INTRODUCCIÓN
Las especies de la familia Cactaceae se identifican por presentar diversas formas de crecimiento, barril, cilíndricas, columnares, globosas, globosas-deprimidas (Vázquez-Sánchez et al. 2012), además de tallos verdes fotosintéticos, en cuya epidermis y clorénquima abundan los cloroplastos, debido a la ausencia o duración fugaz de las hojas, excepto en el género Pereskia, donde son persistentes, pero en periodos de intensa sequía, se caen y son remplazadas por espinas. También, los tallos son carnosos, con tejidos que almacenan hidrocoloides, lo cual, les permite tolerar el déficit hídrico prolongado, que se presenta en las regiones áridas y semiáridas bajas, menores de 1.500 m s.n.m. y altas, 2.800 m s.n.m. (Porras-Flórez et al. 2017), ubicadas en la coordillera de los Andes. La presencia de braquiblastos que crecen hacia el interior de las areolas permite el desarrollo de ramas, espinas y flores. La familia está representada por 128-200 géneros y 1.500-2.000 especies, nativas del continente americano (Kiesling & Ferrari, 2005).
En Colombia, el uso de las cactáceas es relativamente menor en comparación con otros países latinoamericanos (Marques de Lucena et al. 2013; Lucena et al. 2015; Huaylla et al. 2014; Ostolaza-Nano, 2014; Pedrosa et al. 2020). En México, sobresalen las cactáceas por su diversidad, en la flora de las regiones áridas y semiáridas (Arias & Véliz, 2006; Casas et al. 2006).
A la fecha, solo las especies Acanthocereus pentagonus, Austrocylindropuntia subulata, Hylocereus undatus, Melocactus coccineus, Melocactus curvispinus, Opuntia dillenii, Opuntia ficus-indica, Opuntia schumannii, Pereskia bleo y Stenocereus griseus son empleadas en Colombia, con fines alimenticios y medicinales, principalmente, utilizando sus hojas, frutos y tallos; a nivel tecnológico, se diseñó una metodología para la extracción y el secado del hidrocoloide de A. subulata, O. dillenii y O. ficus-indica y su uso como sustituto de la pectina, al actuar como gelificante en la elaboración de un bocadillo tipo barra de cereal, enriquecida con cereales y frutas de importancia para el departamento de Boyacá, generando una oportunidad agroindustrial (Arrieta-Violet et al. 2022).
De particular interes resultan las investigaciones en diferentes países latinoamericanos, que dan cuenta de la heterogeneidad dentro de una comunidad humana en el volumen del conocimiento etnobotánico, ya que este se ve influenciado por factores socioeconómicos sobre la utilización y el conocimiento (García-Barriga, 1992; Figueroa-C. & Galeano, 2007; Villalobos et al. 2007; Castellanos Camacho, 2011).
En el caso de O. ficus-indica, su cultivo no solo se encuentra en América, sino en África, Australia, Europa y Medio Oriente (Pochettino, 2015; Ochoa & Barbera, 2018). Aunque en Colombia existen asociaciones de productores de O. ficus-indica y se cultiva Hylocereus megalanthus (pitahaya amarilla), aún falta explorar los usos y las tradiciones de estas especies en los enclaves semiáridos andinos, donde son un elemento predominante en el paisaje, no solo por el número de individuos sino por el porte de algunas de ellas, que llegan a medir más de 3 m de alto (Albesiano & Rangel-Churio, 2006).
En los departamentos de Antioquia, Boyacá, Guajira, Huila y Santander, se reportan proyectos productivos de O. ficus-indica y de otras especies ornamentales, que contribuyen a la economía de muchos habitantes de zonas áridas y semiáridas, ofreciéndoles nuevas oportunidades, en un mercado que se está impulsando, a nivel nacional, pero que no ha recibido atención por parte de inversionistas para impulsar estudios tecnológicos y de asesoría técnica, en productos a base de cactáceas. Sería beneficioso ampliar su aprovechamiento agronómico en estas áreas, con miras a convertirlas en un recurso económico, para las comunidades rurales andinas.
