Los escándalos político-mediáticos

Es en este contexto de mediatización creciente que los escándalos político-mediáticos han asumido cada vez mayor importancia, constituyéndose en muchos casos en determinantes del curso de los acontecimientos políticos y el destino de mandatarios y otras figuras públicas. Esto se debe a que el desarrollo de los medios ha puesto a los políticos bajo niveles de exposición y control nunca antes experimentados, lo que los torna más frágiles en sus posiciones de poder (^{Thompson, 2003}).

En este artículo se analiza el comienzo de un escándalo político-mediático en Uruguay que tuvo como consecuencia la renuncia de un vicepresidente: el denominado "caso Sendic"¹. Para ello, se utiliza la teoría del escándalo político de ^{Thompson (2001}/2000), quien es el primer autor que desarrolla una teoría sistemática sobre este, entendido como acontecimiento mediático (^{Cannata, 2015}, p. 202), y que además lo contextualiza en su teoría social más abarcativa sobre la modernidad y los medios de comunicación (^{Thompson, 1998}/1995). ^{Thompson (2001}/2000) propone una definición de los escándalos como "aquellas acciones o acontecimientos que implican ciertos tipos de transgresión que son puestos en conocimiento de terceros y que resultan lo suficientemente serios para provocar una respuesta pública" (p. 32). Dentro de ellos destaca a los escándalos mediáticos, que prosperaron particularmente en el siglo XX (p. 91). Su importancia se debe a su relación con un conjunto más amplio de transformaciones que han dado forma al mundo moderno y modificado, entre otras cosas, la propia naturaleza de la vida pública, en un contexto en el que la visibilidad se libera de las limitaciones de la co-presencia y se desarrolla la "visibilidad mediática" (^{Thompson, 2011}, pp. 22-23): "lo que hoy consideramos como la esfera pública está fundamentalmente constituida por estas nuevas formas de visibilidad mediática; pudiéndose hablar entonces de un entorno público mediático" (p. 23). En este entorno es cada vez más dificultoso para las figuras públicas controlar su imagen y mantener reserva sobre sus actividades.

Es en este marco que ^{Thompson (2001}/2000) caracteriza a los escándalos políticos como "acontecimientos mediáticos", dado que "la revelación en los medios y los comentarios en los medios no son rasgos secundarios o incidentales de estas formas de escándalo: son parcialmente constitutivos del escándalo mismo" (p. 92). En ellos se da un derrumbe en la reputación del protagonista que se ocasiona por la revelación en los medios de transgresiones a la moralidad estándar. Thompson propone una tipología de los escándalos políticos, en la que distingue tres clases: "sexuales", "financieros" y "de poder". Estos implican, respectivamente, la transgresión de los códigos sexuales, la utilización irregular de los recursos económicos y determinados abusos en el ejercicio del poder político (p. 168). Uno de los objetivos propuestos en este artículo es indagar la aplicabilidad de estas categorías para analizar este caso puntual y la eventual pertinencia de categorías complementarias para dar cuenta de él.

De acuerdo con ^{Thompson (2001}/2000), los escándalos mediáticos pasan por ciertas fases: "en primer lugar se encuentra la fase previa al escándalo; en segundo lugar, la fase del escándalo propiamente dicho; en tercer lugar, la culminación; y en cuarto lugar, las consecuencias" (p. 107). La primera fase es el momento en el que ya aconteció el quebrantamiento de las normas o códigos morales, pero este no ha tomado suficiente estado público. La segunda fase, en la que se centra este artículo con respecto al caso Sendic, es aquella en la que empieza el escándalo propiamente dicho: "comienza con la pública exposición de una acción o un acontecimiento que pone en marcha el proceso de alegaciones y contra alegaciones que constituye el escándalo mediático" (p. 108). La tercera y la cuarta fase, que quedan fuera del marco de este trabajo, corresponden, respectivamente, al desenlace del escándalo y a las consecuencias.

