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Revista Salud Uninorte

Print version ISSN 0120-5552On-line version ISSN 2011-7531

Salud, Barranquilla vol.23 no.2 Barranquilla July/Dec. 2007

 

Artículo de reflexión / REFLEXION ARTICLE


¿Está preparado nuestro país para asumir los retos que plantea el envejecimiento poblacional?

Is our country ready to face the challenges set by the aging population?

Mario Leonardo Nieto Antolínez Eco1, Luz Marina Alonso Palacio2

1 Especialista en Estadística Aplicada. Docente universidad del Norte y Universidad del Atlántico, Departamento de Economía. Investigador Fundación Francisco de Asís, para el cuidado de adultos mayores. Correspondencia: Universidad del Norte, Km 5 vía a Puerto Colombia, Barranquilla (Colombia). mantolinez@uninorte.edu.co
2 Eco.MSP, MSc, Cert. Grad. Gerontología. Docente de la División Ciencias de la Salud, Departamento de Salud Familiar y Comunitaria de la Universidad del Norte. Miembro Grupo Uni, avalado por Colciencias. Correspondencia: Universidad del Norte, Km 5 vía a Puerto Colombia, A.A. 1569, Barranquilla (Colombia). lmalonso@uninorte.edu.co.



Resumen

El fenómeno del envejecimiento de la población es una realidad que enfrenta la humanidad actualmente y a la cual Colombia no es ajena. ¿Qué es el envejecimiento poblacional?, ¿por qué se está envejeciendo la humanidad?, ¿qué tan envejecido está nuestro país en términos comparativos?, ¿cuáles son las condiciones actuales de nuestros adultos mayores en materia de salud, vivienda, educación, esparcimiento, seguridad económica y cuáles son sus perspectivas a futuro? Todas estas son preguntas pertinentes, algunas más sencillas de responder que otras, mas aun, si tenemos en cuenta nuestras grandes restricciones en materia fiscal, y lo que es más grave todavía, la poca importancia que le hemos dado a este cambio demográfico y, por ende, a los desafíos que se avecinan por cuenta del mismo. En este artículo presentamos un panorama general del envejecimiento de la población colombiana, tocando cada uno de los aspectos arriba mencionados, con el fin de llamar la atención acerca de la necesidad de fortalecer la investigación en todas las áreas para buscar respuestas adecuadas y oportunas a este cambio histórico.

Palabras claves: Cambio demográfico, adulto mayor.

Abstract

Aging of the population is an occurrence that has become a reality for all humanity and Colombia is not an exception to it. What is the aging population? Why is humanity aging? How aged is our country in comparative terms? What are the current conditions of our elderly in matters of health, shelter, education, economic security, and what are their future perspectives? All of these are pertinent questions, some easier to answer than others, however, we do keep in mind our great restrictions in fiscal matters and what's worse, the lack of importance we have given to this demographical change and the challenges that it brings. In this article we present a general view of aging in the Colombian population, pointing out each one of the aspects mentioned above, with the purpose of warning about the necessity to strengthen investigation in all areas to find proper answers to this historic change.

Key words: Changes in the population, aging.

Fecha de recepción: 23 de agosto de 2007
Fecha de aceptación: 30 de septiembre de 2007



En qué consiste el envejecimiento

Para hablar del envejecimiento de la población colombiana tenemos que comenzar por definir el envejecimiento individual, el cual es un proceso continuo e irreversible que comienza desde el momento de la concepción (1). La edad no es más que uno de los parámetros, por demás arbitrario, utilizados para clasificar o definir quién es viejo y quién no, sin embargo, no se pueden desconocer otros aspectos propios del envejecimiento que tienen que ver con cambios fisiológicos, psicológicos y sociales. No todos estos cambios se dan por casualidad, muchos de ellos se encuentran influidos por nuestro comportamiento (2).

