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Ideas y Valores

Print version ISSN 0120-0062

Ideas y Valores vol.54 no.130 Bogotá Apr. 2006

 

Spinoza, Baruj (2005). Compendio de gramática de la lengua hebrea. Madrid: Editorial Trotta (Colección Clásicos de la Cultura, No 32). Introducción, traducción y notas de Guadalupe González Diéguez

Spinoza B.: GRAMMAR COMPENDIUM OF HEBREW. (José Luis Cárdenas)

José Luis Cárdenas B.

Universidad Nacional de Colombia

jlcardenasb@unal.edu.co

 


La década de los ochenta fue muy productiva para los interesados en la filosofía de Spinoza, ya que, a partir del año de 1986, comenzaron a emerger sus obras traducidas al español por Atilano Domínguez, acompañadas de un aparato crítico compuesto principalmente por datos bibliográficos actualizados y en distintas lenguas, historia de los textos, notas explicativas, paginación original de la edición canónica de C. Gebhardt en los márgenes, y un índice analítico bastante útil, herramienta que, salvo en pocas excepciones, es rara vez incluida en las ediciones de los textos filosóficos, sean estos clásicos o modernos, pero que es indispensable para los investigadores. Con estos elementos operando en cada obra traducida, el resultado fue muy satisfactorio, ya que se contaba por primera vez en español de una edición completa de las obras de un filósofo de primera línea como lo es Spinoza y elaborada con criterios editoriales de un estándar internacional.
Las obras que aparecieron en ese lapso de tiempo fueron: el Tratado teológico-político [TTP]1 (1986), y el Tratado político [TP] (1986); poco después el Tratado de la reforma del entendimiento [TIE]2, los Principios de filosofía de Descartes [PPC], los Pensamientos metafísicos [CM], y la Correspondencia [EP] todos ellos publicados en 1988. En 1990 apareció el Tratado breve [KV], una obra descubierta en el siglo XIX y escrita originariamente en holandés, junto a ella Domínguez incluye un texto de Piter Balling titulado: La luz sobre el candelero (1662) y dos opúsculos atribuidos tradicionalmente a Spinoza pero que hoy en día hay serías dudas acerca de su verdadero autor, ellos son: Cálculo algebraico del arco iris y el Cálculo de probabilidades, ambos aparecidos en 1687. Teniendo en cuenta que en 1975 Vidal Peña había hecho una excelente traducción de la Ética [E]3, se podía afirmar sin ningún problema que se poseía una traducción completa del corpus spinociano.
Sin embargo, quedaba una obra un tanto exótica para los criterios y gustos académicos de los estudiosos y lectores de Spinoza, a saber, su Gramática Hebrea. Al respecto Domínguez nos dice en su introducción al [KV] que, “es cierto que queda sin traducir el Compendium grammaticae linguae hebreae; pero cualquiera que sea su interés histórico para los filólogos, pensamos que tiene escasa relevancia para la recta comprensión de la filosofía de Spinoza” (30). Por lo que recomienda al curioso remitirse al texto de Gebhardt o a las pocas traducciones que hasta el momento se han hecho de ese texto: hebrea (1905), inglesa (1963) o francesa (1968) (30). Ante esta opinión de un especialista de la obra del judío de Ámsterdam, no es raro que muchos hayan desistido de emprender la tarea de traducir un texto que difícilmente será leído y estudiado por los especialistas, para no mencionar al público medianamente interesado en el tema. Hubo que esperar hasta el siglo XXI para que alguien se tomara el trabajo y se liberara de la sensación de inutilidad de dicho texto, y ofreciera una cuidadosa edición de él. Tal trabajo lo llevó a cabo Guadalupe González, que nos ofrece una traducción integra del Compendio de gramática de la lengua hebrea [CG], convirtiéndola así en la cuarta traducción a un idioma moderno. Curiosamente, lo primero que hace la traductora en su introducción al CG es señalar la relevancia que esta obra puede tener no sólo para los filólogos sino, ante todo, para los filósofos interesados en el pensamiento de Spinoza. Al respecto afirma:
"[...]que Spinoza era mucho más brillante como filósofo que como filólogo, y no dejó de reflejar en su obra gramatical aspectos centrales de su filosofía, que resulta sumamente interesante y enriquecedor contemplar desde otro punto de vista muy diferente del habitual. La regularidad de la naturaleza, el monismo sustancial (reflejado aquí en una especie de monismo lingüístico radical que pretende negar en última instancia toda diferencia entre las clases de palabras), la importancia de los afectos y la fuerza de los prejuicios, la interrelación entre las partes (a este respecto, es extraordinaria la tematización del plural de la (sic) preposiciones)…, todos estos aspectos, entre otros, nos muestran el interés de esta obra, que sobrepasa con mucho el de un opúsculo de gramática, proporcionándonos una aproximación nueva a la figura de Spinoza (10).