Los ecosistemas áridos y semiáridos andinos presentan cambios en su cobertura vegetal por procesos erosivos y acciones antrópicas, principalmente, al sobrepastoreo extensivo e incontrolado de ganado caprino, que consumen los ápices de los tallos jóvenes de boragináceas, cactáceas, verbenáceas, entre otros y, en menor proporción, a la sustitución por cultivos, a la extracción de leña, al retiro de su hábitat de invididuos de Austrocylindropuntia, Mammillaria y Melocactus, con fines comerciales y a la construcción de obras civiles, como vías de comunicación y viviendas. Las cactáceas constituyen un elemento importante en estos ecosistemas y es necesario preservarlas porque juegan un papel considerable, al mitigar el aumento de la desertificación, a causa del cambio climático (Albesiano & Rangel-Churio, 2006).
El presente trabajo tuvo como propósito asignar a las especies de Cactaceae las categorías de uso, identificar las especies más empleadas, relacionar los factores socioeconómicos de los informantes con el conocimiento de cada una de ellas y registrar los factores antropogénicos, que afectan la conservación de las poblaciones de cactus.
MATERIALES Y MÉTODOS
Área de estudio: se realizaron salidas de campo a las veredas semiáridas de los municipios de Cucaita: Centro, Cuesta en Medio y Llano (5°31’55’’N y 73°27’44’’W; 2650 m s.n.m.); Ráquira: Candelaria Occidente, Candelaria Oriente, Carapacho (5°31'12.22"N y 73°36'20.92"W; 2165 m s.n.m.) y Villa de Leyva: Cañuela, Llano Blanco, Monquirá, Ritoque, Sabana y Sopotá (5°36’16.19’’N y 73°31’34,92’’W; 2149 m s.n.m.), en el departamento de Boyacá. El material recolectado se depositó en el herbario UPTC. Estas áreas fueron seleccionadas debido a su rica biodiversidad y a la notable presencia de cactáceas adaptadas a condiciones de aridez (Figura 1).

Figura 1 Área de estudio. a) Municipios ubicados en los enclaves semiáridos interandinos de la cordillera Oriental; b) Veredas muestreadas en cada municipio del departamento de Boyacá; c) Ambiente de altura. Fotografía de: Sofía Albesiano.
Identificación taxonómica: se llevó a cabo utilizando tratamientos taxonómicos previos (Porras-Flórez et al. 2017; Porras-Flórez et al. 2020), trabajos específicos de la región (Castellanos Camacho, 2011; González, 2014) y la consulta de los exsiccata de los herbarios COL (http://www.biovirtual.unal.edu.co/es/colecciones/search/plants/) y UPTC. Se elaboró un catálogo fotográfico, que incluye las especies de cactáceas presentes en cada municipio, con el objetivo de facilitar el reconocimiento de los taxones, por parte de los informantes.
Aspectos éticos: este estudio fue aprobado por el Comité de Ética para la Investigación Científica de la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, asegurando el cumplimiento de los estándares éticos y legales en la recolección de datos y la interacción con los participantes, quienes firmaron voluntariamente su consentimiento informado, lo que permite la publicación de la información etnobotánica.
Estimación del tamaño de la muestra (n): el número de habitantes por vereda (N) se calculó a partir del número de habitantes rurales mayores de 18 años, registrados en cada municipio y la densidad poblacional, según el Departamento Nacional de Planeación (DNP, 2019). Se aplicó la fórmula propuesta por Badii et al. (2008), para determinar un tamaño muestral (n), estadísticamente representativa, de personas a encuestar por municipio. Dado la ausencia de un marco muestral completo, se utilizó un muestreo no probabilístico por cercanía y por cuotas (Lastra, 2000), seleccionando a los participantes que residían en el área de estudio.
Estructura y aplicación de la encuesta: se implementó una encuesta a 262 personas, dividida en dos grupos de preguntas: el primero, relacionado con datos personales, como nombre, edad, género, nivel educativo, ocupación y tiempo de residencia en la zona; el segundo, indagaba sobre etnobotánica de la planta, incluyendo el nombre común o vernáculo de cada especie, sus usos, la forma de empleo y la estructura de la planta utilizada. A cada participante se le asignó un código de identificación y se realizó una depuración y normalización de los datos para conformar la base de datos. Los resultados de la encuesta se agruparon, según las categorías propuestas por Estupiñán-González & Jiménez-Escobar (2010).
