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Acta Colombiana de Psicología

Print version ISSN 0123-9155

Act.Colom.Psicol. vol.10 no.1 Bogotá Jan./June 2007

 

ARTÍCULO

TOMA DE DECISIONES SEXUALES Y REPRODUCTIVAS EN LA ADOLESCENCIA1

ADOLESCENT DECISION-MAKING ABOUT SEXUAL AND REPRODUCTIVE ISSUES

ELVIA VARGAS TRUJILLO*, JUANITA HENAO Y CONSTANZA GONZÁLEZ
GRUPO FAMILIA Y SEXUALIDAD. DEPARTAMENTO DE PSICOLOGÍA,
UNIVERSIDAD DE LOS ANDES (BOGOTÁ, COLOMBIA)


Recibido, febrero 20/2007
Concepto evaluación, mayo 1/2007
Aceptado, 21/2007

* Directora de la Línea de investigación en Salud Sexual y Reproductiva del Grupo "Familia y Sexualidad" del Departamento de Psicología de la Universidad de Los Andes, elvargas@uniandes.edu.co.

Resumen

A partir de las narraciones que se obtuvieron a través de entrevistas en profundidad con 48 mujeres adolescentes y 24 hombres en Bogotá y Cali, se identificaron las cogniciones –conocimientos, normas, creencias, actitudes, valoraciones, expectativas, metas y significados construidas en el contexto sociocultural, que guían las decisiones de los y las jóvenes acerca de establecer relaciones románticas, tener relaciones sexuales, usar métodos de planificación familiar, unirse o casarse, embarazarse o abortar. Además, se establecieron los estilos de toma de decisiones de las adolescentes y sus parejas. Los resultados permitieron derivar recomendaciones para el desarrollo de programas de educación sexual que incluyan a los distintos agentes de socialización.

Palabras clave: Adolescencia, toma de decisiones, actividad sexual, fecundidad.


Abstract

The aim of this study was to describe youth sexual and reproductive decision making styles, as well as cognitions associated to them. Testimonies were obtained through in depth interviews carried out with a sample of 72 adolescents from Bogotá and Cali, 48 women and 24 men. The authors analyze the way cognitions - knowledge, social norms, beliefs, attitudes, values, expectancies, goals and meanings- constructed in the socio-cultural context, guide youth decision making towards establishing romantic relationships, having sexual intercourse, using contraceptive methods, getting married, getting pregnant or having an abortion. The findings of the study led to recommendations for the design of sexual education programs that include the different socialization agents.

Key words: Adolescence, decision-making, sexual activity, adolescent pregnancy.


La fecundidad adolescente se ha convertido en uno de los principales temas de investigación en los últimos años. La mayor parte de estas investigaciones se ha centrado en identificar los factores que influyen sobre el comportamiento sexual de los adolescentes, particularmente, aquéllos que determinan la edad de la primera relación sexual y el uso de anticonceptivos (Nahom, Wells, Gillmore, Hoppe, Morrison, Archibald, Murowchick, Graham & Wilsdon, 2001).

El marco analítico adoptado en esta investigación enfatiza la fuerte influencia ejercida por el contexto sociocultural sobre la fecundidad y sus determinantes próximos, es decir, sobre las decisiones de los adolescentes acerca de tener relaciones sexuales prematrimoniales, usar métodos de planificación familiar, unirse o casarse, embarazarse y abortar.

Gambara y González (2004) definen una decisión como un problema que implica la existencia de al menos dos alternativas sobre las cuales elegir. Frente a estas alternativas existe un conflicto porque no hay un orden de preferencias claro, y porque las consecuencias derivadas de la elección o cursos de acción no siempre son conocidas. De acuerdo con estas autoras, bajo esta situación de incertidumbre la persona tiene como finalidad elegir lo mejor para sí misma.

Langer, Zimmerman, Warheit y Duncan (1993), al igual que Gage (1998), afirman que la adolescencia es una época en la que los jóvenes, por primera vez en su vida, enfrentan la responsabilidad de tomar decisiones que tienen consecuencias importantes para su salud y la de sus parejas. Estas decisiones generalmente se toman en el marco de una red social y están orientadas al mantenimiento de relaciones significativas con los miembros del grupo de referencia. En la esfera sexual, los adolescentes deben decidir tener o no una relación romántica, tener o no relaciones sexuales, usar o no métodos de protección, embarazarse o no; en fin, asumir el control de su vida. Cada una de estas decisiones trae consigo otras cada vez de mayor complejidad e importancia para el desarrollo de las tareas propias de la adolescencia.

No obstante, como lo señalan Gambara y González (2004), los estudios sobre las decisiones que preocupan a los adolescentes han revelado que las conductas que habitualmente son consideradas por los adultos de "riesgo" para el periodo adolescente, no siempre son asumidas por lo jóvenes, como decisiones ni habituales ni difíciles de tomar. En sus investigaciones Gambara y González encontraron que cuando los adolescentes describen sus decisiones recientes hablan fundamentalmente de decisiones relacionadas con los estudios, los amigos, el ocio, la familia, el atuendo y las relaciones sentimentales. Todos los grupos consideraron que las decisiones más importantes se referían a la familia, los estudios y los amigos, en ese orden. Además, eran también las decisiones más difíciles. Sobre el tema "amigos", sus decisiones describen situaciones en las que tienen que elegir entre unos amigos y otros, resolver conflictos entre amigos, o tienen que iniciar, mantener o terminar una relación.

Por otro lado, también se ha observado que la habilidad para tomar decisiones se desarrolla con la edad. Los adolescentes entre 12 y 14 años son notablemente menos hábiles que los adolescentes mayores y los adultos a la hora de generar posibles opciones de elección, mirar las situaciones desde varias perspectivas, anticipar las consecuencias de las decisiones y evaluar la credibilidad de fuentes de información (Gambara y González, 2004). Los estudios revisados por estas investigadoras revelan que los adolescentes de menor edad (entre 12-14 años) son personas especialmente vulnerables al riesgo y a seguir a terceros, porque muestran una competencia limitada para identificar los riesgos y beneficios, para prever las consecuencias de los distintos cursos de acción, para calibrar la información derivada de las diversas fuentes involucradas en el problema y para resistirse a la presión de amigos y compañeros. En cuanto a los adolescentes mayores (entre 14-19 años), se ha encontrado que tienden a mostrar más dificultades para considerar las consecuencias a largo plazo, para tomar en cuenta los intereses de otras personas y para ejercer autodominio o autocontrol sobre la situación.

En cuanto a cómo toman decisiones los adolescentes, Langer y sus colaboradores (1993) plantean que algunos adolescentes tienden a hacerlo teniendo en consideración sus propios intereses, creencias, actitudes y valores; otros toman decisiones atendiendo a las expectativas de sus padres, y otros en función de lo que piensa el grupo de pares.

Desde la perspectiva del desarrollo, los adolescentes tempranos están mas orientados a tomar decisiones teniendo en cuenta la opinión de sus padres; a medida que avanza la adolescencia, las decisiones tienden a estar en concordancia con la opinión del grupo de referencia, y sólo hasta el final de la adolescencia, los jóvenes comienzan a decidir con base en su criterio personal (Langer et al., 1993).

Blustein y Phillips (1990), por su parte, dicen que el estilo que tienen los jóvenes de tomar decisiones está asociado con la manera como resuelven las tareas del desarrollo de la adolescencia. Algunos adolescentes toman decisiones con un estilo lógico, racional y sistemático utilizando estrategias planeadas cuidadosamente con una clara orientación hacia el futuro (Harren, 1979; Johnson, 1978). Otros adolescentes recurren a estrategias intuitivas o espontáneas basadas en la fantasía y en los sentimientos del momento (Harren, 1979; Johnson, 1978). Otros permiten que personas significativas (padres, amigos y figuras de autoridad) decidan por ellos (estilo dependiente); mientras que otros asumen la responsabilidad y analizan por sí mismos la información relevante para la toma de decisiones (Harren, 1979; Johnson, 1978).

