Introducción
El presente documento recoge el proceso de creación de la instalación museográfica denominada “Territorio sur: tejido de vidas. Existimos porque resistimos”. La exhibición dio cuenta de las violencias, tensiones y resistencias socioambientales que atraviesa la localidad de Ciudad Bolívar, en el sur de Bogotá, D. C. (Colombia). El proceso fue liderado por una colectiva de personas pertenecientes a movimientos sociales, organizaciones y comunidades locales, y personas que habitan en y trabajan por este territorio. La iniciativa surgió en el contexto de las actividades que se dinamizan desde el Museo de la Ciudad Autoconstruida (mca), en colaboración con las universidades de Quebec en Montreal (uqam) y de Quebec en Chicoutimi (uqac), en el marco del proyecto “Localidades de resistencia y comunidades de cuidado” (2022-2023).
Esta experiencia es producto de un proceso colectivo que durante once meses articuló acciones creativas, investigativas, pedagógicas, artísticas y políticas para la construcción de este material de carácter interactivo, que permite construir reflexiones a partir del despertar de sensibilidades desde lo sonoro, visual y simbólico. Es decir, la materialidad de la exhibición fue pensada en abordar y construir reflexiones sobre las violencias, tensiones y procesos de resistencia socioambiental que existen en Ciudad Bolívar.
Ciudad Bolívar, más que una entidad político-administrativa, es un territorio urbano y urbano-rural marcado por la explotación minera y las actividades de extractivismos legales e ilegales, la expansión urbana, el relleno sanitario Doña Juana y la contaminación de sus cuerpos de agua, entre otras prácticas que atentan en contra del ecosistema, la salud y los derechos de sus habitantes. Toda esta situación es resultado del modelo de urbanización desigual e insostenible que ha caracterizado a Bogotá, en el cual el territorio de la cuenca del río Tunjuelo, donde se ubica Ciudad Bolívar, ha sido considerado como una extensa zona de sacrificio para sostener al resto de la ciudad ( cf.Beuf et al., 2023 Ortiz Díaz, 2019 ).
Además de la instalación, que en principio se supuso como un dispositivo museológico, su proceso de creación colectiva también abrió la posibilidad para reflexionar sobre las violencias y resistencias, entendidas como conceptos emergentes para visibilizar y comprender situaciones de sufrimiento e injusticia ambiental. Desde esta experiencia, así mismo nos preguntamos cuáles conceptos y prácticas de paz y reconciliación ecológica y territorial emergen de las tensiones entre diferentes actores humanos y no humanos en territorios urbanizados marcados por distintas violencias, conflictos y desigualdades socioecológicas en clave de género, etnia, clase, entre otras.
Incluyendo esta introducción, el resto de este documento se estructurará de la siguiente manera. A continuación, se presentará un contexto territorial de Ciudad Bolívar, así como el rol del mca, sus aliados y su relacionamiento con las comunidades locales, como lugar en donde se materializó la exhibición. La siguiente sección expondrá los criterios conceptuales que orientaron nuestro ejercicio de documentar y comprender las diferentes violencias socioambientales y sus resistencias, con el fin de proponer escenarios de reconciliación ecológica y territorial. Posteriormente, se encuentra una sección en la que se describirán los detalles del proceso de investigación, su desarrollo y resultados de creación colectiva. Finalmente, la última parte del texto mostrará algunos aprendizajes que dejó el proceso de la mano de unas conclusiones.
Contexto territorial
A continuación daremos cuenta del contexto territorial de Ciudad Bolívar, para luego conectar con el origen y razón de ser del espacio en donde se materializó la instalación: el mca. Ciudad Bolívar es una localidad que creció a espaldas de Bogotá. Su dinámica de poblamiento no fue prevista ni planificada formalmente, sino que obedeció a las lógicas impuestas, entre otras razones, por la urbanización desigual, la guerra y el conflicto interno ( Comisión de la Verdad, 2021 ).
Las montañas y planicie que hoy conforman Ciudad Bolívar hacen parte del altiplano de la sabana de Bogotá; así mismo, su territorio se extiende a lo largo de la cuenca urbano-rural del río Tunjuelo, tributario más importante del río Bogotá, así como el que más lo contamina ( Villamizar Bobreck, 2023 ). La cuenca, a su vez, es asentamiento de una población que se estima en casi 3 millones de habitantes, distribuida en siete localidades, además de Ciudad Bolívar, Usme, San Cristóbal, Rafael Uribe, Tunjuelito, Kennedy y Bosa ( Cider-Ecodes, 2019 ). Las montañas del territorio de Ciudad Bolívar, en particular, son reconocidas como parte del territorio borde sur de Bogotá.