Como consecuencia indirecta de algunos aspectos propios del envejecer y que a la vez conservan algún grado de variabilidad entre los individuos, probablemente no hay, ni puede haber, un criterio unificado acerca de la edad a partir de la cual se puede considerar a una persona como vieja. En países relativamente más envejecidos, este parámetro puede estar alrededor de los 80 años, como en el caso del Reino Unido; para la Organización Mundial de la Salud (OMS) es anciano quien tiene más de 65 años, y para la Organización Panamericana de la Salud (OPS) lo es quien tiene más de 60 (3). Si nos remontamos a la edad media, las personas mayores de 30 años solían contarse entre los viejos (4). Para Bobbio, los sexagenarios son viejos estrictamente en un sentido "burocrático", esto es, porque a esa edad generalmente tienen derecho a una pensión; otro tipo de vejez que describe este mismo autor es la "fisiológica", que comienza alrededor de los ochenta años de edad, y es en ella donde intervienen las ciencias médicas. Menciona también la vejez psicológica o subjetiva, que puede sobrevenir a cualquier edad (5).

Mishara y Riedel reflexionan sobre lo que cotidianamente se entiende por adulto mayor, y se plantean el interrogante: ¿Qué quiere decir viejo o vieja? Consideran el envejecimiento desde cuatro puntos de vista: cronológico, psicobiológico, psicoafectivo y social. El primero, asociado al conteo del número de años, el segundo, a los múltiples cambios físicos y biológicos, el psicológico y emotivo visto más desde la perspectiva cognitiva que afecta su manera de pensar como sus capacidades y lo que tiene que ver con la afectividad y la personalidad (6).

Lo anterior nos da una idea de la dificultad que se presenta al intentar clasificar la vejez dentro de caracterizaciones que obedecen a intereses, contextos y enfoques distintos. En ese orden de ideas, cualquier límite de edad que se establezca para denotar el comienzo de la vejez podría resultar inapropiado y arbitrario, teniendo en cuenta que sería un criterio estrictamente cronológico. Sin embargo, dada la complejidad e incluso inexistencia de una clasificación adecuada, en este artículo examinaremos el envejecimiento poblacional como el aumento progresivo de la cantidad de personas mayores de 60 años en términos absolutos y con respecto a la población total. Si bien este último indicador del envejecimiento poblacional es probablemente el más utilizado, tiene, entre otros inconvenientes, el hecho de que no logra capturar la heterogeneidad presente al interior del grupo de edad, es decir, que sería más preciso, sobre todo si se quiere comparar unas regiones con otras, calcular adicionalmente la proporción de personas mayores de 75 años, e incluso la proporción de mayores de 80 años (7), considerada para análisis diferenciales como la cuarta edad, ya que en términos de necesidades y de potencialidades cada uno de esos grupos sería diferente.

Situación actual y perspectivas

Según estimaciones de la Organización de las Naciones Unidas, el número de personas mayores de 60 años en el mundo pasará de 600 millones en el 2000 a 1.200 en el 2025 y a casi 2.000 millones en 2050. Durante esos 50 años se espera que la proporción de personas de 60 años y más se duplique en el mundo, pasando de un 10% actual a cerca del 21%, mientras en los países en vía de desarrollo este porcentaje crecerá de forma más acelerada, incluso hasta llegar a cuadruplicarse durante el mismo período (8). Es decir que cuando hablamos de envejecimiento poblacional no se trata únicamente de un aumento en términos absolutos de la cantidad de personas mayores, sino también de un aumento en el peso relativo de esas personas mayores con relación al total de la población.

Una transformación demográfica de estas características no tiene precedentes en la historia de la humanidad. Alfonso Sandoval, representante del Fondo de Población de Naciones Unidas, expresó: "El acelerado fenómeno del envejecimiento como proceso del cambio poblacional es único, al que nunca antes se había enfrentado la humanidad"; manifestó además que hasta el momento prácticamente en ningún país, incluidos muchos de los desarrollados, existen enfoques integrales de respuesta a dicho fenómeno y que la situación se agrava en América Latina debido a la carencia de recursos (9).