Vargas Trujillo y Barrera (2004), de otro lado, plantean la necesidad de establecer en qué medida las decisiones sexuales pueden ser examinadas, en los adolescentes, como producto de un proceso racional y sistemático de deliberación. Los hallazgos de sus investigaciones sugieren que, en términos de Resnik (1987), las decisiones de los jóvenes son, en primer lugar, de carácter individual, en tanto que cada miembro de la pareja elige una acción determinada con el ánimo de promover sus propios fines; en segundo lugar, son inmediatas por cuanto se toman en cumplimiento de una regla de conducta no escrita en la que los instintos de los participantes se encargan de la elección. De ahí la importancia de conocer las cogniciones que han construido los jóvenes con respecto a sí mismos y la sexualidad en general. Los modelos de la cognición social como la teoría de Bandura (2001) y la Teoría del comportamiento planeado plantean que estas cogniciones se mantienen en la memoria y son activadas en el momento de tomar una decisión o de actuar.

Gage (1998) además afirma que el proceso de toma de decisiones sobre los determinantes próximos de la fecundidad está sujeto a una serie de regulaciones sociales. En Colombia, se espera que, por ejemplo, el inicio de actividad sexual de las mujeres se posponga lo más posible e incluso que ocurra en el contexto de una relación estable. Estas expectativas y restricciones sociales hacen que su ocurrencia se asocie con una serie de significados psicológicos y sociales.

De acuerdo con Moore y Rosenthal (1993) los hombres y las mujeres le atribuyen un significado distinto a la actividad sexual genital, el cual no sólo influye en su comportamiento, sino que juega un papel importante en su salud y bienestar sexual. En efecto, mientras los hombres reconocen que para ellos la primera relación sexual constituyó un episodio sin mayor trascendencia, una prueba que les permitió confirmar su "normalidad", las mujeres reportan que su primera experiencia sexual fue por amor con alguien que era importante emocionalmente. No obstante, tanto hombres como mujeres reportan que su primera experiencia sexual fue espontánea y no planeada (Miller y Moore, 1990, Pick de Weiss y Vargas-Trujillo, 1990; Guerrero, 1999; Vargas-Trujillo y Barrera, 2002).

En otros estudios, se ha encontrado que las mujeres reportan entre las razones principales para tener relaciones sexuales, la cercanía emocional, el amor y el compromiso, mientras que los hombres informan el placer, la diversión y la descarga de tensión física, como motivaciones fundamentales para su actividad sexual (Carrol, Volk, y Hyde, 1985; Whitley, 1988).

Otro de los factores que también parece incidir en los procesos de toma de decisiones de los adolescentes, particularmente sobre el uso de métodos de planificación familiar, es la adhesión a roles de género tradicionales. Pleck, Sonenstein y Ku (1993), al igual que Goodyear et al. (2000), encontraron que los hombres con creencias más tradicionales acerca de los roles de género tienen mayor probabilidad de asumir riesgos en su actividad sexual. Hewson (1986), por su parte, encontró que los hombres, en comparación con las mujeres, tienen menos conocimientos sobre anticoncepción y creen que las mujeres son las que tienen la responsabilidad de cuidarse de un embarazo.

A pesar de la importancia que tiene comprender los procesos de toma de decisiones sobre los determinantes próximos de la fecundidad en la adolescencia, son pocos los estudios que se han interesado en este asunto (Gage, 1998). La mayoría de los estudios sobre la sexualidad adolescente se han concentrado en establecer niveles y patrones de actividad sexual, uso de métodos anticonceptivos y embarazos, y han desestimado la importancia que tienen los factores psicológicos que subyacen a estas acciones y la trascendencia que tienen para el desarrollo de las tareas propias de la adolescencia.

En resumen, los antecedentes teóricos y empíricos que se acaban de presentar plantean la necesidad de examinar los procesos de toma de decisiones sexuales y reproductivas de los adolescentes para comprender los niveles de fecundidad en este grupo de población. Uno de los objetivos de esta investigación fue establecer el estilo de toma de decisiones de las adolescentes y sus parejas y las cogniciones asociadas a ellas. Las cogniciones incluyen los conocimientos, creencias, metas, expectativas, valoraciones, intereses, actitudes, normas y significados que de acuerdo con Downey, Bonica y Rincón (1999) constituyen los antecedentes inmediatos del comportamiento. En este estudio asumimos que las cogniciones que los adolescentes han construido a lo largo de su vida a través de la interacción con diferentes figuras significativas, son los antecedentes inmediatos de las decisiones sexuales y reproductivas que determinan la fecundidad. Estas cogniciones que prevalecen en el grupo social se desarrollan mediante el proceso de socialización (Eshleman, 1994) y son necesarias para que las personas puedan convertirse en miembros competentes de la sociedad (Kandel, 1978; Cotterell, 1996).

Metodología

Tipo de estudio

Se realizó un estudio descriptivo de tipo cualitativo. De las técnicas cualitativas disponibles, en este estudio se optó por la entrevista en profundidad. De esta manera, se obtuvo acceso a la información que estaba contenida en la historia de vida de las adolescentes y sus parejas, particularmente la relacionada con su proceso de socialización sexual y de toma de decisiones sexuales y reproductivas. A través de ésta técnica de obtención de información, se buscó obtener evidencia directa de las cogniciones que las y los jóvenes han construido acerca de la sexualidad y que guían su comportamiento.

Participantes

Se hicieron en total 72 entrevistas en profundidad a adolescentes entre los 13 y 19 años de edad, de diferentes estratos socioeconómicos en Bogotá y Cali. Las entrevistas de mujeres se llevaron a cabo con una submuestra seleccionada de manera intencional de una muestra total de 1102 mujeres a las que previamente se les había realizado una encuesta cuantitativa de historia de vida en ambas ciudades (550 mujeres adolescentes en Bogotá y 552 en Cali) (Flórez, Vargas Trujillo, Henao, González, Soto & Kassem, 2004). Se entrevistaron 48 mujeres (24 por ciudad) con distinto estatus sexual (activas/no activas) y antecedentes de embarazo (no embarazadas/embarazadas o con hijos). Además, se entrevistó a sus parejas (12 hombres en Bogotá y 12 hombres en Cali). El contacto de los hombres se realizó a través de las adolescentes que participaron en las entrevistas y que aceptaron proporcionar la información de sus parejas para ser entrevistadas.

Procedimiento

Las entrevistas se llevaron a cabo en la casa del/la participante o en un lugar cercano a ésta. Luego de obtener el consentimiento informado por parte de cada joven, se desarrolló la guía para obtener la información de interés para el estudio. En promedio la entrevista tuvo una duración de hora y media. Al finalizar, en el caso de las mujeres, se indagó sobre la posibilidad de que su pareja participara en una entrevista similar. Cada participante recibió un bono de $15.000.

Análisis de datos

Trascripción de las entrevistas. Las trascripciones de las entrevistas se realizaron de forma paralela a su realización con la colaboración de cinco practicantes de la línea de Investigación en "Salud Sexual y Reproductiva" del Departamento de Psicología de la Universidad de Los Andes.

Análisis de la información. Para facilitar el proceso de análisis de la información se utilizó el software para análisis cualitativo Atlas.ti. Este programa permitió organizar la información de las 72 entrevistas trascritas de acuerdo con la siguiente estructura: a) Doce unidades hermenéuticas que se diferencian por ciudad, sexo y estrato; b) Tres documentos primarios en cada una de las unidades hermenéuticas, relacionados con el estatus sexual de los/las jóvenes (sin actividad sexual, con actividad sexual) y los antecedentes de embarazo (no embarazadas, embarazadas o madres/padres). Con la información que arrojó el Atlas.ti agrupada por temáticas y categorías definidas en función de los propósitos del estudio el equipo de investigación procedió a realizar el análisis descriptivo. Este análisis implicó la agregación de la información y la identificación de las categorías que emergían a partir de los patrones y recurrencias que se observaban en los datos con el fin de identificar patrones socioculturales por sexo, estrato y ciudad.

Resultados y Discusión

Este estudio tuvo como propósito avanzar en el conocimiento sobre los estilos de toma de decisiones sexuales y reproductivas de los adolescentes y las cogniciones asociadas a ellas. A continuación se presentan algunos de los resultados de las entrevistas realizadas a 72 participantes (48 mujeres, 24 hombres en Bogotá y Cali) analizados a la luz del marco teórico que sirvió de referencia.