Imaginario social: La existencia al interior de un cosmos de sentido

Otro objetivo de este trabajo es contribuir a la caracterización del imaginario social uruguayo contemporáneo mediante el análisis de representaciones mediáticas consideradas relevantes en el comienzo de este caso. Con esta finalidad se recurre a la teoría del imaginario social de ^{Castoriadis (2013}/1975), quien ha destacado la importancia de lo simbólico en la vida humana: "todo lo que se presenta a nosotros, en el mundo histórico-social, está indisolublemente tejido a lo simbólico" (p. 186).

Tal cual expone Honneth, "Castoriadis distingue entre tres dominios de fenómenos que pueden actuar como los referentes del significado en la formación social de los símbolos: las esferas de lo perceptible, lo pensable y lo imaginable" (citado en ^{McNabb, 2008}, pp. 54-55). De ellas, destacará la relevancia de la tercera a través de su conceptualización de 'lo imaginario', que implica creación incesante y esencialmente indeterminada, tanto en el dominio psíquico ("imaginación radical") como histórico-social ("imaginario social"), de figuras, formas e imágenes (^{Castoriadis, 2013}/1975). Castoriadis dirá: "Es imposible comprender lo que fue, lo que es la historia humana, prescindiendo de la categoría de lo imaginario" (p. 258).

Según ^{Castoriadis (2013}/1975), la vida humana, además de tener un carácter social, se desarrolla en el interior de un cosmos de sentido. Las sociedades humanas para existir necesitan crear un mundo de significaciones y nada puede existir para ellas en tanto no se refiera a dicho mundo. Así, "lo que mantiene unida a una sociedad es el mantenimiento conjunto de su mundo de significaciones" (p. 557). Estas son las que dan cohesión a las instituciones de la sociedad. A la vez, estas significaciones son imaginarias, pues "proceden de aquello que todos consideramos como habiéndoselas con la creación, a saber, la imaginación, que no es aquí la imaginación individual (...) sino (...) el imaginario social" (^{Castoriadis, 2006}/2005, p. 79).

En su conceptualización del imaginario social distingue entre 'imaginario radical' e 'imaginario efectivo'. Mientras el primero alude a la capacidad instituyente, el segundo refiere a lo efectivamente creado, a los productos del 'imaginario radical', a su materialización, por ejemplo, en instituciones y significaciones sociales. Así, cada sociedad establece su propio mundo, en el cual también se incluye una representación de sí misma (^{Castoriadis, 2006}/2005, p. 81). No existe una separación entre lo imaginario y la realidad: "lo imaginario afecta los modos de simbolizar de aquello que conocemos como realidad y esta actividad se cuela en todas las instancias de nuestra vida social" (^{Silva, 2006}/1991, p. 96).

Si bien existen distintas maneras posibles de analizar el imaginario social hegemónico de una sociedad dada, aquí lo hago a través de la consideración de los mitos en los que este se expresa. Así, con la finalidad de analizar contextualizadamente la transgresión de Sendic, revelada mediáticamente en esta etapa del caso, incorporo algunos mitos señalados como característicos del Uruguay moderno de acuerdo con la literatura especializada. Esto desde el entendido de que los mitos son formas estructuradas simbólicamente del imaginario social (^{Rial, 1986}).

La semiótica triádica y la teoría del imaginario social: Una articulación potente

La teoría del imaginario social se articula en este trabajo con la semiótica triádica de Peirce, entendida esta última como una teoría de la comunicación (^{Santaella, 2001}) que oficia como "llave transdisciplinar" (^{Romanini, 2015}) y permite lograr un nivel operativo satisfactorio en el análisis de la comunicación mediática (^{Andacht, 2013}).

Peirce, quien desarrolla un sistema filosófico arquitectónico y rompe con el dualismo de la filosofía moderna, destaca la continuidad lógica en el universo. Esto, de acuerdo con Deely, y según consigna ^{Andacht (2013)}, "inaugura el momento 'postmoderno' en la filosofía y la ciencia, el que abre el 'Camino de los Signos'" (p. 27). Dado que "para Peirce sólo conocemos lo real mediante signos, en virtud de una continuidad lógica o 'sinequismo'" (^{Andacht, 2013}, p. 27). Esta perspectiva posibilita superar obstáculos epistemológicos derivados de los dualismos, tales como los que separan al signo de lo real.

