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Estudios Políticos

Print version ISSN 0121-5167On-line version ISSN 2462-8433

Estud. Polit.  no.41 Medellín July/Dec. 2012

 

SECCIÓN GENERAL

 

Comunistas. El Partido Comunista Colombiano en el post Frente Nacional*

 

Communists. The Colombian Communist Party In The Post National Front

 

 

Javier Duque Daza1

 

1 Politólogo, doctor en Ciencia Política de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, Flacso–México. Profesor de la Universidad del Valle, Colombia. Miembro del grupo Partidos Políticos de la Universidad Nacional. Correo electrónico: jduqued86@hotmail.com.

 

Fecha de recepción: mayo de 2012

Fecha de aprobación: octubre de 2012

 

Cómo citar este artículo: Duque Daza, Javier. (2012). Comunistas. El Partido Comunista Colombiano en el post Frente Nacional. Estudios Políticos, 41, Instituto de Estudios Políticos, Universidad de Antioquia, pp.124–148.

 


RESUMEN

El artículo analiza al Partido Comunista Colombiano (PCC) en su organización y dinámicas internas durante el periodo 1974–1986. A partir del estudio de sus documentos internos, de las declaraciones oficiales, de fuentes hemerográficas y testimoniales, se reconstruye la dinámica interna de esta organización que se mantuvo en el escenario político desde 1930 demostrando capacidad de reproducción y canalizando un sector significativo de la oposición política. Incluye cinco dimensiones: sus orígenes, la estructura organizativa, la dirigencia nacional, las formas de solucionar sus conflictos internos y las orientaciones ideológicas y disciplina interna. Las conclusiones a que se llegan son que el PCC constituyó durante este periodo una organización con alto grado de institucionalización, con una dirigencia estable y poco renovada, que presentó tendencias centrífugas en la resolución de tensiones y conflictos y tuvo una concepción ideológica muy ortodoxa basada en el marxismo–leninismo.

Palabras clave: Partido Comunista; Izquierda; Ideologías Políticas; Revolución; Institucionalización.


Abstract

The article analyzes to the Colombian Communist Party (PCC), its organization and internal dynamics during 1974–1986. From the study of his internal documents, of declarations, and other sources is reconstructed the internal dynamics of this organization that has been kept in the political scene from 1930 demonstrating capacity of reproduction and canalizing an important sector of the political opposition. The analysis includes five dimensions that correspond with the structure of the article: origin, the national leadership, the organizational structure, the ways of solving his internal conflicts, ideological orientations and the discipline during the period 1974–1986. The conclusions to which they come near are that the PCC constituted during this period an organization with high degree of institutionalization, with a stable and little renewed leadership, which presented centrifugal trends in the resolution of tensions and conflicts and had an ideological very orthodox conception based on the Marxism–Leninism.

Keywords: Communist Party; Left; Political Ideologies; Revolution; Institutionalization.


 

 

Introducción

Desde su creación en 1930 el Partido Comunista Colombiano (PCC) se ha mantenido como un partido de oposición, revolucionario y antisistema, aunque minoritario y marginal en términos electorales y de representación política. Ilegalizado con la dictadura de Gustavo Rojas Pinilla (1953–1957), no pudo participar en elecciones durante el Frente Nacional (1958–1974). Tras la reapertura de las elecciones competitivas locales desde 1972 y nacionales desde 1974 y la finalización de la alternancia en la Presidencia de la República, se abre de nuevo un espacio para que alternativas políticas participen en elecciones y desarrollen de forma abierta sus actividades de proselitismo. Durante el periodo siguiente al Frente Nacional, el PCC mantiene su actividad política, su participación en elecciones y su presencia entre sindicatos, organizaciones sociales y estudiantiles. Junto con el Movimiento Independiente Revolucionario (Moir), creado en 1969, el PCC representa la oposición de la izquierda partidista. Entonces, el sistema de partidos colombiano correspondía a un ''bipartidismo de fachada'', en la expresión de Giovanni Sartori (1998). Los partidos Liberal y Conservador (altamente divididos entre fracciones lideradas por jefes nacionales) concentran más del 90% de escaños y votos y comparten la burocracia estatal. Al lado de ellos subsisten de forma marginal —en términos electorales— el PCC y el MOIR, y una multiplicidad de pequeñas organizaciones de izquierda, muchas de las cuales se abstienen de participar en las elecciones y constituyen agrupaciones inestables y de corta duración.

En el presente artículo se abordan las características de sus liderazgos nacionales, su estructura organizativa, las formas de solucionar sus conflictos internos, sus orientaciones ideológicas y la disciplina interna durante el periodo 1974–1986. Está demarcado en sus comienzos por la restauración de las elecciones competitivas, que le posibilita participar en estas de forma autónoma y sin restricciones, y en su final, por el surgimiento de la Unión Patriótica en 1985 y su primera participación en elecciones en 1986, lo cual representa para el PCC un cambio en sus dinámicas internas y en sus estrategias en el escenario electoral.

El argumento central es que el PCC presenta cuatro características centrales durante este periodo: 1) mantiene una estructura organizativa institucionalizada, estable, aunque con rigideces en su funcionamiento, que afectan su propio desarrollo;1 2) sus liderazgos se caracterizan por la permanencia de un círculo de dirigentes nacionales y un secretario general estables, de ''comunistas de toda la vida'', que corresponde a una modalidad de dirigencia propia de una coalición dominante unida y estable, propia de los partidos comunistas centralizados que no dan cabida a divisiones internas tipo fracciones o facciones; 3) la resolución de los problemas internos conduce con frecuencia a disidencias y expulsiones, debido a la ortodoxia ideológica y a la ausencia de pluralismo, en gran parte instituidas por el proceso de ''bolchevización'' de los partidos comunistas de América Latina; y 4) mantiene su condición de partido revolucionario de oposición anti sistémico, con principios ideológicos apegados al marxismo–leninismo. La izquierda colombiana se alinea con el comunismo liderado por la Unión Soviética.

