SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 issue68A Solownian Model and the Case of the Endogenous Savings RateRailroads in Peru: How Important Were They? author indexsubject indexarticles search
Home Pagealphabetic serial listing  

Services on Demand

Journal

Article

Indicators

Related links

  • On index processCited by Google
  • Have no similar articlesSimilars in SciELO
  • On index processSimilars in Google

Share


Desarrollo y Sociedad

Print version ISSN 0120-3584

Desarro. soc.  no.68 Bogotá July/Dec. 2011

 

Movilidad social, preferencias redistributivas y felicidad en Colombia

Social Mobility, Preferences for Redistribution and Happiness in Colombia

Juliana Londoño Vélez*

* Paris School of Economics. Correo electrónico: j.londonovelez@gmail.com. Agradezco a Alejandro Gaviria por su constante apoyo, a Adriana Camacho por su ayuda en la elaboración de este trabajo y a los evaluadores anónimos por sus comentarios.

Este artículo fue recibido el 2 de agosto de 2011; modificado el 6 de septiembre de 2011 y, finalmente, aceptado el 12 de septiembre de 2011.


Resumen

Este trabajo evalúa el impacto del ingreso, la movilidad social y la justicia social sobre la felicidad y la demanda de redistribución. A partir de los datos de la Encuesta Social y Política de 2007 de la Universidad de los Andes e Invamer Gallup, la primera parte del trabajo revela que, a pesar del pesimismo al evaluar su propia experiencia de movilidad, los colombianos reportan ser optimistas al predecir la movilidad futura y ello independientemente del nivel socioeconómico. La segunda parte muestra que los ricos, los móviles con respecto a sus padres y quienes perciben que el sistema socioeconómico es justo reportan ser más felices. Este efecto sobre el bienestar subjetivo afecta la demanda de políticas redistributivas. En la última parte se encuentra que los pobres, los pesimistas sobre la movilidad social y los que perciben que el sistema socioeconómico es injusto son quienes demandan más intervención del Estado con fines redistributivos.

Palabras clave: movilidad social, preferencias políticas, redistribución, justicia social, felicidad.

Clasificación JEL: D31, D63, H23, I31, J62.


Abstract

This paper evaluates the effect that income, social mobility, and social beliefs have on happiness and preferences for redistribution. Using data from the 2007 Encuesta Social y Política, the first section reveals that despite their pessimism in assessing their own mobility experiences, Colombians are quite optimistic when predicting future mobility, regardless of the income level. The second section shows that the wealthy, the highly mobile, and those who believe there is social justice are the happiest. Factors affecting subjective well-being trigger a corresponding demand for redistribution. The last section shows that the poor, the less mobile and those believing socioeconomic outcomes are unfair demand greater state intervention for redistributive matters.

Key words: Social mobility, political preferences, redistribution, social justice, happiness.

JEL classification: D31, D63, H23, I31, J62.


Introducción

Colombia tiene una alta concentración del ingreso y un bajo nivel de movilidad social1. Las percepciones de los colombianos sobre su situación reflejan esta condición e inciden directamente en su felicidad y, en consecuencia, en sus preferencias redistributivas. Por esta razón, el análisis de los determinantes del apoyo a las políticas redistributivas en una democracia como la colombiana requiere necesariamente de una comprensión de las causas y fuerzas sociales detrás de los juicios individuales sobre la felicidad y la demanda de redistribución. Tal es el objetivo del presente documento.

Este trabajo se ubica entre dos líneas de investigación. Una comprende el estudio de los determinantes de la "felicidad"2, que empezó con Easterlin (1974) y cuya literatura actual documenta que el efecto positivo del ingreso sobre el bienestar subjetivo puede ser neutralizado por el impacto adverso de las comparaciones sociales y la creencia de que el sistema socioeconómico es injusto. La otra aborda los determinantes de las preferencias redistributivas. Desde el lado teórico, Meltzer y Richard (1981), Piketty (1995) y Bénabou y Ok (2001) han realizado aportes valiosos acerca de la relación entre la demanda de redistribución, el ingreso y la movilidad social. Más recientemente, estudios empíricos han sugerido que las creencias sobre la "justicia social" determinan el apoyo a las políticas redistributivas. El presente trabajo sostiene que el estudio de estos fenómenos debe hacerse de manera conjunta, pues las comparaciones del ingreso, la movilidad y la justicia social que afectan el bienestar subjetivo repercuten en las decisiones individuales en general y en las actitudes hacia la redistribución en particular.

El trabajo busca, en una primera instancia, realizar un análisis descriptivo de las percepciones de movilidad social. Utilizando la Encuesta Social y Política (ESP) de la Universidad de los Andes y la firma encuestadora Invamer Gallup realizada en 2007, se analiza el impacto que tienen algunas características socioeconómicas sobre las percepciones de movilidad pasada y las expectativas de movilidad futura. Se encuentra que, frente al promedio latinoamericano, los colombianos son pesimistas al evaluar sus propias experiencias de movilidad; sin embargo, paradójicamente, se revelan optimistas al augurar los niveles de movilidad futura. Además, si bien la movilidad pasada está correlacionada positivamente con el nivel de ingreso, la movilidad futura no se muestra afectada por este último.

En una segunda instancia, el trabajo realiza un análisis multivariado, utilizando un modelo probit binomial para estudiar el efecto de las características individuales, la movilidad social y las percepciones de justicia social sobre el bienestar subjetivo. Se encuentra que este último aumenta con el nivel de ingreso y la experiencia de movilidad, lo cual confirma que los ricos y quienes perciben haber mejorado en la escala social respecto a sus padres son más felices que quienes no disfrutan de las mismas condiciones. Adicionalmente, quienes hallan que el sistema socioeconómico es injusto reportan una menor satisfacción.

En una tercera instancia, el trabajo utiliza el mismo modelo para estudiar el efecto que tienen estas mismas tres variables (ingreso, movilidad social y percepciones de justicia social) sobre las preferencias redistributivas individuales. De esta manera, se busca evaluar si se cumplen efectivamente la predicción de Meltzer y Richard (1981), según la cual la demanda de redistribución disminuye con el nivel de ingreso, la hipótesis POUM de Bénabou y Ok (2001), que predice que unas altas percepciones de movilidad reducen el apoyo a la intervención del Estado, y finalmente, la tesis de que la percepción de injusticia social provoca una demanda "compensadora" de redistribución. Se encuentra soporte empírico de las tres hipótesis pues son los pobres, los pesimistas sobre la movilidad intergeneracional y los que consideran que los resultados del mercado son injustos quienes reportan ser más reacios a aceptar la privatización de empresas estatales y la economía capitalista y, a su vez, quienes demandan un mayor nivel de redistribución por parte del Estado.

Lo que sigue del trabajo está organizado de la siguiente manera. En la sección I se realiza una breve revisión de la literatura que se ha escrito en estas dos líneas de investigación. La sección II presenta una descripción de los datos que se utilizan en las secciones siguientes. La sección III establece la estrategia empírica del trabajo. La primera parte de la sección IV ofrece un análisis descriptivo de las percepciones de movilidad social en Colombia. Posteriormente, se estudia el impacto del nivel de ingreso, la movilidad social y la percepción de justicia social sobre la felicidad. La sección IV.C evalúa el efecto de estos mismos factores sobre las preferencias redistributivas. Finalmente, la sección V ofrece algunas conclusiones generales.

I. Revisión de la literatura

Si bien la proporción de ingresos asignados por el gobierno difiere ampliamente de un país a otro, hay una clara tendencia creciente en los países de Europa occidental y Norteamérica en las últimas décadas (Lindert, 2004). América Latina no ha sido ajena a esta tendencia y, en particular, la experiencia colombiana muestra que el gasto social se ha incrementado en los últimos años de manera sustancial (Gaviria, 2007; Núñez y González, 2006). Sin embargo, a pesar de que la literatura económica ha disentido sobre las razones que explicarían este fenómeno, varios autores han intentado probar tanto teórica como empíricamente que la felicidad, las preferencias políticas en general y las preferencias redistributivas en particular son factores fundamentales que intervienen cuando se le exige al Estado un mayor esfuerzo por redistribuir los recursos en la sociedad.

En efecto, la idea de que las preferencias sociales desempeñan un papel fundamental al moldear las actitudes políticas -y en particular aquellas sobre la redistribución- tiene una larga historia en las ciencias sociales. Más aún, el debate sobre qué factores afectan las preferencias sociales de los agentes se mantiene vigente. La literatura económica ha ofrecido tres aproximaciones diferentes, mas no excluyentes, al respecto: el interés financiero personal, la perspectiva de movilidad social y la percepción de justicia social.

