Introducción
Cada generación establece un vínculo particular con la política, lo que Karl Mannheim (1993) ha llamado conciencia generacional. Los estudios internacionales confirman la relevancia de la etapa juvenil en la conformación de esa conciencia generacional, puesto que se trata del periodo de consolidación de la socialización política que ha comenzado en la infancia (Percheron, Meyer y Muxel 1993).1 Las investigaciones de la primera etapa asociaron la juventud con el idealismo de las izquierdas. Ted Gurr (1973) se apoya en el concepto de privación relativa para argumentar que las agitaciones revolucionarias han sido impulsadas en gran medida por personas que consideraban que sus expectativas sociales no se estaban cumpliendo; en efecto, los jóvenes suelen estar en esta categoría, ya que a menudo enfrentan tasas de desempleo más altas y barreras para el éxito socioeconómico más importantes que las generaciones precedentes. Por su parte, Immanuel Wallerstein, que asistió con entusiasmo al auge de los movimientos estudiantiles de los años 1960, consideraba que los jóvenes se colocaban en el centro de la lucha por el cambio social debido a su conciencia crítica de la sociedad (Wallerstein y Zukin 1989). Sin embargo, las experiencias históricas previas muestran que el protagonismo juvenil fue central tanto en los movimientos de corte socialista o comunista como en el ascenso del fascismo, el nazismo y otras expresiones de derecha ultranacionalista en Europa durante la primera mitad del siglo XX (véanse, por ejemplo, Griffin [1991] y Paxton [2004] ).
En la última década, distintas investigaciones han ahondado en las formas de vínculo político de los jóvenes. Melo y Stockemer (2014) demuestran que en Alemania, Francia e Inglaterra la relación entre ser jóvenes (de dieciocho a veinticinco años) y la participación política no sigue un patrón lineal. Los jóvenes votan menos que las generaciones mayores, pero participan más en movilizaciones o en la firma de peticiones. Kitanova (2020), con datos de veintiocho países de la Unión Europea, encuentra que la generación de veinticinco a treinta años participa políticamente más que la cohorte de dieciocho a veinticuatro años, pero menos que ella en organizaciones de la sociedad civil. Asimismo, encuentra que la clase social y la educación tienen un efecto positivo en la participación y que, cuanto mayor es la “madurez democrática” del país (comparando países excomunistas con los que tienen democracias de más largo aliento), mayor es el compromiso político en general.
Por otro lado, estudios de los países del norte alertan sobre una disminución del compromiso democrático de las generaciones más jóvenes (Foa y Mounk 2016; Foa et al. 2020). Asimismo, señalan la creciente brecha de género (gender gap) (véase Miller 2024) entre jóvenes mujeres cada vez más liberales y varones más conservadores, en particular en los casos de Alemania, China, España, Estados Unidos, Polonia y Túnez, entre otros países (Burn-Murdoch 2024). En América Latina, trabajos recientes señalan que los jóvenes expresan menor apoyo a la democracia como principio, menor satisfacción con su funcionamiento y más tolerancia hacia alternativas autoritarias que otras generaciones (Lupu, Rodríguez y Zechmeister 2021; Pignataro, Treminio y Chavarría Moram 2021). En esta línea, se asume que las generaciones que vivieron episodios no democráticos valoran más la democracia que aquellas que nacieron en regímenes de este tipo (Fuks, Oliveira Paulino y Avila Casalecchi 2018).
Lupu (en prensa) explora cómo la edad influye en el apoyo a la democracia en la región y encuentra que las generaciones más jóvenes, nacidas después de las transiciones democráticas, muestran mayor favorabilidad hacia ella en comparación con las anteriores. Paralelamente, diversos estudios en países como Argentina, Brasil, Chile y Colombia revelan cómo los jóvenes han liderado innovadoras acciones colectivas y formado movimientos significativos relacionados con la educación, la violencia y el género, que se destacan no solo por sus reivindicaciones específicas, sino también por adoptar estructuras organizativas horizontales y sumar en muchas de sus demandas perspectivas de género, étnicas y medioambientales ( P.Vommaro 2010 y 2019 ). Shoshan (en prensa), en su metaanálisis de investigaciones cualitativas y antropológicas, subraya que la participación juvenil en América Latina se centra mayormente en el activismo político por más derechos y democracia, lo que es evidente en movimientos estudiantiles, protestas feministas, movilizaciones indígenas y ciberactivismo. Sin embargo, aclara que estas minorías activas no siempre representan las posturas de grupos menos movilizados que pueden mostrar tendencias autoritarias. Un fenómeno creciente es el activismo de ultraderecha entre los jóvenes, con ejemplos como el Movimiento Brasil Livre en el ascenso de Bolsonaro (Santos, Camargo Penteado y Aguiar Araujo 2023) y el apoyo juvenil de sectores populares a Javier Milei en Argentina (Semán 2023; Tagina 2024).
Sin duda, las experiencias de dictadura y democracia impactan en los valores democráticos de las sociedades. Sin embargo, no en todos los países de América Latina ha habido Gobiernos militares y, aun en los países con pasado autoritario, quienes tienen hasta 45 años han nacido ya en democracia. Por ello, para una gran parte de la población, el pasado dictatorial ya no entra en juego en la valoración de la democracia, sino que se evalúa exclusivamente su funcionamiento. Otros temas, como la economía, la regulación moral de las relaciones sociales o la seguridad, forman parte del día a día en su socialización política y, por ende, conforman el eje central de su vínculo con la política.
En este artículo, nos sumamos a la preocupación por el vínculo de los jóvenes con la política y con la democracia en América Latina. Trabajamos con los casos de Argentina, Brasil, Colombia y México, que representan en conjunto el 70 % de la población de la región. Mostramos que en las franjas más jóvenes de las sociedades (de 18 a 35 años y, en ciertos temas, solo de 18 a 25 años), comparadas con otras generaciones, hay mayor prevalencia de valores y opiniones que caracterizamos como neoautoritarios. ¿Por qué los llamamos así? En la ideología conservadora-autoritaria clásica (Altemeyer 1988 y 1996 ) se conjugan posiciones conservadoras en la esfera cultural (tales como el machismo y la homofobia), la xenofobia, el punitivismo y un menor apego a la democracia. En nuestra investigación, observamos en las generaciones más jóvenes de Argentina, Brasil, Colombia y México, comparadas con las otras, un mayor acuerdo con el no respeto a la Constitución por parte del Poder Ejecutivo, con una eventual intervención militar del Poder Ejecutivo y actitudes punitivas más pronunciadas contra el crimen, sin que haya grandes diferencias entre varones y mujeres jóvenes. Ahora bien, lo novedoso, y por eso hablamos de una configuración neoautoritaria, es que, en cuestiones de agenda cultural, tales como el género, la despenalización del aborto, el matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, las opiniones sobre el movimiento feminista y sobre los inmigrantes, los jóvenes expresan posiciones más progresistas que otras generaciones. En pocas palabras, encontramos una configuración ideológica generacional de mayor punitivismo, mayor desapego democrático, pero al mismo tiempo, mayor secularización y menos sentimientos antimigración que las otras generaciones. Con el prefijo neo, buscamos distinguir esta configuración de las clásicas ideologías autoritarias.
