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Revista Interamericana de Bibliotecología

Print version ISSN 0120-0976On-line version ISSN 2538-9866

Rev. Interam. Bibliot vol.30 no.1 Medellín Jan./June 2007

 

Apuntes para una biblioteca imaginaria: valor
patrimonial y situación legal de las bibliotecas
de Bernardo Mendel y Nicolás Gómez Dávila*
Halim Badui-Quesada**

** Estudiante de Arquitectura, Universidad Nacional de Colombia. Monitor Exposiciones Temporales del Museo de Arte de la Universidad Nacional de Colombia. Bogotá, Colombia. halimbadawi22@gmail.com

Resumen

Este ensayo, busca ahondar en la historia de las bibliotecas particulares de Bernardo Mendel y Nicolás Gómez Dávila. En la primera parte, analiza el papel que ha jugado la conformación de bibliotecas privadas y su posterior cesión al Estado -sea a través de donación o adquisición- en la consolidación de las principales bibliotecas públicas colombianas. Luego, examina el caso de la biblioteca de Bernardo Mendel, su proceso de conformación, la riqueza de sus fondos especializados en historia latinoamericana y su posterior venta a The Lilly Library de la Universidad de Indiana en Estados Unidos. A continuación, analiza el caso de la biblioteca del filósofo colombiano Nicolás Gómez Dávila, que a diferencia de la anterior, aún está en Colombia y es conservada por sus hijos en Bogotá. Se examina su valor patrimonial y la necesidad imperiosa por parte del Estado y la nación, a través de iniciativas conjuntas, de adquirirla, con el objetivo de vincularla a alguna de las colecciones bibliográficas estatales. Por último el ensayo propone acciones sociales y legales con el fin de preservar el patrimonio bibliográfico y cultural que estas bibliotecas privadas representan para Colombia.

PALABRAS CLAVE: Bibliotecas privadas / Mendel Bernardo / Gómez Dávila Nicolás / Patrimonio bibliográfico / Patrimonio cultural

BADUI-QUESADA, Halim. Apuntes para una biblioteca imaginaria: valor patrimonial y situación legal de las bibliotecas de Bernardo Mendel y Nicolás Gómez Dávila. En: Revista Interamericana de Bibliotecología, Vol. 30, No. 1 (ene.-jun. 2007); p. 167-184.

Artículo recibido: 11 de noviembre de 2006. Aprobado: 18 de abril de 2007

Abstract

This article delves into the history of the private libraries of Bernardo Mendel y Nicolás Gómez Dávila. In the first part, the author analyzes the role that the creation of private libraries and their later transfer to the state—whether by donation or acquisition—has played in the consolidation of the major Colombian public libraries. Next is the case of the library of Bernardo Mendel, its creation, the richness of its specialized holdings in Latin American history, and its later sale to the Lilly Library of Indiana University in the United States. Next to be analyzed is the case of the library of the Colombian philosopher Nicolás Gómez Dávila which, as opposed to the previous example, continues in Colombia and is maintained by his children in Bogotá. The historical value of this library is examined, along with the pressing need for the state and the nation to acquire it through joint initiatives, with the purpose of attaching it to one of the state supported bibliographic collections. Finally, this article proposes legal and social action necessary to preserve the bibliographical and cultural legacy that these private libraries represent for Colombia.

KEY WORDS: Private libraries / Bernardo Mendel / Nicolás Gómez Dávila / Bibliographical heritage / Cultural heritage.

BADUI-QUESADA, Halim. Notes for an imaginary library: heritage value and legal status of the Bernaldo Mendel and Nicolas Gomez Dávila libraries. In: Revista Interamericana de Bibliotecología, Vol. 30, No. 1 (jan.-jun. 2007); p. 167-184.

Introducción

"Las riquezas literarias de Santafé exceden a lo que se podría esperar de un país tan distante del centro de las luces y cuya Constitución Política se opone como ya os he dicho, a los adelantamientos científicos"1 . Fragmento de la carta de un viajero anónimo por Bogotá en 1804

Uno de los fenómenos más interesantes pero menos investigados en la historia del patrimonio cultural colombiano, es el coleccionismo privado y cómo éste ha alimentado museos y bibliotecas, facilitando al Estado su tarea constitucional de apoyo a la educación y la cultura.

En este sentido, las bibliotecas privadas se constituyen en uno de los fenómenos más apasionantes de la historia del coleccionismo particular tal vez, por la proclividad de nuestros escritores, pensadores y políticos a conformar bibliotecas cuantitativa y cualitativamente bien nutridas. Esto en oposición al coleccionismo de arte, que en el caso de Colombia, a diferencia de países cercanos como Venezuela, Brasil, México o Argentina, no ha mostrado en ningún momento de su historia un auge similar.

Este ensayo, busca ahondar en la historia de las bibliotecas particulares de dos colombianos, Bernardo Mendel (por adopción) y Nicolás Gómez Dávila (de nacimiento), inicia poniendo en relieve el papel que ha jugado la conformación de bibliotecas privadas y su posterior cesión al Estado -sea a través de donación o adquisición- en la consolidación de nuestras principales bibliotecas públicas. Luego, examina el caso de la biblioteca de Bernardo Mendel, su proceso de conformación, la riqueza de sus fondos especializados en historia latinoamericana y su posterior venta, durante los años sesenta, a The Lilly Library de la Universidad de Indiana en Estados Unidos. Este hecho contó con el silencio del Estado colombiano que previamente había rechazado su donación a la Biblioteca Nacional de Colombia. De esta forma, el país perdió de un solo tajo una parte significativa de su patrimonio documental y bibliográfico, que difícilmente podrá reponer o, bajo un estrecho margen de maniobra política, reclamar. 2

En último lugar, examina la espléndida biblioteca del filósofo colombiano (fallecido en 1994) Nicolás Gómez Dávila, que a diferencia de la anterior, aún está en Colombia y es conservada por sus hijos en Bogotá. Se examinará el valor patrimonial de algunos de sus ejemplares y la necesidad imperiosa por parte de Estado y nación, a través de iniciativas conjuntas, de adquirirla, con el objetivo de vincularla a alguna de las colecciones bibliográficas estatales. Se busca poner en consideración de la opinión pública la situación de esta extraordinaria colección, que no ha tenido la misma suerte del fondo Mendel pero que, posiblemente, si no se toman las medidas pertinentes, la tenga.