El artículo se divide en cinco apartados que dan cuenta de cada uno de estos planteamientos y se orienta por el eje analítico de la institucionalización organizativa. El primero caracteriza el origen y la naturaleza del PCC. El segundo trata sobre la dirigencia, el liderazgo colectivo y el núcleo estable. El tercero analiza la institucionalización organizativa, los rasgos centrales de la organización y su funcionamiento. El cuarto da cuenta de las tendencias internas, los conflictos y las disidencias y expulsiones que estos generaban. El quinto presenta los postulados ideológicos y algunos matices de las orientaciones que guiaron al partido durante este periodo. Al final se incluyen algunas conclusiones.

 

1. Origen externo y carácter revolucionario del PCC

El Partido Comunista Colombiano es un caso de un partido de origen externo, que surge como el producto de la confluencia de dos factores. Por una parte, de la reagrupación de personas que habían pertenecido a un movimiento político socialista precedente que desapareció, que surge producto de la asociación de intelectuales y de obreros pertenecientes a asociaciones sindicales,2 y por la influencia de una organización como la Internacional Comunista que tuvo una fuerte repercusión en el pensamiento de izquierda latinoamericano y en sus organizaciones (Cf. Ramos, 1995; Von Beyme, 1986; Wilhem et al., 1984). Surge y se mantiene como un partido de carácter revolucionario.3

El PCC surge en 1930, después de un periodo de movilizaciones sociales obreras y de varios intentos de conformación de un partido socialista en el país. En la década de 1910 en Colombia se presentan las primeras huelgas de obreros; de igual forma surgen los primeros periódicos en provincia que expresan la opinión de círculos de obreros e intelectuales, algunas de ellas orientadas a la creación de un partido político. Durante este periodo surgen algunas organizaciones cuyo propósito es aglutinar a obreros, artesanos e intelectuales en las ciudades; tal fue el caso del Partido Obrero (1915) y del Partido Socialista (1919–1923). Ambos partidos tuvieron una vida corta, el segundo alcanzó a participar en las elecciones de 1921 y apoyó en 1922 la candidatura liberal de Benjamín Herrera, derrotada por el Partido Conservador. En los años siguientes diversos grupos autodenominados comunistas o socialistas continúan actuando como grupos de discusión política, promoviendo la idea de la creación de un partido de los trabajadores. En 1923 se intenta conformar un Partido Comunista en Bogotá, producto de la iniciativa del ruso Silvestre Savistki. Algunos intelectuales se suman a esta iniciativa, que finalmente no se consolida (Cf. Medina, 1989; Proletarización, 1975; Jeifets y Jeifets, 2001).

En 1926, después de un periodo de amplia discusión y de confrontaciones entre diversos sectores de izquierda (socialistas de izquierda, anarco–sindicalistas, comunistas), se realiza el Tercer Congreso Obrero en Bogotá, de cuyas deliberaciones surge el Partido Socialista Revolucionario (PSR), el cual realiza una intensa actividad entre los obreros en sectores rurales y urbanos y es reconocido como sección de la Internacional Comunista en su vi Congreso de 1928. El partido combina la lucha partidista ideológica con sus acciones armadas orientadas a la insurrección, en un periodo caracterizado por las represiones del Estado como respuesta a la movilización obrera y campesina. A finales de la década del veinte la dirigencia socialista se desarticula, algunos son detenidos, otros huyen del país o se incorporan al Partido Liberal y otro sector se orienta a la reagrupación de los sectores de izquierda, lo cual conduce a la creación del Partido Comunista. El acto oficial de creación sucede en el Pleno Ampliado del PSR, al cual concurren una comisión de la Internacional Comunista, el secretario general del PSR, algunos intelectuales y obreros. En su declaración programática se establece el carácter revolucionario del nuevo partido, el cual adopta la estructura clásica comunista en su dirigencia con base en el Comité Central y en la figura del secretario general.

En la creación del PCC desempeña un papel central la Internacional Comunista, organización promotora con una decisiva influencia en la forma como se organiza el nuevo partido. La aceptación en la Internacional, así como la adopción de sus ''orientaciones'', hacen parte de la política de impulsar la creación de partidos comunistas en América Latina, lo cual en Colombia se expresa en la presencia de enviados de la Internacional Sindical Roja (ISR) que toman parte en la organización del v Congreso Obrero en 1920, de igual forma que en el pleno ampliado del PSR en 1930. El nuevo partido adopta las recomendaciones formuladas en 1929 en una carta del Presidium al Comité Central del PSR, las cuales incluyen: elaborar una ideología pura comunista, separada de la influencia del liberalismo; organizarse como un partido independiente de masas, lo que implica rechazar la estructura existente y crear células industriales y locales con el pago de cuota de afiliación; asignar a los afiliados tareas, crear un órgano periodístico y establecer un comité central del partido que se relacione con todas las organizaciones provinciales y convertir a los sindicatos en una organización separada del partido, pero que su dirección fuera manejada por miembros de este (Cf. Medina, 1980; Jeifets, 2001).