Nos enfocamos en la franja de 18 a 35 años que, para los fines de este artículo, conforma una generación política, si bien en rigor se trata de dos generaciones en términos de estructura etaria. El criterio que tomamos como punto de inflexión es el fin del auge de las materias primas que se produjo alrededor de 2012. Por ello, toda la cohorte al momento de ser encuestada había finalizado sus estudios, había ingresado (o estaba intentando ingresar) al mercado de trabajo en una situación peor que la generación previa y parte de ella ha sufrido de manera particular el impacto de la pandemia, que generó un importante desempleo juvenil (Benza y Kessler 2020). Así las cosas, consideramos que hay una experiencia política generacional común. Los datos en que nos basamos provienen de cuatro encuestas representativas de alrededor de 2.500 entrevistas, cada una realizada en línea entre diciembre de 2023 y julio de 2024, en el marco del proyecto “Polarización, derechos y democracia en América Latina” (Polder, polarizacion.net).2 En esas encuestas hicimos preguntas sobre las diferentes temáticas tratadas en este artículo.
En las páginas siguientes describimos, primero, estos componentes del neoautoritarismo y argumentamos que una mayor privación relativa, esto es, la percepción de una situación social y económica peor a la que se esperaba y/o se consideraba justa, influye en el mayor desapego democrático. Luego, asociamos las pronunciadas actitudes punitivas a las mayores tasas de victimización de los jóvenes. En rigor, los jóvenes siempre han sido más víctimas de delito; lo “anómalo”, según los estudios previos, era que, a pesar de eso, eran menos punitivos. A continuación, indagamos las diferencias en las generaciones jóvenes. Concluimos con una reflexión sobre lo que permite pensar esta configuración neoautoritaria respecto de la relación de los jóvenes con la política y del futuro de la democracia en América Latina.
Diseño de la investigación
Los datos en que se basa el artículo provienen de una investigación sobre conflictividad política y social en América Latina, el proyecto Polder, realizado con apoyo de la Fundación Ford. En el marco de esa investigación, llevamos a cabo cuatro encuestas representativas en línea, a través de la plataforma Netquest, en Argentina, Brasil, Colombia y México, entre diciembre de 2023 y junio de 2024. Las personas encuestadas, todas con al menos 18 años, fueron reclutadas por Netquest de su panel en los cuatro países, a través de un formato validado por la empresa en investigaciones previas. La muestra fue perfilada aplicando filtros demográficos para género y distribución geográfica. Solicitamos a Netquest que primero se enfocara en reclutar encuestados con niveles educativos más bajos (educación primaria incompleta y completa). Una vez recopiladas esas entrevistas, que pasara a los dos siguientes segmentos (educación secundaria incompleta y completa). Y, finalmente, que invitara a participantes con niveles educativos más altos. El número de participantes cumplió con los requisitos de representatividad nacional. Si bien los casos estandarizados fueron 2.500, por cuestiones de consistencia interna, finalmente contamos con 2.516 encuestados en Argentina, 2.400 en Brasil, 2.434 en Colombia y 2.442 en México. El trabajo de campo en Argentina tuvo lugar entre el 19 de diciembre de 2023 y el 4 de enero de 2024; en Colombia, entre el 5 y el 13 de marzo de 2024; en Brasil, entre el 16 de abril y el 3 de mayo de 2024, y en México, entre el 31 de mayo y el 26 de junio de 2024.3
Para los fines de este texto, analizamos tres dimensiones: apego a la democracia, agenda de seguridad, agenda cultural e inmigración. En cada dimensión formulamos diversas preguntas que se encuentran explicitadas en cada figura resumen de los resultados. La variable explicativa principal es la edad, medida a través de tres segmentos: 18-35, 36-55 y mayor de 55 años. Mujer es el género declarado de la persona que responde la encuesta, en la que 1 identifica a las mujeres e identidades no binarias y 0 identifica a los hombres. La variable educación presenta ocho categorías: primario incompleto, primario completo, secundario incompleto, secundario completo, terciario/universitario incompleto, terciario/universitario completo, posgrado incompleto, posgrado completo. Para que la pregunta sobre ingresos fuera comparable entre los casos, preguntamos sobre ingreso subjetivo pidiéndole a la persona que se ubicara en una escala entre 1 y 10, en la que 1 es el menor ingreso y 10, el mayor. También controlamos por la importancia de la religión en la vida de las personas, en una escala de entre 1 y 4 (preguntamos “¿Cuán importante es la religión en su vida?” con las opciones de respuesta “Nada importante”, “Poco importante”, “Algo importante” y “Muy importante”). Otros controles codificados dicotómicamente incluyen una pregunta sobre la autopercepción de la tonalidad de la piel -codificada con 1 si la persona indica que se autopercibe como blanca y con 0 si señala otra tonalidad (originalmente, la encuesta incluía un rango entre 1 y 10, en el que 1 es el color de piel más claro)-, así como preguntas sobre si tiene trabajo; si su hogar recibe algún tipo de beneficio, como jubilación, pensión, subsidio, ayuda, mercadería o ropa por parte del Gobierno; si la persona fue víctima de algún tipo de delito en los últimos doce meses, y si votaría por una opción de (centro)izquierda si la próxima elección fuera pronto (concretamente, Sergio Massa en Argentina, Luis Ignácio Lula da Silva en Brasil, Gustavo Petro en Colombia y Claudia Sheinbaum en México).
Para el análisis de la dimensión de la agenda de seguridad, utilizamos modelos logit en los que estimamos la probabilidad de estar de acuerdo con la pena de muerte para personas culpables de asesinato (modelo 1) y con la tenencia de armas (modelo 2). En el caso de las otras dimensiones, usamos mínimos cuadrados ordinarios (MCO) para estimar el nivel de acuerdo con distintas afirmaciones. La dimensión de apego a la democracia la estimamos a partir del nivel de acuerdo con: “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno” (modelo 3), “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de corrupción” (modelo 4), “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de agresión extranjera” (modelo 5), “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de crisis” (modelo 6), “Con que los militares destituyan al presidente en caso de corrupción” (modelo 7), “Con que los militares destituyan al presidente en caso de agresión extranjera” (modelo 8) y “Con que los militares destituyan al presidente en caso de crisis” (modelo 9). La dimensión de la agenda cultural e inmigración fue medida a partir del nivel de acuerdo con: “Las personas del mismo sexo deben tener el derecho a casarse” (modelo 10), “Las personas del mismo sexo no deben tener el derecho a casarse” (modelo 11), “Las personas del mismo sexo deben tener el derecho a adoptar hijos” (modelo 12), “Las personas del mismo sexo no deben tener el derecho a adoptar hijos” (modelo 13), “El aborto debería ser legal y de acceso libre y gratuito” y “El aborto debería ser legal y de acceso libre y gratuito, aunque esto suponga un aumento en los impuestos” (modelo 14), “Si bien las feministas a menudo son demasiado autoritarias, son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo” (modelo 15), “Si bien las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo, son a menudo autoritarias” (modelo 16), “Las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo” (modelo 17), “A menudo las feministas son demasiado autoritarias” (modelo 18), “Los inmigrantes causan un aumento del crimen” (modelo 19), “Los inmigrantes compiten por nuestros puestos de trabajo” (modelo 20), “Los inmigrantes mejoran nuestra sociedad porque traen nuevas ideas y culturas” (modelo 21) y “Los inmigrantes tienen efectos positivos para la economía del país” (modelo 22). Todas las estimaciones incluyen efectos fijos por país. Las estadísticas descriptivas de las variables se encuentran en la tabla A, en el anexo.