Con respecto a las relaciones románticas la información de los jóvenes mostró que en la toma de decisiones juega un papel relevante la presión de los pares. Sin embargo, se encontró que la presión de los pares disminuye su importancia con la edad, y que tal como se ha encontrado en otros estudios (Vargas Trujillo y Barrera, 2002), la influencia de los compañeros no es permanente sino que constituye una oportunidad de transición hacia el surgimiento de la capacidad de los adolescentes para dirigirse por sí mismos y para seleccionar críticamente sus compañías. De hecho, también se pudo establecer que en la medida en que aumenta la edad y el número de relaciones, la elección de pareja se hace más selectiva y que, más allá de la atracción física y la presión de los pares, los adolescentes empiezan a considerar las características de la persona como criterios para elegirla, así como sus expectativas de vinculación afectiva.

"Uno analiza más a la persona. Que sea bonita es lo más importante cuando uno está sardino y uno quiere que los amigos lo digan. Pero después uno se fija en otras cosas como que sea inteligente y que tenga personalidad. Uno ya no busca la noviecita para mostrar"; "en la segunda relación había más atracción física porque yo ya me había desarrollado y era más hombre, pero también había atracción emocional y la manera de ser de ella me gustaba mucho. Con la primera fue más por mostrarle a mis amigos que yo era capaz de tener novia"; "la de ahora es una mujer con muchos valores, es bella por dentro y por fuera. Me gusta mucho su forma de ser y la manera como me trata. En la primera yo solamente me fijé en el físico".

En cuanto a la actividad sexual, las evidencias mostraron que, tal como se ha encontrado en otras investigaciones, los adolescentes comienzan a tener sus experiencias sexuales en el marco de sus relaciones románticas, las cuales, a nuestro modo de ver y coincidiendo con distintos autores, constituyen un contexto óptimo para ello (Wartenberg, 1999; Florsheim, 2003; Brown, Jejeebhoy, Shah & Yount, 2001; Mejía et al., 2000; Burgos, 2003; Vargas Trujillo & Barrera, 2002, 2003, 2004). Sin duda, en lo que a la actividad sexual se refiere, las relaciones románticas ofrecen a los y a las adolescentes experiencias de aprendizaje de gran importancia que dependiendo de su naturaleza y de la calidad de la relación, pueden conducirlos o no, a una vivencia satisfactoria de la sexualidad, así como a tomar decisiones planificadas y sistemáticas frente a su vida sexual y reproductiva, tal como se analizará más adelante en detalle.

Acorde con lo planteado por Vargas Trujillo y Barrera (2002, 2003), los relatos de las adolescentes y sus parejas que participaron muestran que efectivamente la actividad sexual sigue una secuencia que se inicia con los comportamientos propios del trato afectuoso convencional y termina con la actividad sexual penetrativa. Se encontró que las actividades sexuales que se dan con la pareja y la velocidad con la que ocurre la secuencia de las mismas, definen el tiempo que tarda la pareja en tener relaciones sexuales.

"Fue como paso por paso… al principio ni me tocaba la mano porque le daba susto…[risas] él pensaba que yo era una niña muy casera, que seguramente mis otros novios ni la mano me cogían… yo le empecé a decir como ‘fresco que yo soy una persona común y corriente’…"; "Yo creo que fue como un proceso de ir descubriendo, en mí, porque él ya era una persona experimentada, si se puede decir así… fue un proceso de acercamiento más que todo, de ir perdiendo como la pena…".

También se observó que entre menos actividades convencionales y pregenitales experimenten las parejas y entre más rápido se pase de un nivel a otro de la secuencia, más pronto comienzan a tener actividades genitales o penetrativas. En el estudio de Rostosky et al. (1999) se encontró que, en las parejas de adolescentes, las expresiones afectuosas como cogerse las manos y besarse son mejores indicadores del grado de compromiso existente en la relación que expresiones sexuales más intensas, como tener relaciones sexuales. En dicho estudio, los adolescentes que se sentían más comprometidos con sus parejas románticas reportaron comportamiento propios del trato afectuoso convencional con mayor frecuencia que los que se sentían menos comprometidos. Los siguientes relatos de las participantes en este estudio apoyan este planteamiento.

"Nosotros ni siquiera nunca nos dimos un beso [tuvieron relaciones antes de un mes de conocerse]"; "Nosotros estábamos jugando escondidas con todos los niños… y ya… nos escondimos juntos debajo de la cama y él llegó de repente se puso a darme besos y se me montó encima, y yo también empecé a darle besos y lo apretaba… hasta que ya…"; "pues muy rápido, todo fue muy rapidito… yo lo conocí y como a los ocho días empezamos a ser novios y como a los dos o tres meses empezamos [a tener relaciones sexuales]".

Ahora bien, los datos mostraron que la curiosidad, el deseo de experimentar y de saber lo que se siente, es la principal razón por la cual los y las jóvenes deciden empezar a tener relaciones sexuales. La conjunción de otros factores como la influencia, directa e indirecta, del grupo de referencia, la atracción y el deseo, junto con un contexto propicio para que ocurriera, también son factores que favorecen esta iniciación. En los relatos de los participantes pocas veces se reportó que la primera relación sexual tuvo como motivación la comunicación afectiva, lo cual, según los mismos jóvenes diferencia una relación sexual del sexo. La inconsistencia entre lo que socialmente se plantea como condición básica para que ocurra la actividad sexual y lo que realmente ocurre, permite comprender la valoración negativa que hicieron varias adolescentes de esa primera experiencia.

"Yo quería experimentar, quería sentir, quería saber si podía tenerlo con la persona que yo quería"; "yo quería experimentar con alguien que quisiera, que se sintiera un momento de amor, no sexo, sino hacer el amor"; "La curiosidad de los dos"; "Nos gustábamos y ella quería saber lo que es tener relaciones sexuales"; "Yo no sé por qué me decidí, seguro era por ver uno qué sentía".

Igualmente, acorde con lo planteado por Jessor y Jessor (1975), la cognición de que la primera relación sexual constituye un evento de transición, propio del desarrollo entre la infancia y la adultez, necesario para crecer y madurar, también fue un elemento importante en la toma de decisiones de algunos jóvenes sobre el tener relaciones sexuales.

"…aunque no se hizo sentimentalmente con amor, se hizo más con el sentido del sexo, por salir de ese paso… de dejar de ser niño y pasar a ser un hombre"; "Como por experimentar nuevos caminos, la vida tiene un ciclo… ese ciclo se tiene qué cumplir y algún día tiene qué llegar".

Ahora bien, en consonancia con los hallazgos de varios investigadores (Miller y Moore, 1990; Pick de Weiss y VargasTrujillo, 1990; Guerrero 1999; Vargas Trujillo y Barrera, 2002), los testimonios de los y las jóvenes sugieren que los adolescentes se dejan llevar por las circunstancias, que las relaciones sexuales son "espontáneas" y que frente al hecho de tener o no relaciones sexuales es poca su capacidad para tomar decisiones planificadas.

"Empezaron las cogiditas… eso fue temprano en la relación, igual yo le dije que a mí no me gustaba eso, que si quería acostarse conmigo pues que consiguiera otra de una, porque él me dijo que estuviéramos como a los dos meses de cuadrados y no me volvió a hablar de eso… a los ocho meses nos dejamos llevar y estuvimos los dos…".

Efectivamente, las primeras relaciones sexuales penetrativas ocurren cuando el ambiente del lugar en el que se encuentran en ese momento favorece la intimidad sexual, generalmente, en la casa de alguno de los dos miembros de la pareja. En la mayoría de los testimonios se logró establecer que las circunstancias se dieron porque los padres ejercieron muy poca supervisión del comportamiento de sus hijos e hijas. Igualmente, la televisión y el ocio fueron otros dos factores que también se mencionan como parte del contexto en el que ocurre la primera relación sexual. Estos resultados, al igual que los de otras investigaciones (Gaston, Jensen y Weed, 1995; Brown et al., 2001; Vargas Trujillo y Barrera, 2002) sugieren que una casa sola y con poca supervisión proporciona la oportunidad ideal para que los adolescentes se involucren en actividades sexuales.