Hoy, Ciudad Bolívar está conformada por aproximadamente 350 barrios que en su mayoría han sido construidos desde la informalidad. Lo anterior como resultado de la desterritorialización de millones de personas y familias de sus lugares de origen a causa de diversas formas de violencia y despojo, que explican la urbanización colombiana de la cual Ciudad Bolívar es impactada.
El territorio donde se cimienta la localidad empieza a constituirse desde la década de los años cincuenta (Alcaldía Local de Ciudad Bolívar, s. f.); este ha sufrido una serie de violencias relacionadas con la concentración de las actividades extractivas, como la minería a cielo abierto para la extracción de materiales para la construcción ( Molina et al., 2022 ), o tener aproximadamente 630 hectáreas dedicadas a recibir las basuras de toda la ciudad desde 1988 en el relleno sanitario Doña Juana ( Molano Camargo, 2019 ) (figura 1).
Estas y otras múltiples violencias socioambientales se vienen presentando en el territorio y es sobre ellas que las comunidades se han organizado para denunciar, exigir y crear transformaciones sistémicas. Parte de esta realidad es la que se visibiliza y pone en discusión con el resto de la ciudad y sus habitantes, a través de la instalación museográfica que nace como producto de una juntanza 1 diversa y plural, que permitió, además, consolidar un panorama que recoja las complejidades ecológicas y territoriales.
El mca 2 es un espacio de carácter museológico en Ciudad Bolívar, ubicado en el sector El Mirador del Paraíso, donde se exponen las luchas históricas de este territorio y sus comunidades, posibilitando reflexiones sobre los estigmas, la explotación y las resistencias existentes en esta parte del sur de Bogotá. Este espacio se encuentra en un edificio de cinco pisos, en el que además existe una biblioteca de la red de bibliotecas públicas del Distrito Capital: BibloRed. El edificio está adjunto a la última estación del servicio de transporte de cable TransMiCable llamada Mirador. Tanto el mca como la biblioteca abrieron sus puertas en noviembre de 2021, como producto de una demanda social, asociada tanto al alto impacto del cable —que se remonta a 2016— como ante las diferentes transformaciones históricas del territorio.
El proceso de construcción colectiva y diálogos con las comunidades para definir la pertinencia, objetivos y contenidos del guion curatorial del mca estuvo acompañado desde el Museo de Bogotá, institución adscrita al Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (ipdc); la construcción colectiva tuvo dos momentos: uno de investigación arquitectónica y urbanística, que terminó en 2019 en una primera propuesta. Y el segundo ocurrió entre 2020 y 2021, en el que, a través de diálogos con 283 habitantes de Ciudad Bolívar, se ampliaron las nociones de autoconstrucción del territorio enfocadas a incorporar los lazos sociales, los conceptos de comunidad, de tejido social, de identidades y de determinación.
Las sesiones fueron convocadas en conjunto con la Mesa Local de Memoria (conformada por agentes culturales del territorio), a las que se sumaron conversaciones adicionales con personas que no formaban parte de esta instancia. Entre las poblaciones participantes en los diálogos, se encontraban indígenas y afrocolombianas, víctimas del conflicto armado, de infancias, defensoras y defensores ambientales, maestros de obra, mujeres organizadas, adultos mayores, población lgbtiq+, sectores rurales, población juvenil, docentes de colegios de la localidad y personas en situación de discapacidad y sus cuidadoras. Como resultado de los diálogos, se plantearon dos grandes temas para el guion del mca: el primero, contenidos sobre la estigmatización, la explotación y la resistencia. El segundo, la necesidad de reconocer liderazgos históricos y aportar a los procesos de aprendizaje intergeneracional.
Desde el momento de su apertura, el mca ofrece y dinamiza actividades culturales y educativas, tanto permanentes como temporales, situándose como una plataforma que busca evidenciar que Ciudad Bolívar se ha construido a pulso y es mucho más que estereotipos y estigmas de marginalización y violencias. Que ha sido un territorio que también ha acogido a muchas personas de diversas procedencias, en el que, históricamente, se han desarrollado procesos de defensa de los derechos humanos, el cuidado del ambiente, de educación alternativa y popular, entre otros. Para quienes habitan Bogotá-región, el mca es una oportunidad de reflexionar sobre el modelo de ciudad y su transformación a futuros más justos.