Casos exitosos de incorporación de bibliotecas particulares a instituciones públicas colombianas

Aunque la mayoría de bibliotecas públicas de Bogotá tienen establecido algún programa de adquisición de libros, es notable el papel que ha desempeñado la incorporación de bibliotecas privadas en la valorización e incremento de las colecciones públicas. En este sentido, los ejemplares pertenecientes a las grandes bibliotecas particulares suelen poseer valores agregados como singularidad, rareza, especialización temática y calidad editorial; características que las bibliotecas públicas, a causa de su reducido presupuesto para adquisiciones no suelen permitirse. De esta forma podría decirse que los ejemplares de este tipo que hoy en día pertenecen a la Biblioteca Nacional y la Biblioteca Luis Ángel Arango, entraron gracias a la incorporación de colecciones privadas: ya sea a través de compra (a menor precio del comercial) o donación de sus propietarios.

Sólo de esta forma es posible encontrar en la Biblioteca Nacional más de veinticinco fondos bibliográficos producto del coleccionismo particular. El Fondo Cuervo, donado por el filólogo y bibliófilo Rufino José Cuervo en 1941, se caracteriza por tener ejemplares de gran valor cultural. Así, aparecen rarezas como la edición de 1539 de "Los Cuatro Libros del Amadís de Gaula", de la cual no se conocen ejemplares en ninguna otra biblioteca pública del planeta; la primera edición de 1613 de las "Novelas Ejemplares" de Miguel de Cervantes, de la cual sólo se conocen cinco copias en todo el mundo; o las primeras ediciones de "La Hermosura de Angélica" (1602) y "Jerusalén Conquistada" (1609), ambas de Lope de Vega.3

En otros fondos como los de Marco Fidel Suárez, Miguel Antonio Caro y Eduardo Santos, se puede encontrar la primera edición de la primera traducción de Petrarca al castellano, "Los Triunfos" de 1512; o varias primeras ediciones de Fray Luis de León, Luis de Góngora, Francisco de Quevedo y Garcilaso de la Vega, compartiendo espacio con 48 incunables universales, el tercer mayor número de ejemplares de este tipo conservado en bibliotecas nacionales de América Latina.4

Otras bibliotecas patrimoniales como la Luis Ángel Arango de Bogotá, deben sus incorporaciones anuales en un 40 por ciento a fondos privados.5 Desde la biblioteca de Laureano García Ortiz, adquirida en 1944 por su importancia en temas políticos y económicos, hasta las donaciones y adquisiciones realizadas en los noventa; debido a su seria política cultural, la Luis Ángel Arango es una de las principales receptoras de fondos no sólo bibliográficos sino también numismáticos y artísticos.

Ésta institución recibió en 1997 la más grande donación bibliográfica en la historia moderna de Colombia: el Fondo Alfonso Palacio Rudas, conformado por 41.457 volúmenes especializados en economía, ciencias políticas, política cafetera, derecho e historia. A pesar de su importancia, el entonces director de la biblioteca, Jorge Orlando Melo, reconocía que cerca del 60 por ciento de los títulos de la colección Palacio Rudas ya existían en la Luis Ángel Arango, pero que en el caso de la biblioteca Gómez Dávila (en poder de sus herederos) sólo el 15 por ciento podría ser encontrado en sus anaqueles.6

Los principales receptores de este tipo de legados suelen ser las dos bibliotecas mencionadas. Sin embargo el fenómeno se ha extendido recientemente a nuevas bibliotecas públicas como la Virgilio Barco, que recibió de la familia Santodomingo cinco mil ejemplares hace un par de años. Incluso, la misma familia donó, a través de Biblored Bogotá, una biblioteca a la localidad de Suba, al noroeste de Bogotá. Los doce millones de dólares entregados a comienzos de 2006 para este fin, materializarán la única faltante de las bibliotecas mayores planteadas por Biblored hace ya casi una década.

En tiempos recientes, otras instituciones han recibido varias donaciones bibliográficas, menos conocidas pero no por ello menos importantes. Este es el caso de las donaciones de León de Greiff, Otto de Greiff 7 y la del ex ministro Fabio Botero (especializada en derecho), a la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.

El fallecido ex ministro Bernardo Ramírez donó a la Luis Ángel Arango (sede Pereira) su biblioteca de más de 10 mil volúmenes especializada en literatura, con valiosas particularidades como una sección dedicada al escritor francés Marcel Proust que incluye muchas de sus primeras ediciones. O los diez mil libros de la biblioteca de Álvaro Gómez Hurtado, donados por la familia del ex candidato presidencial diez años después de su muerte, a la Biblioteca de la Universidad Sergio Arboleda de Bogotá.

Igualmente, el Museo Nacional de Colombia recibió en 2006, de parte de Andrés y Constanza Mutis Londoño, seis cartas manuscritas del director de la Expedición Botánica José Celestino Mutis, fechadas entre 1793 y 1795. Y la Biblioteca Luis Ángel Arango, el mismo año, recibió una donación de la familia del fallecido director y propietario del diario La República, Alfonso Villegas Restrepo, consistente en 249 caricaturas en tinta realizadas entre 1921 y 1923 por Ricardo Rendón para el periódico, además de la colección completa de originales del diario y su biblioteca particular sobre derecho internacional con más de dos mil ejemplares.8

Por otra parte, se han realizado valiosas compras como la efectuada por la Biblioteca Central de la Universidad Eafit de Medellín, que adquirió por 200 millones de pesos los cerca de 30 mil libros de la tradicional y ya desaparecida libreríaanticuario bogotana El Carnero. O los 14 mil libros que hacían parte de la biblioteca del ex presidente Carlos Lleras Restrepo (y la casa en la cual ésta se asentaba) adquiridos por la Universidad Jorge Tadeo Lozano de Bogotá en 1996 y abierta al publico en 2005.

A pesar de lo anterior, algunas valiosas bibliotecas privadas siguen en poder de particulares. La biblioteca del fallecido librero e historiador colombo-austriaco Hans Ungar, con cerca de 25 mil volúmenes, se constituye junto con la de Nicolás Gómez Dávila en los dos fondos particulares más importantes de Colombia. Aunque suelen establecerse comparaciones entre ambos, puede decirse que tienen enfoques diferentes (y por ello, complementarios): mientras la Gómez Dávila se especializa en filosofía universal, teología, historia y literatura; la Ungar se especializa en Colombia, América Latina y en la evolución de la historia y las humanidades desde el punto de vista de las ciencias.

