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Revista Interamericana de Bibliotecología

Print version ISSN 0120-0976

Rev. Interam. Bibliot vol.38 no.2 Medellín May./Aug. 2015

https://doi.org/10.17533/udea.rib.v38n2a05 

INVESTIGACIÓN

DOI 10.17533/udea.rib.v38n2a05

¿Se está transformando la lectura y la escritura en la era digital?

Is Reading and Writing Being Transformed in this Digital Age?

José Antonio Cordón García*; A. Olivia Jarvio Fernández**

* Doctor en Documentación por la Universidad de Salamanca España. Profesor Titular de la misma universidad en el Departamento de Biblioteconomía y Documentación. Director del Master de edición del Grupo Santillana. Miembro del Consejo ejecutivo del Instituto de Historia del Libro y de la Lectura. Director de la revista Plegos de Yuste y Miembro de e-book Universidad. Representante de la U. de Salamanca en la Red Internacional de Universidades Lectoras. jcordon@usal.es

** Doctora en Ciencias de la Documentación y la Información por la Universidad de Salamanca España. Profesora de licenciatura y posgrado en la Universidad Veracruzana (UV), México. Coordinadora de la Especialización en Promoción de la Lectura y del Programa Universitario de Formación de Lectores de la misma universidad. Representante de la UV en la Red Internacional de Universidades Lectoras. ojarvio@uv.mx

Recibido: 2014-01-27 / Aceptado: 2014-12-18


RESUMEN

En este artículo se presenta una cronología del desarrollo de los soportes de lectura y escritura. Se analizan los cambios así como el impacto en las relaciones sociales y comunicativas. Debido al desarrollo tecnológico, la etapa actual se considera determinante, por lo que se hace una revisión sobre las nuevas prácticas de lectura y escritura. Derivado de esta revisión se concluye que no tenemos elementos contundentes que permitan sostener la posible desaparición del libro impreso, pero sí se puede hablar de la aparición de nuevas formas de leer y escribir.

Palabras clave: soportes de lectura, libro electrónico, lectura analógica, lectura digital.

Cómo citar este artículo: Cordón, J. A., & Jarvio, A. O. (2015). ¿Se está transformando la lectura y la escritura en la era digital? Revista Interamericana de Bibliotecología, 38(2), 137–145. doi: 10.17533/udea.rib.v38n2a05


ABSTRACT

In this article, we present a chronology of the development of items that support reading and writing. The paper analyzes changes as well as the impact on social communicative relations. As a result of technological development, a current stage deemed determining, we make a revision of new reading and writing practices. From this revision, we conclude that we do not have forcible items that allow us to support the possible disappearance of printed books, yet we can speak of the rise of new ways to read and write.

Key words: back up for reading, e-books, analogical reading, digital reading.

How to Cite this Article: Cordón, J. A., & Jarvio, A. O. (2015). Is Reading and Writing Being Transformed in this Digital Age? Revista Interamericana de Bibliotecología, 38(2), 111–120. doi: 10.17533/udea.rib.v38n2a05

1. Introducción

La era actual está caracterizada porque muchos de los seres humanos usan, en una amplia diversidad de sus actividades cotidianas, herramientas tecnológicas, particularmente las de las telecomunicaciones y la informática: correo electrónico, chat, mensajes SMS, blogs, videoconferencias, redes sociales, videojuegos, entre otros.

El desarrollo de la tecnología no respeta tiempos y la velocidad con que avanza no tiene límites. Ejemplo de ello es la tendencia ascendente de un gran número de personas que integran a su vida cotidiana Internet, particularmente, es numerosa la demanda de conectividad por el acceso inalámbrico a edades cada vez más tempranas.

El vértigo de una era digital como la actual implica transformaciones en las relaciones sociales, culturales y económicas, así como cambios en las formas comunicativas posibilitadas por el desarrollo de la tecnología y en los soportes o instrumentos utilizados. La pantalla está sustituyendo al papel y el teclado al lápiz, lo que ha modificado la estructura habitual del texto y su lectura respecto del impreso.