En el contexto regional, de 48 millones de adultos mayores que habitaban en América Latina en el 2005 (8.8% de la población latinoamericana) pasaremos a 114.5 millones en el 2030 (16.3 % de la población). Es recurrente en las distintas proyecciones consultadas que en los países en vía de desarrollo el crecimiento de la población mayor de sesenta años es más acelerado con respecto a los países desarrollados (7, 8, 10).

Específicamente en el caso de Colombia se observa el mismo fenómeno, pero de alguna manera acentuado. Durante los últimos treinta años la población colombiana creció a una tasa promedio anual del 1.69%, mientras los adultos mayores lo hicieron al 3.26%, en contraste con América Latina, en donde la población total creció en promedio 1.83% anual y la población mayor de 60 años creció a un ritmo promedio de 2.89 % anual.

Estos datos ponen de manifiesto dos realidades aparentes: la primera, el hecho de que la población mayor está creciendo más rápido que la población total en América Latina, y la segunda, que Colombia parece tener aún más acelerado el envejecimiento, en la medida en que el diferencial entre el ritmo de crecimiento de la población total y el de la población "envejecida" es mayor (tabla 1).

En el 2005, fecha en que se realizó el último censo de población, Colombia contaba con 3´777.900 adultos mayores de 60 años, esto es, cerca del 9% de los 42'090.500 habitantes del país; esta cifra sobrepasa en más de 1.5% las proyecciones del Centro Latinoamericano y Caribeño de Demografía (CELADE), que en julio de ese mismo año publicó en su Boletín Demográfico No 76 un cálculo cercano al 7.4% de personas mayores de 60 años para Colombia en el 2005 (11). Es decir que la población colombiana está envejeciendo más rápido de lo proyectado y más rápido que los demás países de la región. Una prueba de ello se puede notar a partir de la tabla 2, que muestra cómo en 1970 Colombia era de los países menos envejecidos entre los trece elegidos, y en 2005 es el quinto país más envejecido de la región, después de los países del Cono Sur y Cuba. Con base en proyecciones de la división de población de Naciones Unidas, cerca del 17 % de la población colombiana será mayor de 60 años en 2030 y la edad promedio de un colombiano será de 35 años, mientras en el 2005 se calculó en 26 años.

¿Por qué envejece la población?

Existen varios factores que inciden directamente en este cambio demográfico, son factores que afectan el volumen total de la población y su estructura por edades; éstos son: cambios en la mortalidad general, en la fecundidad, la migración y en las tasas específicas de mortalidad de los adultos mayores de 60 años. Cada uno de estos aspectos incide en el envejecimiento poblacional de diversas maneras, de acuerdo con la realidad de cada país e incluso de cada región al interior del mismo (7).

Es un hecho que los adelantos científicos y los grandes avances en el campo de la medicina han prolongado la esperanza de vida. Al reducirse la mortalidad aumenta la probabilidad de que se genere un aumento de la cantidad de personas que alcanzan y sobrepasan los 60 años. En Colombia, por ejemplo, la esperanza de vida al nacer pasó de 63 a 73 años entre 1975 y 2005, coincidiendo con el promedio para América Latina. Claramente, este hecho constituye uno de los mayores logros para la humanidad, digno de reconocimiento, sin dejar de lado, por supuesto, el debate posterior acerca de la calidad de vida de esos años adicionales. Para algunos no está claro si los avances de la medicina "te hacen vivir o te impiden morir" (5).

Con respecto a la tasa de fecundidad, se puede decir que el efecto de una reducción de la misma sobre el envejecimiento de la población es más directo que el producido por la reducción de la mortalidad, ya que en la medida en que ingresan menos individuos al grupo de edad de 0 a 5 años, los demás grupos aumentan su peso relativo dentro del total de la población. En la década de los sesenta las colombianas tenían en promedio 6.7 hijos, hoy en día la tasa de fecundidad es de 2.6 hijos por mujer; si su tendencia sigue a la baja, repercutirá en la pérdida del reemplazo generacional, con el consiguiente aumento del envejecimiento poblacional (figura 1).

