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CS

versão impressa ISSN 2011-0324

CS  no.8 Cali jul./dez. 2011

 

RESEÑAS

 

Dubet, François (2006). El declive de la institución, profesiones, sujetos e individuos en la modernidad. Barcelona, España: Gedisa, 480pp.

 

Gineth Andrea Álvarez Satizabal
Universidad Nacional de General Sarmiento, Argentina

 

François Dubet, sociólogo francés y profesor de la Universidad de Burdeos II ofrece en su texto El declive de la institución una visión compleja sobre las transformaciones que ha ocasionado la modernidad en el trabajo sobre los otros, entendido como el conjunto de actividades remuneradas que tienen como objetivo principal transformar a los individuos por medio de actividades de socialización. Bajo esta idea la investigación analiza las dinámicas de tres grandes áreas de intervención social: la educación, la salud y el trabajo social.

Resulta de suma importancia enmarcar el texto en el conjunto de la obra del autor, quien la ha denominado como un esfuerzo por una ''teoría general'' que inició con la teoría del actor en Socilogie de l'expérience (Dubet, 1994) y siguió con la presentación de una teoría de la estructura social en Dans quelle sociéte vivons-nouns? (Dubet y Martuccelli, 1998). Es así como El declive de la institución puede ser leído como una teoría de la socialización que se esfuerza por tratar de articular las nociones de actor y de estructura social, mientras se rige por la intención de vincular la sociología del trabajo y una sociología de la socialización.

Con la pregunta principal, expresada en términos de deseo, Dubet señala que su interés es comprender cómo una sociedad fabrica individuos y sujetos en el marco de una actividad profesional organizada y cómo los trabajadores construyen su experiencia de trabajo. En este sentido, se puede apreciar que el texto se esfuerza por describir y explicar un conjunto de conductas y experiencias con el objetivo principal de analizar la concepción del trabajo sobre los otros, que parte de la conciencia de lo incierto y problemático que toda actividad de mediación entre los valores generales de la sociedad y los lazos sociales ha ganado en los últimos tiempos.

La hipótesis del texto sobre el declive de la institución conlleva al análisis de los límites del denominado ''programa institucional'' que dirigía el trabajo sobre los otros, considerando que era producto de una mediación entre los valores universales e individuos particulares, que dicho trabajo de socialización era producto de la vocación y se encontraba en estrecha relación con los valores del individuo y, por último, este programa buscaba que la socialización configurara en el individuo las nociones de autonomía y libertad. Sin embargo, la propuesta de Dubet considera que el ''programa institucional'' se encuentra en decadencia producto de una larga mutación y no sólo es efecto de una crisis o resultado del capitalismo. Por el contrario estos cambios se enmarcan en las transformaciones que trae consigo la modernidad.

El declive de la institución tiene la particularidad de enlazar una seria reflexión conceptual y la presentación de los casos profesionales analizados a partir de la investigación con varios grupos de intervenciones sociológicas en las ciudades de Burdeos, Pau y París en los que participaron profesores de educación primaria, formadores adultos, enfermeras y mediadores.1 Cada grupo se reunió de seis a diez sesiones de casi tres horas. A su vez se hizo seguimiento a investigaciones e intervenciones sociológicas realizadas con profesores de liceo. Estos acercamientos denotan que el trabajo sobre los otros se basa cada vez más en el cumplimiento de un rol y menos como una experiencia compuesta por objetos, valores y vocación. Sin embargo, Dubet propone que se percibe cierta nostalgia que remite a una edad de oro que los trabajadores ven alejarse y se ven a veces tentados a interpretar su experiencia como un ocaso, como el comienzo de una decadencia, de una caída.

La primera parte del texto agrupa dos capítulos que se ocupan del modelo general del ''programa institucional'' y sus transformaciones. En la segunda parte se encuentran los seis capítulos que se refieren a las indagaciones empíricas en los que se presentan las experiencias laborales que muestran la ''desinstitucionalización'' creciente de las distintas áreas del trabajo sobre los otros. La tercera parte nuclea los dos últimos capítulos que se encargan de las cuestiones sobre la profesionalización del trabajo sobre los otros y la naturaleza sociológica de la socialización que engendra este tipo de trabajo, incluyendo también una conclusión reflexiva sobre las posibilidades de hacer las instituciones actuales mas democráticas.

