Con el corazón lleno de emoción y las manos cargadas de historias poderosas, les presentamos este número 49 de La Palabra, que hoy se viste de lucha, resistencia y esperanza. No es casualidad que estas páginas respiren feminismo: cada artículo, cada análisis, cada palabra aquí reunida late con la fuerza de quienes han sabido convertir la escritura en un territorio de libertad.
Imaginen por un momento a Luisa Valenzuela reinventando los mitos griegos desde una mirada femenina, o a las mujeres wayuu tejiendo relatos que desafían el olvido. Piensen en las poetas que des arman el amor romántico verso a verso, o en las niñas que crecen leyendo cuentos donde las princesas no esperan rescate. Esto es lo que celebramos hoy: la literatura como ese espacio mágico donde lo personal se hace político, donde las voces calladas encuentran eco.
Este número es especial, y lo sabemos. No solo por la calidad académica de sus contribuciones, sino porque llega en un momento en que las discusiones sobre igualdad, representación y justicia están más vivas que nunca. Cada artículo es como una pequeña piedra en el estanque: crea ondas que llegan mucho más allá de lo académico, tocando fibras íntimas y preguntas colectivas.
¿Cómo no emocionarse al descubrir, a través de Julieta Gamboa, cómo la poesía puede ser un arma contra los mandatos del amor? ¿O cómo permanecer indiferentes ante el relato de las mujeres shipibo que, como nos muestran Andrea Cabel y Stefano Pau, convierten sus tradiciones en actos de resisten cia? Estos no son solo ejercicios teóricos: son ventanas a vidas reales, a batallas cotidianas, a victorias íntimas que merecen ser contadas.
A nuestras brillantes autoras y autores: gracias por prestar sus ojos críticos y sus corazones compro metidos. A los evaluadores: por su rigor lleno de cuidado. A nuestro equipo editorial: por hacer posible este trabajo colectivo. Pero sobre todo, a ustedes, lectores: porque son quienes darán vida a estas ideas, quienes las llevarán a nuevas conversaciones, aulas y espacios de reflexión.
Les entregamos estas páginas con la certeza de que la buena academia no está reñida con la pasión, y que el feminismo -en todas sus formas- sigue siendo ese faro que nos guía hacia mundos más justos. Que disfruten la lectura tanto como nosotros disfrutamos preparándola para ustedes.