Esta inclinación literaria de los bogotanos, unida a la generosidad de los recurrentes donantes a bibliotecas públicas, ha desembocado (también gracias a una legislación estimulante) en una industria editorial en crecimiento, en una mejoría de los niveles de desarrollo humano y en una buena dotación de bibliotecas públicas. Todo lo anterior, llevó a importantes premios como el "Access to Learning", recibido por Biblored en 2002 de manos de la Fundación Bill y Melinda Gates, consistente en un millón de dólares destinados al desarrollo de programas de conectividad y tecnología; o el último reconocimiento, simbólicamente más importante que todos los anteriores: el nombramiento que hizo la UNESCO a Bogotá como Capital Mundial del Libro 2007. Con vista a las celebraciones relacionadas con este nombramiento, valdría la pena poner el tema del patrimonio bibliográfico sobre el tapete.

La biblioteca de Bernardo Mendel ¿Una oportunidad perdida?: anotaciones para un proyecto de reclamación

"Muchos eruditos ha tenido este país que dedicaron su vida a formar sus respectivas bibliotecas, orientándose hacia un determinado ramo de los conocimientos.

(...) ¿No sería un magnífico negocio para la Nación adquirir, por el sólo precio material de los libros, el trabajo que durante treinta o cincuenta años haya invertido un sabio en completar un aspecto determinado de los conocimientos, persiguiendo libros y folletos no ya a través del territorio patrio sino aun en los más remotos países? (...)".9

Daniel Samper Ortega, Director de la Biblioteca Nacional de Colombia (1931-1938)

Bernardo Mendel nació en Viena (Austria) el 17 de octubre de 1895. Antes de su llegada a Colombia en 1928, se graduó como doctor en Leyes y Jurisprudencia de la Universidad de Viena, combatió en la Primera Guerra Mundial donde fue ascendido a teniente y obtuvo cuatro condecoraciones por sus acciones en Italia y los Balcanes. No sólo era un gran combatiente y empresario sino un hombre culto, apasionado por la filosofía, la literatura, la historia antigua y la música. Luego de su llegada a Colombia, fue agente de varias casas comerciales extranjeras. En 1936 fundó la Casa Empo (Equipos Modernos para Oficina) y en 1937 Foto Estrella; además fue uno de los fundadores de la Sociedad de Amigos de la Música.10

Permaneció en el país hasta 1952, donde se dedicó a los negocios, a la promoción de la cultura y a conformar su enorme biblioteca de más de 30 mil volúmenes, que podría catalogarse como la mayor biblioteca particular colombiana de la primera mitad del siglo XX, especialmente en lo que a estudios latinoamericanos se refiere.

Su biblioteca: un recorrido a través de la historia de América Latina

Tenía miles de valiosísimos ejemplares al punto que el catálogo de ésta, realizado por la Universidad de Indiana (su actual propietaria), afirma que "(...) con la adquisición de la Colección Mendel, The Lilly Library ahora posee más de la mitad de los títulos más importantes listados por Henry Harrisse en su Biblioteca Americana Vetustísima".11Teniendo en cuenta que los tomos de Harrisse catalogan casi todos los impresos americanos o relativos a América conocidos entre 1492 y 1551, el valor cultural y patrimonial de la biblioteca Mendel no resulta para nada despreciable.12

En su biblioteca se puede encontrar una edición incunable de 1494 de las Cartas de Colón; la primera edición de 1553 de una rara "Crónica del Perú" de Pedro Cieza de León; la primera edición de 1589 de la "Primera Parte de las Elegías de Varones Ilustres de Indias" de Juan de Castellanos,13 la primera edición de la más temprana historia de Colombia, la "Historia General de las Conquistas del Nuevo Reino de Granada" publicada por Lucas Fernández de Piedrahita en 1688,14 o la primera edición de 1676 de los dos primeros tomos de las "Genealogías del Nuevo Reino de Granada" de Juan Flórez de Ocariz. El tercer tomo de las genealogías nunca fue publicado, sólo quedó su manuscrito, que estuvo perdido hasta que la The Lilly Library, que ya poseía los dos primeros tomos impresos, lo encontró y adquirió aproximadamente en 1963.15

Estos importantes libros, además de muchos otros sobre América Latina y Filipinas, pueden ser rastreados hasta los tiempos en que estuvieron en la casa de Bernardo Mendel en Bogotá. Esto es posible ya que en 1942, la Biblioteca Nacional de Colombia realizó la "Exposición del Libro",16 en la que diversas personalidades de la vida pública colombiana que también eran bibliófilos, expusieron sus ejemplares más valiosos. Entre la lista de expositores, que incluía entre otros, al ex presidente Eduardo Santos,17 a Luis Augusto Cuervo,18 a Enrique Uribe White,19 y a Camilo Mutis Daza,20 se encontraba la que ya era la biblioteca cuantitativa y cualitativamente mejor dotada de las exhibidas, la de Bernardo Mendel. Por ello puede decirse que ya era de conocimiento público la magnitud del valor cultural y patrimonial para Colombia de esta colección.

No deja de resultar curioso que en la lista de libros exhibidos por Mendel en 1942, se encuentren prácticamente todos los que luego pasarían a formar parte de la Sala Mendel en la Lilly Library. De los ejemplares expuestos se destacaban: "Quattuor navigationes"21 de Américo Vespucio, en edición de 1507, ejemplar del cual la Biblioteca Nacional hizo en 1942 una edición facsimilar a cargo del mencionado Enrique Uribe White;22 "Liber Geographiae" de Claudio Ptolomeo, en edición de 1511;23 "La Florida del Ynca"24 de Garcilaso de la Vega, en su primera edición de 1604; y un "Diálogo"25 de Galileo Galilei, de 1632 y que es la rarísima primera edición del libro que comenzó a escribir en 1624 llamado "Diálogo sobre las mareas" pero que por exigencia de los censores de la Iglesia Católica tuvo que cambiar a "Diálogo sobre los sistemas máximos".

Sin embargo y a pesar del reconocimiento público del valor patrimonial de su colección privada, cuando Mendel quiso donarla a la Biblioteca Nacional, el gobierno, quien debía decidir, dio un no como respuesta. El periodista y bibliófilo Mauricio Pombo cuenta que los gobiernos entre 1941 y 1948, entre los cuales figuró como Ministro de Educación Germán Arciniegas y como director de la Biblioteca Nacional a Enrique Uribe White, no recibieron la donación de la biblioteca Mendel, por considerar inaceptables las condiciones puestas por el donante: "(...) que el fondo llevara su nombre y que se le permitiera ser curador ad honorem de la colección".26 Condiciones apenas lógicas para una donación de este tipo. Pombo nos comenta que la decisión tenía como sustrato el hecho que no sería bien visto que un Fondo de la Biblioteca Nacional tuviera el nombre de un extranjero.