Además de las 262 encuestas, se efectuaron entrevistas adicionales, con aquellos participantes que mostraron disponibilidad y consentimiento para ello. Este enfoque mixto permitió enriquecer y profundizar en la información recogida, especialmente, en aspectos donde las respuestas obtenidas, mediante el cuestionario inicial, eran insuficientes o requerían mayor claridad. A partir de este enfoque mixto, se logró explorar, con mayor detalle, los usos específicos, las técnicas de manejo y las percepciones culturales, relacionadas con las cactáceas, lo cual, fortaleció la calidad y profundidad de los datos etnobotánicos recolectados. Este método de triangulación de datos ayudó a validar la información recogida y a obtener una comprensión más completa y matizada de las interacciones humanas con estas especies.
Índices etnobotánicos: el índice de riqueza de conocimiento individual (RQZi) representa el conocimiento que posee el encuestado sobre una o más especies en comparación con todas las registradas en cada municipio; este índice varía entre 0,0 y 1,0, siendo este último indicativo de un conocimiento más extenso de los taxones (Castellanos Camacho, 2011). El índice de valor de uso (UVs) evalúa la importancia sociocultural de una especie para el informante. El índice de importancia relativa (IR) refleja la utilidad de la planta en función de la diversidad de sus usos; el valor máximo que se puede asignar a una especie es 2,0 (Da Silva et al. 2014).
Relación de datos etnobotánicos y factores socioeconómicos: se realizó un análisis correlacional descriptivo para examinar la relación entre datos etnobotánicos y factores socioeconómicos. Tras normalizar, depurar y codificar los datos, se realizaron análisis exploratorios, incluyendo el uso de diagramas de Box Plot, para detectar potenciales datos atípicos. Se emplearon técnicas de análisis univariadas y bivariadas para evaluar la cantidad de plantas utilizadas por municipio, partes de la planta empleadas, categorías de uso e índice de riqueza de conocimiento. Estas variables se cruzaron con los datos del municipio, género, ocupación y rango de edad del participante, para explorar posibles asociaciones.
La relación entre variables categóricas cualitativas, como el municipio, el género y la ocupación y cuantitativas, se analizó mediante la prueba chi-cuadrado de independencia. Para variables cuantitativas, se calculó el coeficiente de correlación de pearson (Rx,y), asegurando primero que se cumplieran los supuestos necesarios, incluida la normalidad. Para verificar la hipótesis de no asociación entre las variables, se determinaron los niveles de significancia: α=10%(*), α=5%(**), y α=1%(***).
Conservación: durante la encuesta se documentaron las observaciones de los participantes sobre la disminución de las poblaciones de las especies de cactáceas, atribuidas a actividades humanas o desastres naturales y se complementaron con estudios locales (González, 2014), para identificar posibles factores de riesgo. Con base en las exploraciones de campo y la consulta de los exsiccata de los herbarios COL (http://www.biovirtual.unal.edu.co/es/colecciones/search/plants/) y UPTC, se calculó la Extensión de Ocurrencia (EOO), utilizando el software GeoCAT (Bachman & Moat, 2012), basándose en los criterios de la Lista Roja de la IUCN (2024).
RESULTADOS Y DISCUSIÓN
Usos atribuidos a las cactáceas: se mencionan ocho categorías de uso junto con las nueve especies registradas para la zona de estudio (Tabla 1). La categoría como fuente de alimento es la más citada, seguida de ornamental y medicinal (661, 251, 138 citaciones, respectivamente). Opuntia ficus-indica se destaca por ser la más utilizada como alimento, especialmente, los frutos, entre el 68 y el 87 % (230 menciones), lo cual, coincide con lo registrado por los pobladores del norte de Córdoba, Argentina, para la preparación de arrope (Luján Ahumada & Trillo, 2017). Además, hay cuatro cultivos para la producción de cladodios y frutos (Figuras 2b, 2d), operados por propietarios de otros departamentos, indicando que el valor de este cultivo es reconocido, principalmente, por personas externas a la región. Los usos agroecológicos, agropecuarios, medicinales y nutricionales de Opuntia ficus-indica coinciden con informes de otros países, como Australia, Brasil, Italia, México y Sudáfrica (Casas et al. 2006; Louhaichi et al. 2018; Ochoa & Barbera, 2018).