"Estábamos con vistas de viaje, entonces mi mamá salió con mi tía y nos quedamos solos, en ese tiempo no me acuerdo en qué novela estaban, en esa novela empezaron a hacer el amor y mi primita me dijo que si me gustaría hacerlo y yo no le vi problema"; "No fuimos con la intención de hacer eso, simplemente de ir a ver la casa, pero ya en ese momento ya… como que nos dejamos llevar por las cosas, el hecho de estar solos, claro que ya habíamos estado solos uff! varias veces, pero como que ya habíamos hablado tanto de eso que pensamos que era el momento…".

No obstante, en las entrevistas se evidenció que si bien es cierto que los jóvenes pocas veces deciden de manera lógica, racional y sistemática el momento preciso en el que se va a dar la primera relación sexual, éste no es un evento que ocurre sin que previamente lo hayan pensado o incluso discutido con la pareja o con otras personas (generalmente amigos o amigas).

"…fuimos hablando, hasta que un día nos decidimos y a la misma vez dejamos que pasara, o sea, ella tampoco era que estuviera muy segura, pero las cosas se fueron dando"; "Lo hablamos muchísimo, pero no fue planeado así que tal día, no. Lo hablamos, él sabía que yo tenía temores, pero no, o sea, ya a lo último pues se dieron las cosas pero no fue planeado…".

Las cogniciones asociadas al hecho de que no se discute en pareja la intención de tener relaciones sexuales, son diversas. En algunos casos, cuando el hombre demuestra su deseo de tener mayor intimidad sexual, las jóvenes experimentan sentimientos de inseguridad frente al verdadero interés de la pareja en la relación y prefieren establecer distancia o dejar de discutir el asunto.

"Pues yo no era una de las personas que estaba pensando precisamente en acostarme con él o él conmigo. hubiese visto que él estaba buscando sólo eso, lo hubiera dejado, porque obviamente yo no voy a estar con una persona que sólo me quiere para eso, si uno ve así como que no hay tantas ganas, pues uno se siente menos presionada"; "digamos que los hombres vienen es pensando en cuánto tiempo le van a dar a la novia para que se le entregue y todo eso, mientras que nosotros no, nosotros… no sé, llevábamos un noviazgo así, nos queríamos y todo eso pero nunca pensamos en eso… eso se fue dando así".

Otras adolescentes reconocieron que la falta de planeación de la primera relación sexual obedece a que es un tema del cual no es necesario hablar. El hombre, por su parte, teme que al plantear el tema sean malinterpretadas sus verdaderas intenciones. Gage (1998) argumenta que esta dificultad para tratar el asunto abiertamente está relacionada con la percepción que se tiene de la desaprobación social hacia las relaciones sexuales en la adolescencia o hacia las relaciones premaritales o con la yuxtaposición de valores tradicionales y modernos que impiden a los jóvenes identificar lo que deben hacer.

"[no hablamos de eso] porque no había necesidad, era algo que los dos queríamos y era evidente que los dos lo queríamos..."; "...pues al principio, cuando éramos novios, él nunca llegó a hacer nada malo, entonces yo tampoco lo pensaba... simplemente ya después... cuando llevábamos un tiempo ya se fueron dando las cosas".

Esto coincide con lo que Ajzen (2001) denomina ambivalencia actitudinal, es decir, la coexistencia de disposiciones positivas y negativas hacia las relaciones sexuales en la adolescencia y antes del matrimonio. En su revisión, este autor plantea que la ambivalencia actitudinal afecta seriamente el juicio y el comportamiento de las personas, en tanto que las hace menos resistentes a la comunicación persuasiva. En este sentido, cabe preguntarse si las adolescentes con mayor ambivalencia actitudinal son las que ceden más fácilmente a la presión indirecta de sus parejas para tener relaciones sexuales. También resulta interesante examinar si los jóvenes que actúan conforme a la norma de pares percibida son aquéllos que exhiben mayor ambivalencia actitudinal. Mientras encontramos respuestas a estas preguntas, resulta obvia la necesidad de proporcionar a los jóvenes un contexto de socialización más consistente, coherente y congruente en cuanto a lo que se espera de los hombres y de las mujeres y, en general, con respecto a la actividad sexual durante la adolescencia.

"Pues sí, yo había pensado en algún momento por curiosidad, pensé qué sería… qué sentiría uno… después pensé que fuera con una persona que a mí me quisiera mucho, que a mí me hiciera sentir muy bien, muy segura, que yo supiera que no iba a hablar mal de mí, claro que a uno no siempre le salen las cosas como las planea…"; "Yo siempre tuve claro eso, después de que yo me cuadré con él yo siempre pensé que eso iba a pasar con él, aunque a veces yo decía que no, que no quería, algo me decía que sí, que él era la persona indicada".

Por otro lado, algunas adolescentes dijeron que la falta de planeación corresponde a su estilo personal de tomar decisiones, a una forma de asumir la vida, a un deseo de vivir el momento. En este mismo sentido, otros jóvenes expresaron que las cosas ocurren sin que se pueda tener control sobre ellas. En ambos casos se observa la percepción que tienen los jóvenes de que la vida no está bajo su control. Esta percepción, de acuerdo con la teoría social cognitiva (Bandura, 1989, 1997) evidencia deficiencias en, por lo menos, dos atributos de la agencia humana: la confianza en sí mismo y la autodeterminación. Es decir, revela que los jóvenes no han desarrollado la convicción personal de que pueden ejercer control sobre los eventos y de que están en capacidad de optar y alterar las situaciones que les ocurren para que satisfagan sus expectativas y necesidades.

"se dieron las cosas… yo siempre he tenido eso, no se por qué, mi vida siempre ha sido así, se dieron las cosas, el momento y ya !pasó y no más!"; "No es que él haya dicho ‘oye, yo te quiero’ no, se da el momento, si no se dio ayer fue porque no se dio el momento, si no se da mañana es porque no se va a dar el momento, si se dio hoy es porque se dio el momento".

Kush y Cochram (1993) afirman que la falta de un sentido de autodeterminación lleva a la persona a sentir que lo que le ocurre en la vida es causado externamente, por alguien o algo que no está bajo su control. A partir de los planteamientos de estos autores podemos comprender mejor por qué los jóvenes prefieren no planear las relaciones sexuales, evitan hablar del tema y dejan que las circunstancias decidan. En su artículo estos investigadores afirman que planear, implica elegir, optar, experimentar la libertad. Al elegir los adolescentes asumen que son los causantes de sus acciones y, en esa medida, deben asumir la responsabilidad de sus consecuencias y apropiarse de ellas. Los jóvenes que planean se hacen dueños de la causa de lo que les ocurre no del resultado, es decir, se centran en cómo se inicia la acción no en cómo termina. Cuando los adolescentes se enfrentan al hecho de planear la actividad sexual, deben reconocer lo que desean, lo que los motiva, la verdadera razón que tienen para hacer lo que quieren hacer o piensan hacer. En el contexto sociocultural en el que viven las adolescentes y sus parejas no es fácil reconocer que lo que realmente se desea es "saber lo que se siente", "satisfacer una curiosidad", "demostrar que se es un verdadero hombre", entre otras motivaciones. Es preferible dejar que las circunstancias decidan y hacerse dueño del resultado.

Estos hallazgos plantean a los padres y a los educadores un reto, el de generar contextos de socialización que favorezcan el desarrollo de la autoconfianza y la autodeterminación. Además, en el aula de clase se puede crear una atmósfera de aceptación y apoyo en la que los jóvenes puedan explorar y clarificar diversos motivos para tener relaciones sexuales a su edad y analizarlos críticamente en función de sus estándares sexuales.

Con respecto al estilo de toma de decisiones sexuales, la evidencia empírica aportada por Harren (1979) y Johnson (1978), sugiere que algunos adolescentes toman decisiones con un estilo lógico, racional y sistemático utilizando estrategias planeadas cuidadosamente con una clara orientación hacia el futuro. Otros adolescentes recurren a estrategias intuitivas o espontáneas basadas en la fantasía y en los sentimientos del momento. Otros permiten que personas significativas (padres, amigos y figuras de autoridad) decidan por ellos (estilo dependiente); mientras que otros asumen la responsabilidad y analizan por sí mismos la información relevante para la toma de decisiones. Los datos que se obtuvieron en este estudio revelan que en las adolescentes y sus parejas predomina el estilo dependiente y el basado en el uso de estrategias intuitivas o espontáneas en función de los sentimientos del momento. No obstante, en las adolescentes que dijeron no haber iniciado relaciones sexuales, se pone de presente que algunos jóvenes tienden a tomar decisiones sexuales asumiendo una mirada crítica a la norma social sobre las relaciones sexuales en la adolescencia y teniendo en cuenta sus propios intereses, creencias, actitudes, valores y metas.