Sin embargo, existen muchos obstáculos que impiden que esto se generalice a todas las naciones. El dinamismo del desarrollo tecnológico, ofrece una continua evolución y surgimiento de nueva tecnología, y son los países que la producen –los altamente desarrollados– los que por consiguiente se encuentran en los primeros lugares en la escala de su uso. Esto quiere decir que el impacto tecnológico subyace a las condicionantes intrínsecas de cada país, donde las socioeconómicas preexistentes figuran muchas veces como determinantes. Este uso desigual es multifactorial, no obstante existe un avance notable en cuanto a la incorporación de cierta tecnología como es la telefonía celular, que a diferencia de otros soportes tecnológicos, su penetración ha abarcado no solo a los países desarrollados sino también a los emergentes.

El presente texto tiene como objetivo exponer las metamorfosis comunicativas y técnicas observadas en la actualidad, así como realizar una breve cronología de cómo a partir de la aparición del Proyecto Gutenberg se han desarrollado una serie de soportes de escritura y lectura que han cambiado sustancialmente lo que hasta hoy se conocía como leer y escribir.

No se pretende dar conclusiones –porque no habría forma de sustentarlas–. Además, ninguna predicción pesimista ha influido en la desaparición de la fuente de información más usada y con más historia de la humanidad: el libro. Lo que sí ha sucedido son transformaciones, metamorfosis y adaptaciones a los tiempos. El libro se ha incorporado plenamente a las nuevas fuentes de información convirtiéndose en vehículo de transmisión del pensamiento cada vez más integrado y más social.

2. Inicio de una era

En 1971 un estudiante de la Universidad de Illinois consiguió una cuenta de usuario en el centro de cómputo de la universidad, a su vez, obtuvo en una tienda de comestibles una copia de la Declaración de Independencia de los Estados Unidos de América y la transcribió en un teletipo pero no pudo transmitirla por correo como pretendía, así que decidió codificarla en ASCII para descargarla después: el estudiante era Michael Hart y de tal anécdota nació el primer libro digital o electrónico.

Ese fue el inicio del Proyecto Gutenberg (Cordón, Gómez, y Alonso 2011), cuyo objetivo era universalizar las obras disponibles de manera gratuita para un gran público, lo cual se cumplió gracias a la aparición de Internet, la Web y el primer navegador desarrollado en la década de los noventa. El Proyecto Gutenberg no sólo se circunscribió a la digitalización de un gran número de libros para ponerlos a disposición del público, sino que además sirvió de modelo para otras iniciativas de creación de bibliotecas digitales.

En ese mismo año, pero en Silicon Valley, California, en la acera de una calle, se estaba gestando una amistad que revolucionaría el mundo: dos jovencitos compartían historias sobre las bromas que habían gastado a sus compañeros y sobre el tipo de diseños de electrónica que habían elaborado. No sólo compartían interés por las computadoras, sino también por la música. Eran Steve Wozniak y Steve Jobs. Hoy se sabe que de esa relación surgió el primer ordenador personal y las Macintosh, las cuales impulsaron la revolución de las computadoras personales y popularizaron las gráficas de usuario. Años después, Jobs fue el creador de la animación digital de Toy Story, de las tiendas Apple, del iPod, del iPhone, del iPad, así como de la tienda iTunes, misma que resucitó la industria discográfica, y de la App Store que dio origen a una nueva industria de creación de contenidos (Isaacson, 2011).

Los dos, Michael Hart y Steve Jobs, mueren en 2011: el primero, a la edad de 60 años; Steve Jobs, a la edad de 56. Ambos eran muy jóvenes cuando iniciaron este camino y ambos pudieron comprobar cómo sus ideas cambiarían las prácticas de lectura y escritura que darían lugar a una nueva era en comunicación y tecnología.

Ellos no eran los únicos, pero sí los que marcaron la pauta para el desarrollo posterior de los teléfonos inteligentes o Smartphones, de las tabletas, de los ebooks, así como de los modelos de negocios asociados. Esta confluencia tecnológica modificó a su vez los hábitos de consumo, cada vez más proclives a las pantallas de todo tipo, y las formas de comunicación, como la que se observa en las redes sociales.