Nuestra experiencia con la instalación museográfica “Territorio sur: tejido de vidas. Existimos porque resistimos”, se inserta en la dinámica y razón de ser del mca. La instalación museográfica que nos convocó fue una oportunidad más para reiterar tanto en la denuncia de violencias como en la reafirmación de resistencias socioambientales, vistas como alternativas para superar un modelo de ciudad desigual e insostenible. Así mismo, dio una oportunidad de pensar reconciliaciones ecológicas y territoriales en contextos de urbanización desigual.
Criterios temático-conceptuales
Nuestro trabajo se ubicó en torno a dos conceptos clave para entender situaciones de sufrimiento e injusticia ambiental: violencias y resistencias ambientales; esto en el entendido de que el territorio y su conformación diversa es sujeto de derechos y, por ende, sujeto víctima de violencias y conflictos. Ampliaremos un poco más al respecto en las líneas que siguen.
Las transformaciones territoriales que han venido ocurriendo en entornos afectados por la urbanización, como el sur de la sabana de Bogotá, han implicado un daño —en varios casos irreversible— no solo al hábitat humano, sino a la base ecológica del territorio ( Beuf et al., 2023 ). Sin embargo, este no ha sido un proceso homogéneo, sino más bien diferenciado y desigual en la región, en el que los mayores impactos negativos los ha asumido históricamente el sur ( Quimbayo Ruiz, 2019 ; Sánchez Calderón, 2021 ). Ello ha configurado una situación de injusticia y sufrimiento ambiental, comprendida como la producción de una geografía —en función de la urbanización— en la que hay unos pocos ganadores y sí muchas personas y comunidades humanas y no humanas afectadas ( Glitz Mayrink et al., 2021 ).
Las situaciones de injusticia y sufrimiento ambiental no se pueden entender sin un contexto de desigualdades socioecológicas persistentes que las explican y producen ( Merlinsky, 2021 ), como, por ejemplo, la cantidad y calidad para el acceso justo y goce de áreas verdes, del agua y aire limpio o dónde se alojan los impactos indeseados del desarrollo urbano-territorial. Mejor dicho, en la disputa por el para qué y para quiénes se exige un derecho a la ciudad y al territorio.
Reconocer esta situación de desigualdades socioecológicas nos lleva también a reconocer las violencias y resistencias ambientales que les subyacen, tanto simbólicas como materiales. Apelando al concepto de violencia lenta — slow violence — ( Nixon, 2011 ), las violencias ambientales son incrementales en el tiempo y materializadas cotidianamente —naturalizadas— en geografías concretas, debido a estructuras de poder sociocultural y sociopolítico del orden neoliberal que las dinamizan. Este orden ha dispuesto la vida en el territorio en función de la acumulación de capital y el saqueo ambiental. Ante esta situación, es que emergen las resistencias socioambientales que disputan, negocian y hasta cierto punto transforman dicho orden ( Canciani, 2023 ; Quimbayo-Ruiz, 2023 ).
En los procesos de resistencia socioambiental, en particular en América Latina y el Caribe, el territorio ha sido crucial ( Porto-Gonçalves, 2009 ; Ulloa, 2016 ; Zibechi, 2008 ), no solo como un espacio por ser “planeado y ordenado”, sino como el espacio vital para el cuidado colectivo y la coexistencia interespecies ( Haraway, 2020 ). Y esto es un asunto de total pertinencia para la cuenca del Tunjuelo, Ciudad Bolívar y Bogotá. De hecho, el sur de la sabana de Bogotá, además de acumular la mayor conflictividad ambiental de la ciudad-región, también alberga una fuerte influencia del conflicto político y la guerra en Colombia, lo que explica su relación con el proceso de urbanización ( Comisión de la Verdad, 2022 ).
Desde este lugar de enunciación, consideramos nuestro territorio como un sujeto víctima y sujeto de derechos, que también debe ser considerado en procesos de reconciliación y reparación socioambiental. Teniendo en cuenta todo lo anterior, el proceso investigativo y creativo estuvo atravesado por la reflexión, el diálogo, la identificación y la problematización desde cuatro ejes que recogen los abordajes temáticos:
Ecosistemas: reconocemos las características, especies, particularidades de los ecosistemas de la localidad. Partimos de reconocer que, antes de ser ciudad, los territorios tenían una razón de ser y un orden propio que dialoga por medio de los caminos del agua, de las rutas de las aves o de las partículas de vida que viajan con el viento. Lo que nos permite evidenciar que la ciudad se ha construido a partir del sacrificio de miles de vidas.
Violencias y tensiones al territorio: identificamos las formas de explotación y afectación al territorio y los ecosistemas, que son producto del crecimiento desmedido de la ciudad y de las dinámicas extractivistas propias del modelo neoliberal instalado en el país.