Desde su creación el PCC es un partido revolucionario cuya dinámica histórica está orientada por su alineación con el mundo comunista soviético, la cual no es influenciada por el eurocomunismo que representa, desde la segunda mitad de la década del setenta, para los partidos comunistas de muchos países de Europa occidental, la oposición a cualquier forma de liderazgo en el movimiento comunista internacional y que resalta la independencia respecto a la influencia del comunismo soviético.4 Desde sus comienzos el PCC se define como un partido revolucionario y en sus estatutos (1958, 1971, 1975 y 1980) reivindica ser un partido de la clase proletaria basado en el marxismo–leninismo, anti imperialista, que lucha por el socialismo y por el internacionalismo proletario.

Durante este periodo el PCC asume que sus contradicciones con ''la burguesía y el imperialismo'' se ubican en el mismo nivel que las que tiene con las demás organizaciones de izquierda, a los que identifica como ''tendencias pequeño burguesas''. En tal sentido, aunque participa en alianzas electorales con algunos grupos, como el caso de la Unión Nacional de Oposición (UNO) entre 1972–1975, mantiene la tesis de la ''flexibilidad con firme posición de principios''. En años posteriores matiza el lenguaje respecto a otros sectores de izquierda, pero continúa defendiendo el liderazgo internacional comunista de la Unión Soviética y reivindica el marxismo leninismo y su carácter revolucionario frente a lo que considera ''reformismo pequeño burgués''.

Después del XIII Congreso del PCC realizado en 1980 hay un giro en sus posiciones políticas. Aunque mantiene sus bases ideológicas manifesta una mayor apertura respecto a otras fuerzas políticas en el momento en que se está abriendo paso un proceso de paz entre las FARC y el gobierno de Belisario Betancur (1982–1986). Esta posición, que el propio PCC denomina viraje democrático, no implica renunciar a su carácter de partido revolucionario, de oposición y antisistémico. De nuevo el PCC recalca su posición: flexibilidad con firmeza de principios. En cualquier proceso político este partido se autodefine como la vanguardia de la revolución. En este contexto, en su XIV Congreso realizado en 1984 el PCC hace la invitación a la conformación de un frente democrático amplio que permite llevar a buen término el proceso de paz y a proponer un candidato presidencial en las elecciones de 1986 que logre aglutinar la oposición contra el predominio bipartidista. Estas iniciativas conducen a la creación de la Unión Patriótica, nueva agrupación de izquierda en la cual el PCC tiene un papel preponderante, con ciertos matices en sus posiciones y una mayor apertura a otros sectores políticos de izquierda. Este hecho cierra un periodo en la vida del PCC que se inicia con su participación en las elecciones cuando estas fueron restablecidas con el desmonte parcial del Frente Nacional y culmina con su inserción en el nuevo partido que aglutina, además, a diversas organizaciones sociales, a pequeños movimientos políticos, a integrantes de las FARC, a académicos e intelectuales.

En el transcurso de este periodo el país vive una dinámica política caracterizada por el duopolio del poder político que concentra los recursos del poder en los partidos Liberal y Conservador, bajo reglas restrictivas de la participación ciudadana, sin mecanismos de control del poder y con la recurrencia casi permanente al estado de sitio para el manejo del orden público. Hay un desplazamiento de las formas de participación institucionales (especialmente la electoral) hacia otras extra institucionales como huelgas, paros cívicos, marchas campesinas y la acción guerrillera, especialmente del Ejército de Liberación Nacional (ELN), del Ejército de Liberación Popular (EPL), del M–19 y las FARC (Cf. Pizarro, 1996; Archila, 2005). El PCC es un protagonista en ambas formas de acción política, jugando en ambos campos y manteniendo la tesis de la combinación de todas las formas de acción política con cercanía a las FARC, a la vez que participa en elecciones y algunos de sus dirigentes se convierten en congresistas (Cf. Delgado, 2009). Este doble juego expone a los militantes del PCC y de la Unión Patriótica, quienes son víctimas de organizaciones paramilitares en comunión con agentes del estado colombiano y varios miles son asesinados, especialmente desde 1986.

En suma, desde sus orígenes y a lo largo de este periodo, el PCC se define como un partido revolucionario, que reivindica su ideología marxista–leninista, su condición antisistémica, antiimperialista y anticapitalista. Se autodefine como la vanguardia de la revolución en Colombia y se mantiene como minoría político–electoral de izquierda en oposición al bipartidismo.

 

2. ''Somos pocos, pero organizados'': la institucionalización organizativa comunista

El PCC como partido en la oposición no privilegia el escenario electoral, ni tiene acceso al ámbito gubernamental ni a los recursos que genera el uso continuado del poder, pues su presencia en el Parlamento es marginal. Por su naturaleza de partido revolucionario privilegia otros escenarios de acción que le permiten hacer presencia en sindicatos, grupos de estudiantes y organizaciones sociales. Esta particularidad, propia de muchos partidos comunistas, le imprime a la organización una dinámica especial en función de sus estrategias de movilización social y de la oposición ideológica y programática al establecimiento.