Definida la institución como un conjunto de maneras de ser y pensar la vida social, dentro de los cuales se desarrollan ciertos marcos cognitivos y morales, en su primer capítulo sobre El programa institucional, Dubet prioriza su definición a partir de la noción de valores y principios compartidos, que funcionan como marcos externos desde su función universal en el proceso de socialización y poseen cierta voluntad de control al sujeto, empero rara vez resultan impugnados por su fuerza, coherencia y su capacidad de reducción de tensiones. Esta idea de socialización propuesta como la función de asegurar la continuidad entre estructura social y personalidad es retomada de Parsons.

El ''programa institucional'' reposa sobre la resolución de una paradoja, en un mismo movimiento socializa al individuo y le inculca una identidad, mientras sus objetivos son construir un sujeto capaz de dominar o construir libertad por vía de la fe o de la razón. De esta manera cumple con un doble proceso de socialización y subjetivación. Además, posee un valor mágico en tanto transforma principios y valores abstractos en prácticas y disciplinas que resultan completamente llenas de sentido cuando los actores creen y participan de determinados cuadros cognoscitivos y morales indispensables para cumplir el proyecto de socialización. En este apartado es evaluada de manera problemática la vocación que legitimaba los principios universales de socialización y que e no es parte principal de la relación social n el actual declive institucional.

En el segundo capítulo, ''La decadencia del programa institucional'' el autor se encarga de demostrar cómo esta decadencia no es total, ni homogénea, así como tampoco es un fenómeno que afecte sólo al trabajo sobre los otros, sino que va más allá, que proviene de un proceso de racionalización, de desencanto y diversificación de la vida social y de sus representaciones. ''La decadencia del programa institucional proviene de la exacerbación de sus contradicciones latentes, cuando ya no posee la capacidad ideológica para borrarlos, cuando ya no cuenta con la fuerza para reducir las paradojas que podía superar el don de su magia'' (Dubet, 2006: 64). El principal factor de su debilitamiento fue el retroceso del modelo burocrático y vocacional, el desarrollo de organizaciones complejas abiertas a sus entornos y en cuya dinámica el programa institucional terminó por disolverse. Los actores ya no creen en la continuidad que suponía la socialización y la subjetivación, por lo cual el mayor problema no es la socialización, sino el distanciamiento y el trabajo sobre sí mismo, mediante el cual el actor tiene que construirse como sujeto a partir de sus experiencias. Es decir, la cadena de socialización se invirtió (Dubet, 2006: 64).

La profesionalización de los oficios sobre los otros conllevó el desplazamiento de la legitimidad sagrada de la institución a una legitimidad racional, fundada sobre la eficacia del trabajo evaluado por sus resultados. Hay por lo tanto una racionalización del modo de gestión con la construcción de métodos basados en objetivos, índices y evaluación donde lo importante no es el desarrollo del trabajo, sino su eficacia. La mayoría de los actores vive la decadencia del programa institucional como una crisis, aunque no se puede hablar ni de rol, ni de vocación al momento de definir el trabajo sobre los otros, sino verlo en el marco de la experiencia social donde el control social, el servicio y la relación son los nuevos elementos a tener en cuenta.

En la segunda parte el análisis de los casos comienza con el estudio de los profesionales docentes, en el tercer capítulo ''Una mutación bajo control: los docentes'', Dubet presenta la transformación de la escuela primaria que surge como la institución privilegiada, con un cuerpo de profesores formados como profesionales en métodos sólidos y homogéneos, con un ideal por la vocación que inspiraba un trabajo meticuloso, disciplinado que era expresado en la ejecución de reglas inequívocas. Tal transformación en las entrevistas realizadas a los profesores no aflora como una nostalgia del pasado. A pesar de que los cambios que vive la escuela, la sociedad y la relación alumno-docente son vividas como problemáticas, no ha conllevado a que se les interprete como una invasión total del programa institucional. Los profesores por su parte, han conservado la capacidad de objetivar su trabajo por medio del seguimiento de sus propuestas y el desarrollo de los estudiantes, lo que les permite seguir creyendo en su acción aunque en los momentos de evaluación de los objetivos sea necesario desembarazarse de la culpa.