Actores: es fundamental distinguir la diversidad de actores que inciden de alguna u otra forma en las violencias al territorio. Esto se hace desde una lectura sobre la disputa entre los intereses de quienes realizan, promueven, justifican y financian la explotación del territorio, y entre quienes apuestan a su defensa y resaltan y construyen relaciones vitales en oposición a dichos intereses.
Resistencias: registramos las distintas formas de resistencia y defensa territorial construidas por los procesos populares, comunitarios, ambientales, culturales, educativos y por la comunidad en general respecto a las violencias que sufre el territorio y, por ende, la construcción de alternativas para habitarlo de manera armónica.
Estos cuatro ejes son brújulas para orientar nuestras reflexiones en torno a documentar las violencias y resistencias socioambientales de cara a visibilizar estrategias y prácticas de reconciliación ecológica y territorial. En suma, de apelar a una imaginación geográfica y situada ( Peña, 2019 ) para la territorialización de la reconciliación.
Proceso de investigación y resultados de creación
Colectiva de investigación y creación
Encuentros creativos y recorridos territoriales
Resultados de los encuentros y recorridos para el diseño y elaboración de la instalación
Disposición de la instalación (espacios)
En 2022 se desarrolló una convocatoria para que personas que representaban diferentes procesos y tejidos organizativos locales participaran de la investigación y creación de la exhibición. Como resultado, se conformó un grupo principal de 12 personas 3 diverso en su representación. Se acogió a personas con un promedio de edad entre los 23 a 41 años, a los que se sumaron dos personas mayores de 50 años.
Todas estas personas son habitantes de la localidad y en su mayoría mujeres y hombres pertenecientes a procesos organizativos y comunitarios de carácter ambiental de la zona rural y urbana; solo dos de ellas no hacen parte de organizaciones, pero tienen trabajos individuales o intereses en temas ambientales y de educación tanto formal como popular en la localidad. Igualmente, en una etapa posterior del proceso, se unió a la colectiva un investigador y catedrático universitario que ha residido en la parte baja de la localidad y cuenta con amplia experiencia en investigación de conflictos ambientales urbanos.
Luego de la convocatoria y conformación del equipo, se definió de manera colectiva la ruta metodológica de trabajo, sus actividades e intencionalidad. Estas actividades se dividieron en encuentros creativos, presenciales —principalmente en el mca— y virtuales, así como recorridos territoriales por la localidad. La primera etapa constó de 8 actividades llevadas a cabo entre agosto y noviembre de 2022. La segunda etapa se llevó a cabo entre enero y junio de 2023 y constó de 11 actividades. En total, el proceso tuvo 19 encuentros y recorridos territoriales, cuyas reflexiones y concertaciones se describen y abordan en la tabla 1.
Tabla 1 Listado de encuentros creativos y recorridos territoriales
Fuente: elaboración de las autoras.
Queremos resaltar que los grupos pudieron darse cuenta de la diversidad de ecosistemas presentes en la cuenca del río Tunjuelo, sus características, especies y funciones ecológicas, además de reconocer la existencia de bosque alto andino, subpáramo y páramo en la ruralidad de la localidad. También destacamos, en especial, que pudimos percibir la presencia del frágil corredor subxerofítico de alta montaña del Parque Ecológico Distrital de Montaña Cerro Seco, con especies únicas como la alondra cornuda ( Eremophila alpestris peregrina ) o la orquídea muisca ( Pachygenium muyscarum ); así mismo, se observaron los cuerpos de agua de humedales como el Complejo de Humedales El Tunjo y quebradas que ayudan a conectar una multitud de especies de fauna y flora, y sus funciones ecológicas a través de la cuenca. Sabemos que su invisibilización intencionada nos priva de dimensionar lo valioso de la vida que se manifiesta en nuestro territorio.
También identificamos y denunciamos las violencias estructurales en contra del ambiente y el territorio. Entre otras, están la explotación minera de la montaña que erosiona el suelo y afecta la biodiversidad, el continuo crecimiento urbano espontáneo y poco planificado, la contaminación sistemática de fuentes hídricas, los incendios forestales intencionados, así como las amenazas a líderes socioambientales.
Estas violencias se explican ante una errática y deficiente presencia estatal, lo que representa una deuda histórica con este territorio y que han desembocado en la destrucción de la Madre Tierra y su orden natural. En este escenario, múltiples actores han violentado, explotado, exterminado y segregado las distintas formas de vida en las montañas de la localidad y de la cuenca.