Su proceso de institucionalización desde la oposición y por fuera del poder sigue el camino frecuente entre partidos de este tipo que, como lo señala Angelo Panebianco (1990) en su estudio comparado, suelen tener un alto grado de organización, característica compartida por los partidos comunistas y socialdemócratas. En la perspectiva del enfoque de la institucionalización partidista esta dimensión interna–estructural incluye la sistematicidad, referida a la forma como un partido desarrolla cierto grado de complejidad (existencia de organización extraparlamentaria, un sistema de gestión, división del trabajo, subunidades diferenciadas, jerarquización, presencia de órganos de coordinación), de rutinización (procedimientos internos estandarizados, regulares y conocidos, acatados y aplicados) y coherencia (compromisos de los militantes o miembros con el partido) (Cf. Duque, 2005). En las tres el PCC tiene fortalezas durante este periodo. Por sus necesidades de inserción en ciertos sectores sociales, por su naturaleza ideológico–programática, por estar fundamentado en procesos formales de afiliación y en principios organizativos que implican una fuerte cohesión y unidad, la organización y la inserción social tienen mucha importancia en el PCC.5

En el PCC existe la convicción de que la organización no es espontánea, por ello muchos esfuerzos de la dirigencia y los militantes están orientados a hacer funcionar a su partido. El PCC tiene un alto grado de institucionalización, el cual se expresa en el desarrollo de la organización extraparlamentaria fuerte y en el grado de correspondencia entre las normas estatutarias que rigen al partido y su funcionamiento real. La estructura extraparlamentaria se caracteriza por su complejidad y jerarquización, sustentada en relaciones inter organizativas formal y funcionalmente establecidas. Presenta cuatro características principales: 1) se estructura en torno a la figura del afiliado, soporte de todas sus acciones y actividades organizativas; 2) existen relaciones de supraordenación y subordinación entre los distintos cargos y órganos; 3) existen relaciones de jerarquización en los diversos niveles territoriales; 4) en términos funcionales hay cuatro niveles: la dirigencia del partido, la burocracia central, las estructuras intermedias y las agrupaciones locales, articuladas y sustentadas en las células.

Tanto por las condiciones de pertenencia y las obligaciones como por el procedimiento de control en el ingreso, el PCC presenta una cierta lógica de secta que incluye la comunión con una ideología (el marxismo–leninismo), cumplir con una férrea disciplina, realizar diversas actividades en organizaciones sociales y políticas, aportar recursos, reclutar adeptos. El PCC se configura como una comunidad de sentido, en la cual se comulga con una doctrina, como sistema de creencias rígido; se asume una misión, se enarbola la idea central del destino revolucionario (Pizarro, 1995). Asimismo, se hace presencia en múltiples organizaciones y se realiza proselitismo persuasor sobre potenciales miembros en una coordinada acción política; aunque existe mucha cautela en los procesos de acercamiento a otras personas potenciales militantes debido a un recelo constante ante el riesgo de que la organización fuera permeada.6

En términos organizativos, todo miembro debe hacer parte de una célula, estructura de base del partido. En la acepción más tradicional de los partidos comunistas, el PCC concibe a las células como el elemento básico, ya sea en sitios de trabajo o en lugares de residencia. Se constituyen con un mínimo de tres miembros y su creación debe ser aprobada por el organismo inmediatamente superior (comité de radio o comité de zona). Las células son el vínculo inmediato del partido con la población y cumplen una serie de funciones de educación a los militantes, de mantenimiento de la estabilidad de los miembros y de vinculación de nuevos afiliados. De igual forma, a través de ellas se organizan labores de agitación y propaganda, se recaudan fondos para el mantenimiento del partido y se promueve la actividad política e ideológica. Las células deben reunirse al menos cada quince días (Cf. Estatutos PCC, 1980, capítulo iv).

Con base en principios de supraordenación y subordinación, cuando existen varias células se crean comités de radio, integrados por delegados de las células con un número entre siete y nueve miembros, con un secretario elegido por sus miembros. En el siguiente nivel se conforman los comités de zona, elegidos por los delegados de comités de radio o de célula que dependen de él. Cada año se debe realizar una conferencia de zona para elegir el comité respectivo, el cual debe responder ante los organismos superiores. El organismo superior en cada región es la conferencia regional, integrada por los delegados de las respectivas zonas y de los radios en los comités regionales (los cuales se reúnen cada dos meses). La conferencia regional se reune cada dos años y tiene tres funciones: discutir, enmendar o aprobar los informes presentados por el comité regional; elegir el comité regional y elegir los delegados al congreso del partido. En esta estructura el congreso nacional, que se reúne cada cuatro años, constituye el organismo superior, el cual tiene como funciones discutir, enmendar o aprobar los informes del comité central, aprobar y reformar los estatutos del partido, determinar la línea táctica y elegir su comité central. Al congreso pueden asistir los delegados elegidos por las conferencias regionales, además de los miembros del Comité Central.

El Comité Central del PCC es el escenario de decisiones entre uno y otro congreso. Este elige un comité ejecutivo de al menos once miembros, un secretario general, un secretariado de cinco miembros, una comisión de control financiero y una comisión general de cuadros. Los comités regionales pueden crear comisiones similares a nivel regional (Cf. Estatutos PCC, capítulo vi), tal como se aprecia en la siguiente gráfica.

 

 

La estructura organizativa del PCC presenta formalmente una configuración con funciones claramente delimitadas, con especialización de roles y presencia de órganos de coordinación en diversos niveles (local, intermedio y nacional). Su funcionamiento se complementa con las conferencias nacionales, que deben ser convocadas por el Comité Central cuando este considera necesario discutir problemas políticos y organizativos. En la estructura desempeña un papel importante la Juventud Comunista (Juco), cuyo propósito es el de ir formando cuadros, realizando su labor entre las organizaciones de jóvenes y entre los estudiantes. Asimismo, se asume que los sindicatos deben estar al servicio del partido; hay una visión instrumental sobre ellos, así como de otras organizaciones sociales (Cf. Delgado, 2007, p.59). En todos los escenarios los militantes se enfrentan con otros grupos de izquierda de la época, que intentan mantener su presencia e influencia en ellos. Son frecuentes los enfrentamientos de la Juco con la juventud del MOIR (Jupa) y al interior de los sindicatos con influencia de izquierda hay frecuentes debates y mucha pugnacidad.

