad, Human Right, Unesco, Fundación Bill Gates, entre otras Organizaciones No Gubernamentales.

9 Lo que puede sonar a una apología del delito. A veces el ser humano creyendo estar haciendo lo mejor para sí y para los suyos provoca un mal general, por ejemplo: los sembradores de la mata de coca y los raspachines que sirviendo a intereses egoístas propios y de los particulares traficantes del alucinógeno dañan vidas enteras, hogares completos, fomentan la violencia a gran escala; actos egoístas que finalmente terminan con auténticas formas sociales de vida, con la destrucción de verdaderos seres humanos.

10 Por ejemplo, descontando o reduciendo impuestos a las empresas que financien, patrocinen obras de interés público como escuelas, laboratorios, mantenimiento de parques, etcétera. Otra forma es facilitando la competencia empresarial, la cual en su afán de competir promete mayores beneficios a sus consumidores, bien a través de la financiación de fundaciones o de calidad en los productos, entre otras.

11 Los commodities son mercancías de gran consumo sin mayor valor agregado que se comercializan en el mercado de valores, de bienes y servicios. Por ejemplo, las materias primas, la electricidad, el petróleo, la carne vacuna, el cobre, el trigo, etcétera. En los mercados financieros los commodities son todos aquellos productos que se pueda llevar a la celebración de un contrato a futuro. Lo anterior ocurre generalmente porque las empresas no saben qué puede pasar a futuro con el precio de sus materias primas y con su disponibilidad, por lo que no pueden anticiparse con exactitud a las tendencias del mercado. Los securities son activos financieros que incluyen acciones, bonos, fondos mutuos, pagarés, obligaciones o títulos a los que un prestamista puede recurrir si el tomador del préstamo no cumple con sus pagos. Son una manera de protegerse financieramente frente al riesgo, de allí su nombre. Por ejemplo, un inversionista que presta dinero a un empresario de notables referencias, a través de un pagare a una tasa de interés más baja que la bancaria puede negociar dicho pagaré, sin vencerse la fecha de remisión, en el mercado de valores.

12 Muy posiblemente una de las razones fundamentales que sirvan para explicar el porqué los precios de la gasolina en Colombia no han caído a pesar de las bajas en los precios internacionales del barril en más de un 50% a raíz de la desaceleración económica ocasionada por la crisis financiera, obedezca a razones de solidaridad en la gestión pública. Los nuevos propietarios de las acciones de la empresa Ecopetrol S. A. son empleados, trabajadores, pensionados, personas de estrato socioeconómico medio que por primera vez invirtieron sus pequeños montos de ahorros en el mercado bursátil. Observe el lector que si los precios de las acciones de Ecopetrol caen drásticamente crecería el pánico en la masa del público inversionista, lo que jalonaría aún más la caída en los precios por la sobreoferta, hecho que aprovecharían los especuladores para acaparar el mayor número posible de acciones, y concentra la propiedad accionaria en pocas manos. Los grandes inversionistas saben que a futuro éste commodity aumentara su precio, y lograrán jugosas ganancias. Los pequeños inversionistas perderán la confianza en los mercados de valores y en la política pública de la democratización accionaria en los procesos de privatización. Aumentará la pobreza de los pequeños inversionistas y se agudizaría la crisis económica nacional a raíz de la crisis financiera internacional

13 Ver en el Dominical del diario El Colombiano Medellín- Colombia del 23 de septiembre de 1990 otros comentarios alusivos a la identidad hispanoamericana lo que nos amplía el concepto de integración cultural entre ambos pueblos, y nos permite vernos como iguales.

14 Para los filósofos morales de la ilustración británica como Adam Smith el hombre es por naturaleza un ser social y, por tanto, abocado a vivir en comunidades, de donde logra mayor bienestar, tanto para sí como para los demás miembros de la comunidad, aún a veces sin proponérselo. Para Hobbes la sociabilidad del hombre no es natural sino artificial, ya que se las impone el soberano mediante la fuerza y la razón. Aristóteles define al hombre como zoon politicón, es decir animal social, pero para él lo es bajo la garantía y la vigilancia del Estado. En Grocio la sociabilidad reemplaza tanto al cuerpo místico de la fe, como a la dictadura de un soberano; para él surge de una universalidad. En otras palabras, de la libre sociabilidad y del derecho de cada una de ellas para que se le reconozca (“jus nature sive sociale”) la integración que une a esos grupos en un todo, pero sin que jamás se imponga ese “ todo” a las partes, aunque vive de esas multiplicidades; lo cual es una imagen de lo universal muy diferente de lo que identifica el Estado, el poder y la razón.

15 El filósofo envigadeño, Fernando González define el término Hijo de puta “En los Negroides” como aquél que se avergüenza de lo suyo. “Por aquí me han llamado grosero porque uso esta palabra, pero la causa está en que mis compatriotas son como el rey negro que se enojó porque no lo habían pintado blanco.”

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