Tabla 1 Usos y categorías de las cactáceas. Agricultura (Agt), Agroecológico (Agr), Comercial (Co), Servicio Ambiental (SAm), Alimenticio (Al), Medicinal (Med), Ornamental (Or), Tecnologico (Tec). Parte usada: Planta Completa (PC), Flor (FL), Fruto (FR) y Tallo (T). Los participantes no reportaron usos para Cylindropuntia tunicata.

Entre el 12 y el 25 % de los pobladores usan Austrocylindropuntia cylindrica (Figura 3a) y Austrocylindropuntia subulata (Figura 3b), para fines ornamentales, mientras que entre el 3,0 y el 6,0 % las emplean como cerca viva. Además, la mayoría de los encuestados encuentran difícil distinguirlas entre sí, debido a su alta similitud morfológica.
Los usos de A. cylindrica y A. subulata como cercas vivas son comunes en países andinos del norte de Suramérica, Colombia, Ecuador y Perú, pero se registran usos por parte de comunidades indígenas en el Perú, donde se empleaban las espinas como agujas y para fabricar peines (Ostolaza-Nano, 2014).
Mammillaria columbiana (Figura 3d) es conocida, tanto en México como en Colombia, por el color llamativo y el dulzor de sus frutos y fue mencionada por el 53 % de los encuestados; también, se documentó su uso ornamental, lo que implica la extracción de algunos ejemplares de su hábitat natural (Bravo-Hollis & Sánchez-Mejorada, 1991).
Los informantes no distinguen fácilmente entre Melocactus andinus (Figura 3g) y Melocactus curvispinus (Figura 3h), debido a su gran similitud morfológica y reportan usos similares para ambos taxones. En Ráquira, el 34 % de los encuestados utiliza principalmente estas especies como ornamentales o, en ocasiones, las comercializa localmente.
Los pobladores de Boyacá y de Santander le dan las mismas aplicaciones a M. andinus y M. curvispinus y en La Guajira, los indígenas Wayuú amplían el uso alimenticio de M. curvispinus, al consumir los frutos, utilizar el mucílago como fuente de agua, elaborar almíbar y preparar arepas con su base (López-Camacho et al. 2016).
Según la comunidad, O. ficus-indica (Figura 3g) es similar a Opuntia soederstromiana (Figura 3i), pero esta última presenta más espinas y sus frutos son más dulces y pequeños, con propiedades y usos similares. El 64 % de las personas consumen ocasionalmente los frutos y un 4,0 %, la utiliza como cerca viva (Figura 2c). El 43 % de las personas ingieren esporádicamente los frutos de Opuntia quitensis (Figura 3h), aunque su manipulación es complicada, debido a la abundancia de gloquidios. Esta especie, frecuentemente, es confundida con O. soederstromiana.

Figura 2. : Algunos usos por parte de la comunidad estudiada. a) Plantas ornamentales jóvenes de Austrocylindropuntia cylindrica y Austrocylindropuntia subulata junto con otras especies introducidas; b) Cultivo de Opuntia ficus-indica en el municipio de Cucaita (Boyacá); c) Opuntia soederstromiana como cerca viva. d. Cladodios de Opuntia ficus-indica en descomposición para realizar compostaje. Fotografías deDaniela Porras-Flórez.

Figura 3. Especies reportadas para la zona de estudio, entre paréntesis se indica el váucher. a) Austrocylindropuntia cylindrica (UPTC-H 30067); b) Austrocylindropuntia subulata (UPTC-H 30068); c) Cylindropuntia tunicata (UPTC-H 30069); d) Mammillaria columbiana (UPTC-H 30070); e) Melocactus andinus (UPTC-H 30073); f) Melocactus curvispinus (UPTC-H 30074); g) Opuntia ficus-indica (UPTC-H 30071); h) Opuntia quitensis (UPTC-H 30072); i) Opuntia soederstromiana (UPTC-H 30066). Fotografías de: Daniela Porras-Flórez, a-d, g-i; Iván Felipe-Vargas: e, f.
En Ecuador, los frutos de O. quitensis y O. soederstromiana son consumidos y, a esta última, se le atribuyen propiedades estéticas y medicinales; las raíces las emplean para tratar dolencias estomacales y el mucílago de los cladodios, para controlar la fiebre, como expectorante y para eliminar manchas en la piel (Anderson, 2001).