Dicho “monismo lingüístico” se manifiesta principalmente en la definición spinociana que se ofrece en CG acerca del significado de «nombre»: “Por «nombre» [nos dice Spinoza] entiendo una palabra con la cual significamos o indicamos cualquier cosa que caiga bajo el entendimiento. Como sea que aquello que cae bajo el entendimiento son cosas, o atributos de las cosas, modos, relaciones, o acciones, modos de acciones y relaciones, vemos fácilmente cuáles son los géneros de nombres” (CG 17). Esto quiere decir que cualquier idea que podamos concebir utilizando el entendimiento, es decir, de manera adecuada y racional, sólo la podemos expresar bajo nombres propios o nombres comunes, y, si seguimos a González en su interpretación, entre los nombres propios se pueden distinguir entre el nombre de Dios y los demás nombres, creándose una “relación entre la ontología de Spinoza (en la que todo remite a una única sustancia) y su gramática (en la que todo remite a una única parte de la oración), sólo al nombre que es el nombre propio de Dios se le puede considerar propiamente «sustantivo» (29).
Esta es una de las principales relaciones que encuentra González entre el CG y la filosofía de Spinoza. Aparte de esta relación, ella sostiene que el CG es bastante útil para comprender una parte del método de interpretación bíblica propuesto en el TTP, especialmente el aspecto relacionado con la construcción y significado de algunos términos hebreos en el contexto de las Sagradas Escrituras (ver 25ss), y hasta en la misma interpretación que ofrece Spinoza de la Biblia. Una tercera relación planteada tiene que ver con la concepción y el manejo que Spinoza realiza en el CG acerca del lenguaje hebreo y su posible pertinencia en una investigación acerca del papel del lenguaje en general en el discurso filosófico. Por ejemplo, González afirma que en la obra filosófica de Spinoza se presentan constantemente “desplazamientos semánticos”, al punto que “el Dios de Spinoza no es tal, sino naturaleza, el derecho de Spinoza no es tal, sino potencia, la interpretación de Spinoza no es tal, sino lectura… La potenciación se lleva a cabo en la reformulación, en ese retorcimiento o inflexión del significado de las palabras, que más que remitir a un sentido profundo, se refiere a los efectos que una palabra tiene en las otras cosas o partes de la naturaleza que están en torno suyo, en un mismo nivel de superficialidad” (53). Sin embargo, cuando desarrolla este problema, el lector encuentra que la autora se apoya principalmente en obras como el TTP y la Ética, especialmente el Prefacio a la parte 3, para entender dichos “desplazamientos”, pero no es muy claro cuál sería el papel del CG en dicha interpretación, pues este, curiosamente, no es citado.
Por último, con respecto a la edición, se puede resaltar que se siguieron criterios editoriales equivalentes a las otras traducciones ya mencionadas, salvo que en este caso no se incluye un índice analítico, el cual hubiera sido muy útil para establecer nexos con las otras obras de Spinoza, que, como se ha mencionado, parece ser clave a la hora de comprender la relevancia del CG. A pesar de ese detalle, la traducción del CG es una buena oportunidad para adentrarse en otra faceta del pensamiento del filósofo holandés, y serán en últimas los lectores e interesados en la filosofía spinociana los que juzguen si la lectura de dicha obra les ofrece alguna comprensión adicional de las no siempre fáciles tesis spinocistas, o, al revés, se den cuenta que para comprender el CG se debe entender primero los principales elementos de la filosofía de Spinoza, o, en un caso extremo, debemos considerarlo como un libro exótico, raro y curioso que, a pesar de todo, vale la pena tener en la biblioteca.


1. Las convenciones para citar las obras de Spinoza corresponden a criterios establecidos por la revista Studia Spinozana, y fueron tomadas de la revista Praxis Filosófica, Nueva Serie, No 3, 1992, pp.125-128. Las obras mencionadas a continuación fueron publicadas por Alianza Editorial.

2. En 1984 apareció en Colombia una traducción del TIE y otros escritos elaborada por Lelio Fernández y Jean-Paul Margot, que incluía un estudio preliminar y notas explicativas. La primera edición fue publicad por la Universidad Nacional de Colombia, posteriormente se realizó una nueva edición corregida y con un nuevo estudio preliminar y fue publicada por Tecnos (1989).

3. Atilano Domínguez realizó su propia traducción de la Ética en el año 2000 en la editorial Trotta, siguiendo los mismos parámetros editoriales de sus traducciones anteriores. La traducción de Vidal Peña apareció en Editora Nacional, luego fue reimpresa en Ediciones Orbis (1984) y en editorial Alianza (1995)

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