En su elaboración teórica, Peirce alude a tres categorías de tipofaneroscópico², que se aplican tanto al plano cosmológico como semiótico y psicológico. Son relacionales y están ordinalmente estructuradas. Se trata de 'Primeridad' (pura posibilidad cualitativa), 'Segundidad' (existencia bruta y reacción) y 'Terceridad' (mediación, regularidad y continuidad). En la lógica o la semiótica, que son sinónimos para Peirce, estas se expresan en las categorías de 'signo' o 'representamen', 'objeto' e 'interpretante'. Para que la acción sígnica o semiosis tenga lugar, es necesaria la relación triádica entre ellas. De ahí la siguiente definición de signo de Peirce: "Un Signo, o Representamen, es un Primero que está en tal relación triádica genuina con un Segundo, llamado su Objeto, como para ser capaz de determinar a un Tercero, llamado su Interpretante" (CP 2.274)³. Asimismo, Peirce (1931-1958) clasificó los signos de acuerdo con estas categorías faneroscópicas. Su clasificación más conocida es la que se basa en los tres tipos de relación entre lo representado (objeto) y el elemento sensible que lo representa (signo o representamen). De esta clasificación se desprenden los siguientes conceptos: ícono (Primeridad), índice (Segundidad) y símbolo (Terceridad). Estamos frente a un signo icónico cuando la relación entre objeto y signo es de índole cualitativa, analógica, de semejanza en sus cualidades. Un signo indicial es cuando se da una conexión física del signo con el objeto, como se da, por ejemplo, cuando reconocemos una huella ocasionada por el caminar de una persona. Por otra parte, un signo simbólico es uno en el que su interpretación es regular, previsible, de acuerdo con cierto código interpretativo instituido, como pueden ser los mitos que estructuran simbólicamente a un imaginario social. Peirce (1931-1958) utilizó el término 'semiosis' para referirse a la acción de los signos, a su proceso ilimitado de generación de interpretantes. En este proceso, los símbolos, que surgen a partir de otros signos, crecen (CP 2.302). Esto remite a que en su uso y en la experiencia adquieren nuevas significaciones.

En este artículo será muy importante la incorporación del concepto peirceano de 'mentalidad', que surge del análisis faneroscópico de la experiencia en el que se basa la semiosis. La 'mentalidad' representa la "Primeridad de la Terceridad" (CP 1.533). Se trata del elemento tonal o cualitativo de lo conceptual, la categoría más básica de la más compleja. Es un concepto relacionado a la dimensión creativa de toda comunidad, a su capacidad de imaginarse a sí misma de un modo único e imprevisible, lo que lo vincula directamente con el concepto de "imaginario radical" de ^{Castoriadis (2013}/1975).

Así, la incorporación de la semiótica triádica de Peirce complementa la teoría del imaginario social de Castoriadis en este trabajo. Esto se sustenta en la afinidad electiva existente entre ellos, ya que "lo que ambos intentan hacer en su pensamiento es romper el dominio totalitario que tienen el pensar identitario y el dualismo sobre el pensamiento occidental" (^{McNabb, 2008}, pp. 58-59).

El inicio del escándalo en el caso Sendic

El 24 de febrero de 2016 el periódico El Observador publicó la noticia de que el entonces vicepresidente uruguayo, Raúl Sendic Rodríguez⁴, no era licenciado en Genética Humana como se había presentado en numerosas ocasiones, incluso oficiales. La noticia ocupó la tapa del periódico con el titular "El licenciado que no es", acompañado de una foto de Sendic (ver imagen 1). En la bajada de la noticia se lee:

Raúl Sendic se presentó durante años como licenciado en Genética Humana, egresado de la Universidad de La Habana; sin embargo, esa carrera no existe; consultado por El Observador, ayer el vicepresidente admitió que no tiene dicho título y que lo que estudió fue un curso rápido de "preparación para la docencia genética". (El Observador, 24 de febrero de 2016a, p. 1)

Fuente: El Observador (24 de febrero de 2016a).