Resultados
A continuación, presentamos los resultados de nuestro análisis de los datos en las dimensiones indicadas. La tabla 1 muestra los modelos 1 a 9, los cuales tratan sobre las dimensiones de la agenda de seguridad y apego a la democracia; la tabla 2 presenta los modelos 10 al 18, los cuales tratan sobre la dimensión cultural e inmigración, y la tabla 3 continúa con esta última dimensión, con los modelos 19 al 22. En cada sección establecemos una propuesta de interpretación de los resultados.
¿Hay menor apego de los jóvenes a la democracia?
Como señalamos, existe una preocupación en las ciencias sociales por un supuesto menor apego de los jóvenes a la democracia. En general, los estudios se basan en datos del Latinobarómetro y el Barómetro de las Américas (BA), en la pregunta sobre satisfacción con el funcionamiento de la democracia; efectivamente, se identifica de manera coincidente una menor satisfacción de las cohortes más jóvenes (Moreno y Lagos 2016). Al respecto, una primera pregunta que puede hacerse es si es un efecto de la edad. Es decir, si el descontento es propio de este periodo de la vida, y luego será dejado atrás, o si se trata de un efecto de cohorte, esto es, de una particularidad de las nuevas generaciones. Foa y Mounk (2016) y Foa et al. (2020) encuentran, para los países de la Unión Europea y Estados Unidos (en adelante, países “centrales”), que existe un efecto de cohorte, es decir, que la menor satisfacción con la democracia es un rasgo propio de las nuevas generaciones y no de una etapa de la vida que luego se deja atrás. En contraposición, Lupu (en prensa) muestra, para América Latina, con datos del BA, que las generaciones postransición son más democráticas y más propensas a participar que las precedentes. Por lo tanto, concluye, el debilitamiento de la democracia en la región no está ligado a un efecto de reemplazo generacional.
Nuestros datos muestran que, comparada con otras generaciones, la franja de 18 a 35 años es la más descontenta con el funcionamiento de la democracia y la que manifiesta menos acuerdo en la pregunta tradicionalmente caracterizada como “churchilleana”, es decir, con la preferencia de la democracia sobre cualquier otra forma de gobierno (figura 1). Este segmento también expresa posiciones más favorables que las otras cohortes a que, en casos de corrupción y de crisis, el Poder Ejecutivo no respete la Constitución (figura 2) y también identificamos un mayor acuerdo con que los militares destituyan al presidente en situaciones de crisis (figura 3).4

Fuente: elaborado con base en el modelo 3 (tabla 1).
Nota: se preguntó el nivel de acuerdo con la afirmación en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo.
Figura 1. Nivel de acuerdo con la afirmación “Puede que la democracia tenga problemas, pero es mejor que cualquier otra forma de gobierno”, por franja etaria.
Tabla 1. Estimaciones sobre opiniones en las dimensiones de seguridad y democracia
Dimensión seguridad | Dimensión democracia | ||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Modelo 1 | Modelo 2 | Modelo 3 | Modelo 4 | Modelo 5 | Modelo 6 | Modelo 7 | Modelo 8 | Modelo 9 | |
Pena de muerte | Tenencia de armas | Democracia (problemas) | Presidente (corrupción) | Presidente (agresión) | Presidente (crisis) | Militares (corrupción) | Militares (agresión) | Militares (crisis) | |
(Logit) | (Logit) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | |
Edad | -0,205** | -0,206** | 0,108** | -0,271*** | -0,188*** | -0,314*** | -0,156** | -0,109* | -0,280*** |
(0,104) | (0,096) | (0,055) | (0,062) | (0,059) | (0,057) | (0,066) | (0,059) | (0,063) | |
Mujer | 0,081 | -0,358** | -0,058 | -0,083 | -0,049 | 0,035 | -0,122 | -0,096 | 0,005 |
(0,142) | (0,148) | (0,076) | (0,096) | (0,089) | (0,087) | (0,094) | (0,088) | (0,084) | |
Educación | -0,011 | -0,018 | 0,097*** | -0,099*** | -0,071** | -0,130*** | -0,001 | -0,019 | -0,088*** |
(0,052) | (0,057) | (0,027) | (0,034) | (0,031) | (0,030) | (0,040) | (0,035) | (0,033) | |
Blanca | -0,238 | 0,050 | 0,033 | 0,014 | 0,004 | -0,028 | 0,075 | 0,089 | 0,073 |
(0,155) | (0,192) | (0,078) | (0,095) | (0,091) | (0,087) | (0,095) | (0,092) | (0,087) | |
Ingreso | 0,069* | -0,038 | 0,035* | 0,049** | 0,049** | 0,064*** | 0,007 | 0,029 | 0,054** |
(0,042) | (0,041) | (0,021) | (0,023) | (0,023) | (0,024) | (0,023) | (0,022) | (0,023) | |
Beneficio | 0,165 | -0,118 | 0,108 | 0,104 | 0,080 | -0,016 | -0,052 | 0,011 | -0,020 |
(0,154) | (0,165) | (0,072) | (0,111) | (0,098) | (0,101) | (0,123) | (0,103) | (0,096) | |
Trabajo | 0,184 | 0,069 | 0,082 | 0,140 | 0,114 | 0,084 | 0,069 | 0,066 | 0,138 |
(0,140) | (0,151) | (0,079) | (0,097) | (0,091) | (0,087) | (0,096) | (0,088) | (0,086) | |
Víctima | 0,096 | 0,229 | 0,053 | 0,160 | 0,284*** | 0,122 | 0,048 | 0,134 | 0,038 |
(0,161) | (0,179) | (0,073) | (0,115) | (0,099) | (0,104) | (0,126) | (0,107) | (0,095) | |
Religión | -0,555*** | -0,151* | 0,102 | 0,069 | 0,102 | 0,120 | 0,043 | 0,108 | 0,123 |
(0,101) | (0,088) | (0,088) | (0,086) | (0,073) | (0,075) | (0,105) | (0,084) | (0,086) | |
(Centro)izquierda | 0,234*** | -0,014 | -0,071 | -0,013 | -0,616*** | -0,546*** | -0,581*** | ||
(0,070) | (0,106) | (0,095) | (0,100) | (0,123) | (0,103) | (0,101) | |||
Brasil | 0,244 | 0,296** | -0,185** | -0,213** | -0,178 | -0,233** | 0,824*** | 0,387*** | 0,526*** |
(0,145) | (0,144) | (0,087) | (0,109) | (0,101) | (0,101) | (0,113) | (0,104) | (0,107) | |
Colombia | 0,470*** | 0,171*** | -0,510*** | 0,044 | -0,273** | -0,007 | 0,486*** | 0,060 | 0,497*** |
(0,192) | (0,210) | (0,123) | (0,138) | (0,123) | (0,121) | (0,164) | (0,144) | (0,144) | |
México | -0,144 | 0,712*** | -0,433*** | -0,066 | -0,022 | -0,085 | 0,559*** | 0,428*** | 0,722*** |
(0,202) | (0,228) | (0,109) | (0,191) | (0,163) | (0,170) | (0,203) | (0,155) | (0,128) | |
Constante | 1,696*** | 1,560*** | 3,107*** | 3,406*** | 3,100*** | 3,311*** | 3,315*** | 2,953*** | 3,070*** |
(0,371) | (0,384) | (0,314) | (0,323) | (0,295) | (0,287) | (0,375) | (0,319) | (0,321) | |
Observaciones | 6.607 | 6.639 | 6.003 | 5.773 | 5.705 | 5.718 | 5.882 | 5.744 | 5.748 |
R-cuadrado | 0,089 | 0,037 | 0,037 | 0,059 | 0,086 | 0,061 | 0,114 |
Nota: errores estándar entre paréntesis. * p < 0,10, ** p < 0,05, *** p < 0,01
Fuente: elaboración propia.