En cuanto a la primera, un grupo de economistas se ha concentrado en el modelo de "autointerés", que analiza la ganancia neta pecuniaria de los individuos tras una determinada política de redistribución. La intuición básica es que un agente, -supuesto racional, egoísta y maximizador del bienestar individual- apoyará un programa de redistribución X en lugar de un programa alternativo Y si y solo si sus ingresos netos son mayores en el primero que en el segundo. Así, dado que una política redistributiva implica a fortiori una tasa impositiva mayor para los quintiles más altos, el paradigma de Meltzer y Richard (1981) establece que los ricos tenderán a oponerse a ella. En general, ya que cualquier intervención del Estado implica alguna forma de redistribución, los ricos apoyarán con mayor frecuencia los resultados del libre mercado.

En una segunda rama, Piketty (1995) asegura que la explicación basada en el interés financiero personal resulta necesaria pero insuficiente para evaluar las preferencias redistributivas, en tanto que el efecto del ingreso no es lineal. Según este autor, las preferencias de los agentes dependerían ante todo de las perspectivas de ingreso futuro, es decir, de las percepciones de movilidad social. En efecto, dado que los pobres de hoy pueden ser los ricos de mañana, y viceversa, las posiciones esperadas en la escala de ingreso afectan las preferencias presentes de los individuos con respecto a las políticas redistributivas.

Esta fue la razón que dio Alexis de Tocqueville, en 1835, para explicar las diferencias en las preferencias de política redistributiva entre Estados Unidos y Europa occidental. Según Tocqueville, la mayor perspectiva de movilidad social en Estados Unidos, o lo que él llamó la "igualdad dinámica"3, generaba una menor demanda de redistribución que en Europa, en donde no se percibía tanta movilidad social. Formalmente expuesto por Hirschman y Rothschild (1973) como el "efecto túnel", a dicho fenómeno Bénabou y Ok (2001) lo han llamado la hipótesis POUM (percepción de movilidad ascendente, por su sigla en inglés). Estos últimos muestran que existe una serie de ingresos por debajo de la media, en donde los agentes se oponen a una redistribución duradera si y solo si las expectativas de ingreso futuro son funciones crecientes y cóncavas del ingreso actual. Esto permite explicar por qué los quintiles de ingreso más bajo pueden, si tienen una expectativa de movilidad ascendente, no apoyar una determinada política de redistribución, a pesar de que esta los favorezca en el presente. En este caso particular, se obtendría un resultado contrario al predicho por el paradigma de Meltzer y Richard, pues los pobres podrían rechazar la redistribución.

Finalmente, una tercera aproximación encuentra que la demanda de redistribución es afectada por la creencia de lo que Alesina y Angeletos (2005) acuñan como "justicia social", es decir, la percepción acerca de la fuente de las diferencias de los resultados socioeconómicos (mérito frente a suerte). En efecto, quienes creen en la determinación endógena consideran que los resultados socioeconómicos son determinados por factores que están dentro del control individual, como el esfuerzo o la voluntad de trabajar duro. Por el contrario, quienes creen en la determinación exógena le otorgan una mayor importancia a factores fuera del control individual, como la suerte o la falta de oportunidades.

Fong (2001), Alesina y Angeletos (2005) y Alesina y La Ferrara (2005) han mostrado que dichas percepciones de justicia social tienen un efecto independiente y significativo sobre las preferencias redistributivas que no puede ser explicado a través del modelo de autointerés de Meltzer y Richard ni del factor POUM. Ceteris paribus, si una sociedad considera que el esfuerzo individual determina la renta y que todos tenemos el derecho a gozar de los frutos de nuestro propio esfuerzo, se elegirán niveles bajos de redistribución y de impuestos. Si, en cambio, dicha sociedad cree que los antecedentes familiares u otros factores exógenos influyen indebidamente en la posición de los individuos en la escala de ingresos, se favorecerá la redistribución para corregir esta ventaja injusta, y ello independientemente de la riqueza individual o de las perspectivas de movilidad. En efecto, las diferencias en las percepciones sociales sobre la justicia de los resultados económicos y las fuentes subyacentes de desigualdad de ingresos son el factor que para Alesina y Angeletos (2005) explica las diferencias observadas en las preferencias de redistribución entre Estados Unidos y Europa occidental.

El efecto que tienen las creencias de justicia social sobre las decisiones de política actual no se limita a la comparación entre Estados Unidos y Europa. El gráfico 1, reproducido de Alesina, Glaeser y Sacerdote (2001), presenta una correlación positiva entre el porcentaje de la población que considera que la suerte, y no el esfuerzo, determina el ingreso y el gasto social como porcentaje del PIB. Es evidente, entonces, que en los países en donde las personas creen que los factores exógenos al esfuerzo individual son los que determinan el ingreso se exige con mayor frecuencia que el Estado compense esta injusticia social con un gasto social más elevado.

Recientemente, algunos autores han argumentado que el ingreso, la movilidad y la justicia social afectan las decisiones individuales en general y las actitudes hacia la redistribución en particular a través del impacto que ejercen sobre el bienestar subjetivo de los individuos. Intuitivamente, las preocupaciones que estos tengan por el ingreso, la movilidad social y la justicia social se reflejan en sus decisiones políticas y puede provocar una demanda "compensadora" de redistribución. Así, este trabajo parte de la hipótesis de que una revisión rigurosa de los determinantes de las preferencias redistributivas exige necesariamente estudiar los factores que afectan el bienestar subjetivo de los individuos.

Los esfuerzos por validar empíricamente la existencia de este vínculo entre felicidad y preferencias redistributivas han despertado la curiosidad de los economistas de la felicidad en los últimos años4, lo cual refleja el hecho de que los datos sobre el bienestar subjetivo contienen información valiosa que complementa nuestra comprensión del comportamiento individual y de las preferencias redistributivas. Siguiendo esta línea de estudio, el presente trabajo constituye un esfuerzo por evaluar estos tres fenómenos -movilidad social, felicidad y preferencias redistributivas- de manera conjunta en Colombia. El resto de esta sección se dedicará a estudiar los aportes de la economía de la felicidad en estos temas.

En la Economía, el primer concepto de felicidad nace con la función de utilidad de los neoclásicos en la segunda mitad del siglo XIX. Empleada religiosamente durante casi un siglo, esta función describe una relación positiva y lineal entre ingreso absoluto y bienestar, e inspiró las políticas de crecimiento económico de los Estados modernos durante décadas. Si bien poco se sabía sobre los verdaderos determinantes de esta función de utilidad, la noción de que el dinero aumenta la utilidad individual era hasta ese entonces irrefutable.

Inicialmente impulsada desde la Psicología, la investigación sobre el concepto y la medición de la felicidad tuvo un progreso significativo a mediados del siglo pasado5. Los avances en la medición cuantitativa del bienestar subjetivo interesaron en los setenta a algunos economistas curiosos y especialmente a Easterlin, que en 1974 realizó el primer esfuerzo riguroso por cuantificar empíricamente el aporte del ingreso en el bienestar subjetivo individual. Los resultados encontrados por él se denominaron como la "paradoja de Easterlin", hoy considerada una de las piedras angulares de la literatura sobre el bienestar subjetivo en la Economía6. En efecto, su conclusión de que "el dinero no compra felicidad" inspiró una plétora de trabajos empeñados en evaluar esta paradójica relación entre ingreso y felicidad7.

La paradoja de Easterlin expone que si bien la felicidad crece con el ingreso absoluto, esta relación sistemática cesa de existir después de cierto umbral8. A partir de entonces, las consideraciones del ingreso relativo comienzan a ejercer una presión importante en la determinación de la felicidad: al juzgar su nivel de felicidad, los individuos tienden a comparar su situación actual con un patrón de referencia o una norma (por lo general, el ingreso de los demás), que se deriva de su experiencia social previa o en curso. Este efecto de comparación, que funciona como un deflactor del efecto positivo del ingreso absoluto sobre la felicidad, sugiere que el bienestar individual no es un sentimiento aislado, sino que depende considerablemente del entorno social del individuo9. Así, el ingreso de los demás individuos afecta directa y negativamente la satisfacción personal, lo que revela la importancia de las comparaciones sociales en general y la interdependencia de las preferencias individuales en particular. En palabras de John Stuart Mill, "los hombres no desean ser ricos, sino más ricos que otros hombres".

El presente trabajo evalúa el efecto que tiene la comparación de los individuos con respecto a dos grupos de referencia: los padres y los hijos. La teoría predice que la utilidad que un individuo le atribuye a su ingreso presente depende positivamente de la brecha con respecto al ingreso de la generación anterior (es decir, sus padres) y negativamente de la brecha con respecto a la generación posterior (es decir, sus hijos). Esta comparación, que pasa necesariamente por la noción de movilidad social intergeneracional, puede ser usada para evaluar el soporte empírico de la hipótesis de la dominancia del ingreso relativo sobre el ingreso absoluto como determinantes de la felicidad10.