Esta cuestión implica que la escuela primaria ejemplifica un caso de evolución del programa institucional que, sin romper con su lógica interna, supo librarse de los aspectos más violentos de su matriz institucional, como el imperio de la disciplina, aspectos que resultan contrarios para los docentes de enseñanza media que aborda en el cuarto capítulo ''Una experiencia sitiada: las cátedras en la educación media''. Para la mayoría de estos docentes la transformación es interpretada como una crisis y una decadencia del oficio, por lo tanto, son interpretados como síntomas de un derrumbe generalizado de la institución. Todo comienza a suceder de una manera desligada, como si el hilo que anudaba los valores de la organización del trabajo y las prácticas profesionales hubiera dejado de existir. El dictar cursos más allá de una actividad agotadora se vive como la posibilidad de hacer entrar a los alumnos a un universo intelectual definido por sus programas de área.

La decadencia del programa institucional para los estos docentes va acompañada de una crisis de autoridad, de la pérdida del monopolio cultural escolar ya que los alumnos pueden acceder a otras informaciones por fuera de este ámbito. La escuela no sólo es invadida por más alumnos, sino que es objeto de demandas específicas, como la igualdad de oportunidades o por la cuestión de las identidades culturales de los jóvenes. Dubet propone dos posibles maneras de entender la experiencia profesional de los profesores de secundaria: la primera, en términos de crisis donde todo resulta tener explicación en el marco de las desmembración del programa institucional y la segunda que expresa el desajuste propio de este programa como producto de la modernidad cultural, la transformación de los modos de legitimidad y la inclusión de la escuela en la lógica de los servicios.

Trabajar con formadores de centros de reeducación de adultos en artes y oficios de cinco centros diferentes tuvo como objeto acercarse a la eficacia de estas actividades en la reinserción laboral de los asistentes en el quinto capítulo ''El lugar del oficio: los formadores de adultos'', donde se analiza cómo este trabajo construido en torno a un centro, un oficio y a partir de una conciencia de clase obrera constituye las bases del programa institucional que logra estabilizar las relaciones entre formadores y participantes. No sólo por eso se consolida el programa sino, también, por el compartir una historia militante en el movimiento obrero, y por que la acción de formación en el oficio no es reductible a un oficio ofrecido a ciertos clientes, sino que esta enseñanza es concebida como un proyecto educativo que apunta a la persona, a su socialización y emancipación. Además, los integrantes del grupo se encargan de darle identidad al compartir una cultura, por lo cual su oficio es a la vez su identidad y su herramienta de trabajo a pesar de estar sujetos a rápidas modificaciones en la cualificación del oficio.

El estudio de este grupo de formadores generó en Dubet la sensación de llegar al término de una historia, al momento en que este programa se volvía una excepción, ya que el cambio de personas que llegan a los centros está generando un desplazamiento hacia el seguimiento del trabajo social. No menos compleja resulta la realidad jerárquica descrita en el sexto capítulo ''Entre técnica, relaciones y organización: las enfermeras'', un conjunto inestable de prácticas que remiten a principios contradictorios. Entre la dominación ejercida por los médicos, la administración y las enfermeras jefas, logra que las enfermeras se sientan desposeídas. Las enfermeras con las que se trabajó en la investigación tienen la sensación de cristalizar todas las funciones del hospital, y se ven tentadas a definir su experiencia en tres dimensiones: la técnica, la relación que apunta a hacer del enfermo un buen sujeto y el enfermo como usuario al que es importante proporcionar servicios de calidad.

Si bien este oficio posee gran capacidad de crítica, se vive en un continuo desgaste ya que siempre se trabaja con la urgencia. El hospital es un universo negociado e institucionalizado por su tradición, es mucho más que la prolongación colectiva de un modelo institucional que jerarquiza valores y principios. En este caso, los cambios del programa institucional forman parte de la evolución amplia del sistema que incluye cuestiones tales como la privatización y la desocialización de los individuos que trae consigo la dinámica de mercado comentada en otros casos anteriores. A diferencia de la escuela y del hospital, el trabajo social nunca fue visto como una organización por su carácter polisémico de intervención. Sin embargo, Dubet propone en el séptimo capítulo ''Una experiencia crítica: los trabajadores sociales'', que este tipo de actividad puede ser muestra del trabajo sobre los otros, ya que trabajador mismo cumple con las tareas de institución y se piensa así mismo como tal (Dubet, 2006: 264). Esta representación de sí mismo como institución es un imaginario fundamental de la profesión, son los actores de intervención que representan a la institución puertas afuera.