Desde 1985 el PCC se incorpora a la naciente organización de la Unión Patriótica, lo cual abre una nueva etapa de su desarrollo, que es ampliamente cuestionada en el sentido de que, manteniendo la tesis de la combinación de todas las formas de lucha, este partido sigue moviéndose en dos planos opuestos: el de la deliberación y participación institucionalizada electoral y parlamentaria, y el del apoyo y connivencia con la acción armada de las FARC. El resultado es catastrófico para sus militantes y líderes, que se convierten en blanco de organizaciones extremistas paramilitares y del narcotráfico, en asocio con sectores de las fuerzas armadas.

 

3. Liderazgo colectivo y núcleo estable: los ''comunistas de toda la vida''

Desde sus orígenes el PCC mantiene una dirección colegiada, en la que la figura del secretario general desempeña un papel central. En la dirección del partido aplica el principio leninista del centralismo democrático, el cual se manifiesta en la alta concentración de funciones en el Comité Central, al que se le atribuyen las responsabilidades de aplicar las decisiones del Congreso, dirigir todas las actividades, controlar la aplicación de la línea política y velar por el cumplimiento de los estatutos por parte de todos los organismo. Asimismo, distribuir sus fuerzas y cuidar sus finanzas; orientar y controlar los órganos centrales de prensa y difusión, y designar sus redactores responsables. El Comité Central elige al Comité Ejecutivo Central, integrado con un mínimo de once miembros, en el cual delega las labores del partido, también al Secretariado General, a la Comisión Central de Control Financiero y a otras comisiones que considere necesarias (Cf. Estatutos PCC, 1980. Artículos 35 y 36).

La conformación de un núcleo encargado de dirigir al partido y de cohesionarlo conservando el control y el orden de la organización es la expresión de la influencia de la propuesta de Lenin de conformar una vanguardia revolucionaria, de jefes preparados y gestados en la práctica que logren consolidar un grupo estable que dirija al partido. Esta se constituye como una coalición dominante estable y cohesionada, de comunistas de larga militancia reconocidos por su trayectoria y sus convicciones ideológicas que se mantienen en la dirección durante un largo periodo siempre bajo la secretaría de Gilberto Vieira. El PCC reproduce así una característica general de todos los partidos comunistas: la permanencia y longevidad de sus dirigencias, estables y unidas.

En la estructura del PCC se considera a su dirección como el ''estado mayor de la revolución'' y ''destacamento de la liberación''. Sus dirigentes hacen carrera dentro de la organización como ''comunistas de toda la vida'', lo cual implica que el acceso a la ''cúpula'' del partido es el resultado de una trayectoria que se inicia en la Juco y continúa con una activa militancia regional o local, un proceso de formación como cuadros de la organización y el ascenso y reconocimiento gradual como un líder con méritos y calificado para la dirección. De igual forma, el Secretariado del partido presenta una alta estabilidad. Entre 1971 y 1986, periodo en que se celebran cuatro congresos del partido, solo se cambian dos de sus miembros. La Secretaría General está a cargo de Gilberto Vieira y el Comité Ejecutivo Central presenta durante estos tres lustros una alta continuidad en su composición (en 1975 cambian tres de sus 14 miembros, en 1980 cambia uno y en 1984 ingresan cinco nuevos integrantes). La variación en su composición se presenta cuando uno de sus miembros es expulsado del partido (Tabla 1).

 

 

La continuidad de la dirigencia y su estabilidad es uno de los factores que más contribuye a su alto nivel de institucionalización organizativa al generar el surgimiento y mantenimiento de un grupo de revolucionarios profesionales, del cual hacen parte también algunos intelectuales miembros del Comité Central con estrechos vínculos al partido.

El PCC se mantiene como un partido revolucionario, de más de medio siglo de existencia, que no hace la revolución pero mantiene latente la idea de llevarla a cabo y que ve surgir en su interior un grupo de revolucionarios profesionales que viven para la revolución y están orientados por fuertes convicciones ideológicas y asumen de forma muy activa la vida política. Se diferencian de los militantes rasos, orientados fundamentalmente por incentivos colectivos, que en muchos casos solo visualizaban la opción revolucionaria a través de la acción, no solo del discurso y la deliberación (Pizarro, 1995).

 

4. Tendencias, disidencias, expulsiones: unidad y comunidad como imperativos

La exacerbación de la lucha de clases, la creciente influencia de las ideas del socialismo, la posición progresista del clero popular, el ejemplo de las realizaciones revolucionarias de Cuba y Chile, el proceso de descomposición de los partidos tradicionales, son factores que influyen para convertir a nuestro partido en una organización leninista de masas. Para lograrlo se debe proseguir una intensa lucha teórica, ideológica y práctica en el seno del partido dirigida a remover todas las concepciones y tendencias que se oponen a la realización de esta tarea revolucionaria.

Resolución política, XI Congreso del Partido Comunista Colombiano, 1971.

Este fragmento de la resolución política producida en el congreso del PCC a comienzos de la década 1970 contiene expresiones que permiten caracterizar la posición del PCC respecto a su dinámica interna. Por una parte, la concepción de ideología en términos de sistema de ideas y valores rígidos, en oposición e incompatible con otras, aunque presentan elementos comunes. Por otra parte, la concepción de intensa lucha contra el pensamiento y la acción (teoría, ideología, práctica) que no se ajustan a lo adoptado oficialmente por el partido. De lo anterior resulta, en tercer lugar, el llamado a remover lo que no se ajusta, lo diverso. La triada conformada por la rigidez, la lucha y la remoción hacen que la vida interna del PCC esté construida sobre la idea rectora de la unidad como estado ideal, unidad entendida como comunión en torno al fundamento ideológico partidista, su concepción de la sociedad y sus estrategias de acción.