Finalmente, si bien psicólogos y sociólogos han recalcado que la gente es más feliz cuando vive (o cree vivir) en un mundo justo, la relación empírica entre la actitud hacia la justicia distributiva y el bienestar subjetivo permanece aún poco explorada en la literatura económica. A priori, la percepción de una desigualdad en las oportunidades afecta negativamente la felicidad, lo que en principio favorecería la política redistributiva para compensar esta desigualdad (Bjørnskov, Dreher, Fischer y Schnellenbach, 2009; Clark y D'Angelo, 2009; Senik, 2005). Según Biancotti y D'Alessio (2007), esto puede darse porque a las personas no les gusta ver desigualdad o injusticia, pues las hace sentir mal sobre sus propias circunstancias: los relativamente pobres resienten su inferioridad económica (envidia) y los relativamente ricos resienten su placer al disfrutar de los privilegios que los otros no tienen (culpa)11. Sin embargo, la tesis de la aversión pura a la desigualdad ha sido difícil de probar empíricamente y la literatura sobre la asociación entre desigualdad y felicidad ha arrojado resultados ambiguos. En efecto, algunos trabajos sostienen que la felicidad aumenta con la percepción de desigualdad12. Este podría ser el caso de países con altos niveles de movilidad social, pues la perspectiva de movilidad ascendente (POUM) paliaría la aversión de los individuos al riesgo, lo cual hace que estos se muestren tolerantes frente a la desigualdad social (e incluso "amantes" de ella). En la medida en que la redistribución busque reducir la desigualdad, las creencias individuales sobre qué determina la posición personal en la escala social afectan las preferencias de los individuos por la redistribución.

Este trabajo se distancia de los anteriores en varios aspectos. Primero, es la primera vez que se estudia el impacto de las características socioeconómicas, la movilidad social y la percepción de justicia social sobre la felicidad y su demanda "compensadora" de redistribución en Colombia. En efecto, este tipo de trabajos se ha concentrado en su mayoría en países desarrollados. A nivel metodológico, el presente trabajo propone un método nuevo para evaluar los determinantes de las preferencias redistributivas. Así, la introducción de la noción de clusters de movilidad intergeneracional permite estudiar el efecto de la movilidad por grupos sobre las preferencias acerca del papel del Estado y la felicidad.

II. Descripción de los datos

La principal fuente de datos de este trabajo es la ESP de la Universidad de los Andes y la firma encuestadora Invamer Gallup del año 2007. La encuesta, compuesta de preguntas sobre percepciones y preferencias políticas, fue realizada por la firma encuestadora Gallup Colombia, utilizando la metodología CATI (entrevista telefónica asistida por computador) y un muestreo aleatorio estratificado por ciudad, estrato socioeconómico y sexo. Entre abril de 2007 y abril de 2008, se realizaron doscientas entrevistas mensuales a una población compuesta por hombres y mujeres mayores de dieciocho años, pertenecientes a todos los estratos socioeconómicos y residentes en los cuatro principales centros urbanos de Colombia: Bogotá (50%), Medellín (20%), Cali (20%) y Barranquilla (10%)13. Del total de 2.400 entrevistas acumuladas, se eliminaron aquellas realizadas más de una vez al mismo individuo. Se obtuvo así un total de 1.690 observaciones14, con un margen de error de la muestra del 2,5% y un nivel de confianza del 95%15.

El resumen de las estadísticas descriptivas de estas variables se encuentra consignado en el cuadro 1. La variable dummy de los hombres identifica la presencia de un efecto de género en las estimaciones. Las variables edad y edad2 representan la edad de la persona y dan cuenta de una posible concavidad. El estado civil (en nivel y luego interactuado con el dummy de hombre) puede afectar las expectativas de ingreso futuro y, por ende, incidir en las percepciones de movilidad futura. El nivel de educación16 también afecta las expectativas de ingreso futuro, lo que incide en las percepciones de movilidad social, en la felicidad y en las preferencias redistributivas.

El quintil de ingreso afecta las percepciones de movilidad social y, dado que incide sobre el interés financiero individual, actúa sobre las preferencias redistributivas y la felicidad. Sin embargo, si bien esta encuesta ofrece una caracterización socioeconómica adecuada de cada individuo, no incluye una evaluación precisa sobre el ingreso de los individuos. Por ello, la clasificación por quintiles de nivel socioeconómico se basa en preguntas sobre la tenencia de activos, de la misma forma que se realiza en Gaviria (2007). Primero, se utiliza el primer componente principal para obtener un promedio de las variables sobre tenencia de bienes durables. Luego se ordenan los encuestados con base en dicho promedio ponderado. Por último, se utiliza este ordenamiento para clasificar a los individuos en quintiles de ingreso.

Como se mencionó anteriormente, las comparaciones de ingreso están asociadas a un menor nivel de bienestar subjetivo y una mayor demanda de redistribución. Idealmente, se buscaría utilizar medidas de la percepción de la evolución del ingreso durante la vida del encuestado, pero la ESP no incluye preguntas retrospectivas sobre perfiles de ganancias. Por tanto, este trabajo utiliza dos variables proxy que capturan la movilidad intergeneracional, a partir de preguntas explícitas de este tipo, para construir las variables de las movilidades pasada y futura17. Esta comparación con padres e hijos resulta muy oportuna para el estudio, pues la literatura ha mostrado que son este tipo de comparaciones las que afectan la felicidad y provocan la demanda de redistribución18.

En la encuesta, los encuestados evalúan su propia situación económica en una escala de diez peldaños, en donde 1 significa pobre y 10 rico (véase el anexo). Posteriormente, usando esta misma escala, los individuos ubican a sus padres y a sus hijos. De esta manera, se construyen los índices de movilidad pasada y futura, en donde movilidad pasada = respuesta personal - respuesta padres, y movilidad futura = respuesta hijos - respuesta personal. El gráfico 2 muestra el histograma de frecuencias relativas de las percepciones de las movilidades pasada y futura.

En cuanto a la percepción de movilidad pasada (gráfico 2), se observa que un 37% de los colombianos reportan una experiencia de movilidad nula, es decir, que sienten no haber mejorado ni desmejorado con respecto a la situación de sus padres. Un 32% considera que han logrado superar la situación de sus padres, mientras que un 30% considera que hubo desmejoría. En comparación con el promedio latinoamericano, Colombia resulta particularmente pesimista al evaluar su propia experiencia de movilidad social19 (Gaviria, 2005).

En cuanto a las percepciones de movilidad futura de los colombianos, 28% prevé una movilidad futura nula, es decir, que la situación de riqueza de sus hijos no será significativamente diferente de la propia. 61% de los individuos considera que sus hijos disfrutarán de una situación más favorable, mientras que 11% asegura que habrá desmejoría.

El optimismo colombiano respecto a las expectativas del futuro contrasta con el pesimismo a la hora de juzgar sus propias experiencias de movilidad. Mientras que dos de tres colombianos consideran que su experiencia de movilidad respecto a sus padres ha sido negativa o nula, más de la mitad augura resultados más favorables para sus hijos. Esto indica que los colombianos, al igual que los latinoamericanos (Gaviria, 2007), no consideran que sus historias de vida hayan sido un buen ejemplo de movilidad, pero sí esperan una situación más favorable para sus hijos. Así, el optimismo acerca del futuro parece un triunfo de la esperanza sobre la experiencia.

A partir de las respuestas de los encuestados sobre sus experiencias y expectativas de movilidad social, se generan endógenamente tres clusters20 que pueden describirse de la siguiente manera: el grupo de bajo nivel de riqueza intergeneracional (la "clase baja"), el grupo de alta movilidad social intergeneracional (la "clase media") y el grupo de alto nivel de riqueza intergeneracional (la "clase alta"). Con la creación de dichos clusters, este trabajo supone que los individuos que reportaron bajos niveles de riqueza en el pasado (padres), presente (propio) y futuro (hijos) están correlacionados por un efecto no observado que incidirá sobre las variables dependientes de felicidad y preferencias redistributivas. Además, supone que dicho efecto será independiente del efecto del cluster de quienes gozan de una alta riqueza intergeneracional (la "clase alta") y de quienes gozan de una alta movilidad intergeneracional (la "clase media"). Por consiguiente, el propósito central de introducir estas variables en la especificación es evaluar el efecto del cluster de la "clase media" -es decir, de quienes consideran que mejoraron significativamente con respecto a sus padres y auguran una situación aún más favorable para sus hijos- sobre las preferencias redistributivas y la felicidad. Los clusters se presentan en el gráfico 3.

Las percepciones de justicia social también afectan los niveles de satisfacción con la vida y las preferencias redistributivas. Este trabajo utiliza tres variables de percepción de justicia social. Primero, con el fin de evaluar el impacto de la creencia de justicia distributiva, la variable "riqueza está distribuida injustamente" se construye a partir de una pregunta que aparece explícita en la encuesta. Los encuestados responden a la pregunta sobre cuán justa creen que es la distribución de la riqueza en Colombia, a partir de cuatro tipos de respuestas: a) muy justa (1,53%); b) justa (10,20%); c) injusta (53,88%) y d) muy injusta (34,39%). Las respuestas se transforman en una variable binaria que toma el valor de uno si la persona considera que la riqueza se distribuye injustamente o muy injustamente, y el valor de cero en caso contrario.