Lo anterior adquiere sentido a la luz de la información que aportaron los pocos casos en los que se observó que el inicio de la actividad sexual ocurrió después de haber previsto con anticipación el evento o luego de analizar la información relevante para elegir. Se encontró que estas parejas se caracterizan porque han desarrollado la capacidad de ser agentes de su vida. Se observó que estos jóvenes han contado con un contexto familiar, educativo y social que les ha favorecido el desarrollo de mecanismos para ejercer control sobre sus procesos cognitivos, motivacionales, emocionales y comportamentales. Entre estos mecanismos, el más importante es el de la autoeficacia, es decir, la creencia de la persona en sus propias capacidades para obtener los resultados que se propone con sus acciones (Bandura, 2001). La autoeficacia es relevante porque actúa sobre el comportamiento y sobre otras cogniciones, entre ellas las metas, las expectativas de resultado, las atribuciones causales y las oportunidades y obstáculos percibidos.

"Nosotros ya llevábamos como cuatro meses; entonces ya llegó cuando él me propuso que estuviéramos y yo le dije que no, que cómo se le ocurría… porque yo no me sentía preparada para eso, él me gustaba pero no para tener eso… él se puso bravo [entonces] me di cuenta que no era el tipo que a mí me convenía, que no era el que me gustaba y que yo quería y le terminé"; "Ese día, ese viernes me dijo ‘oye, ¿a ti te gustaría acostarte conmigo’? y le dije pues no, no sé, a mí me gustaría tener claro cómo vamos a hacer las vainas porque yo no pienso tirarme así a la deriva, pues de que ya me dieron ganas y entonces ya, necesito saber cómo me vas a proteger, y me dijo ‘averigua y si quieres yo te acompaño porque yo tampoco tengo ni idea de eso’ y después terminamos en Profamilia los dos…"; "[con el tercer novio] si lo pensamos pero no nos arriesgamos, no era el momento, nos pusimos a reflexionar de que no es que las tengamos por esa presión que ejercen los amigos de que ‘porque ustedes no las han tenido no saben lo que se pierden’, nosotros nos pusimos a pensar si nosotros nos queremos lo vamos a hacer porque queremos y no porque los demás sepan que ya lo hicimos"; "Nada, o sea, yo tengo claro una cosa, que yo tengo que estar con una persona que yo ame y que esa persona también me de cosas a mí… y yo veía una relación ahí de niños, todavía no veo una persona que yo diga, sí él se merece que yo le entregue todo lo que yo soy y que me sienta bien"; "Nosotros habíamos hablado que todavía no, que lo íbamos a dejar para mucho tiempo después…pues uno al ver las amigas en embarazo y los amigos todos preocupados porque no saben qué hacer con un hijo… hablamos todo eso y decidimos dejarlo para después".

En cuanto al uso de métodos de planificación familiar se encontró que, dada la falta de planeación de la primera relación sexual y su carácter espontáneo, cerca de la mitad de los jóvenes no utilizó ningún método en esa ocasión. Se observó que el uso de métodos es más frecuente cuando al hombre le interesa evitar el embarazo, se ha hablado en pareja sobre el tema antes de tener relaciones sexuales, el hombre acostumbra a cargar siempre un condón en el bolsillo o a tenerlo disponible. Esta práctica también es más probable que ocurra cuando la mujer condiciona la relación sexual al uso del condón y cuando los dos manifiestan la preocupación por protegerse.

"Habíamos hablado de métodos anticonceptivos, pero en ese momento como que uno no piensa en eso"; "Uno no va con las intenciones de llegar a la casa y hacer eso, no piensa en que tiene que comprarlo, a uno como que le da pena, como que se va a sentir incómodo, uno dice vamos a ver qué pasa y uno como que toma esa irresponsabilidad y cuando llega allá piensa es en disfrutar el momento"; "No porque creía que no iba a pasar nada"; "Antes del acto sexual sí tuve ese pensamiento [de usar algún método de protección] pero el momento no dio para poder conseguir el preservativo ni nada"; "O sea, no se dio el momento… yo nunca hablé con él de listo vamos a hacerlo, entonces yo voy a empezar a planificar, no…"; "El también era virgen, eso pasó así no más", "porque fue una cosa espontánea y ninguno de los dos teníamos planeado nada… de por sí nunca hablamos de eso…"; "Ya habíamos hablado y yo le había dicho que yo iba a comprar las píldoras y todo eso pero fue un embolate, no teníamos plata, entonces en el momento le dije si tienes un condón, perfecto, si no, no"; "Ya habíamos hablado de que nos íbamos a cuidar y a mi siempre me ha gustado cargar condones… en ese momento teníamos lo que necesitábamos".

El uso de métodos de protección en la primera relación sexual también se relaciona, según Vargas Trujillo y Barrera (2004), con niveles altos de actitudes sexistas se asocian con una menor comunicación con la pareja sobre el uso de métodos de protección y con el uso de métodos de protección menos efectivos en el primer encuentro sexual. Los siguientes resultados sugieren que un contexto sociocultural que establece un trato diferencial en función del sexo, promueve el desarrollo de actitudes sexistas y, en esa medida, influye sobre la posibilidad de que en pareja se tomen decisiones relacionadas con el uso de métodos de planificación familiar.

"pues nos dejamos llevar y así como estábamos… igual yo escuchaba cuando hablaba con los amigos y decía que con el condón no se sentía lo mismo y entonces uno qué le va a decir póngase un condón"; "según la concepción de él era que conmigo no iba a utilizar preservativos… según él que no, decía que ‘contigo cómo voy a utilizar, yo utilizo pues con las mujeres…’ pues me imagino que de la calle".

Llama la atención de que en ambas ciudades los jóvenes reportaron haber utilizado en su primera relación sexual métodos naturales como el coito interrumpido o el calendario y algunos métodos folclóricos. Antes estos resultados surge la pregunta ¿qué es lo que enseñan los programas de educación sexual sobre los métodos anticonceptivos y cómo lo enseñan? Evidentemente, el contenido o la metodología utilizada no están surtiendo los efectos deseados.

"…él me decía que los hombres sabían cuándo se iban a venir entonces que ellos nos cuidaban así, retiraban el pene y ya, y que como obviamente no se iban a regar ahí que no había peligro… al igual él me decía eso de las fechas, que cinco días antes y cinco días después de la menstruación uno no puede quedar embarazada…"; "uno se deja guiar por lo que dicen las amigas que el séptimo día después de la regla… qué va… el séptimo día fue que quedé embarazada";"Pues como él no se cuidaba y yo tampoco sabía cómo cuidarme, me dijo que un amigo cuidaba a la novia dándole dos aspirinas y una malta y pues me hizo tomar eso… uno en ese momento se toma hasta veneno y no se da cuenta…".

No obstante, se pudo identificar que después del primer hijo las parejas empiezan a planificar y que si bien desean más hijos, los posponen en gran medida por factores económicos. Con respecto a la planificación familiar, después del primer hijo en estas parejas se detectó un uso racional, concertado y eficaz de los métodos anticonceptivos, pues ninguna de ellas, incluso las que llevaban cuatro años de unión, aunque mantenían una vida sexual activa, había tenido más hijos. En este sentido, las evidencias sugieren que tanto en el caso de las jóvenes que presentaron embarazos no deseados como en aquéllas que los buscaron después de la unión, a continuación del nacimiento del primer hijo parece que se reconoce la necesidad de tomar decisiones con respecto a la vida reproductiva, lo cual, además de entenderse a la luz de las circunstancias y de las experiencias vividas, posiblemente también se encuentra asociado con la edad, si se tiene en cuenta la tesis de Gambara y González (2004) de que la habilidad para tomar decisiones se desarrolla con la edad.

"Nosotros no queremos más hijos por ahora. Lo que queremos es tener la niña, o sea, tenerla bien, que tenga todo lo que ella necesita. Más hijos por ahí uno, cuando ella tenga sus seis o siete años"; "Ella tiene un dispositivo, la T... Es el método que estamos usando con el preservativo para prevenir un 101%, porque imagínese otro hijo en este momento".