El libro tal y como es conocido desde hace más de 500 años ha visto su transformación de una forma acelerada. Fueron primero las obras de referencia –las enciclopedias y diccionarios– las que iniciaron el camino de la digitalización que hoy es predominante. Después le siguieron las revistas científicas y los periódicos, hasta que esta revolución alcanzó a los libros. Tan sólo en 2012, grandes empresas como Amazon y Barnes & Noble informaron haber vendido por primera vez más libros electrónicos que impresos.

Consecuencia de lo anterior, se habla de mutaciones en la lectura, escritura y aprendizaje que el historiador Roger Chartier (2005) abrevia de la siguiente manera:

  • Una editorialización de la web donde predomina una lectura fragmentaria, menos lineal, menos profunda, pero más extensiva y donde son de gran importancia las derivaciones multimedia.
  • Una lectura social, comentada, compartida en las redes sociales, enriquecida por la escritura de los lectores contribuyentes.
  • Una lectura conectada debido al desarrollo del cloudcomputing (computación en nube), nueva forma de alojar los programas, archivos o sistemas operativos que gobiernan las máquinas.
  • Una mutación de los dispositivos de lectura que se pueden agrupar en computadoras o notebook, lectores de tinta electrónica, Smartphones y tabletas, así como tecnologías de almacenamiento.
  • Una mutación en el mercado del libro. Aparecen grandes grupos que responden a los procesos de la economía digital y que propician la difusión multicanal y multisoporte. Los nuevos grupos provienen del exterior del mercado del libro pero modifican las prácticas habituales de este. Ante la tradicional industria del libro, aparecen empresas como Google, Amazon y Apple, las cuales enfrentan poca resistencia al cambio.
  • Se articulan nuevos modelos de consumo nómadas basados en la movilidad, la conectividad y la descarga (Cordón, 2011).

Los planteamientos esbozados por Roger Chartier (2005) engloban de forma general los cambios de los que el mundo está siendo testigo.

3. Editorialización de la Web

El libro electrónico ha reducido la distancia espaciotemporal entre el texto y su receptor, pues incorpora gran parte del proceso comunicativo, donde adquieren protagonismo los protocolos de control y difusión del texto escrito, es decir, los textos adquieren una dimensión social. Esta nueva forma de comunicación Kerckhove (2010) la denomina inteligencia conectada o mente aumentada, y la describe como multiplicar las capacidades mentales de varios individuos reunidos en un periodo de tiempo determinado dentro de un marco coherente, permitiendo nuevas formas de pensar basadas en la interdependencia.

El libro está mutando de ser un contenedor de textos a una interfaz compartida que ocupa otros espacios como los blogs o el intercambio de información a través de plataformas como Open Bookmarks. De esto deviene la socialización de la autoría, la producción y la lectura. Así, la lectura social impacta la estructura del mercado del libro digital y del mercado global.

4. Lectura analógica y lectura digital

Ante la creciente utilización de los soportes electrónicos, puede hablarse de una lectura y escritura en estos nuevos medios distinta a la tradicional. Al compararlas, Alberto Manguel (2005) establece que la lectura tradicional ''es lenta, profunda, individual, exige reflexión'' (p. 12). Explica que una obra literaria requiere de su propio tiempo y espacio a diferencia de la lectura digital. Esta última es superficial y muy eficaz para la búsqueda de información, aunque cuestiona que también se le denomine lectura.

La hoja blanca de papel ha sido sustituida por una pantalla que a su vez no es una página, es sólo texto blando y móvil percibido. Los textos digitales son etéreos; la facilidad con la que desaparecen es aún una tarea no resuelta que plantea la paradoja de cómo preservar la información relevante en el futuro. En cambio, el libro impreso aparte de su discurso incluído es una obra integral que conjunta la estética con el objeto; que puede manipularse. Es precisamente esta materialidad lo que sustenta la defensa de la preeminencia del libro impreso sobre el digital, además de que garantiza el resguardo de la información, y es ahí donde, como lo establece Chartier (2000), la biblioteca juega un importante papel al garantizar la conservación del libro impreso.

