El ejercicio de la escritura no es sencillo. La necesidad de plasmar en unas líneas lo que se piensa, entiende, comprende y se quiere compartir, requiere de esfuerzo y paciencia. Esfuerzo, pues el ordenamiento de las ideas de una manera que sea fácilmente comprensible por el lector implica utilizar herramientas lingüísticas básicas (sintáctica, semántica, gramática) que permita una lectura agradable y clara.

Paciencia, pues no todos los individuos tenemos la disciplina para escribir, lo que conllevará a que se nos corrija reiterativamente lo escrito con miras a que se establezca un lenguaje claro que mantenga el mensaje.

Las publicaciones científicas en muchas ocasiones (por no decir que en todas) caen en la rutina de “lo necesario y suficiente” de lo escrito, lo cual puede ir en detrimento de lo agradable y mágico de la lectura, sin importar si es o no ciencia.

¿Qué características son las que busco como lector en un texto científico? ¿Qué elementos comunicativos hacen que un artículo sea ameno? ¿Qué datos debo presentar que demuestren la contundencia de mi investigación o reporte de caso o revisión? Las anteriores son algunas de las preguntas que como autores son necesarias realizarnos pues antes de esto somos lectores y esta experiencia valiosa marca posibilidades de nuevas maneras de presentar información sin restarle seriedad e impacto.

El publicar un artículo científico debe trascender a la necesidad normativa; debe ser un ejercicio que nace del gusto más que de la obligación; debe tener un fin mayor que se desmarque de la inercia de sumar puntos para un indicador. Podemos hacer de la comunicación y divulgación científica un arte en donde la pasión temática de lo investigado se refleje en lo bello de lo escrito.

No nos olvidemos que un texto científico también es literatura y como lo menciona Todorov “la literatura abre hasta el infinito esta posibilidad de interacción con los otros, y por lo tanto nos enriquece infinitamente. Nos ofrece sensaciones insustituibles que hacen que el mundo real tenga más sentido y sea más hermoso. No sólo no es un simple divertimento, una distracción reservada a las personas cultas, sino que permite que todos respondamos mejor a nuestra vocación de seres humanos” ¹.