Salida del país de la Biblioteca Mendel y nuevas incorporaciones

En vista de lo anterior, Mendel sacó su biblioteca del país probablemente en 1952, cuando se fue definitivamente de Colombia con destino a Nueva York acompañado por su esposa Johanna Lenz27 y su hija Eva. Ya en Estados Unidos, enriqueció su biblioteca al adquirir la famosa librería-anticuario neoyorquina Lathrop C. Harper y la colección de más de 100 mil ítems de música folclórica y popular de Estados Unidos del coleccionista neoyorquino Saul Starr, todo lo cual vendió a la Lilly Library entre 1961 y 1970.

Además, entre 1962 y 1967, Mendel adquirió dos colecciones de manuscritos sobre América Latina: la primera, reunida por el anticuario peruano Jorge María Corbacho (1881-¿?) y la segunda, por el coleccionista bogotano Camilo Mutis Daza ("Mutis Daza Mss. [1568 - 1936]"), otro de los bibliófilos de la "Exposición del Libro". Gran parte de la colección de este último fue reunida por el historiador colombiano Eduardo Posada bajo encargo de Mutis Daza.28

Es bien sabido que tanto el fondo Corbacho como el Mutis Daza, que la Lilly Library conserva por separado,29 lo que aún se desconoce, es si el fondo Corbacho en algún momento estuvo en Colombia formando parte de la colección del bogotano Camilo Mutis Daza y por intermedio de éste fue adquirido por Bernardo Mendel. Muchos indicios podrían confirmar esta posibilidad.

El Fondo Corbacho

Jorge María Corbacho (1881-¿?), fue un importante anticuario limeño que reunió una valiosa colección de documentos, manuscritos e iconografía de Simón Bolívar que donó en 1924, al naciente Museo Bolivariano de Lima. Sin embargo, Corbacho no entregó al museo todos los documentos en su poder sino que conservó muchos de ellos, que luego terminarían haciendo parte del Fondo Corbacho en la Lilly Library.

Antes de llegar a Estados Unidos, el recorrido del Fondo Corbacho es desconocido. Lo único claro y de lo cual existe mención en el catálogo del Corbacho Mss., es que llegó como donación de Bernardo Mendel. Algunas pistas indican que los manuscritos conservados por Corbacho podrían haber sido comprados por el historiador colombiano Eduardo Posada, quien como sabemos, estaba reuniendo una colección de documentos históricos sobre la Gran Colombia para el coleccionista bogotano Camilo Mutis Daza, quien a su vez, los vendió a Bernardo Mendel. Posiblemente, dentro de estos documentos vendidos por Mutis Daza, estaba el Fondo Corbacho como un conjunto documental independiente, condición que perduraría incluso, luego de la adquisición de éste por la Lilly Library.

La única referencia que tenemos de la relación entre Corbacho y Posada aparece en el libro "Apostillas" (1926)30 , donde Posada cita las palabras que el abogado peruano José Domingo Choquehuanca ofreció a Simón Bolívar cuando éste llegó al Lago Titicaca en 1825. Estas palabras, inéditas en 1926, sólo podían ser consultadas en la colección de Jorge María Corbacho, ya que él poseía el manuscrito original. Por ello, podemos decir que Eduardo Posada conocía la colección de 139 documentos de Corbacho y pudo haberlos adquirido en Lima entre 1920 y 1942 (fecha de la muerte de Posada). Los documentos pudieron ser vendidos posteriormente a Mutis Daza, quien luego los vendería a Mendel. Por ello, se podría deducir que estos fondos vendidos por Mendel (Corbacho Mss. y Mutis Daza Mss.), aparentemente provenientes de fuentes diferentes (la Lilly Library no tiene documentos de procedencia), podrían tener el mismo origen en Posada y habrían estado en Colombia algunos años.

El conjunto documental de Camilo Mutis Daza

Reunido casi enteramente por Eduardo Posada, proviene de centenarias colecciones privadas colombianas (y de países vecinos) de la primera mitad del siglo XX. Incluye documentos relativos a la Gran Colombia, Perú y Bolivia, tales como: una carta fechada el 14 de agosto de 1819 enviada por Simón Bolívar al vicepresidente del Congreso sobre la victoria en la Batalla de Boyacá; un reporte que envía el general Sucre a Francisco de Paula Santander el 13 de diciembre de 1824 sobre los resultados de la Batalla de Ayacucho; una copia impresa de 1825 de la primera Constitución Política de Bolivia con correcciones manuscritas de Antonio José de Sucre; una carta de Bolívar a Manuelita Sáenz fechada el 13 de octubre de 1825; documentos relativos a las condiciones económicas y de educación en la Gran Colombia; manuscritos de Pablo Morillo (actualmente, muy pocos de sus manuscritos se conservan en nuestro país) y de nuestros próceres y escritores del siglo XIX como Francisco José de Caldas, José María Córdoba, Manuel Murillo Toro, Antonio Nariño, José María Obando, Daniel Florencio O'Leary, José Antonio Páez, Aquileo Parra, Eustorgio Salgar, Francisco de Paula Santander, Camilo Torres, Rafael Urdaneta y José María Vargas Vila, entre muchos otros.

Además de los fondos mencionados, resulta de gran interés para Colombia el "Illingworth Mss (1816 - 1880)", al parecer adquirido legalmente, por lo que no cabría ninguna reclamación y que fue reunido por Richard Stonhewer Illingworth (1797-1884), director durante treinta y dos años de St. John del Rey Mining (empresa minera con negocios en Colombia). Éste, reúne documentos relativos a sus explotaciones de cocoa, algodón, azúcar, tabaco, sal, oro, plata, cobre y esmeraldas en territorio nacional.

Hacia un proyecto de reclamación internacional

Independientemente de la negativa del Estado colombiano al momento de recibir la donación y de las motivaciones que tuviera Mendel para sacar su biblioteca de Colombia, existía una legislación que establecía no sólo la responsabilidad que el Gobierno debía asumir ante este tipo de legados, sino también el marco legal que impedía la venta y posterior salida del país de gran parte de los libros y documentos reunidos por Mendel en territorio nacional, legislación ignorada tanto por el Estado como por Mendel.