Datos etnobotánicos y factores socioeconómicos: se llevaron a cabo tres correlaciones a nivel local. La primera, consideró el número de plantas utilizadas con relación a variables, como la edad, género, nivel educativo, ocupación y tiempo de residencia en la zona (Tablas 2 y 3). La segunda, correlacionó estas plantas con categorías de uso y la tercera, con el índice de riqueza de conocimiento.
Tabla 2 Resumen de las relaciones entre datos etnobotánicos y factores socioeconómicos.

Nota: Índice de Riqueza de Conocimiento (RQZ). Reporte estadístico y su Significancia al (10%) (*), (5%) (**), (1%) (***).
Se observó que los adultos mayores de 50 años o más, emplean las cactáceas en mayor proporción, en comparación con los jóvenes menores de 30 años. No se encontraron diferencias significativas entre el índice de riqueza de conocimiento y el género, indicando que, tanto hombres como mujeres, valoran las plantas por igual; sin embargo, se notó una tendencia leve, donde las mujeres predominan en el uso medicinal (69 %) y ornamental (55 %), en contraste, los hombres se destacan más en prácticas agroecológicas (52 %) y agropecuarias (75 %).
Las actividades registradas reflejan la economía predominante en cada municipio. Cucaita, se destaca por su enfoque agrícola, mientras que Ráquira y Villa de Leyva son conocidas por su turismo y actividades comerciales relacionadas. De los participantes, el 35 % son agricultores, el 33 % se dedican a labores domésticas, el 5,0 % son artesanos, otro 5,0 % son comerciantes, el 1,0 % son trabajadores independientes y el resto, se distribuye en diversos oficios, como conducción, construcción, guía turístico, hilado de lana, minería, redes eléctricas, seguridad y soldadura.
Estudios sobre variables socioeconómicas profundizaron sobre la comprensión de cómo estos factores influyen en el conocimiento y uso de las plantas nativas, facilitando la identificación de estrategias para promover la sostenibilidad regional (De Oliveira-Campos et al. 2015); por ejemplo, se reporta que los adultos, en el rango de edad de 55 a 90 años, poseen un mayor conocimiento local sobre la flora, debido a una vida de intercambios de saberes y experiencias (Galvis-Rueda & Torres-Torres, 2017). Por otro lado, los jóvenes muestran un menor interés por la biodiversidad local, atraídos más por actividades tecnológicas (Santos et al. 2020).
En estudios comparativos, como en la Caatinga de Brasil, se encontró que las preferencias en el uso de cactáceas varían según el género y están ligadas a las labores diarias (Marques de Lucena et al. 2013; Lucena et al. 2015). En cuanto a la ocupación, Martínez-Ballesté et al. (2006) señalan que la agricultura puede reducir el conocimiento biológico, al transformar el paisaje y afectar la biodiversidad; sin embargo, Arias-Toledo et al. (2007) destacan que las personas que dependen directamente de su entorno natural suelen conocer un mayor número de especies. De manera similar, De Oliveira-Campos et al. (2015) reportaron que los habitantes de largo plazo en zonas semiáridas de Brasil poseen un conocimiento más profundo de las especies alimenticias nativas, resultado de su interacción con el entorno.
Índices etnobotánicos: el índice de riqueza de conocimiento individual (RQZi) revela un conocimiento limitado de todas las especies en cada municipio. Entre el 10 y el 40 % de las personas obtuvieron un RQZi de 0,4 a 0,6, lo que representa, aproximadamente, la mitad de las especies, mientras que hasta un 10 % de los participantes las desconocen completamente. El mantener el conocimiento local depende de que se mantengan las relaciones sociales, a través de la familia y los colectivos comunitarios (Zarger & Stepp, 2004).
Cucaita, se caracteriza por ser un municipio de tradición agrícola, pequeño en extensión (44 Km2) y donde la población rural encuestada tiene algún tipo de relación familiar o de colectivos comunitarios; mientras que Ráquira y Villa de Leyva presentan una mayor extensión (233 Km2 y 128 km2, respectivamente) y la mayoría de los participantes no se conocen. Esto trae, como consecuencia, que entre más pequeño sea el municipio, las redes sociales son más cercanas y la interacción entre los habitantes es mayor, lo que facilita la transferencia del conocimiento y la valoración de su biodiversidad cactológica, a diferencia de los municipios más grandes, donde las viviendas están más distanciadas y no suelen haber relaciones tan cercanas.