Figura.  Tapa de El Observador, 24 de febrero de 2016 

Como reacción a esta noticia, la secretaría de Prensa de Sen-dic emitió un comunicado esa misma mañana dirigido a periodistas y medios de comunicación, en el que además de señalarse que en los años ochenta Sendic cursó estudios de medicina en Cuba, en el Instituto de Ciencias Médicas de La Habana, se afirma que paralelamente "en función de una selección de estudiantes, cursó una Licenciatura en Genética, la cual tenía como objetivo la formación de un grupo con el fin de reforzar la docencia e investigación en la facultad y algunos centros hospitalarios" (citado en Redacción 180, 24 de febrero de 2016). El comunicado se concluye con la referencia a que en su retorno a Uruguay, Sendic validó los estudios de Medicina cursados en Cuba para poder así continuar la carrera. Esta respuesta pública apunta al mismo 'objeto dinámico'⁵ que la noticia de El Observador, es decir, los estudios de Sendic, pero los representa a través de la referencia a otro 'objeto inmediato'⁶, en el que sus estudios en genética se caracterizan, en forma pretendidamente no contradictoria, como curso de preparación para la docencia, tal como lo describió Sendic el día anterior y fue citado en la tapa del periódico ese día, y como licenciatura.

Este mismo día también se publicaron videos y audios en el portal digital de El Observador que evidenciaban contradicciones en el discurso del vicepresidente. Lo más destacado fue la publicación, a las 15:51 hs., del audio de la conversación telefónica que el vicepresidente mantuvo con la periodista Madrid el día anterior, en la que, entre otras cosas, ante la consulta de la periodista sobre sus estudios en genética, afirmó que "era un curso relativamente corto, que duraba un año (...) para hacer docencia en Genética dentro de la misma facultad (... ) no era un título universitario, era una preparación para la docencia" (El Observador, 24 de febrero de 2016b). Este audio fue replicado por otros medios y dio lugar a muchos comentarios y publicaciones en las "redes sociales mediáticas" (^{Carlón, 2020}). Esto evidencia tanto las potencialidades de lo digital, en cuanto acelerador y generalizador de cadenas de semiosis, como la mayor dotación expresiva que permite en comparación al formato papel. Además, debido al "giro indicial" (^{Andacht, 2015}b), que coloca en un lugar hegemónico a las representaciones mediáticas con predominio de signos fácticos o indiciales, la grabación de Sendic tendrá gran relevancia en este caso.

Por otra parte, ese día estaba previsto, como aconteció, que a las 16 hs. Sendic recibiera a la entonces vicepresidenta argentina, Gabriela Michetti, en el Palacio Legislativo y brindaran una conferencia conjunta. En ella, un periodista le consultó a Sendic sobre la noticia publicada por El Observador, a lo que este respondió que se quedaría luego de terminar la conferencia para hablar de ello. Así, luego de que Michetti se retirara, Sendic se quedó con los periodistas y se refirió a "los cientos y cientos de agravios que se lanzaron desde diversos medios y personas" (El Observador, 24 de febrero de 2016c) hacia él. Mencionó el cuestionamiento del que ha sido objeto su gestión y destacó los agravios relacionados con su "honestidad" y su "honor": "Se ha hablado desde que soy dueño de una estación de servicio hasta de tierras, que tengo campos. Se ha hablado de enriquecimientos y se ha hablado de corrupción" (El Observador, 24 de febrero de 2016c). También destacó que la comisión investigadora parlamentaria de ANCAP⁷ "culminó el trabajo y no se ha podido determinar ni un solo delito" (El Observador, 24 de febrero de 2016c). A lo que agregó que espera con "tranquilidad", "seguridad" y "confianza" lo que dictamine "la Justicia" al respecto, dado que los integrantes de la oposición llevaron allí los informes de la comisión investigadora "para que determine qué tipo de irregularidades o ilicitudes hay, porque la comisión no pudo determinarlo y no encontró delitos concretos para denunciar a la Justicia" (El Observador, 24 de febrero de 2016c). Finalmente se refirió a la noticia publicada ese día por El Observador, a la que contextualizó en "una fuerte campaña de hostilidad, que viene de distintos sectores, hacia nuestra persona y hacia nuestro papel" (El País, 26 de febrero de 2016). Sendic afirmó que nunca se ha arrogado lo que no es, que estudió cinco años de medicina en La Habana y que revalidó esas materias cuando retornó a Uruguay, pero que no terminó la carrera de medicina: "nunca dije que lo hubiera concluido, ni que fuera médico" (El País, 26 de febrero de 2016). A lo que agregó:

Hice, mientras tanto, una licenciatura en Genética, que cursé en La Habana (...) que no traje y no revalidé en nuestro país, pero que forma parte de mis conocimientos (... ) Cuando haya que presentar la documentación sobre esto, lo haremos. Hemos solicitado la documentación sobre esto, para poder presentarla, en el momento en que decidamos hacerlo y que sea necesario hacerlo, y estamos con absoluta tranquilidad sobre eso. Así que era lo que les quería manifestar en relación a esta última serie de denuncias y manifestaciones a través de la prensa y de las redes que han surgido. (^{El País, 26 de febrero de 2016})

Al finalizar, un periodista le preguntó: "¿Terminó usted la carrera, vicepresidente?". Sendic respondió que sí, y el periodista repreguntó: "¿Terminó la carrera de licenciado?". Allí Sendic dice: "No voy a contestar más preguntas. Ya quedó bien claro. Gracias a todos" (^{El País, 26 de febrero de 2016}). Pero al contrario de lo señalado por el vicepresidente, si tenemos en cuenta las consecuencias de sus palabras, de acuerdo con la máxima pragmática planteada por Peirce⁸, nada quedó claro. Esta máxima indica: "considérese qué efectos, que pudieran concebiblemente tener repercusiones prácticas, concebimos que tiene el objeto de nuestra concepción. Entonces, nuestra concepción de esos efectos constituye la totalidad de nuestra concepción del objeto" (^{Peirce, 2012}/1878, p. 227). En este caso, lo dicho por Sendic dio lugar a numerosas especulaciones sobre el verdadero estatuto de sus estudios y muchas dudas o directamente escepticismo sobre la autenticidad de su titulación, lo que evidencia la falta de verosimilitud de sus contraalegatos frente a la noticia escandalosa.

La transgresión de Sendic en la mentalidad semiótica uruguaya

En este apartado, con la finalidad de contribuir a la caracterización del imaginario social uruguayo contemporáneo, analizo la transgresión de Sendic en el contexto de la "mentalidad" (CP 1.533) semiótica de esta "comunidad imaginada" (^{Anderson, 2016}/1983). Para ello, considero algunos mitos señalados como característicos del Uruguay moderno, desde el entendido que un mito puede "definirse como esa regla interpretativa o signo interpretante que sirve a una colectividad dada como ruta más adecuada o 'natural' a seguir" (^{Andacht, 2001a}, p. 14).