Fuente: elaborado con base en los modelos 4, 5 y 6 (tabla 1). Nota: la encuesta presentaba distintas afirmaciones y se preguntó el nivel de acuerdo con cada una en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo: “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de corrupción”, “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de agresión extranjera”, “Con que el presidente no respete la Constitución nacional en caso de crisis”. Toda la muestra recibió las cuatro afirmaciones, pero la secuencia rotó aleatoriamente para evitar los efectos de orden.
Figura 2. Nivel de acuerdo con que el Poder Ejecutivo no respete la Constitución nacional, por causa y franja etaria.

Fuente: elaborado con base en los modelos 7, 8 y 9 (tabla 1). Nota: la encuesta presentaba distintas afirmaciones y se preguntó el nivel de acuerdo con cada una en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo: “Con que los militares destituyan al presidente en caso de corrupción”, “Con que los militares destituyan al presidente en caso de agresión extranjera”, “Con que los militares destituyan al presidente en caso de crisis”. Toda la muestra recibió las cuatro afirmaciones, pero la secuencia rotó aleatoriamente para evitar los efectos de orden.
Figura 3. Nivel de acuerdo con que los militares destituyan al Poder Ejecutivo, por causa y franja etaria.
¿Cómo interpretar estos resultados? Acemouglu et al. (2024) utilizan datos de encuestas a gran escala que cubren más de 110 países para mostrar un mayor apoyo a las instituciones democráticas cuando estas tienen buenos resultados en términos de crecimiento económico, control de la corrupción, mantenimiento de la paz, estabilidad política y provisión de bienes públicos. Si consideramos el peor desempeño relativo de nuestros países respecto a las naciones centrales, aquí hay una primera clave interpretativa para el menor apoyo a las democracias en América Latina, en comparación con otras con mejor desempeño en dichas dimensiones. Sin embargo, esto no indica que sea una posición exclusiva de las y los más jóvenes. Como un indicador proxy adicional, en nuestra encuesta los jóvenes expresaban una mayor satisfacción con la vida comparados con los de otras generaciones. Si bien es un dato que requiere ser tomado con cuidado, lo cierto es que las últimas mediciones internacionales sobre felicidad muestran que los jóvenes de distintas regiones se perciben más felices que los de las generaciones mayores, salvo en el caso de Estados Unidos (Helliwell et al. 2024). Con esto queremos decir que no habría necesariamente otros indicios de un mayor sentimiento de malestar de estas generaciones respecto de las mayores.
Los trabajos sobre la región proponen dos explicaciones no excluyentes de este eventual mayor desapego democrático generacional. Una es el mayor compromiso cívico de las generaciones que han vivido Gobiernos militares (Fuks, Oliveira Paulino y Avila Casalecchi 2018) y la otra es el descontento ligado a dificultades crecientes de inserción laboral y económica en la transición a la vida adulta. Respecto de lo primero, como dijimos, de los cuatro países que analizamos, dos no tuvieron dictaduras militares (Colombia y México) y de los otros dos, en Argentina, donde la memoria del Gobierno militar está muy presente, el apoyo a la democracia es en general mayor que en los otros tres, pero esto se comprueba en todas las franjas de edad. La segunda explicación se basa en las mayores dificultades socioeconómicas para las nuevas generaciones. En efecto, si bien se trata de cohortes posauge de las materias primas, no podría hablarse de una situación de crisis general (salvo en Argentina), pero sí de peores condiciones que las existentes en la primera década del siglo XXI. Quizás la excepción sea México, donde la situación ha mejorado luego de 2015, a diferencia de lo sucedido en América del Sur (Benza y Kessler 2020). La literatura ya ha mostrado la relación entre privación relativa y descontento político (Inglehart 1981; Smelser 2013). La privación relativa con frecuencia suscita un sentimiento de injusticia que surge de la discrepancia entre la situación actual y las expectativas de progreso anticipadas (Sther 1968). Este sentimiento puede ser en relación con otras personas o grupos, o bien con respecto a lo que uno esperaba lograr personalmente, basado en la percepción de lo que se considera merecido por el esfuerzo, estatus previos, entre otros aspectos (Smith et al. 2012). Un factor clave es que las nuevas cohortes han tenido acceso creciente a la educación superior y esto produce el efecto de incrementar las expectativas que, cuando no se condicen con las oportunidades realmente existentes, generan lo que se ha llamado clásicamente diferencias entre estatus; en este caso, el nivel educativo alcanzado y las expectativas de progreso que conllevaría, y el rol que efectivamente se puede desempeñar en el mercado de trabajo por la estructura de oportunidades de cada coyuntura (Linton 1936). Estudios sobre la Primavera Árabe, por ejemplo, consideran la privación relativa de una nueva generación con mayor educación y pocas oportunidades laborales como una de las explicaciones de las revueltas (Campante y Chor 2012). En nuestro caso, pensamos que la privación relativa luego de un periodo de expansión económica y mayor acceso a la educación es la explicación central del descontento juvenil con el funcionamiento democrático.
¿El fin de la idea de los jóvenes menos punitivos?
En nuestra encuesta utilizamos dos indicadores habituales para medir punitivismo, que son el nivel de acuerdo con la pena de muerte (en países donde la pena capital no existe) y el acuerdo con el libre porte de armas. La generación joven muestra valores de punitividad más altos que las demás cohortes. También se trata del segmento más victimizado. Los estudios de las últimas décadas han coincidido en general en que los jóvenes son menos punitivos, es decir, expresan actitudes menos autoritarias frente al crimen que sus mayores. En efecto, según los datos de Estados Unidos (véase Baxter Oliphant 2018), de la ICVS (International Crime Victimization Survey) y la European Social Survey (ESS) (Box, Hale y Andrews 1988; Tulloch 2000), los jóvenes serían menos punitivos que los otros grupos etarios. Los datos del BA han confirmado estos hallazgos en las últimas tres décadas (Kessler y Otamendi 2021). En definitiva, los jóvenes siempre han estado en el polo menos punitivo de la sociedad, lo cual ha sido visto como una suerte de paradoja, puesto que se trata de un segmento altamente victimizado y, en el resto de las franjas etarias, hay una relación directa entre victimización y actitudes punitivas (Kessler 2009). Los jóvenes son el grupo etario más victimizado, puesto que frecuentan más que otros segmentos los espacios públicos y la vida nocturna, siendo así blanco más frecuente de delitos. El “antídoto” contra la punitividad era su mayor tolerancia, tanto en virtud del mayor acceso a contenidos educativos con componentes de derechos humanos como de su mayor apego a los valores democráticos (Hough y Roberts 2005; Kuhn 1993).