La organización textual en la pantalla cambia la prosa lineal por una hipertextual (una de sus principales características). Esto último permite la conjunción de una serie de documentos, dentro del mismo texto, conectados entre sí con enlaces que el usuariodefine cómo manejar, lo cual conduce a una lectura a saltos, con imágenes y sonidos, construyendo una sugerente telaraña discursiva o una gran red de carreteras, misma que su creador Ted Nelson define como ''estructura que no se puede imprimir'' (Cassany, 2006, p. 192). Su utilización requiere de un conocimiento y desarrollo de diversas formas de lectura, así como de la búsqueda de información.

Piscitelli (2009) sugiere que el hipertexto nace para resolver dos problemas: el primero, organizar la información de manera automática y el segundo, integrar de manera enciclopédica las redes del conocimiento, agregando así un nuevo medio de producción de conocimiento. Al recurrir a una multiplicidad de contenidos del mismo tema, la lectura adquiere una nueva connotación. La construcción del significado del texto varía esencialmente con relación al que se desarrolla en el formato impreso y la participación del lector tiende a ser más activa y dinámica.

En el formato electrónico se realizan las búsquedas de manera inmediata, puesto que la red está en continua actualización. En el formato impreso, si se quiere hacer una conexión de consulta, se remite a una búsqueda en un texto escrito en el pasado. La facilidad de la conexión electrónica se circunscribe solo al tecleo del vínculo a una dirección señalando su ubicación y disponibilidad para su lectura (intertextualidad). Así, el hipertexto constituye un gran elemento de transformación de la lectura en cuanto al acceso y facilidad con que se utiliza, aunque habría que analizar si el hipertexto propicia la fragmentación de las formas de socialización del conocimiento como se concibe el día de hoy (Cassany, 2006).

El lector desarrolla de forma natural una participación dinámica donde se permiten los saltos y el orden se elige creando una secuencia textual en función de los intereses del lector. Como bien lo establece Cassany, el discurso electrónico ofrece al usuario la posibilidad de construir su significado, lo que refuerza la idea de la multiplicidad de sentidos en el texto, es decir, un mismo texto se interpreta tantas veces como sea construido por cualquier número de lectores.

También se crea una nueva escritura donde los autores pueden reflejar de una manera más precisa lo que quieren escribir, y donde el lector ''[...] puede elegir un itinerario de lectura que se adapte mejor a sus intereses o a su línea de pensamiento, todo lo cual era imposible en otro tiempo'' (Cassany, 2006, p. 202). Además, el lector

[...] a medida que va leyendo construye conocimiento al ir saltando de una referencia a otra, así va ampliando, construyendo, un nuevo conocimiento que le hará llegar a estar cada vez en una nueva situación en la que las posibilidades de enriquecimiento aumentan exponencialmente. El hipertexto le permite a cada lector partir de diferente nivel de conocimiento, o de diferente finalidad y experimentar niveles heterogéneos de comprensión. (Cassany, 2006, p. 202)

La lectura digital incluye elementos audiovisuales hipermedia que implican un nuevo grado de estimulación sensorial y audiovisual. Quizá este rasgo haga distintiva a la lectura electrónica: las diversas representaciones y percepciones que utiliza para la comunicación en su singular formato.

Con relación a lo anterior, es necesario describir un grupo emergente de lectores conformado por jóvenes más capaces y aptos para entender la lógica de la innovación de manera más precisa, a diferencia de la generación que le antecede. Son los nativos digitales, término acuñado por Prensky, y que refiere a aquellos individuos cuya vida ha estado expuesta o sumergida en la tecnología digital.

Los nativos digitales son multitarea, con estructuras neuronales específicas que los convierte en pensadores sofisticados, debido a que sus mentes se han desarrollado de manera paralela al hipertexto, es decir, de forma no lineal y basada en una cultura audiovisual. (Martínez, 2010, p. 7)

Existen otros elementos que ponen de manifiesto el carácter distintivo de esta transformación lectora. La lectura digital tiende a realizarse de manera rápida y fragmentada, lo que crea en quienes utilizan las nuevas tecnologías una sensación de fácil recuperación de cualquier información e inmediato conocimiento. Esta característica puede ocasionar que, sobre todo las nuevas generaciones, se alejen de la antigua forma de búsqueda de la información y conocimiento: la manual —para varios, tediosa y profunda búsqueda— a través del libro impreso. Al contrastar estas maneras de lectura, las nuevas generaciones desatienden y desdeñan la construcción de una visión crítica ante lo que se lee debido a que prefieren la inmediatez de acumular información y la facilidad moderna para conseguirla.