Antes de tocar el tema de la migración se debe diferenciar entre la migración interna y la migración internacional. Con respecto a la primera, la migración del campo a la ciudad hizo que las áreas rurales se tornaran relativamente más viejas que los centros urbanos; esto se debió a que principalmente migraron hacia las ciudades adultos jóvenes. El caso de la migración internacional es relevante para Colombia, debido al flujo de nacionales que han decidido salir del país en busca de mejores oportunidades; en este aspecto no hay consenso en cuanto a la cantidad de colombianos que viven en el exterior. Los datos del censo de población (DANE 2005) arrojaron una cifra de 3.3 millones de colombianos fuera del país, para el 2005, la Cancillería da cuenta de 4.2 millones y el Banco de la República estima que pueden ser 5.2 millones (12). En la actualidad, el DANE se encuentra realizando una "Encuesta de colombianos residentes en el exterior", con el fin de establecer esta cifra a la fecha. Lo cierto es que aun el dato más conservador es inquietantemente alto, máxime si tenemos en cuenta que la tendencia sigue presentándose de manera creciente.

Con base en datos suministrados por el Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) acerca de las entradas y salidas de colombianos al país desde el 2005 hasta junio del 2007, podemos observar en la tabla 3 que durante este período salieron del país, y aún no han regresado, 469.629 colombianos, lo cual muestra que la tendencia creciente persiste y ese hecho seguirá afectando la estructura de la población por edades.

Un aspecto interesante en este análisis es el hecho de que las personas que en la actualidad emigran, o que emigraron hace algunos años, en su mayoría adultos jóvenes, probablemente retornen al país una vez terminado su ciclo productivo en los países que los acogieron. Esto implicaría un aumento mayor de la población de 60 años y más una vez los migrantes de hoy regresen al país. Este fenómeno está documentado en otros países de América Latina y el Caribe y de otros continentes donde persiste el patrón de la tendencia al regreso, ya que la mayoría no se integran a los modelos culturales receptores a pesar de contemplarlos como referencia (13).

¿Estamos preparados?

Una vez presentada de manera general la situación actual del envejecimiento de la población colombiana y de alguna manera las perspectivas, surge el siguiente gran interrogante: ¿está el país preparado para asumir los retos que plantea el envejecimiento poblacional?

Luego de la Primera Asamblea Mundial sobre el Envejecimiento de 1982, las acciones del Estado y la sociedad civil para mejorar las condiciones de vida a los adultos mayores y a todas las personas en la perspectiva del envejecimiento tuvieron un especial desarrollo en la década de los noventas, sin embargo, los servicios que se brindaban al adulto mayor en Colombia antes de 1991 eran meramente asistenciales, y estaban limitados hasta donde se agotara el presupuesto (15). Durante la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento, que se llevó a cabo en Madrid (2002), se adoptó un plan de acción por parte de los gobiernos participantes (entre ellos el de Colombia) con metas, objetivos y compromisos que cumplir con el fin de hacer frente a las posibles dificultades que pudiera traer consigo el cambio demográfico. Dicho plan disponía de acciones para lograr avances en aspectos tales como generación de empleo, mejorar el nivel de vida, recreación, mitigar condiciones de los grupos minoritarios marginados, generación de espacios para el conocimiento, fortalecimiento de la solidaridad, acceso a alimentos y reducción de la pobreza para el logro de entornos emancipadores y propicios (8).

Lo anterior se traduciría en seguridad económica, acceso a servicios de salud de alta calidad, fortalecimiento de las redes de apoyo, creación y difusión de espacios para la recreación, ciudades y edificaciones más amables en términos de un adecuado diseño arquitectónico, creación y fomento de centros educativos para adultos mayores, entre otros aspectos que propicien un mejoramiento de la calidad de vida de las personas mayores en un marco de seguridad y dignidad.

Cinco años han pasado después de la Segunda Asamblea Mundial sobre Envejecimiento y aún se perciben igual de lejanas las condiciones arriba mencionadas que favorecerían una mejoría en la calidad de vida de nuestros adultos mayores. En materia de seguridad económica, sólo una de cada cuatro personas mayores de 60 años tiene garantizado un ingreso económico a través de una pensión (15), ¿y el resto podrá acudir al mercado laboral sin ser objeto de discriminación por la edad?