En Ráquira y en Villa de Leyva se presentan actividades turísticas y comerciales, como la venta de artesanías, gastronomía y planes al aire libre. Lo anterior, podría afectar el conocimiento de la biodiversidad cactológica, ya que su ingreso económico no depende directamente de ella, además, en Villa de Leyva han inmigrado personas extranjeras, cambiando aspectos culturales del territorio. Estos cambios, junto con la inclusión de otros grupos sociales en la región, ocasiona que las especies nativas no sean usadas y valoradas como elementos que mitigan la erosión de los suelos y la protección del recurso hídrico (Castellanos Camacho, 2011).
Índice de valor de uso: en los tres municipios, O. ficus-indica se destaca con el mayor valor (Tabla 3). Es la única cactácea cultivada, ampliamente conocida y utilizada por la comunidad rural, gracias a características, como la ausencia o presencia de muy pocas espinas, el tamaño mayor de sus cladodios y frutos. En el marco de dos estudios etnobotánicos realizados en la provincia de Córdoba, en Argentina, por Luján Ahumada & Trillo (2017) y Torrico-Chalabe & Trillo (2019), destacan a O. ficus-indica como la más mencionada y con diferentes tipos de uso, evidenciando su importancia como recurso natural.
Tabla 3 Número de citaciones, índice de valor de uso e importancia relativa. C: Cucaita, R: Ráquira, V: Villa de Leyva.

Los cladodios y frutos de O. ficus-indica se comercializan, tanto local como nacional y tienen una posición destacada en los mercados internacionales, lo cual, explica su reconocimiento en el área de estudio. En Villa de Leyva se ha identificado que otras especies de Mammillaria y Opuntia tienen un valor de uso más bajo (0,07).
Índice de importancia relativa: en los tres municipios, Opuntia ficus-indica también presenta el mayor valor (Tabla 3), con 28 usos, distribuidos en ocho categorías. Por el contrario, las otras ocho especies muestran una importancia relativamente baja, con la mayoría de los valores por debajo de uno y los usos limitados, a entre dos y cinco categorías.
Localmente, O. ficus-indica no se explota suficientemente, ya que los participantes, que son pequeños productores no capitalizados, reportan un uso escaso, en contraste, los cultivadores aprovechan mejor la planta, al conocer sus propiedades. Globalmente, se están implementando programas para el desarrollo agrícola en regiones áridas y semiáridas que integran este cultivo, el cual, ha ganado relevancia en respuesta al aumento de problemas, como el calentamiento global y la desertificación (Louhaichi et al. 2018).
Conservación: para las poblaciones analizadas en el área de estudio, A. cylindrica y A. subulata son especies potencialmente en “En Peligro” y “Peligro Crítico”, con un área de 3.122 km2 y 8.0 km2, respectivamente; Cylindropuntia tunicata (10,295 km2), M. columbiana (18,247 km2) y M. andinus (9,301 km2) son especies potencialmente “Vulnerables” y finalmente, M. curvispinus (120,061 km2), O. ficus-indica (151,784 km2), O. quitensis (151,784 km2 ) y O. soederstromiana (60,135km2), se pueden considerar especies con “Preocupación Menor”.
En Villa de Leyva, los lugareños desestiman las poblaciones de C. tunicata y han intentado erradicarlas, debido al dolor y al malestar que causan sus espinas al incrustarse en la piel de los animales y campesinos. Durante las temporadas secas, se producen incendios no controlados que, según informantes, han llevado a la desaparición de pequeñas poblaciones de M. columbiana, en las zonas montañosas del municipio.
En contraste, los géneros Mammillaria y Melocactus son gravemente afectados por la extracción completa de individuos de su hábitat, incluyendo raíces y tallos, para uso artesanal y ornamental y no se observa reposición de individuos por parte de las comunidades. Aspectos discordantes a otros estudios, como los de Demaio & Trillo (2022), en donde identificaron la diversidad de especies comercializadas de cactáceas nativas, en una provincia de Argentina, quienes apoyados en su conocimiento local y su flexibilidad de manejo en la siembra de esas especies, no ponen en riesgo los taxones comercializados.