Segundo, la variable "pobreza se debe a circunstancias fortuitas", que pretende representar el efecto de la creencia sobre los factores de éxito en la vida (esfuerzo frente a suerte), se obtiene a partir una pregunta sobre si la pobreza es causada por circunstancias ajenas a la voluntad de ellos. Así, se construye una variable binaria que toma el valor de uno si el individuo considera que la pobreza se debe a circunstancias fortuitas (59,34%) y de cero si considera que la pobreza se debe a la falta de esfuerzo (40,66%).

Por último, la variable "no es posible nacer pobre y morir rico" pretende capturar la creencia de que existen oportunidades de superación en la vida. Se construye a partir de las respuestas de los individuos sobre si están de acuerdo o en desacuerdo con la opinión: "es posible para un colombiano nacer pobre y morir rico". Las respuestas fueron transformadas en una variable dummy que toma el valor de uno si la persona está en desacuerdo con esta afirmación (36,53%) y de cero si está de acuerdo con ella (63,47%).Por otra parte, la felicidad es la variable dependiente estudiada en la sección IV.B. Con mayor frecuencia en los últimos años, los economistas utilizan medidas de bienestar subjetivo basadas en encuestas como un proxy empírico de la utilidad. En efecto, la felicidad reportada por los encuestados ha probado ser el mejor indicador de este tipo, pues detrás de la puntuación reportada por el encuestado se halla la evaluación cognitiva sobre en qué medida su calidad de vida global es juzgada de una manera favorable21.

En este trabajo, la felicidad se obtiene a partir de una pregunta explícita en la encuesta sobre satisfacción con la vida22. Los individuos responden a la pregunta sobre qué tan satisfechos se sienten con sus vidas, a partir de los siguientes cuatro tipos de respuestas: a) muy satisfecho (22,39%), b) bastante satisfecho (12,98%), c) satisfecho (56,22%) y d) insatisfecho (8,40%). La variable se transforma en una variable dicótoma, que toma el valor de uno si la persona reporta estar muy satisfecha o bastante satisfecha con su vida, y el valor de cero en caso contrario23.

Por último, la demanda de redistribución es la variable dependiente estudiada en la sección IV.C. Este trabajo utiliza tres preguntas de la ESP de 2007 para construir variables proxy de las preferencias redistributivas de los encuestados: el rechazo a la privatización, el rechazo al capitalismo y el apoyo a las políticas redistributivas.

La primera proxy se obtuvo a partir de las respuestas de los encuestados frente a la pregunta de si las privatizaciones de empresas estatales han sido beneficiosas para el país, y se transformaron las respuestas en una variable dicótoma que toma el valor de uno si el individuo está "muy en desacuerdo" (32,23%) o "algo en desacuerdo" (25,58%) y el valor de cero si está "muy de acuerdo" (17,87%) o "algo de acuerdo" (24,33%) con la anterior afirmación.

La segunda proxy se obtuvo a partir de la pregunta de si la economía capitalista es lo más conveniente para el país, y se transformaron las respuestas en una variable binaria que toma el valor de uno si el individuo está "muy en desacuerdo" (23,06%) o "algo en desacuerdo" (22,48%) y el valor de cero si está "muy de acuerdo" (22,48%) o "algo de acuerdo" (31,98%) con la anterior afirmación.

La última proxy de las preferencias redistributivas se obtuvo a partir de la pregunta de si el Estado debe ocuparse prioritariamente de reducir la brecha entre ricos y pobres, y se transformó la respuesta en una variable dummy que toma el valor de uno si el individuo está "muy de acuerdo" (56,14%) o "algo de acuerdo" (25,65%) y el valor de cero si está "algo en desacuerdo" (9,50%) o "muy en desacuerdo" (8,71%).

III. Estrategia empírica

El modelo econométrico de este trabajo se deriva de métodos utilizados anteriormente con respecto a la felicidad y a las preferencias redistributivas. En una primera instancia, este trabajo busca describir las percepciones de movilidad social de los colombianos. Se utiliza el siguiente modelo econométrico para evaluar los determinantes de las percepciones de las movilidades pasada y futura:

donde X es una matriz de características socioeconómicas, que incluye las variables edad, edad2, hombre, nivel de educación, quintil de ingreso y estado civil, interactuada con la dummy de hombre, y e es un término de error.

En una segunda instancia, se pretende evaluar el impacto del ingreso, las perspectivas de movilidad y justicia social sobre, primero, la felicidad y, segundo, las preferencias redistributivas. En ambos casos, se utiliza el modelo probabilístico siguiente:

donde Y* es una variable que toma los valores de 1 a 4 (de mayor a menor satisfacción con la vida, o de menor a mayor apoyo a la redistribución, respectivamente), β es una matriz de coeficientes de la regresión, X es una matriz de variables independientes y ε es un término de error. Para facilitar la interpretación de la magnitud de los coeficientes, se ha colapsado la variable dependiente en una variable binaria que toma el valor de uno si el individuo reporta un nivel de felicidad relativamente alto (o un apoyo a la redistribución relativamente alto, respectivamente). Así, la estimación se realizó mediante un modelo probit binomial. No obstante, las conclusiones se mantienen con modelos de estimación alternativos como el probit multinomial y el MCO.

En el primer caso, entonces, se utiliza el modelo probabilístico (2) para evaluar los determinantes de la felicidad. Controlando por características individuales como el sexo, la edad y el estado civil, las variables independientes se dividen en cuatro grupos. El primero se compone de variables binarias del nivel de educación de los individuos. Los tres grupos restantes corresponden a los tres grupos de variables de interés para este trabajo: a) el nivel de ingreso, capturado a través de dummies de quintiles de ingreso; b) la movilidad social, con variables de experiencia y expectativa de movilidad y clusters de movilidad intergeneracional y c) la percepción de injusticia social, con dummies que representan si el encuestado considera que la riqueza se distribuye injustamente, que la pobreza es causada por circunstancias fortuitas y que es imposible para un colombiano nacer pobre y morir rico. Así, se busca probar si quienes reportan ser más felices en Colombia son: a) los más ricos; b) los más móviles y c) los que perciben menor injusticia social.

En el segundo caso, se utiliza la misma regresión probit binomial en (2), empleando la preferencia redistributiva como variable dependiente. Al igual que en el caso de la felicidad, se controla por características individuales como el sexo, la edad y el estado civil, y las variables independientes se dividen en los mismos cuatro grupos. El primero corresponde al nivel de educación y los tres grupos restantes a los tres paradigmas anteriormente mencionados, que buscan explicar los determinantes de la preferencia por la redistribución: el nivel de ingreso, la movilidad social y la percepción de injusticia social.

El nivel de ingreso se incluye en el segundo grupo de variables a través de los dummies de quintiles de ingreso. Su inclusión en la regresión busca evaluar el paradigma de Meltzer y Richard (1981), según el cual la demanda de redistribución (o, lo que es lo mismo, el apoyo a la intervención del Estado con fines redistributivos) será menor entre los individuos de los quintiles más altos. Así, los ricos serán más propensos a apoyar la privatización y respaldar la economía capitalista, bajo el supuesto de que toda intervención del Estado implica alguna forma de redistribución.

El tercer grupo de variables independientes integra las percepciones sobre las experiencias de movilidad social, las expectativas de movilidad futura y las movilidades intergeneracionales. En este caso, se pretende observar si la hipótesis POUM de Bénabou y Ok (2001) se cumple en el caso colombiano, lo que reflejaría un balance entre los problemas de incentivos causados por impuestos más altos y las aspiraciones de los quintiles medios y bajos. Se esperaría, entonces, que a mayores niveles de movilidad, mayor apoyo a la privatización y a la economía de mercado y menor demanda de redistribución.

El cuarto y último grupo de variables independientes se compone de una serie de dummies que capturan las creencias sobre la justicia de los resultados económicos. Se pretende evaluar si una percepción de injusticia social rechaza los resultados de la privatización y la economía de mercado y, en compensación, exige una mayor intervención del Estado.

En síntesis, la sección IV.C busca evaluar si son los colombianos pobres, con menor movilidad y que perciben mayor injusticia, quienes se oponen a la privatización, rechazan los resultados de la economía de mercado y exigen una mayor función redistributiva del Estado.

IV. Resultados

A. Los determinantes de la movilidad pasada y futura

El cuadro 2 presenta los determinantes de las percepciones de las movilidades pasada y futura. En cuanto a la movilidad pasada, se obtiene una correlación positiva y significativa entre esta y las mujeres casadas. Además, ceteris paribus, a mayor nivel de ingreso, mayor percepción de movilidad con respecto a los padres. En efecto, quienes pertenecen a los quintiles 3, 4 y 5 reportan una mayor percepción de movilidad pasada que el quintil 1 (la categoría omitida).