Fuente: elaborado con base en los modelos 1 y 2 (tabla 1). Nota: la pregunta sobre la pena de muerte fue la siguiente: “¿Usted está a favor o en contra de la pena de muerte para personas culpables de asesinatos?”. El 1 es sí y el 0, no. La figura ilustra la probabilidad de estar a favor. La pregunta sobre la tenencia de armas fue formulada así: “¿Debería estar permitido que los ciudadanos puedan usar armas para defenderse de los delincuentes?”. Las opciones de respuesta eran “Siempre”, “Solo aquellos que pasan un control de antecedentes”, “Condicional a un periodo de prueba” y “Nunca”. La variable fue recodificada en una dummy donde el 1 agrupa las tres primeras categorías de respuesta y significa que el entrevistado cree que debería estar permitido el uso de armas, mientras que el 0 refleja la última opción, que significa que considera que no debería estar permitido el uso de armas. La figura ilustra la primera categoría de la dummy.
Figura 4. Probabilidad de acuerdo, por afirmación y franja etaria.
A todas luces, esto estaría cambiando en los países analizados. Los jóvenes tienen posturas más punitivas que las demás cohortes respecto de la pena de muerte y de la tenencia de armas (figura 4). Pareciera ser que la “anomalía” en la relación entre mayor victimización y menor punitividad de los jóvenes ha llegado a su fin, y que, al igual que en otros grupos de edad y perfiles, comienza a configurarse también una relación directa entre victimización y punitividad. Esto sucede en un contexto en el que la preocupación por la seguridad ha aumentado en todos los países de la región (Flores-Macías, Mauro y Sánchez Talanquer, en prensa).
¿Son los jóvenes más conservadores en cuestiones de género y diversidad?
De forma consistente con lo esperado, los jóvenes son claramente la generación más progresista en términos de género y diversidad, puesto que son quienes más apoyan el matrimonio entre personas del mismo sexo y la adopción de hijos por parte de parejas gay (figura 5), quienes más apoyan la despenalización del aborto (figura 6) y quienes tienen una mirada más positiva del movimiento feminista al considerarlo un factor de democratización (figura 7).
Tabla 2. Estimaciones sobre opiniones en la dimensión cultural e inmigración
Dimensión cultural e inmigración | |||||||||
---|---|---|---|---|---|---|---|---|---|
Modelo 10 | Modelo 11 | Modelo 12 | Modelo 13 | Modelo 14 | Modelo 15 | Modelo 16 | Modelo 17 | Modelo 18 | |
Derecho al matrimonio | No derecho al matrimonio | Derecho a la adopción | No derecho a la adopción | Aborto legal | Feministas A | Feministas B | Feministas C | Feministas D | |
(MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | (MCO) | |
Edad | -0,307*** | -0,068 | -0,358*** | 0,122 | -0,225*** | 0,003 | 0,178** | -0,118 | 0,334*** |
(0,088) | (0,112) | (0,084) | (0,090) | (0,059) | (0,107) | (0,087) | (0,091) | (0,104) | |
Mujer | 0,328*** | -0,446*** | 0,551*** | -0,365** | -0,015 | 0,598*** | -0,223 | 0,187 | -0,029 |
(0,115) | (0,148) | (0,123) | (0,165) | (0,092) | (0,140) | (0,150) | (0,138) | (0,149) | |
Educación | 0,094** | 0,015 | 0,081 | 0,023 | 0,080*** | 0,031 | 0,117** | 0,035 | 0,022 |
(0,042) | (0,055) | (0,053) | (0,055) | (0,028) | (0,046) | (0,046) | (0,048) | (0,036) | |
Blanca | -0,210* | 0,015 | -0,171 | 0,214 | -0,204** | -0,288* | -0,254 | -0,064 | -0,114 |
(0,123) | (0,118) | (0,120) | (0,145) | (0,081) | (0,157) | (0,197) | (0,146) | (0,139) | |
Ingreso | 0,099*** | 0,027 | 0,112*** | 0,049 | 0,134*** | 0,056 | -0,049 | 0,084** | -0,096** |
(0,036) | (0,045) | (0,035) | (0,038) | (0,024) | (0,043) | (0,032) | (0,039) | (0,040) | |
Beneficio | 0,229 | 0,639*** | 0,442** | 0,211 | 0,071 | -0,037 | -0,034 | 0,261* | 0,140 |
(0,145) | (0,194) | (0,174) | (0,182) | (0,092) | (0,145) | (0,145) | (0,137) | (0,140) | |
Trabajo | -0,587*** | 0,110 | -0,452*** | 0,234 | 0,001 | -0,138 | -0,166 | -0,108 | 0,180 |
(0,133) | (0,151) | (0,114) | (0,173) | (0,088) | (0,147) | (0,152) | (0,145) | (0,129) | |
Víctima | 0,071 | 0,252 | -0,007 | 0,153 | 0,127 | 0,013 | 0,081 | -0,098 | -0,140 |
(0,133) | (0,181) | (0,187) | (0,151) | (0,097) | (0,140) | (0,137) | (0,142) | (0,154) | |
Religión | -0,465*** | 0,168* | -0,388*** | 0,131 | -0,214*** | 0,144 | 0,063 | -0,049 | -0,033 |
(0,111) | (0,095) | (0,084) | (0,081) | (0,064) | (0,098) | (0,078) | (0,086) | (0,079) | |
Aborto (impuestos) | -0,196** | ||||||||
(0,086) | |||||||||
Brasil | -0,341** | 0,439 | -0,014 | 0,048 | -0,280*** | 0,591*** | -0,228 | 0,426 | -0,403*** |
(0,141) | (0,149) | (0,154) | (0,144) | (0,098) | (0,182) | (0,163) | (0,181) | (0,155) | |
Colombia | -0,477** | 0,226*** | -0,710*** | 0,391 | -0,403*** | -0,155 | -0,266 | 0,335 | -0,792*** |
(0,189) | (0,190) | (0,169) | (0,194) | (0,119) | (0,198) | (0,175) | (0,180) | (0,163) | |
México | -0,457*** | 0,753*** | -0,717*** | 0,650*** | -0,129 | 0,109 | -0,258 | -0,179 | -0,199 |
(0,169) | (0,233) | (0,208) | (0,215) | (0,126) | (0,213) | (0,235) | (0,179) | (0,165) | |
Constante | 4,509*** | 1,687*** | 3,999*** | 1,399*** | 2,756*** | 1,773*** | 3,478*** | 2,081*** | 4,001*** |
(0,420) | (0,358) | (0,303) | (0,369) | (0,266) | (0,427) | (0,370) | (0,379) | (0,394) | |
Observaciones | 3.190 | 3.094 | 3.040 | 3.035 | 6.440 | 1.514 | 1.585 | 1.545 | 1.574 |
R-cuadrado | 0,173 | 0,093 | 0,212 | 0,072 | 0,099 | 0,122 | 0,052 | 0,071 | 0,152 |
Nota: errores estándar entre paréntesis. * p < 0,10, ** p < 0,05, *** p < 0,01. Feministas A: “Si bien las feministas a menudo son demasiado autoritarias, son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo”. Feministas B: “Si bien las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo, son a menudo autoritarias”. Feministas C: “Las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo”. Feministas D: “A menudo las feministas son demasiado autoritarias”.