Reconocemos las trayectorias de las distintas formas de resistencias y de la defensa territorial construidas por los procesos comunitarios y la comunidad en general, tanto urbana como campesina y ancestral, haciendo un llamado a la acción y movilización de quien se ha acercado a esta experiencia. Colectivos, organizaciones y ‘parches’ 4 que desde la educación popular, el arte y la memoria tienen como centro reflexionar y accionar para transformar las diferentes realidades que se viven en el territorio.
En suma, el haber identificado ecosistemas, violencias, actores y resistencias nos llevó a establecer cinco premisas que orientaron la narrativa y motivos con las que se dispuso posteriormente la exhibición: 1) denunciar las violencias socioambientales; 2) denunciar a los actores involucrados en las violencias socioambientales; 3) visibilizar las luchas y resistencias territoriales, resaltando los procesos de memoria, construcción de identidad y saberes propios; 4) destacar el territorio como tejido de vidas; y 5) resaltar las exigencias sociales y territoriales.
Dentro del proceso creativo se profundizó tanto en lo conceptual como en lo material, por lo que constantemente nos preguntábamos ¿de qué manera se quería comunicar? ¿Qué se quería provocar en las personas que interactuaran con este dispositivo? ¿Conmover, indignar, responsabilizar? ¿Para qué se busca que la gente sepa que todo eso pasa en Ciudad Bolívar? Esto llevó a plantearse por el lugar de los sentidos y las formas en cómo también hay una relación desde lo sensible con el territorio y que esa capacidad permitiría que las narrativas del dispositivo se pudieran plantear desde diversos lugares.
Materializar las consignas y las luchas socioambientales desde los sentidos implicó un reto en términos de poder captar la esencia misma de las vidas que se defienden para que pudiese ser percibida por personas que seguramente no habían siquiera pensado que en Bogotá hubiese estas formas de vida no humanas y, por lo tanto, desconociendo totalmente las violencias a las que se enfrentan a diario y la relación que estas violencias tienen con el sostenimiento de la ciudad que habitan, pero, además, de cómo comunicarle al que habita el territorio y no se ha percatado que lo que se vive cotidianamente es una violencia al territorio y a su vida misma.
La creación de la instalación permitió el diálogo y encuentro de las diversas formas en que se ha simbolizado, significado y habitado el territorio, identificando el entramado de experiencias que se dan en la defensa y resistencia territorial, en el que se activan emociones, pensamientos y acciones distintas que luego quisieron ser comunicadas en la creación de la instalación.
Identificadas las narrativas y sentires que esperaban provocarse, se inicia un proceso de selección de elementos que permitieran ese tránsito y la recopilación y creación de otros; de igual manera, para nutrir la exposición se contó con material ya existente aportado por las personas de los procesos, como fotografías y videos que fueron elaborados desde hace más de diez años y que dan cuenta de que las luchas territoriales han sido de largo aliento (figura 2).
La exposición se instala en el segundo piso del mca (figura 3). Se crea un espacio interactivo donde las personas pueden ingresar desde dos puntos diferentes, posibilitando que haya dos narrativas. Se busca que las personas generen reflexiones frente a la explotación de los territorios y que quienes no conocen estas realidades puedan dimensionarlas. Así mismo, la intención es que las personas comprendan a quién se defiende, contra qué se resiste, de qué formas se cuida y se haga un llamado a la acción para la defensa de la vida. Las rutas que pueden suceder:

Fuente: elaboración de las autoras.
Figura 3 Esquema de disposición del espacio de la instalación en el mca
Entrada/salida 1: transitando por un espacio que busca reconocer las resistencias que nacen de la comunidad y las organizaciones. De ahí pasar al reconocimiento de lo defendido, que son los ecosistemas y lo valioso de la vida, y terminar en las violencias que estos enfrentan por la entrada/salida 2.
Entrada/salida 2: transitando por las violencias, luego los ecosistemas y después conocer a quienes defienden el territorio, por la entrada/salida 1.
Que las personas transiten como quieran.
Finalmente, las materialidades con las que contó la exhibición fueron varillas, paneles, paredes, telas, audios, cuarto oscuro, descripción. A continuación describiremos cada uno de los espacios y sus contenidos.
Espacios:
Espacio 1-Violencias: en este espacio se dispuso de elementos sobre las violencias y los actores, evidenciando la minería, las basuras, fábricas y remoción en masa (figura 4). De igual manera, contamos con la proyección de videos e imágenes de forma cíclica y sin sonido.