En lo que toca al ejercicio posterior de la actividad sexual los resultados apoyan los planteamientos de diversos autores acerca de que las primeras relaciones románticas y sexuales son críticas en la medida en que los patrones de interacción que se aprenden en ellas sientan las bases para las relaciones que se establecen en el futuro, incluyendo las relaciones conyugales (Tabares y Gottman, 2003). Los datos mostraron que la mayoría de los que iniciaron su vida sexual con la novia, continúan manteniendo relaciones sexuales en el contexto de las relaciones románticas. Igualmente, aquéllos que tuvieron su primera experiencia sexual con una persona desconocida o fuera del contexto de una relación romántica, continuaron teniendo relaciones sexuales con personas con quienes no tienen una relación afectiva, exclusiva e íntima.

"Nunca ha sido programado, nacen las ganas de estar y listo"; "Pues yo desde esa vez pues todas las viejas no eran novias eran amiguitas… ellas decían y nosotros que somos y yo les decía desde el principio las vainas claras, no nos vamos a cuadrar, la pasamos rico, bien y ya"; "Solo he estado con él, he tenido otros novios… con ellos casi pasa… pero después de lo que pasó con él, me da miedo que ellos solamente me quieran para eso…"; "Ha habido más personas… han llegado, pasado y ya… vacilones y ya!"; "si, pero no con… con un novio, con un amigo… es estar por estar".

De la misma manera, aquéllos que se dejaron llevar por las circunstancias, continúan teniendo relaciones sexuales de manera espontánea, no planeada, sin considerar las consecuencias de sus acciones; mientras que quienes en su primera relación sexual pensaron en la forma de protegerse para evitar el embarazo o una Infección de Transmisión Sexual (ITS), continúan considerando este aspecto en las relaciones siguientes. Además, se encontró que mientras para algunas adolescentes la experiencia con la primera pareja sexual inhibió el deseo de tener relaciones sexuales con otras personas, para otras jóvenes, la primera relación sexual les abre el camino hacia una vida sexual activa, con varias parejas y con quienes no siempre tienen una relación afectiva.

"Tuve esa [relación sexual] y no más, lo frené por el susto, no he vuelto a tener nada"; "después de que acabé con ella no he tenido más [relaciones sexuales] lo he intentado, pero no he podido… en el momento en que estoy con la otra persona, me acuerdo de ella y no puedo… no sé es algo muy estúpido, es más por respeto a lo que siento por ella que por no querer estar con la otra persona".

La primera relación sexual también sirve de antecedente para que algunas adolescentes comiencen a utilizar este recurso como alternativa para resolver conflictos con su pareja, seducir a alguien o lograr lo que se proponen. Otras adolescentes, aunque no disfrutan de las relaciones sexuales, las siguen teniendo, sin desearlo, para satisfacer a su pareja y, de esta manera, preservar la relación. Desde nuestra perspectiva, este comportamiento puede estar relacionado con la adhesión a roles de género tradicionales, que establecen que las relaciones sexuales son importantes para el hombre y que la mujer "tiene el deber" de cumplir con el compromiso de satisfacer sus deseos si quiere que él le sea fiel.

"A veces he hablado con él de que no me gustaría tener más relaciones sexuales y pues a la vez me da miedo de pronto perderlo a él… a veces uno ve a hombres que porque uno no quiere tener relaciones sexuales, persiguen a otras mujeres que sí quieren tener relaciones con ellos…".

Lo expuesto hasta este punto indica que, tal como lo señalan Rostosky et al. (1999), las primeras relaciones románticas y sexuales proveen el escenario de prueba en el que los jóvenes exploran y establecen los patrones de relación que caracterizarán sus relaciones en la adultez. Otros autores también proporcionan evidencia sobre la continuidad en los estilos de relación a lo largo de la vida (Shulman, Collins y Knafo, 1997; Burgos, 2003).

Por otro lado, se encontró que de la misma forma que el tener o no relaciones sexuales no se planea, el embarazo tampoco es el resultado de un proceso sistemático de toma de decisiones en pareja. De hecho, la mayor parte de las jóvenes afirmó que el embarazo fue "…por no habernos cuidado", es decir, no planeado. En estos casos, como lo afirma Gage (1998) la decisión de tener relaciones sexuales no se toma teniendo en consideración los costos y los beneficios para los dos miembros de la díada. Por el contrario, el contexto sociocultural propicia el establecimiento de relaciones asimétricas en las cuales el hombre es el que asume el control y, por lo tanto, es quien toma las decisiones relacionadas con la actividad sexual y el uso de métodos anticonceptivos. En estos casos, las mujeres también dijeron que se sentían incapaces de resistirse a la relación sexual o de exigir el uso del condón. El contexto tampoco favorece el que las y los adolescentes se asuman como personas sexualmente activas capaces de asumir el control de su comportamiento y de las circunstancias en las que ocurre.

"muy difícil porque es como que el man lo puya a uno, ‘no ven, dale, ven, ven’ y uno no, pero pasa un rato y yo… bueno… [por] las ganas… obviamente son las ganas, a pesar del conflicto… son las ganas… porque igual nosotros no tenemos relaciones frecuentemente… y pues nosotros no estamos acostumbrados a cargar un condón porque son muy pocas las veces para eso. Y para mí es terrible cargar un condón… es decir, mi mamá me llega a ver con condón y ya, hasta ahí. Entonces le toca cargarlo a él, a él no le preocupa eso…".

No obstante, en algunos casos se encontró, especialmente en adolescentes de estrato bajo de Cali, que el embarazo es deseado y buscado. Los testimonios permitieron establecer que en esta decisión los jóvenes no consideraron previamente las implicaciones que tiene el tener un hijo y que entre sus motivaciones estaban la necesidad de afecto y compañía, así como el deseo de retener o establecer un mayor compromiso con la pareja. Los siguientes relatos revelan que en la adolescencia el embarazo constituye, para algunas personas, una alternativa para satisfacer sus expectativas de vinculación. Se encontró que las adolescentes y sus parejas esperan, por un lado, que con el embarazo la relación de pareja adquiera un mayor compromiso y, por otro lado, que el hijo se convierta en fuente de afecto y compañía. Eshleman (1994) afirma que estas son dos de las ventajas que usualmente visualizan las parejas del hecho de tener hijos.

"No nos cuidábamos casi porque nosotros queríamos tener un bebé"; "Yo quería tener mi bebé, saber cómo se siente, como yo soy tan apegada a los niños"; "Cuando yo tuve mi primer hijo, nosotros estábamos de acuerdo, estábamos de acuerdo en tenerlo"; "… yo le dije que quería tener mi bebé… por la curiosidad de saber qué se sentía, pues por uno tener un bebé, uno se siente acompañado, más chévere"; "El está feliz, porque además yo estando cuadrada con él me molestaban muchísimo los niños, eran detrás de mi, me llamaban y H mortificadísimo, me decía ‘¿verdad que tú nunca me vas a dejar?, ¿verdad que tú me amas?, júrame que nunca me vas a dejar’ yo sentía mucha inseguridad de él… [Entonces] cuando se enteró fue la felicidad más grande".

En cuanto al aborto se logró establecer que este estilo de toma de decisiones, asistemático e inmediato, parece ser una constante en los jóvenes que participaron en la investigación. Las evidencias revelan que los jóvenes pocas veces se toman el tiempo para evaluar en pareja las opciones disponibles frente a un embarazo no deseado o no planeado. Los relatos de las adolescentes de estrato bajo de Bogotá señalan que, ante la confirmación del embarazo, el aborto es la primera opción en la que piensan. Esta alternativa, no obstante, es desechada por la presión de la familia - de la madre principalmente-, por el tiempo que tardan en confirmar la gestación o en buscar ayuda o por la falta de recursos económicos para realizar el procedimiento.

"Mi mamá me preguntó que yo qué iba a hacer, entonces yo le dije que iba a abortar porque yo no quería tener al bebé. Mi mamá me dijo, ‘usted qué va a hacer eso, usted es la responsable, usted no tomó las precauciones debidas para que no fuera a quedar embarazada, ahora asuma las consecuencias’…ella me dio ánimos para seguir adelante".