Diversos estudios académicos respaldan esta idea, como el realizado por la University College de Londres, el cual establece que la lectura en pantalla es completamente distinta a la tradicional o impresa, debido, en parte, a esa búsqueda rápida a través de los títulos, índices y resúmenes, pues es solo una lectura de paso, saltando de una fuente a otra, leyendo 1 o 2 páginas en promedio de un artículo o libro para luego saltar a una y otra página, lo que convierte a la Web en sinónimo de eficiencia e inmediatez.

Respecto a la escritura electrónica, esta permite una comunicación cercana, casi oral, aunque la interlocución que se realiza es frente a la pantalla y no frente a la persona con la que se está realizando la comunicación. Cuando se platica con una persona, no se planifica y el habla se caracteriza por intervenciones inmediatas, errores, pausas, y autocorrecciones. Este tipo de comunicación se ha trasladado a nuevas formas de interacción como los chats, los correos electrónicos o los blogs. La interactividad tiende a ser más lenta que la que se realiza de persona a persona, aunque, supera en rapidez a los medios convencionales de comunicación como la carta y el telégrafo (Cassany, 2006). Estas nuevas manifestaciones escritas tratan de emular las charlas que se tienen con los amigos en un ambiente de informalidad; y la realizan por medio de una escritura espontánea, fluida y eficaz soportada por un recurso tipográfico que permite, a fin de cuentas, expresar, casi de forma oral, lo que se desea (Levis, 2006).

Algunas manifestaciones de lectura y escritura en contextos digitales se destacan por la cantidad de nuevos recursos lingüísticos creados, resultado del uso técnico que implica el manejo de estas nuevas herramientas y, además, fruto de las derivaciones propias de la materialidad y el uso de los soportes. Dentro de las particularidades de estas formas destacan el registro coloquial y familiar del habla —de cercanía—, tal y como se realiza en las redes sociales o en el chat. Esto es distinto al uso del lenguaje en los blogs, los cuales son construidos mediante una escritura planificada y más cuidada.

La escritura en los chats y en los mensajes SMS implica el traslado de un registro oral, como el que se lleva a cabo entre dos personas, que demanda reciprocidad. En dicha escritura se emplean frecuentemente abreviaturas, reduciendo las palabras —principio de economía— o se simplifican fonéticamente sin afectar su sentido en la oración o texto, considerando que el espacio de que se dispone para escribir es reducido. En el caso de los mensajes SMS importa también el costo económico.

La escritura del correo electrónico es parecida al de la carta, ambas pueden no tener respuesta inmediata. Cassany (2008) las refiere como prácticas letradas y las caracteriza como vernáculas, pues

pertenecen al ámbito privado, a la vida cotidiana y a la informalidad [...]. En este sentido se opone a lo oficial y dominante (prácticas letradas dominantes) [donde] no importa tanto el respeto a la norma estándar como a la búsqueda de expresividad, originalidad e individualización. (p. 40)

Sin embargo, en su mayoría, los jóvenes, confunden y trasladan esta forma de escritura a sus textos formales o de prácticas letradas dominantes, como lo son sus exámenes, tareas, o ensayos. Redactan con una nueva ortografía y tipografía que responden a su necesidad de desarrollar máxima expresividad, con gran eficacia y con el mínimo espacio. En este sentido, muchos lingüistas, escritores e intelectuales señalan la adopción de una nueva jerga lingüística que utiliza anglicismos provenientes, principalmente, del lenguaje informático. Jerga adoptada por un público no especializado que lo traslada a la calle, derivando en modificaciones que ''ponen en riesgo la pureza del español'' (Devis, 2004, p. 73).