Espacio 2-Ecosistemas: es un espacio oscuro, en donde se dispuso un audio con poemas, textos, sonidos de la montaña, músicas del territorio, palabras susurradas y poesía pequeña; esto con el fin de establecer un reencuentro con otras formas de vida. En las paredes se situaron elementos naturales, ramas y hojas de plantas, los cuales estuvieron colgados para que las personas los manipularan, olieran y tocaran (figura 5).

Fuente: fotos de las autoras.
Figura 5 Líderes socioambientales en el Parque Ecológico Cerro Seco y Humedal El Tunjo
Espacio 3-Resistencias: instalación de imágenes impresas (figura 4) e imágenes bajo la técnica de collage . Esta instalación muestra las movilizaciones sociales, y estuvo en la parte lateral de este espacio (figura 5). La instalación también se encuentra acompañada de consignas y premisas inamovibles de los procesos que trabajan alrededor de lo ambiental en el territorio.
Igualmente, se disponen elementos que simbolizan el trabajo de huerta y que llaman a la resistencia como un guacal con una planta que resiste. Esto haciendo alusión a los ataques que han sufrido espacios tanto por la fuerza pública como por otros actores armados. También se han dispuesto sonidos con voces, exigencias, arengas, cartas a la montaña y el territorio (figura 6).
Espacio externo
Constó de dos elementos. El primero, una invitación a intervenir las paredes con notas, mensajes y sentires que haya provocado el dispositivo. Y el segundo, se trató de un decálogo en forma de manifiesto con propuestas y compromisos que invite a todas las personas que hayan visitado y participado de la exhibición a firmar y unirse al tejido de cuidado de los territorios. A continuación reproducimos el decálogo:
Manifiesto por la justicia socioambiental en Ciudad Bolívar y la cuenca del río Tunjuelo
La cuenca urbano-rural y ancestral del río Tunjuelo en el borde sur de Bogotá, así como nuestro territorio Ciudad Bolívar, y las comunidades humanas y no humanas que lo habitamos, hemos sido víctimas de múltiples violencias socioambientales. Estas violencias corresponden a la consolidación de un modelo de ciudad insostenible y segregador, al que las comunidades decimos: No más decisiones sobre nosotras sin nosotras.
Les invitamos a comprometerse con estas acciones que permiten avanzar en una reparación y superación de estas violencias:
Reconocer la ruptura socioecológica en el borde sur, producto de las múltiples violencias correspondientes a un modelo de ciudad insostenible, en donde este territorio ha sido dispuesto como una extensa zona de sacrificio urbano.
Recordar a quienes han defendido este territorio, que no ha sido ajeno al conflicto armado y a la guerra. Recordar sus luchas y resistencias por pervivir en una ciudad-región menos hostil y más justa. Reconocerles como los cimientos de una vida digna.
Honrar el conocimiento ancestral, indígena y campesino de la alta montaña andina que persiste en el territorio, como un recordatorio de la existencia de propuestas de vida más coherentes y alternativas al desarrollo.
Cuidar y preservar los ecosistemas de la cuenca del Tunjuelo, como los páramos, ríos y quebradas, la subxerofitia andina de la montaña de Cerro Seco, el Complejo de Humedales El Tunjo, así como especies que les habitan; en particular, la alondra cornuda o la orquídea muisca, y en general, a todos los seres que hacen parte íntegra de la estructura ecológica del territorio.
Cultivar tanto en el territorio como en las mentes y corazones los lazos vitales que hagan posible la conectividad ecológica y social que dinamiza nuestras vidas, reconociendo la otredad y rechazando toda forma de explotación.
Conectar los ecosistemas de la cuenca, a través del sentido de solidaridad entre los diferentes grupos sociales e institucionales interesados por el bien común, para afrontar tiempos de emergencia climática y el colapso civilizatorio desde lo local y hacia lo global.
Afirmar el compromiso y solidaridad multiespecies para sanar la cuenca del río Tunjuelo, con el fin de proponer otra forma de ser ciudad.
Presionar a las diferentes instituciones e instancias competentes para que denuncien a los mayores responsables de las violencias ambientales, como, por ejemplo, los que han explotado la montaña extrayendo irresponsablemente los materiales para la construcción urbana a través de la minería, quienes se han lucrado del paisaje tóxico del botadero Doña Juana o quienes se han lucrado de la especulación del suelo para la urbanización no planificada y la gentrificación de nuestros barrios.
Exigir la reparación de la deuda histórica que tiene Bogotá con este territorio, por la explotación de sus montañas y de sus cuerpos de agua para construir la ciudad, por la imposición del botadero de Doña Juana y por la expansión urbana sobre el modelo de ocupación campesino y ancestral.