Varios jóvenes, hombres y mujeres, que reconocieron que en un primer momento habían considerado el aborto como alternativa de solución, expresaron sentirse culpables por haberlo pensado, sugerido o intentado, lo cual es consistente con la actitud desfavorable que manifestaron frente a la práctica del aborto. Los relatos de quienes participaron en este estudio revelan la necesidad de incluir en las acciones de educación sexual espacios de discusión y reflexión frente al embarazo no planeado o no deseado en la adolescencia y las diversas alternativas que surgen ante esta situación. El análisis debe estar orientado al análisis de costos y beneficios a corto y largo plazo. Un estudio reciente del grupo familia y sexualidad (Agudelo & Martín, 2007), que examinó los factores asociados a la toma de decisiones frente a un embarazo no planeado en la adolescencia, mostró que quienes optan por el aborto presentan expectativas de resultado menos favorables, valoran más negativamente las consecuencias del embarazo en su vida, y reportan un mayor número de emociones negativas frente a la noticia del embarazo.

Los resultados de dicha investigación, al igual que los relatos de las adolescentes y sus parejas de este estudio, indican que las intervenciones orientadas a inculcar que el aborto constituye "un asesinato", "un pecado" o "una practica peligrosa" no son efectivas para evitar que las personas jóvenes consideren esta opción cuando se ven abocados a la situación. Este tipo de intervenciones puede generar que quienes finalmente recurren a esta alternativa experimenten problemas de ajuste, los cuales necesitan elaborar con el apoyo de un profesional, los padres o los maestros.

En este sentido, es conveniente considerar que estudios realizados en otros países señalan que la respuesta emocional posterior a un aborto está asociada significativamente con la edad de la mujer, la religiosidad, el tiempo de gestación, el tipo de procedimiento utilizado, las dificultades que implica tomar la decisión, el deseo de estar embarazada, el apoyo social percibido, la calidad de la relación con la pareja, las atribuciones que se hacen acerca del embarazo y las expectativas que se tienen del mismo (Arruda, Rutenberg, Morris, et al, 1987; Faúndes, Ardí, Alves, et al, 1992). En un contexto como el colombiano, es posible que las adolescentes y sus parejas experimenten sentimientos de culpa y confusión si valoran que el aborto es una acción que contradice, no sólo sus convicciones personales, sino también los estándares sociales. Este resultado es relevante clínicamente porque la evidencia disponible señala que estas emociones, en la adolescencia, se asocian con altos niveles de depresión (Welsh, Grillo & Harper, 2003).

"Hoy en día yo me pongo a pensar que hubiera sido un tonto, un bobazo, donde A hubiera abortado, o sea, uno no es quién para tomar esa vida y votarla, uno realmente no es nadie y si ya hizo lo que hizo asúmalo con responsabilidad y si tiene el apoyo buenísimo"; "Una vez empezaron a darnos una película de que una muchacha abortó. Eso yo estaba embarazada, casi nadie en el colegio sabía. Eso fue durísimo para mí porque yo dije: ¿y yo pensé hacer esto? … fue durísimo, durísimo. Yo me acuerdo que ese día que estábamos viendo eso yo me puse a llorar y me salí del salón… fue muy duro".

Cabe señalar que en las 48 entrevistas realizadas a mujeres, sólo una adolescente de estrato bajo reconoció haber recurrido al aborto como solución al embarazo. Su relato muestra que en esta decisión no consideró ni valoró todas las opciones suficientemente y que no hubo el acompañamiento emocional y profesional que se requiere en el proceso para evitar las consecuencias psicológicas negativas que esta experiencia puede generar en las personas que han sido socializadas en contextos en los que tanto el aborto como las personas que lo practican se valoran negativamente. En el caso de los hombres, sólo un joven de estrato alto de Bogotá reportó que una de sus parejas sexuales había recurrido al aborto como solución al embarazo. En su relato se pudo identificar que el aborto también representó una experiencia que tuvo implicaciones emocionales negativas tanto para él como para su pareja.

"Me tocó ir sola… y comenzaron… me dijeron quítese el pantalón, acuéstese, abra las piernas, comenzaron a desinfectar, ¡uy! no… a hacer un poco de cosas, me hicieron una ecografía, miraron bien y luego…y luego… comenzaron a meterme una pinza regrande, eso era horrible [se cubre la cara] y no, como que en la mitad de ese proceso, me arrepentí… pero ya no se podía hacer nada…ahora me arrepiento de haber tomado esa decisión tan tarde… de pronto sí era el momento pero yo no me había dado cuenta… o de pronto tenía una visión errónea de los hijos y… no se… a veces digo que me arrepiento por eso… me siento muy mal conmigo… en ese momento me sentí como una asesina… Me hubiera gustado tenerlo [el bebé], porque aparte de que era mío, era del tipo que yo quería".

Esta reacción emocional ante el aborto puede estar relacionada con los motivos que conducen a la acción. En estos dos casos, al examinar las razones que motivaron la decisión se encontró que, en el caso de la adolescente, el aborto se consideró como una opción porque su pareja no se involucró activamente en el proceso de toma de decisiones y no le proporcionó el apoyo requerido para asumir la gestación. El joven, por su parte, manifestó que esta decisión la tomaron porque el embarazo fue producto de una relación casual. Estos resultados son consistentes con los de Pope, Adler y Tschann (2001) quienes lograron establecer que la presión percibida, por parte de las circunstancias, agentes externos o la pareja, es una de las variables que permite identificar a las adolescentes que tienen un mayor riesgo de presentar dificultades de ajuste emocional posteriores a un aborto.

Con respecto a la decisión de unirse o casarse, se encontró que las dificultades conyugales de los padres y el maltrato parecen tener una influencia en la nupcialidad temprana, al generar situaciones vitales difíciles para las jóvenes y carencias afectivas que las llevan a buscar un compañero que les brinde afecto o que las "rescate" de las condiciones en las que se encuentran.

"Pues porque yo estaba aburrida en la casa, mis papás son separados y yo vivía con mi hermana; y ella es chévere y todo, y yo me llevaba muy bien con ella cuando éramos niñas. Pero cambiaron las cosas y yo estaba aburrida con ella. Por eso me quería ir a vivir con él y él también quería vivir conmigo."

Ante esta situación llama la atención el papel de las figuras parentales en la toma de decisiones de sus hijos. Por un lado, se encontró que en el caso de las jóvenes embarazadas la familia impulsa a la unión, con el argumento de que así se asegura el bienestar de la adolescente y de su hijo. Por otro lado, en el caso de las adolescentes que se unen sin que preceda un embarazo, la familia tiende a no promover la reflexión en torno a la decisión y a no impedirla. En ambos casos, se observa que en la familia no se provee a los hijos de un contexto propicio tanto para la autonomía como para la vinculación. De acuerdo con las concepciones más recientes sobre el desarrollo en la adolescencia (Hodges, Finnegan & Perry, 1999; Steinberg, 1996, Steinberg & Morris, 2001), los adolescentes que logran mejores niveles de ajuste en los aspectos personal, académico y social son hijos de padres autoritativos. Los padres autoritativos animan a sus hijos para que piensen de manera independiente y al mismo tiempo los respaldan emocional e instrumentalmente en las decisiones que toman. Evidentemente, los padres de muchos jóvenes que participaron en nuestra investigación no caben en esta categoría. Dado que la mayoría de las jóvenes unidas son de estrato bajo, estas características de las relaciones padres-hijos y de la manera como llegan a la nupcialidad pueden entenderse a la luz de las carencias económicas, educativas y culturales que experimentan ellas y sus familias.

"¡Uy! Demasiado pensé en venirme a vivir con él. Pero pues mi mamá me dijo: ‘Pues váyase con él que usted ya está en embarazo y yo no la puedo mantener; la tiene que mantener es su marido’…".

"… yo cogí mi maleta y le dije a mi mamá: -¡Chao, me voy!- Yo le dije: -Mami, yo me voy a vivir donde JF, usted se acuerda de él-. Ella me dijo: - Mija, pues si eso es lo que usted quiere y sabe que le va ir bien, yo le pido mucho a mi Dios para que le vaya bien. Váyase-. Pues sí, mi mamá no es con esa autoridad de mamá, nunca".