Fuente: elaboración propia.

Fuente: elaborado con base en los modelos 10, 11, 12 y 13 (tabla 2). Nota: cada entrevistado recibió una afirmación sobre el matrimonio de personas del mismo sexo y otra sobre la adopción de hijos por parte de parejas del mismo sexo, pero se produjo una asignación aleatoria a cada entrevistado de la formulación positiva o negativa de la afirmación: “Las personas del mismo sexo deben tener el derecho a casarse”, “Las personas del mismo sexo no deben tener el derecho a casarse”, “Las personas del mismo sexo deben tener el derecho a adoptar hijos” y “Las personas del mismo sexo no deben tener el derecho a adoptar hijos”. Así, algunas personas recibieron dos afirmaciones positivas; otras, dos negativas, y otra parte de la muestra, una positiva y otra negativa. En todos los casos se preguntó por el nivel de acuerdo en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo.
Figura 5. Nivel de acuerdo con el aborto legal, por franja etaria.

Fuente: elaborado con base en el modelo 14 (tabla 2). Nota: la pregunta sobre el acuerdo con el aborto legal tuvo dos versiones que fueron asignadas aleatoriamente dentro de la muestra: “El aborto debería ser legal y de acceso libre y gratuito” y “El aborto debería ser legal y de acceso libre y gratuito, aunque esto suponga un aumento en los impuestos”. Cada entrevistado recibió solo una. En ambos casos se preguntó por el nivel de acuerdo en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo. En el modelo estadístico agregamos una dummy que indica un 1 si el entrevistado recibió la versión con el condicionante que refiere a los impuestos y un 0 para quien vio la versión corta (aborto [impuestos]). Quienes recibieron la versión con el condicionante impositivo están de acuerdo un 0,20 menos, en promedio, con el aborto legal que el resto de las personas encuestadas.
Figura 6. Nivel de acuerdo con el aborto legal, por franja etaria.

Fuente: elaborado con base en los modelos 15, 16, 17 y 18 (tabla 2). Nota: esta pregunta sobre las feministas tuvo cuatro versiones; dos destacaban su rol democratizador y dos, su carácter autoritario. Las cuatro afirmaciones rotaron aleatoriamente dentro de la muestra y cada entrevistado recibió solo una: “Si bien las feministas a menudo son demasiado autoritarias, son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo”, “Si bien las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo, son a menudo autoritarias”, “Las feministas son un factor de democratización fundamental de nuestro tiempo” y “A menudo las feministas son demasiado autoritarias”. En todos los casos se preguntó por el nivel de acuerdo en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo.
Figura 7. Nivel de acuerdo con afirmaciones sobre las feministas, por franja etaria.
La mayor secularización de las y los más jóvenes no es sorprendente, puesto que distintas investigaciones han mostrado esta tendencia en América Latina (Kessler, Vommaro y Assusa 2023). Un tema interesante es que, en el caso de la región, son más liberales tanto los varones como las mujeres. No obstante, veremos luego que hay un apoyo mayor a los avances en estas agendas entre las mujeres, pero no podría hablarse de una brecha de género, puesto que son dos comportamientos pronunciadamente diferentes y, sobre todo, de un paulatino alejamiento en las posturas de varones y mujeres, como señalan estudios acerca de distintos países.5 Una hipótesis para entender la disparidad en la brecha ideológica de género es que los avances en materia de género en América Latina han sido menos significativos que en los países desarrollados. Aunque algunos estudios señalan reacciones adversas, especialmente promovidas por grupos religiosos conservadores, estas parecen limitarse a minorías movilizadas (Biroli y Caminotti 2020). Pero, si nos guiamos por las encuestas regionales, más allá de las minorías más movilizadas y conservadoras, para la mayoría de los varones, dichos avances no parecen haber revertido la tendencia hacia la modernización cultural.
Actitud hacia los migrantes
En los cuatro países, todos los segmentos de edad concuerdan en mayor medida con los efectos negativos de los migrantes, en comparación con sus efectos positivos, pero la postura antimigratoria es menor en la franja etaria joven.

Fuente: elaborado con base en los modelos 19, 20, 21 y 22 (tabla 3). Nota: la encuesta presentaba distintas afirmaciones y se preguntó el nivel de acuerdo con cada una en una escala del 1 al 5, en la que 1 significa muy en desacuerdo y 5, muy de acuerdo. “Los inmigrantes tienen efectos positivos para la economía del país”, “Los inmigrantes compiten por nuestros puestos de trabajo”, “Los inmigrantes mejoran nuestra sociedad porque traen nuevas ideas y culturas” y “Los inmigrantes tienen efectos positivos para la economía del país”. Toda la muestra recibió las cuatro afirmaciones, pero la secuencia rotó aleatoriamente para evitar los efectos de orden.
Figura 8. Nivel de acuerdo con afirmaciones sobre migrantes, por franja etaria.
Los estudios basados en encuestas de opinión pública muestran que, en general, existe una menor actitud antinmigración en las generaciones más jóvenes. Esto se debe a su mayor apertura hacia la diversidad y a la movilidad geográfica, así como a una educación que enfatiza cada vez más la lucha contra diversos tipos de discriminación (Herbst 2021). Sin embargo, tanto en Europa como en Estados Unidos, diferentes investigaciones revelan variaciones en estas actitudes, influenciadas por factores como la competencia laboral, la polarización política, el discurso mediático y el contexto educativo. En Europa, la percepción de los jóvenes sobre los migrantes como competidores laborales puede intensificar las actitudes xenófobas, especialmente en contextos de alto desempleo o baja cualificación (Quillian 1995; Sides y Citrin 2007). Por otro lado, en Estados Unidos, la polarización política y la representación mediática desempeñan roles cruciales en moldear estas percepciones, de modo que los jóvenes pueden percibir a los inmigrantes como una amenaza o como un aporte al país, dependiendo de sus afiliaciones políticas y de su exposición a diferentes medios (Hetherington y Weiler 2009). En nuestro estudio de caso, estos factores no parecen estar presentes para reforzar sentimientos antinmigración entre los jóvenes. En efecto, a pesar de una importante presencia de migración venezolana en distintos países y un incremento de la xenofobia -en particular en Colombia entre los países estudiados (Cerrutti, en prensa)-, los jóvenes no parecen percibir a los migrantes como una competencia laboral y no se hacen eco de otros contenidos xenófobos.