Promover desde nuestras diferentes circunstancias, condiciones y posibilidades de vida acciones que permitan una vida digna en la ciudad-región, además de contribuir a todas las iniciativas y procesos que redunden en la justicia ambiental del territorio del sur de Bogotá.
Aprendizajes del proceso
La instalación museográfica, como proceso de creación e investigación-acción, nos permitió reconstruir y sistematizar de manera colectiva las violencias socioambientales que vienen afectando la conectividad ecológica de los ecosistemas locales, los actores que las causan, las redes de vida que los defienden y las resistencias que emergen para la defensa del territorio. Este último, bajo el contexto geohistórico de Ciudad Bolívar, se perfila como un sujeto de derechos y víctima de violencias. Este reconocimiento como tal, siguiendo a Haraway (2020) , permite la posibilidad de generar nuevas maneras de coexistencia humana y, más que humana, hacia la reconciliación y reparación territorial.
Del mismo modo, esta experiencia logró nutrir la concepción de museografía y curaduría colectiva tanto para los procesos participantes en la instalación descrita como para el propio mca. Reunió a un grupo diverso de personas para dialogar y acordar un lenguaje común con el propósito de exponer, armar, combinar y ordenar elementos y mensajes creados a tiempos diferentes, desde diversas miradas y sentires, pero que además estaban atravesados por apuestas de vidas, resistencias y dolores. Es decir, narrar su propia historia y la del territorio, y hacer de ella una exposición en el museo.
Por otro lado, la experiencia también permitió ampliar las formas y posibilidades del mca para la investigación, creación y divulgación desde la mirada y apuesta colectiva, reconociendo el potencial de las organizaciones en clave de fortalecer la museología rebelde que lo caracteriza. El mca es un espacio que cobra vida y movimiento en tanto las comunidades y organizaciones que habitan y defienden el territorio en donde se ubica construyen experiencias para habitarlo. “Territorio sur: tejido de vidas” es la materialización del mca como plataforma para la acción comunitaria, pues “[...] por medio de este tipo de museo se logra hacer participantes y creadoras a las comunidades de sus propios discursos culturales, con una mirada introspectiva y, sobre todo, empoderadora” ( Equipo del Museo de la Ciudad Autoconstruida-idpc, 2023, p. 127 ).
Por otro lado, la instalación logró constituirse como una herramienta de pedagogía y educación ambiental para infancias, juventudes y personas adultas de la localidad, que permite procesos de aprendizaje situados en torno a los ecosistemas, las violencias, los actores y las resistencias, logrando la construcción de miradas complejas del ambiente ( cf.Canciani, 2023 ), la resignificación de los procesos de defensa socioambiental, el fortalecimiento de la identidad ambiental y ancestral por su territorio, y la visibilización de estrategias y prácticas de reconciliación ecológica y territorial.
Desde una perspectiva situada y latinoamericana, abordar los procesos mencionados anteriormente requiere para su comprensión considerar su nivel de complejidad en diferentes dimensiones, la biocultural, la histórica, la socioambiental, la política y económica, entre otras ( Bustos & Molina, 2019 ; Castaño, 2020 ; Escobar, 2012, 2014 ; Saquet, 2019 ). Estas dimensiones han configurado el territorio como un conjunto de relaciones, saberes y conocimientos, resultante de la compleja interacción entre la sociedad, la cultura y la naturaleza, que permiten reconfigurar y fortalecer procesos de identidad ambiental, ancestral y territorial que luego se transforman en territorialidades o acciones en defensa de ese territorio comunitariamente construido ( Lozano, 2023 ).
De esta manera, en la experiencia descrita en el mca se crearon nuevos vínculos y se fortalecieron las redes ya existentes de liderazgos y procesos socioambientales, comunitarios y populares participantes. Así mismo, se impulsó la articulación de acciones por la justicia socioambiental y la defensa de la vida en este territorio, pensadas a largo plazo y propuestas en el Manifiesto por la justicia socioambiental en Ciudad Bolívar y la cuenca del río Tunjuelo .
Sin embargo, algo que ha limitado la continuidad de este proceso con la instalación fue su carácter temporal, que se desarrolló entre finales de junio e inicios de agosto de 2023. Igualmente, la dependencia del espacio físico y las dinámicas institucionales del mca, asociadas al Museo de Bogotá como institución pública del Distrito Capital, pues algunos de los elementos propios de la exhibición están rotulados por el Museo de Bogotá y su movilidad o itinerancia depende en buena medida de los recursos que la institución disponga para ello. A pesar de esta situación, al momento de escribir estas letras, se ha venido trabajando en una estrategia de hacer permanente e itinerante la exposición, de manera que sus mensajes contribuyan a las reflexiones alrededor de las violencias y resistencias socioambientales presentes en el sur de la ciudad.