En este sentido, la venta en 1961 de la biblioteca Mendel a la Universidad de Indiana y la compra que posteriormente hizo Mendel de los fondos Corbacho y Mutis Daza para cederlos a la misma institución, se constituyen en una operación que podría calificarse como la más grande catástrofe a la cual ha sido sometido el patrimonio cultural colombiano durante el siglo XX y, por cierto, uno de los sucesos menos documentados. Este caso sólo es comparable patrimonialmente hablando, a lo ocurrido con el Tesoro de los Quimbayas: 122 piezas de orfebrería precolombina que fueron regaladas en 1892 por el Gobierno colombiano a la reina María Cristina de España.31

Aunque muchos de los libros de la biblioteca Mendel fueron adquiridos en Europa y Nueva York, ciudad donde compró la colección completa de la librería-anticuario Lathrop C. Harper, puede decirse que otra gran parte de su biblioteca fue comprada minuciosa y sostenidamente a centenarias colecciones particulares, conventos e iglesias de Colombia (y otros países vecinos, como parece quedar demostrado) durante los 24 años de estadía en Colombia, con un presupuesto para adquisiciones superior al de todo el aparato cultural nacional de la época y con el apoyo, y conocimiento, de intelectuales colombianos de aquellos tiempos.

Aún se desconoce si estos libros y manuscritos fueron sacados de Colombia legal o clandestinamente, ello que requeriría una mayor investigación. En lo que sí hay certeza, es que para la época existía la Ley 47 de 1920 (su Decreto Reglamentario es del 24 de junio de 192232 ), muy poco conocida y documentada, por medio de la cual el Congreso de Colombia decretaba que "(...) es prohibido sacar del territorio nacional, sin los mismos permisos dictámenes y condiciones, papeles, documentos o libros de archivos, museos o bibliotecas de propiedad privada, si dichos papeles, documentos o libros tienen interés histórico o son de alguna importancia para el Estado".33

Además, existía la Ley 14 de 1936, por la cual el Estado se adhirió al tratado sobre protección de muebles de valor histórico y que consideraba como monumentos nacionales a las "Bibliotecas oficiales y de instituciones, las bibliotecas particulares valiosas tomadas en su conjunto, los archivos nacionales y colecciones de manuscritos oficiales y particulares, de alta significación histórica".34 En el caso del Fondo Mutis Daza, incorporado a la Lilly Library entre 1962 y 1967, existía además la Ley 163 de 195935 , que impedía este tipo de transacciones internacionales salvo las excepciones planteadas, que no cobijarían los fondos mencionados.

Curiosamente, parecen no existir registros de mediados del siglo XX, relativos a la exportación de los anteriores conjuntos documentales y bibliográficos, ni en los archivos del actual Ministerio de Cultura ni en el Archivo General de la Nación. Más curioso aún es que ni siquiera la Lilly Library conserve documentos de exportación desde Colombia que avalen la legalidad de la transacción. Como expresó Becky Cape, Jefe de Referencia y Servicios al Público de la Lilly Library, ante la pregunta sobre la procedencia de las colecciones donadas por Mendel: "Mr. Mendel purchased the Camilo Mutis Daza collection for the Lilly Library from Mutis Daza himself sometime between 1962 and 1967. We do not have information about the provenance of the collection earlier than that. We also do not have records concerning the importation of the collection".36

Sobre el valor de los archivos, es importante recordar la declaración de la UNESCO de 1976: "Los archivos constituyen un componente esencial del patrimonio de toda comunidad nacional. No sólo representan un testimonio del proceso de desarrollo histórico, cultural y económico de todos los países y constituyen la base sobre la cual se asienta su identidad nacional, sino que también ofrecen importantes documentos que posibilitan a cada ciudadano individual la reivindicación de sus derechos".37

Aunque el caso de Colombia no es tan dramático como el de Bhután o Nigeria, países cuya casi totalidad de archivos se encuentra en poder de sus antiguos conquistadores, vale la pena recordar que más allá de su valor histórico, los archivos contienen datos de uso práctico sobre la geografía, explotaciones minerales o asuntos jurídicos. Como nos dice Paczensky, "Un Estado que se ve despojado de sus archivos tiene que reconstruirlos trabajosamente, dedicando mucho tiempo y dinero, lo que constituye un grave inconveniente para un país pobre y asolado por la guerra".38 En este sentido y para poner un ejemplo, no es entendible el valor que puede tener en Bloomington, una pequeña ciudad en la mitad de América del Norte, documentos relacionados con "adquisiciones, exhibiciones, dignatarios visitantes, personal y salarios"39 del siglo XIX colombiano, documentos de uso práctico y que encontrarían una mayor coherencia en el archivo institucional del Museo Nacional.

Otros manuscritos como el tratado original entre Colombia y España por medio del cual Bolívar llegó a un acuerdo con Pablo Morillo para la humanización de la guerra, 40 resultan esenciales para el estudio de los orígenes del derecho de guerra en Colombia (situación cuyos actores han cambiado pero que aún sigue vigente). Este documento se constituye en uno de los eslabones del proceso de deshumanización de la Guerra que vive Colombia desde su propia formación como República.

Así como se ha pensado iniciar una reclamación ante el gobierno español por el Tesoro de los Quimbayas, conservado en el Museo de América de Madrid, debería considerarse la posibilidad, luego de una investigación más profunda, de una reclamación internacional (de los documentos y libros que se establezcan convenientes) a la Lilly Library. Pero además de las reclamaciones posibles, queda una lección: no haber puesto al servicio de la cultura nacional todo el poder económico de un empresario culto. ¿Qué tal si ese dinero que invirtió Mendel en colecciones de música, libros antiguos y obras de arte, en vez de haber pasado a manos de la sobre financiada Universidad de Indiana se hubiera puesto a disposición del incipiente aparato cultural colombiano de aquellos tiempos? Sólo podríamos especular sobre ello, pero tal vez nuestra Biblioteca Nacional sería una de las más importantes a nivel mundial en lo que a estudios latinoamericanos se refiere. Pero más allá de lamentarse por lo ocurrido hace ya medio siglo, lo importante es que no vuelva a cometerse el mismo error.

Un tesoro en los Andes: la biblioteca de Nicolás Gómez Dávila

Puede afirmarse que a Nicolás Gómez Dávila (1913-1994) se le conoce por tres motivos: por haber sido un pensador reaccionario, por sus series de escolios y por su biblioteca particular. Tal fue la importancia de ésta última que si no hubiera existido, probablemente Colombia no habría tenido uno de sus más grandes pensadores.

La biblioteca Gómez Dávila se constituye actualmente en la mayor biblioteca privada no sólo de Colombia sino de América Latina y a pesar del fallecimiento de su dueño en 1994, sus libros aún recorren un camino incierto.