Más que un riesgo, puede considerársele como la circunstancia que propicia nuevas formas de expresión a través de nuevos códigos y representa, de alguna forma, la prevalencia de los medios de comunicación en la sociedad y cultura contemporánea. El hecho de que en este tipo de comunicación prevalezca la imagen justifica la utilización de lo que el diccionario define como ''representación de una expresión facial que se utiliza en mensajes electrónicos para aludir al estado de ánimo del remitente''(Martínez, 2010, p. 8): los emoticones, mismos que refuerzan el mensaje que se quiere expresar por medio de la representación animada de estados de ánimo, puesto que, incluso, estas representaciones, en varios ocasiones, reproducen sonidos.

Aunque parezca simple y anárquica la forma de escribir y leer en estos medios, los participantes también recurren a reglas para expresarse. García (2007) las consigna de la siguiente manera:

No hagas nada que no quieras que te hagan. [...] Respeta la temática del canal y utiliza un lenguaje apropiado. Evita el uso de mayúsculas, ya que pueden interpretarse como gritos y enfados. Usa los smileys (emoticones) cuando sólo sea necesario. No escribir y enviar el mismo mensaje varias veces (flood) pues retrasa y demora el tiempo y fluidez en el envío (lag), [etcétera]. (p. 3)

Pero lo más importante en estas situaciones comunicativas estriba en conocer si realmente esta nueva generación está desarrollando nuevas funciones intelectuales, habilidades cognitivas, inteligencias múltiples, espacios emocionales y capacidades de volver inteligibles el presente complejo, en contraste con las generaciones anteriores. Hay quien destaca que el uso informal del actual lenguaje es económico y, a la vez, creativo, aunque también hay quienes establecen, con las nuevas formas de comunicación, la gran pobreza del vocabulario y su incorrección ortográfica.

Nicholas Carr (2010), una voz autorizada y distinguible de varios apologistas de lo digital quien por su experiencia y manejo del tema con suficiente sustento científico es necesario escuchar, reflexiona el problema cada vez más recurrente de la falta de concentración en escritos largos cuando se lee en o se recurre a la Web, esto es, existe una incapacidad manifiesta de realizar lecturas profundas a causa de su inmediatez y rapidez.

Considera, además, que los mensajes enviados a través del correo electrónico, Messenger o SMS son grandes amenazas para la creatividad humana. Y sobre el multitasking, apunta que al realizar tantas actividades en un solo momento, estas se llevan a cabo con múltiples errores, consecuencia de la velocidad y la poca atención que se imprime en ellas.

Carr se apoya en múltiples estudios y autores que sustentan sus investigaciones, sobre todo, en la Psicología y la Neurología. Algo interesante que establece es que el cerebro humano es altamente maleable y, por lo tanto, tiene una enorme capacidad para reprogramarse y adaptarse a nuevos estímulos. Su plasticidad permite incluso adaptaciones a nivel biológico. Además, enfatiza que la lectura no es una habilidad instintiva y tampoco está grabada en los genes, sino que se aprende: la forma en cómo se desarrolla a través de determinados medios o tecnologías ayuda a la conformación de los circuitos neuronales.

A lo anterior habría que añadir que para desarrollar de manera óptima el manejo de lo digital se requiere de un nivel de competencias que no ofrece, la mayoría de las veces, la educación tradicional y que abarca tanto conocimientos generales de computación como habilidades para navegar a través de motores para después desarrollar la competencia de encontrar, organizar y usar la información de la manera más adecuada, es decir, el desarrollo de habilidades informativas.

5. Mutación de dispositivos y la movilidad

La aportación de Gutenberg ha significado un gran impacto hasta nuestros días. Manguel (2005) establece que al poco tiempo que apareció la imprenta, se empezó a percibir su extraordinario alcance, velocidad de producción, uniformidad en los textos y precio, y fue posible por primera vez producir obras en tiempos cortos y en cantidad antes inimaginables. Han tenido que transcurrir más de 500 años para discutir una transformación en el soporte que se utiliza para leer, y, aunque no se pueden todavía medir sus máximos alcances, sin duda revolucionará, en sentido amplio, la humanidad misma. A diferencia de la larga permanencia del libro impreso, ya que aún no se puede hablar de su desaparición, esta última revolución, que Chartier (2000) clasifica como la tercera después de la aparición del codex y después de la imprenta, se caracteriza por una acelerada evolución de los soportes, producto del auge tecnológico, que se remonta tan sólo a las últimas décadas.