El primero es el del Uruguay como "un país de ciudadanos cultos" (^{Rial, 1986}, p. 24). Este tiene sus raíces en la reforma vare-liana de la educación (1876-1879), que apuntaba a una educación obligatoria, gratuita y laica (^{Varela, 1947}/1874), así como también en el proyecto político de José Batlle y Ordóñez, dos veces presidente de Uruguay (1903-1907, 1911-1915), de "constituir un pequeño país modelo, en que la instrucción esté enormemente difundida, en el que se cultiven las artes y las ciencias con honor, en el que las costumbres sean dulces y finas" (Batlle, 7 de febrero de 1908, Carta para Arena y Manini, citado en ^{Vanger, 1983}/1980, p. 49). Este mito, a partir de las primeras décadas del siglo XX, se cristalizó en diferentes instituciones uruguayas a modo de 'imaginario efectivo', perdurando sus efectos hasta la actualidad. Es en este contexto que se ubica la reivindicación en la "mentalidad" (CP 1.533) uruguaya del carácter laico, gratuito y obligatorio de la enseñanza pública, así como también la cultura intelectual, entendida "como factor de movilidad social ascendente, aunque también (sería un matiz diferencial con [...] Estados Unidos) el "tope" -así hay que llamarlo- "mesocrático" de esta movilidad" (^{Real de Azúa, 2009}/1964, pp. 28-29). Además, estas "significaciones imaginarias sociales" (^{Castoriadis, 2013}/1975) acerca de la educación fueron retomadas a modo de "contraimaginario social" (Rial, 1986) en la década de los sesenta por la izquierda social y política uruguaya. Aquí la revuelta juvenil y estudiantil de fines de los sesenta no estuvo caracterizada por un cuestionamiento a la Universidad como institución, ni por un conflicto entre los estudiantes y las autoridades universitarias, como aconteció en países europeos y Estados Unidos, sino que en el marco de la tradición proveniente del Movimiento de la Reforma Universitaria de los estudiantes de la Universidad de Córdoba de 1918 y luego de las conquistas estudiantiles de fines de los cincuenta, de la autonomía universitaria y de su carácter cogobernado, el movimiento juvenil en Uruguay defendió la educación pública en general y la institución universitaria, y a estos principios rectores de su actividad, en particular. Además, contó con el apoyo de las autoridades universitarias. Del mismo modo, la defensa de la educación pública y de la Universidad fue retomada incluso antes de culminar la dictadura por el movimiento estudiantil junto al resto de la izquierda social y la izquierda política, de la cual Sendic Rodríguez era integrante. Por tanto, su transgresión consistente en presumir una titulación universitaria inexistente puede entenderse como una grave ofensa a este componente central tanto del imaginario social del Uruguay moderno como del 'contraimaginario social' de la izquierda.

Por otra parte, lo anterior se articula con la afrenta a otro de los mitos fundacionales del Uruguay moderno: el "del consenso, el de la ley impersonal que se impone (... ) mito del orden, del respeto a las reglas, mito del mantenimiento de un estado de derecho" (^{Perelli y Rial, 1986}, p. 23). Este es un mito que de acuerdo con Bayce (1989) "nace formalmente (...) en los primeros años del siglo (XX), en el discurso de Batlle y Ordóñez y en los pasos que terminaron en la constitución de 1917, que consagra todos esos principios" (p. 14). A lo que agrega que es "característico del imaginario político uruguayo hasta 1970-1974 y que sobrevive a la ruptura de las culturas políticas formal e informal de la década del 70" (p. 14). La transgresión de Sendic, al adjudicarse un título universitario inexistente, implica también un incumplimiento del respeto a las reglas de juego, muy valoradas en la 'mentalidad' semiótica uruguaya. Esto es importante en este caso por la generación en el proceso de semiosis de interpretantes que refieren a que si miente con respecto a su título, también puede hacerlo en torno a su gestión de ANCAP. Muchos comentarios efectuados por los usuarios en los portales de noticias o en Twitter fueron en este sentido. Como han señalado Bogliaccini y Queirolo (2017), "el problema de la titulación, sumado a las dudas en torno de su gestión al frente de ANCAP, genera la pérdida de popularidad" (p. 602).