Curiosamente, la movilidad futura solo parece estar afectada por la edad y el ser hombre, y está correlacionada negativamente con ambas. Así, a mayor edad, menor la expectativa de movilidad futura, y los hombres son más pesimistas acerca de la situación de sus hijos. Resulta interesante observar que no se puede rechazar la hipótesis nula para las variables de estado civil, educación e ingreso. Esto implica que, a la hora de predecir la movilidad futura, los colombianos son igualmente optimistas, independientemente de la riqueza, la educación y el estado civil.

Entonces, ¿cómo el ingreso, la movilidad social y las percepciones sobre justicia social pueden afectar el bienestar subjetivo de los colombianos?

B. Movilidad social y felicidad

El cuadro 3 presenta los determinantes individuales de la felicidad, controlando por factores individuales como el sexo, la edad y el estado civil (no reportados). El cuadro en mención presenta los efectos marginales del modelo (2).

En particular, un nivel educativo más alto vuelve a los colombianos más felices. En efecto, quienes cuentan con educación universitaria tienen desde un 12,4% hasta un 15,7% más probabilidad de reportar estar satisfechos con su vida que quienes solo han estudiado la primaria (la categoría excluida), y el efecto positivo es significativo al 1%. Ya que el ingreso esperado en la vida aumenta con el nivel educativo, este último puede mejorar las oportunidades laborales y las perspectivas de ingreso y, en cierto grado, la felicidad.

En cuanto al efecto del ingreso absoluto sobre la felicidad, los resultados sugieren una clara correlación positiva y significativa entre ambos. De hecho, los quintiles 2, 3, 4 y 5 declaran estar más satisfechos con su vida que el quintil 1 (la variable dicótoma excluida de la regresión) y el efecto crece con el ingreso. Así, Colombia desafía la imagen romántica de los quintiles "pobres pero felices", pues los más adinerados tienen casi un 25% más de probabilidad de ser felices que los más pobres. Además, este efecto positivo se repite en el grupo que disfruta de una alta riqueza intergeneracional (la "clase alta"), es decir, en quienes reportan estar, haber estado (padres) y seguir estando en el futuro (hijos) en la parte superior de la distribución. Por otra parte, es interesante observar que el efecto marginal de pertenecer a este grupo es inferior al de los quintiles de ingreso. Debido a que el cluster de "clase alta" integra tanto la noción de ingreso absoluto como la de ingreso relativo (pues el individuo se compara con sus padres y sus hijos), el efecto positivo del ingreso absoluto es deflactado por el efecto negativo del ingreso relativo con respecto a estas generaciones. El efecto neto permanece positivo y significativo, pero inferior.

Además de este primer efecto deflactor del ingreso relativo, la comparación con los padres (movilidad pasada) tiene un impacto positivo y significativo, cuando menos al 5%, sobre la felicidad: estar en una escala social superior a sus padres hace a los colombianos más felices.

Esto coincide con los resultados obtenidos por Clark y D'Angelo (2009) y Fischer (2009), y sugiere que las comparaciones de ingreso no son un "bien de lujo" reservado para los países más desarrollados, como algunos han afirmado. Muy por el contrario, los resultados confirman la existencia de una interdependencia en las preferencias, pues los encuestados reportan sentirse más satisfechos a medida que aumenta la brecha con este grupo de referencia. De lo anterior se infiere que las políticas que favorecen la movilidad social pueden tener efectos muy positivos sobre el bienestar subjetivo de los colombianos.

Finalmente, los coeficientes negativos y significativos de las normas sociales sobre el bienestar subjetivo sugieren que, en Colombia, quienes perciben que hay injusticia social reportan ser menos felices. Este efecto perverso de las actitudes hacia la desigualdad e injusticia social coincide con Morawetz et al. (1977), Alwin (1987), Hagerty (1999), Schwarze y Härpfer (2002) y Bjørnskov et al. (2009), y contradice los resultados obtenidos por Clark (2003) y Fischer (2009)24, pues controlando por la movilidad social, la percepción de injusticia reduce la felicidad hasta en 12,4%. Más aún, el efecto negativo de estas variables es más de cinco veces superior al efecto positivo de la movilidad pasada en valor absoluto.

Dado que los colombianos tienen una alta aversión a la desigualdad, creen que la distribución del ingreso es injusta, que la pobreza es determinada exógenamente y que las oportunidades de superación son escasas, y se esperaría que favorecieran las políticas redistributivas. Así, la evaluación de los determinantes de las preferencias de los colombianos por la redistribución es el propósito de la siguiente subsección.

C. Movilidad social y preferencias redistributivas

El cuadro 4 presenta los determinantes de las preferencias redistributivas. Las tres variables proxy de la preferencia por la redistribución son el rechazo a la privatización, el rechazo a la economía capitalista y el apoyo a la idea de que el Estado debe reducir la brecha social entre ricos y pobres. Controlando por características individuales tales como sexo, edad y estado civil (no reportadas), se presentan cuatro categorías de variables independientes: a) los niveles de educación; b) los niveles de ingreso; c) las movilidades pasada y futura y los clusters de movilidad intergeneracional y d) las percepciones de justicia social. Estas últimas son, en particular, la convicción de que la riqueza está distribuida injustamente, la convicción de que la pobreza se debe a circunstancias fortuitas y la convicción de que es imposible nacer pobre y morir rico. El cuadro en mención presenta los efectos marginales del modelo (2).

El efecto de la educación sobre las preferencias redistributivas es interesante. Por un lado, ceteris paribus, el nivel educativo tiene un impacto negativo sobre el rechazo a la privatización de empresas estatales, lo que implica que los más educados tienen un 10% más de probabilidad de apoyar la privatización. La magnitud de este efecto coincide con Alesina y La Ferrara (2005), y puede interpretarse como un efecto de ingreso esperado. Así pues, la educación aumenta el nivel de ingreso individual, lo que sugeriría la existencia de un vínculo entre educación, perspectiva de movilidad social y demanda de redistribución. Por otro lado, sin embargo, la educación aumenta el rechazo a la economía capitalista y fortalece el apoyo a las políticas redistributivas (columnas 4-9). El efecto contradictorio de la educación sobre las actitudes hacia la redistribución es un resultado obtenido también por Clark y D'Angelo (2009). En suma, resulta problemático interpretar estos efectos aparentemente opuestos a la educación sobre las preferencias redistributivas, pues la dirección del impacto es susceptible a la definición que se utilice (es decir, preferencia redistributiva como rechazo a la privatización y a la economía capitalista o como apoyo a la reducción de las brechas sociales).

Desde la perspectiva del modelo de autointerés de Meltzer y Richard (1981), el nivel de ingreso parecería, a primera vista, ser un predictor sorprendentemente pobre de las preferencias redistributivas. En efecto, no se puede rechazar la hipótesis nula para el conjunto de las variables de los quintiles de ingreso, y esto tanto para la actitud hacia la economía capitalista como para la actitud hacia la reducción de las brechas sociales. Este resultado coincidiría con aquellos obtenidos por Fong (2001) y contradiría la hipótesis de Meltzer y Richard (1981), pues las inquietudes por el costo fiscal de la redistribución no parecen explicar este fenómeno. Así, el quintil de ingreso parece incidir únicamente en la actitud hacia la privatización de empresas estatales: el quintil más alto tiende a tener una actitud favorable hacia ellas, un 11% más que el quintil más bajo25. No obstante, el cluster del grupo de alta riqueza intergeneracional (la "clase alta") también tiene un efecto negativo y significativo sobre las actitudes hacia la privatización y la economía capitalista. Esto sugiere que quienes gozan de una alta riqueza intergeneracional tienden a apoyar la privatización y preferir un sistema de libre mercado con mayor frecuencia que quienes reportan bajos niveles de riqueza intergeneracional (la "clase baja", el término excluido). Intuitivamente, quienes han gozado y esperan seguir gozando de un alto nivel de riqueza abogan por un Estado que no los perjudique imponiendo altos impuestos para la redistribución, lo que valida parcialmente la tesis de Meltzer y Richard.

En cuanto al efecto de las percepciones de movilidad social sobre las preferencias redistributivas, el cluster de alta movilidad intergeneracional (la "clase media") tiene un efecto negativo y significativo sobre el rechazo a la privatización y a la economía capitalista. En efecto, quienes disfrutan de una alta movilidad social intergeneracional tienden a apoyar la privatización de empresas estatales y favorecer los resultados del libre mercado un 7% más que los inmóviles (la "clase baja", el término omitido). Más aún, el efecto negativo de los altamente móviles es más de tres veces superior, en términos absolutos, que el efecto positivo de la movilidad pasada frente al rechazo a la economía capitalista26. Esto parecería validar la hipótesis POUM de Bénabou y Ok.