Tabla 3. Estimaciones sobre opiniones en la dimensión cultural e inmigración (continuación)
Dimensión cultural e inmigración (continuación) | ||||
---|---|---|---|---|
Modelo 19 | Modelo 20 | Modelo 21 | Modelo 22 | |
Migrantes A (MCO) | Migrantes B (MCO) | Migrantes C (MCO) | Migrantes D (MCO) | |
Edad | -0,022 | -0,035 | -0,113** | -0,206*** |
(0,063) | (0,070) | (0,057) | (0,067) | |
Mujer | -0,137 | 0,005 | 0,026 | -0,030 |
(0,101) | (0,093) | (0,086) | (0,099) | |
Educación | 0,030 | -0,008 | 0,003 | 0,007 |
(0,040) | (0,034) | (0,038) | (0,037) | |
Blanca | -0,115 | -0,042 | -0,002 | -0,045 |
(0,104) | (0,106) | (0,128) | (0,131) | |
Ingreso | 0,014 | 0,039 | 0,071*** | 0,125*** |
(0,025) | (0,025) | (0,022) | (0,024) | |
Beneficio | 0,059 | 0,169* | -0,059 | 0,058 |
(0,102) | (0,095) | (0,097) | (0,106) | |
Trabajo | -0,095 | -0,088 | -0,040 | -0,073 |
(0,104) | (0,100) | (0,092) | (0,105) | |
Víctima | 0,220** | 0,199** | -0,152 | -0,102 |
(0,109) | (0,091) | (0,102) | (0,105) | |
Religión | -0,099 | 0,130 | 0,088 | 0,008 |
(0,064) | (0,097) | (0,059) | (0,068) | |
Brasil | -0,255 | -0,341*** | 0,412*** | 0,445*** |
(0,095) | (0,103) | (0,196) | (0,093) | |
Colombia | 0,859*** | 0,194 | -0,639*** | -0,534*** |
(0,137) *** | (0,145) | (0,134) | (0,137) | |
México | 0,422* | -0,620*** | -0,389*** | -0,391*** |
(0,129) | (0,124) | (0,114) | (0,130) | |
Constante | 3,063*** | 3,130*** | 2,708*** | 2,726*** |
(0,266) | (0,332) | (0,245) | (0,264) | |
Observaciones | 6.355 | 6.393 | 6.265 | 6.364 |
R-cuadrado | 0,117 | 0,078 | 0,121 | 0,137 |
Nota: errores estándar entre paréntesis. * p < 0,10, ** p < 0,05, *** p < 0,01. Migrantes A: “Los inmigrantes causan un aumento del crimen”. Migrantes B: “Los inmigrantes compiten por nuestros puestos de trabajo”. Migrantes C: “Los inmigrantes mejoran nuestra sociedad porque traen nuevas ideas y culturas”. Migrantes D: “Los inmigrantes tienen efectos positivos para la economía del país”.
Fuente: elaboración propia.
Discusión
¿Cuáles son y cómo interpretar las diferencias entre los jóvenes?
En este apartado ahondamos en las variables que marcan matices o diferencias dentro de la generación estudiada. Un primer aspecto es que las actitudes de desapego con la democracia son menores cuanto mayores son los años de educación alcanzados, como muestran los modelos D y E de la tabla B del anexo, lo cual reafirma una tendencia observada a nivel mundial, de relación directa entre educación y valores democráticos. En la misma tabla, puede observarse que el desapego democrático muestra valores más bajos entre quienes votan por candidatos de izquierda o centroizquierda en sus respectivos países (Massa en Argentina, Lula en Brasil, Petro en Colombia y Sheinbaum en México), como se desprende de las preguntas sobre los militares y la elección de la democracia como mejor sistema. Como dijimos, Argentina es el caso que presenta en general menos acuerdo con la destitución del presidente por parte de militares, y esto sucede en todas las generaciones. Cabe destacar que la corrupción como motivo para no respetar la democracia tiene un apoyo elevado en todos los grupos etarios. En relación con las actitudes punitivas, en particular respecto de la tenencia de armas, el modelo B de la tabla B del anexo revela que la probabilidad de estar a favor es más alta en personas que se consideran blancas, entre quienes han sido víctimas de un delito y en la franja más joven del grupo estudiado (18-25); a la inversa, y de acuerdo con lo esperable, esta actitud punitiva es más baja entre quienes votan por la centroizquierda.
En cuanto al matrimonio y la adopción por parte de parejas del mismo sexo, hay diferencias entre países: Argentina muestra los valores más progresistas y las mujeres también son más liberales que los varones en casi todas las preguntas sobre género y diversidad, tal como se desprende de la lectura de los modelos G, H e I de la tabla B del anexo. En relación con el aborto, el acuerdo es mayor entre quienes votan por la centroizquierda y menor entre personas blancas y entre quienes dan importancia a la religión. Los jóvenes, en particular las mujeres, son también quienes tienen una mirada más positiva sobre los movimientos feministas respecto de otras generaciones. Asimismo, votar por la centroizquierda se correlaciona con una mirada más positiva del movimiento feminista.
¿Qué podemos concluir sobre las variables que influyen en estas opiniones? En primer lugar, desde el punto de vista del apego democrático, la educación se revela como el factor explicativo más fuerte. Esto coincide, por un lado, con la literatura internacional y, al mismo tiempo, cuestiona algunas posiciones que sostenían que la educación en América Latina estaba fallando en generar contenidos democráticos para la juventud (Cabrol y Székely 2012). Por lo pronto, dado que la cobertura educativa no cesa de aumentar en la región, habría entonces razones para cierto optimismo respecto del futuro de la democracia en América Latina. En segundo lugar, observamos una asociación entre valores progresistas y el voto por la centroizquierda, pero por supuesto hay un efecto endógeno entre una y otra dimensión. En relación con las actitudes punitivas, observamos que la victimización influye sobre todo en la aprobación de la tenencia de armas.
Por último, nos preguntamos si la mayor modernización cultural entre los jóvenes era traccionada por las mujeres o si también los varones eran más progresistas que sus congéneres mayores. La respuesta es que, en los dos temas más divisivos, es decir, el apoyo a la despenalización del aborto y a la adopción por parte de parejas del mismo sexo, los varones jóvenes expresan más acuerdo que los varones de generaciones mayores. Es decir, también los varones jóvenes son más progresistas que sus pares de las generaciones anteriores.
¿Hacia una reconceptualización del pensamiento autoritario actual?
Distintas investigaciones y teorías de alcance medio coinciden en señalar los mismos componentes en el pensamiento autoritario: punitividad, xenofobia, machismo, homofobia y apoyo a líderes fuertes y/o debilidad de valores democráticos (Celinska 2007; Douglas 2003; Kahan y Braman 2003; Sibley y Duckitt 2010). La escala más utilizada para medir autoritarismo de extrema derecha (RWA, por sus siglas en inglés), desarrollada por Altemeyer (1988 y 1996) , reúne estos indicadores como predictores de personalidad autoritaria. No es nuestro objetivo trabajar sobre estas escalas, pero sí señalar que las investigaciones encontraban que los indicadores se comportaban con una tendencia coincidente.