En los estudios de los partidos políticos se ha enfatizado en el hecho de que estos no constituyen organizaciones monolíticas y que en su interior conviven diversas subunidades que expresan divisiones de naturalezas diversas (Cf. Eldersveld, 1964; Sartori, 1982; Panebianco, 1990). En los partidos comunistas alineados con la Unión Soviética y el PCUS las subunidades con estructuras organizativas con liderazgos autónomos no tienen cabida, no hay posibilidad de instituir fracciones nacionales o facciones como estructuras de reparto de poder o grupos que luchan por el dominio de sectores internos.7 En ellos se descalifica cualquier intento de suborganización que exprese división entre sectores, calificadas de forma peyorativa como ''faccionalismo'' y ''divisionismo''. No hay espacio para el pluralismo, solo para la identidad ideológica.

Siguiendo la línea clásica de los partidos comunistas, el PCC se constituye como un partido de militantes bajo el principio del centralismo democrático y con una clara tendencia ideológica que no da espacios al pluralismo ni al disenso. Mientras que en las democracias liberales se considera que los partidos políticos no son actores monolíticos–unitarios y que en su interior conviven fracciones y tendencias que dinamizan la actividad del partido y expresan los disensos, matices y puntos de vista opuestos, en el PCC la premisa inmodificable es la unidad de programas, de ideología, de estrategias y de tácticas. En la concepción del PCC la comunión absoluta constituye la condición sine qua non de pervivencia del partido.

Por las características de la rigidez ideológica, la concepción de las divisiones como patologías y la negación del disenso, en la organización comunista se presenta una tendencia centrífuga como vía de solución de las diferencias ideológicas y de las formas de concebir la acción política. Se establece una sinonimia entre disenso y disidencia. Generalmente estas disidencias culminan en la organización de un nuevo grupo, el cual entra en una radical oposición al partido del cual se desagrega.

En su dinámica interna el PCC presenta una doble dimensión generadora de situaciones de conflicto interno. Por una parte, las diferencias de matices —o de apreciaciones sobre aspectos puntuales de táctica y de acción política— respecto a las cuales se hacen ''llamados a la autocrítica'' y a ''corregir los errores''. Por otra parte, las situaciones de confrontación ideológica interna, que involucran en muchos casos posiciones divergentes respecto a la lucha armada, a las alianzas electorales o al funcionamiento del partido, las cuales no tienen cabida ni son toleradas. Generalmente dan origen a expulsiones del partido.

Durante las décadas de 1970 y 1980 se encuentran algunos casos relevantes de confrontaciones internas que dan origen a expulsiones, algunos relacionados con diferencias respecto a la acción armada y su relación con la acción partidista, otros con el funcionamiento y dirección del partido. Estos nos permiten ilustrar una dinámica interna de un partido fundado en la ortodoxia ideológica y refractario a cualquier pluralismo y discrepancias que atentaran contra su unidad y cohesión, lo cual se constituye en uno de los factores que explican los pocos afiliados que tuvo este partido y la salida de importantes dirigentes nacionales. Asimismo, permite ver como un partido fuertemente institucionalizado y con una dirigencia estable y unida tiende a generar ciertas inflexibilidades que lo afectan, pues la ausencia de pluralismo y disenso genera fracturas y una estrategia de salida para quienes disienten (Tabla 2).

 

 

Durante este periodo el PCC tiene una dinámica interna típica de partidos ideológicos ortodoxos que operan como comunidades de principios, que no dan cabida al pluralismo ni espacio para las subdivisiones. Esta condición explica en parte sus limitaciones en términos de militantes, la retirada de importantes líderes históricos de la organización, los fuertes enfrentamientos con otros sectores de izquierda y su poca capacidad de adaptación a los cambios en el entorno socio–político. Como sucede en los partidos comunistas fuertemente institucionalizados, las discusiones internas no son compatibles con los disensos, o se está de acuerdo y se rectifica o se genera la salida de la organización.

 

5. Los congresos del partido y la línea ideológica

Una de las dimensiones centrales de la institucionalización organizativa es la rutinización, el hecho de que los partidos establezcan procesos estandarizados para elegir a sus dirigentes y candidatos, para establecer sus bases programáticas, para aceptar o modificar sus estatus y normas internas, para coordinar sus estrategias, para acordar su actuación en los escenarios electoral, gubernativo, parlamentario. Una alta institucionalización está asociada a la existencia de reglas, su aplicación y acatamiento por parte de los integrantes de la organización. En este sentido el PCC es, durante este periodo, un partido fuertemente institucionalizado.

El PCC realiza con regularidad sus congresos nacionales, los cuales tienen un doble carácter: programático–ideológico y operativo–decisional. Constituyen eventos revitalizadores de la organización partidista, con presencia de los dirigentes históricos, de delegaciones regionales y de representantes de partidos comunistas de otros países. Desde 1941, cuando se realiza el primer congreso del PCC, este evento constituye su principal escenario de funcionamiento. De acuerdo con los estatutos y con la valoración que hacen los dirigentes y militantes de este espacio institucional, los congresos adquieren un carácter legitimador de la dirigencia del partido, de sus orientaciones ideológicas y de sus estrategias de desarrollo y de acción. Como espacio institucional su realización se regulariza, de tal forma que en un lapso de tiempo de cuarenta y cinco años (entre 1941–1986) se realizan catorce congresos, aún durante el periodo en que actua en la clandestinidad.