Durante el 2006 en un informe presentado por el Ministerio de Protección Social se dio cuenta de un total de 221.039 (aproximadamente el 5% ) adultos mayores beneficiados con un subsidio en dinero, servicios sociales básicos o complementarios por valor de $75.000 (37 dólares) mensuales (16). Claramente resultan insuficientes estos recursos si tenemos en cuenta que más de la mitad de nuestros adultos mayores se encuentran por debajo de la línea de pobreza, es decir, con ingresos inferiores a $220.000 del 2005 (110 dólares) mensuales y cerca del 15% por debajo de la línea de indigencia, es decir que sus ingresos no les permiten siquiera acceder a una canasta de alimentos básica que les provea sus requerimientos nutricionales (17, 18). Todo esto sin tener en cuenta el hecho de que el subsidio en dinero en muchos casos no llega al anciano porque se queda en manos ya sea de algún miembro del núcleo familiar o, en el peor de los casos, de algún intermediario.

Dentro del Presupuesto General de la Nación, el Gobierno Nacional tiene proyectado invertir en programas de protección social para el adulto mayor el 0.11% del PIB en el 2007, esto corresponde al 2% del total presupuestado para inversión (19).

En lo que tiene que ver con el acceso a servicios de salud, aunque la cobertura no se escapa de la crítica, es en la calidad en donde más nos podemos cuestionar. A partir de la Ley 100 de 1993 se ubica al adulto mayor dentro de un grupo de alta vulnerabilidad y de cuidado especial, sin embargo, temas como el de la calidad de la atención al anciano tanto en el Régimen Subsidiado como en el Contributivo, el suministro de los medicamentos y tratamientos adecuados y de manera oportuna, e incluso la capacitación del personal médico en lo relacionado con la geriatría y gerontología, son bastante cuestionables. Con respecto a este último aspecto cabe resaltar que América Latina cuenta en promedio con 3 geriatras por cada 100.000 adultos mayores (7), mientras que en Colombia contamos con 0.85 geriatras por cada 100.000 adultos mayores (32 geriatras en total).

En cuanto a soluciones habitacionales, se requieren programas de construcción de viviendas con características arquitectónicas específicas, dadas las limitaciones funcionales que pueden sobrevenir con la edad. Si bien hay planes de adquisición de vivienda con subsidios para la población general y con prioridades de acceso al subsidio en hogares más pobres, debería diseñarse una política especialmente para el adulto mayor.

En cuanto a recreación y esparcimiento, esta labor parece haber quedado principalmente en manos de las cajas de compensación, que a pesar de ofrecer programas variados, no pueden tener total cobertura, ya que la vinculación de los adultos mayores a estas entidades se encuentra condicionada por el hecho de ser pensionados o estar vinculados formalmente al mercado laboral, bien sea como trabajadores o como beneficiarios, y aunque existe un Plan Nacional de Recreación para la tercera edad y muchos avances en Colombia después de la década de los setenta con la formación de muchas asociaciones, aún persiste la dificultad en el acceso por parte de gran parte de la población mayor (20).

En materia de formación Cuba pone la pauta con la primera universidad del adulto mayor, en donde se admiten personas mayores con cualquier nivel de escolaridad y no hay exámenes finales. Únicamente en la pequeña provincia de Granma egresaron de esta universidad casi 800 adultos mayores entre 2000 y 2003. Costa Rica, Chile y Argentina también tienen programas en prestigiosas universidades especiales para adultos mayores. En Colombia no pudimos encontrar ninguno, sin embargo, existen asociaciones relacionadas con la gerontología para compartir hallazgos de investigaciones e igualmente esperanzas con el reciente Plan Nacional de Educación, que contempla oportunidades para todos.