A partir de nuestros datos, en primer lugar, no podemos hablar de personalidades autoritarias ni tampoco señalar que estemos frente a una generación autoritaria. La novedad de nuestro trabajo es que en la cohorte de 18 a 35 años, que, como señalamos, corresponde a dos generaciones, pero que comparten una experiencia de ingreso a la vida adulta luego del boom de las materias primas y en el contexto de las mayores movilizaciones en relación al género y la diversidad, los cuatro elementos (punitividad, posturas antinmigración, conservadurismo cultural y debilidad de valores democráticos) no siguen la misma tendencia: dos (punitividad y debilidad de valores autoritarios) se comportan en la línea esperada -mayor autoritarismo-, uno (conservadurismo cultural) tiene un sentido claramente secularizado, y en cuanto al otro, si bien en los cuatro países existe una mirada globalmente negativa respecto de los inmigrantes, es menos pronunciada en la generación joven.
Las teorías sobre personalidad autoritaria tenían una base psicológica que era, de alguna manera, el plexo convergente de las distintas manifestaciones de esa actitud. Altemeyer (1988 y 1996) identifica sus componentes: sumisión autoritaria, a la que define como la disposición a obedecer y respetar a figuras de autoridad, especialmente si están alineadas con las creencias del individuo; agresión autoritaria, es decir, la tendencia a mostrar hostilidad hacia individuos o grupos que se consideran “otros” o que son percibidos como una amenaza para los valores tradicionales; y un fuerte convencionalismo, definido como un apego fuerte a las normas sociales y a las tradiciones, junto con una preferencia por la estabilidad y el orden establecidos (Altemeyer 1996).
No contamos aún con una teoría que explique por qué estos elementos no funcionan como se esperaría a partir de la teoría disponible. En cambio, nos proponemos adelantar algunas consideraciones enfocadas en la experiencia social y no en rasgos de personalidad que permitirían identificar, para la generación que sigue al boom de las materias primas en América Latina, una conciencia generacional -por retomar el concepto de Mannheim-. Como dijimos, por un lado, esta generación vive una situación de privación relativa, ya que sus condiciones son peores que las de la generación previa, que vivió los mejores años de la primera década del siglo XXI; y, en segundo lugar, experimenta tasas altas de delito y alta victimización que, ya sin el “antídoto” de contar con valores democráticos fuertes, dejan de protegerlos contra las actitudes punitivas, como sucedía hasta años recientes. Por último, se trata de una generación que participó del proceso de cambio en materia de género y diversidad en América Latina, tanto en el espacio público como en el ámbito de las relaciones interpersonales; esto parece reflejarse en sus valores. En este sentido, a diferencia de lo que ocurre en otras regiones, la experiencia de cambio cultural no se ve atravesada, según los datos que aquí presentamos, por una brecha marcada entre varones y mujeres.
¿Qué nos dicen nuestros resultados respecto al tipo de vinculación de esta generación con la política? En la figura 9 sintetizamos lo que hemos llamado una configuración neoautoritaria en una parte de la generación estudiada. Por un lado, la privación relativa afecta al apego democrático en virtud de una frustración por los objetivos -personales, económicos, familiares- no alcanzados. Al mismo tiempo, el menor apego hacia la democracia debilita el antídoto antipunitivo que se observaba anteriormente en la juventud y, de este modo, dejaría de mediar entre tasas de victimización elevadas y valores. Es probable, a su vez, que la victimización incremente la mirada negativa sobre el funcionamiento de la democracia. En el otro polo, una generación educada con valores contra la discriminación, y a favor de la apertura hacia la diversidad y la secularización en relación con el género explicaría la menor prevalencia del sentimiento antinmigración en comparación con sus mayores y su modernización cultural en términos de género y diversidad. Estas combinaciones impactan fuertemente en la manera en que esta cohorte se vincula con la vida política: descontenta con la democracia (y, podemos agregar, con los políticos), punitiva respecto del delito (y, por tanto, dispuesta a aceptar medidas que en otro tiempo eran vistas como extremas), se encamina no obstante a una relación más abierta con la diversidad cultural.
Reflexiones finales
En este trabajo mostramos cómo la franja de 18 a 35 años, una “generación política” posauge de las materias primas, comparada con las personas mayores, muestra un tipo de articulación entre valores de signo distinto: dos claramente asociados al pensamiento autoritario, como mayor desapego democrático y mayor punitividad, menos sentimientos antinmigración, y más abierta en términos de género y diversidad. Esto se expresa tanto en varones como en mujeres, si bien estas últimas son un poco más progresistas en temas de género. Dentro de los jóvenes, el nivel de educación y el voto por la centroizquierda se asocian con valores más progresistas y, en general, en Argentina las posiciones son más marcadas en este sentido que en los otros países estudiados.
Las interpretaciones de estos datos se vinculan a la experiencia específica de la generación: una mayor privación relativa al tiempo que una mayor modernización cultural. Queda para investigaciones posteriores poner a prueba los lazos causales del esquema interpretativo que aquí proponemos. Como hemos señalado a lo largo del trabajo, es pronto para saber si se trata de un efecto relacionado con la cohorte, y por ende duradero, o con la edad, que pasará con el correr de los años. De uno u otro modo, más allá de lo que depare el futuro, hoy se plantea de manera ambigua el vínculo de esta generación con la política. La configuración neoautoritaria parece anclada en la experiencia generacional. ¿A qué tipo de oferta política podría ser más favorable esta configuración? A modo de hipótesis, pareciera ser que parte de esta generación podría aceptar ofertas políticas que propongan líderes fuertes sin que sea un tema de gran relevancia si respetan o no todas las reglas democráticas. Más que generar un apoyo explícito o un entusiasmo por el no respeto de las formas democráticas, es posible que esto no tenga mucha importancia a la hora de definir este eventual apoyo. Si a eso suman posturas punitivas frente al delito, el respaldo a ofertas semiautoritarias podría ser importante en esta generación. Liderazgos como el de Javier Milei en Argentina parecen adaptarse a esta configuración y, de hecho, en su ascenso tuvo un apoyo importante entre los jóvenes (Semán 2023; Tagina 2024).
En contraposición, hay algunos límites generacionales a estas ofertas autoritarias: no pareciera que a la cohorte estudiada la atraiga una agenda conservadora en términos de género y diversidad sexual, retomada por algunas opciones de derecha radical recientemente (Borges, Lloyd y Vommaro 2024); tampoco que la migración sea un tema de alta preocupación. Es posible que líderes de extrema derecha que propongan resolver problemas económicos y de seguridad, las dos preocupaciones centrales de todos los países de la región según el informe del Latinobarómetro de 2023,6 cuenten con el apoyo de una parte importante de los jóvenes. No es, claro está, algo exclusivo de esta generación. Lo novedoso es que los jóvenes podrían haber dejado de ser el núcleo de oposición a este tipo de opciones políticas. La separación de los valores de discriminación y diversidad respecto del apego democrático y las actitudes punitivas parece haber abierto una oportunidad de penetración de las extremas derechas en los segmentos juveniles, aun en el caso de las opciones más reñidas con las reglas de la democracia.