Por último, los resultados confirman que las creencias sobre la justicia de los resultados socioeconómicos tienen un impacto considerable sobre las actitudes individuales hacia la redistribución, aun controlando por las expectativas de movilidad futura. En efecto, la actitud hacia la desigualdad tiene un impacto positivo y significativo sobre las tres variables proxy de preferencias redistributivas: la creencia de que la riqueza se distribuye injustamente aumenta hasta en un 19% el rechazo a la privatización y a los resultados del libre mercado, pues se exige que haya una intervención estatal para compensar dichas injusticias. De modo similar, la creencia de que la pobreza se determina exógenamente aumenta la demanda redistributiva hasta en un 14,4% y el efecto es muy significativo. Finalmente, la imposibilidad de superación personal aumenta el rechazo a la privatización y a la economía de mercado en 10,4% y 14,4%, respectivamente. Estos resultados se asimilan a aquellos encontrados por Fong (2001), Corneo y Grüner (2002), Alesina y La Ferrara (2005), Bjørnskov et al. (2009) y Boarini y Le Clainche (2009). Cabe resaltar que el impacto de las variables de injusticia social es, en general, superior al de las variables de ingreso y los clusters de movilidad intergeneracional, lo que implica que los colombianos son más susceptibles a cambiar sus preferencias redistributivas ante la percepción de injusticia social.

Sin embargo, existe una excepción a este fenómeno. Si bien la variable que mide las oportunidades de superación tiene el signo esperado sobre las primeras dos variables dependientes (columnas 3 y 6), reporta un efecto negativo sobre la convicción de que el Estado debe reducir las brechas sociales (columna 9). Esto puede deberse al hecho de que, como se mencionó anteriormente, ante la experiencia de movilidad social ascendente, la sociedad puede volverse más tolerante ante la percepción de que hay injusticia social. El coeficiente negativo y significativo de la interacción entre las variables de movilidad pasada y "no es posible nacer pobre y morir rico" confirma esta hipótesis (no reportado).

V. Conclusiones

Los resultados expuestos en este trabajo pueden resumirse en tres conclusiones generales. Primero, los colombianos resultan bastante pesimistas a la hora de evaluar su experiencia de movilidad. En efecto, más de la mitad siente que su nivel de riqueza es igual o que desmejoró con respecto a la situación de sus padres. Dado que esta percepción aumenta con el nivel socioeconómico, particularmente son los ricos quienes reportan mayores niveles de movilidad pasada. No obstante, este pesimismo contrasta con el optimismo a la hora de prever la movilidad futura: en general, los colombianos consideran que sus hijos estarán en una situación mucho más favorable que la suya, y ello independientemente de su nivel de ingreso.

Segundo, en Colombia los ricos tienden a ser más felices que los pobres, y este efecto crece con el quintil de ingreso. Además, la percepción de haber mejorado relativamente con respecto a un grupo de referencia (los padres) incide positivamente sobre el bienestar subjetivo de los individuos, lo que valida la hipótesis de la interdependencia de las preferencias con los padres y los hijos. Por último, la creencia de que hay injusticia social está correlacionada negativamente con la felicidad de los colombianos, y su efecto adverso sobre la satisfacción con la vida es mayor en valor absoluto que el efecto positivo del ingreso absoluto (quintil) y del ingreso relativo (movilidad pasada).

Tercero, el nivel de ingreso resulta un determinante sorprendentemente pobre de la demanda de redistribución, siendo significativo en apenas uno de los tres casos estudiados. En otras palabras, no son necesariamente los colombianos pertenecientes a los quintiles más altos quienes tienden a apoyar sistemáticamente la economía de libre mercado y rechazar las políticas de redistribución. Por el contrario, las preferencias redistributivas sí están correlacionadas con las percepciones de movilidad social y la creencia de que el orden socioeconómico es injusto. Quienes sienten que su situación ha mejorado con respecto a sus padres tienden a apoyar la privatización y la economía de libre mercado y a rechazar la intervención del Estado en la economía. Por su parte, quienes perciben que los resultados socioeconómicos son injustos tienden a rechazar el libre mercado y a exigir la intervención del Estado con políticas redistributivas que compensen dichas injusticias, y el efecto es superior al de las otras variables. En suma, las preferencias por redistribución de los colombianos responden principalmente a las creencias individuales sobre justicia distributiva y los factores de éxito en la vida. Ceteris paribus, quienes creen que la sociedad colombiana ofrece igualdad de oportunidades son más reacios a la redistribución.

El resultado encontrado en este trabajo tiene implicaciones políticas importantes. Una sociedad en donde tres de cada cuatro personas aseguran que hay desigualdad de oportunidades y en donde más del 85% considera que la riqueza se distribuye injustamente puede estar condenada a problemas crónicos que socaven sus niveles de bienestar subjetivo. Por esta y otras razones, resulta imprescindible obtener mayor información sobre la naturaleza y las causas del bienestar subjetivo en el país. Como predijo Bradburn (1969) hace más de cuatro décadas, solo en la medida en que logremos una mayor comprensión de cómo las personas construyen sus juicios sobre su propia felicidad y cómo las fuerzas sociales están relacionadas con dichos juicios, estaremos en una mejor posición para formular y ejecutar políticas sociales efectivas.

Finalmente, resulta interesante que no se haya podido rechazar la hipótesis nula para la variable de movilidad futura al predecir tanto la felicidad como las preferencias redistributivas. En efecto, uno de los límites de este estudio es que asume un altruismo intergeneracional en la función de utilidad. Sin embargo, los resultados obtenidos sugieren que tanto la felicidad como las preferencias redistributivas responden a las perspectivas de movilidad del individuo mismo y no de sus hijos. Una extensión del estudio sería entonces utilizar mediciones de movilidad intrageneracionales que arrojen luz sobre el efecto de las perspectivas de movilidad durante el transcurso de la vida del individuo.


NOTAS AL PIE

1 Para una exhaustiva evaluación de la distribución del ingreso en Colombia en el siglo XX, véase Londoño (1995). Además, Londoño y Székely (1998), Sánchez (1998), Ocampo, Sánchez y Tovar (2000), Birchenall (2001) y Bonilla (2008) ofrecen revisiones más recientes de la distribución del ingreso en el país.

2 Este trabajo emplea los términos "felicidad", "bienestar subjetivo", "satisfacción", "utilidad" y "bienestar" de manera intercambiable.

3 Según Tocqueville, citado en Elster (2009), la igualdad dinámica se da cuando existe un alto nivel de movilidad social de facto. Así, cuando las condiciones son casi iguales, los hombres cambian de lugar constantemente.

4 Véanse, por ejemplo, Alesina, Di Tella y MacCulloch (2004), Graham y Sukhtankar (2004), Bjørnskov et al. (2009), Clark y D'Angelo (2009) y Senik (2009).

5 Véase, por ejemplo, Diener (2000) sobre la evolución en la medición del bienestar subjetivo desde la psicología positiva y su posible uso en indicadores nacionales de felicidad.

6 Para una revisión informativa y más detallada de la literatura económica sobre la felicidad, véanse Diener y Biswas-Diener (2002), Frey y Stutzer (2002), Senik (2005) y Dolan, Peasgood y White (2008).

7 Poco después de que Easterlin (1974) afirmara que el ingreso absoluto no incide sobre la felicidad, Scitovsky (1976) argumentó que un nivel alto de ingreso puede incluso tener efectos adversos sobre ella, al imposibilitar el placer que resulta de la satisfacción incompleta e intermitente de los deseos. Más recientemente, Frank (1999) concluyó que el aumento sostenido del ingreso nada tiene que ver con la felicidad.

8 La idea de que "el dinero no compra felicidad" parte de la observación de que, con el tiempo, la norma material sobre la cual se basa el juicio individual sobre la felicidad aumenta en la misma proporción que el nivel de ingreso de la sociedad (Easterlin, 1995).

9 Si bien la paradoja de Easterlin apareció hace menos de cuatro décadas, la noción de que las comparaciones interpersonales son importantes en los juicios individuales fue constatada hace más de un siglo por Carlos Marx (citado en Rosdolsky, 1978). Según Marx, la casa de un individuo puede ser grande o pequeña, pero mientras las casas circundantes tengan un tamaño similar, estas satisfarán todos los requisitos sociales planteados para una vivienda. Pero si junto a una casa pequeña se levanta un palacio, esta se reduce hasta convertirse en una simple choza.

10 La idea de que el ingreso relativo tiene un efecto predominante sobre la felicidad es un resultado encontrado por Guven y Sørensen (2007), en Estados Unidos, Knight, Song y Gunatilaka (2007), en China, y Graham y Pettinato (2006) en Perú.

11 No obstante, la idea de envidia y culpa como motores principales de la aversión a la desigualdad no ha sido unánimemente aceptada. Otros trabajos han demostrado que la injusticia mina la felicidad debido a un sentimiento de altruismo y a un anhelo innato de justicia en los individuos.