Se puede decir que todo inició con el Proyecto Gutenberg, aunque la consolidación del uso del libro electrónico tiene sus cimientos precisamente en el suministro de monografías electrónicas al ámbito de la academia, después de una infructuosa búsqueda en el mercado individual. Aparecen también nuevos negocios proporcionando colecciones de libros electrónicos a bibliotecas, así como nuevos agentes de distribución digital, los cuales fincan sus estrategias en incorporar nuevos mercados ofreciendo novedosos sistemas de búsqueda y elementos que los distingan de la competencia. Ejemplos de ello son Netlibrary, Ebrary y Questia (Cordón, 2010).

El problema de la no o poca portabilidad de los equipos de cómputo ha conducido a la búsqueda de otros dispositivos que sean transportables y no condicionen la lectura o navegación de un documento digital desde un sitio fijo y en una postura determinada. De allí que los dispositivos de lectura electrónica o libros electrónicos —ebooks— se estén desarrollado de forma acelerada. El mayor cambio al respecto ocurrió en 2006, cuando Sony fue el primero en lanzar al mercado un dispositivo con tinta electrónica que consistió en juntar las características del papel tradicional, es decir, sin iluminación que refleje, sin demasiado consumo de energía, pantalla delgada y diversas y variadas funcionalidades informáticas.

Hoy, además de la comodidad de los aparatos, también existe una política de precios encaminada hacia la competitividad. El costo de las últimas versiones del Kindle de Amazon oscilan en los 200 dólares, lo que ha obligado a las demás marcas –Nook de Barnes & Noble y Sony, por ejemplo– a bajar los precios de sus versiones o productos nuevos. En 2011 Amazon presentó el Kindle Fine para competir con Apple.

La progresión de las tabletas ha sido igual de vertiginosa. Se inició en 2010 con la aparición del iPad —combinación del iPod Touch y Ebook—; en 2011 alcanzó los 17 millones en unidades vendidas y en 2013 se habló de 3 millones de unidades vendidas de su última generación/ versión en tan solo 3 tres días.

Asimismo, la evolución de las terminales y la aparición de nuevas tecnologías de soporte en navegación, ejemplo, la computación en nube, han permitido la aparición y el desarrollo de dispositivos como el teléfono celular, que ha evolucionado a teléfonos de nueva generación —iPhone (Apple), Blackberry (Research in Motion RIM), Nokia S60 (Lumia)— conocidos como Smartphones.

Su popularidad y vanguardia radica en que evolucionan constantemente y permiten a los usuarios mayor movilidad y comodidad gracias a su estructura y diseño. Además de que se han convertido en excelentes medios para el envío de mensajes, uso del correo electrónico y lectura de documentos. A través de estos no solo se realizan llamadas telefónicas, sino que además o también se usan para navegar en la red, escuchar música, tomar y editar fotos, grabar videos, jugar, entre otras funciones.

Prueba de esto es el enorme crecimiento que han tenido no solo en los países desarrollados, sino también en los emergentes, lo cual no sucede con otros soportes tecnológicos. Algunas empresas editoriales proveen de material digitalizado para descargarlo a través de teléfonos celulares, y al observarse su aceptabilidad se está gestando un nicho comercial con posibilidades de gran desarrollo.

5. Conclusiones

Es importante reflexionar que estos formatos ''[...] favorecen la rapidez, actualidad y visibilidad de la comunicación científica... son más ecológicos, ahorran espacio y tiempo de mantenimiento y ofrecen prestaciones para distintos tipos de discapacidades auditivas y visuales'' (Cordón y Alonso, 2010, p. 30). Y tal como lo apunta Piscitelli (2005), se necesita pensar en este tiempo de otro modo, adecuarse a las nuevas circunstancias pero con nuevas metáforas y más coetáneas herramientas epistemológicas, pues aparecen nuevos soportes para leer, pero también nuevos lectores y lecturas en proceso de constante y continua mutación.