A esto se agrega además su contravención de otro mito relevante del Uruguay moderno, al que denominaré "mito de un país de humildes orgullosos", basado en la caracterización efectuada por ^{Andacht (1996)} del fenómeno de la "jactancia negativa", que significa "jactarse de no hacerlo" (p. 34). Esta es una práctica social instituida en el imaginario social uruguayo: "Si la arrogancia o el demostrar éxito y prominencia social o económica son tabúes insalvables para el buen mesócrata⁹, la modestia y la jactancia negativa constituyen irremplazables virtudes en esta región imaginaria" (p. 34). Esta contravención de Sendic es resaltada por El Observador y otros medios, tanto por la referencia al currículum que la lista 711 presentaba de él en su web como a lo que señaló en una entrevista que le hicieron en el programa televisivo Sonríe, te estamos grabando, del canal 12, en diciembre de 2014. En el currículum, en profesión decía: "Licenciado en Genética Humana en la Universidad de la Habana, Cuba (graduación con medalla de oro)" (^{Ferreira, 25 de febrero de 2016}). En tanto, en la entrevista dijo que hizo una licenciatura en Genética en Cuba y también que recibió "la medalla de oro en dos o tres años seguidos" (^{Ferreira, 25 de febrero de 2016}). Así, se enfatiza en que Sendic se autoadjudicó medallas de oro y éxito académico en una licenciatura que ni siquiera existe. Esto generó 'interpretantes dinámicos' en los medios masivos y en las redes sociales mediáticas que resaltaron este aspecto adicional de su transgresión. Ilustrativo al respecto, por su carácter sintético, es un tweet del Programa radial No toquen nada (2016) que dice: "Ni licenciado ni medallas de oro. Sendic admitió a El Observador que no se recibió en La Habana".

Finalmente, otro mito relevante para el análisis de este caso es el de la excepcionalidad o diferenciación del Uruguay (^{Real de Azúa, 2009}/1964; ^{Rial, 1986}). Este destaca la singularidad de este país, basada en su elevada integración social, en sus menores niveles relativos de violencia, desigualdad y analfabetismo, así como también por haber adoptado tempranamente legislaciones protectoras de los sectores subalternos (Rial, 1986, pp. 22-23). En este caso, el que un vicepresidente mienta sobre su titulación universitaria es algo que se considera fuera de lo esperable en esta 'comunidad imaginada'. Así, frente a la irrupción de lo extraño, se desarrollan intentos de hacerlo inteligible a través de "alguna regla interpretativa o signo interpretante" (^{Andacht, 2001a}, p. 14). Uno de ellos fue el llevado adelante esa misma mañana por el popular personaje radial Darwin Desboccatti, encarnado por Carlos Tanco, en el comienzo de su columna humorística de actualidad y noticias en el programa No Toquen Nada¹⁰. Allí, este personaje humorístico señaló: "No me lo va a creer, Sendic no es licenciado. Impresionante ¿no? (...) Yo pensé que esto solo pasaba en la Argentina" (Juan Daniel Acuña Berny, 2016, 0m27s). Luego se refiere a distintas costumbres y expresiones del vecino país que fueron adoptadas o "llegaron" a Uruguay, para culminar el razonamiento así: "Esto de dejarse decir por un título universitario que uno no tiene, señor, llegó. Es de allá, es una costumbre argentina esto, señor; el ingeniero Blumberg, ¿se acuerda? El licenciado Telerman, que no era licenciado" (Juan Daniel Acuña Berny, 2016, 1m47s). Si tenemos en cuenta que "toda identidad es, por definición, reactiva, pues nace de la confrontación dialéctica y constitutiva con lo que ella no es" (^{Andacht, 2001b}, p. 317), es de destacar que, en el caso de la uruguaya, tiene mucha importancia su diferenciación con la argentina. Así, lo señalado por este personaje humorístico podría relacionarse con la "metáfora de la clonación", ese concepto que ^{Andacht (2001b)} planteó al analizar "el lugar del otro en el sí mismo" (p. 312) en la identidad de los países rioplatenses. Esta metáfora expresa la ansiedad o el miedo de perder la identidad propia:

el riesgo de volverse ellos, de dejar de ser nosotros, y pasar a ser sólo una pura reiteración, una triste duplicación sin un ser propio (... ) a reaparecer del otro lado del espejo acuático convertido en el otro, ya sin ninguna seña identificatoria propia. (p. 320)

La importancia de todos estos mitos en la 'mentalidad' semiótica de este país explica la generación de efectos de sentido o interpretantes adversos hacia quien resultó carecer del título universitario que decía tener.

Escándalo político y mediático, ¿pero de qué tipo?