Uno de los grandes inconvenientes que se presentan a la hora de analizar la situación de las personas mayores en Colombia es la escasa información visible y sistematizada existente, y ése es otro frente en el que hay mucho por hacer, previo a la elaboración de las políticas tendientes a mejorar la calidad de vida de estas personas. El Estado, la sociedad y la familia deben realizar un gran esfuerzo para el cumplimiento de lo estipulado en el artículo 46 de la Constitución de 1991 en cuanto a la protección del adulto mayor. Es necesario aproximarnos más a su realidad en aspectos como el reconocimiento de sus necesidades en distintos aspectos, entre otros: su salud mental y física, su grado de dependencia, su entorno familiar, su situación en términos de ingresos, transferencias intergeneracionales, la percepción de sí mismos, de las generaciones con quien convive y del entorno en general, sus condiciones laborales, entre otros múltiples aspectos.

En Colombia no se puede hablar prácticamente de ningún aspecto económico, político y social sin tener en cuenta el conflicto armado que desde hace más de cuatro décadas nos afecta. Por supuesto, nuestros adultos mayores no se escapan de esa realidad. Según algunos estudios, cerca del 60% de las cabezas de hogar de las familias desplazadas por la violencia son adultos mayores. Por otro lado, el conflicto, además de destruir capital físico, destruye también talento humano, fundamentalmente adultos jóvenes que mueren por causas violentas, afectando, así sea en forma sutil, la proporción entre adultos mayores y la población total.

En concordancia con todo lo mencionado, queda claro que los esfuerzos para proveer una atención integral al adulto mayor y atención que respete un abordaje desde la totalidad (21), y así poder afrontar los retos que trae consigo el cambio demográfico, deben provenir de todos los sectores sociales y de todas las profesiones y enriquecerse de experiencias nacionales e internacionales exitosas, y con un esfuerzo enorme de las universidades que impacten los indicadores de desarrollo social (22).

Se debe trabajar por un cambio en la mentalidad acerca del envejecimiento y de lo viejo como obsoleto o desactualizado, fomentando una visión positiva de este proceso, para lograr, de paso, una diferenciación entre el envejecimiento normal y el envejecimiento patológico.



CONCLUSIONES

Envejecemos más rápido de lo que creemos (por encima de lo proyectado), y aparentemente más rápido que los países de la región, lo cual plantea retos en términos de equidad, calidad y cobertura de los servicios sociales, pensiones, formación académica, renovación curricular con componentes geriátricos y gerontológicos, reforzamiento de la investigación, trabajo cultural para fortalecer relaciones en un marco de respeto intergeneracional, retos en términos de acuerdos institucionales, nuevos programas de promoción y prevención dirigidos al adulto mayor, construcción de modelos económicos con enfoque gerontológico para el desarrollo, el bienestar y la sostenibilidad económica del adulto en las últimas etapas del ciclo vital.

Emerge la necesidad de encuentros de equipos multiprofesionales e interdisciplinarios en pro de proyectos para el adulto mayor, y retos educacionales como previsión de universidades para adultos mayores. Es importante diseñar políticas educacionales e implementar programas coherentes en relación con el desafío de aprender a envejecer y cultivar la relación y el respeto intergeneracional desde etapas tempranas.

El reflejo de la problemática se ve en la pobreza de los programas sociales y su dispersión como consecuencia de la falta de políticas claras. Algo muy atractivo sería la consecución de un observatorio de nuestros adultos mayores que enmarcara los parámetros reales de nuestra población, permitiendo evidenciar tanto las potencialidades como la problemática de este grupo de personas en pro de la formulación de planes de acción de corto, mediano y largo plazo.

Finalmente, podemos concluir que Colombia no se encuentra preparada para asumir los cambios que se avecinan con el envejecimiento poblacional. Si bien esto es preocupante, aún estamos a tiempo para comenzar dicha preparación que nos permita afrontar de la mejor manera posible el cambio demográfico, teniendo en cuenta que el nuestro es un proceso sustancialmente diferente al vivido por los países desarrollados.

Financiación: Fundación Francisco de Asís y Universidad del Norte

Intereses de conflicto: Ninguno.



REFRENCIAS

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