Durante el Frente Nacional prolongado se realizan tres congresos (1975, 1980 y 1984). Como se observa en la tabla 3, estos eventos se caracterizan por su carácter programático. De acuerdo con sus proclamas se puede hacer un seguimiento a sus posiciones oficiales. En 1975 se expresan las orientaciones en el contexto de la amplia fragmentación de la izquierda, pero también de su búsqueda de conformación de un frente, y respecto al contexto internacional, la adopción de la tesis de la coexistencia pacífica, como continuidad a lo establecido en el vii Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS). De igual forma la reivindicación de la lucha armada y de su carácter de vanguardia revolucionaria en el país. En 1980 el eje fue la apertura democrática, como estrategia de oposición al gobierno del presidente Julio César Turbay Ayala (1978–1982), caracterizado por su mano dura en contra de los movimientos sociales y las protestas populares. En 1984, en el marco del gobierno de Belisario Betancur (1982–1986) y del proceso de paz con las FARC, se enfatiza de nuevo en la apertura democrática. Manteniendo su condición de partido revolucionario e ideológico, que sostiene la tesis de la combinación de todas las formas de lucha política, el PCC impulsa la necesidad de una apertura al sistema político, caracterizado por una democracia restringida, con pocos espacios para la participación, sin mecanismos de participación directa, con predominio de círculos cerrados en el nivel nacional y de dirigencia que se reproduce con base en prácticas clientelares. Para el PCC se trata de una democracia oligárquica, proclive al imperialismo norteamericano y dominada por los conglomerados económicos, pero aun así propugna por su ampliación y la generación de espacios para la acción política. Es una ''democracia burguesa'' y considerada de forma peyorativa como ''falsa democracia'', pero hay que mejorarla. Respecto a las otras agrupaciones de izquierda, el PCC oscila entre la búsqueda de alianzas para conformar un frente unido y las confrontaciones ideológicas con el MOIR y muchas de las múltiples organizaciones troskistas y maoístas, a la vez que sigue suscribiendo el principio de la combinación de todas las formas de lucha. En términos operativos, en todos los congresos un tema central es la necesidad de fortalecer la organización del partido.

 

 

Los eventos del PCC incluyen también a representantes de las FARC. No solo se trata de los saludos que este grupo guerrillero solía enviar, sino también de la presencia de un comandante en los plenos del Comité Central. Como lo recuerda Álvaro Delgado en sus memorias, desde 1982 hizo presencia un comandante guerrillero en los plenos, en los cuales solían reiterar que su lucha seguía siendo por un cambio revolucionario a través de las armas (Delgado, 2007, p. 289). Esta es una posición paradójica: mientras se condenan las acciones del M–19 como la toma del Palacio de Justicia en 1985 o las acciones intrépidas de esta guerrilla y los actos terroristas del ELN, se justifica a las FARC y se mantienen sus nexos con esta organización.

Ligada a su ideología, en el PCC la disciplina interna está centrada en la línea oficial, que involucra tres componentes. Por una parte, el organizativo, los militantes deben asumir las labores propias del ser comunista, acciones en diversos niveles e instancias de decisión y participación acatando las disposiciones. La disciplina como militancia partidista. En segundo lugar, en términos de defensa ante las escisiones, divisiones y pugnas con otros sectores y partidos políticos, entre ellos los de izquierda, la disciplina como lucha ideológica. Por otra parte, un componente conductual, orientado a mantener los principios y normas de conducta interna. La disciplina como militancia ética. Los tres hacen parte de una concepción del partido político fundada en la férrea regulación interna y en la comunión ideológica, táctica y estratégica de sus miembros. Un partido pensado como organización fuertemente cohesionada y con militantes que hacen de esta un proyecto de vida. Se pretende que los incentivos colectivos y de identidad sean suficientemente fuertes para mantener la organización y darle continuidad. Se apela a la ideología como cemento de los vínculos, como un componente identitario que mantenga la adhesión a la organización. Esto funciona pero en pequeña escala, pues el PCC mantiene su doble condición de partido fuertemente institucionalizado en términos organizativos (sistematicidad), pero con débil capacidad de movilización de la población, lo cual tiene su expresión más clara en su precariedad en apoyos electorales (enraizamiento).

En síntesis, en el periodo de prolongación del Frente Nacional, el PCC mantiene su condición de partido ideológico de izquierda y anti sistémico, lo cual se ve reflejado en sus orientaciones ideológicas discutidas y acordadas en sus congresos nacionales. Estos son, a su vez, una de las dimensiones de su fuerte institucionalización, que implica rutinización en sus procedimientos y el funcionamiento con base en reglas conocidas, aplicadas y acatadas. Una de las mejores expresiones de esto último es la aplicación de sus estatutos a los militantes, quienes mantienen con la organización un fuerte vínculo, expresión de una comunidad de sentido.

 

Conclusiones

En la introducción del artículo se propuso analizar al Partido Comunista Colombiano durante el periodo 1974–1986 en cinco aspectos: las características de sus liderazgos nacionales, su estructura organizativa, las formas de solucionar sus conflictos internos, sus orientaciones ideológicas y la disciplina interna.

Retomando lo dicho, durante el post Frente Nacional el Partido Comunista Colombiano se mantiene en el escenario político del país como un partido ideológico–revolucionario de oposición, cumple más de medio siglo de existencia y reproduce, en lo fundamental, sus rasgos centrales que podemos sintetizar de la siguiente forma:

1. El PCC constituye un caso de partido de origen externo, producto de una dinámica organizativa de sectores socialistas y comunistas influenciados por el comunismo internacional y la Internacional Comunista, que incide, desde sus orígenes, en su estructura y orientación ideológica. De igual forma que otros partidos comunistas de América Latina, reproduce una estructura ''exportada'' por el PCUS, con el cual se alinea desde sus comienzos.