Conclusiones y Recomendaciones

En general, los resultados obtenidos indican que las decisiones que las jóvenes tomen en lo relacionado con su vida sexual y reproductiva tienen implicaciones importantes para su vida y, particularmente, en la fecundidad adolescente. Los resultados de este estudio mostraron que en el medio sociocultural las jóvenes y sus parejas construyen las cogniciones que guían sus decisiones acerca de tener relaciones sexuales, usar métodos de planificación familiar, unirse o casarse, embarazarse o abortar.

Adicionalmente, se logró establecer que la ambigüedad y a veces contradicción en los mensajes que trasmiten los distintos agentes sociales hace que en los adolescentes coexistan tanto disposiciones positivas como negativas hacia la sexualidad, lo cual afecta seriamente su juicio y su capacidad para tomar decisiones con un estilo lógico, racional y sistemático utilizando estrategias planeadas cuidadosamente con una clara orientación hacia el futuro. Una de las cogniciones más relevantes y que influyen significativamente en el inicio de las relaciones sexuales es la norma social percibida, según la cual los adolescentes creen que la mayor parte de sus pares ya están teniendo relaciones coitales.

En este mismo orden de ideas se encontró en las decisiones de las adolescentes y sus parejas predominaron el estilo dependiente y el basado en el uso de estrategias intuitivas o espontáneas en función de los sentimientos del momento. No obstante, en las adolescentes que dijeron no haber iniciado relaciones sexuales, se pone de presente que algunos jóvenes tienden a tomar decisiones sexuales asumiendo una mirada crítica a la norma social sobre las relaciones sexuales en la adolescencia y teniendo en cuenta sus propios intereses, creencias, actitudes, valores y metas.

Los datos también indican que los jóvenes que tienen más dificultades para tomar decisiones planificadas presentan deficiencias en, por lo menos, dos atributos de la agencia humana: la confianza en sí mismo y la autodeterminación. Es decir, no han contado con un ambiente propicio para el desarrollo de la convicción personal de que pueden ejercer control sobre los eventos y de que están en capacidad de optar y alterar las situaciones que les ocurren para satisfacer sus expectativas y necesidades.

Por otro lado, las evidencias mostraron que, tal como se ha encontrado en otras investigaciones, los adolescentes comienzan a tener sus experiencias sexuales en el marco de sus relaciones románticas, las cuales, a nuestro modo de ver y coincidiendo con distintos autores, constituyen un contexto óptimo para ello. Sin duda, en lo que a la actividad sexual se refiere, las relaciones románticas ofrecen a los y a las adolescentes experiencias de aprendizaje de gran importancia que dependiendo de la edad a la que ocurran, de su naturaleza y de su calidad, pueden contribuir al proceso de reconocimiento y aceptación de si mismos como individuos sexuados, así como a tomar decisiones planificadas y sistemáticas frente a su vida sexual y reproductiva.

Adicionalmente, los resultados obtenidos indican que las decisiones que las jóvenes tomen en lo relacionado con su vida sexual y reproductiva se asocian con su orientación hacia el futuro. Cuando no se han logrado formular metas relacionadas con el éxito profesional y la incorporación al mundo laboral, las cuales aparecen como centrales en la orientación hacia el futuro que se encontró entre los jóvenes estudiados, existe más riesgo de embarazo porque las adolescentes encuentran en la nupcialidad y en la maternidad su principal fuente de realización personal. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que también se pudo establecer que existe una relación entre las condiciones socioeconómicas y el tipo de metas y aspiraciones de los jóvenes, y que las y los jóvenes que centraron su proyecto de vida en la nupcialidad, la maternidad y la paternidad pertenecían al estrato bajo.

Finalmente, la información proporcionada por las adolescentes y sus parejas evidencia que en el contexto sociocultural en el que viven los asuntos relacionados con la sexualidad no han cambiado sustancialmente en los últimos años. Esto nos lleva a cuestionar el papel de la educación sexual como uno de los factores que, en el medio sociocultural, contribuye a la construcción del conjunto de expresiones o manifestaciones cognitivas, emocionales, comportamentales, sociales y éticas de la dimensión sexual de la persona.

La mayor parte de jóvenes que ya son madres o padres señalaron que en su familia no encontraron ninguna directriz sobre los asuntos relacionados con la sexualidad y a esa falta de información le atribuyen, en parte, su situación actual. Aquellas jóvenes que calificaron positivamente la educación sexual recibida en su familia, dijeron que ésta había trascendido la esfera reproductiva y había profundizado también en el ámbito del afecto y la comunicación. De esta manera, describieron que sus madres les habían hablado con tranquilidad y claridad, y habían permanecido receptivas frente a sus dudas e inquietudes. Igualmente, señalaron que estas charlas fueron muy significativas para ellas, en la medida en que les permitieron reflexionar sobre sus deseos y prioridades y, por lo tanto, tomar decisiones más acertadas y seguras en relación con su vida sexual.

Los datos mostraron que en ausencia de fuentes de información confiables en el medio familiar, y dado que la educación sexual en el colegio en general ocurre a destiempo, los jóvenes tienen que resolver sus inquietudes en torno a la sexualidad recurriendo a los amigos y a las parejas románticas. Los medios de comunicación, como la televisión, los libros y las revistas, se convierten también en recursos importantes a través de los cuales los y las jóvenes obtienen información sobre el tema de la actividad sexual. La narrativa de los participantes reveló que el papel de estas fuentes alternativas de información no se reduce a permitir una primera aproximación al aspecto genital y reproductivo de la sexualidad humana, pues también proporcionan conocimiento fundamental sobre las formas correctas e incorrectas en las que se relacionan los hombres y las mujeres; sobre las expectativas y normas de las relaciones románticas y sexuales, y sobre la manera como se toman las decisiones sexuales y reproductivas.

Estos resultados sugieren la urgencia de desarrollar programas de educación sexual que, por un lado, respondan a las necesidades de formación de los adolescentes y, por otro lado, les proporcione los elementos de juicio, los recursos y las habilidades que necesitan para tomar decisiones sexuales y reproductivas saludables.

En este proceso pueden contribuir los medios masivos de comunicación. Una de las contribuciones que pueden hacer es modificar la norma social percibida por los adolescentes, según la cual, lo natural y esperado es que en este período de la vida se tengan relaciones sexuales. Difundir los resultados de las investigaciones hechas en nuestro medio, incluyendo los del presente estudio, los cuales ponen en evidencia que solamente la tercera parte de los adolescentes están teniendo relaciones sexuales, puede favorecer el cambio de esta norma social que los jóvenes han asimilado en su proceso de socialización y que, tal como lo han constado diversos estudios incluida esta investigación, influye de manera importante en las decisiones que toman los adolescentes con respecto a su vida sexual.

Bondades y limitaciones del estudio

Este estudio aporta información útil para comprender los resultados de estudios previos que a través de metodologías cuantitativas multivariadas han logrado establecer los factores asociados a la actividad sexual en los adolescentes. Además, el estudio permitió conocer el contenido específico de las cogniciones que guían la toma de decisiones de los jóvenes y que influyen sobre la fecundidad. Los datos obtenidos pueden ser utilizados por los responsables de definir las políticas y los programas de salud sexual y reproductiva para responder a las necesidades reales de los jóvenes. Igualmente, son relevantes para el diseño de investigaciones en el futuro.

Sin embargo, es necesario reconocer algunas limitaciones. En primer lugar, si bien fue conveniente el tamaño de la muestra para obtener mayor grado de validez externa, resultó muy grande para un estudio cualitativo, en razón al volumen de información que se obtuvo. Esto nos llevó a optar por realizar un análisis intersujetos para responder a las preguntas del estudio y posponer los análisis intrasujeto e intradiádicas para estudios posteriores.

Aunque una fortaleza del estudio es que incluyó dentro de la muestra a las parejas de las adolescentes, durante la realización de las entrevistas se observó la dificultad que presentan los hombres para hablar de sí mismos, y en particular, de su vida afectiva y sexual, incluso, a pesar de que el entrevistador era hombre. Esa dificultad significó que la información por parte de los hombres fuera más limitada que la que proporcionaron las mujeres, sin que por esto carezca de valor.

1 Los resultados que se presentan en este artículo hacen parte del estudio titulado "Fecundidad adolescente en Colombia: Incidencia, tendencias y determinantes. Un enfoque de historia de vida" financiado con la Cooperación de Colciencias y el FNUAP. Volver


Referencias

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