Vivimos en tiempos difíciles. Es innegable que la crisis causada por la Pandemia del Covid-19 ha generado una sensación de angustia colectiva sobre el futuro, y específicamente en nuestro caso, el de la Odontología. Son muchas las preguntas acerca de cómo será la enseñanza y el ejercicio de la profesión, por lo cual es entendible la ansiedad causada por retos como la adaptación a nuevos esquemas de bioseguridad, la salud mental colectiva y la viabilidad económica de la práctica profesional.
Sin embargo, a pesar de estas dificultades, las crisis son momentos de inflexión, que como dice el historiador Yuval Harari , generan cambios profundos y súbitos, para los cuáles no estábamos preparados, pero que nos permiten asumirlos como oportunidades para transformar el entorno individual y colectivo. Es admirable, por ejemplo, la manera como la profesión ha enfrentado esta coyuntura para reinventarse y desarrollar los mejores protocolos en beneficio de los pacientes y el personal de salud, ofreciendo una tranquilidad y seguridad indispensable para todos.
Este nuevo mundo nos abre también numerosas alternativas para implementar servicios como la telemedicina, optimizar los procesos de atención clínica e incrementar la productividad económica. Es además una excelente oportunidad para fortalecer otras competencias como la comunicación, la empatía, la confianza y el vínculo emocional, lo cual nos permitirá ofrecer una experiencia odontológica óptima a nuestros pacientes.
En el ámbito académico existen también inquietudes con relación al impacto que la Pandemia tendrá en la educación dental, los modelos docente-asistenciales y el equilibrio entre presencialidad física y virtualidad. Al igual que con la práctica clínica, hay muchas opciones para desarrollar herramientas pedagógicas innovadoras que transformarán la enseñanza de la Odontología. En este sentido, debemos sentirnos orgullosos del liderazgo administrativo de la Facultad, del compromiso de la comunidad académica, así como del soporte tecnológico de la Universidad, que han permitido adaptarnos y continuar desarrollando exitosamente el proyecto educativo institucional.
En síntesis, este alto en el camino ha sido un momento obligado para hacer una muy necesaria pausa para reflexionar sobre el camino que veníamos recorriendo, corregir el rumbo y valorar la importancia de nuestro papel en la sociedad. Lo anterior, con toda seguridad brindará un futuro brillante y lleno de oportunidades para mejorar nuestra calidad de vida, así como disfrutar del privilegio de servir a los demás.