12 Véanse, por ejemplo, Tomes (1986), Ball (2001) y Clark (2003).

13 Dadas las restricciones de edad, sexo, estrato y ciudad del muestreo, los "colombianos" a los que continuamente se refiere este trabajo representan un grupo más reducido y menos representativo que el total nacional.

14 En efecto, de los 1200 encuestados entre abril y septiembre de 2007, solo 700 fueron encuestados una segunda vez en los seis meses posteriores a la primera entrevista. Así, si bien un rolling cross-section no contiene datos de corte transversal, en este caso es posible tratar los datos de esta manera, pues tanto la presencia de los 1.690 encuestados como el momento en que estos fueron incluidos en el muestreo fueron determinados aleatoriamente.

15 Es necesario mencionar algunos sesgos que pueden tener los datos subjetivos en general y la ESP de 2007 en particular. Primero, las respuestas sobre privatizaciones, economía de mercado y papel del Estado pueden estar afectadas por un efecto de orden. Segundo, la formulación de algunas preguntas en la encuesta puede generar sesgos. En la ESP el término "capitalista" puede implicar una carga política que sesga la interpretación de las respuestas como equivalentes a estar a favor o en contra del "libre mercado". Tercero, la posibilidad de que las actitudes no "existan" en una forma coherente resulta problemática, ya que los encuestados pueden ser reacios a admitir una falta de opinión sobre la pregunta, creyendo que deben dar una respuesta al encuestador independientemente de que tengan o no una posición formada sobre el tema. Cuarto, la falta de respuesta a algunas preguntas puede estar correlacionada con un grupo de encuestados en particular. Por ejemplo, en la pregunta sobre capitalismo de la ESP, más de la mitad de quienes respondieron "no sabe" o "no responde" (7,87%) pertenece a los quintiles 1 y 2. Finalmente, la pregunta sobre felicidad es vulnerable a sesgos como querer controlar la imagen, interacciones con el encuestador, fallas de memoria o lucidez y estados de ánimo (Ardilly, 2006; Bertrand y Mullainathan, 2001; Frey y Stutzer, 2002, pp. 30-36; Senik, 2005). No obstante, estas limitaciones atañen a la gran mayoría de los trabajos que utilizan datos subjetivos y no deben afectar significativamente los resultados obtenidos en este trabajo.

16 Las variables binarias de educación representan el último año cursado del entrevistado e incluyen tanto el nivel completo como el nivel incompleto de ese nivel escolar.

17 Véase el anexo para la formulación de las preguntas.

18 En efecto, las comparaciones con los miembros de la familia tienen un impacto importante sobre la demanda redistributiva, por encima de las comparaciones con colegas (Clark y Senik, 2009).

19 Los bajos niveles de movilidad social en Colombia respecto a otros países es un resultado también encontrado por Narayan, Pritchett y Kapoor (2009).

20 Los clusters de movilidad social pretenden evaluar si existe un efecto de cluster en la estimación, es decir, un efecto no observado que es común a todas las unidades en el grupo y que sigue el modelo yis = xisβ + ci + uis, donde i indica el grupo o cluster y s las unidades dentro del cluster (Wooldridge, 2002). En principio, la creación de clusters de movilidad social minimiza las diferencias intragrupales y maximiza las diferencias intergrupales, suponiendo una alta correlación entre las unidades de un mismo cluster y una relativa independencia entre los distintos clusters.

21 Al respecto, véanse Kahneman, Diener y Schwarz (1999), Frey y Stutzer (2002) y Alesina et al. (2004).

22 La satisfacción con la vida resulta más apropiada como medida de bienestar subjetivo que otras medidas utilizadas en la literatura, tales como el bienestar emocional (también llamado bienestar hedónico o felicidad experimentada). En efecto, esta medida tiene la ventaja de exhibir niveles considerables de estabilidad intrapersonal y comparabilidad interpersonal y, por tanto, puede ser empleada sin mayor obstáculo en este trabajo.

23 Intuitivamente, el estar "satisfecho" no debería tomar el valor de cero en la dummy de felicidad. Sin embargo, algunos trabajos sostienen que las personas que responden de esta manera no tienen claridad emocional sobre su nivel de satisfacción personal. Por ende, se debe incluir este tipo de respuestas como parte del valor negativo de la felicidad, sin que esto implique, necesariamente, infelicidad en ninguno de los casos (véanse Palau, 2008 y las referencias allí citadas).

24 Estos dos autores aseguran que, en sociedades con movilidad social, los agentes tienden a tolerar con mayor frecuencia la desigualdad. Inclusive, Clark (2003) concluye que, en este tipo de sociedades, los individuos son "amantes al riesgo", pues su felicidad crece con la percepción de desigualdad e injusticia social.

25 Nuevamente, la magnitud de este efecto coincide con Alesina y La Ferrara (2005).

26 El efecto positivo y significativo de la comparación de ingreso con respecto a los padres sobre las preferencias redistributivas es un resultado obtenido también por Clark y D'Angelo (2009). Estos autores interpretan este resultado, a todas luces contraintuitivo, como el hecho de que quienes consideran que han mejorado con respecto a sus padres confían más en que la inversión pública en educación y salud puede catapultar a los individuos hacia una escala social más elevada, y por ello se muestran más a favor del sector público.


Referencias

1. ALESINA, A. y ANGELETOS, G. M. (2005). "Fairness and redistribution: U. S. versus Europe", American Economic Review, 95(4):960-980.        [ Links ]

2. ALESINA, A., DI TELLA, R. y MacCULLOCH, R. (2004). "Inequality and happiness: Are Europeans and Americans different?", Journal of Public Economics, 88:2009-2042.        [ Links ]

3. ALESINA, A., GLAESER, E. y SACERDOTE, B. (2001). "Why doesn't the United States have a European-style welfare state?", Brookings Papers on Economic Activity, 2:187-254.        [ Links ]

4. ALESINA, A. y LA FERRARA, E. (2005). "Preferences for redistribution in the land of opportunities", Journal of Public Economics, 89:897-931.        [ Links ]

5. ALWIN, D. F. (1987). "Distributive justice and satisfaction with material well-being", American Sociological Review, 52(1):83-95.        [ Links ]

6. ARDILLY, P. (2006). Les techniques de sondage. París, Editions Technip.        [ Links ]

7. BALL, R. (2001). "Incomes, inequality and happiness: New evidence", mimeografía, Haverford College.        [ Links ]

8. BÉNABOU, R. y OK, E. A. (2001). "Social mobility and the demand for redistribution: The POUM hypothesis", The Quarterly Journal of Economics, 116(2):447-487.        [ Links ]

9. BERTRAND, M. y MULLAINATHAN, S. (2001). "Do people mean what they say? Implications for subjective survey data", The American Economic Review, 91(2):67-72.        [ Links ]

10. BIANCOTTI, C. y D'ALESSIO, G. (2007). "Inequality and happiness" (Working Paper Series 75). Ecineq.        [ Links ]

11. BIRCHENALL, J. A. (2001). "Income distribution, human capital and economic growth in Colombia", Journal of Development Economics, 66:271-287.        [ Links ]

12. BJØRNSKOV, C., DREHER, A., FISCHER, J. y SCHNELLENBACH, J. (2009). "On the relation between income inequality and happiness: Do fairness perceptions matter?" (Working Paper 19494). MPRA.        [ Links ]

13. BOARINI, R. y LE CLAINCHE, C. (2009). "Social preferences for public redistribution: An empirical investigation based on French data", The Journal of Socio-Economics, 38:115-128.        [ Links ]

14. BONILLA, L. (2008). "Diferencias regionales en la distribución del ingreso en Colombia" (Documentos de Trabajo sobre Economía Regional 108). Banco de la República, Cartagena.        [ Links ]

15. BRADBURN, N. M. (1969). The structure of psycological well-being. Chicago, Aldine.        [ Links ]

16. CLARK, A. (2003). "Inequality-aversion and income mobility: A direct test", mimeografía, Delta.        [ Links ]

17. CLARK, A. y D'ANGELO, E. (2009). "Upward social mobility, well-being and political preferences: Evidence from the BHPS" (Working Paper 338). Universita' Politecnica delle Marche.        [ Links ]

18. CLARK, A. y SENIK, C. (2009). "Who compares to whom? The anatomy of income comparisons in Europe" (Discussion Paper 4414). IZA.        [ Links ]

19. CORNEO, G. y GRÜNER, H. P. (2002). "Individual preferences for political redistribution", Journal of Public Economics, 83(1):83-107.        [ Links ]

20. DIENER, E. (2000). "Subjective well-being: The science of happiness and a proposal for a national index", American Psychologist, 55(1):34-43.        [ Links ]

21. DIENER, E. y BISWAS-DIENER, R. (2002). "Will money increase subjective well-being? A literature review and guide to needed research", Social Indicators Research, 57:119-169.        [ Links ]

