En tiempos donde los estudios literarios se reinventan entre tradición y ruptura, el número 47 de La Palabra surge como un espacio de diálogo plural y necesario. Los artículos aquí reunidos, diversos en enfoques pero unidos por su rigor crítico, tejen una reflexión colectiva sobre el poder transforma dor de la literatura. Desde la intimidad de la creación poética hasta las expresiones más urgentes de resistencia cultural, este volumen confirma que el quehacer literario sigue siendo un territorio fértil para interrogar nuestro presente.
El análisis de Laura Soledad Romero sobre Hojas de hierba revela cómo Whitman construye una "epistemología de lo diminuto" (12) que desafía las jerarquías entre lo humano y lo natural. Esta mirada encuentra un eco revelador en el estudio de Pedro Favaron sobre César Moro, donde el paisaje se transfigura en espacio erótico y metafísico. Ambos trabajos, aunque parten de tradiciones distintas, coinciden en mostrar esa "erosión de fronteras entre sujeto y paisaje" (Carson 89) que caracteriza a la mejor poesía contemporánea.
En otro registro, Biviana Hernández nos lleva al taller de la costurera proletaria de Victoria Guerrero, donde el cuerpo trabajador -con sus dolores y rutinas- se convierte en texto literario. Esta exploración dialoga estrechamente con la investigación de Carlos Milton Manrique Rabelo sobre narrativa migrante, donde los espacios urbanos marginales aparecen como "cuerpos textuales" (56) que registran violencias de género. Dos aproximaciones que actualizan la discusión sobre cómo la literatura documenta resistencias cotidianas.
El teatro y el cine emergen como territorios privilegiados para pensar la memoria. Marcia Mar tínez Carvajal traza conexiones luminosas entre la dramaturgia de Isidora Aguirre y Guillermo Cal derón, mostrando cómo el espacio escénico chileno ha sido campo de batalla por las narrativas his tóricas. Mientras, Juan Agustín Mancebo Roca examina las adaptaciones de Graham Greene como síntoma de esa "lógica cultural del capitalismo tardío" (Jameson 15) donde hasta la desesperación existencial puede volverse mercancía.
Las innovaciones formales ocupan un lugar central en los trabajos de Pablo Sánchez, Manuel Sil va Rodríguez y Alí Calderón Farfán. Sánchez desentraña el humor político en Comiendo en Hungría, Silva Rodríguez rastrea el ensayo audiovisual como heredero de la tradición dialéctica europea, y Calderón Farfán explora cómo la experimentación verbal en América Latina ha sido, usando palabras de Lezama Lima, "resistencia contra la tiranía de los significados establecidos" (78).
El cierre lo ofrece el lúcido análisis de Ignacio Soto-Silva y Claudio Donoso sobre rap mapuche, práctica donde confluyen desterritorialización lingüística, memoria cultural y creación de nuevos imaginarios. Su estudio ejemplifica esa "pedagogía decolonial" (Walsh 45) que interpela los cánones desde los márgenes.
Este número confirma que La Palabra sigue siendo un espacio donde la crítica literaria se ejer ce como acto de compromiso intelectual. Como bien señaló Edward Said, nuestra tarea es "mostrar cómo los textos están ligados a las condiciones de su producción" (23), y estos artículos lo logran con agudeza. Aquí no solo se analizan obras: se piensa la literatura como espacio vivo de interrogación ética, política y estética.