La Biblioteca

Luego de un accidente jugando polo, Nicolás Gómez Dávila se encerró en su biblioteca desde los 23 años. A ella consagró su tiempo, su mente y su fortuna. Estaba ubicada en el lugar más privilegiado de su casa al norte de Bogotá (diseñada por el arquitecto Pablo de la Cruz) y por ella es recordado casi unívocamente por biógrafos, familiares y amigos, al punto que su biografía estaría incompleta sino se hiciera mención de la misma. Sobre ésta, visitantes extranjeros como el historiador Arnold Toynbee, llegaron a decir que posiblemente se trataba de la "biblioteca privada más importante del mundo".41

Pero su valor principal no está sólo en las raras ediciones que poseía, también, como recuerda su hija Rosa Emilia, fue una biblioteca en la cual se vivió: "Llegábamos después del colegio, botábamos las maletas al piso y en cuatro patas hacíamos las tareas. Desde que me acuerdo, las paredes estaban cubiertas de libros. Y cuando se llenaron los estantes con dos o tres filas de libros y libros superpuestos, mi papá invadió otros espacios de la casa: primero una habitación, luego la mansarda. Su biblioteca era su mundo. Ahí vivía, leía, escribía, se reunía con sus amigos. Cuando se enfermó bajamos su cama a la biblioteca. Murió entre sus libros".42

El Fondo Gómez Dávila, resultado de su "programa de adquisiciones" personal, se nutría de lo mejor de la filosofía universal de todos los tiempos, sin por ello despreciar la teología, la historia, la literatura, las ciencias y en general, las humanidades. Al morir en 1994, su biblioteca, enriquecida durante más de sesenta años, acumulaba más de treinta mil libros y nunca dijo a sus hijos que hacer con ellos. Estaban las mejores ediciones posibles (no siempre las primeras) en sus idiomas originales (no creía en las traducciones). Por ello, no es difícil encontrar libros en griego, latín, italiano, alemán, portugués y francés (su idioma preferido). Gómez Dávila compró una gramática danesa para leer a Kierkegaard y se lamentaba de no haber aprendido ruso para leer a Tolstoi. En su biblioteca, sólo el diez por ciento de sus libros se encuentra en español.

Gracias al inventario43 realizado durante casi dos años por sus hijos después de la muerte de Gómez Dávila, se evidencia la riqueza de sus ejemplares: 143 volúmenes con toda la obra de Goethe, 28 textos inéditos de Rousseau, miles de libros de autores como Aristóteles, Platón, Anaxímenes, Tales de Mileto, Anaxágoras, Séneca, Santo Tomás de Aquino, Espinosa, Kant, Schopenhauer, Heidegger, Kierkegaard, Hegel, Engels, Marx, Nietszche, entre muchos otros, en sus mejores ediciones, incluyendo las primeras.

La literatura estaba presente con la obra completa en espléndidas ediciones príncipes de autores como Cervantes, Lope de Vega, Shakespeare, Víctor Hugo, Paul Valéry, Marcel Proust, Stephan Mallarmé, Julio Verne, Bertolt Brecht, Thomas Mann y James Joyce. De literatura latinoamericana no poseía casi nada, ninguno de los autores del boom estaba representado, ni siquiera García Márquez. Sólo dos libros de Cortázar y dos de Borges, además de algunas obras de sus amigos colombianos Álvaro Mutis y Juan Gustavo Cobo Borda, quien también posee una espléndida biblioteca que no debe perderse de vista.

Gómez Dávila conservaba además, piezas tan importantes como varios incunables italianos, españoles y flamencos; 500 tomos de la patrología griega y latina; la edición de 1550 de las Opere, de Nicolás de Maquiavelo; una Biblia en latín de 1551 y la Biblia Sacra Veteris de 1558; una edición de 1552 con las obras de Petrarca, y la segunda edición del Diccionario de la Lengua Castellana de 1726, entre muchos otros.44

En este sentido, vale la pena anotar que parece no existir una sola biblioteca particular en Colombia (tal vez con excepción del Fondo Ungar), con características cualitativas o cuantitativas parecidas. Por ello, a mediados de los años noventa, Planeación Nacional reservó 400 millones de pesos para la adquisición de esta colección, sin embargo, a la familia le pareció muy baja la oferta negándose a venderla por menos de 1200 millones de pesos, prefiriendo conservar la biblioteca un tiempo más.45 Ahora que ha resurgido el pensamiento de Gómez Dávila gracias a la reedición de su obra hecha por Benjamín Villegas y al aprecio de sus colegas no sólo colombianos sino también alemanes, italianos y franceses, han surgido varias universidades extranjeras que demuestran interés por adquirir este fondo, sin embargo la familia aún no se decide por ninguna oferta, tal vez a la espera de una decisión oportuna del Estado colombiano.

Sería un error y una gran pérdida para el patrimonio cultural colombiano, que lo sucedido con la Biblioteca Mendel volviera a repetirse. La Biblioteca Gómez Dávila ha estado en el país ya casi ochenta años; el filósofo murió en 1994 y luego de doce años, la biblioteca recorre un camino incierto. La iniciativa del Estado, al parecer, ha sido poca. Al ser consultado el Ministerio de Cultura sobre la Biblioteca Gómez Dávila, no hubo una respuesta directa, salvo que si necesitábamos información sobre la misma, debíamos preguntar a los herederos de la colección.46

Pero como la nación es conformada por sus habitantes y ellos también tienen capacidad de tomar iniciativas en defensa del patrimonio cultural, se podría pensar en la posibilidad de desarrollar una Acción Conjunta Estado-Nación para la adquisición de este valioso patrimonio, más ahora que Bogotá ha sido declarada por la UNESCO como Capital Mundial del Libro 2007 e iniciativas de este tipo encontrarían legitimidad, visibilidad y apoyo entre nacionales y extranjeros.

A modo de conclusión: hacia una acción conjunta entre Estado y nación para incorporar la biblioteca Gómez Dávila al patrimonio cultural público

Un primer paso, podría ser declarar la biblioteca Gómez Dávila como Bien de Interés Cultural para Bogotá o incluso, como Bien de Interés Cultural de Carácter Nacional. Seguramente se trataría de la primera colección privada colombiana con esta declaratoria. Recordemos que muchos bienes públicos muebles e inmuebles han sido incorporados en esta lista, como es el caso de la Biblioteca Nacional, cuyo edificio y colecciones de libros raros obtuvieron la declaratoria gracias al decreto 287 de 1975; y, más recientemente, el Museo del Oro (edificio y colecciones). Las leyes no impiden, al contrario, abren la posibilidad de este tipo de declaratorias para fondos bibliográficos o documentales privados, como el Decreto 4124 del 10 de diciembre de 2004, que permite que colecciones de documentos privados de significación histórica sean nombrados patrimonio cultural.