2. Su dirigencia nacional se caracteriza por la estabilidad y la permanencia, con la figura sobresaliente de Gilberto Vieira y otros integrantes del secretariado que son en su gran mayoría reelegidos en todos los congresos. Se constituye en un partido con una coalición dominante unida y estable.

3. Mantiene una estructura clásica de los partidos comunistas, con rigideces institucionales y una orientación por una férrea disciplina. Aunque presenta una fuerte institucionalización organizativa que le da cohesión, identidad y le permite mantenerse en el tiempo es, a su vez, un obstáculo a su crecimiento, pues es visto como una comunidad ortodoxa de principios que repele a nuevos militantes o hace que algunos de ellos opten por retirarse.

4. Debido a sus características internas se presentan con relativa frecuencia disidencias y rupturas, algunas de ellas con expulsiones, distanciamientos y enemistades personales. A diferencia de otros partidos que aceptan el pluralismo ideológico, el PCC es reacio a la existencia de sectores, solo se aceptan diferencias de matices en asuntos estratégicos o de coyuntura, pero no diferencias ideológicas ni facciones ni tendencias.

5. Este partido mantiene su orientación ideológica fundada en el marxismo–leninismo y la defensa de la tesis de la combinación de todas las formas de lucha, lo cual le confiere una doble condición de oposición extrainstitucional al sistema, pero que reivindica la necesidad de la democratización del sistema político. Mantiene un pie en lo institucional y otro en lo extra institucional.

6. Como organización el PCC reproduce el sentido de comunidad de principios, como minoría política disciplinada y comprometida con una ideología asumida como un principio de fe. Esta característica es propia de todos los partidos comunistas, que asumen la militancia como un proyecto político, pero también una forma de vida.

Con estos rasgos centrales, el PCC demuestra una gran capacidad de sobrevivencia, incluso en los momentos de clandestinidad y de persecución por parte de actores estatales y extra estatales. Se mantiene en su condición de partido revolucionario y anti sistémico, marginal en términos electorales y de representación política, pero que contribuye a los debates políticos del periodo. Es un factor de impulso a movilizaciones sociales y un actor central en el proceso de conformación de la Unión Patriótica, el partido que resulta de los diálogos de paz del gobierno con las FARC, al final del Frente Nacional prolongado.

El lugar que ocupa el PCC en el sistema de partidos durante este periodo es el de una pequeña organización con poca representación parlamentaria y débil capacidad de movilización electoral en un contexto de duopolio del poder político y de los recursos que se derivan de su manejo clientelar y patrimonial. No obstante, este partido es muy activo en debates públicos y un actor relevante en organizaciones sociales, sindicales y de estudiantes y en todas las movilizaciones sociales que se llevan a cabo en el periodo, entre ellas el paro cívico nacional de 1977. Al PCC pertenecen muchos académicos, líderes sindicales y políticos nacionales cuyos proyectos de sociedad difieren del orden establecido y que alimentan los debates y confrontan a los sucesivos gobiernos que no responden a la gestión de las necesidades colectivas.

 


Notas

* El presente artículo hace parte la investigación Subinstitucionalización organizativa del bipartidismo y surgimiento de alternativas políticas en Colombia 1974–2010, adelantada en el marco de la Beca de Investigación de CLACSO–ASDI.

1 El eje de análisis es la institucionalización organizativa. Esta constituye el proceso por el cual un partido adquiere, en mayor o menor grado, consolidación en su organización y en sus vínculos con la población (Cf. Selznick, 1962; Randal y Svasand, 2002).

2 El origen externo se refiere a las agrupaciones que surgen al exterior de los parlamentos en la dinámica social en la cual se diferencian sectores por su estatus, procedencia social, concepciones sobre la sociedad. En casos como los partidos comunistas contaron con un actor externo patrocinador o inspirador de su organización y de su ideología (Cf. Duverger, 1962).

3 Manuel Alcántara (2001) entiende por partidos revolucionarios aquellos que pretenden llevar a cabo, en muchos casos mediante el uso de la fuerza, cambios trascendentales en el sistema político, tanto en el seno de la sustitución de la élite dirigente, que quedará reemplazada profundamente en el supuesto del triunfo del partido en cuestión, como en la puesta en marcha de una nueva relación entre la política y la sociedad en la que el Estado se alzará como elemento central y el partido como órgano intermediador exclusivo y como ejecutor del cambio necesario.

4 El eurocomunismo se asocia con la Conferencia Europea de Partidos Comunistas realizada en 1976 en la cual los partidos comunistas, especialmente los de Italia, Francia y España, reivindicaron la autonomía respecto a cualquier forma de liderazgo en el comunismo internacional, de igual forma se manifestaron en contra de cualquier documento ideológico con pretensiones vinculantes (Cf. Von Beyme, 1982).

5 De forma intuitiva y con base en su experiencia de militante, Álvaro Delgado reconoce este aspecto en su análisis sobre el partido (Delgado, 2008).

6 Sobre la vida interna y la cotidianidad en este partido existen diversos testimonios, el de Álvaro Delgado es uno de ellos. Una entrevista con Alcibiades Paredes, viejo militante comunista hasta comienzos de la década de 1980 en Cali, proporcionó muchos elementos de análisis.

7 Seguimos la clásica distinción tripartita de las subunidades propuesta por Sartori (1982): fracciones, facciones y tendencias, asumiendo que estas últimas constituyen fundamentalmente orientaciones ideológicas en los partidos, que pueden expresar distancia más o menos grandes entre sectores, pero que se mantienen dentro de una ubicación ideológica claramente demarcada.


 

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