La vocación de los trabajadores sociales está fundada en la creencia de que toda relación con el otro es de por sí un programa pedagógico. Se conciben como militantes de los principios de solidaridad y libertad, afirman que detrás de la demanda de los casos sociales hay una demanda real que permite a la persona convertirse en sujeto. Durante las nueve sesiones de trabajo los integrantes definieron el trabajo social como una actividad de control, de servicio y como una relación. Sin embargo no pudieron alejarse de la tendencia de definirse en términos de crisis, de perdida de un sentido central de la relación pedagógica. Aún así estas dificultades no son vividas como crisis que vacíen de sentido y de contenido la acción. La cuestión principal es encontrar un ámbito de trabajo que resguarde de las tensiones, el rol esperado por el equipo que le da un sentido profesional a la actividad. Para Dubet, el trabajo social es una figura inacabada e incierta, pudiendo verse en él los límites de los procesos actuales de socialización que corresponden a la modernidad ética.

Los actores de los que el texto se ocupó hasta este punto pertenecían a una profesión con una calificación reconocida y todos forman parte de una historia institucional. Sin embargo en el octavo capítulo ''Fuera de la institución: los mediadores'', son jóvenes que su cualidad profesional es, por una parte, su juventud y, por otra, el pertenecer al ámbito cultural de las poblaciones con las que van a trabajar. Aparentemente su principal habilidad es tener aquello de lo que están desprovistos los profesionales de las instituciones educativas. Estos aspectos facilitan ver que la mediación corresponde más a una crisis de la escuela y de sus actores que a problemas específicos, ya que las intervenciones de los mediadores son producto de un ambiente de violencia escolar que reposa en la idea de que esta violencia proviene sólo del entorno social de los individuos y llega a la vida escolar, la invade y la destruye.

Este es sin duda el punto más lejano del programa institucional en tanto este oficio no requiere cierta profesionalización, formación, ni cualificación. Se trata de una generación espontánea que tiene para vender lo que son: su edad, género, cultura de clase y su cultura étnica (Dubet, 2006: 306). Aún así, sus condiciones de ingreso al mundo escolar son tan efímeras como su juventud: son adultos cuando participan del orden de la escuela y son jóvenes en su rol social que es cercano a las dimensiones cultural y escolar de los alumnos. El trabajo de los mediadores queda englobado en la disciplina, no pertenecen al personal de planta de la instrucción pública, hacen lo que otros no quieren hacer, se mantienen en una situación paradójica para mantener el orden, castigar y sin embargo son los que mas presentes y cercanos a los alumnos se encuentran. Esta relación está en las antípodas de lo que se ha denominado programa institucional, lo cual lo hace interesante ya que podría llegar a ser visto como una señal precursora de las nuevas formas de trabajar sobre los otros. Los mediadores son trabajadores independientes puestos a disposición de los colegios que no representan otra cosa que así mismos, definiendo una situación de inestabilidad que nos demuestra la decadencia institucional que aunque sea una tarea remunerada, no es un oficio en los que el rol define la personalidad. Este caso es contrario: la personalidad de los individuos define su adscripción a este rol.

La tercera parte de El declive de la institución constituye una amplia reflexión que inicia en el noveno capítulo ''El trabajo y el trabajo sobre los otros'', que se diferencia del trabajo productivo porque es un trabajo sobre sí mismo y que resulta difícil de objetivar y evaluar. La cualificación del trabajador no sólo moviliza conocimientos generales y disposiciones personales sino que además ofrece tres dimensiones personales: el oficio como cualificación pertinente a los aprendizajes, el rol, que deriva de la posición del individuo en la organización y, por último la personalidad que es definida por la capacidad de establecer relaciones con los individuos. La complejidad de estos tres elementos permite seguir la discusión de Dubet cuando señala que el trabajo sobre los otros no se transformó simplemente de vocación a profesión, en distintos grados se fragmentó y tomó un carácter diverso.