En caso de efectuarse la declaratoria, además de incrementar el patrimonio, se ayudaría a la familia Gómez Dávila a solventar los gastos de mantenimiento de la colección, ya que la Ley 397 de 1997 en su artículo 56, establece una deducción impositiva de los gastos de mantenimiento y conservación en los cuales incurran los propietarios de bienes de interés cultural nacional.

Un segundo paso, sería establecer qué entidad podría hacerse cargo del fondo. La baraja sólo plantea dos claras posibilidades: la Biblioteca Nacional de Colombia y la Biblioteca Luis Ángel Arango de Bogotá, las dos únicas grandes bibliotecas patrimoniales de Colombia. La incorporación del Fondo Gómez Dávila a cualquiera de las dos, ayudaría a complementar sus propias colecciones. Aunque la Biblioteca Nacional debería ser la depositaria por excelencia esta colección, valdría la pena saber si ésta tiene actualmente la capacidad de incorporar, gestionar y conservar, de un solo tajo, un fondo de más treinta mil volúmenes valiosos como es el de Gómez Dávila; más aún teniendo en cuenta las limitaciones de espacio y presupuesto de dicha institución, que por cierto, son las mismas limitaciones que le han impedido adquirir la mencionada biblioteca, aún siendo responsable legal del patrimonio bibliográfico público y privado de la Nación. En este sentido, surge la posibilidad de la Biblioteca Luis Ángel Arango, financiada por el Banco de la República y que tiene una larga tradición en recepción y mantenimiento adecuado de legados bibliográficos, arqueológicos, artísticos e históricos. En cualquiera de los dos casos, se bautizaría un fondo especial con el nombre de Nicolás Gómez Dávila.

El tercer paso, sería una acción conjunta nación-Estado con el objetivo de conseguir el dinero necesario para la incorporación de estas colecciones a nuestro patrimonio. En este proceso, lo ideal sería vincular a la empresa privada, a organismos de cooperación internacional, a Conexión Colombia y a la ciudadanía en general, a través de la realización de donaciones que, en conjunto, permitan adquirir la Biblioteca Gómez Dávila para la nación. La campaña, cuya donación básica estaría por definir, sería el equivalente a lo hecho en Perú para construir su Biblioteca Nacional, en donde a fines de los noventa, se inició la campaña llamada "Un Sol por la Biblioteca Nacional". De sol en sol se reunió todo el dinero necesario para construir y dotar el nuevo edificio de la Institución, inaugurado hace casi un año por el ex presidente Alejandro Toledo.

El cuarto paso, luego de la eventual incorporación de la Biblioteca Gómez Dávila, serían acciones conmemorativas en torno al filósofo como una exposición temporal con las mayores joyas bibliográficas de la colección. Con todo lo anterior, no sólo se garantizaría que el Fondo Gómez Dávila se incorporase al patrimonio cultural sino que tanto su memoria como su legado fueran más conocidos.

 

CITAS BIBLIOGRAFICAS

* Artículo de reflexión derivado de la investigación sobre patrimonio cultural colombiano en peligro, titulada Museo Imaginario del Arte en Colombia, desarrollada por el autor en la Universidad Nacional de Colombia, Bogotá, Colombia.

1. Carta Quinta del viajero L.R. Santafé de Bogotá, 19 de febrero de 1804. Diario Político de Santafé de Bogotá. 27 de noviembre de 1810, no. 27. Citado en: HERNÁNDEZ DE ALBA, Guillermo y CARRASQUILLA BOTERO, Juan. Historia de la Biblioteca Nacional de Colombia. Bogotá: Instituto Caro y Cuervo, 1977, p. 301.

2. El patrimonio documental se compone de los manuscritos, textos en medio magnético, mecanografiados e impresos de circulación restringida, con valor histórico, científico, literario o artístico, procedentes de las oficinas del Estado, de la Iglesia, de entidades o de particulares, y con algún valor en el proceso de reconstrucción de la memoria de la nación que los produjo. Las entidades encargadas de su preservación son los archivos.

3. CABARCAS ANTEQUERA, Hernando. El conjuro de los libros: La Biblioteca de Cervantes en la Biblioteca Nacional de Colombia. Bogotá: Biblioteca Nacional, 1997, 98 p.

4. A través de los catálogos de las bibliotecas nacionales de América Latina, podemos confirmar que la Biblioteca Nacional de Brasil, tiene casi 1500 incunables universales (incluyendo dos ejemplares de la Biblia de Gutemberg); la de México tiene 168, la de Chile 37, la de Colombia 48 y la Luis Ángel Arango, también de Colombia, 32, la de Argentina 21 y la de Venezuela 5.

5. De bibliómanos y bibliófilos: Las colecciones y los fondos bibliográficos privados son hoy por hoy la mayor fuente de nutrición de las bibliotecas públicas [Entrevista a Jorge Orlando Melo]. Revista Cambio, Jun. 26 de 2000, no. 366, p. 74.

6. Se busca un lector: La biblioteca de Nicolás Gómez Dávila, la más importante de Colombia, enfrenta una paradoja: nadie la lee. Semana, Nov 30 de 1998, no. 861.

7. Especializada en música y con varios cientos de autógrafos de grandes compositores europeos.

8. ÁLVAREZ RENDÓN, Beatriz. Ricardo Rendón en el Diario La República: 1921 - 1923. Donación Alfonso Villegas Restrepo. Bogotá: Banco de la República, 2005, 68 p.

9. SAMPER ORTEGA, Daniel. Último informe del director de la Biblioteca. En: Biblioteca Nacional. La Biblioteca Nacional y su Exposición del Libro. Bogotá: Editorial ABC, 1940, p. 49.

10. PERRY, Oliverio: Quién es quién en Venezuela, Panamá, Ecuador, Colombia. Con datos recopilados hasta el 30 de junio de 1952. Bogotá: Editorial Argra, 1952, p. 830.

11. INDIANA UNIVERSITY, LILLY LIBRARY. The Bernardo Mendel Collection: an exhibit. Dedication of the Mendel Room. Bloomington: Indiana University Library, 1964, 83 p.

12. HARRISE, Henry. Biblioteca Americana Vetustisima: a description of works relating to America, published between the years 1492 and 1551. New York: Geo P. Philes, 1866.