Este último asunto, en particular, corresponde a los encuentros, desencuentros y tensiones que se generan dentro de una apuesta de museología rebelde como el mca, inmersa en un arreglo institucional estatal del Distrito Capital de Bogotá. Pero, como ya lo hemos reflexionado en otra parte, siendo dos de las autoras de este artículo mediadoras 5 en el mca, es importante siempre hacer un constante ejercicio de reflexión, cuestionamiento, pedagogía y diálogo ante los retos que se presentan al llevar a cabo estas iniciativas en tal contexto institucional y su relación con lo comunitario ( Equipo del Museo de la Ciudad Autoconstruida-idpc, 2023, pp. 145-147 ).
Por lo tanto, y teniendo en cuenta lo anterior, queremos destacar a continuación algunos aprendizajes que la instalación les otorgó a algunas personas que participaron y asistieron a ella, dejando plasmadas de manera escrita la respuesta a esta pregunta: “¿Qué sentires te llevas de esta instalación?”:
“Resignificar la vida del territorio. Sanar las violencias y emanciparlas, como el viento guía a las alondras”.
“Esas resistencias son esos tejidos de vida que nos permiten seguir defendiendo y cuidando la vida de nuestra montaña”.
“La lucha está cambiando este lugar, sin dejarse derrotar por ellos, la lucha se lo dice el viento a la montaña, se respira dentro y fuera del lugar”.
“Conocer la historia de cómo los sectores populares hemos hecho historia, es una experiencia que pasa por la propia vida”.
Lo que estas respuestas y sentires sugieren son los cimientos de esas acciones de justicia socioambiental y de defensa del territorio y la vida para Ciudad Bolívar, Bogotá-región y más allá. Reafirmando, una vez más, desde una imaginación geográfica y situada ( Peña, 2019 ), que estos territorios sujetos de conflictos y la urbanización de la guerra y la naturaleza han sido y seguirán siendo laboratorios para la reparación y reconciliación ecológica y territorial ( Comisión de la Verdad, 2021 ). No menos relevante, con ejercicios de sistematización de luchas, sentires, saberes y resistencias como los que hemos presentado, esperamos seguir aportando a la superación de la injusticia epistémica sobre la documentación de las violencias ambientales ( cf.Guerrero Mc Manus, 2021 ) del territorio sur de Bogotá.
Conclusiones
La creación de la instalación museográfica “Territorio sur: tejido de vidas. Existimos porque resistimos” permitió fortalecer procesos de investigación ambiental comunitaria en torno a la justicia socioambiental de la localidad Ciudad Bolívar de Bogotá, para la comprensión de esas formas situadas de resistencia, que han permitido la construcción de ecologías para la paz, las cuales reconfiguran los sentidos de lugar y generan esas territorialidades que gestan acciones por el cuidado y la defensa de las diversas formas de vida que habitan el territorio.
Por otro lado, se concluye que la exhibición logró constituirse como una herramienta de pedagogía y educación ambiental para la defensa socioambiental, el fortalecimiento de la identidad ambiental por su territorio y la visibilización de estrategias y prácticas de reconciliación ecológica y territorial. La exposición, además, se estableció como una alternativa para analizar y tomar medidas en relación con la búsqueda de un futuro más justo que permita abordar la desigualdad en la urbanización, el extractivismo y las otras formas de violencia a la naturaleza en tiempos de emergencia climática.
Con iniciativas como esta, esperamos seguir avanzando hacia la reparación y reconciliación de los aspectos ecológicos y territoriales tanto en Ciudad Bolívar como en los demás territorios que se conectan con este territorio, a partir de redes y vínculos bioculturales. Finalmente, esperamos que con ejercicios de sistematización como este se aporte a la superación de la injusticia epistémica y ambiental que tiene este territorio sur, sus luchas, saberes y resistencias.
Anexo 1. Lista extendida de personas, colectivas e instituciones que aportaron al proceso
Fuente: Propia.
Otras personas y sus procesos, las cuales también fueron partícipes del proceso:
Yuliana Romero Daza-Colectivo Mayaelo
David Ramírez Bernal y Fabio Tunjo. Centro Experimental Juvenil-Complejo de Humedales del Tunjo.
Sonia Osorio Aguillón-Sineambore
Breydi Rivas Garzón - Repatriacción - Xuacha
Juana Chaparro-Alpes y Bosque de Quiba