En este contexto el programa institucional reconoce que el oficio, el rol y la personalidad están completamente relacionados con el compromiso personal, la vocación y el oficio, cuestiones que hacen que los individuos compartan una identidad y generen cierta homogeneidad, pues la institución se afirma en esos valores que la fundan. Sin embargo su decadencia puso a los actores frente a su personalidad y motivación, cuando antes les dictaba su rol, vocación y legitimidad.

Los trabajadores sobre los otros abordados, tienen como preocupación por lograr el reconocimiento, interés que se alimenta del núcleo central del trabajo sobre los otros que plantea el problema de objetivación del trabajo realizado por los individuos y de definir la experiencia cuando el trabajador está demasiado comprometido por su convicción o por necesidad.

Las hipótesis sobre el trabajo de socialización son abordadas en el último capítulo con la idea principal de que éste reposa sobre un principio de homología de las experiencias del profesional y del socializado. Esta homología no indica que su experiencia sea igual, sólo que responden a una dinámica cercana en tanto comparten un contexto y, con él, un mínimo de reglas que se configuran como una interacción que forma una experiencia compartida. A su vez, el objeto del trabajo comienza a definir las características de la experiencia de los profesionales, quienes comienzan a tener la sensación de verse confrontados por las mismas debilidades que sus objetos. Con su trabajo, y a pesar de tener historias institucionales diferentes, los actores estudiados construyen y afrontan problemáticas comunes, sus experiencias profesionales están estructuradas de modo idéntico, se presentan como experiencias y no como roles, puestas en escena como modos de construir una actividad con fuertes lazos subjetivos y con gran capacidad critica. Los ''objetos'' del trabajo, cumplen una función determinante en las relaciones, y cuentan con el poder de imponer una experiencia y conjunto de problemas a los que el trabajador debe adaptarse.

A modo de reflexión, Dubet deja abierta varias cuestiones para proseguir el análisis y debate sobre la decadencia de las instituciones, planteando cuatro tipos de problemas para los trabajadores y para sus objetos que son producto de las mutaciones que ha tenido la experiencia de socialización: la lucha por la legitimidad y la autoridad, el establecimiento de una relación sin mediación subjetiva en la que la relación quede expresada en términos de cumplir los objetivos del profesional, la inestabilidad de los principios y las practicas que guían a las instituciones y la protección a los mas débiles. Este último punto es de especial reconocimiento, ya que el autor presenta una discusión muy interesante en términos de la igualdad que proponen en la actualidad algunas políticas sociales que terminan engendrando en sí mismas las formas de desigualdad que se vuelven cada vez más intolerables.

Con las cuestiones anteriores Dubet señala que el debilitamiento del programa institucional no está ligado a una reducción de su poder, sino por el contrario a su expansión. Es producto de una ruptura grabada en los límites mismos de la modernidad y no solo afecta a los grupos estudiados en este texto sino también a instituciones tradicionales como la familia y la Iglesia. Esta decadencia proviene del desarrollo de cuestiones complejas por los que hay que diseñar orientaciones hacia un reformismo radical que lleve a una concepción política de las instituciones donde se pueda socializar a los actores, garantizar la subjetivación de sus individuos sin estar atados a un servicio social específico. Es decir, lograr una ruptura con el modelo antiguo, en donde el profesional pueda hacer de su oficio algo capaz de objetivar, que el lugar de los usuarios pueda constituirse de un modo claro por medio de reglas específicas.

Por último, Dubet propone que el mecanismo para mejorar las instituciones, es lograr su democratización, cuestión que implicaría la reducción en la escala de su acción por medio de definir órdenes de acción limitados, autónomos y ajustados a los problemas tratados. Además el autor propone que la política debe tomar un lugar muy importante en la construcción de este nuevo orden institucional para que sea más legítimo. Sin embargo, se considera que esta propuesta puede fortalecer los mecanismos burocráticos en la acción social. A lo largo del texto se mantiene el análisis sobre la sensación de crisis de los profesionales del trabajo sobre los otros, pero algunos comparten la posibilidad de una reconstrucción del programa institucional que puede resultar en mejores alternativas que inclinarse por la acción política.

 


NOTAS

1 Los mediadores son sujetos jóvenes que ingresaron en las escuelas ''extramuros'' de Francia posterior a 1980, su principal actividad es mediar entre los estudiantes y el medio escolar con particular atención a sus expresiones de violencia.