Al realizar una valoración de lo que hasta hoy ha sucedido se pueden enunciar algunas posibilidades que de forma rápida podrían parecer apocalípticas (Cordón, 2011):

  • 2015. Muerte de las librerías locales. Las bibliotecas más pequeñas se convierten en cibercafés.
  • 2016. La revista Lifestyle y los títulos más populares de Condé Nast Traveller se publican únicamente en formato digital.
  • 2018. La última tienda de Barnes and Noble se transforma en cibercafé y con acceso Wi-Fi.
  • 2019. Hecatombe entre los editores. Un número limitado de los pequeños editores sobrevive. Gigantes como Randon House y Penguin transforman sus filiales más pequeñas en editoriales digitales exclusivamente.
  • 2020. Casi todos los estudiantes de colegios y escuelas secundarias poseen un lector de libros electrónicos. Los libros de texto en papel desaparecen gradualmente.
  • 2023. Los dispositivos de lectura llegan a ser tan delgados como el papel gracias a los cambios en el epaper.
  • 2025. La transición de los libros impresos y libros electrónicos ha terminado, incluso en los países en vías de desarrollo. Un pequeño número de lectores sigue leyendo los libros impresos, pero en general todos los libros están disponibles en versión digital.
Puede parecer una previsión exenta de realidad pero habrá que esperar. Por ejemplo, Mije Shatzkin (2011) soñaba con un modelo de negocio editorial para crear corpus textuales con los que se pudieran elaborar textos ad hoc. La función del editor sería la de recuperar textos, sonidos, imágenes semánticamente próximas para elaborar la obra requerida. Pues bien, un año después se creó una aplicación informática que a partir de palabras clave suministradas por el usuario recorre Wikipedia, selecciona artículos de ella, los ensambla a modo de capítulos y confecciona un libro sobre un tema con imágenes y textos legibles para cualquier lector. Se llama Bookit.

Por otro lado, existen más voces que muestran su escepticismo, interés o premoniciones particulares por lo que depara el mañana a la escritura y lectura en una era digital. Como la de Agustín Fernández Mayo (citado por Cordón, 2011) (físico y escritor español, miembro destacado de la llamada Generación Nocilla, Generación Mutante o Afterpop, denominación más popular que procede del título de una serie de sus novelas):

Año 2054. Mis nietos están explorando en el desván de mi casa. Descubren una carta fechada en el 2004 y un CD Rom. La carta dice que ese disco que tienen en sus manos contiene un documento en el que se da la clave para heredar mi fortuna. Mis nietos tienen una viva curiosidad por leer el CD, pero jamás han visto uno salvo en las viejas películas. Aun cuando localizaran un lector de discos adecuado, ¿cómo lograrían hacer funcionar los programas necesarios para la interpretación del disco?, ¿cómo podrían leer mi anticuado documento digital? Dentro de 50 años lo único directamente legible será la carta. (p. 85)

Aunque la del escritor Pérez Reverté (citado por Cordón, 2011) es aún más contundente:

Si los libros de papel han de acabar siendo patrimonio exclusivo de una casta lectora mal vista por elitista y bibliófila, reivindico sin complejos el privilegio de pertenecer a ella. Que se mueran los feos. Y los tontos. Tengo casi 30 mil libros en casa; suficientes para resistir hasta la última bala. Quien crea que esa trinchera extraordinaria, su confortable compañía, la felicidad inmensa de acariciar lomos de piel o cartón y hojear páginas de papel, pueden sustituirse por un chisme de plástico con un millón de libros electrónicos dentro, no tiene ni puta idea. Ni de qué es un lector, ni de qué es un libro. (p. 71)

Es difícil dar respuestas a muchos de estos planteamientos; sin embargo, sí es posible especular en función de los datos que se tienen y de lo que se observa y experimenta en la cotidianeidad. La lectura y la escritura en la era digital son distintas respecto a eras pasadas y entre sí mismas, empero, siguen siendo formas de expresión, comunicación y comprensión del mundo. Quizá este auge tecnológico crea formas aceleradas y fugaces de comunicación, y esto puede devenir en relaciones distintas a las que hoy conocemos. No obstante nuestro deber es adaptarse y tratar de entender.

REFERENCIAS

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