Según la plataforma de la IUCN (2024), las especies A. subulata, C. tunicata, M. columbiana, Melocactus curvispinus, O. quitensis y O. soederstromiana se encuentran categorizadas en preocupación menor (LC) (Arreola et al. 2013; Nassar et al. 2013; Arreola et al. 2017; Loaiza, 2017a; Loaiza, 2017b; Cáceres & Roque, 2020) y la única considerada en peligro de extinción (EN) es Melocactus andinus; sin embargo, de acuerdo con el presente estudio y las exploraciones botánicas realizadas en el área de estudio, la consulta de pliegos de herbario y las observaciones proporcionadas por algunos pobladores, se actualizó, a nivel nacional, la categoría de cada una de ellas (Figura 3).
En Villa de Leyva es común que durante la temporada seca se presenten incendios forestales, debido al mal manejo y disposición de las basuras, que han llegado, según los informantes, a desaparecer pequeñas poblaciones de todas las especies presentes en la zona montañosa, especialmente, de M. columbiana.
Con relación a la remoción de las ramas de las especies de Austrocylindropuntia y Opuntia por parte de los pobladores para diversos usos, podría ser comparado con el estudio de De Lima-Nascimento et al. (2021), con la especie Cereus jamacaru, quienes encontraron que al cortar las ramas basales, el crecimiento de las ramas externas es menor, interfiriendo en procesos de floración y de fructificación; sin embargo, aunque podría ser similar en estos géneros, al momento no se han evaluado los efectos secundarios.
Melocactus es un género, cuyas especies no se reproducen de forma vegetativa y necesariamente debe ocurrir la polinización para la formación de las semillas (Taylor, 1991), por lo que el consumo esporádico de los frutos afecta la dispersión de estas especies. En Colombia, Melocactus andinus es una especie “Vulnerable” (VU), dada su distribución.
Calero (2011) presentó el plan de manejo de Melocactus curvispinus para el departamento del Valle del Cauca y basado en los criterios de la IUCN categorizó la especie en “Peligro de Extinción” (EN), a nivel regional, causado por cambios en el uso del suelo, expansión agrícola y urbana, además de la erosión, debido a los fuertes vientos provenientes del Pacífico. Cabe resaltar que se han realizado actividades de conservación y de propagación de la especie junto con la comunidad. A nivel nacional, la especie se categoriza como “Preocupación Menor” (LC), bajo el criterio B1 de la IUCN (2024), dada la extensión de ocurrencia y su rango de distribución.
Finalmente, se concluye que los participantes aprovechan poco la flora cactológica de su región. La categoría de uso más común es alimenticia, especialmente, con los frutos de Opunta ficus-indica y Opuntia soederstromiana, seguido el uso ornamental, el cual, predomina en especies, como Mammillaria columbiana, Melocactus andinus y Melocactus curvispinus, mientras que los usos medicinales, principalmente de tallos y flores, ocupan el tercer lugar.
O. ficus-indica se destaca como la especie con mayor valor de uso e importancia, seguida de O. soederstromiana, que se perfila con potencial económico en la región. Las otras siete especies se utilizan, ocasionalmente, en ventas informales o consumo doméstico de frutos.
La mayoría de los participantes reconocen solo la mitad o menos de las cactáceas locales, ya que su atención y conocimiento se centra en cultivos tradicionalmente comerciales, como la cebolla y la papa, en zonas húmedas; esto resalta la necesidad de fomentar la conciencia sobre los beneficios económicos de incorporar especies adaptadas a zonas semiáridas, resistentes al cambio climático y a la escasez de agua.
Los factores que más influyen en el conocimiento sobre la riqueza de cactáceas son la edad y el tiempo de residencia en la zona. Los residentes, entre 40 a 60 años o más, son quienes más reconocen estas especies; por ello, se recomienda implementar capacitaciones para los jóvenes de las áreas rurales, incentivando el cultivo sustentable y, a gran escala, en las comunidades semiáridas altoandinas, para integrar estas especies en la economía familiar.
La extracción para fines ornamentales y percepciones negativas de peligrosidad han puesto en riesgo a especies, como Cylindropuntia tunicata, Mammillaria columbiana, Melocactus andinus y Melocactus curvispinus. Esto subraya la importancia de desarrollar planes de conservación específicos para estas especies amenazadas.