La revelación mediática de la transgresión de Sendic, en cuanto a adjudicarse un título universitario inexistente, dio inicio a un escándalo político con consecuencias sumamente adversas para el prestigio y capital simbólico del entonces vicepresidente. Este tipo de escándalo ¿puede ser ubicado dentro de alguna de las categorías propuestas en la tipología elaborada por ^{Thompson (2001}/2000)? La respuesta, dado lo analizado en los apartados anteriores, es que no. Puesto que no estamos ni frente a un "escándalo político de naturaleza sexual", ni ante un "escándalo político de naturaleza financiera", ni tampoco frente a un "escándalo de poder". Es cierto que anteriormente al momento aquí analizado se mediatizó un rumor que involucraba a Sendic, cuando se especulaba en octubre de 2013 con su posible candidatura a la vicepresidencia de Uruguay por el Frente Amplio, y eso casi dio origen a un 'escándalo político de naturaleza sexual'. Pero este rumor fue neutralizado a partir de "estrategias simbólicas mesocráticas" en consonancia con el 'imaginario efectivo' uruguayo, lo que sumado a la ausencia de pruebas indiciales, prácticamente le dio cierre simbólico a este rumor el mismo día que se lo mediatizó (^{Amen, 2022}). Podría argumentarse, por otro lado, que la denuncia de su uso de la tarjeta corporativa de ANCAP para compras personales, efectuada el 8 de junio de 2017 por el semanario Búsqueda y Radio Carve, fue lo que propició el desenlace del caso y, por ende, este sería un escándalo de tipo financiero. Pero para ese momento el capital simbólico de Sendic ya estaba en ruinas desde hacía tiempo, y eso pareció, más bien, la gota que desbordó el vaso que la causa de su caída. Sostengo, por ello, que fue la revelación mediática de su falsa titulación universitaria y sus contraalegatos infructuosos, basados en "transgresiones de segundo orden" (^{Thompson, 2001}/2000), los que signaron su destino.

Dado lo anterior, se hace evidente la necesidad de recurrir a otra categoría de las propuestas por ^{Thompson (2001}/2000) para dar cuenta de este escándalo. Una posibilidad, dada la relevancia que tuvo lo señalado por Sendic en su conversación telefónica con la periodista de El Observador, en la que reconoció que sus estudios no se trataban de una licenciatura sino de un curso corto de preparación para la docencia, sería categorizarlo como un tipo de "talk scandals" (Ekstrom y Johansson, 2008), a saber, ese tipo de escándalo que se produce durante la exposición pública mediante un acto de habla escandaloso (^{Cannata, 2015}, pp. 203-204). Pero en realidad esto no sería correcto, puesto que lo dicho por Sendic no fue un acto de habla escandaloso en sí mismo, que es a lo que alude esta categoría, sino que lo escandaloso fue su carácter contradictorio con cómo se había presentado en ocasiones anteriores y con lo señalado en su currículum publicado por la lista 711 en internet. Por esto, es necesario plantear una nueva categoría para dar cuenta de él.

Si tenemos en cuenta que la transgresión de Sendic implicó un quebrantamiento de la manera en que la sociedad uruguaya imagina e instituye cotidianamente su realidad, de acuerdo con la relevancia que los mitos mencionados en el apartado anterior tienen en tanto reglas interpretativas o signos interpretantes que muestran a esta colectividad la ruta más adecuada o 'natural' a seguir (^{Andacht, 2001a}, p.14), estaríamos, por ende, ante lo que propongo denominar como un "escándalo mentalicida". Es un tipo de escándalo que implica el violentamiento de la 'mentalidad' de una colectividad, entendida en sentido peirceano como Primeridad de la Terceridad (CP 1.533). Se trata de un atentado a ese elemento tonal del componente conceptual, que puede vincularse al concepto de "imaginario radical" de ^{Castoriadis (2013)}. Involucra la transgresión de 'significaciones imaginarias sociales' centrales de una sociedad dada. Un escándalo puede ser de tipo mentalicida e incorporar a la vez aspectos sexuales, financieros, de poder o transgresiones mediante actos de habla públicos. Lo distintivo de su caracterización radica en que involucra la transgresión a la 'mentalidad' de una sociedad dada, en el sentido peirceano de ese término.