22. DOLAN, P., PEASGOOD, T. y WHITE, M. (2008). "Do we really know what makes us happy? A review of economic literature on the factors associated with subjective well-being", Journal of Economic Psychology, 29:94-122.        [ Links ]

23. EASTERLIN, R. A. (1974). "Does economic growth improve the human lot? Some empirical evidence", en P. A. Reder y M. W. David (Eds.), Nations and households in economic growth (pp. 89-125). Nueva York, Academic Press.        [ Links ]

24. EASTERLIN, R. A. (1995). "Will raising the incomes of all increase the happiness of all?", Journal of Economic Behavior and Organization, 27:35-47.        [ Links ]

25. ELSTER, J. (2009). Alexis de Tocqueville, the first social scientists. Nueva York, Cambridge University Press.        [ Links ]

26. FISCHER, J. A. (2009). "The welfare effects of social mobility: An analysis for OECD countries" (Working Paper 17070). MPRA.        [ Links ]

27. FONG, C. (2001). "Social preferences, self-interest and the demand for redistribution", Journal of Public Economics, 82(2):225-246.        [ Links ]

28. FRANK, R. H. (1999). Luxury fever: Why money fails to satisfy in an era of excess. Nueva York, Free Press.        [ Links ]

29. FREY, B. S. y STUTZER, A. (2002). Happiness and economics: How the economy and institutions affect well-being. Princeton-Oxford, Princeton University Press.        [ Links ]

30. GAVIRIA, A. (2005). Movilidad social en Colombia: realidades y percepciones. Bogotá, Departamento Nacional de Planeación.        [ Links ]

31. GAVIRIA, A. (2007). "Social mobility and preferences for redistribution in Latin America", Economía, 8(1):55-96.        [ Links ]

32. GRAHAM, C. y PETTINATO, S. (2006). "Frustrated achievers: Winners, losers, and subjective well-being in Peru's emerging economy", Annals of the American Academy of Political and Social Science, 606:128-153.        [ Links ]

33. GRAHAM, C. y SUKHTANKAR, S. (2004). "Does economic crisis reduce support for markets and democracy in Latin America? Some evidence from surveys of public opinion and well-being", Journal of Latin American Studies, 36(2):349-377.        [ Links ]

34. GUVEN, C. y SØRENSEN, B. E. (2007). "Subjective well-being: Keeping up with the Joneses. Real or perceived?", mimeografía, University of Houston.        [ Links ]

35. HAGERTY, M. (1999). "Social comparisons of income in one's community: Evidence from national surveys of income and happiness", mimeografía, University of California Davis.        [ Links ]

36. HIRSCHMAN, A. y ROTHSCHILD, M. (1973). "The changing tolerance of income inequality in the course of economic development", The Quarterly Journal of Economics, 87(4):544-566.        [ Links ]

37. KAHNEMAN, D., DIENER, E. y SCHWARZ, N. (1999). Well-being: The foundations of hedonic psychology. Nueva York, Russel Sage Foundation Publications.        [ Links ]

38. KNIGHT, J., SONG, L. y GUNATILAKA, R. (2007). "Subjective well-being and its determinants in rural China" (Economics Discussion Paper Series 334). Oxford, University of Oxford.        [ Links ]

39. LINDERT, P. H. (2004). Growing public: Social spending and economic growth since the eighteenth century. Nueva York, Cambridge University Press.        [ Links ]

40. LONDOÑO, J. L. (1995). Distribución del ingreso y desarrollo económico: Colombia en el siglo XX. Bogotá, Tercer Mundo.        [ Links ]

41. LONDOÑO, J. L. y SZÉKELY, M. (1998). "Sorpresas distributivas después de una década de reformas: Latinoamérica en los noventa", Pensamiento Iberoamericano, 195-239.        [ Links ]

42. MAYRAZ, G., WAGNER, G. y SCHUPP, J. (2009). "Life satisfaction and relative income: Perceptions and evidence" (Discussion Paper 4390). IZA.        [ Links ]

43. MELTZER, A. H. y RICHARD, S. F. (1981). "A rational theory of the size of government", Journal of Political Economy, 89:914-927.        [ Links ]

44. MORAWETZ, D., ATIA, E., BIN-NUN, G., FELOUS, L., GARIPLERDEN, Y., HARRIS, E. et al. (1977). "Income distribution and self-rated happiness: Some empirical evidence", The Economic Journal, 87:511-522.        [ Links ]

45. NARAYAN, D., PRITCHETT, L. y KAPOOR, S. (2009). Moving out of poverty: Success from the bottom up (Vol. 2). Washington, D. C., Palgrave Macmillan-World Bank.        [ Links ]

46. NÚÑEZ, J. y GONZÁLEZ, N. (2006). "Colombia en el contexto de las metas del milenio: tropiezos, logros y el camino hacia adelante" (Documento CEDE). Universidad de los Andes, Facultad de Economía.        [ Links ]

47. OCAMPO, J. A., SÁNCHEZ, F. y TOVAR, C. E. (2000). "Mercado laboral y distribución del ingreso en Colombia", Revista de la Cepal, 72:53-78.        [ Links ]

48. PALAU, M. D. (2008). "Felicidad, riqueza y movilidad social en Colombia: una mirada crítica a las medidas subjetivas de bienestar", trabajo presentado en la LACEA/IDB/WB/UNDP, abril, Santo Domingo, República Dominicana.        [ Links ]

49. PIKETTY, T. (1995). "Social mobility and redistributive politics", The Quarterly Journal of Economics, 110:551-584.        [ Links ]

50. ROSDOLSKY, R. (1978). Génesis y estructura de El Capital de Marx. México, D. F., Siglo Veintiuno Editores.        [ Links ]

51. SÁNCHEZ, F. (Ed.) (1998). La distribución del ingreso en Colombia: tendencias recientes y retos de la política pública. Bogotá, Tercer Mundo Editores.        [ Links ]

52. SCHWARZE, J. y HÄRPFER, M. (2002). "Are people inequality-averse, and do they prefer redistribution by the State? Evidence from German longitudinal on life satisfaction" (Discussion Paper 430). IZA.        [ Links ]

53. SCITOVSKY, T. (1976). The joyless economy: The psychology of human satisfaction. Oxford, Oxford University Press.        [ Links ]

54. SENIK, C. (2005). "Income distribution and subjective well-being: What can we learn from subjective data?", Journal of Economic Surveys, 19(1):43-63.        [ Links ]

55. SENIK, C. (2009). "Income distribution and subjective happiness: A survey" (Social, Employment and Migration Working Papers 96). OECD. Disponible en http://dx.doi.org/10.1787/218860720683.        [ Links ]

56. TOMES, N. (1986). "Income distribution, happiness and satisfaction: A direct test of the interdependent preferences model", Journal of Economic Psychology, 7:425-446.        [ Links ]

57. WOOLDRIDGE, J. M. (2002). Econometric analysis of cross section and panel data. Cambridge, MIT Press.        [ Links ]

Anexo

Formulario de la Encuesta Social y Política de la Universidad de los Andes (2007)

Variables independientes

1. Movilidad pasada y futura

Imagínese una escala de 10 peldaños, donde en el "1" se ubican las personas más pobres y en el "10" se ubican las personas con mayor riqueza:

2. Riqueza está distribuida injustamente

¿De qué manera cree usted que la riqueza está distribuida entre los colombianos? ¿Cuán justa cree usted que es la distribución de la riqueza en Colombia?

3. Pobreza se debe a circunstancias fortuitas

Hay distintas opiniones sobre las causas de la pobreza en Colombia. Hay gente que opina que hay pobres porque ellos no se esfuerzan por mejorar sus condiciones de vida; otras personas opinan que hay pobres por circunstancias ajenas a la voluntad de ellos. ¿Cuál de las dos opiniones se acerca más a su manera de pensar?

4. No es posible nacer pobre y morir rico

Está usted de acuerdo o en desacuerdo con las siguientes opiniones:

5. Tenencia de activos

¿Tienen actualmente en casa?

Variables dependientes

1. Apoyo a la privatización

Está usted muy de acuerdo, algo de acuerdo, algo en desacuerdo, o muy en desacuerdo con la siguiente frase: Las privatizaciones de empresas estatales, es decir, las ventas de empresas del Estado al sector privado, han sido beneficiosas para el país.

2. Apoyo al capitalismo

3. Estado reduce la brecha social

Está usted muy de acuerdo, algo de acuerdo, algo en desacuerdo, o muy en desacuerdo con la siguiente frase: El Estado debe ocuparse prioritariamente de reducir las diferencias entre los ricos y los pobres.

4. Felicidad

En términos generales, ¿qué tan satisfecho está usted con su vida? ¿Diría usted que está...

Creative Commons License All the contents of this journal, except where otherwise noted, is licensed under a Creative Commons Attribution License