13. Un ejemplar de esta primera edición es conservado en la Sala de Libros Raros y Manuscritos de la Biblioteca Luis Ángel Arango, adquirido muchos años después de la salida del país de la biblioteca Mendel.

14. Existe un ejemplar de esta edición en la Biblioteca Nacional de Colombia en Bogotá.

15. INDIANA UNIVERSITY, LILLY LIBRARY, Op. cit. p. 37.

16. BIBLIOTECA NACIONAL DE COLOMBIA, editor. Exposición del Libro: Biblioteca Nacional. Bogotá: 26 de junio a 26 de agosto de 1942. Bogotá: Biblioteca Nacional, 1942, 80 p.

17. Donó su biblioteca a la Biblioteca Nacional, a la Academia de Historia y al Museo Nacional de Colombia, que además recibió su colección de iconografía de la independencia.

18. Luis Augusto Cuervo, Alcalde de Bogotá en 1929, vendió su biblioteca a la Luis Ángel Arango unos años más tarde.

19. Su biblioteca privada también fue comprada por la Luis Ángel Arango. Era director de la Biblioteca Nacional en la fecha de realización de esta exposición.

20. Sobre su biblioteca escribiremos más adelante. Donó al Museo Nacional de Colombia, en los años sesenta, dos óleos de arcángeles atribuidos al pintor español Francisco de Zurbarán y vendió a la Luis Ángel Arango, algunos de sus incunables.

21. VESPUCCIUS, Americo. Quattur navigationes. Lyon: Saint Die, 1507. 31 folios.

22. URIBE WHITE, Enrique (Prólogo y traducción). Cartas de Vespucio: texto latino de 1507; texto italiano de 1506. Bogotá: Biblioteca Nacional, 1942; 221 p. En el prólogo de este libro, Uribe White dedica la edición al Presidente de la República Alfonso López, al Ministro de Educación Absalón Fernández de Soto y al señor Samuel Elliot Morrison; pero a Bernardo Mendel, propietario del ejemplar y quien lo prestó para la edición facsimilar, sólo lo menciona brevemente en la introducción.

23. PTOLOMAEUS, Claudius. Liber Geographiae cum Tabulis et Universali figura (...). Venecia: Jacobus Pentius de Leuccho, 1511; 62 folios. Además, fueron expuestos seis libros de Claudio Ptolomeo fechados entre 1511 y 1605.

24. VEGA, Garcilaso de la (El Inca). La Florida del Ynca. Lisboa: Pedro Crasbeeck, 1604; 365 folios.

25. GALILEI LINCEO, Galileo. Dialogo... dove ne i congrssi di quattro giornate si discorre sopra i due massini sistemi del mondo tolemaico e copernicano. Florencia: Gio. B. Landini, 1632; con ex libris del impresor.

26. POMBO, Mauricio. La biblioteca de Bernardo Mendel: Agua pasó por aquí... La Tadeo, 2001, no. 65, p. 97 - 98.

27. Johanna Lenz nació y fue educada en Viena. Se casó en 1922 con Bernardo Mendel y en 1933 tuvo en Bogotá a su hija Eva. Murió en 1997 a los 102 años de edad. Además de su patrocinio a la Biblioteca Lilly, hizo grandes contribuciones a la Escuela de Música de la Universidad de Indiana como miembro de la Sociedad de Amigos y patrocinó numerosas becas para estudiantes. Antes de su muerte, ella estableció el "Bernardo and Johanna Mendel Graduate Scholarship for graduate students in voice".

28. LANG, Elfrieda y otros. Manuscritos Latinoamericanos en la Biblioteca Lilly, Universidad de Indiana. Bloomington: s. n., s. f. p. 45 (Páginas no numeradas consecutivamente).

29. Ibíd.; p. 45 [Lang afirma: "La adquisición de esta colección fue posible solamente después de asegurársele al señor Camilo Mutis Daza que la colección se mantendría unida y se le reconocería como el donante"].

30. POSADA, Eduardo. Apostillas. Bogotá: Imprenta Nacional, 1926, 454 p. El discurso de Choquehuanca está en las páginas 394-395. Posada hace referencia a la colección Corbacho al decir: "Magnífico es el servicio que presta a los investigadores de las viejas glorias de América esa colección del distinguido peruano, y con ella se habrán de consignar nuevas páginas en el áureo libro de su historia" (p. 395).

31. Un buen libro que documenta este hecho es: GAMBOA HINESTROSA, Pablo. El Tesoro de los Quimbayas. Historia, Identidad y Patrimonio. Bogotá: Planeta, 2002, 228 p.

32. HERNÁNDEZ DE ALBA, Guillermo. Op. cit., p. 335.

33. Ley 47 del 30 de octubre de 1920. En: BOHÓRQUEZ, José Ignacio. Legislación Bibliotecaria Colombiana 1821 - 1960. Medellín: Editorial Universidad de Antioquia, 1963, p. 287.

34. Legislación Bibliotecaria. Biblioteca Nacional de Colombia. [en línea]. Disponible en Internet: http://www.bibliotecanacional.gov.co/legislacion.htm [Consulta: 23 de octubre de 2006].

35. Su Decreto Reglamentario es el 264 de 1963.

36 Respuesta de Becky Cape, Jefe de Referencia y Servicios Públicos de la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana. Fecha: Viernes 21 de octubre de 2005. "El Señor Mendel compró la colección Camilo Mutis Daza para la Lilly Library del mismo Mutis Daza en algún momento entre 1962 y 1967. No tenemos información sobre la procedencia de la colección antes de ellos. Tampoco tenemos registros relativos a la importación de la colección [Mendel]"

37 Declaración de la UNESCO sobre Archivos, 1976. Citado en: PACZENSKY, Gert von. Nefertiti quiere volver a casa: los tesoros del tercer mundo en los museos de Europa. Barcelona: Planeta, 1985, p. 126.

38 Ibíd.; p. 126.

39 LANG. Colombia, Op. cit., p. 6 (Cada país tiene su propia numeración).

40 Ibíd., p. 44

41. Citado por: MOLANO GUZMÁN, Rafael. La pasión por los libros. Nicolás Gómez Dávila. Revista Diners, Abr. 1997, p. 58.

42. GÓMEZ, Rosa Emilia. Entrevista. El Tiempo, Bogotá, Mar 4 de 2006.

43. Se busca un lector… Op. cit.

44. MOLANO GUZMÁN, Rafael. Op. cit., p. 58 - 59.

45. De bibliómanos y bibliófilos… Op. cit., p. 72 - 73.

46. Respuesta del Ministerio de Cultura. Bogotá, 22 de septiembre de 2005.

 

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